ACERTIJO DE POSICIÓN DE CORREDORES EN LA OLIMPIADA. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
El Estado Docente
1. Pienso que la figura del Estado docente tiene más vigencia que nunca, porque
una cosa es la intención de posesionar a los gobiernos como regentes de una
astucia educacional con fines catequizadores, y otra es la responsabilidad de
un Estado solidario y humanista, comprometido con la sociedad en llevar
adelante la tarea irrenunciable de formar ciudadanos prestos a ensayar los
valores de la justicia y la libertad.
Además, es necesario preparar a esos ciudadanos para el trabajo creador y
productivo, que les permita acceder al bienestar al que aspira todo ser humano.
Esa misión nada tiene que ver con el estigmatizado Estado paternalista, pero
en todo caso los gobiernos circunstanciales que se disponen a ejecutar planes
de Estado en materia educativa, proceden como los buenos padres de familia,
porque garantizar una buena educación para los niños y jóvenes de una nación
es tarea prioritaria para un buen patriarca familiar.
Hay gobernantes que especulan con el concepto de la gratuidad de la
enseñanza y aprovechan su discursiva para fomentar brechas sociales,
estableciendo caminos antagónicos entre los que acuden a instituciones
educativas públicas y los que lo hacen en las que disfrutan de financiamientos
oficialistas. Defendemos la tesis según la cual el Estado debería financiar la
educación básica de los educandos venezolanos.
Esa sería una buena y útil inversión de la renta petrolera y de los impuestos
que aportan los contribuyentes al Fisco Nacional. Promover una educación
con calidad que a su vez sea palanca del desarrollo económico y social
integral de Venezuela, tendría que ser la estrategia de primer orden para quien
aspire a conducirse como un estadista al frente de los destinos de la nación.
Una visión de país atada a un gran proyecto de Estado -más que de un
gobierno coyuntural debería ser la razón fundamental para concebir un plan
educativo de largo aliento que favorezca la idea de producir capital humano,
porque esa es la verdadera y perdurable riqueza de cualquier sociedad
moderna del mundo. La realidad en el campo de la educación superior es que
centenares de miles de jóvenes venezolanos sufragan su matrícula y buena
parte de ellos proviene de los sectores más humildes del país.