1. Para algunos estudiosos, con la Primera Guerra Mundial comienza el derrumbe de la civilización
occidental del siglo XIX, y que marca en forma negativa, desde sus inicios, al siglo XX. Estas
posturas, como todas las humanas, tuvieron defensores y detractores.
Y es en este panorama donde el expresionismo apareció como uno de los primeros movimientos de
vanguardia que articularon estéticamente ese comienzo de crisis en la apertura violenta del siglo
XX, ya concluido.
El Expresionismo, un movimiento dominante en el arte alemán desde 1905 hasta 1930
-aproximadamente- se aplica a un arte en el que el autor expresa con el mayor vigor posible su
propia visión del mundo y abandona las ideas tradicionales del naturalismo para rendir culto a las
distorsiones y exageraciones de forma y color que expresan de manera compulsiva las emociones
del artista.
A modo de resumen:
El término expresionismo da nombre en los primeros años del siglo XX al estilo que reacciona frente
al impresionismo y al Jugendstil en Alemania, al igual que ocurre en Francia o Italia como el cubismo
o futurismo.
Asimismo, se utiliza para denominar un clima de desencanto frente a la estructura social y política
de la Alemania de Guillermo II y engloba además al resto de las manifestaciones artísticas.
Dos grupos en Alemania se consideran específicamente expresionistas. "Die Brücke"(El Puente)
fundado en 1905 en Dresde, y "Der Blaue Reiter" (El jinete azul) en Múnich (1911).
Desde una posición postromántica, el expresionismo en sus comienzos se centra en la utilización
del cuadro para expresar sentimientos humanos de un modo muy libre, con fuerte colorido y dibujo
agresivo.
Ahondan en la deformación y el color adquiere contenidos emocionales. Las fuentes de inspiración
de los artistas de "Die Brücke" son Van Gogh, Gauguin y Munch; la escultura primitiva de África y
Oceanía, y los grabados alemanes en madera.
Se proponen una renovación del lenguaje artístico al tiempo que los fauvistas y los primeros
cubistas, pero éstos llevan al extremo la idea de la deformación subjetiva. Son artistas que tienen
clara conciencia de grupo. Kirchner, Heckel, Bleyl y Smichdt-Rottluff, a los que se unen Nolde y
Pechstein, se trasladan de Dresde a Berlín en 1910, justifican sus ideas en escritos teóricos y editan
periódicamente carpetas de grabados, todo ello documentos de primer orden.
En 1913 la "Crónica" de Kirchner provoca la disolución del grupo. En 1911 Kandinsky y Marc lideran
la formación del "Blaue Reiter", sin un programa ideológico tan claro pero tendiente a la búsqueda
de una renovación espiritual que les conduciría a la abstracción y que pronto tiene eco internacional.
Marc y Macke mueren al inicio de la guerra en 1916 y cada artista inicia un trayecto diferente.
Expresionismo
El expresionismo surge en Alemania en la primera década del siglo XX, como oposición al
positivismo materialista imperante en la época, en un intento de ofrecer una nueva visión de la
sociedad basada en la filosofía nietzschena (llena de nihilismo) y la renovación del arte basada en la
búsqueda subjetiva de lo esencial, atendiendo exclusivamente al sentimiento vital y sin someterse a
ninguna regla.
El expresionismo es un movimiento que no sólo atañe a las artes plásticas sino también a la
música, el cine y las demás artes.
En la evolución de la pintura expresionista alemana existen tres momentos distintos. El primero se
desarolla en Dresde, a raíz de la constitución en 1905 del grupo Die Brucke (El Puente), y dura
hasta 1913; el segundo se desarrolla en Munich de 1910 a 1914 y está protagonizado por el grupo
Der Blaue Reiter (El jinete azul), del que surgirá la primera pintura abstracta; el tercero se desarrolla
en el período de entre guerras (desde comienzos de los años veinte hasta 1933, año en el que subió
al poder el nazismo) y está unido al concepto de "Neue Sachlichkeit" (nueva objetividad), con un
planteamiento muy distinto del expresionismo inicial desarrollado por los otros grupos citados.
El expresionismo alemán se extendió a países como Holanda, Bélgica y Francia.
2. El régimen nazi alemán definió al expresionismo como "arte degenerado", los artistas de esta
tendencia fueron proscritos y muchas de sus obras destruidas.
Concepto. Movimiento estético de vanguardia que surgió en Alemania hacia 1910 y, ya plenamente
desarrollado tras la primera posguerra mundial (durante la República de Weimar), se extendió hasta
1933, en su último periodo señalado por la «nueva objetividad» (Neue Sachlichkeit). Había surgido
antes -como otros movimientos de vanguardia (V. VANGUARDISMO)- en las artes plásticas (v. II),
de las que pasó a la literatura, e, incluso, a la música (v. III), como reacción frente al naturalismo (v.)
y al impresionismo (v.).
El e. representa, según Lothar Schreyer, «el movimiento espiritual de una época que coloca la
experiencia interna por encima de la vida exterior». Es un fenómeno complejo, pues no sólo supone
una estética conceptual y formal, sino una nueva temática y hasta un clima espiritual diferente.
Aunque nacido en Alemania y especialmente difundido en este país y en Austria durante más de 20
años, la palabra expresionismo no es alemana, pues la empleó por vez primera (1901) el pintor
francés Julien Auguste Hervé, dándole carta de naturaleza el ilustre crítico e historiador del arte
Wilhelm Worringer, en la rev. «Der Sturm», hacia 1911. Otras rev., «Die Aktion», 1913; «Die Neue
Kunts», «Das Neue Pathos» y «Die Revolution», así como la Col. «Weissen Blátter» contribuyeron
al desarrollo del e.
Ha sido el e. uno de los movimientos de vanguardia más importantes de este siglo en su
esfuerzo por transformar la poesía e incluso la misma existencia humana, y su verdadera gloria
consiste en que ha combatido por la causa del espíritu. «Algunas semillas fructificaron, dice Modern,
y han sabido perdurar de una u otra manera. ¿Qué más puede pedirse de un movimiento literario?».
En efecto, el e. no se limitó a defender una nueva moda o técnica literaria, sino que se enfrentó con
el más hondo problema de las relaciones entre el hombre y la vida, arrancando de un idealismo casi
religioso. Por ello ha representado una crisis en la conciencia contemporánea, a la vez que un
sentimiento de insatisfacción.
Como observa Cirlot, en el e. no es ya el artista quien expresa, porque todos los elementos de
su obra se independizan y adquieren de por sí un propio valor expresivo. Por su misma raíz
pasional, es el arte más alejado de lo temático, y, si apareció como continuador del impresionismo,
sólo fue en el sentido de que las «expresiones» eran «impresiones» del mundo interior. Es decir, el
expresionista traduce sus vivencias más íntimas, sus propias pasiones interiores, aunque tenga que
desarticularlas de la naturaleza exterior. En este sentido, el e. ha supuesto el primer paso hacia el
surrealismo (v.). Como ha dicho con precisión Elise Richter, «expresionismo es la reproducción de
representaciones o de sensaciones provocadas en nosotros por impresiones externas o internas, sin
que entren en consideración las propiedades reales de los objetos que suscitan tales impresiones...
El arte expresionista no se ocupa de lo objetivamente presente... Ofrece el pensar y el sentir
subjetivo sobre las cosas, presentes en la conciencia especulativa... Lo que ve son imágenes
lanzadas desde el interior al espacio, como por una linterna mágica».
La finalidad de este movimiento (quizá, entre los movimientos de vanguardia, el que ha triunfado
más ampliamente en sus diversas manifestaciones estéticas) ha sido la de expresar la verdad
subjetiva de los sentimientos hasta convertir la obra del escritor en el reflejo de su propia pasión
íntima. De ahí el que haya sido, por encima de todo, antes incluso que un movimiento artístico, una
tendencia espiritual, representativa sin duda de una «generación beligerante» (la de la segunda
década del s. xx) que lleva a la literatura su angustia personal y sus inquietudes religiosas y
sociales, mediante una exacerbada afirmación de la personalidad, en clara oposición a las
circunstancias ambientales.
De ahí que su radio de acción haya sido mucho más amplio que el de cualquier otro movimiento
o corriente estética: de las artes plásticas pasó a la literatura, especialmente al ensayo y a la novela
y, sobre todo, al teatro, para extenderse también al cine (V. CINEMATOGRAFÍA I, 3) y a la música.
Y, como curioso contraste, es preciso advertir que el término expresionismo, pese a su gran
aceptación, no ha tenido el apoyo popular, quizá porque, a diferencia del impresionismo, que
pintaba gentes y paisajes «con la vista», en medio de una riqueza de luces y colores deslumbrantes,
el e. trataba de captar realidades íntimas o sustanciales «con el alma». En este sentido, no se
puede olvidar que las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud (v.) influyeron no poco en el proceso
evolutivo del e., principalmente en Alemania y Austria, por lo que esta tendencia se ha considerado,
a veces incluso de un modo especial o restringido, como el periodo «moderno» del arte germánico.
Con razón se ha podido decir que toda la nueva generación alemana, entre 1910 y 1933, fue
3. expresionista o estuvo influida por el e.
«El estilo expresionista, observa Guillermo de Torre, rompe con el naturalismo anterior y viene a
reanudar otras corrientes más genuinas (gótico, barroco)... El expresionismo, antes que otra cosa,
supone una mutación óptica, un cambio de modo de ver: tiende a visualizar lo eterno y deja de lado
el mundo de las apariencias; tiende más a lo ideológico, a la imaginación, al ensueño»... Como ha
dicho Westheim, la misma palabra expresión significa la voluntad activa de penetrar la naturaleza
con el espíritu, proyectando en ella el temperamento, el estilo del artista. Eso explica muy bien que
el lenguaje expresionista (cortado, casi telegráfico, reiterativo o estático, lírico o abundante en
monólogos interiores) rompa con la sintaxis lógica del razonamiento, porque no trata de narrar, sino
de ahondar en el mismo ser las raíces más puras de sus sentimientos. Y esto explica también que,
con frecuencia, la imagen se convierta en el instrumento libre y móvil de la expresión y que la acción
sea, a veces, caótica, abrupta o en extremo sorprendente; en este sentido el imaginismo (v.)
contribuyó poderosamente al desarrollo del e. Reacción contra el simbolismo (v.), el impresionismo y
el objetivismo naturalista, el e. pretende manifestar las sensaciones internas y a la vez mostrar un
espíritu de crítica y de protesta contra las costumbres y los módulos del mundo presente,
recogiendo en tal sentido no pocas reivindicaciones de orden social, por lo que ha podido hacer,
sobre todo, del teatro su gran campo de acción y de tanteo experimental.
Influencias y antecedentes. Como todo movimiento estético, ha recibido muy diversas influencias
anteriores, ya desde el s. xix, y concretamente, de pensadores y escritores de la talla de Nietzsche
(v.), Dostoievski (v.), Strindberg (v.), Ibsen (v.), Kierkegaard (v.), Simmel (v.), Martin Buber (v.) y
Rudolf Steiner, entre otros. De otro lado, podría establecerse, observa Guillermo de Torre, un
curioso paralelismo entre las fechas que señalan los anales expresionistas y los principales
acontecimientos politicosociales de esos mismos años: 1905, 1914, 1919, 1933...
También se pueden considerar como verdaderos antecedentes del e. algunas obras anteriores a
este movimiento: así, p. ej., y de modo concreto, el drama de Frank Wedekind (1864-1918)
Frühlings Erwachen (Despertar de primavera), publicado en 1891 y representado en 1906; y algunas
obras del ya citado Strindberg: Till Damaskus (A Damasco), 1898; Dr¿imspelet (Una comedia de
ensueño), 1902, y Spáksonaten (La sonata del espíritu), 1907. Como precursor del e. poético puede
considerarse también al norteamericano Walt Whitman (v.), en su famosa obra Leaves of Grass
(Briznas de hierba).
Desarrollo histórico. Sin embargo, la historia del e. literario (viva y rica en contradicciones, que
acaba con el naturalismo anterior y que, inspirada en el gótico y el barroco, parece devolver a
Alemania su genuina tradición artística, aunque por nuevos cauces que rompen violentamente con
la civilización burguesa de la época) se extiende, genéricamente, entre 1910 y 1933.
Se han señalado, dentro del movimiento expresionista, dos tendencias muy acusadas: la una, de
carácter literario y plástico, representada por la revista y galería de arte berlinesa «Der Sturm»,
desde 1910; y la otra, acentuadamente política y social, cuyo órgano fue la rev. «Die Aktion». Varios
críticos opinan que en el drama Der Sohn (El hijo), 1914, de Walter Hasenclever (1890-1940), se
produjo como «una segunda oleada» del e. Más tarde, los a. 1919 y 1920 señalan, respectivamente,
un final de la primera etapa y el comienzo de la segunda etapa del movimiento expresionista. Por
último, la «nueva objetividad», que aparece en 1927 y alcanza hasta 1933, la cual, bautizada por
Gustav Hartlaub y difundida por Franz Roh (en un interesantísimo libro, pronto y bien traducido al
español con el título de Realismo mágico, 1926), se ha considerado por algunos como una especie
de neorrealismo (v.) y, por otros, como una regresión.
Poesía. Entre los poetas expresionistas más significativos, se puede citar al muniqués Johannes
Becher (n. 1891); al berlinés Gottfried Benn (v.), también autor de novelas, cuentos y ensayos; al
triestino Theodor Dáubler (1876-1934); al vienés Albert Ehrenstein (n. 1886), lírico y prosista; a los
silesianos Georg Heym (18871912) y Kurt Heynicke (n.1891), este último también novelista y
dramaturgo; al alsaciano Ernst Stadler (18831914); al salzburgués Georg Trakl (1887-1914); al
checo Franz Werfel (1890-1946), asimismo dramaturgo y novelista, entre otros varios; ya en el
periodo de la llamada «poesía obrera», a Gerrit Engelke (1892-1918) y Alfons Petzold (1882-1923).
Dentro de la literatura española, hallamos algún eco expresionista, p. ej., en algunos poemas de
Dámaso Alonso (v.).
Prosa. De los prosistas de lengua germánica, cabe destacar a Arnold Zweig (n. 1887), Leonhard
Frank (n. 1882), Alfred Dóblin (n.1878), Kasimir Edschmid (conocido como Eduard Schmid; n. 1890)
4. y, muy especialmente, al gran novelista checo de lengua alemana Franz Kafka (v.), cuya obra,
trágica e inquieta, se relaciona con el e. También, en cierto modo, algunas obras de Rubiner, Gol],
Strasser, Weiminger, Wassermann (1873-1934), Hermann Hesse (v.), en La ruta interior, y Gustav
Meyrinck (1868-1932), en la novela Golem. En otras literaturas, la trilogía USA (Paralelo 42, 1919,
La gran moneda), de John Dos Passos (v.), fiel reflejo de la vitalidad norteamericana; o, dentro de la
literatura española, otra trilogía de Pío Baroja, v. (La busca, Mala hierba, Aurora roja), desgarrada
pintura del suburbio madrileño plenamente lograda con técnica de fuerte e.
Teatro. Pero es el teatro expresionista el que merece una especial mención, porque renovó la
visión de la escena. Tras los antecedentes citados de Wedekind y Strindberg, hay que tener muy en
cuenta a Heinrich Lautensack (1881-1919); de modo especial, a los «activistas»: los alemanes Toller
(1893-1939), Becher (1891-1958), Hasenclever y, sobre todos, Georg Kaiser (1878-1945), creador
de un teatro de ideas -El mendigo, De la mañana a la medianoche-, y al norteamericano John N.
Lawson, que pretendían una sociedad nueva y mejor. También a los «místicos» o «irracionalistas»,
entre los que se cuentan los alemanes Sorge (1891-1916), Unruh (n. 1885), Werfel (1890-1945); y
los norteamericanos O'Neill (v.) -Days without End (Días sin fin), Emperor Eones (El emperador
Jones)- y Elmer Rice (n. 1892) -The adding machine (La máquina de calcular)-, muy partidarios del
psicoanálisis y de las innovaciones escenográficas; y otros como Sternheim (1878-1942), Edschmid
y Kornfeld (18881942). Mención aparte merece Bertolt Brecht (v.), cuyos dramas -Mutetr Courage
und ihre Kinder (Madre Coraje), Der kaukasische Kreidekreis (El círculo de tiza caucasiano)-,
sociales y expresionistas, son una sátira demoledora. En las literaturas latinas, se puede destacar
algún rasgo de existencialismo intelectualista y expresionista en Pirandello (v.) -Se¡ personaggi in
cerca d'autore (Seis personajes en busca de autor)- y, sobre todo, en los esperpentos de Valle
Inclán (v.), con los que ha logrado, sin duda, el más fuerte e. de la literatura universal.