La Isla del Cerrito fue un lugar de encuentro para las distintas etnias que habitaron la región desde tiempos antiguos, incluyendo a los guaraníes y los chaquenses, que usaron los grandes ríos como límites naturales. La riqueza de la vida silvestre y el clima y suelo atrajeron a los indígenas a establecerse en las zonas ribereñas de los principales ríos.