1. ¿Cómo imaginamos nuestras vidas? ¿Qué esperamos
de nuestras vidas?
La imaginación es la llave de la esperanza
Dios no habla en prosa aburrida, en mensajes
moralistas, en rituales rutinarios. Dios habla a través de
símbolos, eventos y maravillas que sorprenden y liberan
el corazón.
f) La imaginación,
llave de la esperanza
2.
5. Dimensión Pastoral
5.1. Luces en nuestro diálogo
La primera pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Qué busco yo en el
diálogo con los no-creyentes?
Si la primera idea es pensar “tengo que convertir a esta persona” considero
que el punto de inicio es errado.
El punto de partida hemos de plantearlo desde otro ángulo: amar al no
creyente en su libertad. Ante todo yo respetaré su libertad y sólo hablaré de
Dios o de la dimensión religiosa si la otra persona quiere escucharme.-
Regla de oro: “Podrías y nunca deberías”. Cuando me dirijo a la otra persona
con el “podrías” estoy respetando totalmente su libertad.
El “tú deberías” está más cerca a cualquier tipo de fundamentalismo. No hay
mucha diferencia entre “deberías” y una actitud fanática, como no hay
diferencia entre el “deberías” y un ateo fanático que quiere destruir a todos los
creyentes.
3. a) Creatividad Pastoral
Se necesita una creatividad para despertar de nuevo el
sentido religioso.
No podemos usar el lenguaje cristiano normal porque
muchas veces lo sagrado a las personas ya no les dice nada.
El ministerio es preparar el corazón más que una explícita
proclamación y celebración de la fe. Como decía Newman:
error fatal “acercarse a las verdades de la fe sin preparar el
corazón”.
4. b) La poesía de la propia experiencia
Nuestro lenguaje tiene que tener un tono, sobre todo cuando el no creyente que
tenemos delante es un ex-creyente. Para evocar el umbral de la posibilidad no
tiene sentido repetir las palabras viejas, porque las palabras han de sorprender.
Sólo el lenguaje poético (que es además el de la Biblia) puede despertar de nuevo
el deseo de Dios. Lo que hoy se necesita es dar voz al lenguaje del deseo como
hacían las parábolas de Jesús.
¿Cuál es el mejor lenguaje poético?
En mi propia experiencia he constatado que compartir con los no creyentes la
propia experiencia y la propia historia tiene mucho más poder que catequizar o
discutir ideas o decirle al otro lo que tiene que hacer.
La propia historia tiene un poder
enorme, porque parte de la vivencia.
LLas palabras están cargadas de
vida y de toda su riqueza y misterio.
5. - La propia historia tiene más poder, más poesía, más metáfora.
Y obviamente este estilo narrativo es no ponerme yo “al centro” sino
que se trata de partir de la propia experiencia para donarme al otro.
Quizás la única biblia que leerá un no creyente será la biblia de
nuestras vidas.
- Recordemos además que así fue como Jesús evangelizaba:
contando historias y dejando la libertad para que cada quien la acoja
o no.
6. El problema de las personas no está tanto en las ideas sino sobre todo en
el estilo de vida que llevan. A veces pasamos horas discutiendo ideas con
los no creyentes. Creo que se pierde tiempo.
Si uno vive un estilo de vida superficial, lleno de ruido, actividad,
consumismo es imposible despertar una búsqueda espiritual más
profunda.
Nuestra cultura y las personas tienen más problemas con la ante-sala de
la fe que con la fe misma.
Es importante no dar respuestas antes de conocer las preguntas de las
personas.
c) Conocer las preguntas de
las personas
7.
d) La amistad
Cuando uno es joven tiene
muchísimos amigos, pero cuando el
tiempo pasa la amistad se reduce a
menos personas pero al mismo tiempo
baja la intensidad y se convierte en
una presencia sutil pero fiel que
perdura a través del tiempo.
¿Existe algún crecimiento como
persona que no esté relacionado a
nuestras relaciones humanas?
Las personas buscan un camino
donde sentirse escuchadas, curadas a
través de una presencia que abra la
puerta hacia el misterio.
8. e) El camino del amor
Finalmente el camino decisivo para el diálogo con los no-
creyentes es el diálogo del amor, no el diálogo de los dogmas,
ideas, doctrinas.
A través de mi amor sincero, a través de mi entrega generosa
al otro, de servicio, de reconocer en el otro el rostro de Cristo
es el mejor camino para hacer partícipe al otro del amor
salvador de Dios. A través de nuestro amor nos convertimos en
el camino salvífico del otro. Si a mi amor el responde con amor
estaremos viviendo la dimensión evangélica: “lo que hicieron
con uno de mis pequeños conmigo me lo hicieron”. El amor
hacia nosotros se convertirá para ellos en camino de
9. 5.2. Comprender la gradualidad de la fe
a) James Fowler
James Fowler fue un protestante muy cercano a la Iglesia católica y
fundó la escuela del desarrollo de la fe y recoge todas sus reflexiones
en el libro: “Stages of faith”.
Señala que existen 7 etapas en el desarrollo de la fe.
Obviamente no habla de los contenidos de la fe, della fides quo, sino
más bien del cómo se cree, de la fides qua.
Revisar estas 7 etapas sirve para ver tanto
el desarrollo positivo como la posibilidad
de permanecer bloqueado en una o varias etapas.
10. Puede ayudar a realizar un diagnóstico de ver en donde se
encuentra la persona y si está bloqueada psicológicamente
o espiritualmente en su camino de crecimiento, o quizás
porque no se ha saciado.
Estas etapas no se han de entender como gradas, como
que después de una se pasa a la otra, sino más bien como
una cadena de árboles que el siguiente incluye el
precedente. Para cada etapa se indica una edad que ayuda
para quien ha vivido en una familia de fe.
11. Fase primordial: está basada en la confianza fundamental que se tiene
en la vida que se expresa simbólicamente en la sonrisa del recién nacido
que suele suceder en el segundo mes. Es tan importante, que von
Balthasar parte de aquí para desarrollar una fenomenología de la sonrisa
como paradigma de la vida de fe como respuesta de un amor.
Primera etapa (2-5 años). El nacimiento del lenguaje coincide con el
nacimiento de las imágenes que domina todo y originan miedos y
esperanzas. Esta etapa es muy importante porque crea nuestra
disposición para la fe. Es muy importante la formación en la conciencia de
la muerte, que entra en el mundo de la persona.
Segunda etapa (6 a 11 años). Es la etapa narrativa, en la cual el niño
vive fascinado de los cuentos y por ello en el campo catequético es el
momento de las parábolas. Es la fascinación por la dimensión narrativa.
12. Tercera etapa (12-19 años). Se descube la importancia de las
relaciones, del grupo, pero no hay todavía autonomía, sólo hay
una fuerte solidaridad emotiva. Si esta etapa dura, la persona
permanece con lealtad a la institución, pero no alcanza a la fe
personal. Muchas personas permanecen en esta etapa, porque
se pierden los elementos de esta etapa pero no se encuentra
nada más. En esta época es muy importante una fe profesada y
hecha propia. El peligro de permanecer en esta etapa es la de
permanecer anclados a las expectativas de los otros, sin
encontrar la propia identidad.
Cuarta etapa (20-30 años) En esta etapa se toman las
verdaderas decisiones de la vida. Es una etapa de fuerte
responsabilidad porque se comprende quién es uno y se
aprende a caminar con los propios pies. La fe se convierte en
un compromiso personal, que sabe ir contra corriente. En esta
fase nace el creyente consciente y crítico.
13. Quinta etapa (35 años y más) es el momento en que se
encuentra miles dificultades, en que caen las certezas y la vida se
convierte en el “sacramento” de la auto-desilusión. No se sabe
más quién es uno, donde uno va, se debe aprender a enfrentar el
silencio y aprender la compasión. Es esta la dantesca selva
oscura que se encuentra en el medio del camino de nuestra vida.
Sexta etapa (50 años y más) Se llega a una serenidad universal y
la libertad de la unción con Dios en todo, viviendo frente a la
muerte con serenidad.
La traducción de todo esto es que hay diversas formas de
crecimiento en la fe y de situaciones que hacen que uno no crea y
provoca la no-creencia. Cuando hemos rechazado a Dios, en qué
etapa nos encontrábamos?
14. 5.2. Emaús como ícono
bíblico
Si el ateísmo militante no ha muerto el ateísmo principal es el
de la calle. Una imagen buena de cómo acercarse a los no-
creyentes nos viene del mismo Jesús cuando se acerca a dos
no-creyentes, a dos personas desilusionadas de lo que había
sucedido. Este episodio es muy interesante. En ella
reconocemos seis etapas:
1. La importancia de caminar con los no-creyentes, estar
cercanos a ellos. Entrar en contacto humano con ellos y
compartir con ellos el viaje de la vida.
15. 2. Escuchar su historia, y también sus interpretaciones erradas. Escuchar sus
puntos de vista con pre-comprensiones o prejuicios sobre distorsiones sobre
Dios, Jesús y la Iglesia.
3. Presentarles la Palabra cuando veamos que el momento ha llegado,
haciéndoles preguntas sobre su vida, sobre lo que emerge de la escucha, de
modo que la Palabra pueda tocarles en lo profundo y pueda encenderles el
corazón. Si antes estábamos al nivel de la pre-evangelización, ahora estamos
en el nivel de la primera evangelización explícita. Y es interesante ver que el
tema de discusión principal es el sufrimiento. Para llegar a este momento
puede pasar meses o años.
4. Suscitar la liberad, porque Jesús hace el que se va pero son ellos que lo
invitan a quedarse con él. La fe es libre.
5. Momento sacramental: es el momento del reconocimiento, del “sí, es El”.
6. Momento eclesial: regresar a la comunidad para comunicar lo que la