3. Aunque hay factores externos que regulan el
funcionamiento del corazón, principalmente por vía
nerviosa autónoma y endocrina (sistema renina
angiotensina aldosterona), el trabajo de esta bomba se
debe a sus particulares propiedades eléctricas intrínsecas.
Dentro del miocardio, distinguimos un grupo
especializado en despolarizarse de forma espontánea, sin
necesidad de ningún estímulo externo, y conducir este
potencial de acción a todas las células del músculo
cardíaco para lograr el llenado y vaciado de sus
cavidades.
El marcapasos del corazón en condiciones normales es
el nódulo sinusal, senoauricular o de Keith-Flack (NSA),
que se halla en la pared posterior de la aurícula derecha,
junto a la desembocadura de la vena cava superior. Su
ritmo predomina debido a su alta frecuencia de
descarga, lo que anula a los marcapasos inferiores.
4. El impulso eléctrico desencadenado por el NSA baja por las
aurículas hasta el nódulo aurículo-ventricular o de Aschoff-
Tawara (NAV), situado en el tabique interauricular junto al anillo
de la válvula tricúspide. Su función es el retraso fisiológico de la
conducción, para que el ventrículo pueda llenarse antes de ser
estimulado. En el caso de que el NSA se lesionase, el NAV sería
el responsable de marcar el ritmo cardíaco.
Desde el NAV, el potencial de acción se transmite a los
ventrículos a través del haz de His, que recorre una pequeña
porción del tabique interventricular y se divide en las ramas
derecha e izquierda, que a su vez da las ramas anterior y
posterior, formando el sistema de His-Purkinje, encargado de
distribuir la señal por el miocardio, dando lugar a la contracción
ventricular. Según va pasando el potencial de acción, las
células miocárdicas se repolarizan y, tras un período de
refractariedad, están listas para recibir el siguiente estímulo.