1. CARLOS I: POLÍTICA INTERIOR Y EXTERIOR
Con la llegada al trono de Carlos I, hijo de Felipe de Borgoña y de Juana de Castilla, la
corona de los reinos hispanos pasaba a manos de la casa de Austria o Habsburgo, que reinará
en ellos durante dos siglos. Carlos I recibió una herencia inmensa por parte de sus abuelos y
dedicará todo su esfuerzo a conservarla. De su abuela materna, María de Borgoña, heredó los
Países Bajos, Borgoña y el Franco Condado. De su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, los
territorios patrimoniales de la casa de Austria y la posibilidad de optar al título de Emperador
Alemán. De sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, heredó Castilla y Aragón y las
posesiones de éstos en América, Norte de África e Italia. Durante todo su reinado la política
desarrollada por Carlos I se centrará en la conservación y ampliación de la herencia recibida,
así como en la defensa del catolicismo frente a sus enemigos: turcos y protestantes.
1. POLÍTICA INTERIOR
1.1.La llegada a la Península
Al morir su abuelo, Fernando el Católico, en 1516, Carlos se hizo coronar rey de Castilla
y Aragón, a pesar de que su madre Juana la Loca seguía viva, recluida en Tordesillas, y a ella le
correspondía heredar ambas coronas. El nuevo rey había nacido en Gante y no conocía el
castellano. Llegó rodeado de consejeros flamencos, entre los que destacaba el cardenal
Adriano de Utrecht, que ocuparon los cargos más importantes de la corte. El Cardenal
Cisneros, que actuaba como regente en Castilla y que podría haber ayudado al nuevo rey en su
tarea, murió cuando se dirigía a recibirle. Se celebraron Cortes en Castilla y Aragón, para
ratificar al nuevo rey y ya empezaron a sentirse los primeros signos de tensión al recordarle al
rey su obligación de respetar las leyes de cada una de las coronas.
A comienzos de 1519, tras la muerte de Maximiliano de Austria, Carlos logró el título
de emperador como Carlos V. Para obtener recursos para el viaje a Aquisgrán a su
coronación pidió dinero a las ciudades castellanas en las Cortes de Santiago, lo que desató de
nuevo las protestas. Conseguido su objetivo en mayo de 1520 abandonó Castilla. Al marcharse
dejó como gobernador de Castilla a Adriano de Utrecht.
1.2 La revuelta de las Comunidades
El descontento creciente devino en la sublevación de las Comunidades de Castilla, o
de los Comuneros. La mayor parte de las ciudades de la zona central del reino (Segovia,
Toledo, Ávila, Salamanca…) se rebelaron contra la autoridad del monarca. Este movimiento
cuyos principales líderes eran Padilla, Bravo y Maldonado, agrupaba a un sector de los
hidalgos (baja nobleza) y las clases medias urbanas (artesanos, mercaderes)
Las causas de la rebelión son complejas:
La aristocracia castellana veía como una humillación que el rey hubiera entregado la
administración del reino a consejeros flamencos y hubiera dejado a Adriano de Utrecht
como gobernador del reino en su ausencia.
Carlos había empleado el dinero de los nuevos impuestos en conseguir la elección
como Emperador alemán.
Carlos había desdeñado el requerimiento de que aprendiera castellano y respetara las
leyes del reino.
La burguesía urbana temía que se volviera a la tradicional política de exportar la lana
en bruto a Flandes lo que iría en detrimento de la artesanía textil castellana.
2. Al salir Carlos de Castilla, la revuelta estalló en Toledo y pronto se extendió a otras
ciudades. Las autoridades reales fueron depuestas y sustituidas por nuevos regidores
comuneros. Tras el incendio de Medina del Campo por las tropas del rey, la insurrección se
generalizó
Los Comuneros crearon en Tordesillas la Santa Junta , gobierno rebelde, que exigió la
retirada de los impuestos aprobados en Cortes, el respeto a las leyes del reino y la marcha de
los consejeros flamencos. Los Comuneros intentaron sin éxito convencer a doña Juana,
recluida en un castillo de Tordesillas, a que se pusiera al frente de la rebelión y apoyara a las
Comunidades.
La rebelión propició el desorden social y fue adquiriendo un carácter antiseñorial en
algunas zonas. Esta radicalización del proceso hizo que la nobleza empezara a alejarse del
movimiento comunero, en el que un principio habían participado en un intento de recuperar el
poder que habían perdido en el reinado anterior.
Las disensiones internas y la radicalización del movimiento debilitaron a los
Comunidades. Tras la derrota de las tropas comuneras en Villalar, en 1521, por el ejército real
y de la nobleza, todas las ciudades abandonaron el movimiento, excepto Toledo que fue
finalmente dominada en 1522. Los dirigentes comuneros Padilla, Bravo y Maldonado fueron
ejecutados.
1.3 Las Germanías
La rebelión comunera no fue la única que se produjo en los reinos hispanos. En
Valencia, el hambre y las epidemias contribuyeron a agravar la situación creada por el
enfrentamiento entre artesanos y pequeños comerciantes con la oligarquía urbana (grandes
comerciantes) y la nobleza. La rebelión de la Germanía, formada por los trabajadores de la
ciudad, estalló en 1520, aprovechando que la nobleza y las autoridades habían abandonado la
ciudad huyendo de la peste; desde la ciudad el levantamiento se extendió hacia el sur del
reino. Este movimiento tuvo un carácter antiseñorial, que se dirigió también contra los
moriscos, a los que se acusaba de favorecer los intereses de la nobleza.
Aunque Carlos V reaccionó lentamente, Valencia no era tan importante como Castilla
para el poder en sus reinos, finalmente ordenó al Virrey que reprimiera el conflicto que se
había convertido en un enfrentamiento directo entre agermanats y la nobleza valenciana.
Finalmente la rebelión fue reprimida en 1522.
Hubo otra Germanía en Baleares que fue fácilmente sofocada por las tropas reales.
La derrota de estos movimientos supuso el reforzamiento del poder del rey, aunque
este tomó conciencia de la importancia de los territorios hispanos y a partir de ese momento
aprendió castellano, incorporó consejeros nativos, mantuvo una actitud de respeto hacia las
Cortes y prestó mayor atención a los asuntos de estos reinos. Con estas medidas la imagen
del emperador fue mejorando. En 1526 contrajo matrimonio con Isabel de Portugal.
Otra consecuencia fue la alianza entre el rey y la nobleza, ya que la revuelta les hizo
ver que compartían los mismos intereses.
En cuanto a la forma de gobierno se mantuvieron las instituciones y las cortes de cada
reino, pero se fortaleció el poder de la monarquía con la modernización y reorganización de
los Consejos y la creación de la figura del Secretario Real que actuaba como enlace entre el rey
y los Consejos.
2. AMÉRICA
La conquista y colonización de América se desarrolló fundamentalmente durante el
reinado de Carlos I, así como la primera vuelta al mundo protagonizada por Magallanes y Juan
Sebastián Elcano. Los episodios más importantes fueron la conquista del imperio Azteca (que
3. se extendía por México y América Central) por Hernán Cortés y la del Imperio Inca (Perú,
Ecuador y parte de Bolivia) por Francisco Pizarro.
La administración del nuevo territorio siguió el modelo castellano con la fundación de
dos virreinatos: Nueva España y Perú.
La explotación económica se basó en las minas de oro y plata: Potosí, Zacatecas y en
las actividades agrarias. Para realizar estos trabajos se utilizó la mano de obra indígena, que
aunque legalmente no podían considerarse esclavos, en la práctica su situación era similar a la
de estos. La Corona dictó leyes para intentar evitar estos abusos que fueron denunciados por
clérigos como Fray Bartolomé de las Casas.
La población indígena se vio mermada por la dureza de los trabajos a los que les
sometían y por la difusión de enfermedades europeas para las que su organismo no disponía
de ninguna defensa. Para suplir la falta de mano de obra se recurrió a los esclavos procedentes
de África. Se produjo un intenso mestizaje entre indios, blancos y negros.
La influencia cultural también fue muy importante, sobre todo en lo que respecta a la
consolidación del castellano y a la difusión del catolicismo.
3. POLÍTICA EXTERIOR
El enorme conjunto de herencias recibidas hizo que Carlos V diera prioridad a la
política europea, siguiendo dos ideas básicas:
Mantener la unidad de la cristiandad y luchar contra el Islam (turcos) y contra
los protestantes.
Conservar toda la herencia recibida, sin pérdida alguna.
Esto es lo que se denomina la idea imperial o la monarquía cristiana y universal:
convencimiento de que la voluntad de Dios es que él, Carlos V, unifique y defienda la
cristiandad.
Su poder llegó a ser tan inmenso que suscitó temor y enemistades, especialmente de
Francia, los príncipes alemanes e incluso el Papa.
Para desarrollar esta política exterior el mayor esfuerzo recayó en Castilla que además
contaba con el oro y la plata que llegaban de América y que resultaron decisivos para
mantener los ejércitos imperiales. La participación en todos estos conflictos supuso un
enorme desgaste económico por lo que hubo que recurrir a la subida de impuestos y a los
préstamos de banqueros alemanes y genoveses como los Fugger y los Welser. A cambio de
estos préstamos los banqueros obtenían asientos, por los que tenían derecho a cobrar ciertos
impuestos o a la explotación de las minas u otros recursos.
La política exterior de Carlos I tuvo que hacer frente a los siguientes conflictos:
3.1 Enfrentamiento con Francia
De los distintos frentes de lucha, el conflicto con Francia fue el de más larga duración.
Entre las causas destacan las de tipo estratégico: los territorios de Carlos V rodeaban las
fronteras francesas lo que representaba una amenaza para el rey francés, Francisco I, e
impedían su expansión. Como continuación de la política aragonesa, estaban enfrentados por
el control de Italia, fundamentalmente el Milanesado; así como por territorios en Flandes y
Borgoña. Un total de siete guerras enfrentaron a ambos países. En 1525, tras la batalla de
Pavía, Carlos llegó a tener prisionero a Francisco I en Madrid, al que liberó tras la firma de un
tratado, la Paz de Madrid (1526), por la que Francia pierde Milán, pero después el rey francés
no la reconoció y volvió a estallar la guerra. En este nuevo conflicto, el papa Clemente VII se
puso al lado de Francia, ya que recelaba del excesivo poder del emperador, y las tropas
imperiales, por este motivo, atacaron a la ciudad de Roma dando lugar a un lamentable
saqueo de la ciudad haciendo prisionero al propio Papa (sacco de Roma, 1527). Además de
con el Papa, Francisco I no dudó en aliarse con todos los enemigos de Carlos incluso con los
turcos. Al final del reinado se llegó a una situación de equilibrio y el conflicto se resolvió
definitivamente en el reinado de Felipe II.
4. 3.2 La lucha contra los turcos
La lucha contra el Islam era continuación natural del espíritu de cruzada, pero
respondía sobre todo al avance del Imperio Turco, que amenazaba Europa y el Mediterráneo.
El avance turco por el continente llegó hasta Viena, cuna de los Habsburgo, en 1529. La ciudad
fue sitiada durante tres años hasta que finalmente la llegada del ejército imperial permitió
levantar el asedio.
Por lo que se refiere al Mediterráneo, los turcos, con la ayuda de los piratas
berberiscos, habían conquistado Argel y desde allí y desde otras ciudades del norte de África
se dedicaban a atacar los puertos cristianos, especialmente los españoles. En 1535 las tropas
de Carlos V recuperaron Túnez, lo que supuso su mayor victoria frente a los turcos. Pero
fracasó en el intento de tomar Argel, con lo que el problema continuó.
3.3 Política alemana y Reforma protestante
En 1517 Martín Lutero publicó en Worms sus tesis contra la Iglesia de Roma, iniciando
así la Reforma protestante. La nueva doctrina se extendió rápidamente por Alemania donde
muchos príncipes alemanes apoyaron a Lutero porque veían en la Reforma un instrumento
para reafirmar su independencia frente al emperador.
Carlos V, como defensor del catolicismo, quiso combatir el protestantismo. Primero
con una solución negociada, para lo que convocó la Dieta de Worms, reunión de todos los
príncipes alemanes. Pero esto no consiguió frenar la expansión de la nueva doctrina por
Alemania. Por su parte el Papa Paulo III convocó el Concilio de Trento (1545) donde se diseñó
la reacción católica frente al protestantismo, la Contrarreforma.
Al fracasar la vía de la negociación se hizo inevitable el conflicto armado. Los príncipes
protestantes formaron la Liga de Smalkalda que fue derrotada por Carlos en la batalla de
Mühlberg (1547). Pero esto no acabó con el problema. Finalmente se firmaría la Paz de
Augsburgo (1555) en la que Carlos tuvo que aceptar la libertad religiosa de los príncipes
alemanes, para que pudieran elegir la religión de sus Estados.
Decepcionado por este fracaso decidió abdicar en 1556. Dejó todas sus posesiones a su
hijo Felipe II excepto los territorios austriacos y los derechos al título imperial que fueron
cedidos a su hermano Fernando. Hecho esto se retiró al Monasterio de Yuste (Cáceres) donde
murió en 1558.
La llegada de los Austrias a la Monarquía Hispánica supone su consolidación como
potencia europea. La defensa de esta hegemonía y también del catolicismo hicieron que el
Emperador y sus ejércitos participaran en los principales conflictos europeos. Especial
relevancia tiene la lucha contra los protestantes en el territorio alemán a los que finalmente
no pudo frenar. Esta activa política exterior trajo consigo problemas internos, Comunidades y
Germanías y agotó económicamente a Castilla.