Este documento trata sobre el tema del perdón en la familia. En primer lugar, explica que la familia es fundamental para la humanización del hombre y el descubrimiento de su identidad filial. Luego, describe que para entender plenamente nuestra naturaleza debemos remontarnos a los principios revelados por Dios sobre el amor y la dignidad humana. Finalmente, analiza el significado del perdón como un acto voluntario que reconoce el daño causado y busca restaurar la dignidad de la otra persona a través del amor.
ACRÓNIMO DE PARÍS PARA SU OLIMPIADA 2024. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
El perdón en la familia
1. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ
Nº 21 Año 2014 Noviembre
El perdón en la familia como llamada a la vida nueva
Rosa María González Mayoral
LA FAMILIA COMO LUGAR DE HUMANIZACIÓN DEL HOMBRE
EL DON DE LA VIDA: EXPERIENCIA DE FILIACIÓN.
REMISIÓN AL PRINCIPIO
LA REVELACIÓN: IMPRESCINDIBLE PARA UNA PSICOLOGÍA ADECUADA
¿QUÉ SIGNIFICA PERDONAR?
EL PERDÓN EN LA FAMILIA
AYUDAR A PERDONAR
Introducción
Quiero compartir a través de este resumen mi
camino de reflexión del tema tratado en mi
tesina. Ha sido fruto de un descubrimiento
personal donde he tratado de integrar la propia
experiencia y algunas preguntas existenciales
que podemos plantearnos, con las respuestas
encontradas en diferentes estudios.
Se trata de un tema que me parece apasionante,
si bien necesitaría de un posterior desarrollo
pedagógico más exhaustivo para su puesta en
práctica en distintos contextos. Así que… ¡este
es el reto que os ofrezco!. Mientras os llevo de
la mano por el recorrido que he planteado.
Espero que su lectura sea motivo para la
reflexión y puesta en práctica del perdón.
2. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre El perdón en la familia como llamada a la vida nueva
LA FAMILIA COMO LUGAR DE HUMANIZACIÓN DEL HOMBRE
Cada uno de nosotros podemos descubrir en nuestra historia personal la importancia de la familia y el deseo
de felicidad. Ambos aspectos están relacionados, descubriendo en nosotros una identidad filial (somos hijos)
y encontrando una llamada a vivir en comunión con los demás (vocación al amor).
Las ciencias sociales nos ofrecen explicaciones plausibles sobre aspectos concernientes al ser humano, pero
éstas nos parecen insuficientes para dar respuesta a nuestro drama1 personal y poder cumplir nuestro anhelo
de felicidad. Para ello, necesitamos centrar nuestra mirada en el sujeto, tocar su corazón y descubrir su
misterio. En este sentido, pensamos que nuestra mirada a la persona, debe ser interior y por eso nos
remitimos a su origen: la familia, entendiendo que la promesa de felicidad parte de descubrir quiénes somos.
Puesto que aprendemos a reconocernos por la relación con los demás, es la familia el lugar adecuado para descubrir el
sentido de nuestra vida. Por ello, nuestra identidad siempre será filial, siendo más adelante cuando descubriremos una
llamada a ser esposo/esposa y, posteriormente, padre/madre. Por ello, podemos afirmar que “sólo en un ámbito de
relaciones humanas la pregunta existencial encuentra una primera respuesta de sentido”2.
La historia ha demostrado que humanamente no es posible alcanzar la paz, quedándose en utopías los
pensamientos basados únicamente en la voluntad humana, por lo que es necesario descubrir una respuesta de
salvación que nos ofrezca una ayuda universal y duradera3. Pensamos que sólo el perdón es la respuesta,
tanto en los conflictos mundiales como en los personales.
El Santo Padre Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Paz del año 2008, afirma nuestra pertenencia a
una única familia humana, defendiendo la institución familiar nuclear y los derechos de la familia como el
camino para la paz mundial.
[…] la familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una
mujer, es el «lugar primario de ‘‘humanización'' de la persona y de la sociedad», la «cuna de la vida y del amor». Con
razón, pues, se ha calificado a la familia como la primera sociedad natural, «una institución divina, fundamento de la vida
de las personas y prototipo de toda organización social»4.
Desarrollar estos aspectos constitutivos de la familia excede la pretensión de este resumen, pero nos parece
clave subrayar que nuestro estudio se basa en la naturaleza del hombre como fundamento de la normalidad 5.
1.1. EL DON DE LA VIDA: EXPERIENCIA DE FILIACIÓN
Nadie puede discutir de un modo sensato que una de las características de nuestra identidad más claras es que
somos hijos. Se trata de una verdad universal, aún si no conocemos a nuestros progenitores. Nuestra vida es
siempre fruto de la colaboración de un hombre y una mujer, siendo ellos procreadores de nuestra existencia.
El nacimiento de un hombre es extraordinario e irrepetible y, a la vez y de nuevo, personal y comunitario. Pero más allá de
esta dimensión, más allá de los confines de la familia, este hecho pierde ese carácter y se convierte en un dato estadístico,
tema de observaciones de distinto género, hasta llegar al mero registro, que utiliza la estadística. La familia es el lugar en
el que todo hombre se revela en su unicidad e irrepetibilidad6.
Lo constitutivo de nuestro ser en el mundo es su naturaleza de don -no elegimos nacer-. Antes de tener
conciencia de que existimos, ya somos, somos hijos. Somos concebidos como fruto de un amor esponsal,
expresado en la entrega total en el acto conyugal, viviéndose la fecundidad como una sobreabundancia de su
amor. La paternidad y la maternidad no es voluntaria aunque requiera una colaboración humana –implica la
voluntad-, por lo que el hijo es un don también para los padres. Siendo así, no podemos reducir nuestra
existencia a la fertilidad, pues podemos reconocer en la vida biológica una huella de algo más.
1 “Hacer el mal que no queremos y no hacer el bien que deseamos” (San Pablo).
2 L. MELINA, J.NORIEGA, J-J. PÉREZ SOBA, Caminar a la luz del amor. Fundamentos de la moral cristiana, Ed. Palabra, Madrid 2007, 243.
3 BENEDICTO XVI, Caritas in veritate, Ed. Palabra, Madrid, 2009.
4 Mensaje de su santidad BENEDICTO XVI para la celebración de la XLI Jornada Mundial de la Paz, 1 de Enero de 2008.
5 M.F. ECHAVARRÍA, La praxis de la psicología y sus niveles epistemológicos según Santo Tomás de Aquino, Documenta Universitaria, Girona
2005, 295-306.
6 K.WOJTYLA, La familia como «communio personarum», en El don del amor. Escritos sobre la familia, Palabra, Madrid 2000, 228, en
J.M.BURGOS, Antropología: una guía para la existencia, Palabra, 2008, 319.
Pág. 2 Asociación Persona y Familia
3. El perdón en la familia como llamada a la vida nueva HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre
Lo radical en cada persona es la filiación, es ser fruto del amor de comunión, y, por lo mismo, lo natural de cada persona
es el ser un ser familiar, un ser personal que es dado a otros seres personales que lo reciben para formar parte en una
comunión y comunicación de amor y de vida7.
Las relaciones humanas básicas nos permiten tener una primera respuesta de sentido sobre nuestra existencia.
Pero ser hijo, para ser esposo y llegar a ser padre, no responde completamente a la llamada originaria, pues
queda otra llamada a la que el hombre debe dar respuesta. “Es la llamada de Dios que se dirige al hombre
diciendo: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9)” (…). “La respuesta última está en Aquel que se presenta al hombre
como fuente de toda identidad: «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14)” 8.
La búsqueda de nuestra identidad nos remite a un creador y sólo encontramos respuestas al sentido de
nuestra existencia cuando descubrimos a Dios como Padre.
La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre (…). Volver hacia la casa del
Padre, por medio de ese sacramento del perdón en el que, al confesar nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y nos
hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de Dios (San José María Escrivá, Es Cristo que pasa, 64)9.
Sólo en el amor descubrimos la imagen de Dios y Su huella está en el corazón humano. Las situaciones difíciles
nos muestran la necesidad de no fundamentar la dignidad humana en la propia persona pues no se ha dado la
vida, sino en el ser “creados a imagen y semejanza de Dios”. De este modo, la persona no queda reducida a un
inmanentismo reduccionista en sus relaciones, ni a una dignidad consensuada que está al arbitrio del hombre.
2. REMISIÓN AL PRINCIPIO
Teniendo presente esta identidad filial, podemos comprender mejor la importancia de mirar a Cristo, pues nos
descubre la grandeza del hombre y el camino para llegar a ella. Todos los hombres estamos llamados a vivir
esta perfección en el amor10. En la Constitución Pastoral Gaudium et Spes se nos recuerda que la gracia de
Dios actúa de modo invisible en el corazón de todos los hombres de buena voluntad; el Espíritu ofrece a
todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, lleguemos también a ser hijos en el Hijo.
En el Sermón de la Montaña Cristo nos remite al principio (Mt, 19), mostrándonos el plan Creador donde el hombre es un proyecto
amoroso de Dios. Así nos muestra la unidad existente entre la Revelación y la experiencia humana11. Podemos encontrar algunos
elementos de este proyecto divino originario en las catequesis de Juan Pablo II sobre el amor humano12.
El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en
la entrega sincera de sí mismo a los demás13.
2.1. LA REVELACIÓN: IMPRESCINDIBLE PARA UNA PSICOLOGÍA ADECUADA
En el “I Congreso Internacional de Ideología de Género”, la psicóloga Mercedes Palet afirma que “en la
cultura contemporánea y muy particularmente en la psicología de nuestros días, se tiende a dejar de lado la
realidad y el concepto mismo de naturaleza humana”14. Muestra también cómo la psicología actual está
fundamentada en una filosofía que niega la finalidad de la acción humana, necesitando encontrar un
fundamento que respete nuestra libertad.
Queremos subrayar la importancia que las verdades de fe deben tener en el desempeño profesional del
psicólogo, pues la noción de persona es muy importante y el ser hechos a imagen y semejanza de Dios
(Génesis 1:26-27) es una verdad que traspasa toda la vida afectiva del ser humano, no pudiendo mantenerse
al margen de la misma.
7 M. PALET, La familia, educadora del ser humano, Temas Perennes, Barcelona 2000, 50.
8 L. MELINA, J.NORIEGA, J-J. PÉREZ SOBA, op. cit., 165.
9 F. FERNÁNDEZ CARVAJAL, Hablar con Dios, Tomo II, Ediciones Palabra, Madrid 1986, 149-150.
10 A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología teológica fundamental, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2002, 99-105.
11 J. J. PÉREZ SOBA, El corazón de la familia, Publicaciones de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid 2006, 173-194.
12 JUAN PABLO II, Hombre y mujer los creó, Cristiandad, Madrid 2000.
13 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, n. 24.
14 M. PALET, Aproximación psicológica: el sexo, el género y sus derivados, conferencia del I Congreso Internacional de Ideología de Género
(http://www.unav.es/congreso/ideologiadegenero/programa1), Navarra 2011, 20.
www.jp2madrid.org Pág. 3
4. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre El perdón en la familia como llamada a la vida nueva
El psicólogo necesita la Revelación. Ahora bien, en la medida en que lo que intentamos es entender la dinámica del
carácter de las personas concretas, el recurso a la fe y a la teología es obligado porque: Como dice S.S. Pío XII en un
discurso dirigido a los psicólogos, la personalidad concreta —especialmente la cristiana—, se hace incomprensible si se
ignoran determinados hechos conocidos por la Revelación. Cuando se considera al hombre como obra de Dios se
descubren en él dos características importantes para el desarrollo y valor de la personalidad cristiana: su semejanza con
Dios, que procede del acto creador, y su filiación divina en Cristo, manifestada por la Revelación. En efecto, la
personalidad cristiana se hace incomprensible si se olvidan estos datos, y la psicología, sobre todo la aplicada, se expone
también a incomprensiones y errores si los ignora. Porque se trata de hechos reales y no imaginarios o supuestos. Que
estos hechos sean conocidos por la Revelación no quita nada a su autenticidad, porque la Revelación pone al hombre o le
sitúa en trance de sobrepasar los límites de una inteligencia limitada para abandonarse a la inteligencia infinita de Dios. 15.
3. ¿QUÉ SIGNIFICA PERDONAR?
En nuestra experiencia nos encontramos ante la vulnerabilidad humana, descubriendo en las relaciones
cotidianas cierta fractura que busca ser reparada, pero ¿cómo?. De manera misteriosa el ser humano puede
perdonar siendo reflejo de su “ser a imagen y semejanza de Dios”. El perdón nos abre la puerta a un amor
renovado, restableciendo la dignidad de la persona que fruto de una ofensa se había “perdido”. Pero perdonar
no es actuar como si nada hubiera pasado, ni simplemente el cese de un sentimiento negativo16. Veamos
entonces qué significa, basándonos en la Dra. Jutta Burggraf 17.
Reconocer la ofensa. Quien perdona afirma que ha habido una injusticia. Para que esto sea posible, la familia
debe cuidarse de educar la conciencia moral.
Voluntad de perdonar. La experiencia de la ofensa produce sentimientos negativos, pudiendo sufrir
indignación e incluso ira. Es precisamente en esta conciencia de sufrimiento donde el que perdona no
reacciona de un modo automático, sino que responde de un modo voluntario queriendo ofrecer una respuesta
de amor que no puede reducirse a un estado psíquico18.
El perdón no está destinado en primer lugar a liberarnos de un rencor tenaz, sino a revelar a quien está prisionero del
propio acto su naturaleza de don19.
Actuar con libertad. El perdón es un acto moral, un acto libre específicamente humano que se concede
gratuitamente. Esta “gratuidad no se expresa sólo por la remisión de una deuda, sino por el don de una
libertad devuelta al otro. El acto no sustituye la deuda de la ofensa por la deuda de un perdón que haría al
ofensor deudor por segunda vez. El perdón le restablece en su dignidad, y un don tal no puede hacerse sin
amor”20.
La posibilidad de imponer a alguien que perdone contradeciría la raíz de esta respuesta libre ante la ofensa.
La noción de imperativo categórico que plantea Kant a través de la ley universal “hay que perdonar”,
convertiría el perdón en una obligación21.
La familia debe educar en la bondad de perdonar y la persona tiene que descubrir dicha bondad. Este aspecto
nos plantea el interrogante de cómo alguien puede ser capaz de perdonar ante el sufrimiento de la ofensa y
cómo podemos enseñar a perdonar sin violentar la voluntad del otro.
Integrar el pasado. El perdón manifiesta la reconciliación de la víctima con su historia.
La afectividad puede bloquear cada movimiento de reconciliación con el otro, pues la memoria retiene imágenes y
recuerdos profundos de heridas no cicatrizadas y siempre sangrantes. La libertad necesaria para perdonar realmente de
15 M.F. ECHAVARRÍA, El problema de la psicología contemporánea en su relación con la fe cristiana, Catholic.net, Artículos y noticias de
interés: consultado 17 de Octubre, 2011.
16 M. CRESPO, El perdón. Una investigación filosófica, Ediciones Encuentro, Madrid 2004, 43-74.
17 J. BURGGRAF, Convivir en el matrimonio. El arte de perdonar, Conferencia pronunciada el sábado 22 de abril de 2007 en el Instituto de
Estudios Superiores de la Familia de la Universitat Internacional de Catalunya.
18 D. VON HILDEBRAND, Moralia, Werke IX, Regensburg 1980, p. 338, en J. BURGGRAF, op. cit.
19 J. LAFFITTE, Vida humana: don, vida y perdón, p. 256, en A. SCOLA, ¿Qué es la vida?, Ed. Encuentro, Madrid, 1999. , 251-274.
20 J. LAFFITTE, El perdón transfigurado, EIUNSA, Madrid 1999, 72.
21 J. LAFFITTE, op. cit., 89.
Pág. 4 Asociación Persona y Familia
5. El perdón en la familia como llamada a la vida nueva HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre
todo corazón, con toda la persona y las facultades exigiría una curación y ésta, a su vez, necesitaría tiempo y un paciente
trabajo interior22.
Mirar al ofensor en su dignidad personal. El perdón mira el bien del otro, no se trata de una estrategia
psicológica que lícitamente puede buscar la persona para liberarse del mal sufrido.
El perdón no separa en abstracto la identidad del otro de su específico modo de ser fáctico. El verdadero perdón afirma,
por el contrario, la naturaleza del otro y restaura su humana teleología. El perdón descubre incluso en la acción negativa
aquella posibilidad positiva cuyo envilecimiento dio lugar a la acción. El perdón no exige al otro que se desprecie a sí
mismo ni su específica condición natural, sino que la descubre23.
Restablecer la justicia y la comunión. El que perdona no se conforma con restablecer la justicia con la
venganza, sino que realiza una justicia objetiva al restaurar la dignidad de la persona. Así, el perdón
“introduce al ofensor en un camino de justicia al destruir el vínculo con la ofensa”24. Dado que la ofensa hace
injusto al ofensor e introduce al ofendido en la vivencia de una injusticia personal, el perdón es un acto de
justicia en la medida que les devuelve el derecho a la dignidad.
Capacidad de regenerar. El perdón nos hace experimentar una vida nueva en nosotros, abriéndonos un
camino iluminado por la esperanza, pues el verdadero perdón:
Tiene un carácter de reparación. Su singular significación moral reside en que es una especie de creación. A diferencia de
la aceptación originaria de la subjetividad ajena, el perdón contribuye a permitir que se haga real aquello que se acepta. De
ahí que la emancipación del ser idéntico de la pasividad que encierra la afirmación así soy yo, sólo sea posible con la
ayuda de otro, que en el acto del perdón dice: no, tú no eres así25.
Si bien el ser humano es capaz de ofrecer el perdón por medio de su voluntad, restituir la huella que ha
dejado la ofensa es algo que le excede:
A diferencia de todo perdón superficial humano, el perdón que proviene de Dios nos regenera. Y puede hacerlo porque
pasa a través del juicio de la Cruz de Cristo (…). La gracia que puede renovarnos y renovar las relaciones entre las
personas es la que mana de la Cruz. Esta implica una real y concreta asunción de la gravedad del pecado y la necesaria
conversión26.
4. EL PERDÓN EN LA FAMILIA
El amor humano nos permite tener experiencia del Amor Trinitario a través del perdón, siendo la expresión
máxima del amor en la entrega de Cristo en la Cruz. Si bien, esta realidad espiritual nunca deberá vivirse de
un modo desencarnado, pues debemos tener presente la unidad sustancial cuerpo-alma de la persona, por lo
que no podemos olvidar el proceso psicológico natural que puede experimentar ante la ofensa.
Las relaciones familiares tienen unas características propias, influyendo en el modo de perdonar.
Recomendamos tener presente esta cuestión, para diferenciar el perdón conyugal, parental y fraternal. En la
tesina hacemos un esbozo de dichas relaciones, pues es importante tenerlas presentes dado el carácter
asimétrico del perdón.
4.1. AYUDAR A PERDONAR
En las fuentes consultadas27 se ha podido constatar la eficacia del perdón para la curación de las personas. La
Asociación Americana de Psicología nos ofrece distintas líneas de investigación28, destacando Robert Enright
22 L. MELINA, Por una cultura de la familia. El lenguaje del amor, Ed. Edicep, Valencia 2009, 35.
23 R. SPAEMANN, Felicidad y benevolencia, Ed. Rialp, Madrid, 1991, 280.
24 J. LAFFITTE, op. cit., 76.
25 R. SPAEMANN, op.cit. , 279.
26 L. MELINA, op.cit., 42.
27 ASOCIACIÓN AMERICANA DE PSICOLOGÍA (APA –en inglés-), COLEGIO OFICIAL DE PSICÓLOGOS DE MADRID, webs: instituto
internacional del perdón: http://www.internationalforgiveness.com; artículos, investigación y recursos de psicología:
http://kspope.com/index.php; I Congreso Internacional de “aconsejamiento” cristiano: cómo curar los traumas de la violencia, la terapia del
perdón: buscar dicho título en la página: http://www.mpereyra.com/ ; la experiencia de distintos psicólogos como puede ser su trabajo a través de
terapia focalizada en la emoción, etc.
28 AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION, Forgiveness: A Sampling of Research Result, Washington, Dc: Office of International
Affairs. Reprinted, 2008.
www.jp2madrid.org Pág. 5
6. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre El perdón en la familia como llamada a la vida nueva
como precursor de dichos estudios, creando el “Instituto Internacional del Perdón” en 1994 y dedicando años
de investigación para su aplicación. Junto con Fitzgibbons realiza un modelo sobre el proceso que hay que
seguir para realizar la terapia del perdón29.
Podemos encontrar un estudio de las diferentes perspectivas teóricas sobre Psicología del Perdón en la
Revista “Clínica Contemporánea” del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. En su artículo30, se resalta la
importancia del perdón en el bienestar psicológico y físico. Destacan que una de las propuestas con mayor
apoyo empírico es el modelo del ya citado R. Enright (1996)31. Tras hacer un breve recorrido histórico, en el
artículo concluyen que el estudio del perdón debe desvincularse de enfoques morales o religiosos, para poder
aprovechar su potencial terapéutico y sus beneficios para la salud, lo cual consideramos una conclusión
apresurada pues no está basada en ningún fundamento, pero acogemos esta conclusión, dado que no es válida
toda religiosidad32, pero cuando el saber teológico se basa en la verdad no es contradictorio con el saber
científico sino complementario33.
El papel de la persona concreta que ayuda a perdonar es clave, siendo la relación personal que se establece el
cauce que permitirá un adecuado ejercicio de la prudencia para poder discernir el momento y el camino más
apropiado para ayudar a perdonar.
Considero que no podemos hablar de “efectividad” de tal o cual técnica psicoterapéutica, si no nos preguntamos primero
por la salud psíquica de tal psicoterapeuta, sea psiquiatra o psicólogo, que la aplica. En última instancia, no son las
técnicas las que curan, sino las personas34.
El buen terapeuta debería intentar identificar el plan de Dios para el paciente y ayudarle a reconducirse hacia Él. Para esto,
lo primero es ayudar al paciente a ver la verdad y ayudarle a obrar prudentemente mediante una reeducación de sus
facultades cognitivas, para luego sanar las carencias afectivas por medio del descubrimiento del amor de Dios35.
Para ayudar a perdonar proponemos el modelo de R. Enright36, adaptado por J. Cooper y M. Gilbert37 en su
trabajo con parejas:
Fase 1: conciencia/exploración de sentimientos: favorecer un ambiente donde la persona pueda expresarse
libremente, evitando realizar juicios sobre sus vivencias, para que pueda reconocer que “ha sido tratada
injustamente”. Se tendrán presentes las estrategias ineficaces que se han seguido para combatir las
consecuencias de la ofensa y se podrán utilizar estrategias para afrontar el resentimiento38 -diario sobre las
emociones negativas, diario de las emociones positivas al final del día, etc.-
Fase 2: disposición para el perdón/remordimiento: una vez que son conscientes de las emociones que
experimentan, pueden apartarse de la búsqueda de venganza y experimentar un cambio de sentimientos. Esto
implica tener voluntad de perdonar, pues luchamos contra el resentimiento ofreciendo una respuesta de amor
ante la ofensa sufrida.
Se puede incluir una parte de resolución de conflictos donde se asuma el control de lo sucedido y se
propongan estrategias para afrontar la situación de un modo distinto en el futuro. Si el ofensor está presente
29 R. D. ENRIGHT; R.P. RITZGIBBONS, HELPING CLIENTS FORGIVE: AN EMPIRICAL GUIDE FOR RESOLVING ANGER AND RESTORING HOPE,
AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION,WASHINGTON 2000.
30 “El perdón como Herramienta Clínica en Terapia Individual y de Pareja”, Clínica Contemporánea. Revista de Diagnóstico Psicológico,
Psicoterapia y Salud, Vol. 3, nº 2 (2012), 121-134.
31 Referencia del artículo: R.D. ENRIGHT, “Counseling within the forgiveness triad: On forgiving, reciving, forgiveness, and self-forgiveness.
Counseling and Values”, 40 (2), 1996, 107-126.
32 La gran diferencia entre el cristianismo y otras religiones, es que no se basa en una moral sino en el seguimiento de una persona: Cristo.
33 Respecto al drama de la separación entre fe y razón: “En el ámbito de la investigación científica se ha ido imponiendo una mentalidad
positivista que, no sólo se ha alejado de cualquier referencia a la visión cristiana del mundo, sino que, y principalmente, ha olvidado toda relación
con la visión metafísica y moral”, en JUAN PABLO II, “Carta Encíclica Fides et Ratio”, 14 de septiembre 1998, n. 46.
34 I. ANDEREGGEN, Z. SELIGMANN, La Psicología ante la Gracia, Ed. EDUCA, Buenos Aires 1999, 29.
35 D. CAZZOLA BOIX, Personalidad y virtud. De la psicología de la personalidad moderna a la concepción cristiana de la virtud, trabajo de
investigación dirigido por el Dr. M. Echavarría, Programa de doctorado persona y despersonalización, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
Abat Oliva, Barcelona 2011, 124.
36 R. ENRIGNT, Forgiveness is a choise, APA Books, Washington, D. C.
37 J. COOPER; M. GILBERT, El papel del perdón en el trabajo con parejas, en C. RANSLEY; T. SPY, “El perdón y el proceso de curación.
Una cuestión central en la terapéutica”, Madrid 2009, 109-131.
38 Conclusiones extraídas a partir del libro: M. SCHELER, El resentimiento en la moral, CAPARRÓS EDITORES S.L, Colección Esprit, Madrid
1998.
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7. El perdón en la familia como llamada a la vida nueva HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre
durante la terapia, podrá encontrar en ella un espacio donde pueda reconocer su culpa, dando lugar al
remordimiento sobre lo sucedido.
En este momento se clarificará qué es perdonar, viendo las diferencias que existen entre excusar, olvidar o
reconciliarse sin perdón.
Si bien es cierto que tratar la afectividad de la persona en el proceso terapéutico será un paso imprescindible
para el perdón39, esto no implica una sanación inmediata o completa de las heridas, siendo en tantas
ocasiones obstáculos para el perdón, por lo tanto, la decisión de pedir a Dios una curación interior se
convierte entonces en la elección de los medios para llegar con el tiempo a un perdón efectivamente
realizado40.
Fase 3: reformulación/reparación: se trata de asumir la responsabilidad en la relación. Hay un trabajo
hacia la comprensión de lo sucedido, pudiendo empatizar la parte ofendida con el otro. Se trata de “ponerse
en su piel”, sin realizar un juicio moral sobre lo sucedido.
Reconocer la propia fragilidad, la propia vulnerabilidad es un paso indispensable para reconocer y acoger la
fragilidad del otro que me ha ofendido. Puesto que amar implica “querer el bien para la otra persona”, desde
el reconocimiento de la propia herida, el ofensor puede mirar al otro reconociendo que “él no es así”, no se
puede identificar con su ofensa sino que su dignidad se fundamenta en el ser digno de amor.
Además, perdonar implica sufrir nuevamente: “¿estás dispuesto a soportar el dolor de lo que pasó?, ¿estás
dispuesto a decir esta persona tenía heridas por lo que ahora me ha herido?”41. La respuesta a esta paradoja
nos introduce en el misterio del amor en la Cruz. En la experiencia se descubre que si nos negamos a soportar
el dolor por las injusticias de los demás, la tendencia natural es a “desplazar” esa ira contenida en otros
contextos de la vida42. En cambio, aceptar ese sufrimiento implica tomar conciencia de un amor más
profundo, donde el ofendido se reconoce como alguien que puede hacer bien a los demás.
La ofensa presenta al ofensor ante una pregunta moral: “¿quién soy yo que he hecho esto?”. En las relaciones
familiares a este remordimiento propio de la acción se le une el darse cuenta del destinatario de su ofensa y
de cómo afecta su acción a la promesa de felicidad a través de la comunión.
Fase 4: descubrimiento y liberación: la experiencia de la ofensa introduce a los protagonistas en una nueva
historia, donde ambos pueden reconocerse en su fragilidad personal y ser fortalecidos en el amor.
Con humanidad y humildad la pareja entra en un proceso de transformación afectiva43.
Se descubre el significado del sufrimiento44, la necesidad de perdón como un deseo de amar, el significado de
que no estás solo -la soledad nos cierra en nuestro dolor-, un propósito de vida donde la persona busca ser
fuente de vida para los demás y, la libertad del perdón.
El ofensor no siempre aceptará el perdón inmediatamente. Tendrá que superar una serie de dificultades que
pueden surgirle, como la vivencia de la falsa actualidad de la ofensa viviéndola como un elemento presente.
Es lo que J. Laffitte denomina “la experiencia del fecisse”. Pero también la dificultad para aceptar el perdón
podrá deberse a la intuición del carácter irreversible de la ofensa cometida puesto que es imposible volver
atrás.
39 “Emotion-focused couples therapy and the facilitation of forgivenes, Journal of Marital and Family Therapy, Jan 2010, 36, 1, ProQuest, 28.
40 J. LAFFITTE, op. cit., 264.
41 R. ENRIGHT, Aprender a perdonar: un camino para prosperar, conferencia desarrollada en el Congreso Eucarístico Internacional de Dublín,
Irlanda 14 de junio 2012.
42 “Se puede producir una sustitución afectiva: se traslada un afecto de un objeto a otro mediante una relación en general simbólica. Es lo que está
detrás del chivo expiatorio sobre el que recaen las iras del pueblo como elemento sustitutivo de lo que podría comprenderse como una culpa
común. Está vinculado directamente con la función proyectiva del afecto y manifiesta aquí una especial necesidad de producir una descarga
afectiva para evitar la ansiedad de un afecto intenso no cumplido”, basado en L. CIAN, “La relación de ayuda”, CCS, Madrid 1995, 109-121.
En psicología tiene relación con la “proyección afectiva”, trasladando sobre los demás los propios sentimientos.
43 C. RANSLEY; T. SPY, op.cit., 129.
44 JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, 11 de febrero de 1984, 29.
www.jp2madrid.org Pág. 7
8. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre El perdón en la familia como llamada a la vida nueva
Esta impotencia es la del perdón humano que no tiene poder de penetrar en el núcleo metafísico de la acción cometida, en
el hecho mismo de que haya sido cometida (…), el perdón del ofendido no es la Palabra todopoderosa de Dios y, por tanto,
no realiza aquello que significa. El ofensor perdonado sigue enfrentado con su vulnerabilidad: las consecuencias de la falta
no pueden ser disueltas en el estricto cuadro de la ética. Hay que volverse hacia lo religioso: sólo una intervención divina
puede permitir la conversión del ofensor aislado y pecador45.
El perdón divino puede que no haga desaparecer la ilusión del fecisse, puesto que la persona no logra
perdonarse a sí misma aún cuando ha podido obtenerlo válidamente en el Sacramento de la Reconciliación,
teniendo que enfrentarse a ciertas barreras psíquicas. Aún así:
La penitencia cristiana tiene una dimensión terapéutica que se ejerce hasta la comprensión que el culpable tiene de sí
mismo. Si no es humanamente posible cambiar la materialidad irreparable de un acto cometido, el proceso de penitencia se
inscribe en un acto de fe en la eficacia del perdón recibido. […] La justa medida de la penitencia permite al culpable
integrar psíquicamente el alcance absoluto de la reparación que se le pide46.
El perdón no exime de la reparación del mal cometido, sino más bien permite ser consciente de la necesidad
de hacerlo -la justicia lo exige-, siendo necesario propiciar una ocasión donde ese mal cometido pueda ser
reparado.
Conclusiones
Siendo la familia una realidad natural, es imagen de Dios en el mundo, por eso desde ella y en ella podemos
descubrir el sentido de la vida, en definitiva, ser felices.
La experiencia del perdón hace posible la comunión entre personas, abriéndonos a la Vida Nueva que nos
ofrece Jesucristo.
Comunión de personas, familia, felicidad, perdón, psicología, Revelación.
¿Qué papel ha desempeñado tu familia en tu vida?.
¿Guardas resentimiento hacia algún miembro de tu familia que no puedes superar?.
¿Qué dificultades tienes para perdonar a quienes te hieren?.
¿Cómo eres capaz de perdonar?.
¿Asumes tus faltas acercándote a quien has herido a pedir perdón?.
¿Te acercas al Sacramento de la Confesión con frecuencia?.
¿Cuál es tu experiencia al saberte perdonado?.
45 J. LAFFITTE, op. cit., 106-110.
46 J. LAFFITTE, op. cit., 274
Pág. 8 Asociación Persona y Familia
9. El perdón en la familia como llamada a la vida nueva HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ Nº 21 Año 2014 Noviembre
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http://www.unav.edu/congreso/ideologiadegenero/programa1
INSTITUTO INTERNACIONAL DEL PERDÓN, http://www.internationalforgiveness.com
Oh Padre misericordioso,
tu Hijo Jesucristo, juez de vivos y muertos,
en la humildad de su primera venida ha rescatado a la humanidad del pecado
y, en su retorno glorioso, pedirá cuentas de todas las culpas:
concede tu misericordia y el perdón de los pecados a nuestros padres,
a nuestros hermanos y a nosotros tus siervos,
que impulsados por el Espíritu Santo
volvemos a ti arrepentidos de todo corazón.
Por Cristo nuestro Señor.
ROSA MARÍA GONZÁLEZ MAYORAL
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología de la Familia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II
Oración de Perdón del Beato Juan Pablo II
Año Jubilar 2000
Pág. 10 Asociación Persona y Familia