2. El señor nos legó sus pensamientos a la hora de su muerte. En esta hora tan sublime llamó a todos sus hijos junto al púlpito de la cruz y cada una de las palabras que dijo tubo el propósito de una eterna proclamación y un consuelo imperecedero en el que jamás hubo predicador como Cristo Jesús ni concurrencia como la que se congregó alrededor del púlpito de la cruz y nunca hubo sermón igual al de las siete palabras.
3. “PADRE PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN PRIMERA PALABRA No es la sabiduría la que salva sino la ignorancia; como sumo sacerdote que se ofrecía a si mismo en sacrificio, abogaba por los pecadores. Solo la ignorancia de nuestros enormes pecados son capaces de brindarnos una posibilidad de salvación y en Jesús el perdón se identifica con su sacrificio por ser sacerdote y victima a la vez.
4. Y no sólo pide el perdón para los que le han crucificado y herido, sino también para todos nosotros. Para todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y crucifixión. Jesús sumergió en su oración todas nuestras traiciones. Pide perdón, porque el amor todo lo excusa, todo lo soporta… (1 Cor. 13).
5. “EN VERDAD TE DIGO QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAISO” SEGUNDA PALABRA Fue la última oración del ladrón, llamó una vez, buscó una vez, pidió una vez se atrevió a todo y todo lo halló porque reconocía a Cristo como su único salvador. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino Dios? ¿Quién puede prometer el paraíso solo excepto aquel que por naturaleza goza de un paraíso eterno?
6. ¡Cuántas súplicas les hacemos nosotros a los hombres, y qué pocas le hacemos a Dios!… Jesús no nos promete nada terreno. Le promete el Paraíso para aquel mismo día. El mismo Paraíso que le ofrece a todo hombre que cree en El. Pero el verdadero regalo que Jesús le hacía a aquel hombre, no era solamente el Paraíso. Jesús le ofreció el regalo de sí mismo. Lo más grande que puede poseer un hombre, una mujer, es compartir su existencia con Jesucristo. Hemos sido creados para vivir en comunión con él.
7. “MUJER, HE AHÍ A TU HIJO” TERCERA PALABRA Para indicar el papel que María desempeñara en la redención, ahora mismo le confirió el título de maternidad universal, he aquí que yo le llamo “Mujer” habiendo en ella grandes periodos en la relación de Jesús y María: primero desde el pesebre hasta Caná en la que María era la madre legitima de Jesús y el segundo desde Caná hasta la cruz en la que María comenzó ha ser también la madre de todos aquellos a los que Jesús redimiera
8. Y fue precisamente aquel día, cuando de labios de un anciano sacerdote oyó aquellas palabras: “A ti, mujer, un día, una espada te atravesará el alma”. Los años habían pasado pronto y nada había sucedido hasta entonces. En la Cruz se estaba cumpliendo aquella lejana profecía de una espada en su alma. Pero la presencia de María junto a la Cruz no es simplemente la de una Madre junto a un Hijo que muere. Esta presencia va a tener un significado mucho más grande. Jesús en la Cruz le va a confiar a María una nueva maternidad. Dios la eligió desde siempre para ser Madre de Jesús, pero también para ser Madre de los hombres.
9. ¡DIOS MÍO, DIOS MÍO! ¿PORQUE ME HAS ABANDONADO? CUARTA PALABRA Aquí nuestro Señor repite el salmo de David porque el rasgo de nuestro Señor es el sufrimiento en la pasión por nuestros pecados, era la desolación y el desamparo que sentía lo que le hizo llamar al Padre, “DIOS MIO” en contraste con la oración que nos enseño, “PADRE NUESTRO”
10. Jesús, el Hijo único, aquel a quien el Padre en el Jordán y en el Tabor había llamado: “Mi Hijo único” , “Mi Predilecto”, “Mi amado”, Jesús en la Cruz se siente abandonado de su Padre. Y si la Pasión de Jesús, el Hijo bendito del Padre, es el misterio que no tiene nombre, que no hay palabras para describirlo, no lo es simplemente por los azotes, ni por la sangre derramada, ni por la agonía o por la asfixia, sino porque nos hace entrar en el misterio de Dios. Y en este abandono de Jesús, descubrimos el inmenso amor que Jesús tuvo por los hombres y hasta dónde fue capaz de llegar por amor a su Padre. Porque todo lo vivió por haberse ofrecido a devolver a su Padre los hijos que había perdido y por obediencia a Él.
11. “TENGO SED” QUINTA PALABRA El agotamiento no era lo que le causaba sed; como Sumo Sacerdote, Mediador he Hijo de Dios, eran las profecías referentes a él lo que le impulsaban a decir tengo sed y los que se encontraban al pié de la cruz recibieron la prueba de que Jesús era el mesías sufriente al ver que la cuarta palabra expresaba los sufrimientos del alma como la quinta palabra expresaban los sufrimientos del cuerpo
12. Jesús, en aquel momento de la Cruz, cuando está realizando la Redención de los hombres, pedía otra bebida distinta del agua o del vinagre que le dieron. Poco más de dos años antes, Jesús se había encontrado junto al pozo de Sicar con una mujer de Samaria, a la que había pedido de beber.”Dame de beber”. Pero el agua que le pedía no era la del pozo. Era la conversión de aquella mujer. Jesús tenía sed de que todos recibieran la vida abundante que El había merecido. De que no se hiciera inútil la redención. Sed de manifestarnos a Su Padre. De que creyéramos en Su amor. De que viviéramos una profunda relación con El. Porque todo está aquí: en la relación que tenemos con Dios.
13. ¡CONSUMADO ESTÁ! SEXTA PALABRA No es una exclamación de acción de gracia, mas bien se trata del recorrido de su vida, desde el natalicio hasta la muerte al cumplir fielmente la misión del Padre. Ahora el Señor en la cruz después de haber enseñado como maestro, gobernante como rey y santificado como sacerdote, podía entrar libremente en su descanso con esto no habrá un segundo salvador, ni habrá otro camino de salvación, ningún otro nombre bajo el cielo por el cual los hombres puedan llegar a salvarse
14. Le dijo que anunciara el Reino de Dios y dedicó los tres últimos años de su vida a descubrirnos el milagro de ese Reino, que es el corazón de Dios. La muerte de Jesús fue una muerte joven; pero no fue una muerte, ni una vida malograda. Sólo tiene una muerte malograda, quien muere inmaduro. Aquel a quien la muerte le sorprende con la vida vacía. Porque en la vida sólo vale, sólo queda aquello que se ha construido de la mano de Dios.
15. ¡PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU! SEPTIMA PALABRA Con esto no se refugiaba en el Padre porque debía morir, mas bien su muerte fue un servicio que realizó por los hombres mas el cumplimiento de la voluntad del Padre, porque había dicho antes que nadie le podía quitar la vida sino que él la pondría de si mismo
16. Hay que vivir con la alegre noticia de que Dios es el Padre que cuida de nosotros. Y, aunque a veces sus caminos sean incomprensibles, tener la seguridad de que El sabe mejor que nosotros lo que hace. Hay que amar a Dios, sí. Pero también hay que dejarse amar y querer por Dios. Y, salvadas todas las distancias, también nosotros podemos decir, lo mismo que Jesús: “Dios es mi Padre”, “los designios de mi Padre”, “la voluntad de mi Padre”.
17. Lo que en la vida de nosotros los hombres ocupa el último lugar, en la vida de Jesús ocupa el primer lugar porque vino para sufrir y morir. Pero no expiraría hasta haber cumplido las predicciones de la escritura y los mandatos del Padre con el objeto de que nosotros los hombres llegaran a conocer y aceptar que él es Cristo el hijo de Dios él que llegaría a morir en la cruz y a aceptar que ¡fue herido por nuestras transgresiones y magullado y crucificado por nuestras iniquidades, y al tercer día se hizo vencedor de la muerte!
18. Jesús es el único ejemplo en la historia hasta nuestros días de un moribundo que sigue viviendo. “En tus manos mi espíritu encomiendo, tú, Yahveh, me rescatas. Dios de verdad, tú detestas a los que veneran vanos ídolos; mas yo en Yahveh confío: ¡exulte yo y en tu amor me regocije! Tú que has visto mi miseria, y has conocido las angustias de mi alma, no me has entregado en manos del enemigo, y has puesto mis pies en campo abierto” Sal 31:6-9 Luis Zimeri