1. Envases de hojalata: Este es el tipo de envases más común entre los metálicos. Se los fabrica
a
partir de lámina de acero estañado o recubierta con barniz, sometida a proceso de estampado
o
soldado, utilizados especialmente para el envasado de conservas de alimentos y también
alimentos
en polvo. El plástico se utiliza como protección para determinados tipos de productos y para
grandes volúmenes (100 a 200 litros); este consiste en una bolsa que se pone dentro del
envase
metálico para evitar el contacto del producto con este último para darle mayor hermeticidad. En
el
caso de las conservas se pueden encontrar de hasta 2 litros, sin embargo, las más recurrentes
son
de menos de medio litro. Para el estudio en cuestión fueron tomados todos los envases de
hojalata
sin considerar su protección interior. Corresponde a un envase primario.
III. ALUMINIO (materia prima abundante, no renovable)
Los envases de aluminio son principalmente latas o botes para bebidas gaseosas
(refrescos y cervezas). La variedad de tamaños no es tan amplia como en el caso del
acero.
1.- Adquisición de las materias primas. El aluminio representa más del 8% en peso de la
corteza terrestre. Generalmente se encuentra bajo la forma de silicato o de mezcla de
silicatos
metálicos. Todo el aluminio producido comercialmente proviene de un mineral llamado
bauxita.
La extracción de la bauxita es intensiva en el uso de energía. Su conversión en alúmina
(óxido
de aluminio) mediante el proceso Bayer (que data de más de 100 años, pero que se sigue
usando), es uno de los procesos industriales más contaminantes del medio ambiente. Se
genera un residuo llamado "lodo rojo" que contiene óxidos y silicatos así como hidróxido
de
sodio y todos los residuos alcalinos del proceso. La región de las minas de bauxita
generalmente acaba convirtiéndose en una zona árida con la desaparición casi total de las
especies animales y vegetales que existían. Afortunadamente ya han empezado a usarse
nuevas tecnologías que generan un menor impacto ambiental.
2.- Procesamiento de las materias primas. Los procesos industriales para transformar la
alúmina en aluminio (lingote) consumen enormes cantidades de energía eléctrica. La
transformación del lingote en lámina es ya un proceso que, relativamente, consume menos
energía y, por tanto, contamina menos el ambiente.
3.- Producción o conversión de los envases. Los envases hechos de aluminio son muy
ligeros. Proveen una larga vida de anaquel y no afectan el sabor o la calidad de líquido que
contienen. Las latas de aluminio son compactas y pueden manejarse con facilidad. Los
recipientes de aluminio tienen la ventaja de ser una barrera total a la humedad, a gases, a
la
luz y a los olores.
4.- Proceso de envasado o llenado. Los envases de aluminio se llenan muy fácilmente, a
velocidades que van hasta 2,000 latas por minuto.
5.- Distribución y venta. Las latas de aluminio son ligeras, lo cual se traduce en bajos
costos de distribución y de emisiones residuales de los combustibles usados en el
transporte.
6.- Manejo del residuo:
a) Reducción de origen. En los últimos 15 años, la cantidad de aluminio utilizada en
producción de una lata se ha reducido en 35%. Así, al presente, es difícil continuar la
reducción pues se llegó ya a un límite técnico.
2. b) Reutilización. Las latas de aluminio normalmente se usan una sola vez, para ser
después recicladas o eliminadas en los rellenos sanitarios.
c) Reciclaje. Las latas de aluminio son reciclables. Las latas usadas se recolectan y
son enviadas a una fundición para ser convertidas en lingotes, los cuales a su vez, se
transforman en lámina de aluminio. La gran mayoría del aluminio que se recicla se
convierte
en latas y se reutiliza como envases para bebidas. El reciclaje del aluminio proporciona
grandes ahorros de energía y de costo. Cuando se utiliza aluminio recuperado para
fabricar las
latas, en lugar de materias vírgenes, se logra un ahorro de 95% en la cantidad de energía
requerida en el proceso. De una manera general, cuando se consideran los costos de
La conserva es un procedimiento que consiste en envasar un producto en un recipiente
hermético y someterlo posteriormente a tratamiento térmico. De esta manera se logra un
producto estéril, de larga vida útil que no necesita refrigeración. Poner a disposición del
consumidor las conservas pesqueras no es tarea fácil ya que su elaboración requiere
estrictas normas de seguridad y su comercialización debe regirse por la calidad.
• Por NATÀLIA GIMFERRER MORATÓ
• 9 de enero de 2008
A la hora de elaborar las conservas existen tres
normas básicas que deben tenerse en cuenta. En primer lugar el envase debe ser íntegro,
sin malformaciones o rasguños y debe cerrar herméticamente para soportar los procesos
de esterilización, manipulación, transporte y almacenamiento y evitar la contaminación
patógena o la alteración del producto. El material del envase debe ser resistente para
impedir su deformación o fundición durante el tratamiento a altas temperaturas.
En segundo lugar es importante llevar a cabo un correcto proceso de esterilización. Las
enzimas y microorganismos que producen la alteración del pescado se destruyen o
quedan inactivadas con facilidad mediante la acción del calor. De esta manera, debe
someterse el producto a suficiente temperatura para destruir microorganismos, en
especial 'Clostridium', o inactivar enzimas no deseadas. Finalmente, aunque no menos
importante, es la higiene que se debe llevar a cabo durante todo el proceso de
elaboración. En este caso deben tenerse en cuenta cuatro acciones:
• Limpiar el recipiente antes y después de su envasado hermético, después del
tratamiento térmico y siempre con agua clorada.
• Proteger las latas vacías durante su almacenamiento e inspeccionarlas
exhaustivamente antes de su manipulación.
• Verificar la ausencia de defectos en las latas así como la integridad del envase y
el correcto funcionamiento de los cierres herméticos.
• Mantener en perfecto estado toda la maquinaria necesaria para la elaboración del
producto. Cualquier imperfección puede llevar a la pérdida del producto.
3. La conserva de atún
El atún es un pescado rojo que con la cocción para la
elaboración de conserva se convierte en marrón
El consumo de atún en conserva representa, según los últimos datos presentados por el
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el 50% del total de conservas que
se consumen. Para su obtención, el pescado llega a la industria sin vísceras y ya
congelado. Debe ser de tamaño grande, sin piel y sin espinas. El primer paso para la
obtención de la conserva pasa por descongelar el pescado y limpiarlo en profundidad.
Seguidamente se sumerge en un baño de hidróxido de sodio (NaOH) con un pH de 14
durante dos o tres minutos. De esta manera se consigue la contracción de la piel del
pescado y se facilita su separación del músculo. Con la ayuda del agua a presión se
separará la piel.
Para neutralizar el efecto básico del hidróxido de sodio, se baña el producto con una
solución ácida (pH = 1) durante un minuto. Posteriormente se lleva el producto a
cocción, con una temperatura de 100ºC para lograr una pérdida de agua del 40% - 50%.
Esta pérdida es importante realizarla en este momento ya que de no ser así se perdería
durante la esterilización y se mezclaría con el líquido de gobierno, es decir, con los
aceites. La cocción también elimina la grasa y coagula las proteínas dando lugar a una
textura más firme y de fácil manipulación.
Seguidamente se disminuye la temperatura y se lleva el producto a refrigeración. De esta
manera su corte es más fácil. Para cortar se hace por la mitad y en cada mitad se repite
la operación. Finalmente se envasa con la forma deseada, ya sea en filetes, troncos o
piezas más grandes y se envasa en latas. Se añade aceite como líquido de gobierno, se
cierra herméticamente, se esteriliza a 115ºC -130ºC durante 15 o 30 minutos y se enfría.
Para almacenar y adquirir el sabor del aceite, se deja la conserva a 30ºC durante dos
semanas.