5. Los jóvenes de hoy tienen nuevas
destrezas cognitivas: son nativos digitales
6. La escuela que conocemos fue pensada para
otros tiempos y otros alumnos : enfrenta uno de
sus mayores desafíos de transformación
7. ¿Es la informática educativa la respuesta
a este desafío?
No hay acuerdo respecto del impacto de
las tecnologías digitales en los
aprendizajes de los alumnos.
No obstante ello, las tecnologías lo
invaden todo, y llegaron a las escuelas
para quedarse.
¿Cómo las aprovechamos para mejorar la
calidad de la educación?
¿Puede la tecnología mejorar, agregar
valor a los procesos que inciden en la
calidad de la educación?
8. ¿Es la informática educativa la respuesta
a este desafío?
No hay acuerdo respecto del impacto de
las tecnologías digitales en los
aprendizajes de los alumnos.
No obstante ello, las tecnologías lo
invaden todo, y llegaron a las escuelas
para quedarse.
¿Cómo las aprovechamos para mejorar la
calidad de la educación?
¿Puede la tecnología mejorar, agregar
valor a los procesos que inciden en la
calidad de la educación?
Notas del editor
La educación ha sido considerada por mucho tiempo el eslabón privilegiado que articula la integración cultural, la movilidad social y el desarrollo productivo. Sobre este carácter de “gran eslabón” de la educación existe hoy un consenso amplio, sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados durante las últimas décadas los sistemas educativos de América Latina aún enfrentan problemas estructurales importantes que obstaculizan el logro de una educación de calidad con cobertura extendida en los países de la región. Casi el 50% de la población entre 5 y 19 años de los países latinoamericanos, que la CEPAL estimaba en más de 150 millones en el año 2005, está fuera de los sistemas formales educativos y con una preparación que no les permite una integración con posibilidades de ascenso en el mundo laboral.
A esto se suma un coro cada vez mayor de voces disidentes a los modelos educativos y a los contenidos que forman parte de los currículum actuales y que en lo sustancial fueron diseñados para satisfacer las demandas de una sociedad muy distinta a las sociedades del conocimiento. Los cambios vertiginosos de la sociedad moderna ponen en cuestión qué es lo que se debe enseñar y cómo se aprende.
La presentación que sigue pretende ser una contribución de UNESCO al debate sobre qué es una educación de calidad en la era digital, y a la búsqueda de respuestas a las preguntas acerca del aporte de las TIC a esta “nueva” educación.
Para nadie es un descubrimiento que el mundo está cambiando a una velocidad sorprendente. Vivimos tiempos de grandes transformaciones sociales y tecnológicas que modifican de manera profunda las relaciones humanas. El acceso y producción de conocimiento pasan a ser los motores del desarrollo. Las nuevas formas de conectividad están en el corazón de la globalización. Un periodista, el señor Thomas Friedmann, nos sorprende al declarar que el mundo ha vuelto a ser plano de la mano de las nuevas tecnologías, todo está a un click de distancia. Las democracias se enriquecen, las personas inician una nueva fase de participación y control social y de activismo a través de las redes sociales; se está conformando un nuevo orden mundial y el cyber-ciudadano está en su centro, con más poder en sus manos que nunca. La tecnología digital se hace presente en todas las áreas de actividad y colabora con los cambios que se producen en el trabajo, la familia y la educación, entre otros. ¿Está la educación formando par este nuevo orden?
Los recientes acontecimientos en Medio Oriente y Africa del Norte son evidencias de este nuevo orden. En efecto, existen fundadas sospechas de que las redes sociales jugaron un rol decisivo en el desenlace de las protestas ocurridas en Túnez, Egipto, y que luego se han propagado por la región, tal como lo muestra este titular de un periódico on-line
Los fenómenos anteriores ejercen una enorme presión sobre los sistemas educacionales, que tienen grandes dificultades para adaptarse a los cambios que provienen de otras esferas sociales. La educación se ve desafiada a formar a las personas que habitarán esta compleja sociedad global. Adicionalmente, las escuelas se enfrentan a la necesidad de innovar en los métodos pedagógicos si desean convocar y ser inspiradoras para las nuevas generaciones de jóvenes también llamados “nativos digitales” (Prensky, 2001).
Los sistemas educativos se ven enfrentados así a la necesidad de una transformación mayor e ineludible, cual es evolucionar desde una educación que servía a una sociedad industrial a otra que prepara para desenvolverse en las sociedades del conocimiento. Las y los estudiantes deben ser preparados para desempeñarse en trabajos que hoy no existen y deben aprender a renovar continuamente una parte importante de sus conocimientos y creencias, deben desarrollar nuevas competencias coherentes con este nuevo orden: habilidades de manejo de información, comunicación, resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad, innovación, autonomía, colaboración, trabajo en equipo, entre otras
En paralelo al fenómeno anterior o como consecuencia del mismo, las nuevas generaciones viven altamente expuestas a la tecnología digital y esto pareciera estar afectando sus destrezas cognitivas.
En efecto, se trata de jóvenes que no han conocido el mundo sin Internet, y para los cuales las tecnologías digitales son mediadoras de gran parte de sus experiencias con ese mundo. Están desarrollando algunas destrezas distintivas tales como: absorben gran cantidad de información fuera de la escuela, toman decisiones muy rápido y están acostumbrados a obtener respuestas casi instantáneas frente a sus acciones, tienen una sorprendente capacidad de procesamiento paralelo, son altamente multimediales y al parecer, aprenden de manera diferente.
Claramente, el modelo de clase tradicional fue diseñado para otros alumnos, otros tiempos y para desarrollar otro tipo de competencias. Hoy, el modelo de clase expositiva, en el que un profesor transmite su conocimiento a un grupo de alumnos a los que se les pide absorber de manera pasiva ese conocimiento, está haciendo crisis. No resulta entonces sorprendente que los alumnos de hoy tengan dificultades en atender una clase de este tipo de 45 minutos expositiva. Los períodos largos de atención, el desarrollo de una actividad por vez, entre otras cosas, aún continúan en las escuelas, enfrentando las nuevas prácticas de los estudiantes, acostumbrados a:
Acceder a información a partir de fuentes digitales, no impresas.
Dar prioridad a las imágenes en movimiento y a la música por encima del texto.
Sentirse cómodos realizando múltiples tareas simultáneamente.
Obtener conocimientos procesando información discontinua y no lineal.
Uno de los dramas de la educación moderna es que alumnos del siglo 21 están siendo enseñados por profesores del siglo 20 utilizando modelos pedagógicos del siglo 19
Es cierto que aún no hay grandes consensos respecto del impacto de las tecnologías digitales en los aprendizajes de los alumnos. Un número importante de expertos sostiene que las nuevas tecnologías mejoran los entornos de aprendizaje los hacen más efectivos, motivan a los alumnos e incluso, contribuyen a desarrollar las denominadas competencias esenciales del siglo 21. Otro grupo de especialistas, no menos importante, insiste en que la evidencia disponible aún no es suficiente para asegurar que existe impacto de las tecnologías digitales en la calidad de la educación (Cuban, 2001).
A esto se suma la dificultad de aislar el efecto de las TIC de una serie de otras condiciones igual de importantes que la existencia de recursos digitales, tales como la capacidad de los docentes de utilizarlos en contextos educativos.
Llevamos años debatiendo esto y probablemente pasaremos otros tantos antes de construir evidencia y acuerdos, ya que aún ni siquiera están claros los indicadores a observar.
No obstante ello, mientras debatimos, las tecnologías digitales en sus distintos formatos, no cesan de invadir las escuelas, las aulas y los diferentes espacios en que transcurre la vida de los estudiantes y es evidente que llegaron para quedarse. Dado lo inevitable de este fenómeno, la preocupación importante entonces parecería girar en torno a las preguntas:, ¿cómo aprovechamos estas tecnologías para mejorar la calidad de la educación? ¿Pueden las nuevas tecnologías mejorar los procesos que inciden en la calidad de la educación?
At present the evidence on attainment is somewhat inconsistent, although it does appear that, in some contexts, with some pupils, in some disciplines, attainment has been enhanced. There is a need for more systematically gathered evidence although it is already apparent that, where ICT has been successfully embedded in the classroom experience, a positive impact on attainment is more likely. The body of evidence on the impact of ICT on
intermediate outcomes, such as motivation, engagement with and independence in learning, is greater and more persuasive. The benefits identified in the literature include increased collaboration, greater engagement and persistence, more on-task behaviour and better conceptual understanding. Understanding of the extent to which ICT can support creativity, including critical thinking skills and problemsolving abilities, is developing, although some of the evidence appears contradictory.