1. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS.
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN I.
ANA LUCÍA BARRERA GONZÁLEZ.
RESEÑA DE QUÉ ES ESA COSA LLAMADA CIENCIA.
Chalmers, Alan. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?. Siglo XXI editores. 1984.
“una introducción simple, clara y elemental” así describe Alan Chalmers su best-seller ¿Qué es esa
cosa llamada ciencia? En el que se ponen sobre la mesa los diversos puntos de vista sobre la
naturaleza de la ciencia.
El Dr. Chalmers se licenció en la universidad de su ciudad natal en el área de ciencias físicas, sin
embargo, es reconocido por sus aportes con respecto a la filosofía de la ciencia. Curiosamente,
este libro no pretende ser una contribución a su historia, en cambio, se limita a describir los
puntos principales de las teorías por lo que posee un carácter pedagógico, aun así, intenta
sugerir algunas mejoras en ellas ya que, en efecto, su fin último es cuestionar aquello que es
catalogado como científico y de igual manera el método por el cuál se formulan las teorías.
“comenzamos en la confusión y acabamos en una confusión superior “este es, según Chalmers, el
viejo dicho que se ajusta al desarrollo del libro en el cual el autor comienza refiriéndose al gran
aprecio que se siente actualmente por la ciencia y su carácter fiable, sin embargo, esta afirmación
es modificada en la medida en que se problematizan las teorías, teniendo en cuenta sus puntos
fuertes y en contraposición los débiles. Algunas de ellas son el inductivismo y el falsacionismo,
que abarcan gran parte del libro; las teorías como estructuras, entre ellas los programas de
investigación de Lakatos y los paradigmas de Kuhn; el racionalismo, el relativismo, el objetivismo,
la teoría de Feyerabend, el realismo y el instrumentalismo; por ultimo, se encuentra el realismo
no representativo.
Aunque el libro intenta ser lo más simple posible, el panorama se vuelve confuso cuando estas
maneras de abordar la ciencia, teorías manejan métodos científicos que no solo se diferencian en
cierto grado sino que, en muchos casos, divergen entre ellos en sus conceptos más
fundamentales. Un ejemplo de ello, es la forma en que valoran el carácter científico de la ciencia y
la manera en que este puede o no ser alcanzado.
Por una parte, para el inductivismo, la ciencia es fiable y objetiva, siempre y cuando sea un
conocimiento probado que se derive de la observación y la experiencia. Opuesto a esto, el
falsacionismo considera que las teorías deben ser sometidas a falsaciones y si estas son superadas
podrá ser considerada como conocimiento científico objetivo. Sin embargo, ambas caen en un
2. error al hacer uso de métodos puramente empíricos u observacionales, bien sea, para formular
hipótesis o falsarlas.
Ahora bien, para contrarrestar la falta de sistematización del falsacionismo y el inductivismo surge
una nueva postura que sugiere considerar las teorías como estructuras en el que se haga uso de
un estudio histórico de los conceptos.
De esta idea general se desprenden dos nuevas actitudes, la primera, es propuesta por Lakatos,
propone una estructura cuya utilidad sea guiar la investigación, tanto positiva como
negativamente. Asimismo Kuhn crea un esquema cíclico en el que la ciencia se estructura para
formar parte de un paradigma. Estas dos actitudes se contradicen en sus apreciaciones de lo que
es ciencia y lo que no. Luego este enfrentamiento da origen a un nuevo debate cimentado en los
términos racionalismo y relativismo.
Por una parte, el racionalismo plantea que la objetividad científica solo será alcanzada por
aquellas teorías que puedan ser valoradas en términos universales, opuestamente, el relativismo
pone el juicio de cada teoría en manos de cada individuo o comunidad, atribuyéndole a la ciencia
un carácter subjetivo.
Contrario al relativismo se desarrolla el objetivismo para el cual el conocimiento es algo que está
afuera de las personas, es decir, es independiente de sus valores.
Algunas posturas, como la de los positivistas lógicos hacen una reconstrucción simple que
intenta dar solución a estas incógnitas creando un criterio absoluto, que se mantendrá a través
del tiempo y será universal.
En cierto modo, sería factible establecer parámetros para calificar la objetividad de las teorías si,
eventualmente, las teorías atribuyeran el conocimiento científico a las mismas fuentes. Sin
embargo, resulta inadmisible condicionar la ciencia a un criterio absoluto pues cada teoría
interpreta el origen del conocimiento como resultado de distintas fuentes. Más aún su noción de
ciencia se ve invalidada cuando no encaja con los que se han considerado los más grandes
adelantos científicos.
Este tipo de análisis pone en duda ese método meritorio y fiable, que conocemos como científico
pues, intrínsecamente, debería estar fundamentado en bases seguras que permitieran la
diferenciación de la verdadera ciencia con respecto a la pseudociencia de una manera objetiva y
clara.
Entonces, en medio de esta gama de elecciones es conveniente cuestionar si en realidad existe e
un método objetivo que permita refutar una teoría frente a otra o por el contrario si no posee la
ciencia un carácter objetivo y en efecto ¿en qué debemos basarnos para seguir construyendo
ciencia? Esto origina una nueva incógnita, aún más amplia y soberbia ¿qué es esa cosa llamada
ciencia?
3. Chalmers da salida a esta incógnita planteando una nueva postura, basada en el precepto de que
la finalidad de las teorías es explicar la manera en que está constituido el mundo y como las
teorías son aplicables a él. De este modo se infiere que, las teorías se podrían apreciar según su
eficiencia a la hora de describir el mundo en el que vivimos. Es decir, toda área del conocimiento
debe ser analizada por lo que es, investigando sus fines, los medios utilizados y el grado de éxito
alcanzado. Dicha postura es denominada realismo no representativo.
El realismo no representativo intenta ser un punto de equilibrio, entre las concepciones
universales y atemporales y el relativismo escéptico, por el que “todo vale” y cualquier teoría
puede ser apreciada como ciencia.
El autor es consciente que esta teoría puede ser considerada vaga y se podría creer que con esta
postura un tanto relativista abre paso a una ciencia subjetiva y el carácter fiable de esta
desaparece, no obstante, es esta misma postura la que ofrece el carácter objetivo de la ciencia
pues este deriva de que no se puede descartar una teoría porque sencillamente no se ajusta a la
forma de pensar o los juicios metodológicos de cierto grupo de personas.
Lo anterior, abre paso a las nuevas concepciones y por ende, a la evolución del conocimiento
científico. Más aún, se manifiesta la idea de que la forma en que el mundo es concebido debe ser
algo que tiene que ser descubierto y no establecido o impuesto.
A lo largo del libro Chalmers intenta mantener su objetivo básico: ser una introducción simple,
clara y elemental; apta para principiantes. Este está lleno de ejemplos, históricos, lógicos o que
simplemente apelan a la imaginación; estos facilitan la interpretación de conceptos complejos
sobre ciencia y a pesar de la aparente confusión al momento de evaluar la ciencia, concluye con
una contundente respuesta al problema que surgió al momento de evaluar las distintas
concepciones de ciencia y como llegar a construirla.
Dicha conclusión no es una apresurada visión subjetiva de cómo debería apreciarse la ciencia, por
el contrario, es el resultado de una amplia investigación que no solo busca resaltar los aspectos
negativos de las demás teorías para fortalecerse sino que hace una verdadera evaluación de sus
logros y sus debilidades.
Sin embargo, uno de los puntos débiles de la postura planteada radica en que, desde este
enfoque, no se da respuesta a la pregunta original de ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Aun así
el autor es consciente de esto y lo toma como un argumento a favor, en la medida en que no se
puede establecer un concepto general que defina la ciencia, así pues modifica la finalidad del libro,
que ya no busca definir la ciencia, sino impedir la categorización de la misma con posturas
radicales, en otras palabras, ya no intenta solventar la confusión sino entender de donde proviene
“comenzamos en la confusión y acabamos en una confusión superior”.