1. El discurso de las víctimas de violencia
La psicóloga Silvana Lerma investiga los mecanismos de justificación del agresor en el discurso
oral y escrito de mujeres que padecen violencia de género.
"Los vínculos que se sostienen en la ilusión de la completud son mortíferos"
Lerma hace veinte años que trabaja en el área de violencia contra la mujer de la Residencia Clínica
de la Facultad de Psicología de esta Universidad y de esa experiencia surgió su inquietud por
estudiar la problemática.
Cuando comenzó su labor con los estudiantes de sexto año de la carrera, no había tantos programas
y este tipo de agresión quedaba invisibilizada dentro de la violencia familiar. Luego surgió la
perspectiva de género para tratar el maltrato en el hogar, en el trabajo y en los efectores de salud y
es cuando comienzan a visualizarse “relaciones asimétricas de poder entre varones y mujeres dentro
de un contexto sociocultural”, explica.
El eje de esta mirada no está puesto en la problemática individual de una relación de pareja sino que
está determinado por una sociedad que transmite el femenino y el masculino con modalidades
estereotipadas: los varones con ciertos roles y las mujeres con otros que son complementarios.
“Hay hipótesis que plantean que la complementariedad está aceptada y bien vista en la sociedad y
se reproduce hacia dentro de las relaciones de pareja. También hay revisiones críticas que indican
que no hay identidades masculinas y femeninas cerradas sino heterogeneidad”, afirma.
Luego, aparece desde el psicoanálisis un cuestionamiento al concepto de identidad: no existe la
mujer como única, sino que la constitución psíquica de cada una se da a través de identificaciones
revestidas de dinamismo y contradicciones.
El estudio que está realizando Lerma toma aportes de la semiótica, del psicoanálisis y la perspectiva
de género, para analizar los relatos orales y escritos que las mujeres usan para referirse a sí mismas,
en el contexto de sus propias historias.
Las autobiografías que analiza son “La energía del alma”, de Laura Villar y “La boluda. Psicología
de la mujer de un militar”, de Silvia Kandela Matus. Ellas cuentan retrospectivamente sus
relaciones matrimoniales de larga data, a partir de la separación de sus esposos que las habían
maltratado.
La intención de la psicóloga no es producir un resultado cuantificable, sino formular categorías que
surjan de los propios dichos de las mujeres, para realizar algún aporte a los espacios de práctica y
políticas públicas.
2. Justificación y culpa
La investigadora cuenta que en los relatos se observa una oscilación entre los momentos de
justificación del maltrato del varón y otros en los que las mujeres se culpabilizan por lo que sus
parejas les hacen.
“Justificar el maltrato y culpabilizarse demuestran que no hay una misma manera de sentir y
significar el maltrato para una mujer en distintos momentos de la relación y etapas de su vida”,
explica y afirma que esto va a producir diferentes posicionamientos y maneras de nombrar
episodios de maltrato, aunque sean visibilizados socialmente como iguales.
“Desde donde habla" nos remite a una posición en el discurso y por lo tanto a una hipótesis de que
“nada es para siempre”, sostiene.
Comenta que en los relatos hay un punto de inflexión en el que las mujeres pueden pasar del
mecanismo de justificación y culpabilización a una revisión crítica de la posición anterior y se
interrogan acerca de la permanencia durante tanto tiempo en ese estado.
También aparece una sensación de implicancia novedosa, de que podría haber otra manera de
posicionarse frente al padecimiento. En este sentido, mencionan algunos recursos que siempre
tuvieron para salir de la situación, como la rebeldía.
“Las dos desean que sus experiencias les sirvan a otras mujeres como ejemplo de que se puede vivir
de otra manera, que esa sensación de desaparición que las invade cuando piensan en la separación,
no es tal”, expresa.
La ilusión de la completud
La psicóloga afirma que este tipo de relaciones se sostienen en la ilusión de una completud con el
varón, como si este pudiera darles aquello que les falta. Y como el psicoanálisis considera que la
falta es el motor del deseo, “estos vínculos son mortíferos.”
Lerma comenta que en los relatos hay referencias al ejercicio de la maternidad: por un lado, una
gratificación por ser madres y por otro, una preocupación por el destino no sólo material sino
psíquico de sus hijos, y por la mirada de estos sobre la relación.
Paralelamente al crecimiento de los hijos, “aparece un fuerte interrogante sobre aquello que quedó
pendiente como expectativa personal. Dado las características de la pareja, esos intereses propios
quedaron limitados a los roles de esposa y madre y en esa etapa surge un deseo de retomarlos.”
3. Estas mujeres aceptan que la salida de la relación no significó un pasaje a la felicidad y realización
personal, sino que implicó “la aceptación de la imposibilidad de la completud.”
La psicóloga explica que el punto de inflexión no fue un hecho puntual sino un proceso en el que
ellas llegan a aceptar esa imposibilidad y a pensar que el sufrimiento no debe ser eterno, lo pueden
elaborar y poner en palabras.
“La posibilidad de haber salido fue aceptar que esa completud es imaginaria, no existe, que habrá
momentos de mayor acercamiento al bienestar o malestar, pero recuperando la esperanza de
establecer relaciones menos mortíferas de intercambio”, concluye.