1. Comentario de Texto de El Discurso del Método de Descartes
Índice
. La obra y sus contenidos
.. La obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
... Segunda parte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
... Cuarta parte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. Contexto histórico, cultural y filosófico
. Comparación del pensamiento del autor con otra posición filosófica
.. La realidad (ontología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El conocimiento (epistemología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El conocimiento de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El ser humano (antropología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El proyecto filosófico y el método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. Valoración crítica
.. La realidad (ontología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El conocimiento (epistemología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El conocimiento de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El ser humano (antropología) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. El proyecto filosófico y el método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. Actualidad del tema tratado
.. Matematización y desarrollo científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. Autonomía de la razón, laicización y ciencias sociales y humanas . . . . . . . . . . . . . . .
.. Autonomía de la razón e individualismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.. La verdad y el genio maligno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. Glosario del texto
. La obra y sus contenidos
.. La obra
Ha de tenerse en cuenta que el contenido de las dos partes seleccionadas ha sido desarrollado por Des-
cartes en otras obras (las Reglas, las Meditaciones, los Principios), por lo general de un modo más riguroso y
detallado. Téngase en cuenta también que, desde el punto de vista formal, el Discurso del método presenta dos
características importantes:
. está escrito en francés y no en latín, lengua científica y culta del momento. Descartes ofrece la siguiente
explicación: “Y si escribo en francés (...), y no en latín (...), es porque espero que aquellos que solamente
se sirven de su razón natural, carente de todo prejuicio, juzgarán más correctamente mis opiniones que
aquellos que no aceptan sino el pensamiento antiguo” (Discurso, parte sexta);
2. Descartes El Discurso del Método
. está escrito en forma autobiográfica. Al respecto, él mismo señala: “Así pues, no es mi deseo enseñar en
este tratado el método que cada persona debe seguir para dirigir adecuadamente su razón; únicamente
intento presentar cómo me he esforzado en dirigir la mía” (Discurso, parte primera).
Estos dos rasgos muestran que Descartes:
. es consciente de que su filosofía constituye una ruptura con toda la filosofía anterior (de ahí su
apelación a la “razón natural” frente a los prejuicios de los eruditos mantenedores de la tradición), y
. adopta cautelas ante el rechazo institucional que pueda sufrir (de ahí su insistencia en que no pretende
conseguir adeptos para su filosofía, sino solamente exponer su trayectoria personal).
.. El texto
... Segunda parte
. Descartes comienza explicando y justificando con cierta amplitud su proyecto intelectual que no es
otro que “suprimir” todas sus creencias a fin de construir enteramente de nuevo el edificio de las
mismas:
a) Tal tarea se justifica en el hecho de que las creencias adquiridas desde la infancia por distintos
caminos y fuentes carecen de coherencia y sistematicidad. Descartes las compara con edificios,
ciudades, etc., que no han sido construidos por una única mente y conforme a un único plan.
b) Es de señalar, una vez más, la cautela con que Descartes insiste en que esta tarea no es recomendable
para todo el mundo.
. A continuación, Descartes se plantea la cuestión del método más adecuado para llevar a cabo tal tarea.
a) Ha de ser un método más simple que la lógica tradicional, más puro intelectualmente (sin mezclar
imágenes y sensaciones) que el análisis de los geómetras y más claro que el álgebra de los modernos.
b) Seguidamente expone las cuatro célebres reglas del método.
c) Finalmente añade algunas consideraciones sobre el modo en que él mismo lo ha aplicado. Repárese
en que Descartes piensa que el método:
) es único y aplicable universalmente (“todas las cosas que pueden ser objeto de conocimiento
se entrelazan de igual forma”);
) esencialmente consiste en seguir el orden (“el método nos enseña a seguir el orden”), orden
real y orden de la razón, y
) permite alcanzar la totalidad del conocimiento posible en cada caso (“no habiendo más que
un conocimiento verdadero de cada cosa, aquel que lo posee conoce cuanto se puede saber”).
d ) Descartes concluye señalando la necesidad de aplicar el método a la Filosofía, de cuyos principios
depende todo el edificio de nuestros conocimientos.
... Cuarta parte
Téngase en cuenta que la misma línea de pensamiento y sustancialmente el mismo contenido fue expuesto
por Descartes también en las Meditaciones y que su pensamiento se presenta más elaborado en esta última obra,
tanto en relación con la “duda” (en el Discurso no aparece la hipótesis del “genio maligno”) como en relación
con las “ideas”, cuyo análisis y clasificación no aparece tampoco en el Discurso. El orden seguido por Descartes
a lo largo de esta obra es el siguiente:
. Introducción de la duda metódica: decisión de rechazar “como absolutamente falso todo aquello en que
pudiera imaginar la menor duda” y los motivos de esta.
. El “pienso, luego soy”:
3. Descartes El Discurso del Método
a) como “primer principio de la filosofía que yo indagaba”;
b) como paradigma de verdad (“podía admitir como regla general que las cosas que concebimos muy
clara y distintamente son todas verdaderas”), y
c) como fuente de nuestro conocimiento de la sustancialidad del alma y de su distinción del cuerpo.
. Conciencia de la propia imperfección e idea de lo perfecto (“la idea de un ser más perfecto que
el mío”, “más perfecta de lo que era la mía y también que tuviese en sí todas las perfecciones”) como
fundamento para demostrar la existencia de Dios y para el conocimiento de su naturaleza.
Respecto de la existencia de Dios, Descartes propone sus dos conocidos argumentos: el basado en la
causalidad (Dios, causa de la “idea” de un ser más perfecto que yo) y el ontológico (puesto que existir
es perfección, “Dios, el ser perfecto, es o existe”).
. Dios como garantía última de la verdad de nuestros conocimientos claros y distintos.
Garantizada la verdad de estos, Descartes concluye señalando que hemos de atender solamente a la evidencia
de la razón.
. Contexto histórico, cultural y filosófico
En se publica en Leyde (Holanda), el país más tolerante de aquella Europa, el Discurso del método
para dirigir adecuadamente la razón y buscar la verdad en las ciencias, obra que aparecía anónimamente y en
francés, no en latín, como era habitual. El contexto de la primera mitad del siglo XVII en la que vive su autor,
Descartes (-), ayuda a explicar por qué éste cree necesario una obra, publicada con esas características,
que se ocupe del método, y por qué defiende que el anterior «camino» al conocimiento debe abandonarse.
Descartes busca una certeza para sobrevivir a la crisis del momento.
Igual que al siglo IV ateniense o al XIV bajomedieval, también al siglo XVII europeo se le asocia la palabra
crisis, crisis en primer lugar política. La Guerra de los Treinta Años (–) que enfrentaba a unos
Estados alemanes con otros y a sus respectivos aliados implicó a toda Europa. Era una contienda estructurada
en torno a la religión: católicos frente a reformados. Este conflicto en el que Descartes mismo participó, trajo
asociada una profunda crisis económica (especialmente agraria) y demográfica (mortandades de hasta el por
ciento ocasionadas principalmente por las hambrunas). El carácter ilusorio de la vida y la presencia amenazante
de la muerte serán ideas recogidas por el Barroco. Calderón de la Barca con su obra teatral La vida es sueño
juega con esa visión de la vida que influirá en el proceso de duda cartesiano.
También crisis religiosa. Como consecuencia del conflicto bélico, la autoridad del Papa en la interpretación
de la Biblia desaparece. La reforma luterana había valorado el papel de la razón individual: es el propio
cristiano quien, mediante la gracia de Dios, interpreta la Biblia. Así, uno de los pilares de la estructura medieval,
la autoridad del Papa y la unidad religiosa, pierde peso y lo gana la autonomía de la razón. No obstante, el
resultado de esta Guerra no hace sino acentuar la pérdida de autoridad de la fe católica ya iniciada por el
nominalismo, el Humanismo y Revolución científica.
El nominalismo de Ockham criticó la relación tomista entre razón y fe. Según Tomás de Aquino, la fe era
el criterio extrínseco de verdad para la razón, de modo que los contenidos de fe no podían ser contradichos por
la razón que, por tanto, perdía su autonomía. Guillermo de Ockham defendió una absoluta separación entre
razón y fe: los contenidos de la fe son completamente distintos a los de la razón, porque ésta no puede llegar al
conocimiento de Dios. Por tanto, la razón pierde como referencia a la fe y recupera su autonomía. El Discurso
no tiene ningún sentido si no se supone esa autonomía de la razón no sólo respecto a la autoridad eclesial sino
también respecto a las creencias religiosas personales.
La filosofía escolástica había desarrollado un enfoque teocéntrico de lo existente. Toda reflexión comenzaba
afirmando la existencia de Dios (así empieza la Suma de Teología). El hombre y el mundo son sus consecuencias.
La afirmación del valor del hombre y de su dignidad durante el Humanismo y su expresión artística en el
Renacimiento provocaron la crisis de esa visión para dar lugar a una antropocéntrica: el hombre pasa al lugar
central y se convierte en el arranque de cualquier reflexión posible. Sin esta influencia, el proyecto cartesiano
de un método que guíe al hombre en su solitaria búsqueda de certezas sin contar con Dios carece de sentido.
4. Descartes El Discurso del Método
La física y la astronomía habían estado dominadas por la autoridad de Aristóteles y Ptolomeo. Ambos
constituían el otro referente que guiaba a la razón en la investigación científica. Los trabajos de Copérnico,
Kepler, Galileo y Huygens provocaron una revolución científica que generó la caída del modelo geocéntrico
y una nueva concepción heliocéntrica. Pero más importante que el cambio de modelo, fue que la revolución
científica acabó con la autoridad de Aristóteles y de la Biblia en cuestiones también científicas. El resultado fue
la reacción de la Iglesia mediante la condena a Galileo y la inclusión de las obras de Copérnico en el catálogo
de obras prohibidas. Nuevamente, ahora que Aristóteles había dejado de ser una referencia externa para la
razón, la necesidad de un método para decidir cuándo estamos frente a una verdad se hacía inevitable. Pero la
publicación de esa propuesta metodológica, precisamente por la actitud defensiva de la Iglesia, debía ser muy
cauta (de ahí el anonimato) y donde su dominio fuera menor (por eso en Holanda).
No sólo el desarrollo físico y astronómico, sino también los descubrimientos geográficos, náuticos, béli-
cos..., fueron posibles por la matematización de las ciencias. Los trabajos de Isaac Beeckman, Golius, Faulhaber
y los del propio Descartes mejoraron el saber matemático. Las matemáticas eran las únicas ciencias que propo-
nían demostraciones indudables, y cuando lo matemático se aplicaba a otras ciencias, se producía un inmediato
desarrollo. Por ello, el método cartesiano será deudor no de las matemáticas, sino de «lo matemático», de lo
que hace que las matemáticas alcancen su certeza. Descartes espera así éxitos semejantes.
La crisis y pérdida de referentes trajo el escepticismo que en la Francia de la época tenía sólidos represen-
tantes como Michel de Montaigne (del que en la Segunda parte del Discurso aparecen expresiones literales),
Pierre Charron o Francisco Sánchez. Por eso la estrategia cartesiana empezará por vencer el escepticismo con
sus propias armas transformando la duda escéptica en metódica.
Sin referentes no racionales, con lo matemático como modelo y frente al escepticismo, Descartes afronta
un proyecto metodológico que le permita superar la crisis, acompañando así a otros autores que asumen la
misma intención. El método que Francis Bacon propone en el Nuevo Organon pretende conseguir una
inducción correcta para llegar a establecer una afirmación universal y, por tanto, siempre válida. Al científico
le interesa conocer las propiedades físicas de los cuerpos que se expresan en leyes, y el método para elaborarlas
es la realización, mediante la anotación de las observaciones de un fenómeno, de tres tablas (de presencia, de
ausencia y de grados). Sin embargo, este método se aleja del cartesiano ya que desconoce la importancia tanto
de las matemáticas para formular leyes como de la formulación de hipótesis.
El método resolutivo-compositivo de Galileo permite expresar los fenómenos observados en lenguaje
matemático. Galileo defiende que la naturaleza está «escrita» con lenguaje matemático (está «matematizada»),
por lo que su conocimiento sólo será posible descifrando sus relaciones matemáticas y expresándolas en fórmu-
las. Para llegar a esas fórmulas propone tres pasos: resolución (análisis de los datos), composición (formulación
de una hipótesis) y resolución experimental. El mundo físico de Descartes también será un mundo matemati-
zado.
. Comparación del pensamiento del autor con otra posición filosófica
Como acabamos de decir, Descartes inaugura la Modernidad con el concepto de sujeto; por ello, su in-
fluencia en toda esa época y posteriormente ha sido muy grande. En general, se diferencia de la filosofía antigua
y medieval en lo que constituye un problema fundamental de la filosofía moderna, el de la relación entre nues-
tras representaciones y la realidad externa, pues ya no se piensa, como en la filosofía antigua y medieval, que
conocemos la realidad directamente, sino indirectamente, a través de nuestras representaciones.
Ya en la Edad Moderna, el racionalismo (Descartes) y el empirismo polemizaron en torno a este problema
de la capacidad del entendimiento para conocer la realidad. Puesto que el sujeto no conoce la realidad directa-
mente, solo puede acceder a ella por dos caminos: la razón o los sentidos. Los racionalistas afirmarán que es la
razón la vía correcta y desecharán los sentidos como fuentes engañosas, y los empiristas sostendrán que todo
conocimiento comienza y se justifica por la experiencia. En este sentido, mantuvieron una fuerte polémica en
torno a la existencia de las ideas innatas. Estas son imposibles para los empiristas, pero imprescindibles para los
racionalistas. El sujeto pensante cartesiano solo puede salir de sí mismo a partir de la idea innata de infinito.
Se puede terminar con Kant, diciendo que en el siglo XVIII éste llevará a cabo una síntesis entre raciona-
lismo y empirismo al defender que sí podemos alcanzar un conocimiento universal y necesario, pero que no
podemos conocer la realidad en sí, porque en ese conocimiento intervienen dos elementos: una realidad que
5. Descartes El Discurso del Método
nos afecta y ciertos elementos que aporta el sujeto. El conocimiento debe empezar siempre con la experiencia
y la sensibilidad, pero no se reduce a ella, porque el sujeto (la razón) añade ciertos elementos. De este modo,
queda fuera del ámbito del conocimiento todo aquello que está más allá de la experiencia, como sucede con los
elementos tradicionales de la metafísica: Dios, el alma y el mundo. Éstos no pueden ser objeto de conocimiento
científico, pero son el fundamento del ámbito práctico (de la ética).
Las dos partes del Discurso abordan la fundamentación del proyecto filosófico, del método para llegar a la
verdad (Segunda parte) y de los principios del ser (Cuarta parte). Se relacionan las posiciones de Descartes en
esos ámbitos con la platónica, con la que presenta muchas cercanías, y con la de Hume, con la que presenta
claros distanciamientos.
.. La realidad (ontología)
Posición platónica. Dualismo ontológico. La realidad verdadera es el ámbito inteligible porque es el único
universal, necesario, inmutable e independiente de los sujetos (idealismo). El mundo sensible es un
ámbito de segundo orden consecuencia del inteligible del que recibe su esencia gracias a la participación
o imitación.
Posición cartesiana. Dualismo ontológico semejante al platónico: la realidad se divide en mundo físico (las
sustancias extensas) e inteligible (las sustancias pensantes). Sin embargo, Descartes reconoce al mundo
físico una realidad no reconocida por Platón. Todo lo matematizable, en cuanto que puede ser objeto
de conocimiento cierto, es real. El mundo real de Descartes no es el mundo físico, sino el «mundo de
la ciencia física». También se distancia de Platón en la relación entre ambos mundos: Platón estableció
la participación e imitación, para Descartes extensión y pensamiento son dos mundos completamente
separados que sólo en el hombre entran en contacto.
Posición empirista de Hume. La existencia de un mundo físico, de un mundo formado por sustancias ex-
tensas es una mera creencia generada por los hábitos de la razón. Lo único de lo que el hombre tiene
certeza es de sus impresiones. Atribuir a esas impresiones una causa externa e independiente del sujeto
(mundo) es dar un salto ilegítimo. Además, la idea «sustancia» carece de una impresión correspondiente,
por tanto, también es una creencia. Ante el mundo externo sólo cabe el escepticismo.
.. El conocimiento (epistemología)
Posición platónica. Del mundo sensible sólo es posible una opinión, conocimiento no verdadero. Éste sólo
es útil como medio para recordar las ideas que el alma racional ya había conocido (innatismo). La verdad
del conocimiento depende de la verdad de los seres (objetivismo), a cuyo conocimiento sólo se llega a
través del alma racional; los sentidos muestran una realidad falsa (racionalismo).
Posición cartesiana. Coincide con Platón al afirmar que el conocimiento más elevado es el inteligible, la
ciencia. Igual que en Platón, las creencias y opiniones carecen de valor. También desconfía de los sentidos
como fuente válida de conocimiento. Sólo la razón lo es. Descartes también acepta la existencia de ideas
innatas, pero reconoce que hay otras con otros orígenes (adventicias y facticias). Probablemente el punto
de mayor distancia entre ambos y que sitúa a Descartes como un filósofo de la Edad Moderna sea
su apuesta por un enfoque subjetivista de la verdad, heredero del humanismo y antropocentrismo. El
criterio de verdad cartesiano es la certeza: será verdadero lo que la razón perciba con claridad y distinción.
Es el sujeto quien determina cuándo estamos ante un conocimiento verdadero. Sin embargo, en Platón,
el enfoque es objetivista. El conocimiento es verdadero si es conocimiento de Ideas, es decir, de seres
verdaderos. Por tanto, entre el sujeto que conoce y el objeto conocido, en Platón el elemento clave es el
objeto conocido. En Descartes lo es el sujeto.
Posición empirista de Hume. Sólo tenemos impresiones e ideas. Estas últimas son ideas verdaderas sólo si
provienen de una impresión. La vivacidad de las impresiones es criterio suficiente para garantizar su
verdad. En ningún momento discute Hume la validez de esas impresiones porque tampoco establece
vínculo alguno entre ellas y el hipotético mundo externo que las causaría. El sujeto se encuentra con
que tiene impresiones y frente a eso no cabe ninguno de los argumentos presentes en el proceso de duda
6. Descartes El Discurso del Método
cartesiano. La razón, lejos de ser el criterio de verdad, es el origen de nuestros conocimientos no ciertos,
de las creencias. Es la razón la que, atenazada por los hábitos, «inventa» ideas. El criterio de verdad
reside en lo sensible, en las impresiones y son éstas las que se deben utilizar para vigilar a la razón. Lo
verdadero es lo que tiene su origen en una impresión. Es decir, una posición opuesta a la racionalista.
Sin embargo, según Hume, aunque las creencias no proporcionan un conocimiento verdadero, sin ellas
la vida sería imposible (suponer que voy a poder levantarme de esta silla es una creencia). No tienen que
ser rechazadas, como propone Platón y Descartes, sino asumidas como necesarias para la vida. En algún
sentido Descartes reconoce cierto papel a las creencias a través del concepto de «seguridad moral», pero
que siempre es inferior a la «certeza metafísica».
.. El conocimiento de Dios
Posición cartesiana. Gracias a los argumentos racionales el ser humano puede llegar a conocer la existencia
de Dios y, en gran parte, su naturaleza.
Posición empirista de Hume. La crítica empirista al concepto de causa (ya que es una idea ilegítima) lleva
a criticar la validez de los dos argumentos causales cartesianos para probar la existencia de Dios. El
argumento ontológico, que parte de las características de la idea de Ser Perfecto, también es criticado
porque tal idea también es ilegítima, no proviene de ninguna impresión, es una creencia.
.. El ser humano (antropología)
Posición platónica. Dualismo antropológico. La verdadera identidad del hombre es su alma de estructura
tripartita. El alma racional, que es inmortal, es la fuente del verdadero conocimiento. Para alcanzarlo
tiene que luchar contra el cuerpo y sus sentidos. La vida se convierte así en un camino de separación de
lo sensible.
Posición cartesiana. Asume desde otros supuestos un dualismo antropológico cercano al platónico. El hom-
bre es un compuesto de dos sustancias completamente separadas (pensante y extensa) que sólo interac-
cionan a través de la glándula pineal. Como en Platón el alma racional, la sustancia pensante es inmortal
y la que define esencialmente al hombre. Descartes no establece una estructura tripartita del alma, pero
identifica el yo con el alma racional platónica. Como en Platón, el método cartesiano exige un «entre-
namiento» de la razón para seguirlo y su separación de la influencia de los sentidos.
Posición empirista de Hume. El yo, la sustancia pensante, es una creencia de la razón. ¿Cuál es la impresión
de la que surge la idea del yo? No se encuentra. Por tanto, se está ante una idea falsa. El yo es simplemente
un «haz de impresiones», carece de entidad ontológica (alma racional platónica o sustancia pensante
cartesiana).
.. El proyecto filosófico y el método
La intención ética del proyecto cartesiano, del platónico y del humeano. Descartes persigue una doble fi-
nalidad que recoge el título del Discurso: dirigir su razón (finalidad práctico-moral) y encontrar la verdad
en las ciencias (finalidad teorética). Por otro lado, al establecer el árbol de las ciencias, afirma que la mo-
ral es la última y más elevada de las ciencias. Por tanto, la finalidad última es elaborar una moral basada
en principios ciertos, de tal modo que siempre sepa cómo conducirme y qué decidir. La semejanza con el
proyecto platónico es evidente: el objetivo último del ascenso del filósofo es conocer qué es el Bien para
así vivir conforme a él. También en Hume el conocimiento de la naturaleza humana tiene una intención
práctica: se pretende delimitar sobre qué se puede discutir y sobre qué no.
La intención metodológica cartesiana y la empirista de Hume. Descartes pretende reformar las opiniones
y creencias recibidas a lo largo de su vida y establecer si se trata de conocimientos ciertos o no. Por tanto,
persigue un conocimiento cierto que supere el carácter probable y dudable de las creencias. Ese mismo
proyecto es asumido por Hume. La intención metodológica es la misma, aunque el método y el criterio
de verdad empleados sean diametralmente opuestos.
7. Descartes El Discurso del Método
. Valoración crítica
Al igual que en el punto anterior, se debe valorar el tema del texto; así que se debe empezar exponiendo la
opinión respecto al texto, pero después se puede hacer una valoración de otros aspectos en función del tiempo.
Algunos temas sobre los que se puede tomar posición son:
• la capacidad de la razón
• el rechazo a los sentidos
• el dualismo antropológico
• mecanicismo
• la necesidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios
• la existencia de ideas innatas
Si se considera oportuno, se pueden utilizar argumentos de Locke o Hume para criticar a Descartes. También
se puede mencionar una crítica clásica: Descartes incurre en un círculo vicioso, ya que demuestra la existencia
de Dios partiendo de la confianza en la razón cuando ésta concibe algo como evidente, pero posteriormente
afirma que si la razón es capaz de alcanzar verdades evidentes, es porque Dios existe, ya que sin su existencia,
no tenemos garantías de la fiabilidad de nuestros razonamientos.
Algunas preguntas que se pueden plantear son las siguientes:
.. La realidad (ontología)
• ¿Qué opinión te merece la reducción cartesiana de lo real a lo matematizable?
• ¿Crees que el escepticismo de Hume está justificado?
.. El conocimiento (epistemología)
• ¿Los argumentos cartesianos son suficientes para justificar la existencia de ideas innatas?
• ¿Qué opinión te merece el argumento cartesiano sobre la falibilidad de los sentidos? ¿Acaso no podrías
recordar muchas experiencias en las que tus sentidos te han «engañado»?
• ¿Qué te parece el argumento cartesiano de la imposibilidad de saber con certeza si estamos soñando o
no? ¿Crees que es cierto que lo que experimentamos mientras soñamos no se puede distinguir de lo que
experimentamos cuando estamos despiertos?
• Si, como señala Hume, todo lo que sabemos proviene de la experiencia sensible, ¿de dónde viene enton-
ces, el carácter universal de nuestros conceptos e ideas?
.. El conocimiento de Dios
• ¿Qué opinas de los argumentos causales cartesianos para probar la existencia de Dios? ¿Te parecen bien
fundados? ¿Y el ontológico?
• ¿Coincides con las críticas de Hume a esos argumentos?
.. El ser humano (antropología)
• ¿Crees que el dualismo antropológico cartesiano explica los fenómenos habituales de nuestra vida como
la decisión de mover un brazo y el hecho de que efectivamente se mueva?
• ¿Qué opinión te merece la crítica humeana al concepto de yo o sustancia pensante cartesiano?
• Si asumimos la crítica humeana al concepto de yo, ¿en qué consiste la identidad del hombre? ¿Qué es el
yo? ¿Por qué yo me reconozco como yo?
8. Descartes El Discurso del Método
.. El proyecto filosófico y el método
• ¿Qué hay de positivo y qué de negativo en el método racionalista cartesiano? ¿Y en el empirista humeano?
• ¿Acaso no cabe un método intermedio que asuma lo positivo de ambas posiciones y prescinda de lo
negativo?
• ¿Qué te sugiere el hecho de que tanto en el proyecto filosófico de Platón, de Descartes como en el de
Hume aparezca una intención finalmente ética?
. Actualidad del tema tratado
El pensamiento de Descartes ha sido fundamental en el ámbito filosófico. Se trata del primer filósofo de la
época moderna y como tal inaugura un nuevo modo de hacer filosofia que ha encontrado seguidores incluso
en nuestros días.
Así, apreciamos en él una defensa de la autonomía de la razón, desvinculada ahora de la religión, la auto-
ridad y la tradición, que rompe con los planteamientos medievales y resultará fundamental en la Ilustración
y el pensamiento contemporáneo. Del mismo modo, creyó en el poder ilimitado de la razón humana, que se
ha plasmado en el espíritu científico posterior, y defendió el rigor intelectual y la necesidad de establecer un
método apropiado para orientar a la razón.
No obstante, su influencia ha sobrepasado el ámbito de la filosofía y ha trascendido a otros terrenos. En el
plano científico pervive hoy su concepción mecanicista de la realidad y siguen vigentes el principio de inercia,
la defensa del movimiento rectilíneo y la utilización en matemáticas de los ejes cartesianos, y en el plano
cultural el argumento del sueño y el problema de la apariencia y la realidad sigue inspirando el mundo de la
literatura y el cine.
Se enumeran algunos de los temas abordados en los fragmentos del Discurso que con más evidencia están
presentes en nuestra sociedad. Sin duda el alumno podrá añadir otros tras haber profundizado en un texto tan
sugerente.
.. Matematización y desarrollo científico
La Segunda parte del Discurso propone un método y un criterio de verdad heredero del matemático. Des-
cartes cree que así todas las ciencias conseguirán éxitos semejantes a los de las matemáticas. La matematización
de lo científico y, por tanto, de lo real, es una característica que desde entonces ha impregnado casi todos los
ámbitos de la cultura occidental europea y americana. Desde los ejes cartesianos para simbolizar las figuras
geométricas hasta el diseño del nuevo acelerador de partículas europeo sólo hay una línea continua que obede-
ce a los mismos parámetros: lo real es lo matematizable. El conocimiento de cómo son las cosas se consigue
cuantificando y descubriendo la ley que expresa las relaciones entre esas cantidades. Al fin y al cabo, lo que
define a un elemento atómico son elementos cuantificables; son números. Los descubrimientos en todos los
campos científicos (física, química, biología...) y todas sus aplicaciones técnicas (ingenierías, medicina...) han
sido tales que la fe en la religión ha sido sustituida por la fe en la ciencia. Si el desarrollo científico continúa
como hasta ahora, se afirma, se encontrará la solución a todos los problemas del hombre. La salvación está en la
ciencia. Descartes creía haber puesto las bases ciertas para abordar ese desarrollo científico en el que él mismo
participó. Una prueba de esta fe es que todos los gobiernos insisten en la necesidad de invertir en investigación
científica.
.. Autonomía de la razón, laicización y ciencias sociales y humanas
La matematización por sí sola no hubiera propiciado el desarrollo científico si Descartes no hubiera defen-
dido a la vez la autonomía de la razón. Sólo una razón que se separa de cualquier creencia, una razón pura,
es la que puede llegar a la verdad. Descartes se convierte así en la referencia básica del proceso de laicización.
Una vez que la razón se ha separado de la fe y el mundo físico ha dejado de ser el fruto de la creación divina,
la ciencia encuentra un nuevo campo en el que descubrir leyes sin que tengan que ser testadas por ninguna
9. Descartes El Discurso del Método
autoridad distinta de la propia experiencia. Desarrollo científico y laicización son, al menos en Europa, proce-
sos paralelos, aunque esta lucha de la razón por separarse de la presión de la fe se sigue manteniendo (intento
del creacionismo estadounidense por eliminar la enseñanza del evolucionismo en las escuelas, la crítica del
Vaticano a la investigación genética...).
Del mismo modo, sólo aceptada la posibilidad de explicar al hombre desligado de Dios, fuera de la reli-
gión, se pueden desarrollar las ciencias sociales (sociología, economía...) y humanas (antropología, psicología,
pedagogía...). Estas ciencias, que han alcanzado su mayor auge desde el siglo XIX son fruto de esa nueva visión
del hombre que trae el cartesianismo. Tanto es así, que ni siquiera ellas, a pesar de llamarse «humanas», han po-
dido sustraerse a la matematización, que se ha convertido en un instrumento necesario en sus investigaciones.
Es decir, el «modelo», lo que se sigue considerando «científico», se admita o no, sigue siendo la física clásica.
Pero la separación razón–fe no ha traído sólo el desarrollo y matematización de las ciencias, sino que
ha contribuido a la aparición de posiciones ateas (negación de la existencia de Dios), y agnósticas (negar la
posibilidad de cualquier afirmación o negación sobre Dios). Es evidente que el pensador francés no es ni una
cosa ni otra y que esta idea no estaba presente en el proyecto cartesiano. La razón, según Descartes, llega a la
certeza de Dios. Pero la modernidad ha perdido el optimismo racionalista: el hombre contemporáneo ya no se
cree en posesión de una razón tan poderosa como para afirmar de modo claro y distinto la existencia o no de
Dios. Es decir, el racionalismo optimista ha desembocado en un racionalismo agnóstico.
.. Autonomía de la razón e individualismo
La Segunda parte del Discurso deja claro que es el sujeto («pensante») quien se impone como criterio de
verdad. «Es verdad lo que mi criterio racional decide que es verdad». Probablemente pocas afirmaciones tan
contundentes y con tantas consecuencias se han hecho en la historia del pensamiento (quizás sólo se encuen-
tren en la moral kantiana), afirmaciones, por otro lado, absolutamente alejadas del relativismo. Descartes no
defiende un subjetivismo relativista, sino racionalista. La razón es la misma en todos los hombres. Es ahí don-
de se encuentran las raíces del individualismo del que tanto se ha criticado a la sociedad moderna, y de la
reivindicación de la igualdad de dignidad y derechos para todos los hombres.
.. La verdad y el genio maligno
Hay otras ideas cartesianas que vuelven una y otra vez. Por ejemplo, la sospecha de que la realidad en
la que el hombre se mueve no sea tal, sino una mera ilusión de los sentidos que nos aleja de lo real ha sido
retomada por varias producciones cinematográficas. El argumento de la indistinción entre sueño y vigilia se
refleja en la producción española de Alejandro Amenábar Abre los ojos. El director nos presenta el tormento
en el que vive el protagonista incapaz de distinguir cuándo está viviendo y cuándo está soñando que vive. El
argumento del genio maligno es actualizado en Matrix, producción que nos describe un mundo habitado por
hombres que creyendo conocer a través de sus sentidos un mundo sensible, realmente sólo reciben impulsos
eléctricos controlados por un poderosísimo sistema informático. Es decir, unos hombres a los que un genio
maligno, reinterpretado como un inmenso ordenador, engaña, convirtiendo la realidad digital en la realidad
que se impone y esconde la verdadera.
. Glosario del texto
Alma, mente: Sustancia pensante, es decir, sustancia (véase), cuya naturaleza o esencia consiste en pensar
(cogitare. Véase cogito). Es realmente distinta e independiente del cuerpo, como lo demuestra el hecho
de que podemos concebirla sin necesidad de recurrir a la idea de este.
Descartes utiliza a menudo la expresión “unión sustancial” (de origen aristotélico y empleada por los
escolásticos) para referirse a la relación entre el alma, o mente, y el cuerpo. Sin embargo, su doctrina
es radicalmente distinta de la escolástica: para esta, la unión “sustancial” comporta que alma y cuerpo
constituyen una sustancia, mientras que para Descartes se trata de dos sustancias.
Cogito: Literalmente, yo pienso. Con esta palabra suele aludirse a la fórmula completa, cogito, ergo sum
(“pienso, luego existo”) en que se expresa la primera verdad del sistema de Descartes.
10. Descartes El Discurso del Método
El pensamiento es la esencia o naturaleza del alma y comprende todos los actos de los cuales el sujeto
es consciente de modo inmediato. Descartes lo explica así: “En la palabra “pensamiento” (cogitatio)
incluyo todo lo que está en nosotros, de tal modo que somos conscientes inmediatamente de ello. Así,
pensamientos son todas las operaciones de la voluntad, del entendimiento, de la imaginación y de los
sentidos. Ahora bien, he añadido la palabra “inmediatamente” con el fin de excluir todo lo que se sigue
de aquellas operaciones: por ejemplo, el movimiento voluntario tiene ciertamente el pensamiento como
principio, pero él mismo no es, sin embargo, pensamiento”.
Cuerpo, materia: Cuerpo es sustancia extensa (véase sustancia). Descartes propone la siguiente definición:
“Se llama cuerpo a la sustancia que es sujeto inmediato de la extensión local y de los accidentes que
presuponen la extensión como las figuras, la situación, el movimiento local, etc”.
Al reducir e cuerpo (la materia) a la extensión, Descartes propició una concepción mecanicista de la
naturaleza.
Dios: Sustancia infinita (véase sustancia). Descartes lo define como “aquella sustancia que entendemos que
es sumamente perfecta y en la cual no concebimos absolutamente nada que contenga algún defecto o
limitación de perfección”.
Descartes sostuvo que la existencia de Dios puede ser demostrada a partir de la idea de “lo sumamente
perfecto” mediante dos argumentos: a) el argumento basado en que la realidad objetiva de esta idea sola-
mente puede ser causada por un ser que posea tal realidad efectivamente, y b) el argumento “ontológico”
según el cual la idea del ser sumamente perfecto incluye todas las perfecciones y, por tanto, incluye la
existencia real del mismo.
Duda. Es el fundamento de la filosofía de Descartes. Este pretende alcanzar un conocimiento verdadero, más
allá de toda duda. La duda es universal, porque se aplica a todo el saber que la razón no haya examinado
y reconocido como verdadero, y es metódica, en el sentido de que no es escéptica, no niega que exista
la verdad, sino que, como primer paso del método, pretende evitar que se consideren verdaderos juicios
dudosos y así poder alcanzar un conocimiento absoluto y seguro.
Evidencia. Es el criterio de verdad planteado por Descartes. Una proposición es verdadera cuando la razón
intuye que lo es; dicho de otra manera, cuando la razón concibe de forma clara y distinta sin ningún
género de duda que tal proposición es verdadera. La evidencia es, por tanto, un acto del pensamiento,
de la razón, no de los sentidos, pues estos nos engañan.
Idea: En Descartes, las ideas son el objeto del pensamiento y como tales ideas indudablemente existen en él,
aunque esto no quiere decir que se correspondan con una realidad exterior. Son representaciones del
sujeto, no cosas del mundo externo. Se dividen en innatas, adventicias y facticias. A partir de las ideas
innatas, de la idea innata de infinito, el sujeto supera el aislamiento demostrando la existencia de Dios
y, a través de este, del mundo.
Intuición: Captación simple e inmediata de un objeto por la mente. Descartes la define como “la concepción
de una mente pura y atenta, tan fácil y distinta que en absoluto queda duda alguna sobre aquello que
entendemos”. Es una operación primaria de la mente (véase método) y exclusiva de ella (sin participación
de los sentidos) que se caracteriza por a) su simplicidad; b) la evidencia con que lo intuido se presenta
al pensamiento y, en consecuencia, c) su infalibilidad y certeza.
La intuición previa a la deducción. Por esta entiende Descartes “todo aquello que se sigue necesaria-
mente de otras cosas conocidas con certeza”. Consiste en recorrer los pasos del razonamiento intuyendo
sucesivamente la conexión de los mismos entre sí y con los principios evidentes originalmente intuidos.
Método: Es el camino propuesto por Descartes para descubrir la verdad. Se basa en que todos los seres huma-
nos participan de la razón y del sentido común, en que todos son seres racionales. El método cartesiano
se funda en no admitir ninguna cosa que no se haya probado evidentemente como verdadera. A partir
de estas verdades iniciales intuidas se deduce el resto del conocimiento. Así pues, el método garantiza:
11. Descartes El Discurso del Método
a) la certeza (al excluir el error), b) la facilidad en el progreso del conocimiento, y c) hasta alcanzar el
máximo posible de conocimiento verdadero.
En el Discurso del método, Descartes propone sus cuatro célebres reglas. Con todo, el método es más que
meras reglas o recetas: expresa la estructura y funcionamiento “matemáticos” de la razón. De esta
manera se refiere al proceso de reducción de lo complejo a lo simple (análisis) y al progreso a partir
del conocimiento de lo simple (síntesis), así como a las operaciones primarias de la mente: la intuición
(véase) y la deducción.
Sujeto. Es el ser humano considerado en tanto que ser que piensa. En la búsqueda de una primera verdad
más allá de toda duda, Descartes se reconoce como un sujeto que piensa, pues, aunque lo que piense sea
falso, es cierto que piensa. El atributo del sujeto es, por tanto, el pensamiento. El cuerpo no forma parte
del sujeto, sino que es una sustancia distinta, aunque en el caso del hombre está estrechamente unida al
alma, a la razón. El pensamiento, igual que el cuerpo, también es una sustancia.
Sustancia: Según Descartes, es aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para
existir. De acuerdo con esta definición, solo Dios sería verdaderamente sustancia, pero Descartes propone
la existencia de tres: la sustancia infinita, omnisciente y creadora (Dios), la sustancia pensante (el alma, la
mente, el espíritu del hombre), que no tiene partes, y la sustancia extensa (nuestro cuerpo y los cuerpos
en general), divisible. Cada sustancia se determina por un atributo que expresa su esencia o naturaleza:
así, el pensamiento es el atributo del alma (sustancia pensante), la extensión lo es del cuerpo (sustancia
extensa) y la infinitud, en fin, lo es de Dios (sustancia infinita). De este modo se configura la doctrina
cartesiana de las tres sustancias.
Representaciones. La gran aportación de la filosofía moderna es la noción de «sujeto». Vinculado a ella se
encuentra el concepto de «representación». Cuando el sujeto conoce la realidad, no conoce la realidad
directamente como tal, sino por intermedio de sus representaciones. Por tanto, en el sentido en que
aquí la utilizamos, la representación puede ser tanto las ideas que existen en nuestra razón, según los
racionalistas, o las impresiones sensibles que recibimos del mundo externo, según los empiristas.
Voluntad: Todas las operaciones de la mente (modos del pensamiento) son, según Descartes: a) percepciones
(operaciones del entendimiento) o b) voliciones (operaciones de la voluntad). Voliciones son "desear,
rechazar, afirmar, negar y dudar". Como juzgar (afirmar, negar) es una operación de la voluntad, Des-
cartes sitúa en esta la fuente de nuestros errores. El error tiene lugar cuando la voluntad afirma en
situaciones en que el entendimiento no percibe con claridad.