1. FELIPE II: POLÍTICA INTERIOR Y EXTERIOR
Felipe II tenía veintiocho años cuando, en 1556, se convirtió en rey. Educado en
Castilla, cuando su padre, Carlos I, abdicó, estaba perfectamente preparado para gobernar.
Tímido y retraído, fue muy trabajador y se encargó personalmente del gobierno de sus reinos.
Quería conocer y controlar por sí mismo todos los asuntos, para lo cual pasaba mucho tiempo
revisando documentos y anotándolos de su mano, lo que frecuentemente retrasaba la toma
de decisiones. Los primeros años de su reinado transcurren en Europa ocupado en la guerra
contra Francia, pero en 1559 regresa a la Península, de donde ya no volvería a salir. Separado
ya el Imperio alemán de España, Felipe II hizo de España el centro de su Imperio, y dentro de
España fue Castilla el reino en que más se apoyó. Estableció la capital en Madrid (1561) y
ordenó la construcción de El Escorial donde residió durante largas temporadas. Mantuvo y
reforzó el sistema de Consejos, ampliando el número de éstos para adaptarlo a las nuevas
necesidades. En estos Consejos tenían un papel cada vez más importante los letrados,
funcionarios de origen modesto, mientras que la aristocracia fue siendo apartada de estos
cargos.
El objetivo primordial de su actuación política, igual que el de su padre, fue el
mantenimiento de la herencia recibida y la defensa del catolicismo frente al protestantismo
contra el que se mostraba especialmente intransigente.
Su defensa del Catolicismo y la hegemonía de España le valieron la enemistad de gran
parte de Europa; sus enemigos trataron de difamarlo y así surgió la Leyenda Negra, que lo
presentaba como un hombre malvado, aprovechando algunos episodios de su reinado.
1. POLÍTICA INTERIOR
Los problemas internos a los que tuvo que enfrentarse Felipe II se sucedieron a largo
de su reinado, entre ellos destacan:
1.1 Los procesos contra los protestantes: Aunque no eran muy numerosos algunos
focos de protestantismo habían alcanzado una cierta importancia. La Inquisición acabó con los
dos focos importantes de protestantes, en Sevilla y Valladolid, con sendos autos de fe en cada
ciudad (1558-1560).
1.2. La rebelión de los moriscos granadinos: (1568- mediados de 1571) a causa de la
pragmática de 1567 en contra de sus costumbres y formas de vida. Los moriscos respondieron
iniciando un levantamiento en las Alpujarras. Tras una fuerte resistencia fueron vencidos
militarmente por don Juan de Austria, hermanastro del rey.
Terminada la sublevación, el rey ordenó la deportación de los moriscos granadinos a
otras regiones de Andalucía y Castilla, con la esperanza, que resultó vana, de que se fundieran
poco a poco con la población cristiana. Pero siguieron formando comunidades aisladas,
enfrentadas a los cristianos, que las rechazaban.
1.3 La prisión y muerte del príncipe don Carlos: El príncipe era el heredero al trono,
pero, debido a su trastornada personalidad, el propio rey ordenó su detención a principios de
1568. Se le acusaba de mantener contactos con los nobles flamencos que se habían rebelado
contra su padre. Pocos meses después moría en prisión y Felipe II tuvo que defenderse toda su
2. vida de la acusación de haber sido el responsable de su muerte. Este hecho fue uno de los que
más contribuyó a forjar la Leyenda Negra en torno al rey.
1.4 Antonio Pérez y la rebelión aragonesa: Antonio Pérez era secretario de Felipe II y
tenía toda su confianza. Debido a una serie de intrigas cortesanas Antonio Pérez ordenó el
asesinato de Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, que se encontraba en los
Países Bajos (1578). Tras el asesinato, que causó gran conmoción, Antonio Pérez fue detenido
junto con la princesa de Éboli, que supuestamente también estaba implicada. Durante diez
años Antonio Pérez permaneció en prisión, pero en 1590 consiguió huir a Aragón y como
aragonés se puso bajo la protección del Justicia Mayor, Juan de Lanuza. Entonces el rey acusó
a su antiguo secretario de herejía para que interviniera la Inquisición. De nuevo fue detenido y
conducido a la cárcel inquisitorial. Entonces estalló la rebelión en Zaragoza, el virrey fue
asesinado y Antonio Pérez puesto de nuevo bajo la custodia del Justicia. Felipe II respondió
enviando un ejército que en pocas semanas restableció el control. Los líderes de la rebelión,
incluido el Justicia fueron ejecutados, pero no pudo impedir que Antonio Pérez huyera a
Francia desde donde contribuyó también a la difusión de la Leyenda Negra.
2. POLÍTICA EXTERIOR
Felipe II mantuvo los mismos objetivos en política exterior que había tenido su padre:
mantener la herencia recibida y aumentarla si era posible y defender el catolicismo frente a
cualquier enemigo. Esto le llevó a implicarse en múltiples conflictos lo que supuso un elevado
esfuerzo, sobre todo económico, que obligó al rey a declarar sucesivas bancarrotas. Esta
política exterior permitió a Felipe II llevar a la Monarquía Hispánica a su máximo poderío. Las
principales líneas de esta política fueron:
Enfrentamientos con Francia al principio y al final del reinado
Enfrentamientos con los turcos en el Mediterráneo.
Sublevación de los Países Bajos.
La unidad peninsular: la unión con Portugal.
Enfrentamiento contra Inglaterra y derrota de la “Armada Invencible”.
2.1 La guerra contra Francia: Al iniciar su reinado, España se encontraba en guerra
contra Francia. Los enfrentamientos se desarrollaron en la zona fronteriza entre Francia y los
Países Bajos. Las tropas de Felipe II vencieron en dos batallas (San Quintín, 1557, para
conmemorar esta victoria ordenó la construcción de El Escorial y Gravelinas, 1558). Francia
reconoció la derrota y se firmó la paz de Cateau-Cambrèsis en 1559.
Felipe II, que entonces se encontraba viudo, contrajo matrimonio con Isabel de Valois,
hija del rey de Francia, Enrique II. Se abría una etapa de paz con Francia, que reconocía el
predominio de España en Italia.
Al final del reinado se reanudaron de nuevo los conflictos con Francia. Desde la
muerte de Enrique II los enfrentamientos religiosos se acentúan en Francia, entre católicos y
hugonotes (protestantes calvinistas) dirigidos estos últimos por Enrique de Borbón. La
posibilidad de que este accediera al trono siendo protestante supuso la intervención de Felipe
II que envió un ejército para apoyar a los católicos que no aceptaban a Enrique. La salida a la
crisis la dio el mismo Enrique de Borbón, en 1593, convirtiéndose al catolicismo (“París bien
3. vale una misa”). La guerra, no obstante, continuó contra Francia. Por fin, en 1598, Felipe II
reconoció a Enrique IV como rey de Francia en la paz de Vervins.
2.2 Los turcos en el Mediterráneo: Este enfrentamiento era otro problema heredado;
los turcos en su avance por el Mediterráneo ocupan Chipre, territorio de Venecia. Para
detener el progreso turco, se decidió responder con una coalición entre diversos Estados. Se
formó así la Liga Santa, integrada por Venecia, el papa Pio V y Felipe II. Al frente de la escuadra
iba don Juan de Austria (entre los marinos figuraba Miguel de Cervantes), que derrotó a los
turcos en la batalla de Lepanto en 1571. Fue un gran triunfo que contribuyó a debilitar a los
turcos en el Mediterráneo.
2.3 Sublevación de los Países Bajos: Este habría de ser el mayor problema de todo el
reinado en el que finalmente fracasó. Los Países Bajos estaban formados aproximadamente
por los actuales estados de Bélgica, Holanda, Luxemburgo y algunos de los actuales
departamentos franceses del noroeste. Los heredó Felipe II de su padre y nunca fue bien
aceptado como rey ya que se le consideraba extranjero. Además durante su reinado se
extiende en este territorio el calvinismo y el protestantismo y ello contribuyó a que creciera
el independentismo, dado que Felipe II no estaba dispuesto a admitir en ellos la libertad
religiosa.
La sublevación se inicia en 1566 al estallar motines en varias ciudades, causados por el
hambre, que degeneraron en quema de iglesias y profanación de imágenes por parte de los
calvinistas. Felipe II respondió enviando tropas al mando del duque de Alba que desató una
brutal represión ejecutando a quienes habían participado en la revuelta. Algunos nobles,
como Guillermo de Orange, consiguieron huir. Éste se convirtió en el líder de los rebeldes. A
pesar de los éxitos iniciales frente a los rebeldes no se logró pacificar el territorio y además la
violenta política del Duque de Alba hizo que todos los sectores se pusieran en su contra. Desde
muy pronto en los Países Bajos empezaron a diferenciarse dos zonas: el sur, que
correspondería a la actual Bélgica y los territorios hoy franceses, católico, siguió fiel a Felipe II;
el norte, o sea, Holanda, de religión calvinista, en contra de Felipe II, bajo la dirección de
Guillermo de Orange (con apoyo francés, inglés y alemán) apostó por la independencia
construyendo un nuevo Estado, las Provincias Unidas (1573). Tras la gestión del duque de Alba
en los Países Bajos fueron enviados otros gobernadores: Luis de Requesens y luego don Juan
de Austria que tuvieron que enfrentarse ya a una guerra abierta entre el norte y el sur.
Después de la muerte de don Juan de Austria si hizo cargo del gobierno Alejandro
Farnesio que gracias a su habilidad negociadora combinada con la actuación del ejército logró
garantizar la fidelidad del sur católico a Felipe II, Unión de Arrás (1579), aunque no pudo
impedir la práctica independencia de las Provincias Unidas.
Al final de su reinado Felipe II quiso dar una solución al problema de los Países Bajos.
Decidió entregarlos, en un régimen de autogobierno separado de Castilla, a su hija Isabel Clara
Eugenia, casada con el archiduque Alberto de Austria. Si de este matrimonio había
descendencia, esta heredaría los Países Bajos. En caso contrario, debían volver a la monarquía
española. Pero los holandeses no aceptaron esta cesión, dispuestos a conseguir su
independencia (que ya tenían de hecho), por lo que la guerra se prolongó.
4. 2.4 La unión con Portugal, la Unidad Ibérica: Puede considerarse uno de los mayores
éxitos de la política exterior de Felipe II. En 1578 falleció el rey de Portugal, Sebastián, y se
planteó un problema sucesorio al no tener descendencia. Felipe II, como hijo de Isabel de
Portugal, resultaba ser legítimo heredero, aunque no era el único. Ante la reticencia de las
clases populares a aceptar a Felipe II como rey éste envió un ejército dirigido por el duque de
Alba que alcanzó Lisboa con escasa resistencia. En 1581, en las Cortes de Thomar, Felipe II era
reconocido como rey de Portugal. La anexión se realizó respetando las leyes y las instituciones
portuguesas. De esta manera se realizaba la unidad peninsular y el Imperio Hispánico de Felipe
II se incrementaba con las posesiones de Portugal en ambos mundos: Brasil, Indias Orientales y
numerosos puntos en las costas africanas. Con razón, llegó a ser exacto que en “sus reinos no
se ponía el sol”.
2.4 La lucha contra Inglaterra: Las relaciones con Inglaterra fueron de amistad durante
el reinado de Carlos I. Al comienzo de su reinado, Felipe II contrajo matrimonio con la reina de
Inglaterra, María Tudor, pero ésta falleció en 1558. A María Tudor le sucedió Isabel I, que era
protestante (tenían el mismo padre, Enrique VIII, pero distinta madre: de María Tudor,
Catalina de Aragón; de Isabel, Ana Bolena). A partir de este momento la situación cambió
radicalmente. Las causas del enfrentamiento fueron básicamente dos: América y los Países
Bajos.
Respecto a América, Inglaterra no aceptaba el monopolio comercial que Castilla tenía
sobre el comercio y la explotación económica del Nuevo Mundo. Por ello, con el beneplácito
de la reina, corsarios ingleses como Drake, se dedicaron a asaltar barcos y puertos españoles
apoderándose de sus riquezas.
El otro motivo de conflicto era el apoyo que Isabel I prestó a los rebeldes holandeses.
Este apoyo fue el que hizo que Felipe II tomará la decisión de invadir Inglaterra. En 1588 una
enorme flota la “Armada Invencible”, dirigida por el duque de Medina Sidonia, partió de
Lisboa rumbo a los Países Bajos para recoger al ejército de Alejandro Farnesio, y
desembarcarlo en las costas inglesas. Sin embargo, el plan fracasó; los ingleses establecieron
una mejor estrategia, con buques más pequeños y de más rápido movimiento, además, las
tempestades contribuyeron a desorganizar la escuadra. La Armada fue vencida y
prácticamente la mitad de los barcos y de los hombres se perdió en su regreso al verse
obligados a rodear las Islas Británicas.
El año 1598 Felipe II fallecía en El Escorial. Finalizaba así un reinado en el que el
Imperio había alcanzado su máxima expansión y la Monarquía Hispánica se había convertido
en la potencia hegemónica de Europa, con logros como la derrota de los turcos o la unidad con
Portugal. Pero también en el que empiezan a apreciarse los primeros signos de agotamiento,
por ejemplo en la imposibilidad de resolver los problemas en Flandes o el fracaso en el
enfrentamiento con Inglaterra. También son notables los problemas económicos causados por
el enorme gasto que suponía la política exterior, para los que no eran suficientes los ingresos
de oro y plata procedentes de América.