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28 DE NOVIEMBRE DEL 2015 5SÁBADO
lota con la punta de la bota para mar-
carelgolconrecochineo.Madolellba-
jó de la grada y lo sacó del campo y, al
acabar el partido, le dio la bronca de-
lantedesuspadres.Olaexplicación.
Progenitor para toda la vida
Lucas cuenta otra de las realidades
difíciles, sobre las que hay que estar
atento: la extrema juventud de los
técnicos. «Los entrenadores del fút-
bol formativo suelen ser mucho más
jóvenes que los padres, y no digamos
quelosabuelos.Y,claro,losfamiliares
se atreven a todo. Yo, muy a menudo,
suelodecirlesalospadresque,como
dejan a sus hijos en el colegio y no se
sientan ellos en el pupitre de la clase
para ver cómo lo hace el profesor, en
los entrenamientos deberían dejar al
niño y no inquietar al entrenador», ex-
plicaeltécnicodelEuropa.
Los tres coinciden en una curiosa
sentencia: «Nuestros niños tendrán a
este o aquel entrenador, bueno, regu-
lar o malo, unos meses, un año, dos,
pero del que no se separarán en la vi-
daserádeese padrecafre,cutre.Son
unaminoría,desdeluego».Y,sobreto-
do, los tres cuentan que lo primero
que aprenden es a «encender las alar-
mas»cuandounpadrelesdice:«‘Oiga
queyohejugadoafútbolyséquemihi-
jo…’» ¡Uyyyyy!, malo, malo, ¡ojito con
este!», dice Madolell, que bromea
con ello: «Aquí juntas a los padres y
traes a Pep Guardiola a que les ha-
ble de fútbol y le cuestionan, no so-
lo sus títulos, sino sus métodos, sus
alineaciones, sus estrategias, to-
do. Eso de que España tiene 46 mi-
llones de entrenadores es verdad»,
cosa que ni se les ocurriría con un
profesional en materias educativas.
Madolell no permite celebrar los
goles chupándose el dedo gordo,
dando volteretas o enseñándole a la
grada, con sus dos pulgares, el dor-
sal que lleva en la espalda. No pue-
denhacergestosquepuedanheriral
otroequipo»,cuentaelcoordinador
del Alzamora CF. «Y los niños lo en-
tiendenylohacencontentos.Cuan-
do hablas con ellos, te das cuenta
de que su sinceridad echa por tie-
rra las quejas épicas de los padres».
Los coordinadores Madolell,
Blanco y Lucas reiteran que la com-
plejidaddelfútbolformativoeslade
la sociedad. «También está el papel
de los entrenadores y el de los árbi-
tros.Lostécnicosquierenganary,si
es por 20-0, mejor, pero no debe ser
así.Ylosárbitrosnosiempreentien-
den que tienen que aplicar el regla-
mento con un sentido más de cole-
gio que de Champions, ya que hay
algunos que se creen que están ar-
bitrando a estrellas en Wembley».H
mañana en
elPeriódico
TEMADELDOMINGO
Diccionariodela
cumbredelclima
3Todos los conceptos
y datos clave sobre la
cita internacional de
París sobre el cambio
climático que usted
debería conocer.
‘DOMINICAL’
MayteMartín,
emociónenCuba
3La artista debutó en la
cuna del bolero y cantó
con Silvio Rodríguez.
El número incluye una
entrevista con el actor
Colin Farrell.
‘MÁSPERIÓDICO’
Enrutaconlos
refugiados
3El suplemento ha
viajado con refugiados
que huyen de la guerra
desde Smirna (Turquía)
a Presevo (Serbia).
33 Imagen de un partido de los pequeños del Alzamora CF.
JOAN CORTADELLAS
X. MARTÍNEZ CELORRIO
SOCIÓLOGO
«Esos padres dejan salir
la agresividad competitiva
que acumulan en su
entorno laboral y social»
JORDI JUBANY
MAESTRO Y ANTROPÓLOGO
«La sociedad de
consumo fomenta el
ocio a partir del éxito fácil
o la violencia gratuita»
ALBERT BERTRAN
miento del adulto y que, sin embar-
go, surgen con intensidad en deter-
minados entornos colectivos. Allí se
sienten amparados por la fuerza del
grupo y por la consiguiente «difu-
sión de la responsabilidad», encon-
trando las circunstancias propicias
para «dar rienda suelta a algunos
de sus instintos más bajos», relata el
psicólogo e investigador del Proyec-
to sobre ocio juvenil de la UB, José
Vicente Pestana. «Y si se comportan
así en el campo, imaginemos los gri-
tos que debe dar en la privacidad de
su hogar si el chico pierde o, simple-
mente, no hace un buen partido a
los ojos de papá», agrega Rodríguez.
Padres que «se saltan los límites
entre el yo y el otro a su antojo», ino-
culando esa actitud, vehemente e
irreflexiva, a los menores, que les
tienen como referentes de compor-
tamiento, destaca la pedagoga. Co-
mo consecuencia, los adolescentes
muestranperfilesdefaltadeconten-
ciónemocional,inmadurezyexcesi-
va puerilidad», subraya Pestana.
El problema se agrava con facili-
dad, debido a que las malas influen-
cias no son exclusivas del entorno
familiar, como remarca el maestro
y antropólogo Jordi Jubany: «La so-
ciedad de consumo tiende a fomen-
tarelentretenimientoapartirdeva-
lores como el éxito fácil, el indivi-
dualismo, la violencia gratuita y los
ideales de belleza».
EL PAPEL DE LOS MEDIOS /Ahíentranen
juego los medios de comunicación
y las figuras del deporte que los cha-
vales idolatran. «Ven cómo se com-
portan en el campo, cómo los hay
que insultan al árbitro y, en algunos
casos, cómo gastan millonadas y ha-
cenostentacióndeello»,destacaPes-
tana.«Yesafigurayladelasestrellas
de la televisión es la imagen de éxi-
to personal con la que se quedan los
más pequeños», añade el psicólogo.
Y de este modo, se adultera el va-
lor instrumental que puede ejercer
el deporte de base en la formación
de los jóvenes. «Es un espacio de so-
cialización donde se aprenden acti-
tudes, normas y valores de tipo uni-
versalista que capacitan a los niños
y jóvenes como futuros adultos res-
ponsables. Se aprende a ser parte de
un grupo, que es mucho más que
una suma de individualidades», co-
menta Celorrio.
ACOTAR LA COMPETICIÓN / Pestana des-
taca la necesidad de armonizar la
actividad física como complemento
de la formación académica y la edu-
cación en el hogar. Pero ahonda en
la necesidad de «modificar algunos
criterios» fundamentales en la ense-
ñanza de niños «tan pluriocupados
que acaban desorientados sobre sí
mismos». «Si se aprovecha el poten-
cial constructivo del deporte, con-
tribuiremos decisivamente a que
sepan mejor quiénes quieren ser»,
aduce el psicólogo.
Jubany coincide en la capaci-
dad del deporte de base para el de-
sarrollo integral de la persona, por
su potencial para enseñar en valo-
res y romper con rutinas sedenta-
rias demasiado presentes entre la
realidad cotidiana de los menores.
Pero sin caer en el riesgo de la sobre-
protección, alerta Rodríguez: «Se es-
táformandoafuturosadultos.Debe
existir un punto sano de competiti-
vidad, acotando el enfrentamiento
con un principio y una conclusión.
Cuando acaba el partido, punto fi-
nal a la rivalidad». H
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