2. La percepción de si mismo depende en gran medida de la visión que depositaron nuestros padres. La confianza, el cariño y las experiencias marcan un camino a seguir.
3. Es probable que si todos los padres de familia estuvieran consientes de la gran influencia que tienen en la formación del carácter de sus hijos, pondrían más atención en aspectos esenciales de su educación. Así habría una mayor posibilidad de formar seres íntegros, seguros de si mismos y sobretodo, felices y conformes consigo mismo.
4. Para que los hijos realmente sean triunfadores tenemos que centrarlos en el señor Jesucristo quien los orienta en la vivencia de una fe profunda y da sentido a los valores en el contexto que les corresponde vivir. Valiéndonos de la siguiente receta hagamos nuestra propia reflexión.
11. Modo de preparación: Los padres tienen una gran obligación, dependencia y vulnerabilidad cuando se trata de la educación de sus hijos. Desde el primer momento que tienen contacto con sus niños se llenan de una gran responsabilidad, amor y deber. Esto les cambia el sentido de su vida para siempre.
12. EL TRABAJO DEL PADRE NO ES CREAR UN MUNDO PERFECTO Y SIN COMPLICACIONES, SINO PROVEER A SUS HIJOS CON HERRAMIENTAS ADECUADAS PARA QUE PUEDAN SALIR ADELANTE. Es vital construir y fortalecer el carácter de los hijos, no salir a su rescate pero enseñarles a defenderse. La fe, el valor y la fuerza deben ser los hijos