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CIDH advierte sobre las consecuencias de la pandemia por COVID-19 en
niñas, niños y adolescentes.
27 de abril de 2020
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Washington, D.C. - La Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), en el marco de su Sala de Coordinación y Respuesta Oportuna e
Integrada para la crisis derivada de la pandemia del COVID-19 (SACROI
COVID-19), reitera la gravedad de la crisis sanitaria causada por la
pandemia y urge a los Estados de la región a adoptar medidas urgentes y
reforzadas para asegurar el goce de los derechos de niñas, niños y
adolescentes. La pandemia se ha convertido en un gran desafío para todo el
mundo, y en un hemisferio marcado por las brechas de desigualdad, las
afectaciones en los derechos humanos tienen impactos más acentuados y
de forma diferenciada en las personas en situación de mayor vulnerabilidad,
como niñas, niños y adolescentes (NNA). La CIDH insta a priorizar el interés
superior de niñas, niños y adolescentes frente a la pandemia, en particular
de quienes no cuentan con cuidados familiares, que están en situación de
calle, en condición de pobreza, en centros de privación de la libertad y
quienes se encuentran en instituciones de cuidado.
La Comisión destaca que al principio de la crisis sanitaria se identificó a las
personas mayores de 60 años y aquellas con comorbilidades como las más
vulnerables a los efectos de la enfermedad respiratoria, dejando una
impresión equivocada de que NNA no estarían en el llamado “grupo de
riesgo”. Sin embargo, los datos de los boletines epidemiológicos indican que
las personas más jóvenes pueden ver su salud afectada gravemente. Las
cifras actuales muestran que el alcance de la enfermedad entre NNA es
mayor en las Américas. Mientras que, en otras regiones la incidencia de
COVID-19 entre NNA gira en torno de 1,8%, en Argentina, Brasil, Honduras
y Panamá, por ejemplo, este grupo de edad representa un promedio de 5%
de los casos confirmados. En Brasil 9 niñas, niños y adolescentes fallecieron
como consecuencia del contagio por el COVID-19. A pesar de que la tasa de
mortalidad es baja para este grupo poblacional, investigaciones científicas
recientes indican que la infección por el virus puede dejar consecuencias
graves para diferentes órganos.
Adoptadas para contener la pandemia, medidas de contención del virus
como el aislamiento social y la cuarentena pueden producir afectaciones
específicas para NNA y sus familias, particularmente frente al encierro
prolongado en sus domicilios. A la CIDH le preocupa en especial el contexto
de violencia en el hogar, que puede verse acentuado en este período. En
efecto, seis de cada diez niñas y niños en las Américas son criados con
métodos violentos que incluyen castigo físico y agresión psicológica, los
cuales podrían agravarse durante el período de aislamiento. Países como
Argentina (en las provincias de Jujuy, Formosa, Salta, Buenos Aires y
Chaco), Brasil, Colombia, México, Paraguay y Perú han reportado un
aumento en las denuncias por violencia intrafamiliar durante la cuarentena.
Al respecto, la Comisión solicita a los Estados fortalecer los sistemas de
protección y de denuncias de abuso y/o violencia, entiéndase referencias
telefónicas y en línea, así como la implementación de campañas de
concientización a través de la televisión, la radio y otros medios. En esta
dirección, el Estado se encuentra obligado a accionar con la debida
diligencia en la prevención, investigación y sanción de la violencia y abuso
intrafamiliar. De igual manera, se debe habilitar mecanismos de apoyo
psicosocial y pedagógico a familias y niñas, niños y adolescentes,
especialmente para aquellos con alguna discapacidad o enfermedades de
salud mental. Por otro lado, los Estados deben considerar los efectos de los
estereotipos de género en la distribución de las tareas en el hogar, lo que
puede representar una mayor afectación a los derechos de las niñas y las
adolescentes. Además, los Estados deben brindar atención especial a los
NNA que no cuentan con cuidados parentales o que no pueden cumplir el
aislamiento físico en un hogar, como niñas y niños viviendo en la calle.
El aislamiento físico también impone otras afectaciones a derechos y a la
Comisión le preocupa en particular la garantía del derecho a la educación
ante al cese de las actividades escolares y el cierre de las escuelas. La
CIDH destaca que los Estados deben disponer de mecanismos que permitan
a los NNA continuar sus estudios, con los mecanismos que su edad y nivel
de desarrollo requieran. En particular, los Estados deben proveer
herramientas y la flexibilidad laboral para que personas adultas responsables
realicen actividades con niñas y niños, privilegiando el refuerzo de los
vínculos familiares, asegurando que las niñas y los niños con algún tipo de
discapacidad, puedan acceder a la educación sin exclusiones, mediante
sistemas de apoyo, estrategias de comunicación y contenidos accesibles. La
Comisión también destaca que, en muchos países de la región, las escuelas
cumplen un importante rol en cuanto a la seguridad alimentaria.
La Comisión observa que la mayoría de los Estados de la región adoptaron
medidas de educación a distancia como forma de dar continuidad al acceso
a la educación. Si bien la educación a distancia es una importante
herramienta, esta es una medida que no atiende a todos los NNA de forma
equitativa, una vez que el acceso a equipos informáticos y a internet no está
universalizado en las Américas. En América Latina, en particular, datos del
2019 indican que 33% de la población no cuenta con acceso a internet. Ante
la brecha digital, la CIDH recomienda a los Estados a emplear los medios de
comunicación para garantizar el acceso a la educación sin ningún tipo de
discriminación. Así como la necesidad de asegurarse de que el aprendizaje
en línea no signifique un agravamiento de las desigualdades existentes ni
reemplace la interacción estudiante-maestra/o.
En relación con los adolescentes que se encuentran en privación de libertad
en centros de justicia juvenil, la Comisión retoma las recomendaciones
formuladas en el comunicado de prensa publicado el 31 de marzo respecto
de los derechos de las personas privada de libertad en el contexto de la
pandemia. En particular, la CIDH reitera la necesidad de que los Estados
adopten medidas de prevención del contagio, de reducción del hacinamiento
en las unidades y que evalúen las medidas de privación de la libertad
privilegiando aquellas alternativas al encierro. La Comisión también hace
suyas las directrices del Comité sobre los Derechos del Niño en cuanto a
que los Estados deben proporcionar a niñas, niños y adolescentes que no
pueden ser liberados, los medios para mantener un contacto regular con sus
familias ante las medidas para restringir las visitas. Si bien estas medidas
restrictivas pueden considerarse necesarias a corto plazo, durante largos
períodos tendrán un marcado efecto negativo en las y los adolescentes.
Igualmente, los Estados deben brindar atención a NNA con referentes
adultos privados de la libertad, privilegiando medidas de excarcelación,
siempre que sea posible, y garantizando el contacto familiar por medios
adecuados que atiendan a las recomendaciones sanitarias.
Por otra parte, la Comisión reitera su preocupación por el mayor grado de
vulnerabilidad al que se enfrenta la infancia en contextos migratorios o de
desplazamiento. Al respecto, la Comisión reitera lo afirmado en sus
Principios Interamericanos sobre los Derechos Humanos de todas las
personas migrantes, refugiadas, apatridas y víctimas de la trata de
personas en el sentido de que cualquier política migratoria y decisión
administrativa o judicial relacionada con la entrada, estancia, detención,
expulsión o deportación de niña, niño o adolescente u otra acción del Estado
considerada en relación con alguna de las personas progenitoras, cuidadora
primaria o tutora legal, incluidas las medidas adoptadas en relación con su
condición de migrante, deben priorizar a la evaluación, determinación,
consideración y protección del interés superior de la niña, el niño o
adolescente involucrado. Las situaciones que presenten el riesgo de
separación familiar deben ser abordadas con absoluta prioridad, y todos los
procedimientos de protección deben ser adaptados a la circunstancia exigida
por niñas y niños afectados, de manera a garantizar el acceso inmediato y
efectivo a la información y a los mecanismos pertinentes de protección.
Finalmente, la Comisión valora las medidas adoptadas por los Estados para
garantizar los derechos de NNA durante la pandemia. En particular, la CIDH
saluda la ampliación en la Argentina en todas sus provincias, de las líneas
gratuitas de denuncia para niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia
durante el aislamiento. Además, de conformidad con la información
suministrada por el Estado argentino, se exceptúan del cumplimiento del
aislamiento social preventivo y obligatorio aquellas personas que se
encuentren en situación de violencia por motivos de género cuando
requieran pedir asistencia o realizar una denuncia, bien como los
establecimientos que brindan asistencia a estas personas. Asimismo, se
valora la recomendación emitida por el Ministerio de la Mujer, Familia y
Derechos Humanos de Brasil que instruyó a los municipios a considerar los
consejos tutelares (órganos de protección de NNA) como esenciales,
previniendo la suspensión de sus actividades durante la pandemia.
Igualmente, la CIDH celebra el portal virtual habilitado por el Gobierno de
México para informar a los más pequeños sobre el COVID-19.
En atención a lo anterior, la CIDH retoma las recomendaciones 23, 61, 63 a
67 y 69 de la Resolución No. 01/20, “Pandemia y Derechos Humanos en las
Américas”, y con el fin de proteger los derechos de NNA frente a la
pandemia del COVID-19, la Comisión recomienda además a los Estados:
1. Reforzar la protección de niñas, niños y adolescentes, incluyendo
muy especialmente aquellos que no cuentan con cuidados familiares y
que se encuentran en instituciones de cuidado–, y prevenir el contagio
por el COVID-19, implementando medidas que consideren sus
particularidades como personas en etapa de desarrollo y que atiendan
de manera más amplia posible su interés superior. La protección debe,
en la medida de lo posible, garantizar los vínculos familiares y
comunitarios.
2. Frente a las situaciones de violencia se recomienda adoptar medidas
de prevención del abuso, violencia intrafamiliar, discriminación, abuso y
explotación de NNA y activar campañas de concientización y difusión de
números telefónicos de denuncia, además de actuar con la debida
diligencia ante las denuncias realizadas.
3. Disponer de mecanismos que permitan a los NNA seguir con el
acceso a la educación y con estímulos que su edad y nivel de desarrollo
requieran. Los Estados deben asegurar que las niñas y los niños con
algún tipo de discapacidad, puedan acceder a la educación en línea sin
exclusiones, mediante sistemas de apoyo, estrategias de comunicación
y contenidos accesibles.
4. Promover rutinas de actividades para niñas, niños y adolescentes,
brindando herramientas para que las familias puedan propiciar
actividades recreativas y juegos que les permitan momentos de
esparcimiento, a los fines de garantizar la salud física, psíquica y
emocional de los NNA.
5. Disponer de los mecanismos y procedimientos de acogida y
asistencia efectivos a la protección integral de los derechos humanos de
NNA en situación de movilidad humana y desplazamiento, con especial
atención a su interés superior, así como emprender todos los esfuerzos
para prevenir la separación familiar y promover su reunificación.
6. Adoptar medidas para garantizar el derecho a la participación de los
NNA, brindando oportunidades para que sus opiniones sean
escuchadas y tomadas en cuenta en los procesos de toma de
decisiones sobre la pandemia. Los NNA deben comprender lo que está
sucediendo y sentir que participan en las decisiones que les afectan.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión
Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de
los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la
OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros
independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título
personal, y no representan sus países de origen o residencia.
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Desde el comienzo de la pandemia, se ha difundido que el COVID-19 no afecta
la salud de todas las personas por igual. Mientras que el SARS-CoV-2 podría
matar a un adulto de 50 años, podría no ocasionar ningún daño en un niño de
cuatro años.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. están
recomendando la reapertura de las escuelas primarias y secundarias, con la
premisa de que los riesgos para la salud deben compararse con los riesgos que
supone la permanencia en el hogar, que afecta fundamentalmente a los niños
pobres y pertenecientes a las minorías, y a aquellos con discapacidades que
dependen del almuerzo escolar y los programas de asistencia extracurricular.
Cuando esos niños no pueden ir a la escuela, el desempeño decae, la salud
mental y física se ve afectada, desaparecen los momentos clave para socializar y
muchos se atrasan con el programa de vacunación.
"Las consecuencias que sufren los niños son diferentes a las de los adultos",
afirma Megan Tschudy, pediatra de la Escuela de Medicina de la Universidad
Johns Hopkins.
Sin embargo, los científicos todavía están investigando cómo afecta el virus a los
niños y si los niños pueden transmitirlo a sus cuidadores adultos. Según explica
Rachel Graham, epidemióloga de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel
Hill, aún no se logra comprender por qué los distintos tipos de coronavirus -
incluidos el de la COVID-19 y sus parientes, SRAS-CoV y MERS-CoV- afectan de
forma diferente según los rangos de edad.
Graham habló con National Geographic sobre los efectos del COVID-19 en
niños por primera vez en marzo, y asegura que aún no se ha descubierto por qué
el virus afecta menos a los más pequeños. Si bien se ha demostrado que los
niños son más susceptibles de contraer el virus de lo que se creía, los expertos
todavía desconocen por qué no contraen la versión más grave de COVID-19 que
afecta a tantos adultos.
Tampoco está claro con qué facilidad los niños pueden transmitir el virus entre
ellos o a los adultos. Un estudio del Centro de Control de Enfermedades de
Corea del Sur publicado la semana pasada, en el que participaron casi 65.000
individuos, revelóque los niños de 10 a 19 años podrían propagar el COVID-19
en el hogar con la misma eficacia que los adultos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades o CDC (por
sus siglas en inglés), solo el 2 por ciento de los casos de COVID-19 registrados
en un hogar corresponde a niños menores de 18 años. Sin embargo, los datos
recopilados por Bloomberg muestran que esas tasas pueden variar mucho según
la región.
Un pequeño porcentaje de menores que dan positivo por COVID-19 desarrollan
una afección muy grave conocida como síndrome inflamatorio multisistémico
en niños (MIS-C), y no está claro si la enfermedad tiene otras consecuencias a
largo plazo.
"Provoca una inflamación muy grave en los pulmones y puede causar
enfermedades más peligrosas en el futuro", explica Graham. Y agrega: "pero
tendría que realizarse un seguimiento más prolongado de los niños que se han
recuperado de la enfermedad". Y como estas enfermedades tan graves no suelen
atacar a los jóvenes, "ha habido mucha menos investigación y muchas menos
pruebas", aclara Tschudy.
¿Con qué facilidad pueden propagar la enfermedad?
"En igualdad de condiciones, es mucho más probable que los niños transmitan
más enfermedades", expresa Graham, aludiendo a la forma particular en que los
niños suelen interactuar entre sí y a su propensión a tocar todo tipo de objetos y
partes del cuerpo. Sin embargo, señala que no hay suficientes datos para
demostrar que transmiten el virus de igual forma que los adultos.
Si bien el estudio de Corea del Sur mostró que los niños mayores de 10 años,
efectivamente, transmitían el virus, los niños mucho más pequeños tenían un 72
por ciento menos de probabilidades de transmitir la enfermedad a los adultos.
Sin embargo, no se puede descartar que un niño menor de 10 años pueda
transmitir el virus. Un estudio demostró que los niños muy pequeños -incluidos
los bebés-, dejaban rastros del virus, aunque no se determinó el potencial
infeccioso de esos restos. Perootro estudio realizó un seguimiento de un niño de
nueve años positivo por COVID-19 que visitó tres escuelas sin transmitir el
virus. La forma en que se interactúa con los niños parece determinar el grado de
transmisión. Las guarderías que permanecieron abiertas durante la pandemia
han tenido una variedad de experiencias, desde grandes brotes hasta una
ausencia total de casos en ciertos establecimientos.
Una teoría para explicar que los niños no transmiten la enfermedad como los
adultos parte de la base de que el COVID-19 se propaga principalmente a través
de las gotas que se exhalan, y los niños exhalan con menos fuerza y más cerca
del suelo.
"Si tienes hijos, conoces muy bien los alaridos de los niños, pero eso no
necesariamente significa que tengan una gran capacidad para propagar el
virus", explica Barnett, indicando que el tono fuerte de un niño no conlleva la
misma fuerza con que un adulto puede toser o estornudar.
"Aunque interactúan muy de cerca, no se agrupan en áreas como el metrode
Nueva York, bares o eventos deportivos de la misma manera", señala.
Y cuando un adulto se enferma, es muy probable que, de todos modos, concurra
a la oficina que comparte con otros. En cambio, si un niño se enferma, los
padres suelen procurar que sus hijos se queden en casa.
Barnett señala que, en definitiva, los expertos solo pueden especular teorías.
"Si contáramos con un rastreode todos los contactos sería mucho más fácil
entender la dinámica de la transmisión", señala Graham. "Eso daría una idea
mucho más clara de la cantidad de personas que entran en contacto entre sí".
¿Por qué los menores de 10 años se enfermarían menos?
"Al comienzo de la pandemia, se sabía muy poco acerca de los efectos en los
diferentes rangos de edades. Se suponía que todas las personas,
independientemente de su edad, podrían verse igualmente afectadas, y había
una gran cantidad de preparación", expresa Tschudy. Sostiene, además, que el
cierre temprano de las escuelas puede haber contribuido a proteger a los niños.
Por otra parte, las pruebas se limitaron a las personas con síntomas de una
posible infección por COVID-19, y según Tschudy, es probable que los niños
infectados y asintomáticos hayan pasado desapercibidos.
Una teoría muy difundida sostiene que los niños menores de 10 años no
contraerían la enfermedad debido a una enzima denominada ACE2. Cuando el
SARS-CoV-2 ingresa en el cuerpo, las proteínas espiga (S) que rodean el virus se
adhieren a la ACE2 como una pieza que encaja con otra en un rompecabezas.
"Una de las teorías es que los niños tienen más receptores ACE2 en la nariz y en
el sistema respiratorio superior que en los pulmones, y los adultos, en cambio,
tienen estos receptores en los pulmones", explica Elizabeth Barnett, jefa de
enfermedades infecciosas pediátricas en el Boston Medical Center y profesora
de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.
La mayor producción de receptores ACE2 en los pulmones explicaría las
infecciones más graves que sufren los adultos que contrajeron COVID-19.
Un estudio realizado en 305 personas de cuatro a 60 años revelóque las
enzimas ACE2 eran menos activas en niños menores de 10 años.
Además, los sistemas inmunes más resistentes y adaptativos protegerían a los
niños pequeños de la enfermedad, sostiene Alvaro Moreira, neonatólogo del
Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.
Moreira explica que el sistema inmune de una persona tiene dos formas de
defenderse: "una que no requiere memoria y otra que sí".
A medida que envejecemos y nos exponemos a bacterias y virus, el sistema
inmune desarrolla células que registran virus específicos para luego atacarlos de
manera más eficiente. El cuerpo de un niño, que todavía está construyendo este
registro, depende del otro mecanismo de defensa del sistema inmune.
"Ese sería el sistema inmune innato", sostiene Moreira. "Y sabemos que es
menos probable que los niños presenten una respuesta innata exagerada".
Cuando el sistema inmune innato se defiende, las células inmunes comienzan a
atacar a los agentes patógenos que ingresan al cuerpo. Durante este proceso, el
cuerpo libera moléculas llamadas citoquinas, que permiten que las células se
comuniquen entre sí. Cuando el sistema inmune libera demasiadas citoquinas,
se afecta el tejido sano. Algunos de los adultos con una manifestación muy grave
de COVID-19 han fallecido como consecuencia de estas denominadas
"tormentas de citoquinas".
Tschudy sostiene que los niños suelen tener niveles más bajos de citoquinas que
evitan dichas tormentas, posiblemente porque “los niños pequeños están
expuestos a nuevas infecciones todo el tiempo, y cuando se exponen a un nuevo
virus como el que causa el COVID-19, su sistema inmune está preparado para
responder de forma efectiva, combatir el virus y no provocarles daño".
Algunos niños enfrentan mayores riesgos
Si bien el sistema inmunitario de un niño parece estar biológicamente
preparado para evitar el COVID-19, no todos los niños revelan los mismos
efectos.
"La gran mayoría de los niños con una versión grave de COVID suelen tener
otros factores de riesgo", explica Philip Zachariah, especialista en enfermedades
infecciosas pediátricas en la Universidad de Columbia y epidemiólogo en el New
York-Presbyterian Morgan Stanley Children's Hospital.
En un estudio que publicó a principios de junio, Zachariah revisólos casos de 50
niños que ingresaron por COVID-19. Todos los niños se recuperaron, menos
uno. Si bien se vinculó la obesidad de niños mayores de dos años a las
manifestaciones más graves de la enfermedad, Zachariah aclara que esto
simplemente puede reflejar la realidad de los casos atendidos en el New York-
Presbyterian.
"Creo que, a grandes rasgos, los datos reflejan que los niños de bajos recursos y
las minorías raciales están más expuestos al contagio", expresa.
Lo que puede afirmarse es que los niños pequeños que contraen la enfermedad
parecen tener más probabilidades de recuperación que los adultos. Y que las
mismas medidas que toman los adultos para prevenir el contagio (el
distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado de manos) ayudan a
prevenir el contagio en niños.
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uando empezó la pandemia, se pensaba que las niñas, niños y adolescentes no
llegaban a sufrir las consecuencias más graves del COVID-19. Muchas veces no
presentaban los síntomas que los médicos veían en sus padres o abuelos
contagiados, pero la evidencia recogida en el Perú muestra que el coronavirus
tiene un impacto importante en su salud.
Hasta la fecha, según los reportes oficiales, 23.800 menores de edad han dado
positivo a la enfermedad y 104 han muerto. La cifra de contagiados se duplicó
entre el 1 de julio - cuando terminó la cuarentena obligatoria- y el 14 de agosto,
como lo mostramos en los gráficos que presentamos en esta nota.
Niños, niñas y adolescentes
COVID-19 | Contagiados
31 de marzo30 de abril31 de mayo30 de junio31 de julio14 de
agosto02,0004,0006,0008,00010,00012,00014,00016,00018,00020,00022,000
Niños, niñas y adolescentes
COVID-19 | Fallecidos
31 de marzo30 de abril31 de mayo30 de junio31 de julio14 de
agosto0102030405060708090100
"En las últimas semanas hemos notado que ahora los niños están por todos
lados. En los mercados, en los centros comerciales, en los parques. A los padres
les decimos que no bajen la guardia", declaró el doctor Franklin Mendoza,
coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Pediatría del
Instituto Nacional de Salud del Niño.
Esta es una de las razones por las que el Gobierno restableció el 12 de agosto el
confinamiento social los domingos, prohibió las reuniones familiares y la salida
de menores de edad a las calles por más de treinta minutos.
Un análisis más detallado de la evolución de la pandemia en los más chicos
realiza la organización Terre des Hommes Suisse -dedicada a la defensa de los
derechos de las poblaciones más vulnerables- a través de sus informes Radar
Covid, que incluyen datos niños, niñas y adolescentes.
Según los reportes, la incidencia de muertes se concentró en niños de entre cero
y cinco años. De los 104 casos analizados, 44 tenían esa edad; 32 fluctuaban
entre los 12 y 17; y 28 tenían entre 6 y 11 años, como se muestra en los gráficos.
“Es importante alertar a las madres, padres y cuidadores de la mayor letalidad
en niñas y niños menores de cinco años, pues ante la idea preestablecida de que
a menor edad menor riesgo, podrían no tomar las medidas de cuidado
pertinentes en caso de que las y los más pequeños se contagien”, explica en su
más reciente informe.
La organización Terre des Hommes Suisse ha pedido al Ministerio de Salud que
realice un estudio de comorbilidades en los casos de menores de 18 años.
Además, sugiere la importancia de conocer si los fallecimientos y
hospitalizaciones en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están vinculados al
momento en que acuden a los servicios de salud. Es decir, aún hace falta
conocer si las niñas, niños y adolescentes contagiados con COVID-19 acuden a
tiempo a los hospitales o si es factor agravante.
Síndrome de Kawasaki
Los niños, niñas y adolescentes corren el riesgo de desarrollar el Síndrome de
Kawasaki entre dos y tres semanas después de haber adquirido el coronavirus.
Esta condición - aún en estudio- puede ocasionar trastornos cardíacos en un
menor que nunca los tuvo, dice el médico Franklin Mendoza.
El coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos del Instituto Nacional de
Salud del Niño explica que estos pacientes pueden tener síntomas leves o ser
asintomáticos, pero si tienen un nuevo contacto con el coronavirus se
predisponen a desarrollar el Síndrome de Kawasaki.
El doctor Mendoza recomendó a los padres de familia no exponer a sus hijos en
la calle, ni visitar a familiares porque los casos de COVID-19 y otras
enfermedades respiratorias se siguen incrementando. “Lo que debemos cumplir
son las tres acciones básicas: el lavado de manos durante 20 segundos, el
distanciamiento social, el uso de la mascarilla”, apuntó.
El maltrato infantil se agrava
por el aislamiento social
En medio de la emergencia sanitaria por el COVID-19 la situación de la
niñez y adolescencia en el Perú no deja de ser alarmante. Entre los meses
de marzo y abril, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables
(MIMP) recibió a través de la línea 100 más de 2 mil llamadas de niñas,
niños y adolescente reportando situaciones de violencia familiar y
atendió 55 casos de violencia sexual contra niñas y adolescentes, cuyo
agresor fue un miembro del grupo familiar.
Este 25 de abril es el Día Internacional Contra el Maltrato Infantil, iniciativa que
busca concientizar a la toda la sociedad para erradicar cualquier tipo de violencia
que vulnere los derechos de las niñas, niños y adolescentes.
El maltrato hacia niñas, niños, adolescentes y jóvenes, adopta diversas formas:
violencia física, psicológica, abuso sexual, explotación laboral y sexual,
desatención o negligencia, y puede ser propiciada por parte de las personas
encargadas del cuidado, instituciones o comunidades. Esta situación pone en
peligro su desarrollo, dañando su integridad, su salud, estabilidad emocional e
inclusive su supervivencia.
La mascarilla no calla nuestra voz
La situación actual de confinamiento que atravesamos, a raíz de la pandemia por
el COVID-19 ha aumentado los casos de violencia hacia las niñas, niños y
adolescentes en espacios intrafamiliares en Perú. Ellos están enfrentando
realidades de maltrato en su propio hogar, del cual no pueden huir, debido a las
restricciones de la circunstancia actual. Como vemos el maltrato infantil,
paradójicamente es cometido muchas veces por quienes deberían ser
responsables del bienestar de la niñez y adolescencia.
Las tensiones que atraviesan las familias en asilamiento social, así como la falta
de acceso a espacios y servicios de protección aumentan la posibilidad de que
se agudice la violencia doméstica. Con relación al maltrato infantil, antes de este
periodo, los datos ya eran alarmantes, ya que dos de cada tres niñas, niños y
adolescentes menores de 15 años experimentaban algún tipo de disciplina
violenta en el hogar (psicológica y física) y uno de cada dos era sometido a
castigo corporal en su propia casa. La violencia extrema en nuestra región es tal,
que cada día 67 adolescentes, entre 10 y 19 años, son asesinados, obteniendo
una tasa de homicidio cinco veces superior a la media mundial. [1]
“Desde Aldeas Infantiles SOS Perú, en este día nos parece importante visibilizar
los altos niveles de violencia hacia niñas, niños y adolescentes presentes en el
país y la región. Es de nuestro especial interés, relevar los riesgos de
desprotección que sufren los niños, niñas y adolescentes, así como promover
que se desarrollen acciones preventivas para procurar crear entornos afectivos,
seguros y protectores, señala Nancy Martinez, directora nacional de Aldeas
Infantiles SOS Perú”.
Cada año, más de seis millones de niñas y niños sufren abuso severo en los
países de América Latina y el Caribe y más de 80 mil mueren a causa de la
violencia doméstica. Y en la actualidad, la crisis causada por la pandemia del
Coronavirus -COVID19- y sus condiciones de confinamiento aumenta la
vulnerabilidad a la violencia y el malestar psicosocial en la niñez.[2]
Desde Aldeas infantiles SOS Perú, renovamos nuestro compromiso de seguir
trabajando por la promoción y defensa de los derechos de la infancia. En este
Estado de Emergencia, promovemos entornos protectores y de cuidado familiar,
evitando que niñas, niños, adolescentes o jóvenes sean separados de sus
familias y hogares a causa de la violencia, que continúa acechando a la región
de manera, muchas veces, invisible.
El aislamiento social obligatorio no debe invisibilizar ninguna forma de violencia
contra las niñas, niños, adolescentes. Si tienes conocimiento de estos hechos,
no dudes en denunciarlo, llamando a la línea 100, del Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables. Con esta acción, puedes estar salvando una vida y
dando oportunidad a que crezca un adulto sano.
“Estamos convencidos que todas las personas, padres, madres, tutores,
sociedad civil y Estado debemos trabajar juntos para redoblar esfuerzos durante
este periodo de aislamiento preventivo, con el fin de acompañar a las niñas,
niños, adolescentes y jóvenes, y promover un hogar seguro y libre de maltrato
donde se les brinde amor y protección”, finalizó Martínez.
[1] Aldeas Infantiles SOS. (2015). “Causas y riesgos de la pérdida del cuidado
familiar en América Latina y el Caribe”.
[2] Aldeas Infantiles SOS. (2015). “Causas y riesgos de la pérdida del cuidado
familiar en América Latina y el Caribe”.
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Resumen
El confinamiento provocado en el contexto de la pandemia por COVID-19, ha producido
cambios en las dinámicas familiares, laborales y sociales en general. A lo interno de las
familias, que se han visto forzadas a desplegar nuevos modos de convivencia, nuevos roles
y retos, se han presentado también nuevos modos de violencia, en hogares donde no
existían antes de la crisis sanitaria; o su incremento en aquellas familias en las que
anteriormente habían presentado formas violentas de relación. Estas situaciones no ocurren
únicamente en las relaciones de pareja, sino que se han diversificado, existiendo también
violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, hacia los adultos mayores y, en general,
estableciéndose de forma conjugada en torno a las relaciones de poder ya establecidas en
cada familia. Desde una perspectiva psicosocial, este incremento de la violencia constituye
un nuevo reto, por lo que en el presente artículo se busca analizar algunas de sus
implicaciones en el contexto actual.
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Resumen
Introducción: debido a la pandemia del coronavirus humano COVID-19, se
implementaron estrategias preventivas basadas en el aislamiento social preventivo y
obligatorio (cuarentena) para reducir la transmisión en la comunidad, lo cual ha
impactado en el estilo de vida y en los hábitos alimentarios. Objetivo: analizar el
consumo alimentario durante el período de cuarentena en Argentina. Materiales y
método: se desarrolló un estudio observacional, exploratorio, de corte transversal. Se
diseñaron dos cuestionarios de encuesta para ser completados en formato online, uno
para la población que consume carnes (PC) y otro para la población veg(etari)ana (PV).
Se incluyeron preguntas de opción múltiple sobre características sociodemográficas,
peso y talla autoreferidos, antecedentes de enfermedades crónicas, ingesta habitual de
alimentos y su percepción de modificación durante el período de aislamiento social. A
12 días de decretada la cuarentena, se hizo un primer corte en el relevamiento de datos
para realizar un análisis descriptivo. Resultados: la muestraquedó conformada por 2518
personas que contestaron el formulario (2201 PC y 317 PV). Se observó una
modificación en los hábitos alimentarios en el período de encierro en ambos grupos,
caracterizadaprincipalmente por un descensoen el consumode alimentos conpotencial
inmunomodulador como frutas y verduras y un aumento en la ingesta de alimentos
desaconsejados como panificados, golosinas, bebidas azucaradas y alcohólicas.
Conclusiones: es fundamental considerar el impacto acontecido en el estilo de vida y
específicamente en la alimentación, ya que dietas poco saludables podrían aumentar la
susceptibilidad a COVID-19 y afectar la recuperación.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
¿La pandemia de COVID-19 y las medidas de
confinamiento aumentan el riesgo de violencia hacia
niños/as y adolescentes?
Do the COVID-19 Pandemic and lockdown measures increase
the risk of violence against children and teenagers?
Pode a pandemia de COVID-19 e as medidas de contenção
acrescentar o risco de violência contra crianças e
adolescentes?
Gabriela Garrido
Gabriel González
La pandemia de COVID-19, desatada a comienzos del 2020, ha determinado una
conmoción para las personas y familias a nivel mundial. El confinamiento social y el
cierre escolar han sido medidas drásticas adoptadas por los países afectados, para
prevenir la propagación de la enfermedad. Si bien en Uruguay se optó por el
confinamiento voluntario, hubo un alto acatamiento por parte de la población. Estas
medidas, que sin duda contribuyeron en el control de la epidemia, determinaron
cambios profundos en la vida cotidiana y en las rutinas básicas de las familias, con
un importante impacto en otros componentes de la salud, psicosociales y
económicos. Estos fenómenos asociados se han llegado a denominar pandemia
secundaria o parapandemia.
Para los adultos, el no concurrir a los lugares de trabajo habitual, el teletrabajo, la
inseguridad laboral, el desempleo y la disminución o pérdida de ingresos, suponen
gran incertidumbre y un alto nivel de estrés. A esto se agrega el cuidado de los
hijos a tiempo completo, asumir la responsabilidad de la tarea escolar en la casa y
las actividades domésticas.
En niños/as y adolescentes la restricción de la concurrencia a los centros educativos
limita los procesos de socialización, el intercambio con pares, el juego compartido,
la actividad física y los aprendizajes formales, además de otros beneficios que
brindan las escuelas. Estos cierres educativos y su reapertura en condiciones de
extrema precaución sanitaria generan temor, tristeza e inseguridad en las nuevas
generaciones. Riesgos que no son mitigados con la educación virtual, que además
de sobrecargar tareas en los padres y obligarlos a cumplir un rol educativo activo,
atentan contra el derecho sagrado del niño de socializar y jugar libremente con sus
pares.
Debemos resaltar que estos factores impactan en forma no equitativa, siendo
aquellos niños/as en situación de discapacidad, trauma, con problemas de salud
mental o pertenecientes a familias disfuncionales o en situación de pobreza, los
más vulnerables. En este sentido, se menciona que las familias en estos contextos
de confinamiento padecen una gran presión interna que requiere de mecanismos de
afrontamiento potentes para regular emociones y controlar comportamientos para
adaptarse a las nuevas situaciones. Las fallas en estos mecanismos y el
agravamiento de los problemas de salud mental de los adultos incrementan la
posibilidad de violencia doméstica y exponen a niños/as y adolescentes a un mayor
riesgo de sufrir distintas formas de maltrato. De acuerdo a la opinión de expertos
del Reino Unido, someter a los niños vulnerables exclusivamente al contacto
familiar durante un período prolongado, establece las condiciones perfectas para
una falla de protección.
En nuestro país, de acuerdo a los informes de la Estrategia Nacional Infancia
Adolescencia (ENIA) y otros estudios posteriores, el maltrato infantil está dentro de
los problemas de salud más prevalentes en la infancia. Podríamos anticipar que
esta situación pueda agravarse en el contexto de la crisis actual.
En un estudio nacional reciente realizado por UNICEF y el Espacio Interdisciplinario
de la Universidad de la República, sobre los conocimientos, actitudes y
comportamientos de las familias uruguayas en relación con el COVID-19, se
evidencia una marcada prevalencia de sentimientos y estados de ánimo negativos,
tales como preocupación, miedo y ansiedad. En relación con los cambios en la vida
familiar, más del 90% de las familias señalan que han sufrido cambios, dentro de
los cuales nos interesa señalar que el 18% refiere “aumento de castigo físico hacia
sus hijos” y el 26% “aumento de frecuencia de gritos”.
Factores como el cierre escolar y las limitaciones en el acceso a servicios de salud y
de apoyo social a las familias en territorio, como ocurrió en nuestro país,
disminuyen las barreras de control social frente a las situaciones de violencia hacia
la infancia durante el confinamiento.
En otro estudio cualitativo reciente realizado a través de grupos focales en
Montevideo y Canelones por la Comunidad Consultora Nómade, se señala que niños
y niñas constituyen uno de los grupos más afectados por el encierro y que son los
blancos más fáciles de los estallidos emocionales de los adultos. Las madres
mencionan que han incrementado los gritos y los rezongos hacia sus hijos. Los
autores presumen que también se han incrementado los maltratos físicos y los
abusos.
Si bien es prematuro sacar conclusiones sobre los cambios en las consultas por
violencia hacia la infancia en los servicios de salud, constatamos que en los meses
de abril y mayo de 2020 las interconsultas a Psiquiatría Pediátrica en el Centro
Hospitalario Pereira Rossell disminuyeron en un 50%. Sin embargo, observamos
con alarma que la frecuencia de consulta por sospecha de abuso sexual fue el único
motivo que se incrementó, si lo comparamos con el mismo período del año
anterior.
Sabemos que las situaciones de violencia de distinto tipo en el ámbito de la familia
(maltrato físico, abuso sexual, psicológico, violencia de género, etc.) son factores
ambientales de alto riesgo para la salud física y mental en niños/as y adolescentes
a corto, mediano y largo plazo. Por este motivo, entendemos que es fundamental
alertar sobre la importancia de lograr un retorno seguro y pleno a los centros
educativos, el acceso a los servicios de salud y de salud mental, a los tratamientos
de rehabilitación suspendidos total o parcialmente y a los equipos de apoyo a las
familias en situación de vulnerabilidad económica y social, para prevenir un daño
mayor en esta generación de niños/as y adolescentes poco considerados a la hora
de las decisiones frente al control de la pandemia por COVID-19.
Atender y priorizar recursos para esta problemática, que tendrá mayor impacto en
poblaciones vulnerables, será clave para mitigar los efectos colaterales de esta
pandemia en niños/as y adolescentes.
Gabriela Garrido ORCID 0000-0002-7397-9067 Gabriel González ORCID 0000-
0002-9375-0913

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Cidh advierte sobre las consecuencias de la pandemia por covid

  • 1. CIDH advierte sobre las consecuencias de la pandemia por COVID-19 en niñas, niños y adolescentes. 27 de abril de 2020 Enlaces útiles Datos de contacto Oficina de Prensa de la CIDH cidh-prensa@oas.org Más sobre la CIDH Comunicados de prensa Sitio web de la CIDH CIDH en Facebook CIDH en Twitter CIDH en Youtube CIDH en Flickr A+ A- Washington, D.C. - La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el marco de su Sala de Coordinación y Respuesta Oportuna e Integrada para la crisis derivada de la pandemia del COVID-19 (SACROI COVID-19), reitera la gravedad de la crisis sanitaria causada por la pandemia y urge a los Estados de la región a adoptar medidas urgentes y reforzadas para asegurar el goce de los derechos de niñas, niños y adolescentes. La pandemia se ha convertido en un gran desafío para todo el mundo, y en un hemisferio marcado por las brechas de desigualdad, las afectaciones en los derechos humanos tienen impactos más acentuados y de forma diferenciada en las personas en situación de mayor vulnerabilidad, como niñas, niños y adolescentes (NNA). La CIDH insta a priorizar el interés superior de niñas, niños y adolescentes frente a la pandemia, en particular de quienes no cuentan con cuidados familiares, que están en situación de calle, en condición de pobreza, en centros de privación de la libertad y quienes se encuentran en instituciones de cuidado. La Comisión destaca que al principio de la crisis sanitaria se identificó a las personas mayores de 60 años y aquellas con comorbilidades como las más vulnerables a los efectos de la enfermedad respiratoria, dejando una impresión equivocada de que NNA no estarían en el llamado “grupo de riesgo”. Sin embargo, los datos de los boletines epidemiológicos indican que las personas más jóvenes pueden ver su salud afectada gravemente. Las cifras actuales muestran que el alcance de la enfermedad entre NNA es mayor en las Américas. Mientras que, en otras regiones la incidencia de
  • 2. COVID-19 entre NNA gira en torno de 1,8%, en Argentina, Brasil, Honduras y Panamá, por ejemplo, este grupo de edad representa un promedio de 5% de los casos confirmados. En Brasil 9 niñas, niños y adolescentes fallecieron como consecuencia del contagio por el COVID-19. A pesar de que la tasa de mortalidad es baja para este grupo poblacional, investigaciones científicas recientes indican que la infección por el virus puede dejar consecuencias graves para diferentes órganos. Adoptadas para contener la pandemia, medidas de contención del virus como el aislamiento social y la cuarentena pueden producir afectaciones específicas para NNA y sus familias, particularmente frente al encierro prolongado en sus domicilios. A la CIDH le preocupa en especial el contexto de violencia en el hogar, que puede verse acentuado en este período. En efecto, seis de cada diez niñas y niños en las Américas son criados con métodos violentos que incluyen castigo físico y agresión psicológica, los cuales podrían agravarse durante el período de aislamiento. Países como Argentina (en las provincias de Jujuy, Formosa, Salta, Buenos Aires y Chaco), Brasil, Colombia, México, Paraguay y Perú han reportado un aumento en las denuncias por violencia intrafamiliar durante la cuarentena. Al respecto, la Comisión solicita a los Estados fortalecer los sistemas de protección y de denuncias de abuso y/o violencia, entiéndase referencias telefónicas y en línea, así como la implementación de campañas de concientización a través de la televisión, la radio y otros medios. En esta dirección, el Estado se encuentra obligado a accionar con la debida diligencia en la prevención, investigación y sanción de la violencia y abuso intrafamiliar. De igual manera, se debe habilitar mecanismos de apoyo psicosocial y pedagógico a familias y niñas, niños y adolescentes, especialmente para aquellos con alguna discapacidad o enfermedades de salud mental. Por otro lado, los Estados deben considerar los efectos de los estereotipos de género en la distribución de las tareas en el hogar, lo que puede representar una mayor afectación a los derechos de las niñas y las adolescentes. Además, los Estados deben brindar atención especial a los NNA que no cuentan con cuidados parentales o que no pueden cumplir el aislamiento físico en un hogar, como niñas y niños viviendo en la calle. El aislamiento físico también impone otras afectaciones a derechos y a la Comisión le preocupa en particular la garantía del derecho a la educación ante al cese de las actividades escolares y el cierre de las escuelas. La CIDH destaca que los Estados deben disponer de mecanismos que permitan a los NNA continuar sus estudios, con los mecanismos que su edad y nivel de desarrollo requieran. En particular, los Estados deben proveer herramientas y la flexibilidad laboral para que personas adultas responsables realicen actividades con niñas y niños, privilegiando el refuerzo de los vínculos familiares, asegurando que las niñas y los niños con algún tipo de discapacidad, puedan acceder a la educación sin exclusiones, mediante sistemas de apoyo, estrategias de comunicación y contenidos accesibles. La Comisión también destaca que, en muchos países de la región, las escuelas cumplen un importante rol en cuanto a la seguridad alimentaria.
  • 3. La Comisión observa que la mayoría de los Estados de la región adoptaron medidas de educación a distancia como forma de dar continuidad al acceso a la educación. Si bien la educación a distancia es una importante herramienta, esta es una medida que no atiende a todos los NNA de forma equitativa, una vez que el acceso a equipos informáticos y a internet no está universalizado en las Américas. En América Latina, en particular, datos del 2019 indican que 33% de la población no cuenta con acceso a internet. Ante la brecha digital, la CIDH recomienda a los Estados a emplear los medios de comunicación para garantizar el acceso a la educación sin ningún tipo de discriminación. Así como la necesidad de asegurarse de que el aprendizaje en línea no signifique un agravamiento de las desigualdades existentes ni reemplace la interacción estudiante-maestra/o. En relación con los adolescentes que se encuentran en privación de libertad en centros de justicia juvenil, la Comisión retoma las recomendaciones formuladas en el comunicado de prensa publicado el 31 de marzo respecto de los derechos de las personas privada de libertad en el contexto de la pandemia. En particular, la CIDH reitera la necesidad de que los Estados adopten medidas de prevención del contagio, de reducción del hacinamiento en las unidades y que evalúen las medidas de privación de la libertad privilegiando aquellas alternativas al encierro. La Comisión también hace suyas las directrices del Comité sobre los Derechos del Niño en cuanto a que los Estados deben proporcionar a niñas, niños y adolescentes que no pueden ser liberados, los medios para mantener un contacto regular con sus familias ante las medidas para restringir las visitas. Si bien estas medidas restrictivas pueden considerarse necesarias a corto plazo, durante largos períodos tendrán un marcado efecto negativo en las y los adolescentes. Igualmente, los Estados deben brindar atención a NNA con referentes adultos privados de la libertad, privilegiando medidas de excarcelación, siempre que sea posible, y garantizando el contacto familiar por medios adecuados que atiendan a las recomendaciones sanitarias. Por otra parte, la Comisión reitera su preocupación por el mayor grado de vulnerabilidad al que se enfrenta la infancia en contextos migratorios o de desplazamiento. Al respecto, la Comisión reitera lo afirmado en sus Principios Interamericanos sobre los Derechos Humanos de todas las personas migrantes, refugiadas, apatridas y víctimas de la trata de personas en el sentido de que cualquier política migratoria y decisión administrativa o judicial relacionada con la entrada, estancia, detención, expulsión o deportación de niña, niño o adolescente u otra acción del Estado considerada en relación con alguna de las personas progenitoras, cuidadora primaria o tutora legal, incluidas las medidas adoptadas en relación con su condición de migrante, deben priorizar a la evaluación, determinación, consideración y protección del interés superior de la niña, el niño o adolescente involucrado. Las situaciones que presenten el riesgo de separación familiar deben ser abordadas con absoluta prioridad, y todos los procedimientos de protección deben ser adaptados a la circunstancia exigida por niñas y niños afectados, de manera a garantizar el acceso inmediato y efectivo a la información y a los mecanismos pertinentes de protección.
  • 4. Finalmente, la Comisión valora las medidas adoptadas por los Estados para garantizar los derechos de NNA durante la pandemia. En particular, la CIDH saluda la ampliación en la Argentina en todas sus provincias, de las líneas gratuitas de denuncia para niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia durante el aislamiento. Además, de conformidad con la información suministrada por el Estado argentino, se exceptúan del cumplimiento del aislamiento social preventivo y obligatorio aquellas personas que se encuentren en situación de violencia por motivos de género cuando requieran pedir asistencia o realizar una denuncia, bien como los establecimientos que brindan asistencia a estas personas. Asimismo, se valora la recomendación emitida por el Ministerio de la Mujer, Familia y Derechos Humanos de Brasil que instruyó a los municipios a considerar los consejos tutelares (órganos de protección de NNA) como esenciales, previniendo la suspensión de sus actividades durante la pandemia. Igualmente, la CIDH celebra el portal virtual habilitado por el Gobierno de México para informar a los más pequeños sobre el COVID-19. En atención a lo anterior, la CIDH retoma las recomendaciones 23, 61, 63 a 67 y 69 de la Resolución No. 01/20, “Pandemia y Derechos Humanos en las Américas”, y con el fin de proteger los derechos de NNA frente a la pandemia del COVID-19, la Comisión recomienda además a los Estados: 1. Reforzar la protección de niñas, niños y adolescentes, incluyendo muy especialmente aquellos que no cuentan con cuidados familiares y que se encuentran en instituciones de cuidado–, y prevenir el contagio por el COVID-19, implementando medidas que consideren sus particularidades como personas en etapa de desarrollo y que atiendan de manera más amplia posible su interés superior. La protección debe, en la medida de lo posible, garantizar los vínculos familiares y comunitarios. 2. Frente a las situaciones de violencia se recomienda adoptar medidas de prevención del abuso, violencia intrafamiliar, discriminación, abuso y explotación de NNA y activar campañas de concientización y difusión de números telefónicos de denuncia, además de actuar con la debida diligencia ante las denuncias realizadas. 3. Disponer de mecanismos que permitan a los NNA seguir con el acceso a la educación y con estímulos que su edad y nivel de desarrollo requieran. Los Estados deben asegurar que las niñas y los niños con algún tipo de discapacidad, puedan acceder a la educación en línea sin exclusiones, mediante sistemas de apoyo, estrategias de comunicación y contenidos accesibles. 4. Promover rutinas de actividades para niñas, niños y adolescentes, brindando herramientas para que las familias puedan propiciar actividades recreativas y juegos que les permitan momentos de esparcimiento, a los fines de garantizar la salud física, psíquica y emocional de los NNA. 5. Disponer de los mecanismos y procedimientos de acogida y asistencia efectivos a la protección integral de los derechos humanos de
  • 5. NNA en situación de movilidad humana y desplazamiento, con especial atención a su interés superior, así como emprender todos los esfuerzos para prevenir la separación familiar y promover su reunificación. 6. Adoptar medidas para garantizar el derecho a la participación de los NNA, brindando oportunidades para que sus opiniones sean escuchadas y tomadas en cuenta en los procesos de toma de decisiones sobre la pandemia. Los NNA deben comprender lo que está sucediendo y sentir que participan en las decisiones que les afectan. La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia. Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Desde el comienzo de la pandemia, se ha difundido que el COVID-19 no afecta la salud de todas las personas por igual. Mientras que el SARS-CoV-2 podría matar a un adulto de 50 años, podría no ocasionar ningún daño en un niño de cuatro años. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. están recomendando la reapertura de las escuelas primarias y secundarias, con la premisa de que los riesgos para la salud deben compararse con los riesgos que supone la permanencia en el hogar, que afecta fundamentalmente a los niños pobres y pertenecientes a las minorías, y a aquellos con discapacidades que dependen del almuerzo escolar y los programas de asistencia extracurricular. Cuando esos niños no pueden ir a la escuela, el desempeño decae, la salud mental y física se ve afectada, desaparecen los momentos clave para socializar y muchos se atrasan con el programa de vacunación. "Las consecuencias que sufren los niños son diferentes a las de los adultos", afirma Megan Tschudy, pediatra de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, los científicos todavía están investigando cómo afecta el virus a los niños y si los niños pueden transmitirlo a sus cuidadores adultos. Según explica Rachel Graham, epidemióloga de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, aún no se logra comprender por qué los distintos tipos de coronavirus - incluidos el de la COVID-19 y sus parientes, SRAS-CoV y MERS-CoV- afectan de forma diferente según los rangos de edad. Graham habló con National Geographic sobre los efectos del COVID-19 en niños por primera vez en marzo, y asegura que aún no se ha descubierto por qué el virus afecta menos a los más pequeños. Si bien se ha demostrado que los niños son más susceptibles de contraer el virus de lo que se creía, los expertos
  • 6. todavía desconocen por qué no contraen la versión más grave de COVID-19 que afecta a tantos adultos. Tampoco está claro con qué facilidad los niños pueden transmitir el virus entre ellos o a los adultos. Un estudio del Centro de Control de Enfermedades de Corea del Sur publicado la semana pasada, en el que participaron casi 65.000 individuos, revelóque los niños de 10 a 19 años podrían propagar el COVID-19 en el hogar con la misma eficacia que los adultos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades o CDC (por sus siglas en inglés), solo el 2 por ciento de los casos de COVID-19 registrados en un hogar corresponde a niños menores de 18 años. Sin embargo, los datos recopilados por Bloomberg muestran que esas tasas pueden variar mucho según la región. Un pequeño porcentaje de menores que dan positivo por COVID-19 desarrollan una afección muy grave conocida como síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C), y no está claro si la enfermedad tiene otras consecuencias a largo plazo. "Provoca una inflamación muy grave en los pulmones y puede causar enfermedades más peligrosas en el futuro", explica Graham. Y agrega: "pero tendría que realizarse un seguimiento más prolongado de los niños que se han recuperado de la enfermedad". Y como estas enfermedades tan graves no suelen atacar a los jóvenes, "ha habido mucha menos investigación y muchas menos pruebas", aclara Tschudy. ¿Con qué facilidad pueden propagar la enfermedad? "En igualdad de condiciones, es mucho más probable que los niños transmitan más enfermedades", expresa Graham, aludiendo a la forma particular en que los niños suelen interactuar entre sí y a su propensión a tocar todo tipo de objetos y partes del cuerpo. Sin embargo, señala que no hay suficientes datos para demostrar que transmiten el virus de igual forma que los adultos. Si bien el estudio de Corea del Sur mostró que los niños mayores de 10 años, efectivamente, transmitían el virus, los niños mucho más pequeños tenían un 72 por ciento menos de probabilidades de transmitir la enfermedad a los adultos. Sin embargo, no se puede descartar que un niño menor de 10 años pueda transmitir el virus. Un estudio demostró que los niños muy pequeños -incluidos los bebés-, dejaban rastros del virus, aunque no se determinó el potencial infeccioso de esos restos. Perootro estudio realizó un seguimiento de un niño de nueve años positivo por COVID-19 que visitó tres escuelas sin transmitir el virus. La forma en que se interactúa con los niños parece determinar el grado de transmisión. Las guarderías que permanecieron abiertas durante la pandemia han tenido una variedad de experiencias, desde grandes brotes hasta una ausencia total de casos en ciertos establecimientos.
  • 7. Una teoría para explicar que los niños no transmiten la enfermedad como los adultos parte de la base de que el COVID-19 se propaga principalmente a través de las gotas que se exhalan, y los niños exhalan con menos fuerza y más cerca del suelo. "Si tienes hijos, conoces muy bien los alaridos de los niños, pero eso no necesariamente significa que tengan una gran capacidad para propagar el virus", explica Barnett, indicando que el tono fuerte de un niño no conlleva la misma fuerza con que un adulto puede toser o estornudar. "Aunque interactúan muy de cerca, no se agrupan en áreas como el metrode Nueva York, bares o eventos deportivos de la misma manera", señala. Y cuando un adulto se enferma, es muy probable que, de todos modos, concurra a la oficina que comparte con otros. En cambio, si un niño se enferma, los padres suelen procurar que sus hijos se queden en casa. Barnett señala que, en definitiva, los expertos solo pueden especular teorías. "Si contáramos con un rastreode todos los contactos sería mucho más fácil entender la dinámica de la transmisión", señala Graham. "Eso daría una idea mucho más clara de la cantidad de personas que entran en contacto entre sí". ¿Por qué los menores de 10 años se enfermarían menos? "Al comienzo de la pandemia, se sabía muy poco acerca de los efectos en los diferentes rangos de edades. Se suponía que todas las personas, independientemente de su edad, podrían verse igualmente afectadas, y había una gran cantidad de preparación", expresa Tschudy. Sostiene, además, que el cierre temprano de las escuelas puede haber contribuido a proteger a los niños. Por otra parte, las pruebas se limitaron a las personas con síntomas de una posible infección por COVID-19, y según Tschudy, es probable que los niños infectados y asintomáticos hayan pasado desapercibidos. Una teoría muy difundida sostiene que los niños menores de 10 años no contraerían la enfermedad debido a una enzima denominada ACE2. Cuando el SARS-CoV-2 ingresa en el cuerpo, las proteínas espiga (S) que rodean el virus se adhieren a la ACE2 como una pieza que encaja con otra en un rompecabezas. "Una de las teorías es que los niños tienen más receptores ACE2 en la nariz y en el sistema respiratorio superior que en los pulmones, y los adultos, en cambio, tienen estos receptores en los pulmones", explica Elizabeth Barnett, jefa de enfermedades infecciosas pediátricas en el Boston Medical Center y profesora de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.
  • 8. La mayor producción de receptores ACE2 en los pulmones explicaría las infecciones más graves que sufren los adultos que contrajeron COVID-19. Un estudio realizado en 305 personas de cuatro a 60 años revelóque las enzimas ACE2 eran menos activas en niños menores de 10 años. Además, los sistemas inmunes más resistentes y adaptativos protegerían a los niños pequeños de la enfermedad, sostiene Alvaro Moreira, neonatólogo del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio. Moreira explica que el sistema inmune de una persona tiene dos formas de defenderse: "una que no requiere memoria y otra que sí". A medida que envejecemos y nos exponemos a bacterias y virus, el sistema inmune desarrolla células que registran virus específicos para luego atacarlos de manera más eficiente. El cuerpo de un niño, que todavía está construyendo este registro, depende del otro mecanismo de defensa del sistema inmune. "Ese sería el sistema inmune innato", sostiene Moreira. "Y sabemos que es menos probable que los niños presenten una respuesta innata exagerada". Cuando el sistema inmune innato se defiende, las células inmunes comienzan a atacar a los agentes patógenos que ingresan al cuerpo. Durante este proceso, el cuerpo libera moléculas llamadas citoquinas, que permiten que las células se comuniquen entre sí. Cuando el sistema inmune libera demasiadas citoquinas, se afecta el tejido sano. Algunos de los adultos con una manifestación muy grave de COVID-19 han fallecido como consecuencia de estas denominadas "tormentas de citoquinas". Tschudy sostiene que los niños suelen tener niveles más bajos de citoquinas que evitan dichas tormentas, posiblemente porque “los niños pequeños están expuestos a nuevas infecciones todo el tiempo, y cuando se exponen a un nuevo virus como el que causa el COVID-19, su sistema inmune está preparado para responder de forma efectiva, combatir el virus y no provocarles daño". Algunos niños enfrentan mayores riesgos Si bien el sistema inmunitario de un niño parece estar biológicamente preparado para evitar el COVID-19, no todos los niños revelan los mismos efectos. "La gran mayoría de los niños con una versión grave de COVID suelen tener otros factores de riesgo", explica Philip Zachariah, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas en la Universidad de Columbia y epidemiólogo en el New York-Presbyterian Morgan Stanley Children's Hospital.
  • 9. En un estudio que publicó a principios de junio, Zachariah revisólos casos de 50 niños que ingresaron por COVID-19. Todos los niños se recuperaron, menos uno. Si bien se vinculó la obesidad de niños mayores de dos años a las manifestaciones más graves de la enfermedad, Zachariah aclara que esto simplemente puede reflejar la realidad de los casos atendidos en el New York- Presbyterian. "Creo que, a grandes rasgos, los datos reflejan que los niños de bajos recursos y las minorías raciales están más expuestos al contagio", expresa. Lo que puede afirmarse es que los niños pequeños que contraen la enfermedad parecen tener más probabilidades de recuperación que los adultos. Y que las mismas medidas que toman los adultos para prevenir el contagio (el distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado de manos) ayudan a prevenir el contagio en niños. Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx uando empezó la pandemia, se pensaba que las niñas, niños y adolescentes no llegaban a sufrir las consecuencias más graves del COVID-19. Muchas veces no presentaban los síntomas que los médicos veían en sus padres o abuelos contagiados, pero la evidencia recogida en el Perú muestra que el coronavirus tiene un impacto importante en su salud. Hasta la fecha, según los reportes oficiales, 23.800 menores de edad han dado positivo a la enfermedad y 104 han muerto. La cifra de contagiados se duplicó entre el 1 de julio - cuando terminó la cuarentena obligatoria- y el 14 de agosto, como lo mostramos en los gráficos que presentamos en esta nota. Niños, niñas y adolescentes COVID-19 | Contagiados 31 de marzo30 de abril31 de mayo30 de junio31 de julio14 de agosto02,0004,0006,0008,00010,00012,00014,00016,00018,00020,00022,000 Niños, niñas y adolescentes COVID-19 | Fallecidos 31 de marzo30 de abril31 de mayo30 de junio31 de julio14 de agosto0102030405060708090100 "En las últimas semanas hemos notado que ahora los niños están por todos lados. En los mercados, en los centros comerciales, en los parques. A los padres
  • 10. les decimos que no bajen la guardia", declaró el doctor Franklin Mendoza, coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Pediatría del Instituto Nacional de Salud del Niño. Esta es una de las razones por las que el Gobierno restableció el 12 de agosto el confinamiento social los domingos, prohibió las reuniones familiares y la salida de menores de edad a las calles por más de treinta minutos. Un análisis más detallado de la evolución de la pandemia en los más chicos realiza la organización Terre des Hommes Suisse -dedicada a la defensa de los derechos de las poblaciones más vulnerables- a través de sus informes Radar Covid, que incluyen datos niños, niñas y adolescentes. Según los reportes, la incidencia de muertes se concentró en niños de entre cero y cinco años. De los 104 casos analizados, 44 tenían esa edad; 32 fluctuaban entre los 12 y 17; y 28 tenían entre 6 y 11 años, como se muestra en los gráficos. “Es importante alertar a las madres, padres y cuidadores de la mayor letalidad en niñas y niños menores de cinco años, pues ante la idea preestablecida de que a menor edad menor riesgo, podrían no tomar las medidas de cuidado pertinentes en caso de que las y los más pequeños se contagien”, explica en su más reciente informe. La organización Terre des Hommes Suisse ha pedido al Ministerio de Salud que realice un estudio de comorbilidades en los casos de menores de 18 años. Además, sugiere la importancia de conocer si los fallecimientos y hospitalizaciones en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están vinculados al momento en que acuden a los servicios de salud. Es decir, aún hace falta conocer si las niñas, niños y adolescentes contagiados con COVID-19 acuden a tiempo a los hospitales o si es factor agravante. Síndrome de Kawasaki Los niños, niñas y adolescentes corren el riesgo de desarrollar el Síndrome de Kawasaki entre dos y tres semanas después de haber adquirido el coronavirus. Esta condición - aún en estudio- puede ocasionar trastornos cardíacos en un menor que nunca los tuvo, dice el médico Franklin Mendoza. El coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos del Instituto Nacional de Salud del Niño explica que estos pacientes pueden tener síntomas leves o ser asintomáticos, pero si tienen un nuevo contacto con el coronavirus se predisponen a desarrollar el Síndrome de Kawasaki. El doctor Mendoza recomendó a los padres de familia no exponer a sus hijos en la calle, ni visitar a familiares porque los casos de COVID-19 y otras enfermedades respiratorias se siguen incrementando. “Lo que debemos cumplir
  • 11. son las tres acciones básicas: el lavado de manos durante 20 segundos, el distanciamiento social, el uso de la mascarilla”, apuntó. El maltrato infantil se agrava por el aislamiento social En medio de la emergencia sanitaria por el COVID-19 la situación de la niñez y adolescencia en el Perú no deja de ser alarmante. Entre los meses de marzo y abril, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) recibió a través de la línea 100 más de 2 mil llamadas de niñas, niños y adolescente reportando situaciones de violencia familiar y atendió 55 casos de violencia sexual contra niñas y adolescentes, cuyo agresor fue un miembro del grupo familiar. Este 25 de abril es el Día Internacional Contra el Maltrato Infantil, iniciativa que busca concientizar a la toda la sociedad para erradicar cualquier tipo de violencia que vulnere los derechos de las niñas, niños y adolescentes. El maltrato hacia niñas, niños, adolescentes y jóvenes, adopta diversas formas: violencia física, psicológica, abuso sexual, explotación laboral y sexual, desatención o negligencia, y puede ser propiciada por parte de las personas encargadas del cuidado, instituciones o comunidades. Esta situación pone en
  • 12. peligro su desarrollo, dañando su integridad, su salud, estabilidad emocional e inclusive su supervivencia. La mascarilla no calla nuestra voz La situación actual de confinamiento que atravesamos, a raíz de la pandemia por el COVID-19 ha aumentado los casos de violencia hacia las niñas, niños y adolescentes en espacios intrafamiliares en Perú. Ellos están enfrentando realidades de maltrato en su propio hogar, del cual no pueden huir, debido a las restricciones de la circunstancia actual. Como vemos el maltrato infantil, paradójicamente es cometido muchas veces por quienes deberían ser responsables del bienestar de la niñez y adolescencia. Las tensiones que atraviesan las familias en asilamiento social, así como la falta de acceso a espacios y servicios de protección aumentan la posibilidad de que se agudice la violencia doméstica. Con relación al maltrato infantil, antes de este periodo, los datos ya eran alarmantes, ya que dos de cada tres niñas, niños y adolescentes menores de 15 años experimentaban algún tipo de disciplina violenta en el hogar (psicológica y física) y uno de cada dos era sometido a castigo corporal en su propia casa. La violencia extrema en nuestra región es tal, que cada día 67 adolescentes, entre 10 y 19 años, son asesinados, obteniendo una tasa de homicidio cinco veces superior a la media mundial. [1] “Desde Aldeas Infantiles SOS Perú, en este día nos parece importante visibilizar los altos niveles de violencia hacia niñas, niños y adolescentes presentes en el país y la región. Es de nuestro especial interés, relevar los riesgos de desprotección que sufren los niños, niñas y adolescentes, así como promover que se desarrollen acciones preventivas para procurar crear entornos afectivos, seguros y protectores, señala Nancy Martinez, directora nacional de Aldeas Infantiles SOS Perú”. Cada año, más de seis millones de niñas y niños sufren abuso severo en los países de América Latina y el Caribe y más de 80 mil mueren a causa de la violencia doméstica. Y en la actualidad, la crisis causada por la pandemia del Coronavirus -COVID19- y sus condiciones de confinamiento aumenta la vulnerabilidad a la violencia y el malestar psicosocial en la niñez.[2] Desde Aldeas infantiles SOS Perú, renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la promoción y defensa de los derechos de la infancia. En este Estado de Emergencia, promovemos entornos protectores y de cuidado familiar, evitando que niñas, niños, adolescentes o jóvenes sean separados de sus familias y hogares a causa de la violencia, que continúa acechando a la región de manera, muchas veces, invisible. El aislamiento social obligatorio no debe invisibilizar ninguna forma de violencia contra las niñas, niños, adolescentes. Si tienes conocimiento de estos hechos, no dudes en denunciarlo, llamando a la línea 100, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Con esta acción, puedes estar salvando una vida y dando oportunidad a que crezca un adulto sano.
  • 13. “Estamos convencidos que todas las personas, padres, madres, tutores, sociedad civil y Estado debemos trabajar juntos para redoblar esfuerzos durante este periodo de aislamiento preventivo, con el fin de acompañar a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y promover un hogar seguro y libre de maltrato donde se les brinde amor y protección”, finalizó Martínez. [1] Aldeas Infantiles SOS. (2015). “Causas y riesgos de la pérdida del cuidado familiar en América Latina y el Caribe”. [2] Aldeas Infantiles SOS. (2015). “Causas y riesgos de la pérdida del cuidado familiar en América Latina y el Caribe”. Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Resumen El confinamiento provocado en el contexto de la pandemia por COVID-19, ha producido cambios en las dinámicas familiares, laborales y sociales en general. A lo interno de las familias, que se han visto forzadas a desplegar nuevos modos de convivencia, nuevos roles y retos, se han presentado también nuevos modos de violencia, en hogares donde no existían antes de la crisis sanitaria; o su incremento en aquellas familias en las que anteriormente habían presentado formas violentas de relación. Estas situaciones no ocurren únicamente en las relaciones de pareja, sino que se han diversificado, existiendo también violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, hacia los adultos mayores y, en general, estableciéndose de forma conjugada en torno a las relaciones de poder ya establecidas en cada familia. Desde una perspectiva psicosocial, este incremento de la violencia constituye un nuevo reto, por lo que en el presente artículo se busca analizar algunas de sus implicaciones en el contexto actual. Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Resumen Introducción: debido a la pandemia del coronavirus humano COVID-19, se implementaron estrategias preventivas basadas en el aislamiento social preventivo y obligatorio (cuarentena) para reducir la transmisión en la comunidad, lo cual ha impactado en el estilo de vida y en los hábitos alimentarios. Objetivo: analizar el consumo alimentario durante el período de cuarentena en Argentina. Materiales y método: se desarrolló un estudio observacional, exploratorio, de corte transversal. Se diseñaron dos cuestionarios de encuesta para ser completados en formato online, uno para la población que consume carnes (PC) y otro para la población veg(etari)ana (PV). Se incluyeron preguntas de opción múltiple sobre características sociodemográficas, peso y talla autoreferidos, antecedentes de enfermedades crónicas, ingesta habitual de alimentos y su percepción de modificación durante el período de aislamiento social. A 12 días de decretada la cuarentena, se hizo un primer corte en el relevamiento de datos
  • 14. para realizar un análisis descriptivo. Resultados: la muestraquedó conformada por 2518 personas que contestaron el formulario (2201 PC y 317 PV). Se observó una modificación en los hábitos alimentarios en el período de encierro en ambos grupos, caracterizadaprincipalmente por un descensoen el consumode alimentos conpotencial inmunomodulador como frutas y verduras y un aumento en la ingesta de alimentos desaconsejados como panificados, golosinas, bebidas azucaradas y alcohólicas. Conclusiones: es fundamental considerar el impacto acontecido en el estilo de vida y específicamente en la alimentación, ya que dietas poco saludables podrían aumentar la susceptibilidad a COVID-19 y afectar la recuperación. Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx ¿La pandemia de COVID-19 y las medidas de confinamiento aumentan el riesgo de violencia hacia niños/as y adolescentes? Do the COVID-19 Pandemic and lockdown measures increase the risk of violence against children and teenagers? Pode a pandemia de COVID-19 e as medidas de contenção acrescentar o risco de violência contra crianças e adolescentes? Gabriela Garrido Gabriel González La pandemia de COVID-19, desatada a comienzos del 2020, ha determinado una conmoción para las personas y familias a nivel mundial. El confinamiento social y el cierre escolar han sido medidas drásticas adoptadas por los países afectados, para prevenir la propagación de la enfermedad. Si bien en Uruguay se optó por el confinamiento voluntario, hubo un alto acatamiento por parte de la población. Estas medidas, que sin duda contribuyeron en el control de la epidemia, determinaron cambios profundos en la vida cotidiana y en las rutinas básicas de las familias, con un importante impacto en otros componentes de la salud, psicosociales y económicos. Estos fenómenos asociados se han llegado a denominar pandemia secundaria o parapandemia. Para los adultos, el no concurrir a los lugares de trabajo habitual, el teletrabajo, la inseguridad laboral, el desempleo y la disminución o pérdida de ingresos, suponen gran incertidumbre y un alto nivel de estrés. A esto se agrega el cuidado de los
  • 15. hijos a tiempo completo, asumir la responsabilidad de la tarea escolar en la casa y las actividades domésticas. En niños/as y adolescentes la restricción de la concurrencia a los centros educativos limita los procesos de socialización, el intercambio con pares, el juego compartido, la actividad física y los aprendizajes formales, además de otros beneficios que brindan las escuelas. Estos cierres educativos y su reapertura en condiciones de extrema precaución sanitaria generan temor, tristeza e inseguridad en las nuevas generaciones. Riesgos que no son mitigados con la educación virtual, que además de sobrecargar tareas en los padres y obligarlos a cumplir un rol educativo activo, atentan contra el derecho sagrado del niño de socializar y jugar libremente con sus pares. Debemos resaltar que estos factores impactan en forma no equitativa, siendo aquellos niños/as en situación de discapacidad, trauma, con problemas de salud mental o pertenecientes a familias disfuncionales o en situación de pobreza, los más vulnerables. En este sentido, se menciona que las familias en estos contextos de confinamiento padecen una gran presión interna que requiere de mecanismos de afrontamiento potentes para regular emociones y controlar comportamientos para adaptarse a las nuevas situaciones. Las fallas en estos mecanismos y el agravamiento de los problemas de salud mental de los adultos incrementan la posibilidad de violencia doméstica y exponen a niños/as y adolescentes a un mayor riesgo de sufrir distintas formas de maltrato. De acuerdo a la opinión de expertos del Reino Unido, someter a los niños vulnerables exclusivamente al contacto familiar durante un período prolongado, establece las condiciones perfectas para una falla de protección. En nuestro país, de acuerdo a los informes de la Estrategia Nacional Infancia Adolescencia (ENIA) y otros estudios posteriores, el maltrato infantil está dentro de los problemas de salud más prevalentes en la infancia. Podríamos anticipar que esta situación pueda agravarse en el contexto de la crisis actual. En un estudio nacional reciente realizado por UNICEF y el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República, sobre los conocimientos, actitudes y comportamientos de las familias uruguayas en relación con el COVID-19, se evidencia una marcada prevalencia de sentimientos y estados de ánimo negativos, tales como preocupación, miedo y ansiedad. En relación con los cambios en la vida familiar, más del 90% de las familias señalan que han sufrido cambios, dentro de los cuales nos interesa señalar que el 18% refiere “aumento de castigo físico hacia sus hijos” y el 26% “aumento de frecuencia de gritos”. Factores como el cierre escolar y las limitaciones en el acceso a servicios de salud y de apoyo social a las familias en territorio, como ocurrió en nuestro país, disminuyen las barreras de control social frente a las situaciones de violencia hacia la infancia durante el confinamiento. En otro estudio cualitativo reciente realizado a través de grupos focales en Montevideo y Canelones por la Comunidad Consultora Nómade, se señala que niños y niñas constituyen uno de los grupos más afectados por el encierro y que son los blancos más fáciles de los estallidos emocionales de los adultos. Las madres mencionan que han incrementado los gritos y los rezongos hacia sus hijos. Los autores presumen que también se han incrementado los maltratos físicos y los abusos. Si bien es prematuro sacar conclusiones sobre los cambios en las consultas por violencia hacia la infancia en los servicios de salud, constatamos que en los meses
  • 16. de abril y mayo de 2020 las interconsultas a Psiquiatría Pediátrica en el Centro Hospitalario Pereira Rossell disminuyeron en un 50%. Sin embargo, observamos con alarma que la frecuencia de consulta por sospecha de abuso sexual fue el único motivo que se incrementó, si lo comparamos con el mismo período del año anterior. Sabemos que las situaciones de violencia de distinto tipo en el ámbito de la familia (maltrato físico, abuso sexual, psicológico, violencia de género, etc.) son factores ambientales de alto riesgo para la salud física y mental en niños/as y adolescentes a corto, mediano y largo plazo. Por este motivo, entendemos que es fundamental alertar sobre la importancia de lograr un retorno seguro y pleno a los centros educativos, el acceso a los servicios de salud y de salud mental, a los tratamientos de rehabilitación suspendidos total o parcialmente y a los equipos de apoyo a las familias en situación de vulnerabilidad económica y social, para prevenir un daño mayor en esta generación de niños/as y adolescentes poco considerados a la hora de las decisiones frente al control de la pandemia por COVID-19. Atender y priorizar recursos para esta problemática, que tendrá mayor impacto en poblaciones vulnerables, será clave para mitigar los efectos colaterales de esta pandemia en niños/as y adolescentes. Gabriela Garrido ORCID 0000-0002-7397-9067 Gabriel González ORCID 0000- 0002-9375-0913