es un documento sobre el Síndrome de alienación parental, que va desde la definición, hace referencia a los criterios de identificación del SAP. Menciona los Comportamientos y estrategias obstaculizadoras del progenitor alienante
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Síndrome de alienación parental
1. SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
ELABORADO POR:
Guery Zabala Gumucio
@guericitozabala
gueryzabala@gmail.com
Para empezar a hablar del Síndrome de Alienación Parental, se centra en su origen, que son los
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conflictos que surgen entre los padres y los hijos en los procesos de separación contenciosa. El divorcio
mejora la adaptación de los niños que vienen de matrimonios enfrentados, pero resulta perjudicial en el
caso de los niños cuyos padres antes del divorcio mantenían unas relaciones menos conflictivas.
Además, el tipo de conflicto puede ser más nocivo que su frecuencia.
Como introducción sería conveniente leer este comentario de un progenitor alienado:
“Imagina una semana en la que presentas la demanda de divorcio, eres arrestado y falsamente acusado
de abuso sexual a tu hijo/a. Imagina también que te ingresan en el hospital con todos los síntomas de
una ataque cardíaco. Entonces consideras estos eventos como los más importantes de esa semana.
¿Qué puede ser peor que el divorcio, arresto, cargos de abuso sexual a un menor y síntomas de un
ataque al corazón? ¿Qué puede ser peor que perder un hijo/a? Sólo que tu hijo/a no ha muerto. Él o ella
está vivo, sano y viviendo a pocos kilómetros de distancia. A pesar de una normal, saludable y querida
relación con tu hijo/a sólo hace unas semanas o días, tu hijo/a ahora te odia, se niega a verte o a hablar
contigo”. Bienvenido al Mundo del SAP (Opperman, 2004) (Síndrome de Alienación Parental)
Una relación nunca se rompe por culpa de una de las partes en exclusiva. Uno puede acarrear con el
mayor porcentaje de razones o responsabilidades, pero la otra no supo cubrir las grietas. Es así que el
mutuo reconocimiento de culpas es el primer paso para solucionar una crisis de pareja. Todo lo que sea
atribución de culpas, no hace sino aumentar el dolor ante una situación de por sí difícil.
Existen cada vez mayor número de procesos en los que un progenitor, que ostenta la guarda o custodia,
predispone mediante distintas estrategias a sus hijos/as contra el otro progenitor, de tal suerte que lo
que inicialmente eran sus expresiones, opiniones y relato de hechos negativos son asumidos por los
hijos, haciéndolos propios, de modo que llega a considerarlos su elaboración hasta alcanzar un rechazo
total a tener todo contacto con el progenitor víctima y, por extensión, a todo lo que representa o está
relacionado con él, incluyendo su familia extensa (abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc.)
La idea de que un progenitor manipule a sus hijos/as con intención de predisponerlos contra el otro
puede resultar fácil de comprender, pero difícil de aceptar. Tira por tierra un conjunto de ideas
preconcebidas “una madre/padre solo quiere lo mejor para sus hijos” no sea real en algunos casos, sino
todo lo contrario, que pueda llegar a ser la responsable de la generación de una grave patología en sus
hijos/as.
Ningún niño/a debería estar obligado a tener que elegir entre sus padres, pero puesto que nuestro
mundo es imperfecto, los niños se ven forzados a ello.
En toda ruptura de pareja se ha de producir un conflicto. Este conflicto no tiene por qué adquirir
siempre un tinte negativo. Cuando dos personas adultas y formadas advierten que sería un error
mantener su relación, la separación adquirirá un carácter de liberación. Y si la situación se prolonga, la
escalada de violencia es la vía natural de liberación de la tensión acumulada.
2. Si en esta situación la pareja no es capaz de tomar las decisiones que gobiernen su vida, se hace
necesaria la intervención de la Justicia, intentando tomar decisiones allí donde ellos no son capaces de
hacerlo. La recomendación lógica es que el proceso de separación y divorcio fuera lo más sencillo y
rápido posible, con objeto de que la nueva situación sea rápidamente asimilada, evitando
incertidumbres siempre perniciosas. La experiencia demuestra que el proceso de separación y divorcio
es un camino largo lleno de requisitos legales.
El divorcio legal y el divorcio psicológico son dos realidades que se deben aceptar por separado. Cuando
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una pareja decide separarse comienza a divorciarse psicológicamente. Allí donde percibía su vida
acompañado del otro se instala la visión de sí mismo y su entorno de modo independiente. El divorcio
legal no es sino un refrendo a esa decisión. Pero ocurre en ocasiones que pareciera que el divorcio
psicológico no se da en algunas parejas, prolongándose el desacuerdo a través de los hijos, elementos
permanentes cuando ya todo está segregado, como único resto de lo que fue una vida en común.
En esta situación no se da una resolución de la crisis de la pareja, sino un cambio de escenario – con
nuevas reglas y la participación de profesionales socialmente elegidos – en donde el conflicto sigue
llevándose a cabo y los hijos se ven abocados, de modo consciente o a través de estrategias de
manipulación, a tomar partido. En un principio se desarrolla el conflicto de lealtades que es el proceso
del cual la lealtad hacia uno de los progenitores implica la deslealtad hacia el otro. Los menores sufren el
dolor de verse empujados a tener que posicionarse, precisamente por aquellos que más debieran
salvaguardar su integridad.
En ocasiones aparecerán los insultos directos o las frases mal intencionadas y críticas dando paso al
proceso de sufrimiento del conflicto. En momentos en donde el proceso legal está ocupando el tiempo
de los padres; cuando la frustración de uno u otro, cansada por el otro miembro o cansada por el
trabajo u otra circunstancia, haga que el progenitor responsable pierda la compostura delante de sus
hijos/as.
Los/as hijos/as son reclutados por uno de los progenitores como parte del bagaje que usará contra el
otro. Es entonces cuando se introducen estrategias, sutiles o groseras, que inundan al menor. Llegaran
las falsas acusaciones de agresión sexual o los obstáculos para que se lleven a cabo las visitas. Cualquier
oportunidad será aprovechada con ensañamiento “parece que tu padre/madre se hubiera olvidado que
tiene un/a hijo/a”
Los/as hijos/as aquí son objeto que arrojarse. Cuando ya nada queda que lanzarse, siempre están ellos.
En la última fase de este sufrimiento los niños/as ya no necesitan que su progenitor le incite al
enfrentamiento; serán ellos, con argumentos y situaciones que en otro momento fueron prestados, los
que generarán nuevas provocaciones, en una campaña de denigración y acoso hacia el otro progenitor,
que observa con rabia e impotencia como su ex - pareja habla por boca de su hijos/as. Es entonces
cuando el Síndrome de Alienación Parental ha culminado.
Los efectos devastadores de la alienación sobre los hijos se manifiestan en todos los aspectos de su vida,
no solamente en el afectivo. Las consecuencias van mucho más allá del propio entendimiento de lo que
les está sucediendo y de su inmadurez con respecto a las relaciones. Los hijos alienados son traicionados
por uno de sus padres, especialmente por quien los cuida y debería protegerlos. Por quien les
proporciona bienestar ya que dependen física y emocionalmente de él. Cuando los hijos son alienados,
llegan a creer que sus necesidades no son importantes, que no valen más que los deseos del padre
alienador. Este mensaje se graba en la mente de los hijos, pues quien los cuida les roba su ser, su
autonomía y el amor hacia el otro progenitor. También llegan a creer que el sentimiento de amor y la
obediencia hacia uno de los padres sólo pueden demostrarlos con odio y hostilidad hacia el otro. [2]
3. DEFINICIÓN DEL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
SÍNDROME. Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. Conjunto de fenómenos que
caracterizan una situación determinada
ALIENACIÓN. Proceso mediante el cual una persona o una colectividad transforman su conciencia hasta
hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. Resultado de ese proceso
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Desde el punto de vista psicológico es un estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento
de la propia identidad. Es un trastorno caracterizado por el conjunto de síntomas que resultan del
proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos, mediante distintas estrategias,
con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el progenitor, hasta hacerla
contradictoria con lo que debería esperarse de su condición.
Richard Gadner “Un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y
custodia de los niños. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de los padres
por parte del hijo, campaña que no tiene justificación. El fenómeno resulta de la combinación del
sistemático adoctrinamiento (lavado de cerebro) del p adre/madre y de las propias contribuciones del
niño dirigidas a la denigración del progenitor objetivo de esta campaña”
El diagnóstico de Síndrome de Alienación Parental se realiza en tanto represente la sintomatología en el
niño, no en el grado en el cual el alienador ha intentado inducir el desorden.
Gardner consideraba que esta campaña se inicia con un “lavado de cerebro” de los niños por parte de
un progenitor y los hijos acaban haciendo suyas las manifestaciones que les han inculcado. Entiende
Gardner que en el SAP hay tres circunstancias ineludibles para su ocurrencia:
– Tiene que haber aportaciones del niño al rechazo, no únicamente mensajes de lavado de cerebro del
adulto.
– Debe descartarse la existencia de un abuso real, que lógicamente haría incompatible la determinación
de un SAP
– Además el SAP constituye en sí mismo una forma de abuso emocional infantil que debe tener en
cuenta el tribunal.
Otro aspecto que empezó a aparecer en los casos conflictivos de divorcio eran las denuncias de abuso
sexual por parte de un progenitor, con el consiguiente impacto social y legal y que se fue incrementando
con los años. Es crucial reconocer esto, porque el SAP frecuentemente aparece asociado con falsas
acusaciones de abuso sexual u otras formas de abuso psíquico o emocional por parte del otro
progenitor.
Un punto importante a considerar es que las críticas puedan ser reales. No es necesario que adquieran
un carácter injustificado y/o exagerado. Ya que una de las estrategias más usadas por el progenitor
alienador es el acto de manipular los acontecimientos o palabras reales, torciéndolas en su interés hasta
hacerlos irreconocibles. Lo cierto es que no existe mejor estrategia que la deformación malintencionada
de la verdad, de tal modo que sea muy difícil, discriminar qué parte es cierta y cuál inventada.
Existen 3 distintos tipos de situaciones relacionadas con la interferencia en el régimen de visitas:
1. INTERFERENCIA GRAVE. Postura no sistemática, que adopta el progenitor custodio mediante la cual se
niega a la práctica de las visitas, de modo directo o mediante estrategias pasivas, motivado por un
4. enfado con el otro progenitor debido a una cuestión puntual. (impago de pensiones)
2. EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL. Es la intención expresa de un progenitor, a cargo de la
guarda y custodia del menor, por enfrentar a éste en contra del otro progenitor, de modo que el hijo
llegue a elaborar una actitud de enfrentamiento injustificado con aquel.
3. SÍNDROME DE LA MADRE MALICIOSA. Intento de la progenitora de castigar a su ex – marido, sin
justificación interfiriendo en el régimen de visitas y acceso del padre a los niños, con un patrón estable
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de actos maliciosos contra éste, sin que este comportamiento se justifique por otro trastorno mental,
aunque se pueda presentar simultáneamente.
La conciencia de los menores surgida de los procesos elaborados por el progenitor alienador se concibe
como propia, el hijo se reviste de una personalidad que cree autoelaborada, de tal suerte que resulta
impermeable a las influencias de los demás, dotándose de todo aquel recurso necesario para mantener
su sistema de valores y creencias con objeto de aislar las posibles influencias
CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN DEL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
Las distintas situaciones de conflicto que los niños sufren, dentro de los procesos de separación
contenciosa, comparte ciertas conductas, estrategias y consecuencias psicológicas
Campañas de injurias y desaprobación. Una vez el proceso de alienación ha tomado al hijo contra su
progenitor, aquel comienza a actuar de modo activo y sistemático en la campaña de injurias, asumiendo
un papel en los ataques injuriosos, despreciativos y malintencionados. Los menores tratan a sus
progenitores no como a un enemigo, sino como a un desconocido odioso cuya proximidad sienten como
una agresión a su persona, apareciendo independientes del progenitor alienador que inició la campaña,
en una suerte de culminación del proceso en la que éste ya no requiere de contribución o dirección
alguna para desarrollar sus propias actividades de denigración.
Descubrir que su propio hijo es el origen de los ataques provoca en los padres una reacción inicial de
estupor. A esa inicial reacción se sucede la rabia por enfrentarse al objetivo tan buscado por su ex –
pareja, para pasar finalmente a sentir la frustración cuando se asume que la lucha se ha perdido.
Ante las situaciones que darían indicios de que la campaña de injurias y acoso ha comenzado, es
aconsejable que se tome en cuenta toda aquella situación que rompe o se sale de la conducta habitual
esperable en el niño hasta ese momento. Todos los padres conocen a sus hijos, qué pueden esperar de
ellos y qué no.
LA RECOMENDACIÓN PRINCIPAL A UN PROGENITOR VÍCTIMA DE SAP ES, NO ROMPER NUNCA
CONTACTO CON SU HIJO.
Explicaciones triviales para justificar la campaña de desacreditación. Las excusas más frecuentes en
víctimas de SAP giran en torno a las obligaciones que sus odiados padres les forzaban a hacer, o a
ataques a su independencia y sentimientos hacia ellos. Los niños aprenden argumentos – hechos del
pasado, exageraciones de personalidad o carácter del progenitor alienado, episodios de sus vidas en
común – a los que recurren una y otra vez. Cuando el profesional pretende hacerles ver el poco sentido
de sus respuestas comienza un diálogo circular sin razón que no concluye nunca.
La ausencia de diálogo es la primera estrategia cuando se establece una relación perversa entre dos
personas, ante los deseos de diálogo y entendimiento de una de las partes, la otra no hace sino
aprovechar su disposición para solucionar los problemas, tomando sus propias palabras para
devolvérselas. “yo no dije eso… me dices mentiroso… tu nunca me has creído …. Lo que yo quería decir,
es que…”
5. Un diálogo así solo puede lograr el agotamiento del deseo unilateral de solucionar la falta de
entendimiento, nunca vive para aclarar malentendido o falta de información, ya que no existe
intercambio de opiniones o datos. Cuando el SAP está elaborado es común la ausencia total de contacto
ocular y el mantenimiento de una excesiva distancia con el p adre alienado. Otra característica es, en el
caso de que hay varios menores, sus intentos de mantenimiento de proximidad física y la resistencia a
ser separados o a mantener una visita a solas con su progenitor. Los chicos tienden a hacer un bloque
unido y sin fisuras ante su odiado padre.
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Ausencia de ambivalencia en su odio hacia el progenitor. Un hijo alienado únicamente es capaz de
expresar un sentimiento sobre su odiado progenitor: odio, este muestra un odio sin ambivalencias, sin
fisuras ni concesiones, equiparado con el fanatismo terrorista o religioso. La figura del progenitor con
que se han aliado surge pura, completa e indiscutible, ante la cual cualquier alegato o afrenta se sirve de
modo personal e imperdonable. El progenitor aliado es la salvaguarda del menor, su refugio y cualquier
menoscabo es vivido como una afrenta personal imposible de aceptar.
El SAP desarrolla un vínculo psicológico de carácter patológico entre el menor y el progenitor alienador,
basado en el dogmatismo, la adhesión más férrea y la falta de reflexión. Sobresale el hecho de que se
está educando a sujetos en valores totalmente contrapuestos a lo que, el currículo escolar recoge,
basado en odio y dogmatismo produciendo adultos en cuyo abanico de respuestas estos valores
ocuparán un lugar preeminente; en el mejor de los casos, si el sujeto no se libera de ese bagaje cultural,
repetirá el modelo con sus hijos perpetuando el síndrome y sus consecuencias.
Estos menores, si de adultos tienen la oportunidad de comprobar la realidad de sus relaciones paterno –
filiales, van a sufrir el desmoronamiento de la estructura de valores y creencias fundamentales sobre las
que se ha sustentado toda su existencia. Son conscientes de que el arquitecto de esa estructura fue su
progenitor custodio, la figura fundamental sobre lo que ha girado su vida. Al dolor del desengaño se
suma la aceptación final de la culpa. Cuando estos sujetos revisen su pasado incluirán claramente tanto
las acciones del padre alienador como sus propias iniciativas, de las cuales – aun conociendo el origen –
se culpabilizarán sin reservas. Valores inadecuados, destrucción de creencias estructurales, dolor y culpa
es la herencia que tendrán que asumir algún día.
Autonomía de pensamiento. En la expresión del SAP, la autonomía de pensamiento del hijo alienado es
condición indispensable para confirmar la culminación del proceso y, de este modo, valorar su
intensidad. Muchos hijos llegan a reconocer que uno de sus progenitores realiza comentarios
inadecuados del otro, pero no consideran que ello les haya afectado lo más mínimo a su propia
construcción de los afectos que expresen ellos mismos hacia este. Una vez que el adolescente ha
alcanzado su autonomía en el proceso de denigración, el progenitor alienador está en disposición de
adquirir un nuevo papel, pudiendo permitirse disminuir su belicosidad, llegando – en ocasiones
extremas – a adoptar ante terceros un papel conciliador.
Una evaluación con un mínimo de profundidad nos permite ver que nada se ha modificado en su cambio
de actitud. Y sin embargo, las ganancias sociales son muchas, al dar una imagen de no injerencia, e
incluso incomprensión, ante las acciones de su hijo hacia el otro progenitor.
Defensa del progenitor alienador. En el SAP el conflicto surgido entre los progenitores es vivido por el
hijo como una consecuencia motivada por razones lógicas y reales, en el cual hay que tomar partido
asumiendo la defensa del progenitor alienador, apoyándole de modo consciente. Cuando un hijo asume
el papel de aliado de uno de los progenitores se convierte en un guerrero fiel y cruel. Un ataque hacia
aquel es vivido como un golpe hacia sí mismo, de modo que, en ausencia del progenitor, es el menor el
que asume la responsabilidad de su defensa ante el resto. La defensa del progenitor amado supera toda
práctica o intento de razonamiento o prueba.
6. Ausencia de culpabilidad. La ausencia de culpa ante los sentimientos del padre odiado, es un
impermeable que permite a los menores alcanzar los niveles de denigración más irracionales. Lograr,
por un lado, denigrar al progenitor odiado y defender al amado es razón más que suficiente para que él
mismo justifique su comportamiento. La campaña de denigración y ataque es tanto un fin en sí mismo,
como un medio para aportar al progenitor de su vida cotidiana
Escenarios prestados. El hijo adopta como propios y vividos, escenas, pasajes y conversaciones, en
primera persona, aun cuando jamás hubiera estado presente cuando ocurrieron o resultaran
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incoherentes con su edad.
Extensión del odio al entorno del progenitor alienado. El hijo muestra su rechazo no sólo al padre
odiado, sino a cualquier otro miembro de la familia y entorno con el cual el progenitor odiado muestre
relación de afecto o proximidad. La incapacidad para justificar su actitud, aún más que en el caso de su
progenitor, ante los miembros del entorno próximo de éste, suele provocar reacciones de mayor ira en
los hijos. Las pérdidas de red social y familiar son infravaloradas, ofreciendo razones inconsistentes y
estereotipadas. La justificación última es el alejamiento de cualquier elemento que, por estar en
relación con el progenitor odiado, se convierte en amenaza, o al menos, en objeto desagradable.
La animosidad se extiende a todo aquello que, de un modo u otro, pudiera tener cierta relación con el
progenitor odiado, que pasa a ser objeto contaminado del que únicamente se puede esperar algo
negativo yal que hay que combatir
7. TABLA I: Comportamientos y estrategias obstaculizadoras del progenitor alienante. Adaptada de Child
alienation: Brainwashing children against fathers".http://childalienation.com
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EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL: UNA FORMA DE MALTRATO INFANTIL
El modelo tradicional de familia ha sufrido grandes cambios en los últimos años existiendo en las últimas
décadas un gran incremento de separaciones y divorcios. Es importante garantizar el derecho
fundamental de los/as menores a relacionarse adecuadamente tanto con su padre como con su madre
manteniendo todos sus vínculos. Sin embargo, hay situaciones en las que existen obstaculizaciones por
parte de uno de los progenitores a las relaciones de sus hijos e hijas con el otro progenitor que
desembocan en el Síndrome de Alienación Parental, una de las formas más sutiles de maltrato infantil,
8. casi desconocida hasta ahora, pero que está cobrando vigencia día a día y que produce un grave daño en
el bienestar emocional y en el desarrollo de los menores que lo sufren.
Sea cual fuere el miembro de la pareja (madre o padre) con quien conviva el niño se ha de garantizar la
relación con ambos tras la separación; los regímenes de visitas tienen varias e importantes funciones
psicológicas para el desarrollo de la infancia; las visitas protegen los derechos del menor de acceso al
progenitor no custodio, al igual que los de este último; así mismo, se protege el vínculo emocional entre
el niño y sus progenitores, ya que se le proporcionan modelos de rol alternativos y, por último, se
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permite al progenitor custodio que descanse de su responsabilidad en la crianza.
El problema surge no por el hecho de que los padres, responsablemente, decidan poner fin a su vida en
común, sino cuando se hacen partícipes a sus hijos e hijas de los conflictos que ha generado la
separación. Entonces los niños se ven inmersos en los problemas de los adultos, tomando partido en el
conflicto, pasando a formar parte de los bloques enfrentados, y reproduciendo las disputas de los
mayores. En estos casos, la opinión de los menores estará mediatizada, en mayor o menor grado, por el
problema en el que están inmersos y por las presiones que están recibiendo. En determinados casos, es
fácil apreciar como el niño adquiere un papel protector del progenitor al que siente como más débil, "el
perdedor o el abandonado", ejerciendo una función defensora que no le corresponde. Esta función
puede llevarle incluso a rechazar cualquier contacto con el otro progenitor, justificando su postura ante
todas las instancias que le pide explicaciones, incluido el Juez. Por otra parte, los menores envueltos en
una situación de ruptura familiar conflictiva sufren una aguda sensación de shock, de miedo intenso,
teñido todo ello por un sentimiento de profunda confusión, con consecuencias negativas a nivel
psicoemocional y conductual. Estos menores presentan, con frecuencia, sentimientos de abandono y
culpabilidad, rechazo, impotencia e indefensión, inseguridad, así como estados de ansiedad y depresión
y conductas regresivas, disruptivas y problemas escolares.
BIBLIOGRAFÍA
1 José Manuel Aguilar. Síndrome de alienación Parental Hijos manipulados por un cónyuge para odiar al
otro Cuarta edición, España 2007
2 El Síndrome de Alienación Parental (SAP) Ningún hijo debe ser tratado como traidor simplemente por
amar a ambos padres. http://www.alienacionparental.org/resumen.pdf (última visita 10/03/12)
3 El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato infantil. C. Segura1, MJ. Gil2 y MA.
Sepúlveda3