Este documento discute el papel de la oración en relación con la soberanía de Dios. Argumenta que aunque Dios ha predestinado quiénes serán salvos, debemos orar para que se conviertan porque la oración, al igual que la predicación, son medios que Dios ha establecido para traer a las personas a la fe. Aunque Dios debe superar la resistencia de los pecadores, oraremos para que ilumine sus mentes y cambie sus corazones, ya que solo Él puede salvar. La oración y la predicación reflejan nuestra dependencia
2. ¿De que sirve orar para que
algo ocurra?
En él asimismo tuvimos
herencia, habiendo sido
predestinados conforme
al propósito del que
hace todas las cosas
según el designio de su
voluntad, Efesios 1:11
3. ¿Es posible la oración?
1. ¿Las decisiones le
corresponden al hombre o
a Dios?
2. ¿Tenemos capacidad de
autodeterminación?
3. ¿El hombre esta
determinado por Dios y
fijas en el eterno consejo de
Dios?
4. Oración
1
¿Por qué orar para que
alguien se convierta si
Dios ha elegido, antes
de la fundación del
mundo, quiénes serán
sus hijos?
5. Oración
a) Una persona necesitada de
conversión está “muerta en
sus delitos y pecados”
(Efesios 2:1);
b) Es “esclava del pecado”
(Romanos 6:17; Juan 8:34);
c) El dios de este mundo ha
cegado su mente para que
no pueda ver el resplandor
del evangelio de la gloria
de Cristo” (2 Corintios 4:4);
d) Su corazón está endurecido
contra Dios (Efesios 4:18)
e) Es hostil hacia Dios y se
rebela contra la voluntad
de Dios (Romanos 8:7).
6. Oración
¿Orarías para que Dios
iluminara su mente para
que este hombre
pudiera ver la belleza de
Cristo y creyera?
La oración es una
petición para que Dios
haga algo.
Pero lo único que Dios
puede hacer para salvar
el alma de un pecador
es superar su resistencia
a Dios
7. Oración
Oraré
Para que Dios, que una
vez dijo “¡Hágase la
luz!”, mediante el
mismo poder creativo
“resplandezca en sus
corazones para darles la
luz del conocimiento de
la gloria de Dios en la
faz de Cristo” (2
Corintios 4:6).
8. Para que Él “quite sus
corazones de piedra y
les dé un corazón de
carne (Ezequiel 36:26)
Para que nazcan no de
la voluntad de la carne
ni de la voluntad del
hombre, sino de la
voluntad de Dios (Juan
1:13)
2
¿Qué función cumplen
mis oraciones?
Tienen la misma
función que tiene
predicar
Oración contestada
Oraré
9. contestada
a) ¿Cómo podrían los
perdidos creer en aquel de
quien no han oído? y,
¿cómo oirán sin haber
quien les predique? y,
¿cómo podrían predicar si
no son enviados?
(Romanos 10:14.)
b) Creer en Cristo es un regalo
de Dios (Juan 6:65; 2
Timoteo 2:25; Efesios 2:8),
pero Dios ha ordenado que
el medio por los que los
hombres creen en Jesús
sea a través de la
predicación de los hombres
10. contestada
Predicar el evangelio es
algo tan predestinado como
lo es creer en el evangelio:
Pablo estaba predestinado
a su ministerio de
predicador antes de nacer
(Gálatas 1:15), al igual que
Jeremías (Jeremías 1:5
Preguntar, “Si no
evangelizamos, ¿se salvarán
los elegidos?” es como
preguntar, “Si no hay
predestinación, ¿se
salvarán los predestinados
11. contestada
Oración y
Predicación
Dos actos humanos en los
que Dios se deleita porque
reflejan dependencia
Dios ha prometido
responder a la oración
como responder a la
predicación
“Si crees que Dios obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad (Efesios 1:11) y que su conocimiento de las cosas pasadas, presentes y futuras es infalible entonces, ¿de qué sirve orar para que algo ocurra?”. Normalmente, me hacen esta pregunta en referencia a la decisión humana: “Si Dios predestinó a algunos a ser sus hijos y los escogió antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4,5), entonces, ¿de qué sirve orar para que alguien se convierta?”
El argumento implícito aquí es que, si la oración es si quiera posible, el hombre debe tener el poder de la autodeterminación. Es decir, que todas las decisiones del hombre deben pertenecer, en definitiva, al propio hombre y no a Dios. De lo contrario, el hombre está determinado por Dios y todas sus decisiones están, en realidad, fijas en el consejo eterno de Dios. Examinemos si este argumento es razonable analizando el ejemplo que hemos citado más arriba.
si insistes en que este hombre debe tener el poder de la autodeterminación definitiva, ¿de que sirve orar por él? ¿Qué quieres que Dios haga por Él? No puedes pedir a Dios que supere la rebelión del hombre, pues es precisamente la rebelión lo que el hombre elige ahora, por lo que eso significaría que Dios habría superado su elección y le habría quitado su poder de autodeterminación. Pero ¿cómo puede Dios salvar a este hombre a menos que actúe de tal manera que cambie el corazón del hombre de la dura hostilidad a la tierna confianza?
Si oras por esto, estás, en definitiva, pidiendo a Dios que ya no deje la determinación de la voluntad del hombre en manos del propio hombre. Estás pidiendo a Dios que haga algo en el interior de la mente (o el corazón) del hombre para que vea y crea. Es decir, estás concediendo que la determinación definitiva de la decisión del hombre para confiar en Cristo es de Dios, no únicamente suya.
Si insistes en que retenga su autodeterminación, entonces estás insistiendo en que permanezca sin Cristo. Porque “nadie puede venir a Cristo si no se lo ha concedido el Padre” (Juan 6:65,44).
Sólo la persona que rechaza la autodeterminación humana puede rezar de manera consistente para que Dios salve a los perdidos.
Mi oración por los no creyentes es que Dios haga por ellos lo que hizo por Lidia: Él abrió su corazón para que ella aceptara lo que dijo Pablo (Hechos 16:14).
Y con todas mis oraciones intentaré “ser amable y enseñar y corregir tiernamente por si acaso Dios les concede el arrepentimiento y los libera del lazo de Satán” (2 Timoteo 2:24-26).
En resumen, no le pido a Dios que se siente y espere a que mi vecino decida cambiar. No le sugiero a Dios que se mantenga a distancia por si acaso su belleza se vuelve irresistible y viola el poder de autodeterminación de mi vecino. ¡No! Le pido que embelese a mi vecino no creyente con su belleza, que libere la voluntad encadenada, que devuelva la vida a los muertos y que no se detenga ante nada para que mi vecino no perezca.
Creer en Cristo es un regalo de Dios (Juan 6:65; 2 Timoteo 2:25; Efesios 2:8), pero Dios ha ordenado que el medio por los que los hombres creen en Jesús sea a través de la predicación de los hombres. Es muy ingenuo decir que si nadie extendiera el evangelio todos aquellos predestinados a ser hijos de Dios (Efesios 1:5) se convertirían de todas formas.
Si alguien rechaza ser parte de ese plan, porque no le gusta la idea de que lo manipulen antes de nacer, entonces él sale perdiendo, no Dios ni los elegidos. “Sin duda llevarás a cabo el propósito de Dios actúes como actúes pero hay una diferencia entre servir como Judas o como Juan
Creo que las palabras de Pablo en Romanos 15:18 se pueden aplicar igualmente bien a su predicación y a su ministerio: “No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles.” Incluso nuestras oraciones son un regalo de aquel que “obra en nosotros lo que es agradable delante de Él” (Hebreos 13:21). ¡Oh, que agradecidos tenemos que estar de que nos haya elegido para utilizarnos en este importante servicio! ¡Que deseosos deberíamos estar de pasar mucho tiempo en oración!