1. El divorcio, sus causas y complicaciones
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Por lo general, las causas de un divorcio son menos numerosas y más sencillas que sus
consecuencias.
El divorcio es la segunda causa más dolorosa después de la muerte. Todos sabemos que somos
mortales y que algún día, lo deseemos o no, vamos a tener que partir de este mundo. En
cambio el divorcio es una decisión voluntaria. Nadie está obligado a divorciarse, pues la
mayoría de los matrimonios se forman con las intenciones que duren una vida entera. ¿Cómo
nace entonces esa determinación de romper un hogar? Veremos algunas causas:
1- Si la pareja, o uno de sus miembros no tiene claro lo que significa formar una familia que
cumpla con los votos hechos delante de Dios de permanecer fielmente en el hogar, el
resultado será una familia tambaleante que difícilmente será estable. Si el comienzo de aquel
matrimonio fue poco promisorio, el futuro del mismo no puede ser mejor.
2- Cuando alguien viene de un hogar derrumbado va a tener la tendencia a continuar con el
modelo de vida que causó el daño en el hogar de sus padres. Eso es lo único que esa persona
conoce, lo cual llega a parecerle normal, y si ese estilo de vida no se corrige a tiempo, seguirá
destrozando nuevas vidas en el futuro. Eso es lo que el Señor identificó como la dureza del
corazón.
3- Cuando la pareja se casa por un motivo equivocado. Por ejemplo, porque viene un hijo en
camino, por interés a una herencia sustancial, por no quedarse solo (a), por atracción física,
etc.
4- Por una conducta infiel
5- Por alguna adicción incontrolable
6- Por mantener discordias permanentes
7- Derroche del dinero, por mal manejo del mismo y por negocios mal hechos
8- Excesiva intervención o control por parte de los suegros
CONSECUENCIAS EMOCIONALES:
Las consecuencias de un divorcio por lo general son devastadoras y de larga duración, sin
tomar en cuenta la calidad de vida que se tuvo durante ese matrimonio. Si el matrimonio se
caracterizó por haber sido estable y bueno, va a dejar un dolor muy difícil de erradicar, a causa
2. de los recuerdos imborrables que quedaron en todos los miembros de la familia envuelta, y en
el resto de los familiares de la pareja. Los más afectados son siempre los hijos, porque ellos no
entienden ni aceptan las razones de una separación. Ellos se niegan a mirar que una desgracia
de esta clase pudiera llamar a la puerta de su hogar algún día.
Si el matrimonio se caracterizó por ser inestable, con muchos malos entendidos y discordias
que hicieron la vida insoportable, igualmente dejará mucho dolor y resentimiento por el hecho
de haber confiado en alguien que no llenó las expectativas y por el mejor tiempo de la
juventud que se fue sin haber sido aprovechado.
Es una tarea imposible para un niño tener que digerir la amarga realidad de que uno de sus
padres ya no está más en casa, y que el único tiempo que tienen para compartir con el padre
ausente es limitado y en un lugar neutral, porque el padre que se fue ya no pertenece a esa
casa a la cual entraba y salía con toda libertad durante todos los años que vivieron juntos
como una familia. Ahora en cambio, si quiere ver a sus hijos tiene que tocar la bocina de su
auto frente a aquella casa que un día fue su hogar.
Esa visita, aunque trae felicidad a los hijos, es incompleta, porque siempre habrá un asiento
vacío, ya sea en el auto, o en el parque de recreaciones, o en aquel restaurante que
frecuentaban cuando el grupo familiar estaba completo.
En todo divorcio, siempre los más afectados son los hijos, no importa la edad que tengan,
porque para todo hijo es vital la unidad entre sus padres. Si el niño está en edad escolar le va a
afectar mucho en su rendimiento académico. Y el hecho de verse siempre con uno de sus
padres mientras que la mayoría de sus compañeros andan y viven con ambos padres, hace que
su amor propio se desvalorice demasiado. Además de confundirse, su mente se va a saturar de
incógnitas cuyas explicaciones jamás lograrán satisfacer su alma infantil.
La separación de los padres hace que sus niños crezcan con temor; se les hace más difícil poder
establecer amistades de larga duración. Se han vuelto desconfiados y creen que en cualquier
momento y por cualquier causa van a ser puestos a un lado de su círculo social. De modo que
se les hace más fácil permanecer lo suficientemente distantes como para que no los
consideren como antisociales, ni tan envueltos, para que el posible rechazo tan temido no les
resulte tan cruel.
Cuando esos niños llegan a la juventud siguen teniendo problemas de adaptación en el medio
ambiente donde se encuentren; ya sea el colegio o su lugar de trabajo. Ellos sienten que han
sido en parte responsables del divorcio de sus padres, y eso hace que se sientan perseguidos
por un sentimiento de culpabilidad que los obliga a vivir a la defensiva...siempre huyendo de
un fantasma inexistente que los induce a pensar en la adversidad antes de que los hechos se
encajen en su lugar.
Ese sentimiento de fracaso les impide levantar vuelo en todas sus actividades. La frase: “Y SI
ME VA MAL” les acompaña al comenzar todas sus empresas, por lo tanto, piensan que sería
más prudente no iniciar nada que conlleve cierto riesgo, pero, la verdad es que toda empresa
conlleva un grado de riesgos. Por otro lado, como estas personas magnifican esos riesgos, la
3. lógica les dice que es mejor no despegar. Los comentarios emitidos no incluyen a todas
aquellas personas que han logrado sobreponerse a los efectos negativos que un divorcio deja
en las familias.
Cuando estas personas forman sus propios hogares, les acompaña el trauma que su
matrimonio se puede derrumbar cada vez que entre ellos se presenta un problema igual o
similar al que ellos acostumbraban ver entre sus padres. En estos casos, la pareja que está en
ventaja por no acarrear ningún trauma, tiene el deber sagrado de darle a su cónyuge el
respaldo emocional que le asegure una vida unida y armoniosa.
Ningún divorcio es justificable cuando hay hijos de por medio, a menos que exista violencia
doméstica. En ese caso, la víctima tiene que armarse de valor y abandonar el hogar
inmediatamente después del primer incidente de abuso, y regresar si lo desea una vez que el
victimario dé señales convincentes y permanentes de una total recuperación. Esa es la única
circunstancia en que los hijos aprueban una separación, más aún, ellos aplauden la dignidad de
la persona que no se prestó para esa deshonra tan ruin. Ese sería el único caso que no deja
huellas dolorosas en los hijos.
La unidad matrimonial es algo que debiera cultivarse y mantenerse tan saludable como sea
posible con tal de evitar su vulnerabilidad, sabiendo que su deterioro envuelve a muchas
personas en un dolor innecesario, y que puede evitarse si el círculo familiar se atiende a
tiempo y a plenitud.
Cuando una pareja lleva una vida demasiado turbulenta, se piensa que lo más recomendable
sería terminar con esa relación. Pero eso no mitiga el dolor porque se sufre por el tiempo y
oportunidades desperdiciadas. Por ende, siempre existirá la auto recriminación: “¡por qué no
hice esto, o aquello, cuando aún estaba a tiempo para hacerlo, pero...no lo hice!
Al no existir violencia doméstica, la pareja tiene que pedir la ayuda divina para que sus
emociones maduren y así impedir que brote la violencia y vuelvan a tener un nuevo amor. Son
muchas las parejas que descubren sus virtudes y gozan en esa base, en lugar de sacar a relucir
solamente los puntos negativos.
No se logra ningún progreso cuando se trata de reformar a la otra persona. Ella o él puede
asumir una conducta que agrade a su cónyuge demandante pero ese cambio, por no ser
genuino sino forzado, no va a durar más de uno o dos meses. Saldrá otra vez a relucir la
verdadera personalidad de ese individuo.
Dios no nos ha dado la tarea de reformadores, sino de aceptarnos recíproca-mente tal como
somos. Con una actitud positiva vamos a descubrir que aún los defectos de nuestra pareja nos
pueden resultar divertidos. Recordemos que nadie es mejor o peor que el otro. Somos
diferentes, y esa diferencia es lo que le da el sabor y la variedad a la vida matrimonial.
Como parejas, tenemos que amarnos así como Cristo amó a la iglesia, Él nos acepta
incondicionalmente, tal cual somos, y cuando voluntariamente nos dejamos guiar por su
Espíritu nos vamos asemejando más al verdadero modelo. Nosotros no cambiamos por
someternos a un proceso riguroso de reforma. Recordemos que nuestra personalidad nunca
cambia. Con la personalidad que hemos nacido vamos a vivir toda nuestra vida. Lo único que
4. se puede eliminar son los malos hábitos, eso es posible no por fuerza de voluntad, sino por la
presencia de Jesús quien dijo “Sin mi nada podéis hacer”. Tan solo así gozaremos de una
reforma genuina, completa y permanente.
Otro dato conveniente recordar es que cuando se produce una ruptura, el que se queda en
casa demuestra más sabiduría. Con esa actitud está manifestando que no tiene razón para
huir, y que seguirá siendo el soporte necesario para todos sus hijos especialmente para los que
están en mayor desventaja. En cambio, el que se va de su lugar, es como el ave que abandona
su nido. Es capaz de dejarlo a la intemperie, a su suerte, sin importarle el depredador, ni cómo
queda cada uno de los polluelos.
LA DISCRIMINACIÓN
En la mayor parte de los casos, una mujer divorciada va a sufrir discriminación en diferentes
lugares: en edificios de apartamentos de alquiler, en las iglesias, en el momento de solicitar
una línea de crédito. Va a ser abusada financieramente por personas faltas de criterio como
algunos mecánicos, carpinteros, plomeros y comerciantes que ven su vulnerabilidad para
tomar ventaja de ellas. Todas estas personas tratarán de abultar los precios de sus servicios
profesionales, porque saben que sus clientes son personas crédulas y sumisas. Se les
recomienda a las tales, que se hagan acompañar de un familiar cada vez que tengan que
beneficiarse de dichos servicios.
A esta lista de posibles situaciones usted puede agregar alguna experiencia personal o algo
ocurrido a otra persona. Así podrá formar un cuadro más completo de todo lo que puede sufrir
una madre tan solo por el hecho de no tener al padre de sus hijos junto a ella.
¿SOMOS UNA FAMILIA TODAVÍA?
Esta es una pregunta que está en la mente de todos los hijos que se ven emplazados por la
separación de sus padres. En esos momentos ellos sufren un desconcierto tan grande que les
impide ver su propia suerte con claridad. Por esa causa ellos necesitan saber que el padre que
va a estar a su cuidado les va a ofrecer una seguridad permanente. Aunque ese padre se sienta
necesitado de refuerzos emocionales, tendrá que sacar fuerzas de alguna reserva con tal de
darles a sus hijos ese calor de hogar que tanto les urge.
No importa cuán grande sea el enojo que usted sienta contra su ex pareja, los hijos no tienen
que imponerse de los resentimientos que hay entre sus padres. Por lo tanto, lo mejor que una
madre puede hacer por sus hijos es hablar bien del padre de sus hijos, de igual manera, lo
mejor que un padre puede hacer es hablar con nobleza acerca de la madre de ellos.
Aunque la realidad sea diferente, es mejor hacerlo de esa manera para evitarles una catástrofe
más destructiva aún. Tal vez en el futuro ellos lleguen a comprender las razones que sus
padres tuvieron para separarse. Sin embargo, es mejor que todo se olvide y se sepulte sin
sacarlo jamás a la superficie.
5. Ese pequeño grupo familiar que logra permanecer unido deberá levantar un muro de
protección contra personas bien intencionadas. En ocasiones, estas personas no saben
manejar situaciones tan íntimas y sensitivas de la familia, por lo tanto, no logran el bien que se
han propuesto. Ese muro tendrá que ser lo más tan hermético posible para evitar que las
cicatrices se abran y vuelvan a sangrar.
La atención hacia los niños, bajo ninguna circunstancia, debiera verse disminuida. En la
mayoría de los países existen grupos de apoyo emocional para las familias que sufren el efecto
de una separación. Y si no existieran dichos grupos organizados, las familias afectadas debieran
reunirse, no para llorar, sino para motivarse a brindar actividades que ayuden a fortalecer a
todos sus participantes, comenzando por los niños más afectados.
LA RECUPERACIÓN
La recuperación tiene su período de duración el cual no se puede acortar para evitar caer en
una nueva tragedia. Muchas personas creen estar completa-mente recuperadas cuando
todavía no lo están y se lanzan prematuramente a la formación de una nueva relación, para
sufrir un nuevo fracaso. De esa manera, si no hacen un alto en el camino, se van a causar a sí
mismos un severo deterioro emocional.
Hay señales que muestran la sanidad emocional de alguien que viene saliendo del desgarro
que produce un divorcio. Por ejemplo, la persona vuelve a funcionar a todo su potencial, tanto
en sus trabajos y en su círculo social. Ya no se queja de su desgracia ni habla negativamente de
su ex pareja y se le oye decir con gracia: “El tiempo que vivimos juntos fue bueno”.
“Si algún día vuelvo a casarme, será cuando esté completamente seguro (a) de que esa
relación va a ser permanente”.
“Siento la necesidad de una persona adulta en mi vida”.
“Ya no volveré a cometer los mismos errores, la vida misma me lo ha enseñado”.
“Mis errores los recuerdo no para rumiarlos, sino como una lección bien aprendida”.
Tampoco hay que ignorar las pautas que los niños a veces suelen dar, especialmente cuando
dicen: “Papá, queremos una nueva mamá, ó, mamá queremos un nuevo papá”. Ese mensaje
no hay que ignorarlo porque ya lo han hablado entre ellos, por lo tanto, es algo de suma
importancia. Es un clamor del alma que no se puede tomar livianamente para que no se
sientan avasallados. Después de todo, hay lógica en creer que es mejor un buen padrastro a
tiempo, antes que un padre desobligado y ausente.
El tema del divorcio es muy vasto con muchas ramificaciones y en algunos casos muy
complicadas. Pero bien vale la pena tocarlo y hacer lo mejor que podamos con tal de
salvaguardar lo único que es nuestro en la vida: lo único que lleva nuestra sangre, parte de
nuestros huesos y carne de nuestra carne. Esos son tus hijos, ámalos y cuídalos
6. entrañablemente. Si lo haces, te bendecirán el día de mañana. Y si los abandonas, no desearán
conocerte. ¡PIÉNSALO!
CÓMO PROTEGER EL
DESARROLLO EMOCIONAL DE LOS
NIÑOS CUANDO LOS PADRES SE
SEPARAN O SE DIVORCIAN
por el Peter ErnestHaiman, Ph.D.
Durante los primeros seis años de vida, los niños desarrollan el apego emocional a la
persona que cotidianamente los cuida; y este desarrollo es muy importante. La
interrupción del mismo puede causar problemas en la niñez, la adolescencia y la
adultez. Conductas esenciales del bienestar personal e interpersonal forman parte de él.
Por ejemplo: (a) la habilidad para crear relaciones de amor o de cariño profundas y
duraderas, (b) la fortaleza para tolerar la satisfacción imperfecta de las necesidades
personales, (c) las actitudes y el deseo que nos llevan a cooperar con los demás y (d) la
motivación para aprender y trabajar. El curso de estos procesos es establecido en los
primeros años de vida por la calidad del lazo que se haya creado.
El divorcio y la separación forman parte de una realidad que afecta profundamente las
vidas de cada miembro de la familia. Antes, durante y después de un divorcio o una
separación se abren distintos tipos de heridas emocionales profundas. El fin de un
matrimonio es el comienzo de batallas feroces y costosas. Probablemente ninguna sea
más destructiva para todas las personas involucradas que la lucha por la custodia y/o los
derechos de visita. A menudo, padres y madres discuten y tienen amargas peleas para
determinar las condiciones según las cuales pasarán tiempo con sus hijos. Los abogados
y los jueces entran al campo de batalla para ofrecer consejos a sus partidarios y
pronunciar sus fallos. Se consideran las decisiones que favorecen al padre o a la madre;
a veces, los intereses rivales llegan a un acuerdo.
El punto de vista de los niños
Sin embargo, al tomar una decisión, la meta no debería ser favorecer al padre o a la
madre. Las buenas decisiones respetan las necesidades de desarrollo de los niños y el
punto de vista de ellos. Las decisiones inteligentes desarrollarán y mantendrán la
relación de amor que mantienen los niños con ambos padres. Con frecuencia los padres
son incapaces de ver más allá de sus propios intereses. No obstante, cuando se trata de
minimizar los problemas graves, los padres deben dar importancia y consideración al
bienestar de sus hijos.
Desde el nacimiento hasta los seis años, los niños son, por naturaleza, vulnerables.
Durante el divorcio o la separación, el bienestar emocional de los niños corre un gran
riesgo. Hay temas importantes que deberían considerarse.
7. Ante todo, es importante asegurar que los niños tengan acceso continuo y directo al
padre con quien hayan desarrollado un apego emocional. En general, esa persona es la
madre. Los estudios realizados por Ainsworth y Bell (1970), Yarrow (1963), David y
Appell (1969), Isabella y Belsky (1991), entre otros, indican los patrones de conducta
que construyen un apego seguro a la persona que cotidianamente los cuida: (a) el
contacto físico cariñoso entre el adulto y el niño, (b) la constante habilidad de la persona
que cuida al niño para calmarlo con sus abrazos, (c) la sensibilidad de la persona que
cuida al niño ante las señales que da el niño y la habilidad de programar intervenciones
de acuerdo con los ritmos del niño, (d) el placer mutuo que sienten el adulto y el niño al
estar juntos, y (e) la creación de un ambiente que permita al niño sentir las
consecuencias de sus propias acciones.
Cuando los padres dan a sus hijos estos elementos, crean una base para una vida
emocional saludable. Además, construyen en la personalidad del niño una elasticidad
que en el futuro le permitirá enfrentar los problemas y los desafíos de la vida con éxito.
Nadie ha contribuido más al entendimiento del apego, la separación y la pérdida en los
niños, que el psiquiatra británico John Bowlby. En sus obras, alienta a las madres a dar
a sus hijos pequeños toda la atención y el reconocimiento que ellos necesiten. Sus
estudios y la investigación de otros llegaron a conclusiones similares. Los orígenes de
los problemas de los niños, los adolescentes y los adultos, en relación con el apego y el
amor que sienten por otra persona, a menudo yacen en una madre muy poco receptiva o
en un rol de madre que cambia constantemente de personas (Bowlby, 1969).
La cuestión del destete
El segundo tema de importancia durante la separación y el divorcio es si resulta
conveniente destetar a los niños o no. En los Estados Unidos, el destete se ha vuelto un
tema controvertido. Durante el siglo pasado, el tiempo considerado apropiado para
destetar a los niños se ha acortado a la breve cantidad de tres meses. La opinión pública
ha pasado por alto las necesidades de los niños. El destete natural (iniciado por el niño)
se practica comúnmente en todo el mundo. El destete debería ocurrir por iniciativa del
niño. Y de hecho lo hacen, en promedio, a los 4,2 años de edad. En su libro,
“Breastfeeding: A Guide forthe Medical Profession”, Lawrence (1989) destaca que las
mamadas por placer (y no por la necesidad de alimento) son importantes para los niños
pequeños incluso cuando la edad en que empiezan a caminar ha quedado bien atrás.
En un artículo del BreastfeedingRightsPacket de La Leche League International, Cerutti
(1986) discute sobre la importancia que tiene amamantar para el desarrollo emocional
de los niños:
“Quisiera tratar el tema del destete tardío en los Estados Unidos. Este es uno de los
pocos países del mundo en donde el amamantar no está considerado de moda después
de que el niño cumple de seis a doce meses de edad. Esta creencia es errónea y
completamente anormal, y nace de en principios psicológicos infundados del año 1920.
Los niños que amamantan durante dos a tres años a menudo se sienten más seguros y
menos ansiosos.
8. El „problema‟ del destete tardío no yace en la relación madre e hijo, sino en la
percepción distorsionada de dicha relación. Cualquier cosa que hagamos para interferir
con esta relación en los primeros cuatro años de vida será perjudicial para la crianza
psicológica de los niños”.
En su libro CreativeParenting, Sears (1987) también escribe:
“Si su meta es establecer un lazo placentero entre madre e hijo, tanto nutricional como
emocionalmente, entonces será el niño el que tendrá que iniciar el destete, que ocurrirá
entre las edades de uno a cuatro años”.
Cuando intervienen los tribunales
El tema del destete ha llegado a los tribunales. Si un niño pasará más tiempo a solas con
su padre, entonces el destete será necesario. Lawrence (1989) reexamina varios casos
judiciales típicos.
“En los Estados Unidos, tres casos individuales han llamado la atención del autor. En
ellos, los padres han buscado la custodia a causa del amamantamiento prolongado
cuando los niños habían mamado sólo por placer hasta los cuatro años
aproximadamente. En dos de los casos, el juez falló a favor de la madre. En uno de los
casos, en Rochester, New York, el juez falló a favor del padre cuando un testigo experto
–un psicólogo local–, declaró que „uno tiene que estar loco para amamantar durante
tanto tiempo‟. Parecería apropiado que los jueces revisen el caso entero y las
capacidades de los respectivos padres, y se abstengan de basar su decisión en prejuicios
personales y testimonios emotivos”.
En casos de separación y divorcio, los padres deben ver más allá de sus propios
intereses y considerar el bienestar de sus hijos. Un excelente ejemplo es que los niños
deberían ser capaces de mamar cuando lo deseen. El abrazo y el amamantamiento son
conductas que construyen un lazo en los primeros años de vida. Tanto el
amamantamiento nutritivo como el amamantamiento por placer son igualmente de
importantes para los niños de uno, dos, tres y cuatro años de edad. Los tribunales
deberían revisar la historia de desarrollo del niño para determinar quién es la principal
figura de apego. El propósito de esta cuidadosa consideración es respetar y proteger el
lazo que el niño tiene con ese padre. Esto garantizará que los niños construyan un apego
positivo y cariñoso al padre y a la madre.
Los efectos de la separación
Las decisiones legales pueden tener un fuerte impacto en el bienestar psicológico de los
niños si causaran la separación de su principal figura de apego. Bowlby (1969, 1973),
Ainsworth y Wittig (1969), entre otros, han llevado a cabo numerosas investigaciones
acerca de los efectos que produce en los pequeñitos la separación. Los resultados de
dichos estudios confirman que algunos niños de hasta seis años de edad podrían ser
lastimados emocionalmente si se los separara del padre que representa su principal
figura de apego. Esos niños podrían volverse ansiosos y estar afligidos cuando se
enfrentan incluso a separaciones breves. Bowlby (1973) escribió:
9. “Ha habido –y sigue habiendo– médicos clínicos y otros interesados en los niños que
hallaron/hallan difícil de creer que el hecho de que un niño pueda acceder o no a su
figura de apego pueda ser por sí mismo crucial para determinar si ese niño (o un adulto)
es feliz o está afligido... Las separaciones que ocurren cuando el niño es pequeño,
juegan un papel importante en los orígenes de muchos de los problemas emocionales de
los adultos”.
Visitas nocturnas
Visitar a adultos que no son su principal figura de apego es un asunto de gran
importancia para los niños, y que puede dañar la seguridad del apego mismo. Para todos
los niños, irse a dormir por las noches es una transición cargada de una vulnerabilidad y
una sensibilidad particulares. Wolf y Lozoff (1989) realizaron una investigación sobre
cómo los niños pasan de estar despiertos a estar dormidos. Específicamente, analizaron
el momento de ir a dormir y la relación entre la presencia de la persona que
cotidianamente los cuida y el uso de un objeto de apego (juguete especial, sábana), y
chuparse el dedo. Los autores descubrieron que cuando no estaba la persona que los
cuida, durante la transición al sueño los niños eran más propensos a usar un objeto de
apego. Además, los estudios hechos en otras culturas sobre los efectos de las prácticas
de educación nocturna de los niños han demostrado que el objeto de apego era menos
común cuando los niños dormían en la misma cama o habitación que sus madres y eran
amamantados por más tiempo (Gaddini&Gaddini, 1970; Hong &Townes, 1976; Litt,
1981).
Aquí el problema no consiste en el amor de un niñito por alguno de sus padres y el amor
de ese padre por su hijo. Lo que es fundamental entender es que el lazo del niño con la
figura de apego materna es una relación significativamente distinta de, incluso, otra
relación fuerte de cariño que pueda tener con otra persona, incluido el padre.
Para el adulto que no está informado al respecto, el poder del apego emocional que
sienten los niños por su principal figura de apego es irracional. Si los niños pequeños
tienen que estar separados de esta persona durante el día o la noche, con frecuencia
sentirán ansiedad por la separación y problemas para dormir. Estos niños tendrán
dificultades para dormirse o se despertarán frecuentemente durante la noche. Para los
niños pequeños, dormir significa separarse, y los problemas al dormir están
relacionados a menudo con la ansiedad de la separación. Tal como Cerutti (1986) y
muchos otros han notado, los niños de tres, cuatro y cinco años de edad podrían sentirse
“completamente aterrorizados si su madre no está cerca”. La regresión psicológica
normal que los niños experimentan por las noches, hace que permitir las separaciones
nocturnas de la figura de apego maternal sea extremadamente imprudente. Los niños
pequeños deben pasar las noches con su figura de apego principal: la madre.
Efectos en los niños
Desafortunadamente, los mediadores, los jueces y los padres a menudo pasan por alto
las necesidades importantes de los niñitos, e imponen visitas nocturnas antes de que
estén listos para hacerlo. ¿Qué sienten los niños cuando se los obliga a pasar las noches
separados de su figura de apego? ¿Qué sentimientos se generan en los niños hacia su
padre y su madre? ¿Qué sienten por sí mismos? Puede ocurrir que los niños pequeños
pronto empiecen a sentir antipatía o a desconfiar del padre que los obliga a pasar la
10. noche lejos de su figura de apego principal. O que sientan antipatía o desconfianza hacia
el padre que es la figura de apego por no protegerlos de experiencias indeseadas y
dolorosas. Además, podrían empezar a sentir antipatía o desconfianza hacia sí mismos.
Podrían llegar a verse como la causa del problema, incluso de la separación o el
divorcio.
Las visitas nocturnas y lejos de la persona que cotidianamente los cuida podrían
debilitar y dañar la seguridad del lazo afectivo. En los niños, este lazo es una fuente de
seguridad y la base para su crecimiento emocional. Cuando a un niño pequeño se le pide
que, contra su voluntad, pase la noche lejos de la persona que es su apego principal,
podrían surgir problemas emocionales duraderos e interpersonales.
La conducta de un niño pequeño mostrará si está listo y si realmente desea pasar la
noche lejos de su figura de apego principal. Cuando los jueces, los mediadores o los
padres requieren que un niño lo haga antes de que éste exprese su interés en pasar la
noche lejos de su cuidador, no están pensando en construir la mejor relación posible
entre el niño y su padre o su madre. Además, los adultos deberían asegurarse de que
después de que empiezan las visitas nocturnas, la conducta del niño no muestre efectos
adversos.
Cuando los niños experimentan la separación o el divorcio de sus padres, es común que
tengan problemas y que su conducta retroceda. Aquellos capaces de controlar los
esfínteres y la vejiga a menudo dejaban de hacerlo. Aquellos que dejaron de amamantar
por sí solos ahora podrían volver a amamantar. Los niños extrovertidos podrían volverse
callados o empezar a tartamudear. Los niños que hasta el momento se habían
comportado correctamente, podrían sentir ira y ser agresivos hacia los demás, y tener
rabietas. Los que podían mantenerse alejados del peligro, ahora podrían lastimarse más
a menudo. Aquellos emocionalmente fuertes podrían volverse frágiles. Los niños que
solían pensar claramente y entender fácilmente podrían confundirse y les podría resultar
difícil comunicarse racionalmente. Un niño feliz puede volverse malhumorado y
deprimido. Los niños que anteriormente mostraban curiosidad e interés por su mundo
ahora podrían volverse retraídos y pasivos. Los niños obstinados y desafiantes podrían
volverse dóciles y obedientes. Este último cambio en la conducta puede confundirse
erróneamente con un cambio positivo. En realidad, refleja gran dolor emocional y
amenaza. Al creer falsamente que son ellos los causantes de la separación o el divorcio,
los niños pequeños podrían reprimir los impulsos normales y apropiados del desarrollo
que le permitirán ser independientes. Podrían abandonarse y castigarse con la
atormentada esperanza de que al hacerlo sus padres, a los que tanto necesitan y aman,
volverán a estar juntos. Es común para los niños pequeños manifestar alguno de esos
problemas o la combinación de varios, en distintos niveles de gravedad, en respuesta a
la separación o el divorcio de sus padres.
Es importante no culpar ni castigarlos por tales conductas. Los niños pequeños
reaccionan así cuando se violan la estabilidad y la seguridad de sus vidas. Para prevenir
y/o minimizar estas respuestas, los padres y demás miembros de la familia deberán crear
un ambiente interpersonal lo más estable y predecible posible. Dicho ambiente deberá
concentrarse en fortalecer el lazo entre los niños y la persona que cotidianamente los
cuida. También deberá mantenerse una relación cariñosa con el otro padre.
Período normal de dependencia
11. De todos los primates, el ser humano tiene el período de dependencia de desarrollo
normal más largo. Las prácticas de crianza infantil de las familias que permanecen
intactas y de las que atraviesan una separación o un divorcio a menudo pasan por alto
este hecho. Las necesidades importantes y profundas de los pequeñitos son, con mucha
frecuencia, ignoradas o satisfechas incorrectamente. Las decisiones que tienen un
impacto importante en la vida de los jovencitos suelen ser tomadas por los padres y
otros adultos que no están debidamente informados para tomar dichas decisiones.
Cuando los jueces, los mediadores y los padres toman decisiones de suma consideración
para el bienestar de niñitos vulnerables, podrían limitar el daño causado por el divorcio
y la separación. Los efectos de estas decisiones durarán toda la vida.