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HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES

MÓDULO 2
Eje temático: Raíces históricas de Chile
Unidad: La creación de una Nación

Introducción
¿Qué es para ti la libertad? ¿Qué obstáculos tienen que superar los seres
humanos para construir sistemas políticos y económicos que les permitan
conquistar un mundo más justo y libre? ¿Por qué razones crees tú que los
jóvenes siempre han defendido a los más débiles y oprimidos de la historia?
Desde siempre los jóvenes se han revelado en contra del sistema imperante
defendiendo los derechos fundamentales de las personas y han exigido libertad y
respeto hacia los más débiles.
Los jóvenes se han opuesto a los regímenes de opresión en todas las naciones
que han sido sometidas a sistemas autoritarios y en que los derechos humanos
han sido violados.
Ayer, al igual que hoy, fueron jóvenes los que defendieron la libertad y
lucharon por la autonomía americana frente a la dominación española.
La mayoría de los próceres de la independencia americana no tenían más de
21 años cuando emprendieron la difícil empresa de dar a nuestro continente la
libertad y la autonomía.
América, al igual que un joven que parte de la casa de sus padres decidido a
ser independiente y autónomo en las decisiones de su futuro, decidió definir su
vida libre y soberanamente.
En los sucesos de la independencia de Chile y la formación inicial de la
República, también participaron hombres y mujeres de corta edad que vieron
en la libertad, la fraternidad y el desarrollo educacional, la salida de un sistema
político que consideraban opresor y poco libre.
En este eje temático se trabajan los temas relacionados con la independencia
de Chile, la organización inicial del Estado chileno, la hegemonía liberal y la
expansión territorial y económica durante el siglo XIX. Todos ellos marcados
por una búsqueda, a veces frenética, de la libertad y la autonomía política
frente a las naciones europeas.
El período cronológico que abarca este eje, se desarrolla desde principios del
siglo XIX hasta la década de 1880.
Con respecto al tema de la independencia, es importante que analices todos
los factores, externos e internos, que incidieron en la precipitación de los
sucesos relacionados con la lucha por la autonomía nacional.
Profundiza tus conocimientos centrando tu atención en los cambios que se
dieron con la independencia y analiza los elementos que no se modificaron,
identificando la continuidad y el cambio de los procesos             sociales    que
experimentamos en nuestros primeros años como nación independiente.
La independencia de Chile surge debido a la interacción de distintos factores.
Revisa cada uno de ellos y crea un pequeño mapa conceptual con la
información.
Con respecto al segundo tema (“la organización de la República”), te
sugerimos que revises los distintos proyectos políticos que intentaron organizar
nuestra república, a partir de la década de 1830. Revisa las ideas políticas que
contienen esos proyectos y cómo las nuevas influencias europeas y americanas
llegaron a estas lejanas tierras.
Es importante que conozcas los problemas y conflictos que comenzaron en esa
época, y que se proyectaron durante todo el siglo XIX, llegando algunos incluso
hasta el día de hoy (conflictos religiosos, políticos, étnicos, etc.).
El tercer tema se refiere a la función que el proyecto liberal tuvo en el
desarrollo político, económico y cultural del siglo XIX y en los tiempos de la
formación de nuestra identidad nacional.
En este contexto están los intelectuales de la época, las instituciones culturales
y educacionales, la lucha por las libertades públicas y privadas, los conflictos
internos por las diferentes ideas políticas y la formación de las primeras
instituciones estatales, luego de la década de los años 1830-1840.
En último lugar está la construcción de nuestro actual territorio nacional, que
                                                                                   1
se comienza a formar en esta época. Paralelamente a ello, encontramos las
primeras formas de producción económica, sus características, sus protagonistas
y las consecuencias sociales de dicho desarrollo, como por ejemplo, los
nuevos grupos sociales que se formaron en el siglo XIX.
Es importante considerar la dimensión geográfica de esta unidad cuando
estudiemos los lugares en que ocurrieron los hechos y la evolución de las
fronteras de Chile. Para ello te sugerimos trabajar con mapas históricos que te
permitan observar los cambios y la dimensión geográfica de dichos procesos.
Te puedes apoyar en el Atlas geográfico para la educación del Instituto
Geográfico Militar.
Es importante que conozcas las diferentes interpretaciones que existen acerca
del desarrollo de los hechos, por lo que te recomendamos analizar los
planteamientos de los distintos autores que escriben respecto de estos temas.
Para ello te sugerimos revisar diferentes libros de Historia de Chile y comparar
cada interpretación, armando un mapa conceptual con cada una de estas
miradas, especialmente en referencia a los sucesos de 1891, la década de
1830, el conflicto entre la iglesia católica y los liberales, y entre los
conservadores y los liberales.
Al final de tu estudio, intenta construir una mirada general de los principales
hechos del siglo XIX, evaluando su importancia histórica. Ten en cuenta que
muchos de los procesos históricos iniciados en este siglo, aún permanecen
vigentes en nuestro país. De ahí la importancia fundamental de este siglo en la
memoria chilena.

América se independiza de España
Los jóvenes tradicionalmente han buscado las transformaciones de su medio
social, animados por su búsqueda de libertad, especialmente a partir de las
décadas de 1960 y 1970 del recién terminado siglo XX. Sin embargo, los
sueños de libertad y autonomía de los hombres y mujeres no son nuevos en
nuestra América Latina. Ya desde comienzos del siglo XIX muchos jóvenes
criollos se revelaron en contra del poder español, que consideraron agotado.
Soñaron con una América independiente, libre y autónoma, que requería
profundos cambios, especialmente en lo que se refería a la libertad de las
personas que en ese entonces habitaban el continente. Animados por el sueño
de convertir a este continente en una tierra de libertad gobernada por sistemas
democráticos, protagonizaron uno de los capítulos más importantes de la
historia de nuestros países latinoamericanos: la Independencia.
La mayoría de los países que hoy componen nuestro continente presentan
variadas realidades económicas, sociales y étnicas. Sin embargo, en algún
momento de su historia tuvieron en común el hecho de pertenecer a dos
importantes imperios europeos: el portugués y el español, que, a lo largo de
casi 300 años, dominaron políticamente, desde miles de kilómetros de
distancia, a su población.

La independencia de América Latina fue un fenómeno debido a
múltiples causas
Casi todas los hechos importantes que suceden en nuestra vida tienen más de
una explicación. La historia no es la excepción a esta característica de los seres
humanos; en ella se interrelacionan múltiples caminos para la explicación de
un suceso. Debemos conocer y analizar estos distintos caminos para llegar a
una idea explicativa de sus causas más o menos aproximada.
Por lo general, se habla de causas externas e internas para explicar el porqué
de la Independencia de nuestro continente. Las externas se refieren a
fenómenos de la historia mundial que motivaron (o facilitaron) el proceso de
independencia en América. Entre estas podemos destacar:

     1. La invasión de España por Napoleón, como parte de sus ambiciones
     imperialistas.
     2. La oposición de los españoles ante la invasión napoleónica y la
     captura del rey español Fernando VII, que los llevó a crear juntas de
     gobierno como muestra de fidelidad al monarca.
     3. La influencia de una época de ideas revolucionarias en el mundo, que
                                                                                 2
llegaron a América a través de muchos criollos que estudiaron en
    Europa. Estas ideas criticaban la autoridad radicada en un solo individuo
    (el rey) y proponían la creación de un nuevo Estado con división de
    poderes.

El ámbito de las causas internas tiene que ver con sentimientos e ideas que se
fueron generando en América Latina durante los largos años de dominación
europea (trescientos en el caso de Sur y Centro América y casi ciento
cincuenta en Norte América).
De todos los habitantes de nuestro continente, los centroamericanos y
sudamericanos se encontraban mayoritariamente bajo dependencia directa de
España (es importante recordar que una parte de lo que hoy es Brasil era
administrado por Portugal) y, por lo mismo, nos concentraremos
preferentemente en ellos. De esta forma, las causas internas serían, entre
otras, las siguientes:

    1. Surgimiento de sentimientos nacionalistas entre los criollos que
    desarrollaron un particular sentido de pertenencia al territorio
    latinoamericano.
    2. Las disputas internas por los puestos de gobierno, debido a la
    discriminación a favor de los españoles enviados como representantes
    del rey de España. Los criollos deseaban tener mayores cuotas de
    participación en la toma de decisiones.
    3. El creciente sentimiento de descontento de los criollos, motivado por las
    frecuentes injusticias, que, a juicio de ellos, cometía la corona.
    4. El deseo de mayores cuotas de libertad económica, especialmente
    entre los criollos que desarrollaban actividades comerciales.

En este contexto histórico surgen los libertadores americanos. Su principal
aporte en la lucha por la Independencia radicó en las capacidades de
interpretar los deseos de las personas y de contribuir a la búsqueda de la
libertad.

La independencia de Chile

Chile formaba parte del contexto americano a comienzos del siglo XIX, por lo
tanto, experimentó los mismos eventos históricos. Aquí también los jóvenes
criollos lucharon por obtener la libertad y la autonomía política y económica
frente a España. Se podría decir que las causas de la independencia de Chile
son bastante similares a las de los demás países latinoamericanos.
En el caso de nuestro país, la lucha por la autonomía política fue un proceso
que duró diez años. Durante esta década hubo momentos en que los criollos
lograron victorias frente a las tropas realistas y otros, en cambio, en que
sufrieron derrotas, como por ejemplo durante la reconquista, en que fueron
sobrepasados por la fuerza de los españoles, quienes se negaban a terminar
con la larga tradición monárquica en América.
¿Cómo se desarrolló este proceso? ¿Qué protagonistas hombres y mujeres son
los íconos de la independencia de Chile y qué lugar ocupan dentro de nuestra
memoria colectiva?
El ambiente en Chile a comienzos de 1810 podría ser definido como de
profunda expectación y desorientación. Nadie sabía qué hacer exactamente.
Habían llegado noticias acerca de un ataque de los ingleses a Buenos Aires, la
lógica indicaba que el próximo ataque podría ser a Valparaíso o Santiago. Los
ánimos no eran del todo positivos.
En medio de esta situación el cabildo llamó a los vecinos de más renombre a
discutir las futuras acciones frente a las noticias que llegaban del extranjero.
Es importante que tengamos claridad sobre las ideas que estaban en juego en
el proceso independentista. Detrás de cada acción individual y colectiva, tanto
de los criollos como de los españoles (también llamados realistas), había un
objetivo.
Los jóvenes criollos defendían la idea de la autonomía popular. Entendían que
los gobiernos debían ser elegidos por la mayoría de las personas, aunque sus
                                                                               3
conceptos de mayoría no significan lo mismo que hoy en día.

Para ellos solamente los ciudadanos cultos y preparados debían conducir los
destinos del país.




  Celebración de la independencia en los primeros años de la república según
                                Claudio Gay.

Por otra parte, estaban los que defendieron hasta el final los derechos de la
corona española en Chile. La mayoría de ellos creía en el poder divino de la
monarquía, por lo que les parecían impropios y peligrosos los pasos que se
estaban dando en América Latina con respecto a la lucha por la libertad.
La Iglesia Católica, aliada moral y legalmente a la monarquía, estaba a favor
de los realistas. De hecho, luego de la independencia de Chile, las relaciones
con el Vaticano estuvieron interrumpidas durante más de 20 años. Solamente
en la década de 1830 se reestablecieron.
En la mayoría de los protagonistas de la Independencia están presentes estas
diversas motivaciones.
Lo que cambia es el grado de compromiso y convencimiento que cada uno y
cada una tenía. Por ejemplo, los historiadores que han estudiado el tema
definen a ciertos grupos como los “exaltados”, los “moderados”, los realistas,
y, seguramente, para otros estos hechos no tenían mayor importancia.
Otro aspecto importante es el que se refiere a la participación de las mayorías
en este proceso. Después de muchas investigaciones al respecto, se ha
concluido que el pueblo común y corriente, o sea, campesinos, mestizos,
peones, labradores y otros, no tuvieron una participación masiva en los
sucesos. A ello hay que agregar que la mayor parte del pueblo era analfabeta y
carecía de conciencia política.
Un gran número de historiadores e historiadoras coincide al concluir que la
independencia fue un proceso en el cual la elite participó mayoritariamente,
puesto que eran sus intereses los que estaban en juego. Estos intereses eran
económicos (luchaban por la libertad comercial y proponían una autonomía
política donde ellos serían los principales protagonistas que ocuparían el
poder). Así, es fácil imaginar el grado de entusiasmo que muchos de estos
criollos miembros de la elite mostraron en dicho proceso histórico.
En este contexto, la junta de gobierno de 1810 es considerada como el primer
paso en la lucha por la libertad. Los historiadores e historiadoras dividen este
proceso en cuatro grandes etapas: Patria Vieja, Reconquista, Patria Nueva y
                                                                                4
Organización de la República.

Patria Vieja (1810 – 1814)
Los criollos tomaron colectivamente el poder en nombre del rey, sin una clara
intención de independizarse. En nuestro país, durante esos años, se arraigaron
las nuevas ideas liberales, tales como los principios de soberanía popular, el
principio de gobierno representativo, el constitucionalismo y el “laisser faire”.




      Mateo de Toro y Zambrano (1725-1811), Gobernador de Chile en 1810.

Reconquista (1814 – 1817)
En 1814, Fernando VII recuperó su trono y se encontró con que los gobiernos
provisionales de las colonias españolas habían realizado una serie de cambios
con los cuales no estaba de acuerdo. Ordenó a sus funcionarios que anularan
todos los cambios e intensificó las medidas para recuperar los dominios reales
que corrían peligro. A Chile llegaron tropas desde el Perú, las que lograron una
victoria sobre los patriotas en la Batalla de Rancagua (1814) e instauraron una
fuerte represión.
Los patriotas atravesaron la cordillera de los Andes y con la ayuda de José de
San Martín comenzaron a preparar el Ejército Libertador.




 Camilo Henríquez González (1769-1825). Sus mayores esfuerzos en beneficio
       de la causa de la independencia los realizó a través de la prensa.
                                                                                5
Patria Nueva (1817 – 1823)
Las fuerzas patriotas cruzaron los Andes y se enfrentaron a los españoles en
Chacabuco, al norte de Santiago, el 12 de febrero de 1817. Luego, tras la
huida de los españoles, un cabildo abierto elige como Director Supremo a José
de San Martín, quien no acepta y propone a Bernardo O´Higgins, que sí
acepta.
Mientras tanto, los realistas se reorganizaban en el Sur. El 12 de febrero de
1818 se proclama formalmente la Independencia de Chile, en las cercanías de
la ciudad de Talca. El documento, firmado entre otros por Miguel Zañartu,
Hipólito de Villegas y Bernardo O’Higgins, era un intento por registrar este
hecho de trascendental importancia en el logro de nuestra identidad autónoma
con respecto a España.
Pero no todo estaba logrado: el ejército patriota fue sorprendido en Cancha
Rayada (Talca): O´Higgins quedó herido y San Martín se replegó hacia
Santiago.
Finalmente, en el actual Maipú, el 5 de abril de 1818, las fuerzas patriotas
derrotan a Mariano Osorio. Las fuerzas realistas se van hacia el Sur,
especialmente a Chiloé, donde años después fueron expulsadas por las tropas
al mando de Ramón Freire.

Gobierno de O´Higgins
Para O’Higgins las cosas no fueron del todo fáciles. Las preocupaciones del
llamado “Libertador de Chile” se centraron en consolidar los logros que había
alcanzado. Guiado y asesorado por San Martín, libertador de Argentina,
O’Higgins consolidó la independencia venciendo en la “guerra a muerte” a un
militar traidor de los patriotas: Benavides. Este hombre, junto a los españoles
e indígenas, se mantenía en batalla y prácticamente se apoderó de la zona
correspondiente a las actuales séptima y octava regiones.
Se organizó la expedición libertadora del Perú, para lo cual se contrató a Lord
Cochrane, un destacado marino inglés. El objetivo era entorpecer cualquier
iniciativa de invadir nuevamente nuestro país, pero, además, se buscaba
recuperar el mercado peruano para los agricultores chilenos.
Entre otras obras de tipo urbano, O’Higgins creó el cementerio de disidentes,
con lo que muchos fervientes partidarios de la Iglesia se molestaron, pues
desde ese momento cualquier persona podía ser enterrada en lo que hoy es el
Cementerio General de la ciudad de Santiago.
En sus días de administración, O’Higgins echó a andar una serie de adelantos:
proyectó la construcción de la Alameda de las Delicias, que hoy lleva su
nombre; reabrió el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, que habían sido
fundados por José Miguel Carrera durante la Patria Vieja; abrió el actual
mercado Central, en reemplazo de uno antiguo que existía en el barrio
Mapocho y continuó con las obras de canalización de dicho río; se preocupó por
la educación, abriendo colegios e implementando una de las primeras reformas
educativas de Chile; trajo desde Inglaterra el sistema Lancasteriano, entre
otros.
O’Higgins dirigió los proyectos constitucionales de 1818 y 1822, en los cuales
se estableció una particular concentración del poder en manos del Director
Supremo, cargo homólogo al de Presidente de la República (este último cargo
lo ocupó por primera vez Manuel Blanco Encalada).
Seguramente una de las medidas más polémicas fue la abolición de los títulos
de nobleza y el intento por terminar con los mayorazgos, para terminar
con el excesivo poder que la aristocracia mantenía desde los tiempos de la
Colonia.
En 1823 O’Higgins abdicó, presionado por los sectores relacionados con la
aristocracia tradicional presentes en el Congreso Nacional. Partió al Perú,
donde murió en 1842.

Hacia una institucionalidad republicana
El año de 1824 Chile era una nueva República independiente. Había que
organizar a este nuevo Estado dotándolo de leyes y de una organización
política que le permitiera enfrentar los desafíos que la autonomía exigía. La
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aristocracia criolla tenía en sus manos tareas que no fueron fáciles. De hecho,
este grupo social no actuaba de manera compacta. En su interior había
distintas opiniones acerca de cómo organizar este país. El período 1823-1830
estuvo marcado por estas divisiones y por los esfuerzos por dar a Chile la
organización necesaria para comenzar la vida independiente.
Otro aspecto importante es el que se refiere a la expulsión definitiva de los
españoles de nuestro territorio y, además, al control logrado sobre numerosos
grupos de hispanos que se habían descolgado del ejército realista y que se
dedicaban a sobrevivir del robo de ganado y de productos de la tierra,
especialmente en la zona de Chillán con la banda de los Pincheira.

La inestabilidad de los primeros años de vida independiente: las
dificultades iniciales de la República
La existencia de una variedad de pensamientos acerca del modo de crear la
necesaria organización política de Chile generó enfrentamientos entre los
miembros de la aristocracia criolla. Además, existían distintas influencias
externas que agudizaron este escenario.
Por una parte, estaban las ideas que llegaban desde los EE.UU., donde se optó
por el federalismo, sistema que consideraba que distintos estados semi-
independientes se agrupaban en torno a uno central. Por otro lado, muchos
intelectuales pensaban que, debido a la poca experiencia política, había que
crear un gobierno centralizado y dirigido por un poder ejecutivo fuerte, casi a
la manera de las monarquías que aún existían en Europa.
En estos 7 años hubo distintos gobiernos, debido a las profundas discusiones y
luchas internas por dar una organización estable.

Principales Gobernantes
del período:

Ramón Freire: 1823-1826.
Manuel Blanco Encalada: 1826 (primer gobernante que fue denominado como
Presidente de la República).
Agustín Eyzaguirre: 1826 (como Presidente Interino).
Ramón Freire y Francisco Antonio Pinto: 1827.
Francisco Antonio Pinto y Francisco Ramón Vicuña: 1827-1829.
Francisco Ruiz Tagle y José Tomás Ovalle: 1830.
José Joaquín Prieto: 1831 (es elegido como Presidente de la República y
gobernará hasta 1841).

Durante varios años el país pasó por distintos experimentos políticos. El
primero fue el de 1823, año en que Juan Egaña redactó una constitución
inspirada en una moral conservadora y que intentaba regular la vida de los
ciudadanos tanto en sus aspectos públicos como privados. Sin embargo, estas
leyes eran muy complejas para ser aplicadas en Chile y dicha constitución
(conocida como “moralista”) fue revocada por el Congreso Nacional en
diciembre de 1824, debido a la fuerte oposición de ciudades como Coquimbo,
Concepción y Valparaíso, que desde el principio de la República desarrollaron
una fuerte oposición al centralismo de Santiago.
En los comienzos de nuestra vida independiente, el regionalismo fue otro de
los problemas a superar; Concepción y Coquimbo eran dos de las tres ciudades
más importantes de nuestro país y exigieron participar activamente en el
proceso, al punto de desear convertirse en la capital de esta nación.
En 1825 Ramón Freire partía a la isla de Chiloé a expulsar a los últimos
españoles que se refugiaban en esa zona. Después de una lucha armada los
hispanos se rindieron y la independencia se consolidaba definitivamente, años
después de su proclamación.
Al regreso de Freire del sur, los liberales criollos estaban obsesionados con la
idea del federalismo como forma de organización. José Miguel Infante, como
intelectual liberal, se esforzó para que el Congreso Nacional sesionara y
discutiera una nueva Constitución. El intento de Infante quedó en borrador,
pues el proyecto liberal se encontró con diversos obstáculos, tales como las
disputas locales y un ejército que aún no podía desarrollar una disciplina.
                                                                               7
Tiempo después, José Joaquín de Mora, otro importante liberal español
residente en Chile, proponía una nueva Constitución, la llamada Constitución
de 1828, de fuertes influencias liberales.

Los sectores conservadores no habían quedado tranquilos después de los
experimentos federales y liberales de 1826 y 1828. Comenzaban a ver en la
inestabilidad política un sinónimo de desorden que los llevó a luchar en el
Congreso y en las discusiones de salón para lograr una victoria política sobre
los liberales. Además de ello, los discursos anticlericales y antiaristocráticos de
algunos liberales ofendieron a los tradicionales aristócratas y católicos. Los
conservadores soñaban con una organización que se basara en el
autoritarismo.
En medio de estas luchas y discusiones apareció un tercer grupo que se opuso
a los liberales: los llamados estanqueros. Este grupo de comerciantes, que
trabajaba para el estanco y era dirigido por Diego Portales, pensaba que Chile
necesitaba un gobierno fuerte que pusiera término al desorden y a lo que,
según ellos, era anarquía.
Ya en 1829 la situación era insostenible. Los sectores estaban demasiado
divididos y los acuerdos no eran una cuestión de todos los días. En Santiago
los liberales se desorganizaban y Prieto, al mando de una parte del ejército,
decidió poner fin a los problemas a través de una salida armada. En la batalla
de Ochagavía se enfrentaron las tropas dirigidas por Prieto y los liberales.
Después de la batalla, el mando de las tropas lo centralizó Ramón Freire; sin
embargo, el control de la situación siguió en manos de los conservadores.
Freire decidió concentrar a los liberales en Valparaíso, mientras en la capital
los conservadores se organizaban y dominaban el panorama.
La cuestión fue zanjada en una batalla que se libró en las orillas del río Lircay y
del Claro cerca de Talca. Freire, al mando de unos 1.700 hombres, fue
derrotado por las tropas de Prieto. Unos 200 soldados murieron en la batalla.
Esta batalla ha sido considerada decisiva en la historia de nuestro país, ya que
puso fin a un proceso en que las distintas posiciones políticas lucharon por
hacer prevalecer sus ideas sobre de la organización del Chile independiente.
El triunfo fue de los conservadores, quienes gobernaron desde el Estado por
más de 30 años, mientras los liberales, desde la oposición, hacían lo posible
por influir en las acciones del gobierno.

La República Autoritaria: la solución portaliana
Luego de los difíciles años de la época de Ensayos Constitucionales, lossectores
conservadores y estanqueros triunfaron ampliamente frente a los liberales
(estos solo regresarían a los ámbitos del gobierno después del año 1861) y se
instalaron en el poder a partir del gobierno de José Joaquín Prieto. Desde que
Portales se había vuelto hombre público, su figura rondaba los salones del
poder. Su inteligencia y carácter lo habían situado cerca del presidente Prieto
desde donde, según los historiadores e historiadoras que se han preocupado
del período, ejerció su poder en las sombras.




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Diego Portales, Ministro del Interior de gobierno de José Joaquín Prieto. Bajo
su influencia se organizaron los primeros gobiernos de las décadas de los años
                                  1830 – 1860.



El período conservador (1831-1861) ha sido llamado también portaliano, ya
que en las políticas de gobierno prevalecieron los principios de autoridad que
tenía Diego Portales, quien en 1830 tenía 37 años. Su personalidad ha sido
definida como sarcástica, irónica y dominante. Hijo de un distinguido patriota,
su verdadera vocación eran los negocios. Aparte del comercio, gustaba de la
sociabilidad con sus amistades. Sus ideas políticas eran pragmáticas y no se
consideraba un especial defensor de la aristocracia castellano-vasca. Desde sus
distintos puestos de gobierno (ocupó los cargos de Ministro de Gobierno y
Relaciones, Guerra y Marina, además de Intendente de Valparaíso) influyó en
muchas de las decisiones del Presidente Prieto.
Portales pensaba que la democracia era un buen sistema de organización
política, pero también consideraba que Chile, en el año 1831, no tenía la
madurez necesaria para poder practicar los principios que definían a este
sistema político. Por lo tanto, la democracia debía postergarse para después,
cuando el país adquiriera una experiencia que le permitiera ponerla en
práctica.

Las ideas políticas de Portales se reflejan al revisar el gobierno de José Joaquín
Prieto, en especial los principios que animaron la Constitución de 1833.
Según esta carta fundamental, el Presidente de la República tenía especiales
facultades, tales como nombrar a los intendentes, los gobernadores y los
alcaldes, prohibir la discusión de ciertas leyes del Congreso Nacional y
establecer el estado de sitio que restringía las libertades públicas y privadas,
cuestión que los liberales consideraron siempre como un error.
El poder legislativo tuvo, según esta Constitución, las funciones de aprobar las
llamadas Leyes Periódicas que eran: la ley de presupuesto nacional, el cobro de
impuestos y la definición de los ejércitos de tierra y mar.
Para los liberales, el período de los llamados gobiernos conservadores (1831 -
1861) fue un período autoritario que se comportó como una verdadera
dictadura en manos de los sectores más conservadores y católicos.




                                                                                  9
Los Conservadores y el período Autoritario
Los Presidentes de este período fueron:
José Joaquín Prieto (1831-1836) (1836-1841).
Manuel Bulnes (1841-1846) (1846-1851).
Manuel Montt (1851-1856) (1856-1861).

El decenio presidencial de José Joaquín Prieto representa para muchos
historiadores e historiadoras el inicio de la estabilidad política en el país, luego
de los años comprendidos entre 1823 y 1831. Esta época se caracterizó por el
poder del gobernante, la acción de sus ministros y un fuerte control por parte
del gobierno. Estos aspectos, junto a cierta estabilidad, crearon las bases
propicias para que el interés nacional se pusiera sobre las luchas políticas
internas.
El primer gobierno de este período se inició con un fuerte y decidido apoyo de
un amplio e influyente sector político del país: los conservadores. La victoria en
Lircay y el consiguiente desplazamiento político de los pipiolos, facilitaron el
consenso entre los grupos conservadores en torno a la tarea de afianzar una
nueva institucionalidad.




  Manuel Rengifo Cárdenas (1793-1845). Organizador inicial del Ministerio de
                   Hacienda a principios de la República.

Sin embargo, esta tranquilidad fue alterada por varias razones,
fundamentalmente la guerra en contra de la Confederación Peruano-Boliviana
en el plano externo (1836-1839), y el comienzo de una ascendente oposición
al sistema autoritario que representaba el gobierno de Prieto. La primera
acción que vino a perturbar los últimos años del hasta entonces tranquilo Chile
fue la “disidencia” de los filopolitas o “amigos del pueblo”, quienes se resistían
al excesivo autoritarismo, que era el aspecto básico que caracterizaba la
concepción portaliana de gobierno. Entre los miembros más destacados de los
filopolitas figuraban ex pipiolos como Manuel José Gandarillas y el antiguo
carrerino Diego José Benavente. La acción de este grupo opositor alarmó al
Presidente Prieto, quien buscó apoyo en Portales,         convirtiéndolo, en
septiembre de 1835, en una especie de súper-ministro a cargo de las carteras
de Interior y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina.
La fuerte intervención electoral que los presidentes del período autoritario
ejercieron, unida a las acciones acertadas en el campo económico del gobierno
de Prieto, posibilitaron su reelección en 1836, cuestión que autorizaba la
Constitución de 1833.




                                                                                  10
Bulnes llega al poder en 1841
En 1841 asume la primera magistratura de la nación el general Manuel Bulnes,
militar de una dilatada carrera, que había logrado su máxima expresión con la
victoria en la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana, de la cual
regresó al país como un héroe nacional. El nuevo presidente dio muestras de
una clara actitud conciliatoria: hizo aprobar una “ley de amnistía” (perdón de
los delitos políticos de pipiolos o liberales, en septiembre de 1842), a la que
siguió otra (octubre de 1842). En virtud de ellas, rehabilitaba a los oficiales
vinculados al pipiolismo que habían sido dados de baja por sus vinculaciones a
este grupo liberal. Estas medidas distendieron las difíciles relaciones entre los
liberales y los conservadores, muy complicadas luego de la victoria de Lircay.
Para el año de 1846 la aparente paz interior y las bonanzas económicas
permitieron que Bulnes fuera reelecto por otro período de 5 años.

El gobierno de Manuel Bulnes, tranquilo y próspero en grandes realizaciones
económicas, llegó a su término en medio de agitaciones políticas. Esto se
explica porque en 1849 irrumpe en el escenario político nacional una nueva
organización partidaria, que venía insinuándose como tendencia desde años
atrás. Se trata del Partido Liberal, estructurado con el aporte de distintas
vertientes del liberalismo existente en nuestro país en ese entonces: jóvenes
estudiantes de la Universidad de Chile liderados por José Victorino Lastarria y
los antiguos pipiolos, e intelectuales imbuidos del liberalismo europeo y
fuertemente influidos por el positivismo francés muy de moda en aquellos
años. Hacia finales de la década de 1840, la oposición al sistema autoritario se
organizaba y comenzaba a discutir públicamente la necesidad de transformar
la Constitución de 1833 en una carta legal en que se reconocieran las
libertades públicas y privadas.
A comienzos de 1851, año que ponía fin al decenio de Bulnes, la agitación
alcanzó su punto más álgido. El 20 de abril se sublevó el regimiento Valdivia,
de la guarnición de la capital. Su jefe, el coronel Pedro Urriola, murió en el
motín y los conspiradores, entre los cuales se encontraban Benjamín Vicuña
Mackenna, José Miguel Carrera Fontecilla y Francisco Bilbao, fueron desterrados
o relegados.
Secundado por su ministro y amigo Antonio Varas, el gobierno del presidente
Montt (1851-1861) fue el último gobierno del período conservador.
El decenio de Montt fue aparentemente tranquilo, aunque muchos historiadores
lo consideran como una dictadura legal, ya que se gobernó con el principio de
autoridad como lo establecía la Constitución de 1833.

La relativa bonanza económica permitió el desarrollo de distintas actividades
productivas y Chile comenzó a perfilarse como un país exportador de materias
primas. En 1859 estalló una nueva revolución en Copiapó, La Serena, San
Felipe, Talca y Concepción, como una oposición a una candidatura presidencial
oficialista -la de Antonio Varas- y con el ánimo de introducir reformas
constitucionales que aumentaran el poder del Congreso y disminuyeran el
poder del Presidente de la República. Esta revuelta fue sofocada rápidamente
en todas partes, con la excepción de Copiapó, donde fue apoyada por ricos
empresarios mineros, tales como Pedro León Gallo y la familia Matta. León
Gallo organizó un ejército para enfrentar al ejército oficialista, e incluso hubo
una batalla favorable a los insurrectos: “Los Loros”, al norte de La Serena. Sin
embargo, fueron derrotados definitivamente en la batalla de Cerro Grande.
Pedro León Gallo huyó hacia Argentina y        la situación       interna quedó
completamente controlada por el gobierno.
La revolución de 1859 fue decisiva para el posterior desarrollo político del país,
ya que el candidato del oficialismo para las elecciones de 1861, el conservador
Antonio Varas, desistió de su candidatura y asumió un candidato de consenso,
José Joaquín Pérez, dirigiendo una fusión entre los sectores liberales y
conservadores.




                                                                                11
La república liberal: el pensamiento liberal en Chile
La influencia del pensamiento liberal en nuestro país tiene que ver con un
fenómeno de carácter mundial. Luego de la Revolución Francesa              y     la
independencia de los EE.UU., con el triunfo de sectores ilustrados y animados
por la búsqueda de mayores libertades públicas en todo el mundo, muchos
intelectuales y políticos abrazaron dichos principios.
Especialmente en Inglaterra y Francia, los liberales desarrollaron un intenso
debate acerca de la necesidad de la libertad en oposición a los sistemas de
gobierno monárquico, a los que se oponían con fuerza.
Estas ideas llegaron a Chile a través de distintos medios: textos de autores
ilustrados, viajes de jóvenes de la aristocracia local a estudiar a Europa,
viajeros ilustres que visitaron nuestro país en ese entonces, etc.
El ideario liberal tuvo muchos seguidores en nuestro país y aunque derrotados
luego de la batalla de Lircay por los sectores conservadores, estos ideales
siguieron intentando influir en la vida política del gobierno y de las ideas,
desde una postura opositora.
José Victorino Lastarria, Salvador Sanfuentes Torres, Marcial González Ibieta,
Santiago Arcos, Francisco Bilbao, Federico Errázuriz Zañartu, Federico Santa
María, Eusebio Lillo, Manuel Antonio Matta, Guillermo Blest Gana, Diego Barros
Arana y Benjamín Vicuña Mackenna son algunos de los más reconocidos
intelectuales liberales chilenos del siglo XIX. Muchos de ellos ocuparán, en
distintos momentos del siglo, puestos de gobierno o serán directores de
instituciones de educación como el Instituto Nacional o la Universidad de Chile.
El centro de las ideas de estos liberales era la necesidad de implementar en
Chile un orden político que respetara las libertades públicas y privadas,
disminuyendo la influencia del poder ejecutivo en la Constitución de 1833.
Desde comienzos de la década de 1840, distintos jóvenes liberales habían
comenzado a organizarse para oponerse al gobierno de Bulnes y su
autoritarismo.
El cierre de diarios, la prohibición de realizar manifestaciones públicas, el
destierro de distintos intelectuales y el encarcelamiento de otros llevó a
sectores de oposición a discutir en espacios privados acerca de la necesidad de
terminar con el sistema imperante e introducir reformas a la Constitución, vista
como un escollo para la consecución de la libertad que soñaban.

El desarrollo cultural: La generación de 1842
En los textos tradicionales, a través de los cuales estudiamos la historia del
siglo XIX, se enfatiza el desarrollo político y económico del país. Sin embargo,
existe un relato de vital importancia, como es el de los avances y logros en el
campo cultural y educacional entre los años 1830 y 1890.




 Andrés Bello, formador de los primeros intelectuales de la década de los años
               1840 – 1850. Fundador de la Universidad de Chile

Este proceso se caracterizó por la creación de una serie de instituciones
públicas y privadas, que se dedicaron al cultivo de la enseñanza y la educación.

                                                                                 12
En esta historia participan liberales y conservadores, unidos por el espíritu
romántico que dominaba a los intelectuales de la época. Estos hombres
exaltaron al ser humano, la naturaleza y la belleza. Fueron rebeldes que
buscaban la libertad y la independencia      de pensamiento, frente a las
influencias de la Ilustración.

La educación
Una de las primeras tareas que se dieron los gobiernos del Chile independiente
fue la de dar educación a sus habitantes. Existía un cierto consenso entre
liberales y conservadores respecto de la importancia que tenía la educación en
el desarrollo del país.
El 10 de agosto de 1813 se había dado el primer gran paso para el desarrollo
educacional chileno, al fundar el Instituto Nacional bajo el gobierno de Carrera.




                     José Victorino Lastarria (1817 - 1888)

Promover el mejoramiento educacional no era        tarea   fácil   en   aquellos
momentos, pues la falta de recursos luego de la independencia era un
obstáculo difícil de superar; no obstante, se fundaron algunos espacios
culturales y educativos.
En la década de 1820, el liberal José Joaquín de Mora abrió el Liceo de Chile, al
tiempo que otro francés, Pedro Chapuís, inauguraba el Liceo de Santiago. Ya a
fines de 1830 había en Santiago cerca de 10 colegios privados.
No solamente en la capital se creaban nuevos espacios educativos. En La
Serena se abrían el Instituto San Bartolomé (1821), el Instituto Literario de
Concepción (1827) y en Talca el Instituto Literario (1831) en dichas ciudades.
Este desarrollo educacional se vio enriquecido con la llegada de los primeros
inmigrantes, quienes abrieron colegios intentando mantener sus orígenes
culturales. El colegio Mackay recibió en 1857 a los hijos de inmigrantes
ingleses en Valparaíso, mientras el Colegio Alemán de Valdivia recibía en 1858
a los alemanes que habían llegado a partir de 1850. También las órdenes
religiosas hicieron lo suyo; los Jesuitas que regresaron a Chile en 1843
fundaban el colegio San Ignacio en 1856.
 Otro factor que ayudó al desarrollo intelectual en Chile fue la llegada de
notables intelectuales extranjeros, tanto europeos que huían          de      los
movimientos revolucionarios, como        americanos, que lo hacían       de las
dictaduras de sus respectivos países.
Durante el gobierno de Prieto se fundaron: la escuela de Medicina y Farmacia
en 1833 y la escuela de Obstetricia en 1834.
Don Manuel Bulnes y su ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt,
fundaron en 1842 la Universidad de Chile. Casi un año después, el 18 de
septiembre de 1843, en solemne ceremonia fue inaugurada oficialmente. Su
primer rector fue Andrés Bello. La Escuela Nacional de Preceptores (profesores
primarios) aparece en 1842, con Domingo Faustino Sarmiento como director.

                                                                               13
La Escuela de Bellas Artes se crea en 1849, dirigida por el pintor italiano
Alejandro Cicarelli y la Escuela de Arquitectura se funda en 1849. La Escuela
de Artes y Oficios en 1849. El Conservatorio Nacional de Música en 1851.
Además, se inició la construcción de un edificio para el Instituto Nacional.
Durante el gobierno de Manuel Montt se fundaron más de 500 escuelas
básicas. Se fundó el Observatorio Astronómico en 1852. En 1854 se fundó la
Escuela Normal de Preceptoras y el Museo Nacional de Bellas artes. En 1855 es
promulgado el Código Civil chileno, obra de Andrés Bello. Nace la Sociedad de
Instrucción Primaria en 1856. Se dictó la ley de Instrucción Primaria en 1860.
Aumentó la fundación de liceos en provincias y se crearon los primeros
colegios particulares.
Los particulares también abrían escuelas: la Sociedad de Instrucción Primaria
en 1856 contó con el apoyo de las familias más pudientes, que prestaban
recursos para la educación privada y para la construcción de las llamadas
“bibliotecas populares”, que atendieron las necesidades ascendentes de
educación y lectura de los ciudadanos de las clases populares.
Al alero de estas escuelas, liceos y bibliotecas fueron surgiendo una serie de
instituciones que, poco a poco, moldearon nuestra identidad cultural. Si bien el
acceso a la educación no era total, se fue formando una conciencia de la
necesidad de ampliar las herramientas culturales.
Se contrataron los servicios de los profesores extranjeros Ignacio Domeyko,
mineralogista polaco, y Gustavo Courcelle Seneuil, sindicado como el difusor
del pensamiento librecambista en Chile. La historiografía alcanzó un gran
desarrollo con los trabajos de notables historiadores como: Diego Barros
Arana, Miguel Luis Amunátegui y Benjamín Vicuña Mackenna.

La generación literaria de 1842
La generación literaria de 1842 representa el primer movimiento intelectual de
inspiración nacional. Los estudiantes de los cursos superiores del Instituto
Nacional formaron una “Sociedad Literaria”, dirigida por el profesor José
Victorino Lastarria. A ella pertenecieron: Salvador Sanfuentes, Antonio Varas,
José Joaquín Vallejo (Jotabeche), Eusebio Lillo, Aníbal Pinto, Antonio García
Reyes, Francisco Bello y muchos más. Se acordó editar un periódico que se
llamó “El Semanario”, cuyo primer número apareció el 14 de julio de 1842; fue
dirigido por Antonio García Reyes.
Esta generación realizó un gran avance en materia literaria. Con este grupo
surgieron muchos libros, revistas y diarios nuevos, que hicieron de Chile un
país con cierta madurez intelectual.
Sus principales representantes fueron: José Victorino Lastarria, José Joaquín
Vallejo (Jotabeche), Salvador Sanfuentes y Eusebio Lillo.
Este primer grupo de creadores e intelectuales chilenos, surgidos al alero de la
Universidad de Chile, dio los primeros pasos en la conformación de una
identidad cultural local. Muchos de ellos, por primera vez, reflexionaban acerca
de los elementos que nos comenzaban a instituir como nación.
En sus escritos reivindican el rol del pasado indígena, en contraposición a lo
que ellos consideraban la “larga noche” de la colonia; y es que, animados por
su liberalismo y su ilustración, observaron en el pasado español el origen de
casi todos los males de la realidad que les tocó vivir.
La apertura de Chile al extranjero implicó también la llegada de numerosos
artistas y científicos que apoyaron la creación de esta primera red de
pensadores locales.

Las mujeres y la educación
La mayoría de los alumnos eran de sexo masculino, pues las mujeres aún no
se integraban al sistema educativo secundario. Solo a partir de 1870, las
mujeres pudieron integrarse a los estudios universitarios; antes de esta fecha,
quedaban relegadas al ámbito de lo privado, ejerciendo labores domésticas.

En el ámbito de la integración de las mujeres a la educación, se destaca la
llamada “Ley Amunátegui”, del 6 de noviembre de 1877, que permitió a las
mujeres acceder a la educación universitaria. Sin duda, este decreto, firmado
por el ministro Miguel Luis Amunátegui (prestigioso intelectual chileno vinculado
                                                                               14
a la generación del 42), abrió un nuevo tiempo para la mujer del siglo XIX,
pues integró al campo del saber a un sector importante de la población.




                           Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886)


Los espacios públicos y de sociabilidad en las ciudades chilenas del
siglo XIX
En el período anterior a la Independencia, los espacios públicos estaban
dedicados especialmente a las ceremonias religiosas y a eventos centrados en
las autoridades españolas. Con la llegada de la autonomía política y económica
las cosas cambiaron, pues poco a poco las calles y las plazas comenzaron a
recibir nuevos visitantes de distintos países, en busca de esparcimiento en
locales o fiestas públicas. Las celebraciones de la Independencia, cada
septiembre, se realizaban en los sectores aledaños a las ciudades, donde las
capas populares organizaban las primeras ramadas. En estas celebraciones se
bailaba y se bebía y comían los tradicionales platos preparados por las mujeres
del pueblo. En el caso de Santiago, estas fiestas se celebraban en el barrio de
la Chimba, al norte de la ciudad.

La expansión económica y del territorio durante el siglo XIX
Dentro de las tareas de los nuevos gobiernos una vez lograda la
independencia, estuvo la de organizar la llamada hacienda pública. Los escollos
abundaban: pobreza en los campos, desorganización gubernamental, etc. En
este contexto resultan de vital importancia las acciones del ministro Manuel
Rengifo, verdadero organizador del tema a nivel nacional.
Las nuevas relaciones económicas con los países europeos y americanos
diversificaron las posibilidades de nuestro país de establecer nuevos negocios.
Así, Chile comenzó a importar y exportar productos que recorrieron grandes
distancias, dando a conocer nuestras riquezas naturales.

Minerales y productos agrícolas comenzaron a venderse al exterior, lo que llevó
a Chile a convertirse en exportador de bienes de consumo de actividades
extractivas, con una importante presencia en los mercados que se creaban al
alero del capitalismo europeo, sistema que requería de materias primas para
poder mantener los niveles de consumo de sus industrias.




                                                                             15
El ámbito de la minería
Gran parte de la prosperidad económica de la época se debe a la capitalización
y la formación de riquezas privadas en base a la minería de la plata, el cobre y
el carbón piedra. La actividad minera en Chile se caracterizó por una evolución
constante a lo largo de todo el siglo. En ese aspecto, el Estado se limitó, en
general, a legislar sobre la fiscalización de la minería. De este modo, el auge y
progreso de dicho sector se debió principalmente a la iniciativa privada. En
torno a zonas como La Serena, Ovalle, Lota, Andacollo, Coronel y otras, se
crearon importantes centros de desarrollo minero, gracias a los yacimientos
que permitieron el surgimiento de lo que se ha llamado la burguesía nacional:
familias no aristocráticas que construyeron sus riquezas en función de la
explotación de dichos centros mineros.

Los nuevos mercados de Australia y California
Una parte considerable del desarrollo económico del período se debió al buen
precio que alcanzaron el trigo y la harina chilenos en los mercados de
California y Australia.
El descubrimiento de oro en California, en el Oeste de los Estados Unidos, creó
un importante polo de desarrollo demográfico: la famosa exploración y
conquista del Oeste. Los cientos de miles de buscadores de oro necesitaban
alimentos y no tenían una infraestructura     agrícola que los      abasteciera
adecuadamente, por lo que se vieron en la obligación de hacer grandes
importaciones de bienes alimenticios. El único país triguero de cierta
importancia en la costa occidental del continente americano era Chile. Este
nuevo mercado permitió a Chile dominar casi la totalidad del negocio triguero
durante los últimos años de la década de 1840 y los primeros de 1850. Por la
falta de competidores, el negocio fue muy bueno, llegando a convertirse en
uno de los primeros países exportadores de trigo. Esta demanda fue satisfecha
por cientos de agricultores de la zona central de Chile, quienes vieron
desarrolladas sus actividades trigueras, especialmente en la Cordillera de la
Costa entre Santiago y Concepción.
Lamentablemente, la fiebre de oro tuvo su declinación a partir de 1853, con lo
que el trigo chileno cambió de comprador y se trasladó a un nuevo frente.
El descubrimiento de oro en Victoria y Nueva Gales del Sur, en 1851, provocó
un desplazamiento de la mano de obra agrícola y una consiguiente disminución
de la superficie cultivada en Australia, lo que obligó a la entonces colonia a
recurrir a las importaciones. Esto permitió a Chile continuar por pocos años
más exportando trigo a los mercados del Pacífico.

La agricultura se desarrolla
En 1838 se fundó la Sociedad Chilena de Agricultura, agrupación de dueños de
campos a lo largo de toda la zona central de nuestro país. A esta agrupación se
deben dos obras de importancia para el estudio científico de las labores del
agro. La primera fue el boletín bimensual “El Agricultor”, que se publicó entre
1838 y 1849, con el propósito de divulgar técnicas agrarias y nuevos cultivos.
La segunda fue la disposición de crear en 1839 un centro de experimentación
agrícola, “La Quinta Normal”, cuna de la enseñanza de la agricultura en Chile,
que mejoró las técnicas de agricultura al promover la renovación de técnicas
coloniales obsoletas. Sin embargo, esta renovación no terminó con los agudos
problemas de los campesinos, quienes siguieron en un viejo sistema de
relaciones sociales y económicas hasta bien entrado el siglo XX.
La iniciativa privada permitió también la construcción de embalses y canales de
regadío en predios que se extendían entre La Serena y Chillán, regiones donde
las lluvias suelen ser irregulares, estando expuestas a sequías. Se terminó la
canalización del río Maipo y se inició la construcción del canal en el río
Aconcagua. En el río Maipo se construyeron los canales de Pirque, Puangue y
de Las Mercedes. Otra serie de obras de regadío fueron construidas en el río
Cachapoal, en Maule, Talca y Linares.




                                                                               16
La exploración del territorio de Chile durante el siglo XIX
Desde los primeros años de vida independiente, los distintos gobiernos se
esforzaron por reconocer y explorar las diferentes zonas geográficas.. El
país era un conjunto de áreas que estaban sin la fiscalización necesaria. A ello
hay que agregar la intención de ampliar las fronteras de la economía, creando
nuevos focos productivos a lo largo de Chile.
Desde la década de 1830 se iniciaron lentamente una serie de catastros que
buscaban delimitar las nuevas zonas que serían ocupadas por los chilenos y
chilenas de la nueva República. Estos catastros sirvieron para organizar una
estrategia de ocupación del territorio, aspecto que preocupó a la mayoría de
los gobiernos del siglo XIX.

El territorio
Una de las estrategias que los gobiernos de la República Conservadora
(especialmente Bulnes y Montt) planearon para poblar este territorio fue la de
ocupar con inmigrantes aquellas zonas de Chile que no estaban efectivamente
pobladas por habitantes nacionales.
Las razones que argumentaron dichas intenciones se explican a partir de
algunas necesidades concretas: la baja densidad de población era un obstáculo
para el propósito de ocupación efectiva del territorio nacional, por lo que se
intentó explotar esos despoblados rurales trayendo agricultores extranjeros.
Por otra parte, los países europeos que estaban en la etapa de expansión
imperialista necesitaban nuevos mercados económicos y nuevos centros desde
los cuales extraer materias primas; por lo tanto, el control de lugares
estratégicos en América del Sur era una idea interesante para el gobierno de
Chile, que buscaba establecer buenas relaciones con los países europeos.
Otro aspecto interesante era el hecho de considerar a los europeos como
agentes de civilización y educación sobre la escasa población local nacional.
Estas razones están en el fondo de un proceso de ocupación que no difiere
mucho de los que se vivían en otros países de nuestro continente como
Argentina, Venezuela y Brasil, entre otros., que llevaban inmigrantes como
estrategia de colonización y “civilización”.

La ocupación de Magallanes
Años atrás, en el extremo sur, se había llevado a cabo la incorporación
definitiva del Estrecho    de Magallanes a Chile. Desde 1837 se tenía
conocimiento de que expediciones francesas e inglesas estaban ocupando los
archipiélagos de Oceanía y Las Malvinas. Ante tales amenazas a la soberanía
nacional, en mayo de 1843 partió la goleta Ancud al mando del capitán Juan
Williams Rebolledo, quien el 21 de septiembre de 1843 tomaba posesión
efectiva del Estrecho en nombre del gobierno de Chile. Acto seguido se
echaron las bases del primer poblado: el Fuerte Bulnes. El establecimiento de
una colonia tropezó con grandes dificultades, debido a la crudeza del clima y a
su aislamiento. Ello contribuyó a que, en 1849, se fundara la ciudad de Punta
Arenas, en el lugar al que los mapas de navegación ingleses llamaban “Sandy
Point” -punta arenosa-. Dicho centro mantuvo por muchos años el carácter de
plaza fuerte y luego de colonia penal.
Posteriormente, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, comenzaron a llegar
inmigrantes yugoeslavos a esa apartada zona. Se dedicarían a la ganadería
ovina en un capítulo doloroso de la historia de Chile, debido a que estos
inmigrantes practicamente exterminaron a la población originaria de la Tierra
del Fuego, los Onas, en cacerías que han sido retratadas en numerosos
documentos fotográficos y literarios.

La ocupación de la Araucanía
La zona habitada por los mapuche desde los tiempos de la Colonia, era desde
el Biobío hacia el sur. En esta área se desarrolló toda una dinámica que les
permitió, no sin problemas, mantener una cierta autonomía cultural y política.
Sin embargo, a partir de la década de 1870, los ojos de los distintos
gobernantes se dirigieron a esta inmensa zona llena de recursos naturales y de
abundante mano de obra que se podía integrar al territorio nacional.
En ese contexto, en 1861, el gobierno dio su aprobación al plan de Cornelio
                                                                              17
Saavedra, confiriéndole amplios poderes al designarlo Comandante en Jefe del
Ejército del territorio araucano e Intendente y Comandante General de Armas
de la provincia de Arauco. La estrategia del comandante Saavedra consistía en
la aplicación de un plan similar al del español Alonso de Rivera, quien a
comienzos del siglo XVII organizó el primer ejército profesional de Chile. La
idea era avanzar sobre el territorio mapuche desplazando la línea de fuertes
que, en sentido transversal, protegería las tierras incorporadas. Detrás del
ejército vendrían los agricultores nacionales y extranjeros, comerciantes y
funcionarios estatales. Una vez alcanzada esta meta, se haría un nuevo
avance, que tendría las mismas características del anterior. El plan consistía en
ocupar las tierras desplazando a los indígenas a las llamadas “reducciones”
que, como su          nombre lo indica,          eran reducidas áreas donde
los mapuche, acostumbrados a un tipo de agricultura extensiva, comenzaron a
vivir lo que para ellos significó el comienzo de una triste historia de
expropiaciones de sus tierras ancestrales.
De esta manera, Chile fue construyendo su espacio interior, configurando
lentamente un país que en realidad era un conjunto de zonas culturalmente
distintas.

Los conflictos externos de Chile
En el proceso de expansión nacional, las intenciones de los nuevos gobiernos
chocaron con los intereses de los otros países de la región, vecinos de Chile.
Perú, Bolivia y Argentina entraron en conflictos por el control de distintas
zonas geográficas, puesto que también expandían sus territorios en busca de
nuevos espacios que poblar, donde pudieran fructificar nuevas actividades
económicas.
La historia de nuestras relaciones internacionales está plagada de conflictos
bélicos que hicieron de ellas un difícil camino a recorrer.
Con la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana durante el gobierno de
José Joaquín Prieto, nuestro país sufrió su primer conflicto internacional.
En 1835 el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, inspirado en el ideal
bolivariano de unidad continental, había logrado ser reconocido como
“protector” del Perú. Unió así el núcleo fundamental del antiguo imperio Inca,
con el nombre de Confederación Perú-Boliviana.
Portales, que pensaba que Chile debía realizar su desarrollo histórico como
unidad distinta y separada del resto, vio en la Confederación una amenaza
para nuestro país y, por lo tanto, hizo lo posible para terminar con ella.

El desarrollo del conflicto
Portales envió una expedición naval a cargo de Victorino Garrido, marino
español al servicio de Chile, quien se apoderó de los barcos de la
Confederación: “Santa Cruz”, “Arequipeño” y “Peruviana”. Una vez en manos
de los chilenos, los barcos fueron utilizados como garantía del préstamo
impago. El mariscal Santa Cruz accedió a dejarlos en poder de Chile hasta que
se firmara un tratado definitivo, pero Portales no aceptó este acuerdo y envió
una misión diplomática a cargo de don Mariano Egaña, quien exigió la
disolución inmediata de la Confederación. Perú debía reconocer y
comprometerse a pagar la deuda con Chile por el préstamo posterior a su
liberación. Además, debía financiar los gastos de la expedición libertadora, y
peruanos y bolivianos debían limitar para siempre sus fuerzas navales. Ante la
negativa de Santa Cruz, Chile declara la guerra inmediatamente.
La gravedad de la situación llevó al Congreso Nacional chileno a otorgar
facultades extraordinarias al Presidente, quien declaró estado de sitio en todo
el territorio nacional, organizando tribunales de guerra permanentes. Esta
situación llevó a muchos opositores a pensar que la situación de guerra estaba
siendo utilizada por los gobernantes de nuestro país para crear una verdadera
dictadura militar, cuestión que puede explicar, de una u otra forma, el
asesinato de Portales.




                                                                               18
En efecto, a comienzos de junio de 1837, el ministro se dirigió a Quillota para
revisar las tropas que se hallaban acantonadas allí. Repentinamente, fue
rodeado y aprehendido por oficiales amotinados, dirigidos por el coronel José
Antonio Vidaurre, jefe del Estado Mayor del ejército expedicionario. Los
insurrectos llevaron a Portales a Valparaíso, donde fueron repelidos por la
guarnición del puerto acantonada en el cerro Barón. En la madrugada del día 6
de junio de 1837, cuando comenzaban los enfrentamientos entre ambos
bandos -insurrectos y oficialistas-, Portales fue asesinado por sus captores.
La guerra contra la Confederación, que hasta el momento era impopular para
grandes sectores, se transformó en cuestión de preocupación pública para un
gran número de los chilenos y chilenas. Además, muchos comprendieron que
efectivamente los Consejos de Guerra permanentes tenían una razón certera
de ser, pues había infiltración en el país de aliados de la Confederación. De
hecho, otra de las interpretaciones que existen acerca de la muerte de Portales
es que habría sido asesinado por infiltrados de Santa Cruz en Chile.
Ante estos hechos, se organizó una expedición al mando de Manuel Blanco
Encalada que contaba con muy pocos hombres (cerca de 2.800), puesto que
los informes de inteligencia recogidos por los chilenos en Perú indicaban que
una gran parte del ejército peruano se plegaría al chileno, aburridos de la
dominación del boliviano Santa Cruz. En realidad, este era un pésimo informe
y produjo que Blanco se viera en una gran inferioridad de fuerzas y
completamente aislado en el Perú por las tropas de la Confederación.
Ante esta situación, Blanco Encalada propone a Santa Cruz hacer un combate
de fuerzas escogidas de los dos ejércitos, con jueces internacionales que
observen la lucha y elijan un ganador. Obviamente, la respuesta de Santa Cruz
fue negativa, lo que obliga a Blanco a firmar el Tratado de Paucarpata.
Este tratado establece que Chile firma incondicionalmente la paz, reconoce y
acepta la existencia de la Confederación, devuelve los barcos peruanos
capturados en el Callao y sacaría a sus ejércitos inmediatamente del territorio
de la Confederación, otorgando además ventajas comerciales en el Pacífico a
Perú y Bolivia.
Cuando Blanco Encalada llegó a Chile con el tratado, el Presidente lo relevó de
su cargo, poniéndolo a disposición de un Consejo de Guerra, con la acusación
de haber avalado las peticiones de la Confederación y no haberla enfrentado.
El negociador diplomático que acompañaba a Blanco Encalada, Antonio José
Irisarri, nunca más pudo pisar territorio chileno.

El término de la guerra
El general Manuel Bulnes zarpó de puerto chileno recién el 6 de julio de 1838
con 5.400 hombres, 6 buques de guerra y 27 transportes. Desembarcó en
Ancón y ocupó Lima sin resistencia. Luego, derrotó a los confederados en las
batallas de Matucana y Buin, mientras el almirante Simpson derrotaba a la
flota peruana de corsarios mercenarios en el combate naval de Casma.
Siguieron las batallas de Portada de Guías, Puente Ancash y el 20 de enero de
1839 tuvo lugar la batalla de Yungay, en la cual se derrotó definitivamente a
Santa Cruz, poniendo término a la Confederación.
El presidente Prieto, inmediatamente terminada la guerra, promovió un
ambiente de progresivo retorno a la tranquilidad sobre la base de una política
de distensión y de participación restringida, rehabilitando a     un       grupo
importante de pipiolos que hasta entonces estaban marginados de las esferas
de gobierno, a quienes destacó por su lealtad durante la Guerra.
En 1841 el vencedor de Yungay era elegido Presidente de la República con una
amplia mayoría de electores.
Algunos historiadores afirman que los soldados que partieron a la Guerra, en
su mayoría, fueron obligados a enrolarse en el ejército, lo que evidenciaría que
en Chile aún no existía un sentimiento patriótico tan poderoso como para llevar
a muchos a perder la vida por la patria. Esta situación cambió en el conflicto de
la Guerra del Pacífico, que sí contó con el apoyo de muchos hombres del bajo
pueblo que se enrolaron para ir al combate.



                                                                               19
La guerra contra España
En la década de 1860, España realizó algunas acciones con el fin de recuperar
las áreas de acción que había perdido durante las guerras de la Independencia.
En ese contexto, los hispanos invadieron Santo Domingo y México.
Estas invasiones hicieron que se desarrollara un         particular sentimiento
americanista, que se expresó en la alianza de distintos países de nuestro
continente. Las naves españolas se apoderaron de las islas Chinchas en el
Perú, ante lo cual Chile solidarizó con el país vecino, ya que si los hispanos
dominaban el Perú, el próximo objetivo seguramente sería nuestro país.
En marzo de 1866, naves españolas bombardearon Valparaíso causando
enormes pérdidas en el plan del puerto. Estos sucesos fueron recordados
durante años por los porteños, ya que la situación fue desastrosa para esta
ciudad.

Los conflictos limítrofes con Bolivia
Los conflictos limítrofes entre ambos países comenzaron solo cuando se
descubrió el valor económico del desierto de Atacama. A fines de la década de
1830 se descubrió guano en la costa, un rico fertilizante requerido por Perú
como abono para su agricultura y además demandado por los países
europeos.
El gobierno chileno decidió enviar una comisión exploradora a reconocer las
potencialidades de los depósitos de la zona. Las conclusiones terminaron con
una ley, el año 1842, que declaraba de propiedad nacional a las guaneras al
sur de la bahía de Mejillones (23º de latitud sur), por lo que importaba fijar en
esa línea el límite norte del país.
El gobierno, asimismo, comenzó a otorgar permisos a empresarios particulares
para cargar guano en las proximidades de Mejillones, es decir, más al norte de
la frontera definida, lo que sugería que las pretensiones chilenas no se
hallaban totalmente satisfechas. En 1847, las autoridades bolivianas resolvieron
interrumpir las faenas realizadas en la zona de Mejillones por empresarios
chilenos. El gobierno de Chile respondió enviando tropas a ocupar dicho
territorio.
En 1866, los gobiernos de Pérez (Chile) y Melgarejo (Bolivia) suscriben un
tratado de límites en el que se acoge una fórmula de consenso. Se fijaba como
frontera entre ambos países el paralelo 24º -no el 23º que quería Chile ni el
25º que postulaba Bolivia-. Además, se establecía la creación de una zona
económica compartida, entre los paralelos 23º       y    25º.   Los   impuestos
provenientes de la explotación del guano y minerales se repartirían por partes
iguales entre ambos países.




        Imagen de la Plaza de Armas de Santiago a fines del siglo XIX.



                                                                               20
Sin embargo, el mismo año en que se firmó el tratado surgieron nuevas
circunstancias que alteraron el panorama. Los mineros chilenos José Santos
Ossa y Francisco Puelma obtuvieron una concesión del gobierno boliviano y
dieron inicio a la explotación del salitre en el Salar del Carmen. Formaron la
Sociedad Explotadora del Desierto de Atacama, antecesora directa de la Cía.
de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. Estos dos nuevos factores de
riqueza -salitre y plata- dieron impulso a un proceso masivo de establecimiento
de empresas chilenas en territorio boliviano.
El desierto se convirtió en un área que despertó los intereses particulares de
empresarios chilenos. Esta situación hizo preocuparse a las autoridades
bolivianas, especialmente al gobierno de Hilarión Daza, conocido por su
nacionalismo. Poco a poco se llegaba a una situación tensa en extremo.
Mientras tanto, Bolivia y Perú concretaban un tratado secreto el 6 de febrero
de 1873. Argentina fue llamada, pero finalmente no lo suscribió. Al mismo
tiempo comenzaba a desarrollarse un         mayor interés por parte de las
autoridades peruanas en las acciones económicas que poseían en el desierto.
A comienzos de 1873 el presidente Pardo del Perú decretó el estanco
(estatización) del salitre en Tarapacá. Complementó esta medida con un
decreto en el que ordenaba la expropiación de las salitreras, que eran en su
mayor parte propiedad de capitalistas chilenos.
En 1874 Chile y Bolivia firman un nuevo tratado de límites, en el que Chile
mantuvo el límite en el paralelo 24º, pero renunció a sus derechos a las tierras
localizadas al norte de esta       línea.  Se    estableció   como     condición
complementaria que el gobierno boliviano desistiera de gravar con nuevos
impuestos a las empresas chilenas localizadas entre los paralelos 23º y 25º
durante un período de diez años.
Sin embargo, los problemas continuaron, y en 1878 el presidente Daza
estableció un nuevo impuesto a la exportación del Salitre, violando lo acordado
con el gobierno chileno. Luego decidió apoderarse de las salitreras chilenas,
mientras el gobierno peruano hacía lo mismo en Tarapacá. Estas disputas
terminarían provocando la Guerra del Pacífico.

La Guerra del Pacífico (1879-1883)
En síntesis, las causas de la guerra se pueden agrupar del siguiente modo:

      1º La cuestión de límites con Bolivia.
      2º El advenimiento de Hilarión Daza a la presidencia de Bolivia, quien
      hizo aprobar un impuesto de 10 centavos de oro por quintal métrico de
      salitre exportado por parte de los empresarios chilenos.
      3º La amenaza del gobierno boliviano de rematar las salitreras.
      4º La ocupación militar de Antofagasta que llevó a cabo el coronel Emilio
      Sotomayor con el propósito de reivindicar el litoral y evitar el remate de
      las salitreras.
      5º La existencia de un pacto secreto de alianza defensiva entre Perú y
      Bolivia desde 1873.

La ocupación de Antofagasta se materializó el 14 de febrero de 1879 bajo las
órdenes del coronel chileno Emilio Sotomayor, quien al mando de dos
compañías buscaría evitar el remate de las salitreras chilenas. El 1º de marzo
Bolivia declaraba la guerra a Chile. Los bolivianos resistieron en el interior
hasta fines de marzo, momento en que las tropas chilenas tomaron Calama.
Solo a fines de marzo la opinión pública chilena tuvo conocimiento de la alianza
secreta entre Bolivia y Perú, lo que llevó a declarar la guerra a ambos países el
5 de abril de 1879.
Los resultados de la guerra provocaron un verdadero sismo político en los
países aliados. En Perú fue depuesto el presidente Mariano Ignacio Prado y
asumió Nicolás Piérola; en Bolivia, Narciso Campero derrocó a Hilarión Daza.




                                                                               21
Chile, entre tanto, decidió ocupar las provincias de Arica y Tacna. Dicha
campaña se extendió de enero a junio de 1880 y fue organizada por el ministro
de guerra José Francisco Vergara y el general Manuel Baquedano. El ejército
chileno, en esta “Segunda Campaña Terrestre”, derrotó en Tacna (26 de
marzo) y en Arica (7 de junio) a las tropas aliadas.
Después de la batalla de Tacna, Bolivia no prosiguió la guerra, y los restos de
su ejército volvieron al altiplano, dejando solo a Perú y rompiendo de hecho el
pacto de asistencia recíproca que los unía. Cesaba de esta manera la
participación boliviana en la Guerra.
Con posterioridad a la segunda campaña terrestre, se realizó la “Conferencia
de Arica” en octubre de 1880, con la mediación de los Estados Unidos. Los
representantes de los países beligerantes se reunieron en Arica a bordo de la
fragata norteamericana “Lackawanna”. El representante chileno, don Eulogio
Altamirano, exigió la cesión definitiva de los territorios situados al sur de la
quebrada de Camarones, lo que fue rechazado por los delegados de Perú y
Bolivia, con lo cual se puso término a la conferencia y la guerra continuó.
Posteriormente el ejército chileno se dirigió a Lima, ocupando dicha ciudad y
algunos focos de resistencia peruana se dieron en la Sierra, lo que
correspondería a la última campaña de la guerra.
El gobierno peruano se rindió, firmándose el Tratado de Ancón, el cual
determinó que la zona de Tarapacá quedaba en territorio chileno.

En cuanto a Bolivia, diversas negociaciones condujeron a la firma de un pacto
de tregua en Valparaíso, tratado que establecía fundamentalmente lo siguiente:

   1. La tregua de Chile y Bolivia sería indefinida.
   2. El territorio comprendido entre el río Loa y el paralelo 23º continuaría
      sometido a las leyes chilenas.
   3. Se restablecían las relaciones comerciales entre Chile y Bolivia y se
      otorgaban a esta última franquicias especiales para su comercio por
      Arica y Antofagasta.
   4. Bolivia devolvería las propiedades confiscadas a chilenos y los productos
      percibidos por el secuestro.
   5. Continuarían las gestiones y diligencias para obtener una paz justa y
      definitiva.

Laboriosas gestiones postergaron hasta 1904 la concertación de un tratado de
paz definitivo entre Bolivia y Chile.

Consecuencias de la guerra

   1. Chile amplió su territorio con la anexión de las actuales regiones de
      Arica- Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
   2. El país quedó convertido en una potencia militar de primer orden dentro
       de la América del Sur.
   3. La posesión del salitre significó disponer de una riqueza extraordinaria
      para el Estado chileno, que comenzó a cobrar impuestos a la
      exportación del nitrato.
   4. El fisco aumentó considerablemente sus entradas y creció la fortuna de
       los círculos mineros, comerciales y bancarios.
   5. Se produjo un aumento del proletariado minero, puesto que mucha
       mano de obra (particularmente mineros desocupados del Norte Chico)
       se dirigió a la extracción del salitre en los distritos del Norte Grande,
       adquiriendo protagonismo social.
   6. Se acentuó la importancia del capital inglés como propietario del salitre
       (especialmente con JohnTomas North, conocido como el “rey del salitre”).
Después de la Guerra del Pacífico, a mediados de la década de 1880, las
fronteras chilenas quedaron sometidas a acuerdos políticos con las naciones
vecinas. En estas negociaciones se delineó el territorio definitivo de nuestro
país. La historia de estas negociaciones terminaría en la década de 1930 con el
pacto firmado entre Chile y Perú.
                                                                              22
Bibliografía
Si deseas profundizar en alguno de estos temas, te sugerimos revisar los
siguientes textos:
Aylwin, Mariana y otros (s/f ). Chile en el siglo XX. Emisión, Santiago.
Barros Arana, Diego (1884). Historia general de Chile.
Bengoa, José (1985). Historia del Pueblo Mapuche. Ediciones Sur, Santiago.
Collier, Simon (1977). Ideas y política en la Independencia chile -
1833. Editorial Andrés Bello, Santiago.
Edwards, Alberto (1987). La fronda aristocrática. Editorial Universitaria,
10ªedición, Santiago.
Eyzaguirre, Jaime (1957). Ideario y ruta de la emancipación chilena.
Editorial Universitaria, Santiago.
Heise, Julio (1978). Años de formación y aprendizaje político 1810-
1833. Ed. Andrés Bello, Santiago.
Izquierdo, Gonzalo (1990). Historia de Chile. Editorial Andrés Bello, 3 tomos,
Santiago.
Jocelyn-Holt, Alfredo (1997). El peso de la noche. Ariel-Planeta, Santiago.
Lynch, John (1976). Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826.
Ariel, Barcelona.
Villalobos, Sergio y otros (1974). Historia de Chile. Editorial Universitaria,
Santiago.
Villalobos, Sergio (1989). Portales, una falsificación histórica. Editorial
Universitaria, Santiago.

Sitios sugeridos
Además puedes visitar los siguientes sitios en Internet:
www.abretumundo.cl. Sitio que se conecta con la red de bibliotecas de Chile.
Interesante fuente de información y de conexiones regionales y nacionales que
puedes usar en tus trabajos de investigación.
www.nuestro.cl/. Interesante sitio donde puedes acceder a información acerca
de nuestro patrimonio histórico nacional y regional.
www.chilebicentenario.cl. Sitio en que puedes informarte acerca de todas las
actividades y obras que se están llevando a cabo a propósito del bicentenario
de la independencia.
www.obrasbicentenario.cl/. Sitio que te informa acerca de las actividades u
obras concretas que se llevan a cabo a propósito del Bicentenario.
www.mnba.cl. Sitio perteneciente al museo Nacional de Bellas Artes, para
información de colecciones y exposiciones regionales y locales.




                                                                            23

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6 la creación de una nación

  • 1. HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES MÓDULO 2 Eje temático: Raíces históricas de Chile Unidad: La creación de una Nación Introducción ¿Qué es para ti la libertad? ¿Qué obstáculos tienen que superar los seres humanos para construir sistemas políticos y económicos que les permitan conquistar un mundo más justo y libre? ¿Por qué razones crees tú que los jóvenes siempre han defendido a los más débiles y oprimidos de la historia? Desde siempre los jóvenes se han revelado en contra del sistema imperante defendiendo los derechos fundamentales de las personas y han exigido libertad y respeto hacia los más débiles. Los jóvenes se han opuesto a los regímenes de opresión en todas las naciones que han sido sometidas a sistemas autoritarios y en que los derechos humanos han sido violados. Ayer, al igual que hoy, fueron jóvenes los que defendieron la libertad y lucharon por la autonomía americana frente a la dominación española. La mayoría de los próceres de la independencia americana no tenían más de 21 años cuando emprendieron la difícil empresa de dar a nuestro continente la libertad y la autonomía. América, al igual que un joven que parte de la casa de sus padres decidido a ser independiente y autónomo en las decisiones de su futuro, decidió definir su vida libre y soberanamente. En los sucesos de la independencia de Chile y la formación inicial de la República, también participaron hombres y mujeres de corta edad que vieron en la libertad, la fraternidad y el desarrollo educacional, la salida de un sistema político que consideraban opresor y poco libre. En este eje temático se trabajan los temas relacionados con la independencia de Chile, la organización inicial del Estado chileno, la hegemonía liberal y la expansión territorial y económica durante el siglo XIX. Todos ellos marcados por una búsqueda, a veces frenética, de la libertad y la autonomía política frente a las naciones europeas. El período cronológico que abarca este eje, se desarrolla desde principios del siglo XIX hasta la década de 1880. Con respecto al tema de la independencia, es importante que analices todos los factores, externos e internos, que incidieron en la precipitación de los sucesos relacionados con la lucha por la autonomía nacional. Profundiza tus conocimientos centrando tu atención en los cambios que se dieron con la independencia y analiza los elementos que no se modificaron, identificando la continuidad y el cambio de los procesos sociales que experimentamos en nuestros primeros años como nación independiente. La independencia de Chile surge debido a la interacción de distintos factores. Revisa cada uno de ellos y crea un pequeño mapa conceptual con la información. Con respecto al segundo tema (“la organización de la República”), te sugerimos que revises los distintos proyectos políticos que intentaron organizar nuestra república, a partir de la década de 1830. Revisa las ideas políticas que contienen esos proyectos y cómo las nuevas influencias europeas y americanas llegaron a estas lejanas tierras. Es importante que conozcas los problemas y conflictos que comenzaron en esa época, y que se proyectaron durante todo el siglo XIX, llegando algunos incluso hasta el día de hoy (conflictos religiosos, políticos, étnicos, etc.). El tercer tema se refiere a la función que el proyecto liberal tuvo en el desarrollo político, económico y cultural del siglo XIX y en los tiempos de la formación de nuestra identidad nacional. En este contexto están los intelectuales de la época, las instituciones culturales y educacionales, la lucha por las libertades públicas y privadas, los conflictos internos por las diferentes ideas políticas y la formación de las primeras instituciones estatales, luego de la década de los años 1830-1840. En último lugar está la construcción de nuestro actual territorio nacional, que 1
  • 2. se comienza a formar en esta época. Paralelamente a ello, encontramos las primeras formas de producción económica, sus características, sus protagonistas y las consecuencias sociales de dicho desarrollo, como por ejemplo, los nuevos grupos sociales que se formaron en el siglo XIX. Es importante considerar la dimensión geográfica de esta unidad cuando estudiemos los lugares en que ocurrieron los hechos y la evolución de las fronteras de Chile. Para ello te sugerimos trabajar con mapas históricos que te permitan observar los cambios y la dimensión geográfica de dichos procesos. Te puedes apoyar en el Atlas geográfico para la educación del Instituto Geográfico Militar. Es importante que conozcas las diferentes interpretaciones que existen acerca del desarrollo de los hechos, por lo que te recomendamos analizar los planteamientos de los distintos autores que escriben respecto de estos temas. Para ello te sugerimos revisar diferentes libros de Historia de Chile y comparar cada interpretación, armando un mapa conceptual con cada una de estas miradas, especialmente en referencia a los sucesos de 1891, la década de 1830, el conflicto entre la iglesia católica y los liberales, y entre los conservadores y los liberales. Al final de tu estudio, intenta construir una mirada general de los principales hechos del siglo XIX, evaluando su importancia histórica. Ten en cuenta que muchos de los procesos históricos iniciados en este siglo, aún permanecen vigentes en nuestro país. De ahí la importancia fundamental de este siglo en la memoria chilena. América se independiza de España Los jóvenes tradicionalmente han buscado las transformaciones de su medio social, animados por su búsqueda de libertad, especialmente a partir de las décadas de 1960 y 1970 del recién terminado siglo XX. Sin embargo, los sueños de libertad y autonomía de los hombres y mujeres no son nuevos en nuestra América Latina. Ya desde comienzos del siglo XIX muchos jóvenes criollos se revelaron en contra del poder español, que consideraron agotado. Soñaron con una América independiente, libre y autónoma, que requería profundos cambios, especialmente en lo que se refería a la libertad de las personas que en ese entonces habitaban el continente. Animados por el sueño de convertir a este continente en una tierra de libertad gobernada por sistemas democráticos, protagonizaron uno de los capítulos más importantes de la historia de nuestros países latinoamericanos: la Independencia. La mayoría de los países que hoy componen nuestro continente presentan variadas realidades económicas, sociales y étnicas. Sin embargo, en algún momento de su historia tuvieron en común el hecho de pertenecer a dos importantes imperios europeos: el portugués y el español, que, a lo largo de casi 300 años, dominaron políticamente, desde miles de kilómetros de distancia, a su población. La independencia de América Latina fue un fenómeno debido a múltiples causas Casi todas los hechos importantes que suceden en nuestra vida tienen más de una explicación. La historia no es la excepción a esta característica de los seres humanos; en ella se interrelacionan múltiples caminos para la explicación de un suceso. Debemos conocer y analizar estos distintos caminos para llegar a una idea explicativa de sus causas más o menos aproximada. Por lo general, se habla de causas externas e internas para explicar el porqué de la Independencia de nuestro continente. Las externas se refieren a fenómenos de la historia mundial que motivaron (o facilitaron) el proceso de independencia en América. Entre estas podemos destacar: 1. La invasión de España por Napoleón, como parte de sus ambiciones imperialistas. 2. La oposición de los españoles ante la invasión napoleónica y la captura del rey español Fernando VII, que los llevó a crear juntas de gobierno como muestra de fidelidad al monarca. 3. La influencia de una época de ideas revolucionarias en el mundo, que 2
  • 3. llegaron a América a través de muchos criollos que estudiaron en Europa. Estas ideas criticaban la autoridad radicada en un solo individuo (el rey) y proponían la creación de un nuevo Estado con división de poderes. El ámbito de las causas internas tiene que ver con sentimientos e ideas que se fueron generando en América Latina durante los largos años de dominación europea (trescientos en el caso de Sur y Centro América y casi ciento cincuenta en Norte América). De todos los habitantes de nuestro continente, los centroamericanos y sudamericanos se encontraban mayoritariamente bajo dependencia directa de España (es importante recordar que una parte de lo que hoy es Brasil era administrado por Portugal) y, por lo mismo, nos concentraremos preferentemente en ellos. De esta forma, las causas internas serían, entre otras, las siguientes: 1. Surgimiento de sentimientos nacionalistas entre los criollos que desarrollaron un particular sentido de pertenencia al territorio latinoamericano. 2. Las disputas internas por los puestos de gobierno, debido a la discriminación a favor de los españoles enviados como representantes del rey de España. Los criollos deseaban tener mayores cuotas de participación en la toma de decisiones. 3. El creciente sentimiento de descontento de los criollos, motivado por las frecuentes injusticias, que, a juicio de ellos, cometía la corona. 4. El deseo de mayores cuotas de libertad económica, especialmente entre los criollos que desarrollaban actividades comerciales. En este contexto histórico surgen los libertadores americanos. Su principal aporte en la lucha por la Independencia radicó en las capacidades de interpretar los deseos de las personas y de contribuir a la búsqueda de la libertad. La independencia de Chile Chile formaba parte del contexto americano a comienzos del siglo XIX, por lo tanto, experimentó los mismos eventos históricos. Aquí también los jóvenes criollos lucharon por obtener la libertad y la autonomía política y económica frente a España. Se podría decir que las causas de la independencia de Chile son bastante similares a las de los demás países latinoamericanos. En el caso de nuestro país, la lucha por la autonomía política fue un proceso que duró diez años. Durante esta década hubo momentos en que los criollos lograron victorias frente a las tropas realistas y otros, en cambio, en que sufrieron derrotas, como por ejemplo durante la reconquista, en que fueron sobrepasados por la fuerza de los españoles, quienes se negaban a terminar con la larga tradición monárquica en América. ¿Cómo se desarrolló este proceso? ¿Qué protagonistas hombres y mujeres son los íconos de la independencia de Chile y qué lugar ocupan dentro de nuestra memoria colectiva? El ambiente en Chile a comienzos de 1810 podría ser definido como de profunda expectación y desorientación. Nadie sabía qué hacer exactamente. Habían llegado noticias acerca de un ataque de los ingleses a Buenos Aires, la lógica indicaba que el próximo ataque podría ser a Valparaíso o Santiago. Los ánimos no eran del todo positivos. En medio de esta situación el cabildo llamó a los vecinos de más renombre a discutir las futuras acciones frente a las noticias que llegaban del extranjero. Es importante que tengamos claridad sobre las ideas que estaban en juego en el proceso independentista. Detrás de cada acción individual y colectiva, tanto de los criollos como de los españoles (también llamados realistas), había un objetivo. Los jóvenes criollos defendían la idea de la autonomía popular. Entendían que los gobiernos debían ser elegidos por la mayoría de las personas, aunque sus 3
  • 4. conceptos de mayoría no significan lo mismo que hoy en día. Para ellos solamente los ciudadanos cultos y preparados debían conducir los destinos del país. Celebración de la independencia en los primeros años de la república según Claudio Gay. Por otra parte, estaban los que defendieron hasta el final los derechos de la corona española en Chile. La mayoría de ellos creía en el poder divino de la monarquía, por lo que les parecían impropios y peligrosos los pasos que se estaban dando en América Latina con respecto a la lucha por la libertad. La Iglesia Católica, aliada moral y legalmente a la monarquía, estaba a favor de los realistas. De hecho, luego de la independencia de Chile, las relaciones con el Vaticano estuvieron interrumpidas durante más de 20 años. Solamente en la década de 1830 se reestablecieron. En la mayoría de los protagonistas de la Independencia están presentes estas diversas motivaciones. Lo que cambia es el grado de compromiso y convencimiento que cada uno y cada una tenía. Por ejemplo, los historiadores que han estudiado el tema definen a ciertos grupos como los “exaltados”, los “moderados”, los realistas, y, seguramente, para otros estos hechos no tenían mayor importancia. Otro aspecto importante es el que se refiere a la participación de las mayorías en este proceso. Después de muchas investigaciones al respecto, se ha concluido que el pueblo común y corriente, o sea, campesinos, mestizos, peones, labradores y otros, no tuvieron una participación masiva en los sucesos. A ello hay que agregar que la mayor parte del pueblo era analfabeta y carecía de conciencia política. Un gran número de historiadores e historiadoras coincide al concluir que la independencia fue un proceso en el cual la elite participó mayoritariamente, puesto que eran sus intereses los que estaban en juego. Estos intereses eran económicos (luchaban por la libertad comercial y proponían una autonomía política donde ellos serían los principales protagonistas que ocuparían el poder). Así, es fácil imaginar el grado de entusiasmo que muchos de estos criollos miembros de la elite mostraron en dicho proceso histórico. En este contexto, la junta de gobierno de 1810 es considerada como el primer paso en la lucha por la libertad. Los historiadores e historiadoras dividen este proceso en cuatro grandes etapas: Patria Vieja, Reconquista, Patria Nueva y 4
  • 5. Organización de la República. Patria Vieja (1810 – 1814) Los criollos tomaron colectivamente el poder en nombre del rey, sin una clara intención de independizarse. En nuestro país, durante esos años, se arraigaron las nuevas ideas liberales, tales como los principios de soberanía popular, el principio de gobierno representativo, el constitucionalismo y el “laisser faire”. Mateo de Toro y Zambrano (1725-1811), Gobernador de Chile en 1810. Reconquista (1814 – 1817) En 1814, Fernando VII recuperó su trono y se encontró con que los gobiernos provisionales de las colonias españolas habían realizado una serie de cambios con los cuales no estaba de acuerdo. Ordenó a sus funcionarios que anularan todos los cambios e intensificó las medidas para recuperar los dominios reales que corrían peligro. A Chile llegaron tropas desde el Perú, las que lograron una victoria sobre los patriotas en la Batalla de Rancagua (1814) e instauraron una fuerte represión. Los patriotas atravesaron la cordillera de los Andes y con la ayuda de José de San Martín comenzaron a preparar el Ejército Libertador. Camilo Henríquez González (1769-1825). Sus mayores esfuerzos en beneficio de la causa de la independencia los realizó a través de la prensa. 5
  • 6. Patria Nueva (1817 – 1823) Las fuerzas patriotas cruzaron los Andes y se enfrentaron a los españoles en Chacabuco, al norte de Santiago, el 12 de febrero de 1817. Luego, tras la huida de los españoles, un cabildo abierto elige como Director Supremo a José de San Martín, quien no acepta y propone a Bernardo O´Higgins, que sí acepta. Mientras tanto, los realistas se reorganizaban en el Sur. El 12 de febrero de 1818 se proclama formalmente la Independencia de Chile, en las cercanías de la ciudad de Talca. El documento, firmado entre otros por Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas y Bernardo O’Higgins, era un intento por registrar este hecho de trascendental importancia en el logro de nuestra identidad autónoma con respecto a España. Pero no todo estaba logrado: el ejército patriota fue sorprendido en Cancha Rayada (Talca): O´Higgins quedó herido y San Martín se replegó hacia Santiago. Finalmente, en el actual Maipú, el 5 de abril de 1818, las fuerzas patriotas derrotan a Mariano Osorio. Las fuerzas realistas se van hacia el Sur, especialmente a Chiloé, donde años después fueron expulsadas por las tropas al mando de Ramón Freire. Gobierno de O´Higgins Para O’Higgins las cosas no fueron del todo fáciles. Las preocupaciones del llamado “Libertador de Chile” se centraron en consolidar los logros que había alcanzado. Guiado y asesorado por San Martín, libertador de Argentina, O’Higgins consolidó la independencia venciendo en la “guerra a muerte” a un militar traidor de los patriotas: Benavides. Este hombre, junto a los españoles e indígenas, se mantenía en batalla y prácticamente se apoderó de la zona correspondiente a las actuales séptima y octava regiones. Se organizó la expedición libertadora del Perú, para lo cual se contrató a Lord Cochrane, un destacado marino inglés. El objetivo era entorpecer cualquier iniciativa de invadir nuevamente nuestro país, pero, además, se buscaba recuperar el mercado peruano para los agricultores chilenos. Entre otras obras de tipo urbano, O’Higgins creó el cementerio de disidentes, con lo que muchos fervientes partidarios de la Iglesia se molestaron, pues desde ese momento cualquier persona podía ser enterrada en lo que hoy es el Cementerio General de la ciudad de Santiago. En sus días de administración, O’Higgins echó a andar una serie de adelantos: proyectó la construcción de la Alameda de las Delicias, que hoy lleva su nombre; reabrió el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, que habían sido fundados por José Miguel Carrera durante la Patria Vieja; abrió el actual mercado Central, en reemplazo de uno antiguo que existía en el barrio Mapocho y continuó con las obras de canalización de dicho río; se preocupó por la educación, abriendo colegios e implementando una de las primeras reformas educativas de Chile; trajo desde Inglaterra el sistema Lancasteriano, entre otros. O’Higgins dirigió los proyectos constitucionales de 1818 y 1822, en los cuales se estableció una particular concentración del poder en manos del Director Supremo, cargo homólogo al de Presidente de la República (este último cargo lo ocupó por primera vez Manuel Blanco Encalada). Seguramente una de las medidas más polémicas fue la abolición de los títulos de nobleza y el intento por terminar con los mayorazgos, para terminar con el excesivo poder que la aristocracia mantenía desde los tiempos de la Colonia. En 1823 O’Higgins abdicó, presionado por los sectores relacionados con la aristocracia tradicional presentes en el Congreso Nacional. Partió al Perú, donde murió en 1842. Hacia una institucionalidad republicana El año de 1824 Chile era una nueva República independiente. Había que organizar a este nuevo Estado dotándolo de leyes y de una organización política que le permitiera enfrentar los desafíos que la autonomía exigía. La 6
  • 7. aristocracia criolla tenía en sus manos tareas que no fueron fáciles. De hecho, este grupo social no actuaba de manera compacta. En su interior había distintas opiniones acerca de cómo organizar este país. El período 1823-1830 estuvo marcado por estas divisiones y por los esfuerzos por dar a Chile la organización necesaria para comenzar la vida independiente. Otro aspecto importante es el que se refiere a la expulsión definitiva de los españoles de nuestro territorio y, además, al control logrado sobre numerosos grupos de hispanos que se habían descolgado del ejército realista y que se dedicaban a sobrevivir del robo de ganado y de productos de la tierra, especialmente en la zona de Chillán con la banda de los Pincheira. La inestabilidad de los primeros años de vida independiente: las dificultades iniciales de la República La existencia de una variedad de pensamientos acerca del modo de crear la necesaria organización política de Chile generó enfrentamientos entre los miembros de la aristocracia criolla. Además, existían distintas influencias externas que agudizaron este escenario. Por una parte, estaban las ideas que llegaban desde los EE.UU., donde se optó por el federalismo, sistema que consideraba que distintos estados semi- independientes se agrupaban en torno a uno central. Por otro lado, muchos intelectuales pensaban que, debido a la poca experiencia política, había que crear un gobierno centralizado y dirigido por un poder ejecutivo fuerte, casi a la manera de las monarquías que aún existían en Europa. En estos 7 años hubo distintos gobiernos, debido a las profundas discusiones y luchas internas por dar una organización estable. Principales Gobernantes del período: Ramón Freire: 1823-1826. Manuel Blanco Encalada: 1826 (primer gobernante que fue denominado como Presidente de la República). Agustín Eyzaguirre: 1826 (como Presidente Interino). Ramón Freire y Francisco Antonio Pinto: 1827. Francisco Antonio Pinto y Francisco Ramón Vicuña: 1827-1829. Francisco Ruiz Tagle y José Tomás Ovalle: 1830. José Joaquín Prieto: 1831 (es elegido como Presidente de la República y gobernará hasta 1841). Durante varios años el país pasó por distintos experimentos políticos. El primero fue el de 1823, año en que Juan Egaña redactó una constitución inspirada en una moral conservadora y que intentaba regular la vida de los ciudadanos tanto en sus aspectos públicos como privados. Sin embargo, estas leyes eran muy complejas para ser aplicadas en Chile y dicha constitución (conocida como “moralista”) fue revocada por el Congreso Nacional en diciembre de 1824, debido a la fuerte oposición de ciudades como Coquimbo, Concepción y Valparaíso, que desde el principio de la República desarrollaron una fuerte oposición al centralismo de Santiago. En los comienzos de nuestra vida independiente, el regionalismo fue otro de los problemas a superar; Concepción y Coquimbo eran dos de las tres ciudades más importantes de nuestro país y exigieron participar activamente en el proceso, al punto de desear convertirse en la capital de esta nación. En 1825 Ramón Freire partía a la isla de Chiloé a expulsar a los últimos españoles que se refugiaban en esa zona. Después de una lucha armada los hispanos se rindieron y la independencia se consolidaba definitivamente, años después de su proclamación. Al regreso de Freire del sur, los liberales criollos estaban obsesionados con la idea del federalismo como forma de organización. José Miguel Infante, como intelectual liberal, se esforzó para que el Congreso Nacional sesionara y discutiera una nueva Constitución. El intento de Infante quedó en borrador, pues el proyecto liberal se encontró con diversos obstáculos, tales como las disputas locales y un ejército que aún no podía desarrollar una disciplina. 7
  • 8. Tiempo después, José Joaquín de Mora, otro importante liberal español residente en Chile, proponía una nueva Constitución, la llamada Constitución de 1828, de fuertes influencias liberales. Los sectores conservadores no habían quedado tranquilos después de los experimentos federales y liberales de 1826 y 1828. Comenzaban a ver en la inestabilidad política un sinónimo de desorden que los llevó a luchar en el Congreso y en las discusiones de salón para lograr una victoria política sobre los liberales. Además de ello, los discursos anticlericales y antiaristocráticos de algunos liberales ofendieron a los tradicionales aristócratas y católicos. Los conservadores soñaban con una organización que se basara en el autoritarismo. En medio de estas luchas y discusiones apareció un tercer grupo que se opuso a los liberales: los llamados estanqueros. Este grupo de comerciantes, que trabajaba para el estanco y era dirigido por Diego Portales, pensaba que Chile necesitaba un gobierno fuerte que pusiera término al desorden y a lo que, según ellos, era anarquía. Ya en 1829 la situación era insostenible. Los sectores estaban demasiado divididos y los acuerdos no eran una cuestión de todos los días. En Santiago los liberales se desorganizaban y Prieto, al mando de una parte del ejército, decidió poner fin a los problemas a través de una salida armada. En la batalla de Ochagavía se enfrentaron las tropas dirigidas por Prieto y los liberales. Después de la batalla, el mando de las tropas lo centralizó Ramón Freire; sin embargo, el control de la situación siguió en manos de los conservadores. Freire decidió concentrar a los liberales en Valparaíso, mientras en la capital los conservadores se organizaban y dominaban el panorama. La cuestión fue zanjada en una batalla que se libró en las orillas del río Lircay y del Claro cerca de Talca. Freire, al mando de unos 1.700 hombres, fue derrotado por las tropas de Prieto. Unos 200 soldados murieron en la batalla. Esta batalla ha sido considerada decisiva en la historia de nuestro país, ya que puso fin a un proceso en que las distintas posiciones políticas lucharon por hacer prevalecer sus ideas sobre de la organización del Chile independiente. El triunfo fue de los conservadores, quienes gobernaron desde el Estado por más de 30 años, mientras los liberales, desde la oposición, hacían lo posible por influir en las acciones del gobierno. La República Autoritaria: la solución portaliana Luego de los difíciles años de la época de Ensayos Constitucionales, lossectores conservadores y estanqueros triunfaron ampliamente frente a los liberales (estos solo regresarían a los ámbitos del gobierno después del año 1861) y se instalaron en el poder a partir del gobierno de José Joaquín Prieto. Desde que Portales se había vuelto hombre público, su figura rondaba los salones del poder. Su inteligencia y carácter lo habían situado cerca del presidente Prieto desde donde, según los historiadores e historiadoras que se han preocupado del período, ejerció su poder en las sombras. 8
  • 9. Diego Portales, Ministro del Interior de gobierno de José Joaquín Prieto. Bajo su influencia se organizaron los primeros gobiernos de las décadas de los años 1830 – 1860. El período conservador (1831-1861) ha sido llamado también portaliano, ya que en las políticas de gobierno prevalecieron los principios de autoridad que tenía Diego Portales, quien en 1830 tenía 37 años. Su personalidad ha sido definida como sarcástica, irónica y dominante. Hijo de un distinguido patriota, su verdadera vocación eran los negocios. Aparte del comercio, gustaba de la sociabilidad con sus amistades. Sus ideas políticas eran pragmáticas y no se consideraba un especial defensor de la aristocracia castellano-vasca. Desde sus distintos puestos de gobierno (ocupó los cargos de Ministro de Gobierno y Relaciones, Guerra y Marina, además de Intendente de Valparaíso) influyó en muchas de las decisiones del Presidente Prieto. Portales pensaba que la democracia era un buen sistema de organización política, pero también consideraba que Chile, en el año 1831, no tenía la madurez necesaria para poder practicar los principios que definían a este sistema político. Por lo tanto, la democracia debía postergarse para después, cuando el país adquiriera una experiencia que le permitiera ponerla en práctica. Las ideas políticas de Portales se reflejan al revisar el gobierno de José Joaquín Prieto, en especial los principios que animaron la Constitución de 1833. Según esta carta fundamental, el Presidente de la República tenía especiales facultades, tales como nombrar a los intendentes, los gobernadores y los alcaldes, prohibir la discusión de ciertas leyes del Congreso Nacional y establecer el estado de sitio que restringía las libertades públicas y privadas, cuestión que los liberales consideraron siempre como un error. El poder legislativo tuvo, según esta Constitución, las funciones de aprobar las llamadas Leyes Periódicas que eran: la ley de presupuesto nacional, el cobro de impuestos y la definición de los ejércitos de tierra y mar. Para los liberales, el período de los llamados gobiernos conservadores (1831 - 1861) fue un período autoritario que se comportó como una verdadera dictadura en manos de los sectores más conservadores y católicos. 9
  • 10. Los Conservadores y el período Autoritario Los Presidentes de este período fueron: José Joaquín Prieto (1831-1836) (1836-1841). Manuel Bulnes (1841-1846) (1846-1851). Manuel Montt (1851-1856) (1856-1861). El decenio presidencial de José Joaquín Prieto representa para muchos historiadores e historiadoras el inicio de la estabilidad política en el país, luego de los años comprendidos entre 1823 y 1831. Esta época se caracterizó por el poder del gobernante, la acción de sus ministros y un fuerte control por parte del gobierno. Estos aspectos, junto a cierta estabilidad, crearon las bases propicias para que el interés nacional se pusiera sobre las luchas políticas internas. El primer gobierno de este período se inició con un fuerte y decidido apoyo de un amplio e influyente sector político del país: los conservadores. La victoria en Lircay y el consiguiente desplazamiento político de los pipiolos, facilitaron el consenso entre los grupos conservadores en torno a la tarea de afianzar una nueva institucionalidad. Manuel Rengifo Cárdenas (1793-1845). Organizador inicial del Ministerio de Hacienda a principios de la República. Sin embargo, esta tranquilidad fue alterada por varias razones, fundamentalmente la guerra en contra de la Confederación Peruano-Boliviana en el plano externo (1836-1839), y el comienzo de una ascendente oposición al sistema autoritario que representaba el gobierno de Prieto. La primera acción que vino a perturbar los últimos años del hasta entonces tranquilo Chile fue la “disidencia” de los filopolitas o “amigos del pueblo”, quienes se resistían al excesivo autoritarismo, que era el aspecto básico que caracterizaba la concepción portaliana de gobierno. Entre los miembros más destacados de los filopolitas figuraban ex pipiolos como Manuel José Gandarillas y el antiguo carrerino Diego José Benavente. La acción de este grupo opositor alarmó al Presidente Prieto, quien buscó apoyo en Portales, convirtiéndolo, en septiembre de 1835, en una especie de súper-ministro a cargo de las carteras de Interior y Relaciones Exteriores, Guerra y Marina. La fuerte intervención electoral que los presidentes del período autoritario ejercieron, unida a las acciones acertadas en el campo económico del gobierno de Prieto, posibilitaron su reelección en 1836, cuestión que autorizaba la Constitución de 1833. 10
  • 11. Bulnes llega al poder en 1841 En 1841 asume la primera magistratura de la nación el general Manuel Bulnes, militar de una dilatada carrera, que había logrado su máxima expresión con la victoria en la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana, de la cual regresó al país como un héroe nacional. El nuevo presidente dio muestras de una clara actitud conciliatoria: hizo aprobar una “ley de amnistía” (perdón de los delitos políticos de pipiolos o liberales, en septiembre de 1842), a la que siguió otra (octubre de 1842). En virtud de ellas, rehabilitaba a los oficiales vinculados al pipiolismo que habían sido dados de baja por sus vinculaciones a este grupo liberal. Estas medidas distendieron las difíciles relaciones entre los liberales y los conservadores, muy complicadas luego de la victoria de Lircay. Para el año de 1846 la aparente paz interior y las bonanzas económicas permitieron que Bulnes fuera reelecto por otro período de 5 años. El gobierno de Manuel Bulnes, tranquilo y próspero en grandes realizaciones económicas, llegó a su término en medio de agitaciones políticas. Esto se explica porque en 1849 irrumpe en el escenario político nacional una nueva organización partidaria, que venía insinuándose como tendencia desde años atrás. Se trata del Partido Liberal, estructurado con el aporte de distintas vertientes del liberalismo existente en nuestro país en ese entonces: jóvenes estudiantes de la Universidad de Chile liderados por José Victorino Lastarria y los antiguos pipiolos, e intelectuales imbuidos del liberalismo europeo y fuertemente influidos por el positivismo francés muy de moda en aquellos años. Hacia finales de la década de 1840, la oposición al sistema autoritario se organizaba y comenzaba a discutir públicamente la necesidad de transformar la Constitución de 1833 en una carta legal en que se reconocieran las libertades públicas y privadas. A comienzos de 1851, año que ponía fin al decenio de Bulnes, la agitación alcanzó su punto más álgido. El 20 de abril se sublevó el regimiento Valdivia, de la guarnición de la capital. Su jefe, el coronel Pedro Urriola, murió en el motín y los conspiradores, entre los cuales se encontraban Benjamín Vicuña Mackenna, José Miguel Carrera Fontecilla y Francisco Bilbao, fueron desterrados o relegados. Secundado por su ministro y amigo Antonio Varas, el gobierno del presidente Montt (1851-1861) fue el último gobierno del período conservador. El decenio de Montt fue aparentemente tranquilo, aunque muchos historiadores lo consideran como una dictadura legal, ya que se gobernó con el principio de autoridad como lo establecía la Constitución de 1833. La relativa bonanza económica permitió el desarrollo de distintas actividades productivas y Chile comenzó a perfilarse como un país exportador de materias primas. En 1859 estalló una nueva revolución en Copiapó, La Serena, San Felipe, Talca y Concepción, como una oposición a una candidatura presidencial oficialista -la de Antonio Varas- y con el ánimo de introducir reformas constitucionales que aumentaran el poder del Congreso y disminuyeran el poder del Presidente de la República. Esta revuelta fue sofocada rápidamente en todas partes, con la excepción de Copiapó, donde fue apoyada por ricos empresarios mineros, tales como Pedro León Gallo y la familia Matta. León Gallo organizó un ejército para enfrentar al ejército oficialista, e incluso hubo una batalla favorable a los insurrectos: “Los Loros”, al norte de La Serena. Sin embargo, fueron derrotados definitivamente en la batalla de Cerro Grande. Pedro León Gallo huyó hacia Argentina y la situación interna quedó completamente controlada por el gobierno. La revolución de 1859 fue decisiva para el posterior desarrollo político del país, ya que el candidato del oficialismo para las elecciones de 1861, el conservador Antonio Varas, desistió de su candidatura y asumió un candidato de consenso, José Joaquín Pérez, dirigiendo una fusión entre los sectores liberales y conservadores. 11
  • 12. La república liberal: el pensamiento liberal en Chile La influencia del pensamiento liberal en nuestro país tiene que ver con un fenómeno de carácter mundial. Luego de la Revolución Francesa y la independencia de los EE.UU., con el triunfo de sectores ilustrados y animados por la búsqueda de mayores libertades públicas en todo el mundo, muchos intelectuales y políticos abrazaron dichos principios. Especialmente en Inglaterra y Francia, los liberales desarrollaron un intenso debate acerca de la necesidad de la libertad en oposición a los sistemas de gobierno monárquico, a los que se oponían con fuerza. Estas ideas llegaron a Chile a través de distintos medios: textos de autores ilustrados, viajes de jóvenes de la aristocracia local a estudiar a Europa, viajeros ilustres que visitaron nuestro país en ese entonces, etc. El ideario liberal tuvo muchos seguidores en nuestro país y aunque derrotados luego de la batalla de Lircay por los sectores conservadores, estos ideales siguieron intentando influir en la vida política del gobierno y de las ideas, desde una postura opositora. José Victorino Lastarria, Salvador Sanfuentes Torres, Marcial González Ibieta, Santiago Arcos, Francisco Bilbao, Federico Errázuriz Zañartu, Federico Santa María, Eusebio Lillo, Manuel Antonio Matta, Guillermo Blest Gana, Diego Barros Arana y Benjamín Vicuña Mackenna son algunos de los más reconocidos intelectuales liberales chilenos del siglo XIX. Muchos de ellos ocuparán, en distintos momentos del siglo, puestos de gobierno o serán directores de instituciones de educación como el Instituto Nacional o la Universidad de Chile. El centro de las ideas de estos liberales era la necesidad de implementar en Chile un orden político que respetara las libertades públicas y privadas, disminuyendo la influencia del poder ejecutivo en la Constitución de 1833. Desde comienzos de la década de 1840, distintos jóvenes liberales habían comenzado a organizarse para oponerse al gobierno de Bulnes y su autoritarismo. El cierre de diarios, la prohibición de realizar manifestaciones públicas, el destierro de distintos intelectuales y el encarcelamiento de otros llevó a sectores de oposición a discutir en espacios privados acerca de la necesidad de terminar con el sistema imperante e introducir reformas a la Constitución, vista como un escollo para la consecución de la libertad que soñaban. El desarrollo cultural: La generación de 1842 En los textos tradicionales, a través de los cuales estudiamos la historia del siglo XIX, se enfatiza el desarrollo político y económico del país. Sin embargo, existe un relato de vital importancia, como es el de los avances y logros en el campo cultural y educacional entre los años 1830 y 1890. Andrés Bello, formador de los primeros intelectuales de la década de los años 1840 – 1850. Fundador de la Universidad de Chile Este proceso se caracterizó por la creación de una serie de instituciones públicas y privadas, que se dedicaron al cultivo de la enseñanza y la educación. 12
  • 13. En esta historia participan liberales y conservadores, unidos por el espíritu romántico que dominaba a los intelectuales de la época. Estos hombres exaltaron al ser humano, la naturaleza y la belleza. Fueron rebeldes que buscaban la libertad y la independencia de pensamiento, frente a las influencias de la Ilustración. La educación Una de las primeras tareas que se dieron los gobiernos del Chile independiente fue la de dar educación a sus habitantes. Existía un cierto consenso entre liberales y conservadores respecto de la importancia que tenía la educación en el desarrollo del país. El 10 de agosto de 1813 se había dado el primer gran paso para el desarrollo educacional chileno, al fundar el Instituto Nacional bajo el gobierno de Carrera. José Victorino Lastarria (1817 - 1888) Promover el mejoramiento educacional no era tarea fácil en aquellos momentos, pues la falta de recursos luego de la independencia era un obstáculo difícil de superar; no obstante, se fundaron algunos espacios culturales y educativos. En la década de 1820, el liberal José Joaquín de Mora abrió el Liceo de Chile, al tiempo que otro francés, Pedro Chapuís, inauguraba el Liceo de Santiago. Ya a fines de 1830 había en Santiago cerca de 10 colegios privados. No solamente en la capital se creaban nuevos espacios educativos. En La Serena se abrían el Instituto San Bartolomé (1821), el Instituto Literario de Concepción (1827) y en Talca el Instituto Literario (1831) en dichas ciudades. Este desarrollo educacional se vio enriquecido con la llegada de los primeros inmigrantes, quienes abrieron colegios intentando mantener sus orígenes culturales. El colegio Mackay recibió en 1857 a los hijos de inmigrantes ingleses en Valparaíso, mientras el Colegio Alemán de Valdivia recibía en 1858 a los alemanes que habían llegado a partir de 1850. También las órdenes religiosas hicieron lo suyo; los Jesuitas que regresaron a Chile en 1843 fundaban el colegio San Ignacio en 1856. Otro factor que ayudó al desarrollo intelectual en Chile fue la llegada de notables intelectuales extranjeros, tanto europeos que huían de los movimientos revolucionarios, como americanos, que lo hacían de las dictaduras de sus respectivos países. Durante el gobierno de Prieto se fundaron: la escuela de Medicina y Farmacia en 1833 y la escuela de Obstetricia en 1834. Don Manuel Bulnes y su ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt, fundaron en 1842 la Universidad de Chile. Casi un año después, el 18 de septiembre de 1843, en solemne ceremonia fue inaugurada oficialmente. Su primer rector fue Andrés Bello. La Escuela Nacional de Preceptores (profesores primarios) aparece en 1842, con Domingo Faustino Sarmiento como director. 13
  • 14. La Escuela de Bellas Artes se crea en 1849, dirigida por el pintor italiano Alejandro Cicarelli y la Escuela de Arquitectura se funda en 1849. La Escuela de Artes y Oficios en 1849. El Conservatorio Nacional de Música en 1851. Además, se inició la construcción de un edificio para el Instituto Nacional. Durante el gobierno de Manuel Montt se fundaron más de 500 escuelas básicas. Se fundó el Observatorio Astronómico en 1852. En 1854 se fundó la Escuela Normal de Preceptoras y el Museo Nacional de Bellas artes. En 1855 es promulgado el Código Civil chileno, obra de Andrés Bello. Nace la Sociedad de Instrucción Primaria en 1856. Se dictó la ley de Instrucción Primaria en 1860. Aumentó la fundación de liceos en provincias y se crearon los primeros colegios particulares. Los particulares también abrían escuelas: la Sociedad de Instrucción Primaria en 1856 contó con el apoyo de las familias más pudientes, que prestaban recursos para la educación privada y para la construcción de las llamadas “bibliotecas populares”, que atendieron las necesidades ascendentes de educación y lectura de los ciudadanos de las clases populares. Al alero de estas escuelas, liceos y bibliotecas fueron surgiendo una serie de instituciones que, poco a poco, moldearon nuestra identidad cultural. Si bien el acceso a la educación no era total, se fue formando una conciencia de la necesidad de ampliar las herramientas culturales. Se contrataron los servicios de los profesores extranjeros Ignacio Domeyko, mineralogista polaco, y Gustavo Courcelle Seneuil, sindicado como el difusor del pensamiento librecambista en Chile. La historiografía alcanzó un gran desarrollo con los trabajos de notables historiadores como: Diego Barros Arana, Miguel Luis Amunátegui y Benjamín Vicuña Mackenna. La generación literaria de 1842 La generación literaria de 1842 representa el primer movimiento intelectual de inspiración nacional. Los estudiantes de los cursos superiores del Instituto Nacional formaron una “Sociedad Literaria”, dirigida por el profesor José Victorino Lastarria. A ella pertenecieron: Salvador Sanfuentes, Antonio Varas, José Joaquín Vallejo (Jotabeche), Eusebio Lillo, Aníbal Pinto, Antonio García Reyes, Francisco Bello y muchos más. Se acordó editar un periódico que se llamó “El Semanario”, cuyo primer número apareció el 14 de julio de 1842; fue dirigido por Antonio García Reyes. Esta generación realizó un gran avance en materia literaria. Con este grupo surgieron muchos libros, revistas y diarios nuevos, que hicieron de Chile un país con cierta madurez intelectual. Sus principales representantes fueron: José Victorino Lastarria, José Joaquín Vallejo (Jotabeche), Salvador Sanfuentes y Eusebio Lillo. Este primer grupo de creadores e intelectuales chilenos, surgidos al alero de la Universidad de Chile, dio los primeros pasos en la conformación de una identidad cultural local. Muchos de ellos, por primera vez, reflexionaban acerca de los elementos que nos comenzaban a instituir como nación. En sus escritos reivindican el rol del pasado indígena, en contraposición a lo que ellos consideraban la “larga noche” de la colonia; y es que, animados por su liberalismo y su ilustración, observaron en el pasado español el origen de casi todos los males de la realidad que les tocó vivir. La apertura de Chile al extranjero implicó también la llegada de numerosos artistas y científicos que apoyaron la creación de esta primera red de pensadores locales. Las mujeres y la educación La mayoría de los alumnos eran de sexo masculino, pues las mujeres aún no se integraban al sistema educativo secundario. Solo a partir de 1870, las mujeres pudieron integrarse a los estudios universitarios; antes de esta fecha, quedaban relegadas al ámbito de lo privado, ejerciendo labores domésticas. En el ámbito de la integración de las mujeres a la educación, se destaca la llamada “Ley Amunátegui”, del 6 de noviembre de 1877, que permitió a las mujeres acceder a la educación universitaria. Sin duda, este decreto, firmado por el ministro Miguel Luis Amunátegui (prestigioso intelectual chileno vinculado 14
  • 15. a la generación del 42), abrió un nuevo tiempo para la mujer del siglo XIX, pues integró al campo del saber a un sector importante de la población. Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) Los espacios públicos y de sociabilidad en las ciudades chilenas del siglo XIX En el período anterior a la Independencia, los espacios públicos estaban dedicados especialmente a las ceremonias religiosas y a eventos centrados en las autoridades españolas. Con la llegada de la autonomía política y económica las cosas cambiaron, pues poco a poco las calles y las plazas comenzaron a recibir nuevos visitantes de distintos países, en busca de esparcimiento en locales o fiestas públicas. Las celebraciones de la Independencia, cada septiembre, se realizaban en los sectores aledaños a las ciudades, donde las capas populares organizaban las primeras ramadas. En estas celebraciones se bailaba y se bebía y comían los tradicionales platos preparados por las mujeres del pueblo. En el caso de Santiago, estas fiestas se celebraban en el barrio de la Chimba, al norte de la ciudad. La expansión económica y del territorio durante el siglo XIX Dentro de las tareas de los nuevos gobiernos una vez lograda la independencia, estuvo la de organizar la llamada hacienda pública. Los escollos abundaban: pobreza en los campos, desorganización gubernamental, etc. En este contexto resultan de vital importancia las acciones del ministro Manuel Rengifo, verdadero organizador del tema a nivel nacional. Las nuevas relaciones económicas con los países europeos y americanos diversificaron las posibilidades de nuestro país de establecer nuevos negocios. Así, Chile comenzó a importar y exportar productos que recorrieron grandes distancias, dando a conocer nuestras riquezas naturales. Minerales y productos agrícolas comenzaron a venderse al exterior, lo que llevó a Chile a convertirse en exportador de bienes de consumo de actividades extractivas, con una importante presencia en los mercados que se creaban al alero del capitalismo europeo, sistema que requería de materias primas para poder mantener los niveles de consumo de sus industrias. 15
  • 16. El ámbito de la minería Gran parte de la prosperidad económica de la época se debe a la capitalización y la formación de riquezas privadas en base a la minería de la plata, el cobre y el carbón piedra. La actividad minera en Chile se caracterizó por una evolución constante a lo largo de todo el siglo. En ese aspecto, el Estado se limitó, en general, a legislar sobre la fiscalización de la minería. De este modo, el auge y progreso de dicho sector se debió principalmente a la iniciativa privada. En torno a zonas como La Serena, Ovalle, Lota, Andacollo, Coronel y otras, se crearon importantes centros de desarrollo minero, gracias a los yacimientos que permitieron el surgimiento de lo que se ha llamado la burguesía nacional: familias no aristocráticas que construyeron sus riquezas en función de la explotación de dichos centros mineros. Los nuevos mercados de Australia y California Una parte considerable del desarrollo económico del período se debió al buen precio que alcanzaron el trigo y la harina chilenos en los mercados de California y Australia. El descubrimiento de oro en California, en el Oeste de los Estados Unidos, creó un importante polo de desarrollo demográfico: la famosa exploración y conquista del Oeste. Los cientos de miles de buscadores de oro necesitaban alimentos y no tenían una infraestructura agrícola que los abasteciera adecuadamente, por lo que se vieron en la obligación de hacer grandes importaciones de bienes alimenticios. El único país triguero de cierta importancia en la costa occidental del continente americano era Chile. Este nuevo mercado permitió a Chile dominar casi la totalidad del negocio triguero durante los últimos años de la década de 1840 y los primeros de 1850. Por la falta de competidores, el negocio fue muy bueno, llegando a convertirse en uno de los primeros países exportadores de trigo. Esta demanda fue satisfecha por cientos de agricultores de la zona central de Chile, quienes vieron desarrolladas sus actividades trigueras, especialmente en la Cordillera de la Costa entre Santiago y Concepción. Lamentablemente, la fiebre de oro tuvo su declinación a partir de 1853, con lo que el trigo chileno cambió de comprador y se trasladó a un nuevo frente. El descubrimiento de oro en Victoria y Nueva Gales del Sur, en 1851, provocó un desplazamiento de la mano de obra agrícola y una consiguiente disminución de la superficie cultivada en Australia, lo que obligó a la entonces colonia a recurrir a las importaciones. Esto permitió a Chile continuar por pocos años más exportando trigo a los mercados del Pacífico. La agricultura se desarrolla En 1838 se fundó la Sociedad Chilena de Agricultura, agrupación de dueños de campos a lo largo de toda la zona central de nuestro país. A esta agrupación se deben dos obras de importancia para el estudio científico de las labores del agro. La primera fue el boletín bimensual “El Agricultor”, que se publicó entre 1838 y 1849, con el propósito de divulgar técnicas agrarias y nuevos cultivos. La segunda fue la disposición de crear en 1839 un centro de experimentación agrícola, “La Quinta Normal”, cuna de la enseñanza de la agricultura en Chile, que mejoró las técnicas de agricultura al promover la renovación de técnicas coloniales obsoletas. Sin embargo, esta renovación no terminó con los agudos problemas de los campesinos, quienes siguieron en un viejo sistema de relaciones sociales y económicas hasta bien entrado el siglo XX. La iniciativa privada permitió también la construcción de embalses y canales de regadío en predios que se extendían entre La Serena y Chillán, regiones donde las lluvias suelen ser irregulares, estando expuestas a sequías. Se terminó la canalización del río Maipo y se inició la construcción del canal en el río Aconcagua. En el río Maipo se construyeron los canales de Pirque, Puangue y de Las Mercedes. Otra serie de obras de regadío fueron construidas en el río Cachapoal, en Maule, Talca y Linares. 16
  • 17. La exploración del territorio de Chile durante el siglo XIX Desde los primeros años de vida independiente, los distintos gobiernos se esforzaron por reconocer y explorar las diferentes zonas geográficas.. El país era un conjunto de áreas que estaban sin la fiscalización necesaria. A ello hay que agregar la intención de ampliar las fronteras de la economía, creando nuevos focos productivos a lo largo de Chile. Desde la década de 1830 se iniciaron lentamente una serie de catastros que buscaban delimitar las nuevas zonas que serían ocupadas por los chilenos y chilenas de la nueva República. Estos catastros sirvieron para organizar una estrategia de ocupación del territorio, aspecto que preocupó a la mayoría de los gobiernos del siglo XIX. El territorio Una de las estrategias que los gobiernos de la República Conservadora (especialmente Bulnes y Montt) planearon para poblar este territorio fue la de ocupar con inmigrantes aquellas zonas de Chile que no estaban efectivamente pobladas por habitantes nacionales. Las razones que argumentaron dichas intenciones se explican a partir de algunas necesidades concretas: la baja densidad de población era un obstáculo para el propósito de ocupación efectiva del territorio nacional, por lo que se intentó explotar esos despoblados rurales trayendo agricultores extranjeros. Por otra parte, los países europeos que estaban en la etapa de expansión imperialista necesitaban nuevos mercados económicos y nuevos centros desde los cuales extraer materias primas; por lo tanto, el control de lugares estratégicos en América del Sur era una idea interesante para el gobierno de Chile, que buscaba establecer buenas relaciones con los países europeos. Otro aspecto interesante era el hecho de considerar a los europeos como agentes de civilización y educación sobre la escasa población local nacional. Estas razones están en el fondo de un proceso de ocupación que no difiere mucho de los que se vivían en otros países de nuestro continente como Argentina, Venezuela y Brasil, entre otros., que llevaban inmigrantes como estrategia de colonización y “civilización”. La ocupación de Magallanes Años atrás, en el extremo sur, se había llevado a cabo la incorporación definitiva del Estrecho de Magallanes a Chile. Desde 1837 se tenía conocimiento de que expediciones francesas e inglesas estaban ocupando los archipiélagos de Oceanía y Las Malvinas. Ante tales amenazas a la soberanía nacional, en mayo de 1843 partió la goleta Ancud al mando del capitán Juan Williams Rebolledo, quien el 21 de septiembre de 1843 tomaba posesión efectiva del Estrecho en nombre del gobierno de Chile. Acto seguido se echaron las bases del primer poblado: el Fuerte Bulnes. El establecimiento de una colonia tropezó con grandes dificultades, debido a la crudeza del clima y a su aislamiento. Ello contribuyó a que, en 1849, se fundara la ciudad de Punta Arenas, en el lugar al que los mapas de navegación ingleses llamaban “Sandy Point” -punta arenosa-. Dicho centro mantuvo por muchos años el carácter de plaza fuerte y luego de colonia penal. Posteriormente, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, comenzaron a llegar inmigrantes yugoeslavos a esa apartada zona. Se dedicarían a la ganadería ovina en un capítulo doloroso de la historia de Chile, debido a que estos inmigrantes practicamente exterminaron a la población originaria de la Tierra del Fuego, los Onas, en cacerías que han sido retratadas en numerosos documentos fotográficos y literarios. La ocupación de la Araucanía La zona habitada por los mapuche desde los tiempos de la Colonia, era desde el Biobío hacia el sur. En esta área se desarrolló toda una dinámica que les permitió, no sin problemas, mantener una cierta autonomía cultural y política. Sin embargo, a partir de la década de 1870, los ojos de los distintos gobernantes se dirigieron a esta inmensa zona llena de recursos naturales y de abundante mano de obra que se podía integrar al territorio nacional. En ese contexto, en 1861, el gobierno dio su aprobación al plan de Cornelio 17
  • 18. Saavedra, confiriéndole amplios poderes al designarlo Comandante en Jefe del Ejército del territorio araucano e Intendente y Comandante General de Armas de la provincia de Arauco. La estrategia del comandante Saavedra consistía en la aplicación de un plan similar al del español Alonso de Rivera, quien a comienzos del siglo XVII organizó el primer ejército profesional de Chile. La idea era avanzar sobre el territorio mapuche desplazando la línea de fuertes que, en sentido transversal, protegería las tierras incorporadas. Detrás del ejército vendrían los agricultores nacionales y extranjeros, comerciantes y funcionarios estatales. Una vez alcanzada esta meta, se haría un nuevo avance, que tendría las mismas características del anterior. El plan consistía en ocupar las tierras desplazando a los indígenas a las llamadas “reducciones” que, como su nombre lo indica, eran reducidas áreas donde los mapuche, acostumbrados a un tipo de agricultura extensiva, comenzaron a vivir lo que para ellos significó el comienzo de una triste historia de expropiaciones de sus tierras ancestrales. De esta manera, Chile fue construyendo su espacio interior, configurando lentamente un país que en realidad era un conjunto de zonas culturalmente distintas. Los conflictos externos de Chile En el proceso de expansión nacional, las intenciones de los nuevos gobiernos chocaron con los intereses de los otros países de la región, vecinos de Chile. Perú, Bolivia y Argentina entraron en conflictos por el control de distintas zonas geográficas, puesto que también expandían sus territorios en busca de nuevos espacios que poblar, donde pudieran fructificar nuevas actividades económicas. La historia de nuestras relaciones internacionales está plagada de conflictos bélicos que hicieron de ellas un difícil camino a recorrer. Con la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana durante el gobierno de José Joaquín Prieto, nuestro país sufrió su primer conflicto internacional. En 1835 el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, inspirado en el ideal bolivariano de unidad continental, había logrado ser reconocido como “protector” del Perú. Unió así el núcleo fundamental del antiguo imperio Inca, con el nombre de Confederación Perú-Boliviana. Portales, que pensaba que Chile debía realizar su desarrollo histórico como unidad distinta y separada del resto, vio en la Confederación una amenaza para nuestro país y, por lo tanto, hizo lo posible para terminar con ella. El desarrollo del conflicto Portales envió una expedición naval a cargo de Victorino Garrido, marino español al servicio de Chile, quien se apoderó de los barcos de la Confederación: “Santa Cruz”, “Arequipeño” y “Peruviana”. Una vez en manos de los chilenos, los barcos fueron utilizados como garantía del préstamo impago. El mariscal Santa Cruz accedió a dejarlos en poder de Chile hasta que se firmara un tratado definitivo, pero Portales no aceptó este acuerdo y envió una misión diplomática a cargo de don Mariano Egaña, quien exigió la disolución inmediata de la Confederación. Perú debía reconocer y comprometerse a pagar la deuda con Chile por el préstamo posterior a su liberación. Además, debía financiar los gastos de la expedición libertadora, y peruanos y bolivianos debían limitar para siempre sus fuerzas navales. Ante la negativa de Santa Cruz, Chile declara la guerra inmediatamente. La gravedad de la situación llevó al Congreso Nacional chileno a otorgar facultades extraordinarias al Presidente, quien declaró estado de sitio en todo el territorio nacional, organizando tribunales de guerra permanentes. Esta situación llevó a muchos opositores a pensar que la situación de guerra estaba siendo utilizada por los gobernantes de nuestro país para crear una verdadera dictadura militar, cuestión que puede explicar, de una u otra forma, el asesinato de Portales. 18
  • 19. En efecto, a comienzos de junio de 1837, el ministro se dirigió a Quillota para revisar las tropas que se hallaban acantonadas allí. Repentinamente, fue rodeado y aprehendido por oficiales amotinados, dirigidos por el coronel José Antonio Vidaurre, jefe del Estado Mayor del ejército expedicionario. Los insurrectos llevaron a Portales a Valparaíso, donde fueron repelidos por la guarnición del puerto acantonada en el cerro Barón. En la madrugada del día 6 de junio de 1837, cuando comenzaban los enfrentamientos entre ambos bandos -insurrectos y oficialistas-, Portales fue asesinado por sus captores. La guerra contra la Confederación, que hasta el momento era impopular para grandes sectores, se transformó en cuestión de preocupación pública para un gran número de los chilenos y chilenas. Además, muchos comprendieron que efectivamente los Consejos de Guerra permanentes tenían una razón certera de ser, pues había infiltración en el país de aliados de la Confederación. De hecho, otra de las interpretaciones que existen acerca de la muerte de Portales es que habría sido asesinado por infiltrados de Santa Cruz en Chile. Ante estos hechos, se organizó una expedición al mando de Manuel Blanco Encalada que contaba con muy pocos hombres (cerca de 2.800), puesto que los informes de inteligencia recogidos por los chilenos en Perú indicaban que una gran parte del ejército peruano se plegaría al chileno, aburridos de la dominación del boliviano Santa Cruz. En realidad, este era un pésimo informe y produjo que Blanco se viera en una gran inferioridad de fuerzas y completamente aislado en el Perú por las tropas de la Confederación. Ante esta situación, Blanco Encalada propone a Santa Cruz hacer un combate de fuerzas escogidas de los dos ejércitos, con jueces internacionales que observen la lucha y elijan un ganador. Obviamente, la respuesta de Santa Cruz fue negativa, lo que obliga a Blanco a firmar el Tratado de Paucarpata. Este tratado establece que Chile firma incondicionalmente la paz, reconoce y acepta la existencia de la Confederación, devuelve los barcos peruanos capturados en el Callao y sacaría a sus ejércitos inmediatamente del territorio de la Confederación, otorgando además ventajas comerciales en el Pacífico a Perú y Bolivia. Cuando Blanco Encalada llegó a Chile con el tratado, el Presidente lo relevó de su cargo, poniéndolo a disposición de un Consejo de Guerra, con la acusación de haber avalado las peticiones de la Confederación y no haberla enfrentado. El negociador diplomático que acompañaba a Blanco Encalada, Antonio José Irisarri, nunca más pudo pisar territorio chileno. El término de la guerra El general Manuel Bulnes zarpó de puerto chileno recién el 6 de julio de 1838 con 5.400 hombres, 6 buques de guerra y 27 transportes. Desembarcó en Ancón y ocupó Lima sin resistencia. Luego, derrotó a los confederados en las batallas de Matucana y Buin, mientras el almirante Simpson derrotaba a la flota peruana de corsarios mercenarios en el combate naval de Casma. Siguieron las batallas de Portada de Guías, Puente Ancash y el 20 de enero de 1839 tuvo lugar la batalla de Yungay, en la cual se derrotó definitivamente a Santa Cruz, poniendo término a la Confederación. El presidente Prieto, inmediatamente terminada la guerra, promovió un ambiente de progresivo retorno a la tranquilidad sobre la base de una política de distensión y de participación restringida, rehabilitando a un grupo importante de pipiolos que hasta entonces estaban marginados de las esferas de gobierno, a quienes destacó por su lealtad durante la Guerra. En 1841 el vencedor de Yungay era elegido Presidente de la República con una amplia mayoría de electores. Algunos historiadores afirman que los soldados que partieron a la Guerra, en su mayoría, fueron obligados a enrolarse en el ejército, lo que evidenciaría que en Chile aún no existía un sentimiento patriótico tan poderoso como para llevar a muchos a perder la vida por la patria. Esta situación cambió en el conflicto de la Guerra del Pacífico, que sí contó con el apoyo de muchos hombres del bajo pueblo que se enrolaron para ir al combate. 19
  • 20. La guerra contra España En la década de 1860, España realizó algunas acciones con el fin de recuperar las áreas de acción que había perdido durante las guerras de la Independencia. En ese contexto, los hispanos invadieron Santo Domingo y México. Estas invasiones hicieron que se desarrollara un particular sentimiento americanista, que se expresó en la alianza de distintos países de nuestro continente. Las naves españolas se apoderaron de las islas Chinchas en el Perú, ante lo cual Chile solidarizó con el país vecino, ya que si los hispanos dominaban el Perú, el próximo objetivo seguramente sería nuestro país. En marzo de 1866, naves españolas bombardearon Valparaíso causando enormes pérdidas en el plan del puerto. Estos sucesos fueron recordados durante años por los porteños, ya que la situación fue desastrosa para esta ciudad. Los conflictos limítrofes con Bolivia Los conflictos limítrofes entre ambos países comenzaron solo cuando se descubrió el valor económico del desierto de Atacama. A fines de la década de 1830 se descubrió guano en la costa, un rico fertilizante requerido por Perú como abono para su agricultura y además demandado por los países europeos. El gobierno chileno decidió enviar una comisión exploradora a reconocer las potencialidades de los depósitos de la zona. Las conclusiones terminaron con una ley, el año 1842, que declaraba de propiedad nacional a las guaneras al sur de la bahía de Mejillones (23º de latitud sur), por lo que importaba fijar en esa línea el límite norte del país. El gobierno, asimismo, comenzó a otorgar permisos a empresarios particulares para cargar guano en las proximidades de Mejillones, es decir, más al norte de la frontera definida, lo que sugería que las pretensiones chilenas no se hallaban totalmente satisfechas. En 1847, las autoridades bolivianas resolvieron interrumpir las faenas realizadas en la zona de Mejillones por empresarios chilenos. El gobierno de Chile respondió enviando tropas a ocupar dicho territorio. En 1866, los gobiernos de Pérez (Chile) y Melgarejo (Bolivia) suscriben un tratado de límites en el que se acoge una fórmula de consenso. Se fijaba como frontera entre ambos países el paralelo 24º -no el 23º que quería Chile ni el 25º que postulaba Bolivia-. Además, se establecía la creación de una zona económica compartida, entre los paralelos 23º y 25º. Los impuestos provenientes de la explotación del guano y minerales se repartirían por partes iguales entre ambos países. Imagen de la Plaza de Armas de Santiago a fines del siglo XIX. 20
  • 21. Sin embargo, el mismo año en que se firmó el tratado surgieron nuevas circunstancias que alteraron el panorama. Los mineros chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma obtuvieron una concesión del gobierno boliviano y dieron inicio a la explotación del salitre en el Salar del Carmen. Formaron la Sociedad Explotadora del Desierto de Atacama, antecesora directa de la Cía. de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. Estos dos nuevos factores de riqueza -salitre y plata- dieron impulso a un proceso masivo de establecimiento de empresas chilenas en territorio boliviano. El desierto se convirtió en un área que despertó los intereses particulares de empresarios chilenos. Esta situación hizo preocuparse a las autoridades bolivianas, especialmente al gobierno de Hilarión Daza, conocido por su nacionalismo. Poco a poco se llegaba a una situación tensa en extremo. Mientras tanto, Bolivia y Perú concretaban un tratado secreto el 6 de febrero de 1873. Argentina fue llamada, pero finalmente no lo suscribió. Al mismo tiempo comenzaba a desarrollarse un mayor interés por parte de las autoridades peruanas en las acciones económicas que poseían en el desierto. A comienzos de 1873 el presidente Pardo del Perú decretó el estanco (estatización) del salitre en Tarapacá. Complementó esta medida con un decreto en el que ordenaba la expropiación de las salitreras, que eran en su mayor parte propiedad de capitalistas chilenos. En 1874 Chile y Bolivia firman un nuevo tratado de límites, en el que Chile mantuvo el límite en el paralelo 24º, pero renunció a sus derechos a las tierras localizadas al norte de esta línea. Se estableció como condición complementaria que el gobierno boliviano desistiera de gravar con nuevos impuestos a las empresas chilenas localizadas entre los paralelos 23º y 25º durante un período de diez años. Sin embargo, los problemas continuaron, y en 1878 el presidente Daza estableció un nuevo impuesto a la exportación del Salitre, violando lo acordado con el gobierno chileno. Luego decidió apoderarse de las salitreras chilenas, mientras el gobierno peruano hacía lo mismo en Tarapacá. Estas disputas terminarían provocando la Guerra del Pacífico. La Guerra del Pacífico (1879-1883) En síntesis, las causas de la guerra se pueden agrupar del siguiente modo: 1º La cuestión de límites con Bolivia. 2º El advenimiento de Hilarión Daza a la presidencia de Bolivia, quien hizo aprobar un impuesto de 10 centavos de oro por quintal métrico de salitre exportado por parte de los empresarios chilenos. 3º La amenaza del gobierno boliviano de rematar las salitreras. 4º La ocupación militar de Antofagasta que llevó a cabo el coronel Emilio Sotomayor con el propósito de reivindicar el litoral y evitar el remate de las salitreras. 5º La existencia de un pacto secreto de alianza defensiva entre Perú y Bolivia desde 1873. La ocupación de Antofagasta se materializó el 14 de febrero de 1879 bajo las órdenes del coronel chileno Emilio Sotomayor, quien al mando de dos compañías buscaría evitar el remate de las salitreras chilenas. El 1º de marzo Bolivia declaraba la guerra a Chile. Los bolivianos resistieron en el interior hasta fines de marzo, momento en que las tropas chilenas tomaron Calama. Solo a fines de marzo la opinión pública chilena tuvo conocimiento de la alianza secreta entre Bolivia y Perú, lo que llevó a declarar la guerra a ambos países el 5 de abril de 1879. Los resultados de la guerra provocaron un verdadero sismo político en los países aliados. En Perú fue depuesto el presidente Mariano Ignacio Prado y asumió Nicolás Piérola; en Bolivia, Narciso Campero derrocó a Hilarión Daza. 21
  • 22. Chile, entre tanto, decidió ocupar las provincias de Arica y Tacna. Dicha campaña se extendió de enero a junio de 1880 y fue organizada por el ministro de guerra José Francisco Vergara y el general Manuel Baquedano. El ejército chileno, en esta “Segunda Campaña Terrestre”, derrotó en Tacna (26 de marzo) y en Arica (7 de junio) a las tropas aliadas. Después de la batalla de Tacna, Bolivia no prosiguió la guerra, y los restos de su ejército volvieron al altiplano, dejando solo a Perú y rompiendo de hecho el pacto de asistencia recíproca que los unía. Cesaba de esta manera la participación boliviana en la Guerra. Con posterioridad a la segunda campaña terrestre, se realizó la “Conferencia de Arica” en octubre de 1880, con la mediación de los Estados Unidos. Los representantes de los países beligerantes se reunieron en Arica a bordo de la fragata norteamericana “Lackawanna”. El representante chileno, don Eulogio Altamirano, exigió la cesión definitiva de los territorios situados al sur de la quebrada de Camarones, lo que fue rechazado por los delegados de Perú y Bolivia, con lo cual se puso término a la conferencia y la guerra continuó. Posteriormente el ejército chileno se dirigió a Lima, ocupando dicha ciudad y algunos focos de resistencia peruana se dieron en la Sierra, lo que correspondería a la última campaña de la guerra. El gobierno peruano se rindió, firmándose el Tratado de Ancón, el cual determinó que la zona de Tarapacá quedaba en territorio chileno. En cuanto a Bolivia, diversas negociaciones condujeron a la firma de un pacto de tregua en Valparaíso, tratado que establecía fundamentalmente lo siguiente: 1. La tregua de Chile y Bolivia sería indefinida. 2. El territorio comprendido entre el río Loa y el paralelo 23º continuaría sometido a las leyes chilenas. 3. Se restablecían las relaciones comerciales entre Chile y Bolivia y se otorgaban a esta última franquicias especiales para su comercio por Arica y Antofagasta. 4. Bolivia devolvería las propiedades confiscadas a chilenos y los productos percibidos por el secuestro. 5. Continuarían las gestiones y diligencias para obtener una paz justa y definitiva. Laboriosas gestiones postergaron hasta 1904 la concertación de un tratado de paz definitivo entre Bolivia y Chile. Consecuencias de la guerra 1. Chile amplió su territorio con la anexión de las actuales regiones de Arica- Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. 2. El país quedó convertido en una potencia militar de primer orden dentro de la América del Sur. 3. La posesión del salitre significó disponer de una riqueza extraordinaria para el Estado chileno, que comenzó a cobrar impuestos a la exportación del nitrato. 4. El fisco aumentó considerablemente sus entradas y creció la fortuna de los círculos mineros, comerciales y bancarios. 5. Se produjo un aumento del proletariado minero, puesto que mucha mano de obra (particularmente mineros desocupados del Norte Chico) se dirigió a la extracción del salitre en los distritos del Norte Grande, adquiriendo protagonismo social. 6. Se acentuó la importancia del capital inglés como propietario del salitre (especialmente con JohnTomas North, conocido como el “rey del salitre”). Después de la Guerra del Pacífico, a mediados de la década de 1880, las fronteras chilenas quedaron sometidas a acuerdos políticos con las naciones vecinas. En estas negociaciones se delineó el territorio definitivo de nuestro país. La historia de estas negociaciones terminaría en la década de 1930 con el pacto firmado entre Chile y Perú. 22
  • 23. Bibliografía Si deseas profundizar en alguno de estos temas, te sugerimos revisar los siguientes textos: Aylwin, Mariana y otros (s/f ). Chile en el siglo XX. Emisión, Santiago. Barros Arana, Diego (1884). Historia general de Chile. Bengoa, José (1985). Historia del Pueblo Mapuche. Ediciones Sur, Santiago. Collier, Simon (1977). Ideas y política en la Independencia chile - 1833. Editorial Andrés Bello, Santiago. Edwards, Alberto (1987). La fronda aristocrática. Editorial Universitaria, 10ªedición, Santiago. Eyzaguirre, Jaime (1957). Ideario y ruta de la emancipación chilena. Editorial Universitaria, Santiago. Heise, Julio (1978). Años de formación y aprendizaje político 1810- 1833. Ed. Andrés Bello, Santiago. Izquierdo, Gonzalo (1990). Historia de Chile. Editorial Andrés Bello, 3 tomos, Santiago. Jocelyn-Holt, Alfredo (1997). El peso de la noche. Ariel-Planeta, Santiago. Lynch, John (1976). Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826. Ariel, Barcelona. Villalobos, Sergio y otros (1974). Historia de Chile. Editorial Universitaria, Santiago. Villalobos, Sergio (1989). Portales, una falsificación histórica. Editorial Universitaria, Santiago. Sitios sugeridos Además puedes visitar los siguientes sitios en Internet: www.abretumundo.cl. Sitio que se conecta con la red de bibliotecas de Chile. Interesante fuente de información y de conexiones regionales y nacionales que puedes usar en tus trabajos de investigación. www.nuestro.cl/. Interesante sitio donde puedes acceder a información acerca de nuestro patrimonio histórico nacional y regional. www.chilebicentenario.cl. Sitio en que puedes informarte acerca de todas las actividades y obras que se están llevando a cabo a propósito del bicentenario de la independencia. www.obrasbicentenario.cl/. Sitio que te informa acerca de las actividades u obras concretas que se llevan a cabo a propósito del Bicentenario. www.mnba.cl. Sitio perteneciente al museo Nacional de Bellas Artes, para información de colecciones y exposiciones regionales y locales. 23