El documento analiza la participación del ejército chileno en la organización y formación del estado nacional entre 1823 y 1829. Explica que el ejército, forjado en las guerras de independencia, fue un actor clave en este proceso a través de figuras como Ramón Freire, Manuel Blanco Encalada y Francisco Antonio Pinto. El documento también describe el contexto geográfico y social de Chile durante este periodo y analiza los diferentes movimientos político-militares en los que participó el ejército, con el objetivo de demostrar su importante rol
1. 1
LA PARTICIPACIÓN DEL EJÉRCITO CHILENO EN LA
ORGANIZACIÓN Y CONFORMACIÓN DEL ESTADO
NACIONAL. 1823 – 1829
ANDRÉS SÁEZ GEOFFROY*
RESUMEN:
La presente investigación aborda la temática de la “La participación del ejército chileno
en la organización y conformación del estado nacional 1823 – 1829”, se intentará
demostrar que el ejército de Chile, fue uno de los actores fundamentales en la
conformación y organización de nuestro orden republicano, esto a través del análisis
de la participación del ejército en los hechos insurreccionales así como de la asunción
de militares a los cargos públicos. La investigación se realizó en torno al trabajo y
recopilación de fuentes de prensa, sesiones legislativas, discursos oficiales y relatos de
contemporáneos a los sucesos, llegándose a la conclusión que el ejército a raíz de su
participación en la organización nacional nos legó la idea de república, la virtuosidad
de los hombres públicos y el respeto a la ley.
1. INTRODUCCIÓN
En nuestro pasado nacional, hay pocos procesos que no han sido estudiados por los
historiadores. No obstante la aseveración anterior, hay un periodo que muy pocas
veces ha llamado la atención de los historiadores, me refiero al periodo 1823 – 1830,
las obras escritas sobre el mismo pueden ser contadas con las manos (Julio Heise en la
década del 60, Simón Collier en la década del 80 y 90 y Gabriel Salazar en la
actualidad), lo anterior ha conllevado a una visión demasiado parcializada de los
sucesos ocurridos que son analizados, por lo general en macro obras de la historia
nacional, quedando así lo que aconteció en Chile a una especie de “entre la espada y la
pared” siendo la espada el proceso de independencia y la pared el ascenso del orden
portaliano y la formación del Estado, dicho esto no sorprende que muchas personas
sigan denominando al periodo equívocamente como anarquía.
Es por lo mismo que a modo de justificación del presente trabajo, que la temática de la
presente investigación estudiará “La participación del ejército chileno en la
organización y conformación del estado nacional 1823 – 1829”, esto con el fin de
desmitificar el mote de anarquía, y también reconocer en su justo valor histórico la
participación que tuvo nuestro ejército en los procesos del periodo, que culminaron en
la conformación de un proyecto nacional exitoso durante el siglo XIX, los estudios
existentes versan sobre ideas, sobre el proceso político en su conjunto o sobre la
*
Ganador del tercer lugar del Primer Concurso de Historia Militar para Estudiantes
Universitarios, año 2008.
2. 2
economía, pero ninguno ha ilustrado sobre la importancia del ejército en este periodo
que es crucial para dejar atrás la independencia y lanzarnos al mundo como nación
soberana. Todo esto ha tendido a desvirtuar o a oscurecer la misión que el ejército
cumplió, debido a una serie de hechos insurreccionales que se estudiarán para
comprender si el ejército tuvo un rol de defensor del proceso de organización o un
papel más bien negativo como comúnmente se cree.
En este sentido la idea, hipótesis central de este trabajo es que El ejército de Chile,
institución forjada en las guerras de independencia fue tanto a nivel institucional como
humano uno de los grandes y principales actores en la conformación del ideal y
organización de nuestro orden republicano, esto manifestado en líderes de gran valía
moral e intelectual como Freire, Blanco Encalada, Francisco Antonio Pinto que de una u
otra forma, legaron a la patria innumerables servicios, obras e ideas que asentaron las
sólidas bases para el proyecto que la elite impulsó a lo largo de todo el siglo XIX, por
tanto los, objetivos, fuentes, narraciones, materiales, etc. irán orientados a descubrir si
la afirmación anterior es cierta o no, y si puede sustentarse en las fuentes y
procedimientos básicos de la ciencia histórica.
Para lograr descubrir la validez de la aseveración anterior y guiar el trabajo por
mejores derroteros se han planteado una serie de objetivos de investigación los cuales
son los siguientes:
Comprender el rol que tuvo el ejército de Chile en el proceso de formación del
estado republicano entre 1823 – 1829, insistiendo en que este periodo es la piedra
angular de la proyección posterior del mismo, mediante el estudio de figuras como
Ramón Freire, Manuel Blanco Encalada y Francisco Antonio Pinto, así como también de
su obra.
Analizar el periodo de formación y organización nacional entre 1823 – 1829,
desde el punto de vista en el cual el ejército proveyó los líderes ejecutores e
intelectuales de la organización nacional, así como la participación de este en los
llamados movimientos insurreccionales, y observando los patrones subyacentes a
estos hechos y cuáles son las pautas que se pueden destacar de los mismos.
Relacionar al ejército chileno, con la elite y otros grupos de la sociedad chilena
post emancipación y como esta relación es la que da el mal llamado nombre de
anarquía a este periodo histórico.
Valorar e identificar la actuación del ejército y sus jefes en el proceso de
formación del estado y la nación en Chile en la década del 20 del siglo XIX a través de
los rasgos esenciales que permitieron al ejército chileno ocupar un lugar
preponderante en la conformación del proyecto nacional alejándose del concepto de
anarquía y de militarismo del cual ha sido víctima.
El trabajo se ha dividido en cuatro grandes capítulos para abordar de mejor forma los
objetivos específicos que han animado la presente investigación.
El primer capítulo se corresponde con el Marco Contextual, es decir se intenta abordar
de una manera sintética, cual era y fue la situación del país en el periodo estudiado
desde el punto de vista general para crear una idea básica desde la cual abordar los
datos y referencias que se realizarán en el transcurso de la investigación, este capítulo
se aborda El marco Geográfico y las Interpretaciones generales del periodo, así como
3. 3
algunos acontecimientos básicos, esto por la razón de comprender eficazmente en qué
situación desenvolvió el ejército su acción.
El segundo capítulo es el Ejército, Política y Elite, en este acápite se desarrolla la
relación del ejército con los grupos sociales, sobre todo con la elite y como es esta
relación la que hace del ejército una institución prestigiosa por las guerras de
independencia pase liderar el proyecto del país recién emancipado, se abordan
materias aquí como La proyección de las Guerras de Independencia, Las relaciones
sociales, el ejército y la relación con los grupos productivos.
El tercer capítulo denominado Los Hechos en su lógica: Los movimientos políticos
militares 1823 -1830 se abordan los 12 movimientos políticos en los cuales se vio
vinculado el ejército durante el periodo de estudio: La Caída de O’higgins y la junta
gubernativa, Perturbaciones en Santiago, Movimientos por miseria de la tropa, Junta
gubernativa, consejo directoral, golpistas y Chiloé., Sublevación de O’higginista de
Chiloé, El Motín del 24 de Enero dirigido por Enrique Campino, Rebeldía del Cabildo de
Talca, Movimientos pro federalistas en San Fernando y Colchagua, Sublevación en San
Fernando, Motín del 6 de Junio de 1829 ó de los inválidos, La Guerra Civil o Revolución
de 1829 -1830, en este capítulo se intentará resolver la pregunta ¿cómo fueron los
hechos? Sin aportar ningún otro tipo de interpretación, se intenta conocer los hechos
para comprender el periodo, y también como estos sucesos guardan relación con el
capítulo anterior de Ejército, Política y Elite.
Por último el capítulo de la Importancia del Periodo, se analizarán en profundidad y en
su conjunto con otras informaciones, los hechos anteriormente mencionados, para ya
no observarlos como hechos, sino como proceso ó estructura y que es lo que
realmente nos quieren decir. Este capítulo se divide en los patrones comunes a los
movimientos políticos militares entre 1823 – 1830, el concepto de militarismo el rol de
Freire, y como el legado del ejército en la época de organización nacional es el apego a
la ley y el civismo, así como la moderación, se puede señalar que entre el capítulo de
los hechos insurreccionales y el capítulo de la importancia del periodo, opera una
lógica inductiva por cuanto se pretende primer conocer los hechos para después
desprender de estos las cuestiones claves y así comprender la verdadera participación
del ejército.
Respecto a la metodología usada, se han usado fuentes escritas de diversa índole,
tanto directas como indirectas. Por una parte se ha usado fuentes periodísticas de la
época con el fin de obtener la visión que la sociedad contemporánea a los hechos tenía
del ejército, por otro también se han usado memorias de los participantes de los
hechos los que otorgan su propia visión, sesiones de los cuerpos legislativos, leyes y
cuerpos jurídicos en general y discursos oficiales, así como también obras clásicas de la
historiografía nacional, como lo es la Historia de Chile de Diego Barros Arana, que sin
duda sigue siendo la única obra que contiene la mayor cantidad de datos sobre el
periodo, y también se ha recurrido a obras más actuales con el fin de contrastar
opiniones y analizarlas desde el prisma de los hechos.
No podría tampoco dejar de señalar las dificultades que los estudiantes de regiones
tienen para conseguir fuentes de carácter primario, las cuales a pesar de poseer
archivos regionales, como es el caso de quien escribe, en estos no hay copias u otro
4. 4
tipo manifestación de las fuentes necesarias para toda investigación, por lo que se
hace necesario y obligatorio ir a Santiago con todos los gastos pecuniarios y
temporales que esto implica – y siempre que se que tengan las posibilidades donde
quedarse – , no obstante es labor del “historiador” intentar solventar aquellos
problemas.
Por último agradecer al Ejército de Chile y a la Academia de Historia Militar de Chile,
por dar oportunidad a los jóvenes de este país a participar en un concurso que significa
crear conocimiento de nuestro país y de una de sus instituciones simbólicas como lo es
el ejército de Chile.
2. MARCO CONTEXTUAL
En 1820, Chile recientemente había iniciado la senda como un estado independiente
de la metrópoli española, era un país cuya población era eminentemente rural y donde
un grupo rector que recibía su herencia de la colonia seguía dirigiendo los destinos en
todo ámbito del naciente estado. Durante la primera mitad del siglo XIX, las
características espaciales y socioculturales de nuestro país eran diferentes a las que
actualmente conocemos, situación que incide de modo directo en las dinámicas y
funciones que las instituciones públicas tuvieron, dentro de las cuales contamos, al
ejército nacional. En el caso específico de esta investigación, interesa particularmente
entender la naturaleza y valoración que la institución del Ejército tuvo en el contexto
de una sociedad y estado en consolidación y un territorio en proceso de incorporación,
como parte de un proyecto político y económico que buscaba insertar a Chile en el
concierto de los estados Modernos e independientes de América latina, con
proyección al ámbito mundial.
Ahora bien, desde el punto de geográfico y también de lo jurídico, con la
independencia de los países latinoamericanos, rigió el “uti possidetis” que con rigor
mantuvo los mismos límites territoriales de virreinatos, reales audiencias y capitanías
generales que rigieron durante la época colonial pero con la salvedad que ahora el
espacio y su población dependían del estado nacional y no de la metrópoli hispana. A
partir de este principio, los primeros cuerpos jurídicos que dieron forma al Estado
reafirmaron aquel principio territorial y de soberanía nacional. Nuestras constituciones
y leyes del periodo 1823 – 1833, lo que hicieron fue reafirmar aquel principio territorial
y de soberanía nacional. Así por ejemplo, en la constitución de 1822 se declaraba que
“El territorio de Chile conoce por límites naturales: al sur, el Cabo de Hornos; al norte,
el despoblado de Atacama; al oriente, los Andes; al occidente, el mar Pacífico. Le
pertenecen las islas del Archipiélago de Chiloé, las de la Mocha, las de Juan Fernández,
la de Santa María y demás adyacentes.”1
, en tanto que la constitución de 1823 se
señalaba que nuestro territorio estaba compuesto “de norte a sur, desde el Cabo de
Hornos hasta el despoblado de Atacama; y de oriente a poniente, desde las cordilleras
de los Andes hasta el mar Pacífico, con todas las islas adyacentes, incluso el
archipiélago de Chiloé, las de Juan Fernández, Mocha y Santa María.”2
Finalmente, la
1
Constitución Política del Estado de Chile 1822, Título primero: De la nación Chilena y de los Chilenos
Capítulo primero: De la Nación Chilena, Artículo 3º
2
Constitución Política del Estado de Chile 1823, Título primero: De la nación Chilena y de los Chilenos,
Artículo 4º
5. 5
constitución de 1828 volvía a reafirmar que Chile se extendía “de Norte a Sur, desde el
desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos, y de Oriente a Occidente, desde las
Cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, con las islas de Juan Fernández y demás
adyacentes. Se divide en ocho provincias, que son: Coquimbo, Aconcagua, Santiago,
Colchagua, Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé.3
A partir de estos antecedentes, emanados de los principales cuerpos legales que
pretendían ordenar y organizar el territorio y la gestión político-administrativa de
nuestro país, Chile confirmó y definió sus relaciones con los países vecinos para el
periodo comprendido entre 1823 y 1830. Esta definición no sólo era importante desde
el punto de la delimitación de los referentes que habrían de constituir la base sobre la
cual se ordenaría internamente el territorio y su población, sino también la lógica de
las relaciones establecidas entre Chile y sus vecinos, todos estados en consolidación,
luego de configurarse como estados independientes. En esta lógica, el territorio se
extendía, con toda certeza, desde el desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos, no
obstante lo anterior no implicaba necesariamente una ocupación total del espacio ya
mencionado. El desierto de Atacama por ejemplo era conocido como el “despoblado”
de Atacama para señalarlo como un lugar no habitado, la ocupación poblacional en el
norte recién se iniciaba tímidamente en Copiapó y ya en La Serena tomaba ribetes
mayores; desde aquel lugar hasta Concepción por el sur, era la zona la más
densamente poblada (herencia de la Colonia además) y el área más importante desde
el punto de vista político, económico, y social. También Chile poseía soberanía desde
Concepción hasta el Cabo de Hornos pero sólo se encontraba habitada Valdivia en su
calidad de fuerte y la isla de Chiloé. La Araucanía aun era ocupada solamente por los
mapuche y lo que hoy son las regiones de los Ríos y los Lagos eran aun inaccesibles,
para que decir Aysen y Magallanes.
En suma, para el periodo 1823 – 1830, el país se circunscribirá al territorio
comprendido desde Copiapó hasta Concepción, añadiéndose Valdivia en 1820 y Chiloé
en 1826, hecho que fue descrito como la culminación de una etapa que implicaba
completar “la integridad territorial [lo que], ponía fin a una guerra de catorce años, y
hacía desaparecer el peligro de que aquél fuese el centro o, a lo menos, el punto de
apoyo de futuras agresiones de España.”4
.
Vale destacar entonces que las acciones político – militares emprendidas por el
ejército chileno para el periodo en estudio, se circunscriben particularmente a las
zonas ya descritas y articuladas a los grandes centros que, desde la época colonial,
marcaron la lógica de relaciones de dependencia y poder en nuestra sociedad a partir
de tres núcleos esenciales, a saber: Santiago, Valparaíso y Concepción.
Un segundo elemento a tener en consideración, ya no desde el punto de vista
territorial, sino social, dice relación con que Chile, para la época en estudio, era un país
con una escasa población. Los efectos de la guerra, así como la falta de sistemas de
conteo efectivos de la población, el sub registro, la facilidad con que vagabundos y
desarraigados, población indígena o renegados podían evadir los sistemas de
3
Constitución Política de la república de Chile 1828, Capítulo Primero: De Nación, Artículo 2º
4
BARROS ARANA, Diego. (2005) Historia General de Chile, Tomo XV, Santiago de Chile: Editorial
Universitaria y Centro de investigaciones Barros Arana de la dirección de bibliotecas, archivos y museos.
p.9
6. 6
contabilidad y control que el estado intentaba imponer, sumado a las precarias
condiciones de desarrollo imperantes, sin duda contribuyeron a hacer de éste un
factor necesario de considerar. El primer censo que se intentó hacer en 1813 no dio
resultados satisfactorios por lo ya señalado por lo que no fue posible establecer
patrones serios de contabilidad de la población nacional. Las cifras más cercanas al
periodo son la que da Mamalakis, el cual estimó la población de Chile hacia 1835 en
aproximadamente 1.010.000 de habitantes; población que se encontraba
desigualmente distribuida entre Copiapó y Concepción5
.
En definitiva, hacia 1823, Chile era un país pequeño, con un estado en formación
desde el punto de vista institucional y en proceso de consolidación, de escasa
población, concentrada esencialmente en aquellos centros urbanos característicos de
la época colonial, con una sociedad de identidad difusa y un amplio territorio propio,
pero que permanece sin ocupar ni integrar efectivamente. Prueba de ello es que hasta
el año 1826, aún existían territorios bajo dominio hispano, como fue el caso de la Isla
de Chiloé que sólo en 1826 su población será efectivamente incorporada al territorio
nacional.
Ahora bien desde una perspectiva más global la historia del país entre 1823 – 1830,
por diversas circunstancias ha sido muy poco estudiada desde el punto de vista de la
historiografía tradicional, hecho al que se suma la falta de un análisis más acabado. A
partir de lo anterior, resulta necesario apreciar, de un modo general, cuáles fueron los
rasgos de este espacio temporal en el cual se desenvolverán cronológicamente los
sucesos a estudiar, entre estos acontecimientos contamos el fin del gobierno de
O’higgins, la creación de los cuerpos constitucionales de 1823 y 1828, la formulación
de la primera regionalización nacional con el fin de mejorar la administración del
naciente estado, y finalmente el enfrentamiento armado entre los grupos políticos en
1829 suceso el cual es la suma de todos los problemas del periodo, es por lo mismo
que a pesar de que el presente trabajo se centre en el ejército chileno, nunca debemos
dejar de lado que sus acciones se desarrollaron en un espacio, un territorio y en una
sociedad con características particulares.
Desde el punto de vista historiográfico, dentro de este periodo, que ha sido definido
por Sergio Villalobos como “proyección de la independencia”6
podemos encontrar
cuatro grandes líneas de interpretación las cuales en general parten del precepto en
que una vez terminada la guerra de independencia fue preciso un momento de
ordenamiento interno para crear la institucionalidad necesaria para asegurar la acción
del naciente Estado nacional.
La primera línea y la más clásica es la de denominar y describir al periodo como
anarquía. Dicho punto de vista se sustenta, tradicionalmente en la perspectiva de
análisis de aquellos historiadores que sobredimensionan la imagen del régimen
portaliano en relación al periodo anterior. Quien quizá encarna mejor esta visión es
Alberto Edwards que en su obra la fronda aristocrática denomina al periodo de
5
Cifras y estadísticas en PINTO RODRIGUEZ, Jorge y FLORES CHÁVEZ, Jaime. (s.f) Cuadernillos de
Docencia, Nº15 “ Chile en el Siglo XIX, Estadísticas” Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de
Educación y Humanidades, Universidad de La Frontera
6
ESTELLÉ, Patricio; SILVA, Osvaldo; SILVA, Fernando y VILLALOBOS, Sergio. (2002) Historia de
Chile Santiago de Chile: Editorial Universitaria. p.404
7. 7
“interregno anárquico”, y que es el qué con más crudeza describe – a su entender – el
periodo:
“En Chile, tuvimos un remedo de aquel orden de cosas netamente sudamericano,
durante los siete años que transcurren entre la caída de O’Higgins y la revolución de
1829. Se ha dado a aquella época el nombre convencional de “era de los pipiolos”; en
realidad, fue sólo el tiempo de nuestros gobiernos “sin forma”. Sin duda que aquí, como
en los demás países hermanos los jurisconsultos y los ideólogos perdieron entonces el
tiempo redactando constituciones y discutiendo principios de derecho público: no
cometeré la puerilidad de recordar esos trabajos completamente inútiles.”7
Durante 1823 a 1830, en la perspectiva de estos historiadores8
, el ejército fue uno de
los factores de discordia, desorganización y anarquía dentro de la naciente sociedad. Al
respecto, el ya mencionado Alberto Edwards, señaló “Los jefes militares que
sucedieron a O’higgins en el poder, especialmente Freire y Pinto, no eran hostiles a la
aristocracia, como su ilustre antecesor; pero no fueron por eso más capaces de
dominar o disciplinar ni a la fronda ni al Ejército.”9
Este problema para aquellos
historiadores se prolongó endémicamente por todo el periodo y sólo fue posible
extirpar aquel mal de los generales rebeldes y acostumbrados a un espíritu de
caudillismo a través de una revolución (la de 1829) y una batalla: Lircay10
, en la cual
triunfaron las fuerzas peluconas que impusieron al país y con las ideas del genio
político y realista de Diego Portales una nueva constitución, un nuevo orden
institucional y la despolitización del ejército. Esta visión, junto con darnos un marco
referencial “negativo” para el periodo, nos permiten conocer y analizar la visión
desarrollada por los historiadores respecto de aquellos acontecimientos de los que
fueron muchas veces contemporáneos, o por lo menos tuvieron acceso a los actores
fundamentales del periodo.
Una segunda visión es la que designa al periodo como periodo de ensayos
constitucionales, de acuerdo con esta óptica, pese a la anarquía y la desorganización
del ejército, esta etapa de la historia nacional es vista como un ciclo fundacional, en
atención a que fue aquí cuando se produjo la elaboración de los primeros cuerpos
jurídicos y legales que habrían de regir y ordenar la nueva vida de chile como nación
independiente. Esta línea más que histórica es la que por lo general se entrega en
nuestro sistema educacional donde se tienden a comparar las distintas constituciones
del periodo (la moralista del 23. Las leyes federales de 26 y la liberal del 28) y a ver la
influencia de patrones extranjeros y locales de la época en como el país se quiso
organizar.
En tercer lugar es posible encontrar la apreciación del periodo como un tiempo de
construcción, este es el enfoque de la organización y aprendizaje nacional, esta es una
7
EDWARDS VIVES, Alberto. (1928) La fronda aristocrática en Chile, Santiago de Chile: Imprenta
Nacional. p.37
8
Encontramos en esta línea a Francisco Antonio Encina en su obra Historia de Chile, y a Jaime
Eyzaguirre que hace alusión a este periodo como “La noche de la anarquía” en su libro “fisonomía
histórica de Chile”.
9
Ibdid.p.37
10
De hecho Lircay se transformó en el nombre de una de las revistas historiográficas de carácter
conservador en Chile, así como estanquero.
8. 8
línea contrapuesta a la línea de anarquía, aquí destaca el historiador Julio Heise en la
obra “Años de formación y aprendizaje políticos: 1810 – 1833”11
, esta línea propugna
que durante el periodo se experimentó a través de forma democrática algunas formas
de organización que debía adoptar nuestro país, así es como sobresalen una etapa
descentralizadora hasta 1826 y una etapa centralizadora desde 1828. El ejército aquí
se señala que no es un factor de desequilibrio sino que dotó de hombres sinceros a los
cuerpos políticos recién en formación.
Una última visión corresponde a la más actualizada y que es simbolizada por Gabriel
Salazar en el volumen I de la Historia Contemporánea de Chile, “Estado, legitimidad,
ciudadanía”12
, este autor señala que la sociedad de los años 1823 – 1830 se polarizó en
torno a la discusión de dos proyectos de país, un proyecto pipiolo de crecimiento hacia
adentro liderado por liberales de tendencia democrática (Infante, Pinto y Freire) contra
un modelo ideado por el grupo pelucón – conservador de crecimiento hacia afuera,
aliado con los capitales ingleses, pero el cual tampoco en ningún punto aborda la
temática del ejército por muy sugerente que sea su hipótesis,
Más que adoptar una línea de interpretación del periodo para desarrollar, lo que
interesa es que muchos relatos, piezas, así como estudios del periodo no han
abordado como motivación central el estudio del ejército chileno, pero si lo han hecho
del contexto, lo que permite insertar claramente en distintas ópticas la participación
del ejército en la organización nacional, esto es lo que versarán los tópicos siguientes.
Analizados los hechos en que se vio envuelto el ejército será posible distinguir si este
jugó un rol negativo como lo planteó Edwards hace 90 años, si no jugó un papel
trascendente, o si fue una institución que así como combatió en los campos de batalla
logró establecer ciertas bases de un proyecto nacional, el cual se desarrolló durante
todo el siglo XIX hasta 1891.
El periodo se encuentra entonces cruzado por la organización del Estado, lo que vale
decir la creación de las instituciones que lograrían el bien común, asegurarían una
correcta administración pública, simbolizado aquello en lo que se ha venido llamar
ensayos constitucionales. Fue un periodo de cambio y continuidad. Era necesario elegir
autoridades pero también era ineludible de dotarlas de legitimidad como lo habían
tenido las autoridades en la época colonial, esta nueva legitimidad fue muchas veces la
otorgada por lo méritos obtenidos en la independencia.
Se hacía así mismo perentorio escoger que juridicidad se habría de adoptar, bajo que
ideales políticos el país debía hallarse, lo que por una parte motivó la existencia de un
multiplicidad de grupos políticos pero por otro dispersó los intentos de convergencia
que se requerían en momentos decisivos, derivando esto en una serie de movimientos
subversivos que no siempre llegaron a buen puerto, que no fueron peligrosos pero
que crearon un clima de ingobernabilidad en los centros de poder y un cansancio en el
ejército por no poder poner coto a la situación.
11
HEISE GONZÁLEZ, Julio. (1978) Años de formación y aprendizaje políticos: 1810 – 1833, Santiago
de Chile: Editorial Universitaria
12
PINTO, Julio y SALAZAR, Gabriel. (1999). Historia Contemporánea de Chile I: “Estado,
legitimidad, ciudadanía”. Santiago de Chile: LOM ediciones. p.25 et seq.
9. 9
Por otro lado terminadas las guerras de independencia en América hacia 1824,
quedaron los mares libres de peligros e incertidumbres, así Chile pudo comenzar una
incipiente serie de relaciones con las grandes potencias de la época las cuales
expresaron su fe respecto a Chile. La agricultura se encontraba postrada y era
necesario reactivarla, así como la minería. Todo esto provocaba que el erario se
resintiese y no pudiera pagarse a los empleados públicos, entre ellos el ejército.
Con estos rasgos, modos de mirar el pasado, situaciones y acontecimientos Chile daba
inicio a su historia independiente.
3. Ejército, Política Y Elite
Las pugnas generadas en la guerra de independencia y su proyección posterior crearon
una serie de conexiones entre el ejército nacional, la elite y la política. Esta relación
provoca que durante el periodo el ejército participe de los movimientos
insurreccionales y la que lo convierta una fuerza deliberante en cuanto intentar
impulsar un proyecto nacional durante nuestra primera etapa republicana. Una vez
aclarada esta relación será más fácil distinguir como es el modo de operar de la
institución castrense durante esta etapa.
Por elite se entenderá la clase dirigente de un país, en nuestro caso nos referiremos al
antiguo estamento social de carácter aristocrático colonial que posterior a la
emancipación continuó manteniendo el poder en todo aspecto, esto porque el proceso
de independencia fue dirigido en lo político, lo ideológico y lo militar por este grupo, se
pretende entonces así ocupar el concepto de elite como sinónimo de grupo dirigente,
grupo rector, oligarquía o aristocracia. Este grupo rector presenta algunos nuevos
rasgos en su conformación como consecuencia del proceso de emancipación. Dentro
de aquella elite encontramos a políticos, ideólogos, terratenientes, comerciantes y
empresarios mineros, sumándose a ellos el cuerpo de oficiales del ejército patriota que
eran los que en realidad poseían el total control de este, sea en el mando o en el
ascendiente sobre la tropa, en ese sentido el ejército chileno era fiel reflejo de la
estructura social de la época, un grupo de oficiales al mando de la tropa enganchada
voluntariamente o en casos por la fuerza, que provenía por lo general de los estratos
bajos y que se hallaba muchas veces mal pagada. De esta manera el grupo de oficiales
era parte de la elite, una parte importante teniendo en cuenta su rol y por tanto
compartía con esta la idea de impulsar un proyecto nacional.
Todo lo anterior nos muestra una elite diversa, ya sea en lo político donde
encontramos antiguos partidarios del rey (monárquicos), patriotas (republicanos),
federales, centralistas, personalistas o “frondistas”, conservadores y liberales. Esta
heterogeneidad de ideas pero no de composición social hizo que durante este periodo
donde habían de tomarse grandes decisiones, la elite tuviera dentro de ella grandes
conflictos en el campo ideológico, y político donde el ejército como parte de esta clase
dirigente no podía abstraerse por diversos motivos que se relatarán más adelante y
por el cual estaba intrínsecamente relacionado con la elite. Pero a pesar de estos
conflictos que “con tener momentos de extremada violencia no quebraron en
10. 10
profundidad las relaciones al interior de la elite chilena”13
no hubo ni dictadura, ni
militarismo, y ninguno de los hombres que detentaron el poder ejercieron acciones
terroristas y el ejército tampoco se prestó – y es de suponer que tampoco se hubiera
prestado- para cometer aquello, a esto se sumaba que por diversos motivos la clase
dirigente se encontraba intrínsecamente relacionada entre sí.
En este sentido el ejército chileno creado para los avatares de las guerras de
independencia daría a formación de un nuevo grupo social muy distinto al de la época
colonial; este último que estaba dividido en dos partes, por una el ejército real que
venía desde España con tropas de línea y oficialidad española nombrada desde la
metrópoli y por otro las milicias cuya base social no difería mucho del ejército patriota
pero que en su cuerpo de oficiales de alto grado se encontraban los mismos
terratenientes y comerciantes criollos los cuales eran los únicos candidatos para
acceder por la baja retribución económica del cargo ya que “por falta de organización y
financiamiento, los militares vivían en una condición precaria, sometidos a la
competencia eventual de un suboficial, recibían además un sueldo muy modesto,
estable desde el siglo XVIII.”14
.
A raíz de la guerra de independencia surgen el ejército chileno y la oficialidad militar
como elementos para independizar al país de España y para proteger dicha
emancipación. La participación de estos en un proceso político, les había dado la
oportunidad de participar en la organización del estado. Estos nuevos personajes
surgieron al mando del ejército patriota ya pertenecían a la elite, pero no a la más
influyente y poderosa, “Algunos ascenderán a la oligarquía, pero en función de los
servicios prestados en los años de independencia y no antes (…) estos militares
correspondían en realidad a una elite de base rural con un modesto nivel de vida”15
eran en el fondo una baja aristocracia por decirlo en cierto sentido, muchas veces
despreciada por la más influyente en cuanto no participaba claramente de la dirección
política y económica de la colonia , o porque tampoco poseía amplias riquezas ni
contactos, o porque su origen no era “normal” (ver el caso del “huacho” O’higgins
como le denominaban) ; pero todo esto con la guerra cambió, ya que a través de los
méritos, los sacrificios y el heroísmo desplegado exitosamente como ya sabemos en
los campos de batalla, lograron conformarse en un grupo con una identidad propia,
desplazando en gran parte una vez finalizada la guerra de independencia a la
aristocracia colonial en el ejercicio de manejar los asuntos de estado, más que mal era
su espada la que había liberado a Chile del dominio español. Así hombres como
O’higgins, Freire, Prieto, Blanco Encalada, Lastra, Borgoño, de La Cruz, entre otros
creían que era su deber como hombres que habían denotado la mayor preocupación
por la obra independentista proyectarla a futuro , tal como ocurrió con el gobierno de
O’higgins , de Freire y de Pinto donde las obras materiales e intelectuales de los
mismos expresan este sentir (bibliotecas, escuelas, sistema educativo, libertad de
vientre, imprenta, el periodismo, salida e inserción de Chile al exterior etc.).
13
PINTO, Julio y SALAZAR, Gabriel. (1999). Historia Contemporánea de Chile II: Actores, Identidad
y Movimiento. Santiago de Chile: LOM ediciones. p. 35
14
VERGARA QUIROZ, Sergio. (1993). Historia Social del ejército de Chile, Vol. I. Santiago de Chile:
Universidad de Chile ediciones. p. 66
15
Ibíd. p. 69
11. 11
Era por tanto natural que aquellos planes resultantes fueran dirigidos por muchos de
estos oficiales y que a su vez fueran apoyados por gran parte de la aristocracia
(elección de Freire, de Blanco Encalada, de Pinto como primeros mandatarios y otros
tantos militares en ocupaciones parlamentarias y de cargos públicos electos) ya que de
las filas de esta pocos hombres tenían renombre como para contrarrestar el influjo
conquistado tanto por los ideólogos como por los militares en el proceso de
emancipación, es así que la aristocracia como medio de templar el ambiente (por los
conflictos debido a su heterogeneidad económica y territorial) escogió a hombres
neutrales, o si se quiere a árbitros, los cuales por medio del control del estado
lograrían el equilibrio entre los grupos político – económicos, no beneficiando a todos
o a ninguno y manteniendo así el status quo en el interior del país, cuestión que por
ejemplo no ocurrió en otros países, como lo es el caso de Bolivia, donde el poder lo
retuvo la elite agraria mientras la elite minera de mucho mayor poder económico
quedo subsumida a los intereses de esta con toda una serie de problemas de
caudillismo y revueltas en el país altiplánico durante todo el siglo XIX.
Ahora entre los factores que permitirían explicar que la elite haya cedido
pacíficamente las cuotas de poder a los líderes militares como se ha indicado
anteriormente podemos encontrar en primer lugar las guerras de independencia, ya
que quienes habían obtenido la “gloria y el triunfo”, eran los militares, ya que desde
1810 cuando se decreta la creación de nuevos cuerpos militares hasta 1826 cuando se
ocupe Chiloé integrándose al país, fueron quienes crearon los cuerpos del ejército, les
dieron instrucción, organizaron las expediciones y campañas, siendo los que estaban
en la línea de fuego y morían.
En concreto mientras el grupo rector de la sociedad se dedicaba a lo teórico es decir
cómo debía ser la naciente república y bajo que ideales políticos debía adoptar, el
ejército se dedicaba a lo práctico, era este el que con las campañas de la expedición
libertadora al Perú, las campañas de la llamada guerra a muerte, las dos expediciones a
Chiloé, los movimientos revolucionarios del año 23 y 29, lograba modificar el juego
político creado por la emancipación y su proyección, es así que en un primer
momento lo conquistó (1810 – 1818) en un segundo lo aseguró (1819 – 1826) y en un
tercero lo organizó (1826-1830). Por tanto la elección natural y de sentido común de
quienes debían encabezar la dirección del estado tenía que recaer en los soldados, era
un premio legítimo reconocido por toda la sociedad (incluyendo los sin derecho
político) y la elite lo aceptó, más que mal los oficiales que dirigían aquel ejercito eran
de sus filas y siempre habrían lazos y relaciones lo suficientemente fuertes como para
evitar que el ejército instaurara un régimen militarista que ocluyera a la elite, cuestión
que no sucedió por el rol de arbitro que asumió el ejército como se ha visto.
Lo anterior no obstante, no implicó para todo el periodo una aceptación con fe ciega
por parte del grupo más conservador de la nueva ocupación política de los militares. Ya
una vez terminado el gobierno del Director Supremo Bernardo O’higgins “los
hacendados y la mayoría de la elite política; habían desarrollado una actitud muy
crítica sobre los militares y sus acciones públicas, en verdad puede hablarse de un
malestar social, desde el último año del gobierno del general O’higgins”16
En estos
casos este grupo más conservador de la elite intentó movimientos militares contra el
16
VERGARA QUIROZ, Sergio Op. Cit. p.108
12. 12
poder establecido, quienes dirigían aquellos movimientos eran oficiales sin prestigio,
olvidados y sin gloria militar, en esta categoría caben personajes como Enrique
Campino o Pedro de Urriola17
. La elite descontenta o mejor dicho las facciones y
bandos políticos de la época lo que hicieron fue incentivar su descontento y
lisonjearlos para que encabezaran los motines y sublevaciones a favor de aquellos
grupos que actuaban como sus benefactores. El caso de Campino que instigado por
diputados de la república sublevó a algunas tropas en la capital en Enero de 1827 e
ingresó al congreso a caballo desalojándolo y las dos sublevaciones de cuerpos por
parte de Urriola entre 1828 y 1829 son los más célebres, estos hombres en realidad
actuaban movidos más que nada por convicciones personales y políticas por sobre las
de tipo nacional y a pesar de ser fallidos sus intentos posteriormente recibirían su paga
cuando existiese un régimen conformado por aquellos hombres que fueron sus
benefactores, Pedro de Urriola por ejemplo fue jefe del batallón voluntario Colchagua
en la guerra contra la confederación Perú – Boliviana, resultando sorprendente esta
escalada por cuanto había sido dado de baja del ejército patriota por su malas
conductas, impropia de un oficial.
Un segundo factor para considerar son las relaciones sociales, tanto en la elite de viejo
cuño como la de nueva, se establecieron contactos por medio del parentesco creando
verdaderos grupos familiares, muchos de los cuales databan de la colonia, estas
aceptaciones tácitas de alianzas o apoyos se hacían reales por medio de la institución
matrimonial. Así esto evitó que el ejército iniciara una época de matanzas,
fusilamientos, proscripciones ya que todos en cierta medida constituían una gran
familia, que en algunos casos ocupaban gran parte de la oficialidad de los cuerpos
como fue el caso de la revolución de 1829 donde el ejército del sur estaba comandado
por la familia Prieto – Bulnes lo que hizo más segura la sublevación por lo lazos
existentes entre estos hombres formados en los bravos campos de batalla de la
frontera.
Pero lo anterior no impedía matrimonios con el “enemigo” como prueba el hecho de
que Manuel Bulnes Prieto se casara con la hija del general Francisco Antonio Pinto,
eran capaces de atacarse duramente pero jamás de llegar al aniquilamiento, otro de
estos casos fue el del oficial francés Benjamín Viel Gometz18
que se casó con Luisa Toro
miembro de una vasta familia liberal y justamente nieta del Conde de la conquista
creándose lazos entre una familia local de extirpe y los herederos de los gloriosos
ejércitos de la revolución francesa. Por lo mismo esto demuestra la capacidad de las
17
Pedro Urriola Balbontin (Santiago, 1797-Santiago, 1851).-Se inició en la carrera de las armas en 1812,
en los granaderos de Juan José Carrera. Hizo las campañas de la Patria Vieja, hasta el sitio de Rancagua.
Por ser carrerino y amigo de Manuel Rodríguez, el gobierno de O'Higgins lo mantuvo alejado del ejército.
Bajo los pipiolos volvió a las filas y tomó parte en diversos movimientos revolucionarios. Participó en las
campañas contra la Confederación Perú boliviana y se batió en Yungay. Finalmente, encabezó el motín
del 20 de abril de 1851, en el cual encontró la muerte. FRIAS VALENZUELA, Francisco. (1982) Manual
de Historia de Chile, Santiago de Chile: Editorial Nascimiento. p.309
18
Benjamín Viel Gometz (Francia, 1787-Santiago, 1868).-Militar francés que después de combatir en las
campañas napoleónicas de Alemania (Austerlitz, Jena, Eylau), de España, de Rusia y de Bélgica
(Waterloo), pasó a Buenos Aires y luego a Chile (1817). En nuestro país se distinguió por su valor y su
capacidad en la campaña de 1818, en la guerra a muerte y en la expedición contra los Pincheira. De
profundas convicciones liberales, intervino en la guerra civil de 1829 a 1830 distinguiéndose en la batalla
de Lircay. Llegó a general de brigada Viel casó con María Luisa Toro Guzmán, nieta del conde de la
Conquista. FRIAS VALENZUELA, Francisco Op.Cit. p.263
13. 13
elites para atacarse entre sí con extrema dureza y llegar hasta el conflicto armado,
pero no exterminarse, esto porque las relaciones enfriaron el ambiente que a la luz de
los sucesos debiera haber sido mucho más agresivo y violento, pero el ejército que
controlaba la situación siempre se mostró moderado y conciliador, así nuestro país
jamás tuvo que presenciar crímenes perpetrados contra sus mismos connacionales
evitándose así la anarquía y el militarismo.
Un tercer punto lo constituye la heterogeneidad de la elite en el apartado económico y
como esto se relaciona con la asunción del ejército al poder. Hemos dicho que en Chile
existían tres grandes grupos productivos, los terratenientes que geográficamente
estaban en el sur del país y requerían un estado que les ayudara a crear nuevos
mercados para la exportación, y un ejército que defendiera los núcleos productivos de
bandoleros y bandas armadas como los Pincheira, estaban los mineros que se
ubicaban en el norte chico y requerían políticos que favorecieran la exportación de los
minerales e importación de maquinaria útil y finalmente estaba el grupo mercantil que
requería orden interno para generar confianza internacional en nuestra economía y a
su vez requería centralismo para tratar de controlar el mercado interior.
Entre todos los grupos convergían en la libertad del comercio exterior, pero con esto
poseían intereses de grupo que se oponían entre si, en el caso chileno nos indica que
estos grupos lograron ponerse de acuerdo para crear una institucionalidad duradera
que se logró con la asunción de Portales, pero antes de aquello, que es el periodo que
nos interesa lograron ponerse de acuerdo de manera pacífica a sus problemas, así es el
caso de cuando surge el movimiento en 1822 que derrocó a O’higgins y movilizó al
ejército del sur, Concepción ( Agrícola), Coquimbo (minería) y Santiago (Mercantil) se
pusieron de acuerdo para que Freire por el prestigio y honra que poseía dirigiera el
estado, confiaron en que el ejército sería capaz de temperar y administrar correcta y
equitativamente las disputas que pudieran surgir entre estos grupos, todo esto porque
el ejército no poseía un marcado rol productivo y sus hombres estaban por encima de
estas peleas, el ejército así fue concebido como un justo y recto arbitro de las
posiciones económicas y evitó a Chile lo males de otros país como el de Bolivia donde
los agricultores tenían el poder político mientras los mineros poseían el económico y
crearon sublevaciones, motines, alzamientos para derrocarse y debilitarse los unos a
los otros. Esta es la causa de que en Chile entre 1823 a 1851 se haya confiado el
gobierno a célebres hombres militares en su gran mayoría.
4. Los Hechos en su Lógica:
Los Movimientos Políticos Militares 1823 -1830
El día 28 de enero de 1823 a raíz de un movimiento cívico y militar, O’higgins que se
había ganado la odiosidad de la aristocracia chilena por sus medidas un tanto liberales
fue obligado a abdicar.
Ese mismo día en el consulado se organizó una reunión de notables a la que el General
O’higgins fue conminado a asistir para solicitarle su renuncia, al tiempo que las tropas
de la guardia directorial se declaraban en rebeldía, negándose a acatar cualquier orden
que implicara un desenlace violento al conflicto. O’higgins, después de reflexionar
decidió presentarse en el consulado y en una épica sesión dejaría el cargo señalando:
"Ahora (quitándose la banda presidencial) soy un simple ciudadano. En el curso de mi
14. 14
Gobierno, que he ejercido con una grande amplitud de autoridad, he podido cometer
faltas, pero creedme que ellas habrán sido el resultado de las difíciles circunstancias en
que me tocó gobernar y no del desahogo de las malas pasiones. Estoy dispuesto a
contestar a todas las acusaciones que se me hagan; y si esas faltas han causado
desgracias que no puedan purgarse más que con mi sangre (desabotonando su
casaca), tomad de mí la venganza que queráis. Aquí está mi pecho. (La multitud:
"¡Nada tenemos contra vos! ¡Viva O’higgins!") Bien sabía que con justicia no se me
podía acusar de faltas intencionales cometidas en mi Gobierno. No obstante, este
testimonio me alivia del peso de las que hubiera cometido sin conocerlas. Mi presencia
ha dejado de ser necesaria aquí."19
En la misma sesión donde el libertador dejaba el cargo, se nombraba una junta
gubernativa provincial que intentó ser nacional, esta junta estaba integrada por tres
prominentes vecinos de la capital: Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante y Fernando
Errázuriz, hombres moderados pero carentes de mando en las críticas situaciones que
vivía la república. Esta junta inició prontamente el envío de credenciales a las
provincias para que la aceptaran como nacional pero las negociaciones no
fructificaron, las provincias veían en ella el ánimo centralista y dominador de la capital.
El movimiento medular de esta trama se desarrolló en Concepción, la cual estaba en
armas desde diciembre de 1822 contra O’higgins, al momento de la abdicación de
este, habían negociaciones para socorrer militarmente el sur, pero con la caída de
Director Supremo quedaron cortadas las negociaciones, la asamblea provincial de
Concepción decidió no reconocerla y otro tanto hizo Coquimbo, el ejército del sur
dirigido por el general Ramón Freire y Serrano se embarcó hacia Valparaíso donde
llegó el 6 de febrero, esos días se le unieron tropas de Colchagua y Coquimbo, y otras
milicias locales que no reconocían a la junta de Santiago como junta de gobierno de
todo el país, este parecer es el expresado en el sentido de que una junta capitalina
significaba el control de la clase mercantil capitalina por sobre la agrícola de
Concepción y la minera de Coquimbo subyugando sus intereses y por tanto los de las
elites locales, en el fondo lo que buscaban estas provincias era la defensa del status
quo que ya ha sido mencionado anteriormente mediante la asunción al poder de un
individuo que fuera un árbitro justo, para Coquimbo y Concepción este personaje era
Freire por el carácter de hombre moderado que le rodeaba. El día 15 de febrero Freire
llegaba a Santiago con las tropas exigiendo el pago de sueldos atrasados y la ayuda
prometida al sur contra la guerra que aún se desarrollaba allá. Inmediatamente se
iniciaron negociaciones entre Santiago y los representantes provinciales entre los días
17 y 21 de febrero, este último día se acordó que se crearían un congreso de
plenipotenciarios compuesto por un integrante de cada provincia, a su vez se creaba
un acta de unión de las provincias en la cual se decía que Chile era un estado unitario
y otras reglas administrativas que no es tema aquí tratarlas, este congreso acordaba el
31 de marzo elegir al general Don Ramón Freire como Director Supremo del Estado, el
4 de abril este juraba ante los plenipotenciarios y el día 6 se elegía un senado
conservador, se restablecía el orden sin necesidad de disparar un tiro.
Este hecho, importante por la trascendencia que tendría después de 1823, así como la
resolución tomada por O’higgins de evitar una guerra civil y también por la protección
19
Discurso en ENCINA, Francisco. Y CASTEDO, Leopoldo. (1964) Historia de Chile Vol. III, Santiago
de Chile: Ed. Zigzag, Anexo analítico p.2192
15. 15
que Freire hacia de las provincias, inició un periodo de efervescencia en la cual
participó el ejército por todos los factores ya descritos. Por lo mismo, claramente no
puedo sustraerse, esta participación en acontecimientos de sedición y violencia, pero
así también mayoritariamente en el restablecimiento del orden legal y constitucional,
llevó a muchos historiadores tradicionales (basándose sólo en la sedición y no en su
contraparte) a denominar al periodo como anarquía, sin evaluar en su justa causa cada
acontecimiento como se pretende realizar a continuación. Cada uno de estos hechos
posee motivaciones propias y de su estudio podrán desprenderse algunos patrones
necesarios para el entendimiento del rol del ejército en su conjunto dentro del periodo
y la participación en la organización nacional y del estado, cuestiones que se analizaran
a continuación de describir los sucesos en que se vio envuelta la sociedad chilena a raíz
de la renuncia de O’higgins. A continuación en una serie de puntos se abordará cada
uno de los hechos insurreccionales donde el ejército tuvo alguna participación.
4.1. Perturbaciones políticas en Santiago
Tanto Chile como otros países americanos tenían en el momento de la abdicación de
O’higgins una expedición en el Perú tratando de derrotar el último baluarte realista. A
inicios de 1824 llegaron las noticias de la recuperación realista de Lima, la ocupación
por Rodil del Callao, y la miseria de la tropa enviada, temas que repercutieron
negativamente en la población que se asustaba al ver como la presencia realista podría
significar una nueva llegada de tropas desde España. A todo lo antes descrito se
sumaba lo difícil e intricando de la recién aprobada constitución de 1823 que hacía casi
imposible su completa utilización y la fracasada expedición del general Freire a Chiloé.
Esto repercutía negativamente en la imagen que proyectaba el Director supremo.
Cuando el 14 de junio este volvía a Santiago con las malas noticias de la fracasada
primera expedición a Chiloé se encontraba en una pésima posición, gobernando un
país con serios problemas en la defensa de su soberanía e independencia, con unos
cuerpos institucionales que no apoyaba su función y que se negaba a prestar auxilio al
ejército falto de pertrechos y que necesitaba nuevos bríos para continuar las campañas
del Perú y Chiloé. Freire sintiéndose totalmente agobiado y no viendo posibilidad de
salvar la situación presentó su renuncia al senado el día 14 de Julio de 1824 por los
motivos reseñados.
El día 19 el senado decidiría si aceptaba o no la renuncia. Cuando comenzaba a
sesionar aquel día en la mañana, una turba se organizó en torno al edificio del senado
(actual museo histórico nacional) gritando consignas contra la constitución y favor de
Freire y sus ministros (Pinto y Benavente). El cuerpo legislativo asustado pidió auxilios
a Freire pidiéndole que disolviera los manifestantes, la respuesta no se hizo esperar “El
General que suscribe, decía Freire, ha sabido también que en las casas consistoriales se
reúnen los ciudadanos de esta capital. Ha prevenido en la orden del día a los cuerpos
militares que se mantengan en sus cuarteles, prohibiéndoles mezclarse en las
deliberaciones populares. Con este conocimiento, el Senado podrá tomar las medidas
que crea convenientes”20
Freire daba la primera muestra del respeto a la legalidad que
poseía el ejército ante hechos de índole social, la represión no sería su bandera, ni
tampoco la de permanecer él en poder amparado en las bayonetas, así como
20
BARROS ARANA, Diego. Vol. XIV Op.cit p.280
16. 16
aprovechar un suceso para la solicitud de poderes especiales y erigirse en dictador.
Finalmente en una debate desarrollado en el senado donde participaron senadores y
ministros, se adoptó suspender algunas partes inaplicables del cuerpo legal de 1823
llamándose a elecciones, nuevamente se llegaba a una solución sin sangre, evitado
esto como se ha señalado por el ejército. Santiago sólo estuvo paralizado cinco días.
4.2 Movimientos por miseria de la tropa
El senado que había surgido de la ya mencionada jornada del 19 de julio de 1824 en la
cual se suspendió el cuerpo legislativo de 1823 se había mostrado igual o peor en la
comprensión de los asuntos del estado, poco a poco las provincias perdieron la fe en
este y comenzaron a retirar sus representantes. En lo que respecta al ejército siguieron
la misma senda: los soldados seguían teniendo hambre y no recibían paga desde hace
casi un año por la precaria situación del erario público. Las tropas en Santiago las
cuales eran el batallón Nº7 dirigido por Rondizzoni21
, el Nº8 por Beauchef, la caballería
bajo Viel y la artillería bajo Borgoño, preocupadas por no tener que comer señalaron
que de no atender su situación saldrían al campo a procurarse su alimentación como lo
señalaba el ministro del interior Francisco Antonio Pinto el 12 de abril de 1825 al
senado, esta corporación comenzó una campaña contra dichos oficiales, pero la
presión de estos fue tal que el senado no pudiendo hacer nada para ayudar decidió
auto disolverse, para dar paso a una nueva legislatura.
Sin duda puede aducirse que esta acción es caudillistas por parte de los hombres de
armas, pero también es necesario entender que un ejército sin sueldos y sin comida
difícilmente podría ser efectivo y cumplir su función dentro de la consolidación del
estado, pero a esto se sumaba que los cuerpos políticos deliberantes negaban toda
solución o se resistían a solucionar los problemas al ejército, la acción de Rondizzoni,
Beauchef, Viel y Borgoño se enmarca solo en un movimiento peticionista.
4.3 Junta gubernativa, consejo directoral, golpistas y Chiloé
Cuando en mayo de 1825 se disolvió el congreso se hizo un llamamiento a una
legislatura nacional. En la asamblea de Santiago donde debían nombrarse aquellos
legisladores el día 13 de julio, se inició un áspero debate sobre el mal manejo que
hacia el gobierno del estado y en vez de elegir aquellos representantes se dispusieron
a formar una junta de gobierno que asesorara a Freire compuesta por José Miguel
Infante, José Antonio Ovalle y Carlos Rodríguez. Freire al día siguiente declaró aquella
junta como ilegal por cuanto no había cabida para las provincias pero por la presión de
las grandes familias santiaguinas tuvo que aceptarla, en el ínter tanto las provincias
sentían lo mismo que en 1823: Santiago quería centralizar el poder.
21
José Rondizzoni Cánepa (Italia, 1788-Valparaíso, 1866).-Militar italiano que actuó en las guerras
napoleónicas en España, Alemania, Rusia, etc., participando en numerosas batallas. El desastre de
Waterloo lo obligó a emigrar a los Estados Unidos, donde se incorporó a la expedición de José Miguel
Carrera. Desbaratada ésta por el gobierno argentino, Rondizzoni ingresó al ejército chileno y actuó en la
campaña de 1818, en la expedición libertadora del Perú y en la guerra civil de 1829 a 1830. Combatió por
el gobierno de Montt en 1851 y 1859. Y alcanzó al grado de general de brigada. Rondizzoni casó en
primeras nupcias con Rosario de la Cuadra y en segundas con Dominga de la Cotera (de San Salvador).
FRIAS VALENZUELA, Francisco Op.Cit. p.263
17. 17
La señalada junta solicitó la remoción de todos los funcionarios nombrados por el
gobierno pero Freire se negó llamando a elecciones del nuevo congreso nacional que
comenzó su sesiones la primera semana de septiembre, las provincias se resistieron a
enviar sus representantes y el congreso conformado por mayoría de gente de Santiago
se dio el título de provisorio, era extremadamente necesario que sesionará el congreso
por cuanto debía aprobar las campaña a Chiloé del año 1826. Esta expedición fue
aprobada con un inconstitucional “pero”, el cual era que el general que mandase dicha
expedición lo nombraría el senado. Ante este orden de cosas aumentó la pugna entre
poderes del estado cuando justo una revuelta en Valparaíso obligó Freire a enviar
tropas para calmar la situación, el senado nueva e ilegalmente quiso detener aquel
movimiento de tropas. Para herir aún más el prestigio del general Freire el senado
solicitó juramento a los generales Viel, Rondizzoni, Beauchef y Sánchez al senado, esto
era ilegal por cuanto las tropas dependían del director supremo según la constitución,
era la cúpula santiaguina que quería dominar el aparato político quien desencadenaba
aquellos sucesos para desestabilizar a Freire y hacerlo caer.
Freire dándose cuenta que el senado quería destituirlo a toda costa, escapó de
Santiago el 6 en la noche rumbo al sur, donde las provincias se negaban tajantemente
a la obra de aquel cuerpo legislativo, el senado el 7 al notar su ausencia lo destituyó y
nombró director supremo provisorio al Coronel Santiago Sánchez. Ese mismo día en los
cuerpos que habían prestado juramento se inició una operación contra aquel por
cuanto la tropa y oficialidad estaban descontentos por como el senado hacía las cosas
es decir se movía nuevamente por el restablecimiento de la juridicidad y el respeto de
la ley más que por infringirla, todos los cuerpos excepto el de Sánchez comenzaron a
salir de la capital para unirse a Freire el día 8, ese mismo día Freire entró a Santiago se
reunió con el coronel Sánchez el cual se dio cuenta de su error y se rindió nuevamente
sin tiros ni sangre, en este sentido quedan patentes que es como un sector de la elite
política la que de toda forma quiere aprovechar su influencia para controlar el Estado y
librarse así de sus enemigos, Freire que rectamente había guiado los asuntos públicos
se veía entrampado en su obra por aquellos sucesos, estos eran los que no le dejaban
actuar, pero así como aquello constituye el aspecto negativo es innegable que el
ejército en estos casos no fue sedicioso, sino que al contrario pretendió siempre servir
a la constitución que había jurado cumplir e intentó mantenerse al margen de lo
posible de estos asuntos, pero nuevamente era imposible que la institución se
sustrajera a esto en tiempos apremiantes, más que mal estos traspiés hacían detener
la operación de desalojar a los españoles de Chiloé, la última gran empresa de las
guerras de independencia.
Freire entonces una vez solucionado los problemas nombró un consejo directorial que
gobernaría en su ausencia y partió de campaña al sur el mes de noviembre, ya a fines
del año 1825 inició su avance desde Valdivia hasta Chiloé que terminaría con un éxito
para las armas chilenas completándose la obra de independencia chilena y americana
en la cual las fuerzas armadas chilenas cumplieron un gran papel.
4.4 Sublevación de O’Higginista de Chiloé
La conquista de Chiloé y su anexión final al territorio chileno el 29 de enero de 1826
trajeron consigo la inserción de la Isla al naciente estado chileno. Pero esta anexión no
18. 18
fue tan pacífica, abría una nueva región de donde podrían surgir movimientos
insurreccionales. De hecho el expatriado en el Perú Pedro Aldunate hermano de
Santiago Aldunate comandante y gobernador de la isla de Chiloé después de su
anexión la república de Chile a inicios de 1826, llevaba cartas y credenciales de
O’higgins –engañado este- para iniciar una rebelión. El gobernador no se plegó a las
ideas de su hermano y se embarcó rumbo a Valparaíso, mientras en la isla el batallón
Nº4 y una brigada de artillería se sublevaban. En junio de 1826 se iniciaba la
expedición de castigo dirigida por Santiago Aldunate que desembarcando a principios
de julio en la isla lograba a los primeros disparos lograr la rendición de los cuerpos
insurrectos el día 16 de Julio. Quien nos da el relato de participar en aquella
expedición es el general teniente general Guillermo de Vic Tupper en su diario militar
el cual señalaba que
“Era evidente la necesidad de destruir la semilla de la disolución y de poner punto final
a esta revolución con mano fuerte. El Gobierno indicó el 6 de junio al graduado teniente
coronel Tupper que se embarcara hacia Chiloé, a objeto de cumplir ese designio. Este
dejó Santiago el 9 de junio y llegó a Valparaíso el 14, al mando de sus tropas,
compuestas por las compañías de granaderos de los batallones Nº 1, Nº 7 y Nº 8, de
ochenta y cinco hombres cada una, y de una compañía regular Nº 1, a, con sesenta
hombres más.”22
La campaña como el mismo relata será corta, pues los sublevados tenían baja moral,
pocas comunicaciones y el movimiento no tuvo mayores adeptos así es que las
operaciones fueron cortas y sin derramamiento de sangre tal cual como lo menciona el
citado Teniente Coronel.
“Llegó una carta insolentísima de los oficiales del Nº 4, ofreciendo entregarse sin
resistencia si se les confirmaban sus empleos. Fuentes nos envió otra proponiendo
entregar la ciudad de San Carlos con tal que se le perdonase la vida. A ambas
comunicaciones se dio una respuesta similar: que no se entraba en tratados y que se
exigía una rendición a discreción. (…) En la mañana del 20 me trasladé con la columna
de granaderos desde Agüi hacia San Carlos. Se vieron flotar en las inmediaciones varias
banderas blancas. El capitán Silva, de la Artillería, fue enviado adelante a recibir las
armas y municiones del Nº 4; todo se entregó sin resistencia. La columna de
granaderos desembarcó sin oposición. El caudillo Fuentes y los oficiales del batallón Nº
4 fueron hechos prisioneros, concluyendo así felizmente la campaña.”23
En este sentido la campaña contra la sublevación de Chiloé representan lo idéntico a
los movimientos ya mencionados, un grupo por medio de consignas y proclamas logra
adherir a una parte del ejército a una sublevación, pero las pasiones se encuentran con
tan poco arraigo que esta es resuelta de inmediato sin necesidad de disparos ni de
ningún tipo de enfrentamiento armado.
Los instigadores en ningún minuto son militares, son civiles, en lo principal políticos
que creen que con esto podrían arrastrar al resto de los jefes militares a una
22
Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823- 1828 en:
http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_complex/0,1393,SCID%253D16489%2526ISID%253D405%2526
JNID%253D12,00.html
23
Ibíd. (s.p)
19. 19
sublevación de carácter general, cuestión que como se ha visto en los casos anteriores
y en este particularmente no resultó positivo, de hecho la exhortación de la imagen de
O’higgins no sirvió tanto como se esperaba, esta a pesar que contaba con partidarios
de su regreso entre los militares no logró convocar a ninguno para secundar esta
sublevación, los oficiales de más alta graduación a pesar de las lealtades personales se
mantuvieron impertérritos en sus puestos e inamovibles en la defensa del régimen
político instaurado, era la muestra segura de la defensa del ejército del orden
establecido, en este sentido vale recalcar que uno de los legados de este periodo de
organización nacional por parte de la institución militar fue que esta en ningún
momento comprometió el proceso de la conformación del estado, pues de haberlo
hecho se hubieran planteado cambios de mandatarios por la fuerza de las armas así
como depuraciones sucesivas del cuerpo político y militar siguiendo una lógica
pendular por cuanto habría iniciado un periodo de violencia que sin duda hubiera
atrasado el progreso general del país en todas sus dimensiones. Sin duda los
movimientos anteriores son más bien puntuales si los comparamos con los que se
sucedieron después de 1926.
4.5 Movimientos federalistas en San Fernando y Colchagua durante 1826
– 1827
El 14 de julio de 1826 habían sido aprobadas por el congreso las llamadas leyes
federales donde la República de Chile se constituía como un régimen federal,
aumentándose el número de provincias24
y dotando a estas de autoridades electas así
como de autonomía en muchos asuntos. Estas leyes no pudieron aplicarse por las
dificultades económicas por las cuales atravesaba el país, así como por que este
cuerpo legal funcionaba sin existir con una constitución política. En este mismo
proceso asume como primer presidente de la república el Mariscal de Campo25
Manuel
Blanco Encalada asumiendo su cargo en Julio de 1826, pero renuncia en un par de
meses debido a la conflictiva situación creada por estas leyes y su aplicación.
Una de las innovaciones que promovían dichas leyes es que los intendentes serían
electos localmente, pero esta disposición fue derogada a inicios de 1827. El primer
intendente enviado por el gobierno central en estas condiciones, en la provincia de
Colchagua, fue el Coronel Don Francisco Gana el día 3 de agosto de 1827.
El intendente al asumir no contaba con la oposición a su nombramiento de los
gobernadores de departamento Feliciano Silva en San Fernando e Isidoro de la Peña
en Curicó que por medio de medidas imparciales arrestaban a sus detractores y
cometían una serie de medidas vejatorias hacia los mismos, Gana para no generar más
suspicacias renuncia al cargo y la provincia de Colchagua queda dividida en dos
gobiernos el de San Fernando y el de Curicó, mientras dentro del departamento de
San Fernando los partidarios del gobernador y sus detractores se enfrentaban
armadamente en encuentros causales el 31 de Diciembre de 1827 y el 1 de Enero de
1828. Estos desordenes terminaron cuando llegó a la zona el batallón Nº6 Maipo, al
24
Coquimbo (similar a la antigua provincia de Coquimbo), Aconcagua, Santiago, Colchagua (estas tres
últimas derivadas de la antigua provincia de Santiago), Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé (estas
cuatro derivadas a la antigua provincia de Concepción).
25
Ascenso obtenido el 7 de septiembre de 1820
20. 20
mando del Teniente José Patricio Castro que puso momentáneamente en orden la
provincia.
Como bien apunta el historiador decimonónico Barros Arana “Aquellas correrías que
sembraban la consternación y la alarma en todos los campos, y que obligaban a los
propietarios pacíficos a abandonar sus haciendas para acogerse a Santiago, sólo
pudieron ser contenidas después de más de un mes de confusión y de desorden, por la
intervención dé la tropa de línea, y sobre todo del escuadrón de caballería que había
acudido”26
Una vez restablecido el orden y vuelto a ser gobernador Feliciano Silva este
eligió intendente de manera ilegal al coronel graduado Don Salvador Puga. Este sólo
poseía algunas fuerzas milicianas que, en un encuentro a las afueras de San Fernando
con el ya nombrado batallón Nº6 y algunas tropas de caballería, fueron totalmente
derrotadas. Se depuso entonces a Silva y a Puga, mientras Castro quedó como
intendente provisional, pudiéndose así realizar las elecciones del 24 de mayo
calmadamente.
Todos estos movimientos de la zona central del país, y por tanto del núcleo productivo
y de población, fueron realizados por pequeñas unidades del ejércitos (Batallones) y
apoyado en gran parte por milicias, estas últimas de tan poco poder combativo que
eran dispersadas a los primeros enfrentamientos y en las cuales, debido a lo anterior,
se podía confiar muy poco, dado el tipo de guerra convencional que se libraba durante
la primera mitad del siglo XIX.
Por otro lado, llama la atención que el paupérrimo estado de las finanzas públicas, que
hacían daño a la moral. Los hombres impagos durante meses debían, para sustentar a
sus familias, aceptar los pagos que se les hiciesen. Pronto el bando instigador
conservador se daría cuenta que con los movimientos de tropas milicianas reunidas
apresuradamente, no llegaría muy lejos. De hecho muy poco había logrado realizar,
salvo detener la acción gubernativa por uno o dos días, por lo que iniciaría la manera
de atraerse algunos oficiales del ejército profesional. Cuando aquello estuvo
consumado, los errores de liberales y conservadores de iniciar maniobras dudosas en
las elecciones de parlamentarios y presidenciales, prenderían la chispa de la revolución
de 1829, pero para eso serían necesarios dos años en que nuevamente se pusiera en
duda el orden establecido, siendo nuevamente este asegurado y defendido por el
ejército el cual no mostró fisuras al respecto.
4.6 El Motín del 24 de Enero de 1827 dirigido por Enrique Campino
Después de la campaña de 1826 en Chiloé, Freire renunció indeclinablemente al
mando, siendo sustituido como ya se ha señalado por Manuel Blanco Encalada.
Para enero de 1827 el descrédito del sistema federal era tal que desde el congreso
nacional se habían aprobado varios proyectos tendientes a debilitar el sistema estatal.
Esto no significaba que no hubieran adeptos a este sistema en el parlamento, de hecho
habían y se encontraban muy descontentos por la situación e intentaron inclinar la
balanza a su favor, instigando un motín que cambiara los dirigentes del poder ejecutivo
por otros más adeptos a su causa.
26
BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op.cit p.171
21. 21
La época era propicia. Gran parte de la guarnición de la capital se encontraba junto al
general Borgoño en el sur, reduciendo a los Pincheira. En Santiago, el general de
armas, mariscal de campo don Francisco Calderón, sólo podía disponer de un
escuadrón de guías al mando del teniente coronel Pedro Acosta y del batallón Nº7
comandado por Nicolás Maruri el cual, como ya se ha visto en otro apartado, poseía
vínculos familiares con los Prieto.
Teniendo en cuenta esta situación, los diputados federalistas Santiago Muñoz
Bezanilla, Juan Fariñas, Ignacio Molina, Francisco Fernández y José María Novoa
acudieron a otro diputado, también federalista, que había sido coronel durante la
guerra de independencia, pero que en aquellos tiempos, por su mala conducta había
sido apartado del ejército, por lo que no tenía mando activo. Este hombre era Enrique
Campino y aún poseía amigos en el ejército lo suficientemente revoltosos como para
apoyarlo, tales como el coronel Diego Guzmán, sargentos mayores Francisco Latapiat,
Tadeo Quezada y José María Manterola.
Los insurrectos pusieron en marcha su plan en la noche del 24 de Enero. Acosta, al
mando de sus guías, se plegó de inmediato al movimiento y arrestó al comandante de
armas, el cual tuvo que firmar con una pistola en el pecho una orden para el Nº7 en la
cual se le ordenaba a Maruri plegarse a la sublevación.
En tanto, Campino ocupó algunos edificios públicos, emitió una proclama en la que
“declaraba del modo más solemne resolución de conservar el orden y la tranquilidad
pública y de evitar toda violencia, ella no podía calmar la inquietud del pueblo en
presencia de un motín sin objetivo definido y capitaneado por hombres que no podían
inspirar confianza sobre la elevación y rectitud de propósitos,”27
y se autodenominó
capitán general de la provincia de Santiago. Pero sus bravatas en ningún momento
lograron amilanar a la opinión pública, que no lo secundó y tampoco el congreso dejó
de sesionar, hasta que Campino con una compañía de fusileros entró a caballo al
edificio del congreso y detuvo la sesión que se desarrollaba en la mañana del 25. Esto
no fue impedimento para que en la tarde de ese día el congreso estableciera lo
siguiente:
“El congreso nacional con fecha 25 de este mes ha decretado lo siguiente:
Art. 1.- El capitán general Don Ramón Freire se encargará del mando político; militar de
la república hasta que se elija otro por congreso.
Art2.- Posesionado del mando decretará la libertad de los individuos que se hallen en
arresto, mandándoles comparecer y encargándoles por el bien de la nación un absoluto
olvido de los agravios”28
Freire se trasladó a Colchagua y reunió tropas de las provincias, ofreció indultos a los
facinerosos los cuales al darse cuenta que no poseían apoyo comenzaron a rendirse. A
esto se sumó que “el mayor Maruri, por otra parte, se juzgaba víctima de un engaño:
su espíritu tranquilo de obediencia leal al gobierno, no podía avenirse a estar sirviendo
27
BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op.cit p.100
28
ANGUITA, Ricardo Y QUESNAY, Valerio. (1902). Leyes promulgadas en chile 1810-1901, (s.p. Sin
página el texto en cuestión se encuentra organizado en torno a los decretos no hay orden número sino que
va por fecha de promulgación) Santiago de Chile: Imprenta Nacional.
22. 22
de instigador de un motín contra el cual seguía pronunciándose la opinión pública.
Habiendo oído las insinuaciones de algunos de los hombres más adversos a aquel
movimiento, Maruri se ofreció a ejecutar una contrarrevolución.”29
Se le hizo un pago a
la tropa y esta de inmediato abandonó a Campino el cual quedó aislado. Para no
exacerbar los ánimos, el 12 de Febrero se decretó un indulto general, volvía a
tranquilizarse la situación a costa de indultos que a pesar de su magnanimidad sólo
hacían que los mismos instigadores tuvieran nuevas oportunidades de complotar. Este
es uno de los aspectos de por qué se explicaría también la revolución de 1829 y la
constitución de 1833. Problema no achacable al ejército sino a la buena creencia de
muchos liberales. (Freire, Pinto, etc.)
La moderación que hicieron gala los jefes militares permitió por un parte que volvieran
a agitarse las aguas, por más que mostrasen el apego a la ley y un espíritu de unidad el
país se resentía de aquello, muchos comenzaron a darse cuenta – influidos o no por
estos hechos- que requerían un régimen mucho más duro que diera una verdadera
seguridad interna, este fue el origen de la mayoría de las ideas de Diego Portales y del
grupo denominado estanquero. Estos unidos a los O’higginistas, y al grupo más
conservador iniciaron labores de insurgencia dentro de algunos cuerpos de milicias
que más que subordinados del ejército dependían de los grandes hacendados y
terratenientes, el ejército y el cuerpo de oficiales no poseían poder de mando ni
ascendiente sobre dicha tropa que servía ante todo a sus patrones los cuales la
utilizaron para su beneficio personal, en este caso las insurrecciones de la zona central
por ejemplo tenía como fin desestabilizar al gobierno, hacerlo caer y conformar un
régimen cercano a sus intereses.
4.7 Sublevación en San Fernando
El 18 de Junio de 1828 era aprobada una nueva constitución en el congreso, al cabo de
un año de estudio. Feliciano Silva, que ya no poseía cargo, comenzó a buscar adeptos
para sus planes; entre estos encontró a un joven llamado Pedro de Urriola, un ex –
húsar de la muerte, quién además de haber sido separado del ejército por mala
conducta, poseía lazos de amistad con militares. Justamente uno de aquellos era el
Sargento mayor Juan Vidaurre, el segundo al mando del batallón Nº6, que como se ha
visto en el apartado anterior, estaba de guarnición en San Fernando, y que su
comandante, José Patricio Castro, había sido nombrado intendente provincial.
Urriola utilizando los medios que tenía a su disposición, convenció a Vidaurre de
sublevar a un impago batallón Nº6, cuyos soldados arrestaron al intendente Castro y al
comandante de las milicias Francisco Ibáñez.
Urriola creía que Campino se sublevaría nuevamente y que este último detendría a los
congresistas que en aquella época sesionaban en Valparaíso, además de eso, creía
contar con el apoyo de otros cuerpos en Aconcagua y en Santiago. En la capital, la
noticia de la sublevación llegó el 4 de Julio y Francisco Antonio Pinto, Vicepresidente
de la república a raíz de la renuncia de Freire30
, enviaba emisarios para poner fin a la
29
BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op.cit p.105
30
Freire renunciaba al mando político del país en una sesión del congreso donde declaró que “El
presidente de la República, tiene el honor de dirigirse por segunda vez al congreso nacional suplicándole
le permita volver a su retiro, dejando el espinoso cargo que ejerce a otro ciudadano a quien las tareas del
23. 23
sublevación. Mientras esto ocurría, un escuadrón de coraceros procedente de Linares
se unía a los insurrectos. Es de entender que todos los sublevados buscaban paga y
dinero pues, como en los restantes casos, se les adeudaba su salario.
Pinto, viendo que no había otra solución que llegar al enfrentamiento, comisionaba al
general Borgoño que hacía poco había realizado las campañas en el sur contra los
bandoleros. Este general logró reunir al batallón Nº7 Concepción al mando del
veterano coronel Rondizzoni de las guerras napoleónicas, y otras tropas milicianas al
mando de oficiales experimentados, tales como Guillermo de Vic Tupper31
, que habían
participado en la campaña de Chiloé. Este último en su diario señalaba que “Los
llamados liberales suscitaron una sublevación de tropas en San Fernando, que estalló el
día sábado 28 de junio de 1828. El batallón Maipú, acuartelado en otra villa, y que
consta de trescientas catorce plazas, se amotinó, puso preso a su comandante don
Patricio Castro y proclamó por Intendente de la provincia de Colchagua a un deudor del
Fisco: don Pedro Urriola. Se cree generalmente que el objeto de esta sublevación sea el
llevar a don José Miguel Infante a la Presidencia de la República. La desenfrenada
ambición de este hombre no permite titubear que él aprovecharía de un motín militar
para colocarse en la cima del Gobierno, aunque para llegar allí tuviera que rasar por
encima de los cadáveres de la mitad de sus conciudadanos.”32
El cuerpo de Borgoño
tuvo la inmediata misión de avanzar hacia el sur para detener a los rebeldes que
avanzaban sobre Santiago. El 15 de julio, Borgoño ocupaba San Fernando y Urriola que
había preferido evitar contacto, establecía su campamento en Pelequén. Dándose
cuenta por informantes que Santiago se encontraba sin guarnición, se decidió a
avanzar sobre la capital, aprovechando la ventaja de un día de marcha que poseía
sobre las tropas de Borgoño. El 16 cruzó en la mañana el Cachapoal y el 17 se
encontraba a las puertas de Santiago mientras Borgoño les perseguía a una jornada de
viaje.
En Santiago, el vicepresidente Pinto logró movilizar unos 400 milicianos y unos 100
coraceros presidenciales que tomaron posición en la chacra de Ochagavía el 17 de
Julio. El día 18 de julio Urriola se decidió a atacar, las tropas milicianas del
vicepresidente resistían ardorosamente el embiste, mientras los coraceros se
desbandaban pasándose muchos de ellos a los vencedores, los milicianos, no pudiendo
contener a hombres mucho más experimentados y a la caballería enemiga, tuvieron
que retirarse, dejando gran número de heridos, prisioneros y muertos.
gobierno le sean más soportables. Después de algunos años de experiencia en la administración pública,
el presidente qué suscribe deja el supremo mando por haber reconocido que su carácter no era el más
aparente para hacer la organización del país en circunstancias tan complicadas" en BARROS ARANA,
Diego. Vol. XV Op.citp.114
31
Guillermo de Vic Tupper Brock (Inglaterra, I800- Lircay, I830). - Nació en la isla de Guernesey.
Estudió en París, ejerció el comercio en Barcelona y pasó después a Chile, donde Viel lo incorporó al
ejército con el grado de capitán. Tupper actuó en la conquista de Chiloé (1826) Y participó en la guerra
civil de 1830; pero cayó prisionero en la "batalla de I.ircay y fue asesinado a sablazos. Tupper casó en
Santiago con Isidora Zegers Montenegro nacida en Madrid. FRIAS VALENZUELA, Francisco Op.Cit.
p.263
32
Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823- 1828 en:
http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_complex/0,1393,SCID%253D16489%2526ISID%253D405%2526
JNID%253D12,00.html
24. 24
Después de la victoria, Urriola dirigió sus tropas al cuartel de la maestranza en la
periferia de la capital (actualmente centro – sur de Santiago), donde se reabasteció de
pertrechos, pero aún no se animaba a ingresar al centro de la capital. Por el contrario,
decidió parlamentar con la asamblea de Santiago. Solicitó la renuncia de Pinto, pero la
respuesta del pueblo no se hizo esperar a los gritos de “el pueblo no es vencido jamás,
el pueblo sostiene al gobierno.” Las conversaciones fueron un fracaso.
El día 19 de julio, Borgoño recibía noticias de la derrota del gobierno, de una manera
alarmante como nos señala Tupper “El 19 nuestra división se puso en marcha a la una
de la mañana con dirección a Santiago. Por equivocación del baqueano tomamos el
camino de Melipilla y cuando amaneció nos hallábamos cerca de las casas de Espejo.
Aquí nos informaron que la fuerza del Gobierno había sido derrotada; que el
comandante del Coraceros había muerto; que no se sabía del paradero del Presidente
Pinto; que Fontecilla o Infante habían usurpado la autoridad suprema; que la fuerza de
los sublevados estaba en la Maestranza; y, en fin, que la autoridad legítima del país ya
no residía en la capital.”33
Por aquellas cuestiones, Borgoño detuvo la marcha y
comenzó a reunir tropas en la hacienda de lo Espejo, mientras Urriola, no viendo más
plegamiento a su causa aparte de las tropas que le seguían, se decidió a tomar la plaza
de armas y dar a conocer una proclama en la cual se señalaba que:
“Pedro Urriola. Intendente de la provincia de Colchagua y jefe de la fuerza libertadora
del estado. Los notorios vejámenes que ha sufrido la provincia de Colchagua de la
administración y el grito casi uniforme de total las que componen el estado exigen
imperiosamente un remedio activo y eficaz, tal es la inmediata separación del mando
del vicepresidente don Francisco Antonio Pinto: y como el estado no puede quedar
acéfalo. Y recordando el concepto y la opinión pública del ciudadano don José Miguel
Infante queda desde este momento electo supremo interventor de la República con las
facultades que son inherentes al presidente del estado quien cuidará a la mayor
brevedad de expedir una convocatoria a las provincias para que se reúnan por medio
de diputados electos libremente y den la constitución al país. Dése a reconocer,
publíquese por bando. Fíjese en los lugares acostumbrados y archívese.' Plaza de la
Independencia. Julio 20, de 1828. Pedro Urriola."34
Pero el pueblo que allí se encontraba reunido comenzó a gritarles a los soldados “Viva
la ley, viva el gobierno legal.” Las tropas no se atrevieron disparar a la turba y se
retiraron totalmente desmoralizadas al cuartel de la maestranza, hecho esto Pinto les
ofreció un indulto a los sublevados quienes de inmediato pusieron fin a la revuelta. Un
cansado Tupper anotaba en su diario: “22 de julio se publicó un indulto en favor del
batallón Maipú, o Nº 6, y del regimiento de Dragones, incluyendo en él a don Pedro
Urriola y a todos los paisanos y milicianos que acompañaron a la división sublevada
desde San Fernando hasta la capital. (…) De este modo han concluido todas las
sublevaciones en Chile. Y por este motivo hay una cada año, ya sea puramente militar
33
Ibíd. (s.p)
34
Proclama en BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op. cit p.188
25. 25
como ésta o suscitada por medio de pobladas de facciosos, acompañados de los votos
de la capital.”35
Tupper tenía sobrados motivos para quejarse de aquellos. Los instigadores seguían
siendo los mismos, las zonas de sublevación seguían siendo las mismas, las unidades, y
más que nada los jefes que secundaban dichos movimientos, seguían siendo los
mismos, pero nuevamente la moderación con que actuó tanto el mando político, como
el mando militar provocaron su propio fin, de esta manera tal como lo señalaba Tupper
cada año había una nueva sublevación y por la misma causa: el cambio de régimen.
Esto también repercutía negativamente en la moral de los hombres, leales a la
juridicidad, pues ¿Qué sacaban con seguir defendiendo una y otra vez el régimen
existente, si este a pesar la defensa de hombres leales, no castigaba a los culpables?
Esto desmoralizó a muchos hombres, sobre todo a los cercanos a la zona de
Concepción, donde los constantes problemas no les afectaban sinceramente, pero la
detención de actividades repercutía negativamente en una agricultura local ya
deprimida por las guerras de independencia. En esta zona, los oficiales, por la tradición
de la existencia de la frontera del Biobío, eran a su vez agricultores y, por lo tanto,
poseían poder de presión y la necesidad de detener movimientos dañinos para la
principal producción regional.
4.8 Motín del 6 de Junio de 1829 ó de los inválidos
A raíz de la aprobación de la constitución de 1828, debían celebrarse elecciones de
diputados los días 6 y 7 de Junio de 1829. Esta elección era de vital importancia, por
cuanto los diputados serían los encargados de elegir al vicepresidente que
acompañaría en la presidencia al General Francisco Antonio Pinto. Sería este suceso el
que posteriormente desencadenaría la guerra civil.
El inicio del nuevo motín tuvo nuevamente por centro al escuadrón de coraceros
presidenciales que se había pasado a los insurrectos el año anterior, e indultado al
finalizar dicha sublevación. En esta ocasión, esta unidad logró atraer a sus planes a una
compañía de inválidos acantonadas en el cuartel de San Pablo, que fue la que le dio el
nombre al motín.
Todo se inició el día 6 de junio en la mañana, cuando los revoltosos intentaron arrestar
al intendente y al gobernador, ambos escaparon ilesos, mientras el Batallón Nº 7, más
24 hombres de la guardia de Palacio, dispersaron en un primer momento a los
sublevados con las descargas de fusilerías. Se supo en ese mismo instante que Urriola
nuevamente estaba detrás de todo esto y que había pagado a los inválidos y coraceros
fuertes sumas de dinero suministrado por respetables personajes de la capital,
demostrándose así fundada la idea de que muchos instigaban los movimientos para
generar un cambio rápido de régimen sobornado unidades, las cuales, como se ha
visto, son escasas si las comparamos con los hombres leales a la autoridades legítima.
Pinto llamó a los generales Zenteno y Lastra y a varios otros oficiales leales para que
reunieran cuanto antes tropas en la Plaza de Armas. Formaron así 800 hombres de
35
Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823- 1828 en:
http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_complex/0,1393,SCID%253D16489%2526ISID%253D405%2526
JNID%253D12,00.html
26. 26
infantería, caballería y artillería, además se les unió el Escuadrón del Orden, una
especie de milicia urbana formada por comerciantes. A las 11:00 am se inició el ataque
al cuartel de San Pablo, a los primeros disparos los coraceros escaparon dirección a
Huechuraba, capitulando al día siguiente, mientras que los inválidos se rendían en
masa. Muchos soldados y oficiales fueron arrestados, pero sólo se fusilaron el 13 de
Julio en castigo: tres coraceros, un sargento y un cabo de los inválidos.
La chispa de la guerra civil se encendía, en aquel momento. Pues “la circunstancia de
que Urriola y La Rosa que no tenían recursos propios de ninguna clase, hubieran podido
disponer de fondos para gratificar a los soldados en la mañana del motín, y el hecho de
haberse anunciado a la tropa sublevada que aquel movimiento era dirigido por el
general Freire así como por algunos hombres respetables y de que sería apoyado por
otros cuerpos de la guarnición, entre éstos por el escuadrón del orden no constituía
antecedente para proceder contra nadie. La acusación y el proceso de ciertas personas
de alguna importancia no podían fundarse sino sobre datos más positivos, tales como
las declaraciones de los cabecillas del motín. Mientras tanto, Urriola se había puesto en
salvo; y todas las diligencias hechas para descubrir su paradero habían sido
infructuosas.”36
Este problema iniciaría una batalla periodística y sembraría en el
futuro la guerra civil, ya que ambos bandos decidieron enfrentarse. En todo caso, el
país con la sofocación de este motín había salido bien parado, tal como señala el
mismo Rondizzoni que participó en estos hechos: “Si ese atrevido golpe, conocido con
el nombre de revolución de los inválidos, hubiera tenido éxito que con el que se
propusieron sus promotores, ó realizándolo siquiera en parte, acaso el prudente y
humano general Pinto, que entonces estaba como Vicepresidente a la cabeza del
gobierno, habría sido una de las primeras víctimas, envolviendo al país con esta
desgracia en nuevos desórdenes, funestos siempre a su desarrollo y progreso, y
manchando la historia de la República con feo tizne.”37
Este hecho repercutió negativamente en la opinión pública y polarizó a los grupos
políticos. Como los conspiradores eran los mismos de siempre, los liberales intentaron
ponerle coto, los conservadores pretendieron nuevamente jugar sus cartas políticas y
de sublevación. El resultado fue la revolución de 1829, con la cual se cierra el periodo
el periodo de estudio, tras la cuál el ejército debilitado comenzará la era de la
profesionalización y su participación como moderador dará pasó a un régimen
presidencia, autoritario. Pero habían sentado las bases de un proyecto democrático en
la sociedad chilena como se reconocería en la década de 1850.
4.9 La Guerra Civil o Revolución de 1829 -1830
En 1828, con la aprobación y posterior promulgación de la constitución de ese año, se
hacía necesario llamar a elecciones de presidente y vicepresidente de la República. Por
los liberales se presentaron como candidatos el general Francisco Antonio Pinto y el
intendente de Coquimbo (y que poseía el título de coronel), don Joaquín Vicuña. Por
36
BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op.cit .254
37
ANÓNIMA, Biografía del general de Brigada Don José Rondizzoni (1914) Imprenta Universitaria:
Santiago de Chile. En Estudios Críticos y Bibliográficos sobre la independencia de Chile compilados por
Guillermo Feliú Cruz, Fondo Histórico bibliográfico José Toribio Medina, (1965) Editorial
Universitaria S.A.: Santiago de Chile p.167
27. 27
los conservadores estaban el general José Joaquín Prieto y Francisco Ruiz Tagle, habían
otro candidatos menores, pero que no pasaron de un voto.
El sistema era de voto doble, cada elector votaba por dos personas y al conteo final
quien obtuviese mayoría de votos era elegido presidente de la república, y quien le
siguiese en cantidad de votos vicepresidente. En caso de no alcanzar esas mayorías,
era el congreso el encargado de elegir. En el caso de esta elección hubo 201 electores,
Pinto obtuvo 122 votos y fue proclamado presidente de la república en el acto (pues
había obtenido más de 100 votos es decir mayoría absoluta). Ruiz-Tagle obtuvo 100
votos, Prieto 61, Vicuña 48 y Gregorio Argomedo 33. Ergo, el congreso debía decidir
entre aquellos a quien nombrar vicepresidente de la república. El 16 de septiembre se
reunía el congreso eligiendo a Joaquín Vicuña por 29 votos contra 24 de Ruiz Tagle y 2
de Prieto. Esta elección fue declarada prontamente ilegitima por los conservadoras
que interpretaban la constitución en el sentido que el congreso debía elegir entre las
dos mayoría absolutas. Los estanqueros, Pelucones (conservadores) y O’higginistas se
aliaron para derrotar a los grupos liberales, porque se vieron en la necesidad de contar
con fuerzas armadas e implantar un nuevo régimen mucho más duro y autoritario.
Para eso Rodríguez Aldea, Portales, Rengifo, así como otros hombres importantes y
prominentes de la época, iniciaron maniobras políticas para sustraerse a Prieto y otros
hombres a sus filas.
Quien primero dio el paso fue la asamblea de Concepción, la cual el 4 de octubre
decidió desconocer los resultados de la elección. En una maniobra al margen de la ley,
eligió por intendente al general en jefe del ejército del sur José Joaquín Prieto Vial38
y
comandante de armas a su sobrino Manuel Bulnes Prieto39
. El 12 de octubre se reunía
la asamblea del Maule en Cauquenes y optaba por la misma idea de Concepción:
Desconocer las elecciones y aceptaba unirse a esta para defender el orden que para
ellas era legal. En un inicio los rebeldes sólo pudieron contar con el batallón Nº3
Carampangue y con los granaderos a caballos, esta última unidad dirigida por Bulnes, y
que era el mejor escuadrón de caballería existente en el país. Entre estos dos cuerpos
sólo se logró reunir 600 hombres. Pinto, para evitar efusión de sangre, renunció al
cargo y Joaquín Vicuña, el vicepresidente, hizo lo mismo. El país momentáneamente
quedaba sin gobierno, pero el 26 de octubre cuando se cursaba la renuncia de Vicuña,
asumía el cargo el presidente provisional de la república, el presidente del senado
Francisco Ramón Vicuña, hermano del renunciado vicepresidente.
Mientras en Santiago ocurrían estos sucesos políticos, Bulnes, con la caballería, el 24
de octubre iniciaba su avance al norte, mientras nuevamente se contactaba a Urriola
para poner a favor de los sublevados la provincia de Colchagua. Ya el 9 de noviembre
Bulnes conquistaba dicha provincia, lo que implicaba que San Fernando y Rancagua
38
Joaquín Prieto Vial (Concepción, 1786-Santiago, 1854).-Era hijo de José María Prieto Sotomayor y de
María del Carmen Vial Santelices. Casó con Manuela Warnes Garda de Zúñiga, de nacionalidad
argentina, con numerosa sucesión. Se incorporó muy joven al ejército (1805). Combatió por la
independencia en Chile y Argentina, tomó parte en la revolución de 1829 y 1830 Y ejerció la presidencia
de la república durante el decenio comprendido entre 1831 y 1841. FRIAS VALENZUELA, Francisco
Op.Cit. p.271
39
Manuel Bulnes Prieto (Concepción, 1799Santiago, 1866).-Después de prestar valio-sos servicios
militares a la causa de la inde-pendencia y en los primeros tiempos de la república, Bulnes gobernó al país
durante un decenio, de 1841 a 1851. Este fue uno de los períodos más tranquilos y progresistas de nuestra
historia republicana. FRIAS VALENZUELA, Francisco Op.Cit.p.292
28. 28
caían en manos de los rebeldes, mientras en Santiago se le sumaban dos escuadrones
de cazadores al mando de Fernando Baquedano. El presidente Vicuña temiendo otra
sublevación, disponía que Tupper, Viel y Rondizzoni mantuvieran los dos batallones
leales, un escuadrón de caballería y un cuerpo de caballería en Tango para sustraerlos
en todo de los juegos políticos.
En tanto en Santiago los conservadores instigaban a Freire y otras figuras a establecer
una junta gubernativa, obligando al presidente Vicuña a esconderse, así el 12 de
noviembre se conformaba una junta gubernativa con Freire, Ruiz Tagle y José Agustín
Alcalde, pero esta no fue reconocida ni por la asamblea ni el cabildo de Santiago. Así
Ovalle solicitaba a Viel que pusiera en marcha del campamento de Tango a Santiago
los batallones 7º y 8º más un escuadrón de húsares que en un total sumaban 1.400
hombres para restablecer el orden y a Vicuña. Se reunían así los oficiales de este
cuerpo en la mañana del 13 y proclamaban en general en jefe a Freire, y a su vez
señalaban en junta de guerra que:
“Esta división obedece como hasta ahora ha obedecido, las órdenes del poder ejecutivo
constitucional, protestando a la faz de la nación que jamás hará uso de sus armas para
hostilizar a sus conciudadanos, cuyos derechos defenderá hasta derramar la última
gota de su sangre y haciendo notoria esta declaración, obrara en el concepto de haber
uniformado sus votos con los de la mayoría de la República"40
.
A pesar de esta proclama, Freire insistía en que el ejército reconociera a la Junta
gubernativa como el poder ejecutivo constitucional, por tanto nuevamente fue dejado
de lado y se nombró para aquel cargo al general Francisco de la Lastra el día 14 de
noviembre mientras Aconcagua se sublevaba y enviaba 300 milicianos a Prieto.
Bulnes llegaba a las afueras de Santiago el día 13 y acampaba en la hacienda de
Ochagavía. Ambos ejércitos estaban a la vista y se enviaban continuamente emisarios
para llegar a un acuerdo que no fue posible alcanzar. Lastra tenía su formación en el
olivar de Ovalle, había logrado reunir unos 1.500 hombres distribuidos en 3 batallones
de infantería experimentados, una brigada de artillería y un escuadrón de húsares.
Prieto como se ha dicho formó en la chacra de Ochagavía y poseía en su haber 600
hombres de caballería, dos cañones y un batallón de infantería.
El 14 de diciembre después de unos 15 días de negociaciones infructuosas, Lastra, a las
5 de la mañana, iniciaba con las tropas en su haber un avance sobre la chacra de
Ochagavía, formando un fuerte cuadro al centro y en sus dos alas formaciones de
infantería cada una con dos cañones. El ala derecha de Lastra atacaba la izquierda de
Prieto, en la cual había dos compañías del Maipo al mando de Nicolás Maruri, cuñado
de Prieto, y el cual era obligado a retirarse. En ese instante atacaba la chacra el resto
de las fuerzas de Lastra y la infantería de Prieto comenzaba a retirarse, este para
aligerar la presión sobre la infantería ordenaba a la caballería de Bulnes y Baquedano
una carga, Prieto, viendo que llevaba la peor parte, decidió parlamentar con Lastra a
las 7 de la mañana, se terminaba una fase y se iniciaba otra en la guerra civil. En el
ínter tanto Santiago “había quedado desguarnecida. La escasa fuerza de policía con
que contaba, había acudido a la Alameda para evitar los altercados y pendencias en los
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Mensaje en BARROS ARANA, Diego. Vol. XV Op.cit p.301