1. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)
La revolución de septiembre de 1868, conocida como la “Gloriosa” significó el final de
la monarquía de Isabel II. Se sucedieron seis años de gran inestabilidad en los que hubo varios
regímenes políticos, con un elemento común, la búsqueda de un nuevo orden político y social
en el que tuvo un protagonismo fundamental la pequeña burguesía de las ciudades y el
nacimiento del movimiento obrero. El Sexenio Democrático fue la última etapa de la
revolución liberal en España y representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la
democracia. Pero fueron años de gran inestabilidad política, llena de conflictos de distinta
índole, lo que impidió afianzar las reformas.
1. CAÍDA DE LA MONARQUÍA DE ISABEL II
La caída de la monarquía de Isabel II se debió al progresivo monopolio del poder
político que ejercía el partido moderado, negando la participación política a otros grupos (todo
ello con la complicidad de la propia reina). Finalmente, esos grupos (progresistas y
demócratas) terminaron firmando el pacto de Ostende (1866), al que se une después la Unión
Liberal, por el que se comprometían a movilizarse para derrocar a Isabel II. En Cádiz, en
septiembre de 1868, un grupo de generales, entre ellos Prim y Serrano, a los que se une el
almirante Juan Bautista Topete, se pronunciaba contra el régimen de Isabel II.
Lanzaron al país un manifiesto en el que se pedía a los ciudadanos que acudieran a las
armas para defender la libertad, el orden y la honradez, que concluía con el grito de “¡Viva
España con honra!”. La sublevación se fue extendiendo por el sur de España. Antes de
terminar el mes, el día 28, el general Serrano triunfaba en la batalla de Alcolea (Córdoba)
sobre las fuerzas enviadas por el gobierno. La reina que se encontraba en San Sebastián,
donde veraneaba, abandonaba con su corte el país, el día 30, en dirección a Francia. Al mismo
tiempo que se producía este pronunciamiento militar otra revolución, de signo popular, surgía
paralelamente en multitud de ciudades españolas donde se constituían Juntas
Revolucionarias. En ellas, apoyadas por demócratas y republicanos, se defendían medidas
avanzadas como el sufragio universal, la abolición de los consumos y de las quintas, la
separación de Iglesia y Estado, etc.
2. EL GOBIERNO PROVISIONAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1869
En la revolución participaron los partidos firmantes del pacto de Ostende, pero
alcanzado el poder, surgieron las desavenencias. A comienzos de octubre se formó un
gobierno provisional presidido por el general Serrano, con ministros progresistas y unionistas.
Las primeras medidas del gobierno se encaminaron a la disolución de las Juntas
Revolucionarias (controladas por los demócratas) mientras se hacían llamadas al
“mantenimiento del orden”. Las primeras medidas estaban encaminadas a intentar salir de la
crisis, como una nueva unidad monetaria (la “peseta”) y la supresión de los consumos
introduciendo a cambio un tributo personal, que debía ser proporcional a la renta de cada
contribuyente. En enero de 1869 se celebraron las elecciones a Cortes constituyentes,
aplicándose el sufragio universal para los varones mayores de 25 años.
2.1 La Constitución de 1869.
El principal objetivo de las Cortes fue elaborar una Constitución que trazara las líneas
generales de un nuevo régimen, abriendo un debate sobre la forma de gobierno en España
(monarquía o república) que llenó la campaña electoral. Unionistas y progresistas, que
copaban el gobierno, estaban a favor de la monarquía; los demócratas estaban indecisos y
2. terminaron dividiéndose. Los resultados electorales aseguraban la opción monárquica, dada
la mayoría alcanzada por los progresistas y unionistas, aunque los republicanos obtuvieron una
excelente representación. Carlistas y moderados, por último, contrarios a la revolución,
formaban los grupos minoritarios.
Tras dos meses de debate, se promulgó la Constitución de 1869, la primera democrática de la
historia de España.
- Como forma de Estado se establece la monarquía, que los republicanos combatieron con
ardor en el debate.
- Proclamaba la soberanía nacional, de la que emanan todos los poderes.
- Incorporaba una amplia declaración de derechos y libertades: expresión, reunión, asociación
(estas últimas permitieron el crecimiento de las organizaciones obreras)
- Libertad de cultos, autorizándose “el ejercicio público y privado de cualquier otro culto”,
aunque el Estado, no obstante, se obligaba al mantenimiento del culto y el clero católico.
- Las Cortes eran bicamerales, Congreso y Senado, elegidos ambos por sufragio universal; no
obstante, para entrar en el Senado se requerían ciertas condiciones (40 años y con un cargo
cualificado).
- En cuanto a la división de poderes, la función legislativa correspondía en exclusiva a las
Cortes, mientras al rey solo le correspondía sancionarlas y publicarlas. Se estaba, por tanto,
ante una monarquía democrática, que ejercía el poder ejecutivo. El rey nombra al gobierno
que debe responder ante el legislativo. El poder judicial correspondía a los tribunales y se
establece el juicio con jurado.
2.2 La regencia de Serrano: la inestabilidad política del periodo (junio de 1869–diciembre de
1870).
Aprobada la Constitución, el general Serrano fue elegido regente, mientras Prim
asumía la jefatura del gobierno. El nuevo gobierno se encontraba atenazado, con una
Hacienda llena de deudas y sin recursos, además tuvo que enfrentarse a otros problemas que
complicaron su actuación.
La insurrección de Cuba: En octubre de 1868 había estallado la llamada “Guerra de los
Diez Años” (1868–1878) a favor de la independencia de Cuba (“grito de Yara”, 10 de octubre).
A pesar del carácter democrático de la Constitución, el descontento de los sectores
populares: campesinos, jornaleros, obreros industriales, que no veían mejorar su situación,
provocó una creciente conflictividad social. En esta situación tuvo un papel cada vez más
importante el incipiente movimiento obrero.
La búsqueda de un rey no fue fácil y finalmente el gobierno de Prim se decidió por
Amadeo de Saboya, que defendía una concepción democrática de la monarquía, y tras aceptar
éste la corona española, el nuevo monarca obtuvo el reconocimiento de las Cortes (16 de
noviembre de 1870) por un total de 191 votos a favor, 100 negativos (de ellos, 60 para la
República federal, 27 para el duque de Montpensier…) y 19 abstenciones.
3. EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA (diciembre de 1870-febrero de 1873).
Elegido rey por el empeño del general Prim, Amadeo de Saboya desembarcaba en
Cartagena el día 30 de diciembre de 1870. En ese mismo día fallecía Prim, víctima de un
atentado sufrido en Madrid tres días antes. Desaparecía así su principal valedor y ello privó a
Amadeo de un apoyo muy necesario.
3. Mientras, para complicar más las cosas, había que hacer frente a la guerra de Cuba,
que continuaba, y a la nueva insurrección carlista, la Tercera Guerra (1872-1876), iniciada
cuando Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, entraba en España por Navarra con la intención
de imponer al nuevo rey sus derechos al trono. La nueva sublevación carlista se extendió por el
País Vasco, Navarra y Cataluña y supuso un foco más de conflicto.
El reinado de Amadeo de Saboya se caracterizó por la inestabilidad política; en dos
años se suceden seis gabinetes ministeriales y se convocan tres elecciones a Cortes. A la propia
debilidad interna del nuevo régimen hay que añadir que Amadeo I se encontró ante un amplio
frente de rechazo, que terminó contribuyendo a que decidiera renunciar al trono español: Por
la derecha: carlistas, lanzados a la guerra, activos en el País Vasco y Navarra; "alfonsinos",
grupo conservador y partidarios de la vuelta de los Borbones en la figura de Alfonso, hijo de
Isabel II; el clero, que consideraba al rey –por ser Saboya– enemigo del papado y responsable
de la reducción territorial de la Santa Sede; y finalmente la alta burguesía y los industriales
catalanes preocupados por las políticas que pudieran adoptar los gobiernos ante la guerra de
Cuba, por la reforma arancelaria de 1869 y por las acciones radicales del movimiento obrero.
Por la izquierda: los republicanos, procedentes del partido demócrata, reclamaban reformas
más radicales en lo político, económico y social, y la creciente importancia de las
organizaciones obreras españolas próximas a las ideas marxistas y sobre todo anarquistas.
La crisis final del reinado fue el resultado de la desintegración de la coalición
gubernamental, formada por unionistas, progresistas y demócratas, que condujo a una gran
inestabilidad. Finalmente, privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de
Saboya renunció al trono y abandonó España.
4. LA PRIMERA REPÚBLICA (febrero de 1873-enero de 1874).
La proclamación de la República fue la salida más fácil ante la renuncia de Amadeo de
Saboya. El 11 de febrero de 1873, las Cortes aprobaron la implantación de este nuevo régimen.
Para presidir el gobierno fue elegido el republicano federal, Estanislao Figueras. El gobierno
quedaba en mano de los republicanos, que era un grupo reducido y no tenía experiencia de
gobierno. El apoyo a la Republica era escaso, los conservadores la rechazaban por
considerarla revolucionaria, los carlistas se aprovecharon de las circunstancias para recrudecer
su ofensiva en el norte y los propios republicanos se encontraban divididos en dos tendencias:
- Federalistas: partidarios de que el Estado se organice según el modelo federal, las
distintas regiones se convertirían en estados que se federarían libremente entre sí para formar
una República Federal.
- Unitarios: partidarios de un Estado único y centralizado.
Desde el principio se produjeron levantamientos campesinos en Andalucía y
movilizaciones populares en algunas ciudades, donde surgieron Juntas revolucionarias, ya
que los campesinos y trabajadores urbanos pensaban que la República debía conducir a una
auténtica revolución social. Sin embargo los dirigentes republicanos estaban lejos de estas
aspiraciones revolucionarias, por lo que disolvieron las Juntas y convocaron elecciones a
Cortes Constituyentes
En estas elecciones obtuvieron mayoría los federalistas, aunque con un nivel de
abstención muy alto, que reflejaba el escaso apoyo que tenía la República. Al iniciarse las
sesiones, las Cortes definieron el Estado como República Federal y eligieron como presidente
a Pi i Margall (federalista).
4. Estas Cortes elaboraron un proyecto de Constitución que no llegó a aprobarse. La
propuesta de Constitución Republicana Federal de 1873.
- Establecía la implantación de la democracia y el reconocimiento de amplios derechos y
libertades, similares a los de 1869.
- La República tendría un Presidente, que sería el Jefe del Estado. La Constitución daba grandes
poderes al presidente que ejercía el poder de relación entre los tres poderes y entre los
distintos Estados.
- Las Cortes mantendrían las dos cámaras: Congreso y Senado, este último, órgano de
representación de los Estados. La elección de ambas cámaras se haría por sufragio universal
masculino.
- Así mismo se declaraba la libertad de culto y la separación de la Iglesia y el Estado.
- El aspecto más novedoso era la estructura del Estado, que adopta un carácter federal. La
nación española estaba compuesta por 17 estados, entre los que se incluía Cuba, que tendrían
autonomía económica, administrativa y política, y elaborarían sus propias constituciones. Por
primera vez, una Constitución planteaba un Estado no centralista, y recogía tradiciones
regionalistas que estarán en el origen de los futuros nacionalismos.
La Primera República tuvo que enfrentarse a graves problemas que paralizaron la
acción de gobierno. Uno de ellos fue la Tercera Guerra Carlista. También continuó la guerra en
Cuba, a la que la República no fue capaz de hacerle frente.
Pero el problema más grave fue la sublevación cantonal que estalló en los primeros
días de julio de 1873 y acabó por hundir definitivamente a la República. El cantonalismo era un
fenómeno complejo en el que se mezclaban los planteamientos del federalismo más extremo
con las aspiraciones de revolución social inspiradas por el internacionalismo. En las zonas con
fuerte implantación republicana, a lo largo del mes de Julio se proclamaron los cantones
independientes, pequeñas unidades políticas, que establecerían acuerdos libres entre ellos,
rechazando el Estado central. El movimiento se inició en Cartagena haciéndose con el control
de la flota y el arsenal, se creó la Junta Revolucionaria que actuó como gobierno
independiente (cantonal). La proclamación de cantones se extendió rápidamente por Levante,
Andalucía y parte de Castilla (Salamanca, Ávila). Algunos cantones llegaron a proclamar su
propia Constitución y a acuñar moneda. Desde el punto de vista social la insurrección
mantenía posturas muy radicales con matices anarquistas y socialistas, en algunos casos se
llegó a abolir la propiedad privada. Los protagonistas de los levantamientos cantonales eran
sobre todo artesanos, pequeños comerciantes y asalariados, decepcionados con la nueva
República.
Mientras, los carlistas, aprovechándose de la situación de desconcierto consiguieron
avanzar hacia las provincias de Cuenca y Albacete, a la vez que consolidaban su control en
buena parte del País Vasco, Navarra, interior de Cataluña y Aragón.
En esta situación la República Federal se mostró a los ojos de la burguesía conservadora como
un régimen incapaz de asegurar el orden y salvaguardar el poder central. Esto provocó la
dimisión de Pi i Margall.
Se eligió nuevo presidente a Nicolás Salmerón; unitario, que dio plenos poderes al
ejército, dirigido por generales conservadores como Martínez Campos y Pavía para ir acabando
con todos los focos de sublevación. Salmerón dimitió al negarse a firmar dos sentencias de
muerte.
5. Le sustituyó Emilio Castelar que acentuó el carácter autoritario y con el apoyo del
ejército logró poderes extraordinarios de las Cortes y suspendió sus sesiones hasta enero.
Sólo consiguió mantenerse el cantón de Cartagena dado su carácter de fortaleza militar y base
naval.
Al reabrirse las Cortes en Enero de 1874 los grupos conservadores recurrieron al
ejército para evitar la posible vuelta de los federalistas que seguían siendo mayoría en las
Cortes. El general Pavía dio un golpe de estado pero Castelar se negó a seguir en esas
condiciones. Se nombró un gobierno militar de emergencia presidido por el general Serrano
que se mantuvo durante todo el año 1874.
El 12 de enero cayó definitivamente el Cantón de Cartagena, pero continuó la Guerra
Carlista. Durante este año se desató una fuerte represión contra las asociaciones obreras. A
finales de 1874 se produjo la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel
II. El fracaso de la República se debió a las divisiones internas entre los propios republicanos
(unionistas frente a federalistas; federalistas frente a cantonalistas) y a las guerras en que se
vio envuelta (Tercera Guerra Carlista, Guerra de los Diez Años, cantonalismo). También, la
burguesía, que había iniciado el proceso revolucionario, dio un giro conservador ante el
desorden y el progresivo auge del movimiento obrero.