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A la iglesia de Corinto Capítulo 6
El epistolario del NT contiene dos misivas enviadas por Pablo a Corinto.  La 1ra es conocida hacia el 95 por Clemente Romano (1Clem. 37,5; 47,1-3; 49,3).  La cita como un escrito paulino. Después de él, a partir de Ignacio de Antioquía (Eph. 16,1; 18,1; Rom. 5,1), no sólo la citan frecuentemente sino que no tienen dudas o incertezas acerca de su autenticidad. Probables reminiscencias de la 2da se encuentran en Policarpo (Phil. 2,2) y en Carta a Diogneto (5,8).  El texto de las dos cartas está contenido por entero en el manuscrito P46 (Chester Beatty), escrito hacia el 200.  Han sido reconocidos como canónicos desde tiempos antiguos; de hecho, ambas son citadas en el Canon muratoriano, donde figuran al inicio del corpus paulino
La autenticidad de las dos cartas enviadas con el nombre de Pablo a la comunidad de Corinto no es puesta en discusión por ningún estudioso.  De hecho, en ellas se reflejan vivamente la personalidad, el estilo y las ideas del apóstol. Por otro lado, se descubren numerosos datos que permiten situarlas en ambiente histórico-geográfico y cultural en el cual él ha actuado
a.LA COMUNIDAD DE CORINTO
1. UNA CIUDAD RICA Y CORRUPTA La ciudad de Corinto, situada en el istmo homónimo, era conocida en la antigüedad por su prosperidad económica y por su poder político.  En el 338 aC. el rey Macedonio Felipe II la había hecho el centro de la liga panhelénica, confiándole así la guía política de toda la Grecia.  A causa del papel asumido en la resistencia contra los Romanos, había ido completamente destruida por el general Lucio Mummio (146 aC.).
Cerca de un siglo después (44aC.) Julio César la había reconstruido.  La nueva Corinto tomó el nombre de Laus Julia Corinthus y se convierte en la capital de la provincia de Acaya (27 aC.).  Al tiempo de Pablo contaba probablemente con medio millón de habitantes, en parte romanos
Corinto era importante sobre todo para el comercio, favorecida por sus dos puertos; Lecaón al norte, en el golfo de Corinto y Céncreas en el golfo Sarónico.  En la antigüedad, estuvieron unidas de modo que una nave de carga transitar de un mar a otro.  En la época de Pablo este ingenioso sistema ya había caído en desuso.
La actividad comercial era fuente de un notable bienestar económico, concentrado en las manos de pocos ricos. El resto de la población, compuesto por esclavos y trabajadores de puerto, vivía en condiciones no decorosas.  También había una clase intermedia, formada sobre todo por artesanos y empleados de la administración púbica, quienes tenían poco peso en la vida de la ciudad
Cada año se tenían en el gran Templo de Poseidón los “juegos ístmicos”, los cuales congregaban gente de toda raza, lengua o religión.  Entonces la ciudad era un centro intenso de intercambio cultural entre el mundo greco-romano y los países más remotos de Asia y África.  En ella tenía un papel unificador la cultura griega que influenciaba profundamente en la vida y en las costumbres de toda la población
Desde el punto de vista religioso Corinto era célebre por el culto de la diosa Afrodita, a la cual se le había dedicado un famoso santuario.  Según Estrabón acogía más de mil sacerdotisas dedicadas a la prostitución sagrada. Pero esta noticia, no confirmada, se refiere a la antigua Corinto, mientras que en el tiempo de Pablo, tal vez sólo existía un pequeño templo sobre el Acrocorinto.
No faltaban otros cultos, entre los cuales eran particularmente florecientes aquellos orientales y mistéricos. Característica de Corinto era la formación de pequeños grupos religiosos (qi,asoi), que colocaban como cabeza a un “protector”.  También existía una consistente comunidad judía.  En cuanto a la moral, Corinto no gozaba de buena fama: ello se debía tanto a la actividad del puerto como al tipo de religiosidad dominante.
2. EL NACIMIENTO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA Según la narración de Hch, Pablo fundó la comunidad de Corinto al finalizar su 2do viaje misionero (Hch 18,1-17).  Después de haber evangelizado Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea), el apóstol se dirigió a Atenas y de allí se dirigió a la capital de Acaya.  En Corinto encontró a Aquila y Priscila, una pareja de judíos, probablemente ya cristianos, los cuales habían dejado Roma a causa del edicto con el cual el emperador Claudio había expulsado a todos los judíos de la capital.
Como ellos eran también fabricantes de tiendas (schnopouoi,), Pablo se les unió, trabajando para su sustento. También se dedicaba al mismo tiempo a la predicación que tenía lugar en la sinagoga el día sábado. Después de un cierto tiempo, le dieron el alcance desde Macedonia, Silas y Timoteo (cf. 1Tes 3,2), se dedicó totalmente a esta actividad.  Como los judíos le creaban gran dificultad, se estableció en la casa de Ticio Justo, un “temeroso de Dios” que vivía junto a la sinagoga.  Los frutos no tardaron en venir: muchos corintios, entre los cuales el jefe de la sinagoga, Crespo, se convirtieron al cristianismo
En este período Pablo tuvo una visión: apareciéndole el Señor lo animó a persistir en su trabajo apostólico, asegurándole su ayuda y prometiéndole conversiones abundantes. Transcurrido cerca de un año y medio, los judíos hicieron una denuncia contra él ante el procónsul romano Galión, con la acusación de propiciar un culto contrario a la ley.  Pero Galión, visto que se trataba de una cuestión religiosa interna de la comunidad judía, no consideró intervenir.  Nace una trifulca, durante el cual, Sóstenes, jefe de la sinagoga, fue golpeado por la gente.
Después de este episodio, Pablo se quedó por algún tiempo en la ciudad, luego se embarcó para Siria en compañía de Priscila y Aquila (18,1).  Llegados a Éfeso, los dos esposos se detuvieron, mientras que Pablo tomaba contacto con la comunidad judía, prosiguió para Jerusalén, desde donde luego retornó a Antioquía
Terminaba, según el esquema de Hch, el 2do viaje misionero de Pablo (Hch 18,18-22). Después de un breve tiempo, partió para Galacia y Frigia.  Mientras tanto, llegaba a Éfeso un judío de Alejandría, de nombre Apolo, “hombre culto y conocedor de las Escrituras”, que era ya creyente en Cristo pero que conocía sólo el bautismo de Juan. Aquila y Priscila, después de haber completado su formación, lo enviaron a Corinto, donde su obrar fue muy útil para la comunidad (18,23-28).  Poco más tarde, llegaba a Éfeso también Pablo (19,1)
De las noticias que encontramos en el cuerpo paulino, resulta que en Corinto el apóstol había tenido junto a sí a Silvano y Timoteo (1Tes 1,1; cf. 3,6). Probablemente éste último le había llevado una gran ayuda financiera desde Filipos(2Cor 11,9; cf. Filp 4,15).  Acerca de la modalidad de su predicación en Corinto, él observa:  “Cuando yo, hermanos, llegué a ustedes, no llegué para anunciarles el misterio de Dios con despliegue de elocuencia o de sabiduría; pues me propuse no saber entre ustedes otra cosa que a Jesucristo; y éste, crucificado. Y me presenté ante ustedes débil y con mucho temor y temblor. Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder” (1Cor 2,1-4). Siendo el fundador de la comunidad (1Cor 3,10; cf. 9,1-2; 2Cor 3,3), personalmente el apóstol bautizó solamente a Crispo y Gayo además de la familia de Estéfanas (1Cor 1,1.16).
En cuanto a Apolo, él se empeñó con gran celo en la evangelización de Corinto (1Cor 3,6). Involuntariamente se convierte en ocasión de división, porque en él se apoyaba uno de los partidos en los cuales se había dividido la comunidad (1Cor 1,12).  Después de un cierto tiempo, el alejandrino dejó Corinto para regresar a  Éfeso, aquí se encontraría junto a Pablo mientras escribe la 1Cor. (1Cor 16,12).
La permanencia en Corinto representó para Pablo una etapa culminante del trabajo apostólico en Grecia.  Probablemente ya habría decidido de dirigirse a Roma y desde allí embarcarse para España.  No pudo realizar prontamente este proyecto tal vez a causa del edicto de Claudio, que había prohibido el acceso a Roma a los judíos (cf. Hch 18,2). Mientras tanto, se dedicará a la evangelización de Éfeso y al cuidado pastoral de las comunidades apenas fundadas.
3. RICOS Y POBRES La composición de la comunidad de Corinto no es conocida sino de modo indirecto y fragmentario.  Según Hch, Pablo en Corinto no tuvo mucha fortuna en ambiente judío. Se puede suponer que la nueva fe haya sido aceptada preferentemente por el estrato greco-romano de la población.  Había en la comunidad una minoría calificada hebrea, desde el momento en que Crispo, jefe de la sinagoga, se había convertido con toda su familia (Hch 18,8), llevando ciertamente con él a otros de sus correligionarios.  El bautismo de un cierto número de judíos es confirmado por el mismo Pablo (1Cor 12,13), el cual les exhorta a no esconderse su origen (7,18-19).
La mayor parte de los cristianos de Corinto pertenecía a los estratos sociales más humildes (cf. 1Cor 1,26). Sólo algunos eran ciudadanos libres, mientras que otros, en número no precisado, eran esclavos (1Cor 12,13; cf. 7,21).  No faltaron tampoco otro tipo de personalidades:  ,[object Object]
Gayo tenía una casa capaz de acoger a toda la comunidad (Rom 16,23),
Aquila y Priscila eran ricos comerciantes (Hch 18,2), los cuales estaban en grado de ofrecer el mismo servicio en Éfeso (1Cor 1,19) y en Roma (Rom 16,3-5)
Crespo, para haber llegado a ser jefe de la sinagoga, debía tener una óptima posición económica. ,[object Object]
Este estrato económico, y también más culto de la comunidad, era también el más sensible al mensaje de Pablo.  Allí había muchos cristianos menos dotados desde el punto de vista económico e intelectual, los cuales vivían su fe de modo simple y espontáneo, llevando consigo los condicionamientos de su experiencia precedente.  Éstas eran vistas con una cierta suficiencia por los primeros, que las consideraban como “psíquicas” (2,14), “carnales” (3,1), “débiles” (8,9-11). A ellas también van las simpatías del apóstol (9,21), el cual, acusa a aquellos que se consideran “espirituales” de ser todavía “carnales” y “niños” en la vida cristiana (3,1-3).
Las desigualdades sociales típicas de la gran metrópoli griega se encuentran al menos en parte, también al interior de la comunidad cristiana, si bien no resulte que fuesen casi de extrema pobreza o de riqueza excesiva.  Esta situación no podía no crear entre sus miembros dificultad y tensiones, las cuales contribuyeron en medida notable el surgimiento de problemas religiosos.
B. LA PRIMERA CARTA
1. TEMAS PRINCIPALES Y SU ARTICULACIÓN La carta se abre, según la costumbre de Pablo, con el prescripto, de la cual hace parte un largo agradecimiento (1,1-9), y termina con el proscripto que comprende numerosas noticias personales (c. 16).  En el cuerpo de la carta se toman en consideración, abusos, dificultades y problemas que emergen en la comunidad.
El criterio con el cual el apóstol reagrupa sus argumentos no es claro.  Algunos estudiosos consideran que Pablo haya seguido un orden temático bastante coherente.  U. Vanni divide el cuerpo de la carta en 4 bloques lit.:  1,10—3,22: prevalece la idea de la sabiduría;  4,1—6,11: caracterizado por la frase “hincharse de orgullo” (cf. 4,5; 5,2) es condenada la auto exaltación de los Corintios;  6,12—11,1: flanqueado por el slogan: “todo me es lícito” (6,12; 10,23), presenta tres temas con respecto a la corporeidad;  11,2—16,14: se afrontan diversos argumentos con respecto a las asambleas litúrgicas (cf. 11,17).  No faltan los tentativos de identificar el plan de la carta a partir de procedimientos de la retórica griega.
La opinión más común permanece hasta ahora aquella en el cual Pablo ha ordenado su material en base a las informaciones y a los pedidos de los corintios:  1,10—6,20: corrige los abusos del cual ha tenido noticias a través de la “gente de Cloe” (cf. 1,11) y tal vez también de Estéfanas, Fortunato y Acaico (cf. 16,17);  7—14: da su respuesta a algunas cuestiones que le habían sido propuestas por escrito (7,1; cf. 8,1; 12,1);  15: afronta el tema de la resurrección final, acerca del cual es difícil decir si le han llegado preguntas explícitas o sólo algunas ideas
Prescripto y agradecimiento (1,1-9) I. Algunos comportamientos negativos (1,10—6,20) 1) La división en partidos (1,10—4,21). 	a. Introducción (1,10-17) 	b. La verdadera sabiduría (1,18—3,4) 	c. Los predicadores cristianos (3,5—4,21) 2) Tres graves abusos (5,1—6,20) 	a. El incestuoso (5,1-13) 	b. Las luchas entre cristianos (6,1-12) 	c. La fornicación (6,12-20)
II. Directivas y consejos (cc. 7--14) 1) Matrimonio y virginidad (c. 7) 	a) Los esposos cristianos (vv. 1-16) 	b) Cada uno que permanezca en su condición (vv. 17-24) 	c) Las vírgenes, los célibes y las viudas (vv. 25-40) 2) La carne sacrificada a los ídolos (8,1—11,1) 	a) Libertad de los cristianos y cuidado a los hermanos más débiles (8,1-13) 	b) El ejemplo de Pablo (9,1-27) 	c) Los israelitas y la tentación de la idolatría (10,1-13) 	d) Directivas prácticas (10,14—11,1) 3) Las asambleas comunitarias (cc. 11—14) 	a) El velo de las mujeres (11,2-16) 	b) La cena del Señor (11,17-34) 	c) Los carismas (cc. 12—14) 		- Su función en la Iglesia, cuerpo de Cristo (12,1-31) 	- “El himno del amor” (13,1-13) 		- Directivas prácticas (14,1-40)
III. La esperanza cristiana (c. 15) 1) La resurrección final (vv. 1-34) 2) Características del cuerpo resucitado (vv. 35-53) 3) Himno triunfal (vv. 54-58) Epílogo y Postcripto (c. 16)
2. PABLO EN ÉFESO: OCASIÓN PARA LA CARTA Pablo escribe 1Cor mientras se encontraba en Éfeso (cf. 1Cor 16,8).  Su permanencia en esta ciudad duró, según Hch, cerca de 3años (cf. Hch 20,31),  Se recuerdan sólo 3 episodios:  el bautismo de un grupo de discípulos de Juan Bautista, ya creyentes en Cristo (Hch 19,1-7);  la mala aventura de algunos exorcistas judíos (19,11-20);  los disturbios causados por los orfebres de la ciudad (19,23-41). Después de este último episodio Pablo, obligado a dejar Éfeso, se dirigió a Corinto y, después de tres meses, se puso en viaje de vuelta a Jerusalén (20,1—21,16), donde fue arrestado y procesado
En 1Cor, Pablo da algunas noticias acerca de su permanencia en Éfeso. En esta ciudad “se ha abierto una puerta propicia y  grande” para su obra de evangelización “aunque los adversarios sean tantos” (1Cor 16,9).  Allí incluso se ha visto obligado a “luchas contra las fieras salvajes”(15,32).  Mientras se dedica a la predicación y al cuidado de los nuevos convertidos, mantiene los contactos con cristianos de Galacia, entre los cuales, da inicio a una colecta en favor de los “santos” (16,1), vale decir, de los cristianos de Jerusalén
Con los cristianos, las relaciones han sido muy estrechas.  Ante todo, les escribe una misiva (carta A), que tal vez se ha perdido, en la cual, entre otras cosas, les exhorta a no mezclarse con libertinos (1Cor 5,9).  Luego, les envía noticias mediante los familiares de Cloe (1,11). Por otro lado, lo visitan Estéfanas, Fortunato y Acayo, responsables de la comunidad (16,15-18). También son portadores de una carta, en la cual, los Corintios le ponen toda una serie de cuestiones (7,1).  Otras noticias, le llegarían a través de Apolo, que mientras tanto, ha llegado a Éfeso (1Cor 16,12).  Pablo viene así a saber que en la comunidad de Corinto se han dado algunos graves abusos, mientras circulan malos entendidos y dudas acerca de algunos puntos de su enseñanza.
El apóstol escribe a los Corintios una 2da misiva (carta B), la 1ra de las dos cartas canónicas.  En ella corrige los abusos, aclara su pensamiento acerca de algunos puntos controversiales y al mismo tiempo propone la colecta para la iglesia de Jerusalén (16,1-4).  Timoteo probablemente es el portador de la carta (16,10). Comunicará a los Corintios las directivas de Pablo (c. 4,17) y dará inicio a la colecta.
Pablo, por su parte, cuenta de ir a Corintio después de Pentecostés, pasando a través de Macedonia, y de quedarse hasta que pase el invierno. Luego, si es necesario, se dirigirá a Jerusalén para llevar lo recaudado en la colecta, o tal vez proseguirá para otro destino (1Cr 16,3-8). Los efectos de la misiva y de la misión de Timoteo no son conocidos, pero es cierto que rápidamente retornó con el apóstol, porque aparece como remitente, junto con él, de 2Cor (2Cor 1,1).
1Cor entonces fue compuesta antes que sucediesen los hechos que impulsaron a Pablo a abandonar Éfeso. Se sitúa en un período de intensa actividad apostólica que vio al apóstol trabajando no sólo en la primera evangelización del Asia proconsular, sino también en el cuidado pastoral de las comunidades apenas fundadas.  Como fecha aproximativa de su composición se puede indicar hacia la mitad del año 51
3. LA COMUNIDAD RESPONDE A SU FUNDADOR Pablo en Corinto se enfrenta tal vez, por 1ra vez, con un frente “antipaulino”, vale decir, con cristianos que, al interior de una comunidad por él fundada, no sólo sostienen ideas diversas de la suya sino que critican explícitamente su persona (cf. 9,3).  La oposición se mueve tal vez en los estratos más cultos y pudientes de la comunidad, pero desde allí se extendía de modos diversos a todos sus miembros
a. Los problemas de un cristianismo de frontera Los abusos y malos entendidos que Pablo corrige en 1Cor no son atribuidos por Pablo a un grupo particular de personas. Se trata de tendencias bastante difundidas en la comunidad.  Se puede pensar que en ellas estuviesen interesados sobre todo aquellos que de alguna manera se oponían también a su persona
Las ideas de los opositores se pueden intuir con una cierta aproximación de las intervenciones correctiva del apóstol.  Ellos están convencidos que Dios ha instaurado su reino (escatología realizada) y que, en cuanto elegidos, participan de su soberanía (cf. 4,5.8). Distinto de Pablo, no logran aceptar que la meta final sea todavía lejana (9,24-26; 13,8-10.12).  La insistencia del apóstol en la muerte de Jesús (1,13.17-25; 2,2.8; 5,7; 8,11; 11,23-26; 15,3-5) muestra que los opositores tendían a exaltar el Cristo glorioso (cristología de la gloria), minimizando la obra cumplida por Jesús en su vida terrena
Con el Resucitado, se sentían unidos sobre todo mediante el conocimiento (gnwsij), considerado el único medio capaz de garantizar su salvación (8,1).  Este conocimiento era alimentado sobre todo por los discursos de los predicadores (1,17; 2,4-7), en torno a los cuales se formaban grupos pequeños (1,12) similares a los qi,asoi muy difundidos en la ciudad.  Ellos encontraban su máxima expresión en los carismas de la comunidad (1,5), de modo particular en el “hablar lenguas”, que podía dar lugar a manifestaciones estáticas similares a aquellas de los paganos (12,1-2).  Como efecto del conocimiento de su adquisición, los cristianos se consideraban hombres perfectos (2,6) y espirituales (3,1; 12,1), totalmente libres de todo condicionamiento (9,1; cf. 6,12; 10,23) y consideraban a los otros, débiles en la fe (8,7-12).
Tal espiritualismo exacerbado llevaba a estos cristianos de Corinto al desprecio del cuerpo. En el campo sexual su posición oscilaba entre los excesos del libertinaje (5,1-5; 6,12.15) y el de un rígido ascetismo (7,1).  No tenían escrúpulos para consumir carne sacrificada a los ídolos (8,4-6).  Probablemente su resistencia en relación a la resurrección final (cf. 15,12) se debía al hecho que no aceptaban la idea que el cuerpo participase de la gloria final y definitiva de los salvados.  La Cena del Señor (11,28) y tal vez el bautismo (10,1-5; 12,13) eran considerados capaces de poner automáticamente al creyente, prescindiendo de sus disposiciones personales, en relación directa, casi mística, con el Señor glorioso
En la comunidad de Corinto había tomado pie un modo de concebir y de vivir el cristianismo, distinto a aquel inculcado por el apóstol.  Sin formar todavía un sistema homogéneo y bien definido, las nuevas ideas ponían en discusión aspectos neurálgicos de su evangelio con respecto a la persona de Cristo, la salvación y la Iglesia, con situaciones preocupantes en el campo moral.  Es claro que los que sostenían estas ideas no podían no manifestar desconfianza y hostilidad en relación con el apóstol.
b. Las raíces culturales del frente antipaulino La identidad de los adversarios de Pablo es objeto de un debate entre los exégetas.  Fue considerado por 1ra vez por F.Ch.Baur. Sostiene que el partido de Cristo en Corinto no era otro que la facción judaizante y petrina de la comunidad, la cual se contraponía al partido de Pablo y a aquel de Apolo.  La hipótesis judío-cristiana suscitó las simpatías de diversos estudiosos, los cuales identificaban espontáneamente a los adversarios de la Primera con aquellos de la Segunda carta. Ph.Vielhauer ha afirmado que en 1Cor 3,11 Pablo polemiza con aquellos que quieren poner a Pedro como fundamento de la Iglesia en la línea de Mt 16,18.
W. Lütgert: en ambas cartas los adversarios de Pablo eran cristianos pneumáticos y libertinos de orientación gnóstica. Aquellos, despreciando la debilidad carismática del apóstol y colocando en 2do plano el Cristo crucificado, se habían hecho promotores de una nueva libertad entusiasta basada en el evangelio. Esta hipótesis ha suscitado numerosas adhesiones: W. Schmithals: en Corinto se desarrolló una gnosis precristiana de extracción judía, a la cual se adherían los miembros del partido de Cristo, en contraposición a aquellos de los otros tres grupos mencionados por Pablo.
U. Wilckens: los adversarios de Pablo propagaron una cristología modelada sobre el mito judío-gnóstico de la Sabiduría de Dios que desciende de lo alto y cuyo cuerpo es crucificado por el poder demoníaco (cf. 1Cor 2,6.8). H. Conzelmann: prefiere hablar no de gnósticos en sentido propio sino de “proto-gnósticos”, cuyo sistema puede ser definido como una gnosis en status nascenti. A pesar de su amplia difusión, esta línea interpretativa es hoy contestada especialmente por los expertos del gnosticismo, los cuales ponen en guardia del peligro de proyectar sobre los opositores de Pablo las connotaciones de un movimiento que se desarrolló un siglo después.
Junto a las dos orientaciones dominantes se suena nuevamente la opinión ya sostenida hace ya algunos años por J. Dupont: en Corinto se estaba difundiendo un movimiento cristiano de matriz judeo-helenista, cuyas ideas eran cercanas a aquellas de Saby de Filón de Alejandría.  Apolo le habría dado un impulso decisivo , e cual, en base al retrato que de él se tiene en Hch 18,24-28, parece poseer todas las características teológicas que Pablo atribuye a sus adversarios
La crisis que se desencadenó en Corinto se puede atribuir en buena parte, a la predicación de Apolo, el cual, habría presentado a Cristo como la Sabiduría y el Hijo de Dios que, entrando en la gloria del Padre mediante la resurrección, otorga un conocimiento nuevo.  En fuerza de este don, sus seguidores son libres de los condicionamientos de la materia y al fin de esta vida, entran en relación directa con el mundo divino.
A la parte más culta de la comunidad, este anuncio debió haber parecido superior a aquel de Pablo, el cual había puesto al centro de su predicación el Cristo crucificado (cf. 1Cor 2,2). Así se comprende la oposición que se manifestaba sobre todo al interior del grupo de los que apoyaban a Apolo
4. LA CRÍTICA LITERARIA DE PANTALLA La autenticidad, al menos en su globalidad, no suscita particulares problemas.  Las dificultades surgen más que nada a consecuencia de su unidad.  En ella se observan, de hecho, desarmonías, cambios repentinos de tema y contradicciones que podrían hacer pensar en la fusión de escritos originariamente distintos.  J. Héring, por ejemplo, observa que Pablo escribe antes que se dirija a Corinto (4,19),  Luego anuncia que su venida será postergada (16,5-9). Como consecuencia de las carnes sacrificadas a los ídolos demuestra preocupación sólo de la caridad hacia los débiles (8,1-13; 10,23—11,1). Luego da al problema una solución rigorista (10,1-22). En el c. 9 retoma el discurso sobre su apostolado que parecía ya concluido precedentemente (cc. 1—4)
Sobre la base de estos puntos J. Héring propone la siguiente hipótesis:  la gente de Cloe ha llevado a Pablo noticias poco seguras acerca de la comunidad de Corinto, quienes, por su cuenta, le han enviado una carta en la que le piden explicaciones acerca del matrimonio y la carne sacrificada a los ídolos.  Pablo responde con una 1ra carta (1Cor 1—8; 10,23—11,1; 16,1-4.10-14).  Luego le llegarán otras noticias por medio de Estéfanas y él escribe una 2da carta (1Cor 9,1—10,22; 11,2—15,58; 16,5-9.15-24)  Un redactor posteriormente habría fusionado las dos cartas dándole sólo pequeños retoques
Otros consideran que la 1ra carta enviada a la comunidad (carta A), en la cual se exhortaba a los cristianos a no mezclarse con libertinos (cf. 1Cor 5,9),no se hubiese perdido sino que se conservó al interior de la primera carta canónica. Ella también aparecería en 2Cor 6,14—7,1, un paso que parece fuera de lugar en su contexto actual.  Como consecuencia W. Schmithaals descompone la 1Cor en dos cartas. J. Weiss considera, por su parte, que en ella en realidad, hay tres cartas: la carta previa (A) y dos cartas sucesivas, que contendrían respectivamente la respuesta al escrito enviado por la comunidad (cf. 7,1) (B/1) y la toma de posición en relación con los partidos de Corinto, de los cuales habían llevado noticias aquellas de Cloe (B/2).  En fin, R. Pesch encuentra incluso en la carta hasta cuatro misivas
Ninguno de los tentativos hechos para identificar las cartas originarias ha logrado hasta ahora resultados satisfactorios. El multiplicarse es un signo de que ese camino tomado no es seguro.  Por eso, la mayor parte de los estudiosos sostiene hasta ahora la unidad de la carta y explica sus incongruencias por el hecho de que ella se ha debido a las varias redacciones, en un tiempo más que nada largo, durante el cual Pablo pudo haber recibido nuevas informaciones y haber cambiado sus programas.
5. EL MENSAJE: LA SALVACIÓN EN CLAVE COMUNITARIA 1Cor es un escrito eminentemente práctico, en el cual Pablo afronta una serie de problemas con respecto a la vida de la comunidad.  El método que adopta es típicamente teológico, en cuanto procede según un esquema “triangular”, que prevé: ,[object Object]
la confrontación con los datos esenciales de la fe, y
las soluciones prácticas que se derivan. En la carta se encuentran numerosos desarrollos doctrinales que manifiestan, en modo sistemático, el pensamiento del apóstol
a. Dios, Padre de Jesucristo Al origen y sobre todas las cosas, Pablo pone a Dios, quien las ha creado por medio de su sabiduría (1,21).  Él es el Padre que ha dado la existencia al universo y representa el fin último al cual todo creyente debe orientar su vida:  “Para nosotros, no hay más que un solo Dios, el Padre de quien (evxou-) todo [procede] y nosotros [somos] para él (eivjauvto,n)” (8,6).  Es a Él, al final, al Cristo a quien dará el reino, después de haber reducido a la nada todo principado, toda potestad, todo dominio (15,24).
Desde el punto de vista cristológico, la contribución más original de la carta consiste en la identificación de Cristo con la Sabiduría de Dios (1,24).  Él es el único Señor “en virtud del cual (diVou-) [existen] todas las cosas, y nosotros por medio de él (diVauvtou/) retornamos al Padre” (8,6).  Único mediador de la creación y de la salvación, él confiere a todos los hombres el don de la justicia (justificación), de la santificación y de la redención (1,30), tomando así el lugar que en el judaísmo se le daba a la ley mosaica; ya antes de su nacimiento en la carne, él estaba presente y operante en la historia de su pueblo
En la obra de Cristo, el aspecto más importante es su muerte en cruz: Ella es tontería para aquellos que van en perdición, pero para aquellos que se salvan es poder de Dios (1,18). En fuerza de su muerte cruenta Cristo se ha convertido en “nuestra Pascua” (5,7), vale decir, en el cordero pascual inmolado por nuestros pecados (cf. 15,3).  El sentido de la muerte de Cristo se comprende plenamente sólo a la luz de su resurrección (15,3-4), negarlo le quitaría todo valor a la predicación apostólica y a la fe de los cristianos (15,14-15)
Cristo continua hoy su obra mediante el Espíritu, el único capaz de sugerir la profesión de fe “Jesús es el Señor” (12,3).  De él viene toda la sabiduría que Pablo comunica a sus cristianos (2,10-16).  Es el Espíritu quien guía a la comunidad mediante los carismas (12,7-11). Entonces, Pablo en esta carta lee la acción salvífica de Dios en clave trinitaria, mostrando cómo en la muerte de Cristo en cruz, se haya revelado plenamente el poder misericordioso de Dios, que continua obrando mediante el Espíritu para salvación de toda la humanidad.
b. La comunidad de los santos El proyecto salvífico de Dios, actuado en la cruz de Cristo, tiene como término la formación de la Iglesia, que es el pueblo de Dios de los últimos tiempos, la comunidad de “aquellos que son santificados en Cristo Jesús” (1,2).  Ella se hace visible en la comunidad local, cuyos miembros están en comunión con todos aquellos que invocan el nombre del Señor nuestro Jesucristo.  La Iglesia es el campo, el edifico de Dios (3,9), su templo, fundado sobre Jesucristo (3,11) en el cual habita el Espíritu Santo (3,16), el cuerpo mismo de Cristo, del cual son miembros con pleno derecho tanto judíos como griegos, esclavos como libres (12,12-13)
Su característica fundamental es la unidad; quien introduce una división entre sus miembros no hace sino lacerar el cuerpo de Cristo (1,13).  En la Iglesia, cuerpo de Cristo, se entra mediante el bautismo (1,13-15; c. 10,2; 12,13).  Este mismo cuerpo se hace visible en la Cena del Señor. En ella se actúa aquella solidaridad entre hermanos que es el fruto por excelencia de la muerte de Cristo (11,23-29; cf. 10,16-17).  Tal solidaridad no excluye la exigencia de separarse de los hermanos que no hacen el esfuerzo (5,11). Pero esta “separación” tiene una función medicinal, porque tiene como objetivo su salvación (5,5).
La unidad de los creyentes va a la par con la multiplicidad de los carismas que el Espíritu distribuye a cada uno para utilidad común (12,4-11).  Como los miembros del cuerpo, así los carismas, también los más insignificantes, tienen todos una gran dignidad, y por eso, deben ser respetados y cultivados (12,12-27).  Ellos no crean división porque tienen lo vital que es el amor, que es un don de Dios, el único capaz de edificar la Iglesia (13,1-13; cf. 8,1-3).
La dignidad de los carismas no excluye que, en vista de la edificación de la Iglesia, se establezca entre ellos una especie de jerarquía (12,28-30).  El primero de los carismas que el Espíritu distribuye a la Iglesia es aquel de los apóstoles (12,28) los cuales son ministros de Cristo (4,1) y servidores de la comunidad (3,21-22), por ellos edificada sobre el único fundamento que es Cristo (3,12-15). Ellos deben representar en vivo en sí mismo, la cruz de Cristo, de modo que se conviertan en modelo para todos los cristianos (4,9-16).
En cuanto al apóstol Pablo, es el fundador de la comunidad (9,2), a la cual ha anunciado en primer lugar el evangelio (1,17).  Por eso no tiene miedo de presentarse a sí mismo como ejemplo para imitar (4,16; 9,19-23).  A los anunciadores del evangelio, los cristianos deben el máximo respeto, evitando servirse de ellos para crear divisiones en la comunidad (4,6).
Un papel preponderante en lo referente al carisma del profeta en la Iglesia, el cual, “habla a los hombres para su edificación, exhortación y consuelo” (14,3).  Más a fondo, en orden de importancia (después de milagros, sanaciones y asistencia) se sitúa el carisma de gobierno, que compete a los responsables locales de la comunidad (12,9-10.28-30). Al final de la carta el apóstol no cesa de recomendar sumisión y respeto en cuanto “han dedicado al servicio de los hermanos” (16,15-16).  En fin, Pablo no rechaza ni siquiera el carisma de “hablar en lenguas” (glosolalia), siendo consciente de los riesgos que ello comporta (14,1-25).  Para el ejerció de la glosolalia, como también para aquel de profecía, traza severas directivas para que no se verifiquen abusos o escándalos (14,26-40).
c. Para una moral de servicio Todos los miembros de la Iglesia están llamados a un elevado comportamiento moral, abandonando definitivamente los vicios propios de su sociedad (5,11; 6,9-10).  En particular, Pablo es muy exigente por lo que respecta a la vida sexual, que encuentra su verdadero significado en el amor recíproco del hombre y de la mujer (6,16) vivido en el ámbito de la familia (7,3-6). Contra las primeras tendencias de carácter dualístico, afirma la licitud del matrimonio y de todo lo que ello comporta, colocando en primer lugar la exigencia, afirmada por el mismo Jesús, de una fidelidad recíproca sin límites de tiempo (7,10).
A los no casados propone el celibato en cuanto considera que ello, en la perspectiva inminente de la parusía, pueda garantizar más que el matrimonio, un servicio indiviso al Señor (7,25-35). En la vida moral del creyente tiene un papel importante la conciencia, la cual le permite de deducir, de las instancias supremas del evangelio, las líneas prácticas del comportamiento.  Las directivas de la propia conciencia, también cuando son objetivamente discutibles, tienen para cada uno un carácter vinculante y como tal son respetadas (8,7-13). Los creyentes deben estar atentos a la sensibilidad de los extraños, los cuales podrían permanecer escandalizados de actitudes demasiado liberales y desprejuiciadas (10,32; cf. 5,1; 11,14).
Las enseñanzas del apóstol aparecen  como una viva espera escatológica.  En la perspectiva del fin inminente, él aconseja a cada uno vivir en la condición en la cual se encontraba cuando se adhirió a la fe (7,17-24).  Si como “pasa la escena de este mundo”, a todos recomienda una sincera separación de las realidades terrenas (7,29-31).  Al final tendrá lugar la resurrección de los justos, del cual la resurrección de Cristo es la primicia (15,20-23).  En ella estará involucrado todo el hombre, comprendida su componente corporal, la cual será transformada para poder participar en la nueva realidad de los redimidos (15,51-53). Entonces la muerte será eliminada para siempre, y con ella desaparecerá el pecado y la ley, sobre las cuales se funda su poder (15,54-57).
La idea clave de toda la carta es el amor, que parte de Dios y se revela en la muerte de Cristo sobre la cruz y del don del Espíritu Santo.  Tal amor representa la verdadera fuente y la única razón de ser de la Iglesia; ella hace que las relaciones de los creyentes entre ellos y con todos sean radicalmente renovadas.  Construida sobre el amor, la Iglesia es signo de esperanza para toda la humanidad, a la cual anuncia el advenimiento de un mundo nuevo
1. ESTRUCTURA DE LA CARTA La Segunda carta a los Corintios se inicia con el prescripto (1,1-11) y termina con un breve proscripto (13,11-13).  El cuerpo no presenta un andamiento orgánico y progresivo. De hecho, se nota una fuerte escisión entre el c. 7 que termina con una expresión de gozo por la buena acogida que los Corintios han tenido para con Tito, y el c. 8 en el cual, el apóstol enfrenta el tema de la colecta. Otra escisión  se advierte entre el c. 9 al final del cual el apóstol agradece a Dios por el don de la colecta, y el c. 10, en el cual, por el contrario, inicia de modo improvisado una apasionada defensa en relación a las acusaciones que le han sido dirigidas.  Teniendo en cuenta estas dos escisiones la carta se divide claramente en tres partes (1,12—7,16; 8,1—9,15; 10,1—13,10), entre las cuales no existe un nexo lógico preciso.
Al interior de la primera parte se notan 2 escisiones que dividen el orden de las ideas:  ,[object Object]
 Entre 7,4, donde termina su autodefensa diciéndose estar pleno de consolación aún en las tribulaciones, y 7,5 donde retoma la narración del viaje a Macedonia. Esta parte de la carta aparece dividida en dos secciones,  1,12—2,13; 7,5-16: narrativa y confidencial, marco de la 2da 2,14—7,4: de carácter apologético.  Esta 1ra apología es completamente autónoma con respecto a aquella contenida en los últimos 4 cc: entre las dos no faltan los llamados temáticos y verbales.  cc. 8—9, aún tratándose ambos de la coleta, aparecen claramente como dos desarrollos autónomos del mismo tema.
Prescripto y agradecimiento (1,1-11) I Una crisis ya superada (1,12—7,16) 1) Los hechos pasados: la visita intermedia, una ofensa recibida, la carta amarga (1,12—2,13). 2) La autodefensa de Pablo (2,14—7,4) 	a) Introducción (2,14-17) b) El ministerio de la nueva alianza (3,1—4,6) c) En vista de la gloria futura (4,7—5,10) d) El ministerio de la reconciliación (5,11—6,2) e) El comportamiento del apóstol (6,3—7,4) 3) Conclusiones acerca de los hechos pasados: el encuentro con Tito (7,5-16)
II. Las colectas para los pobres de Jerusalén (cc. 8—9) 1) La comunión en el servicio de los santos (c. 8) 2) Por una eucaristía de todas las iglesias (c. 9) III. Segunda defensa del apóstol (cc. 10—13) 1) La acusación de debilidad (10,1—1) 2) La acusación de ambición (10,12-18) 3) La vanagloria del apóstol (11,1—12,18) 4) En previsión de una próxima visita (12,19—13,10). Epílogo y Postcripto (13,11-13)
2. DESARROLLO DE LA CRISIS DE CORINTO Las vicisitudes que han dado origen a 2Cor están brevemente indicadas en el curso de la misma.  En contraste con cuanto había decidido precedentemente (cf. 1Cor 16,3-6), Pablo prolongó se permanencia en Éfeso, comunicando previamente a los Corintios que se habría dirigido hacia ellos, y posteriormente iría a Macedona para regresar luego a Corinto y de allí dirigirse a Judea; de tal manera que haría tenido dos veces el gusto de verlos (2Cor 1,15-16)
Por desgracia, su visita a Corinto fue ocasión de un doloroso contratiempo, pues mientras se encontraba aún en la ciudad o justo después de haberla dejado, Pablo recibió, en persona o uno de sus colaboradores, una grave ofensa que tocaba de cerca su dignidad de apóstol (2,5-10; 7,11-12).  En el pasado, era la opinión que el agraviante no fuese otro que el incestuoso de Corinto (cf. 1Cor 5,1-5), pero hoy eso está prácticamente excluido porque al respecto el apóstol habría pronunciado una excomunión tajante.
Parece que el agresor no fuese un miembro de la comunidad (cf. 7,11).  Nada hace pensar que esta situación tuviese como fondo una cuestión doctrinal de importancia. Si el incidente turbó las relaciones de Pablo con la comunidad, se debió al hecho de que ésta, con toda probabilidad, no tomase claramente posición en su favor.  Pero no se excluye que el personaje en cuestión haya actuado como representante de un frente antipaulino más amplio, del cual se tiene noticias en otras partes de la carta. Los que apoyan esta hipótesis consideran generalmente que la carta escrita en medio de lágrimas fuese en realidad la Primera a los Corintios.
El incidente obligó a Pablo a cambiar sus proyectos, en vez de ir a Macedonia para luego regresar, como había prometido, a Corinto, partió para Éfeso y de allí, “en un momento de gran aflicción y con el corazón angustiado, entre muchas lágrimas” (2,4), escribió una carta a la comunidad y la envió con toda probabilidad por medio de Tito Esta es la tercera carta enviada a Corinto (indicada, por eso, como carta C), después de aquella que se perdió (cf. 1Cor 5,9: carta A) y la primera carta canónica (carta B).
Luego, el apóstol se dirigió a Tróade para evangelizar aquella ciudad, esperando al mismo tiempo de encontrarse con Tito y recibir noticias de Corinto.  En Tróade el mensaje evangélico encontró una acogida favorable, pero Pablo, no habiendo encontrado a su colaborador, partió para Macedonia (2,12-13).  En esta región, probablemente en Filipos, se encuentra con graves problemas, tanto al exterior como al interior de la comunidad (7,5).  Yiene la consolación de encontrar a Tito, el cual le refiere que los Corintios han castigado al que lo ofendió (2,5-6) y están sinceramente incómodos con lo que ha sucedido (7,6-7).
Entonces el apóstol escribe de nuevo a la comunidad, alegrándose por lo sucedido y exhortando a los cristianos a perdonar al ofensor. Se trata de la 4ta carta (carta D) escrita por Pablo a los Corintios, que corresponde en todo o en parte a 2Cor. En fin, envía nuevamente a Tito a Corinto para llevar a término la colecta para la iglesia de Jerusalén (8,6)
2Cor fue escrita por Pablo hacia la mitad del 54, cuando, después de la forzada interrupción de su permanencia en Éfeso, se encontraba en Macedonia, antes de acercarse nuevamente a Corinto y de ponerse en viaje para la Judea. ¿Pero se trata de toda la carta o sólo de la parte en donde aparecen estas noticias?
3. LOS RESTOS DE UNA INTENSA CORRESPONDENCIA 2Cor es seguramente paulina.  Las dudas sólo corresponderían a un brano (6,14—7,1), que diversos estudiosos consideran como un agregado posterior.  De hecho, no rompe el hilo lógico que une 6,13 (“abran también ustedes sus corazones”) con 7,2 (“hagan lugar en sus corazones”). Por otro lado, revela un tono marcadamente judío, similar a aquel de los textos de Qumram.  Según algunos estudiosos, el brano es auténtico, pero originariamente habría sido parte, como se ha visto, de la carta A recordada en 1Cor 5,9.  No faltan aquellos que continúan considerándolo auténtico y en el lugar adecuado
Mucho más complejo es el problema de la unidad interna de la carta.  De hecho, ésta está compuesta de diversas partes que no se relacionan claramente entre ellas y que en origen, podrían haber sido otras tantas misivas autónomas: Carta de reconciliación (1,1—2,13 + 7,5-16); Primera apología (2,14—6,13 + [6,14—7,1] + 7,2-4); Carta credencial para la colecta en la iglesia de Corinto (c. 8); Carta credencial para la colecta en las iglesias de Acata (c. 9); Segunda apología (cc. 10—13)
Diversos estudiosos modernos consideran que los cambios repentinos de estilo y el argumento no son tales como para poner en tela de juicio la unidad de la carta, en cuanto podrían haber sido causados por nuevos eventos o estados de ánimo suscitados durante su composición.  Por el contrario, según otros, la situación de la carta puede ser adecuadamente explicada sólo suponiendo que en ella confluyan diversas misivas enviadas en momentos sucesivos a la comunidad de Corinto.  Si como luego en 2Cor 2,4 Pablo recuerda haber escrito precedentemente una misiva “entre tanta lágrima” (carta C) uno se pregunta si por casualidad no haya sido conservada, al menos en parte, al interno de la carta.
Aquellos que consideran 2Cor como una compilación de cartas autónomas o fragmentos no están de acuerdo en el número o en la extensión de las mismas, el contexto histórico en el cual han surgido y su sucesión en el tiempo. Entre las hipótesis más confiables se pueden recordar las siguientes:
Las noticias recibidas desde Corinto acerca de la llegada de los nuevos predicadores obligaron a Pablo a dirigirse a la ciudad.  	Después de la ofensa recibida y el retorno a Éfeso, el apóstol escribe la carta “entre lágrimas” que corresponde a 2Cor 11—13.  	Después de haberse encontrado con Tito en Macedonia, probablemente en Filipos, y haber sabido que la ofensa había sido reparada, él escribe una segunda carta con la cual pone fin a toda esta situación: ella consiste en 2Cor 1-9
2) Pablo viene a saber de la nueva situación que se ha creado en Corinto y se dirige a la ciudad. 	Luego frente a la ofensa recibida, escribe la carta de las lágrimas (perdida). 	Este episodio se concluye definitivamente en una carta de reconciliación (cc. 1-9) escrita después del regreso de Tito.  	La situación se agudiza y Pablo escribe una dura carta polémica (cc. 11—13).  	La pacificación tendrá lugar sólo durante la tercera visita de Pablo (cf. Hch 20,2-3).
3) Después de haber sabido de la nueva situación en Corinto, Pablo envía una primera carta apologética (2,14—7,4). 	Luego se dirige a la ciudad, donde encuentra a la comunidad en estado de rebelión y recibe una gran ofensa.  	Entonces escribe la carta de las lágrimas (cc. 10—13). 	Ésta obtiene finalmente los efectos deseados y Pablo, después de haber recibido las buenas noticias traídas por Tito, escribe la carta de reconciliación (1,1—2,13; 7,5-16).  	Le da a Tito 2 cartas credenciales para la colecta (cc. 8 y 9). Esta hipótesis es la que recibe hoy mayor consenso
La teoría que ve en 2Cor una colección de diversas misivas enviadas por Pablo se va cada vez más afirmando. En el último período de su permanencia en Éfeso, y luego, durante el viaje que lo habría llevado por última vez a Corinto, el apóstol habría escrito más veces a los cristianos de aquella ciudad.  Un redactor habría unido las diversas misivas de modo tal que apareciese un escrito aparentemente unitario. No se excluye que en este proceso, algunas partes de la carta (especialmente el prescripto y el postcripto) se hayan perdido, por cuanto contenía cosas ya dichas o referencias a situaciones o personas que resultaban incomprensibles en el nuevo contexto
4. LOS ADVERSARIOS DE PABLO Las dos secciones apologéticas de la carta (2,14—7,4 y 10,1—13,10) atestiguan que, después del envío de 1Cor, las relaciones entre Pablo y lo cristianos de Corinto pasaron a través de una crisis, determinada por el surgimiento de una nueva y más aguerrida oposición en relación con él.  Para comprender las reacciones del apóstol es importante identificar estos nuevos adversarios y definir sus ideas, además de su situación religiosa y cultural
a. Las características de los adversarios Pablo no hace referencia a los contenidos de la predicación de sus adversarios y ni siquiera los enfrenta directamente. Sí hace referencia en un modo polémico, dentro de un diálogo que tiene como únicos interlocutores a los Corintios.  Se pueden recabar sus ideas sólo de modo indirecto, suponiendo por una parte, que sean esas las concepciones que el apóstol condena y, por otra parte, que esas ataquen precisamente las posiciones doctrinales o prácticas que él defiende en los branos apologéticos
De la primera autodefensa(2,14—7,4), se deduce que los opositores de Pablo son predicadores cristianos que “mercantilizan” (kaphleu,ontej) la palabra de Dios (2,17) Se hacen pagar por la enseñanza impartida, como hacían los filósofos itinerante a menudo considerados tramposos vagabundos. Se presentaban en una comunidad con carta de recomendaciones dadas por otra comunidad precedentemente visitada (3,1).  Por otro lado, se consideraban dentro de la tradición judía, especialmente la ley, por la cual se podían paragonar con Moisés (3,7-10), ostentando en sí mismos de modo excesivo (5,12)
La sección polémica (cc. 10—13) deja entrever que los adversarios, se insinúan de una comunidad no fundada por ellos, recomendándose ellos mismos, poniendo la propia persona como criterio de autenticidad apostólica y se vanaglorian de los frutos y de las fatigas de otros (19,12.15.18).  Buscan seducir a los Corintios, como hizo un día la serpiente con Eva, anunciándoles un Jesús y un evangelio diversos de aquel predicado por Pablo (11,3-4).
Se presentan como “súper apóstoles” (11,5; 12,11) y pretenden ser mantenidos por la comunidad. Pablo ha renunciado desde el inicio a tal derecho (11,7—12,20; cf. 12,13-18).  En realidad, se trata de “pseudoapóstoles” obran fraudulentamente, ministros de Satanás, los cuales, imitando a su maestro, se revisten como ángeles de luz (11,13-15).  Se vanaglorian de ser hebreos, israelitas y descendientes de Abraham (11,22); además de “ministros de Cristo” (11,23), apoyándose en fenómenos estáticos, revelaciones y milagros (12,1.7.12)
En cuanto a Pablo, cuestionan su legitimidad apostólica (10,7-8),  lo acusan de debilidad y de oportunismo (10,1.10-11) y  subrayan su poco dominio de la palabra (11,6); llegan a insinuar que, no habiendo aceptado la ayuda de la comunidad, la habría explotado con el engaño (12,13-18). La presencia de dos secciones polémicas hace suponer que la ig. de Corinto haya pasado a través de dos momentos de crisis.  Las características que el apóstol atribuye a sus adversarios son tales que hacen pensar que se trate de los mismos personajes.  En ambos casos se trata de predicadores cristianos itinerantes, que visitan comunidades ya establecidas anunciándoles “su” evangelio, considerándose ellos mismos en la gloriosa tradición judía y haciendo muestra de fenómenos carismáticos; se exaltan a sí mismos y explotan a las comunidades
B. Judaizantes, gnósticos o misioneros judío-helenistas F.Ch.Baur indicó que el partido judeo-cristiano, encabezado por Pedro, propugnaba al interior de la Iglesia la observancia de la ley mosaica, verdadero y único frente contra el cual el apóstol combate tanto en la 1Cor como en 2Cor.  Los adversarios de Pablo serían, por tanto, predicadores judeo-cristianos de tendencia farisea (judaizantes) provenientes de la Palestina o de alguna región limítrofe, los cuales se apoyaban en la autoridad de los primeros apóstoles
Tenían la intención de inculcar en los nuevos convertidos, la práctica de la ley mosaica, aunque  al momento no se hablase de modo explícito.  Hacían lo imposible para descalificar a Pablo, y presentarlo como privado de autorización por parte de los primeros apóstoles.  Los nuevos predicadores de Corinto, serían exponentes de aquel movimiento que, partiendo de la Palestina, llegó en el mismo período a Filipos y a las iglesias de Galacia.
Según otros estudiosos, los opositores serían parte del mismo “movimiento gnóstico” contra el cual Pablo toma posición en 1Cor. De hecho, no manifiestan tendencias propiamente económicas, que, por otro lado, revelan la misma búsqueda de experiencias milagrosas y estáticas.  Es verdad que en 2Cor el humus del cual provienen los adversarios no es más el helenismo, sino el judaísmo, pero debemos notar que también en ellos estaba presente tendencias de carácter gnóstico.  Si bien en 2Cor la apertura de un nuevo frente antipaulino es provocado por personas extrañas a la comunidad, no se puede excluir que los “gnósticos” de Corinto hayan hecho causa común con los nuevos predicadores de ambiente judeo-cristiano, habiendo encontrado en ellos algunas de sus ideas, y sobre todo, su misma crítica en relación con Pablo.
Para D. Georgi, los nuevos llegados eran predicadores judeo-cristianos de ambientes helenísticos, los cuales daban gran importancia al hebraísmo, sin considerar indispensable la práctica de la ley mosaica.  Se apoyaban en la concepción helenística del “hombre divino” (theíosanēr), ya usada por la apologética judía, presentándose como personajes excepcionales, capaces de responder a las esperas milagrosas difundidas en ambientes griegos.  Esta tesis suscita hoy muchas simpatías, aunque la utilización por parte de los nuevos predicadores del concepto de “hombre divino” es siempre más cuestionada, en cuanto que ello no encuentra base ni en el mundo judío ni en el cristiano
G. Theissen afirma que los adversarios de Pablo eran simplemente predicadores cristianos que sostenían una diversa concepción del ministerio.  Como fundador de nuevas comunidades, Pablo se financia con su trabajo y encuentra la legitimización de su rol apostólico en los resultados obtenidos (cf. 1Cor 9,1; 2Cor 3,2; 10,15-16) Sus adversarios, por el contrario, se basan en una legitimización de tipo carismático, ligada a la carta del mandato de Jesús (cf. Mt 10,40-42; Mc 16,17-18). Por eso, visitan comunidades ya fundadas, viven de su ayuda y cumplen signos extraordinarios.  Estas dos formas de ministerio estaban destinadas a entrar en conflicto, en cuanto implicaban una distinta relación con la comunidad y al final, una diversa interpretación del mensaje cristiano
La identidad de los adversarios de Pablo en 2Cor queda, por tanto, como un problema abierto.  La línea indicada por Theissen permite afirmar que en la base de la controversia no hubiese relevantes contrastes doctrinales, sino más que nada, un problema de mentalidad, tal vez en gran parte determinado por el paso del cristianismo del mundo palestino a aquel helenístico
5. EL VERDADERO APÓSTOL DE CRISTO 2Cor no es sólo una apasionada apología que Pablo hace de sí mismo y de su ministerio en relación con sus adversarios, sino una amplia reflexión acerca del ministerio eclesial, que pone a la luz las características específicas en el plan de Dios y en la vida de la comunidad
a. El Cristo reconciliador Al presentar su ministerio apostólico, Pablo, toma como ejemplo la personalidad de Cristo, muerto y resucitado para la salvación de la humanidad.  Cristo es “imagen” en el cual Dios revela plenamente su gloria (4,3-6).  Por medio suyo, Dios ha reconciliado consigo todo el mundo (5,18-19). Él, que no había conocido pecado, ha sido tratado como “pecado” (sacrificio o víctima por el pecado), de modo que pudiésemos participar por medio suyo, de la “justicia de Dios” (5,21).
De rico que era, se ha hecho pobre por nosotros, para que nos hiciésemos ricos por medio de su pobreza (8,9).  En él se han dado todas las promesas de Dios (1,20). Él ha dado a los creyentes el Espíritu Santo, a quien se le atribuyen los apelativos de “unción, sello y fianza”, en cuanto inaugura y anticipa en ellos la salvación final.  Precisamente por obra del Espíritu se ha realizado la nueva alianza anunciada por los profetas (3,3-6).
La obra de Cristo tiene como resultado la fundación de la comunidad, la cual, salvada por él, une al suyo, su propio “amén” a gloria de Dios (1,20).  Ella es como una carta de Cristo, que lleva en sí, en los corazones renovados por sus miembros, la presencia viva y dinámica del Espíritu (3,3).  En ella, todos los creyentes participan de la vida nueva de Cristo resucitado (4,11-12) y se preparan para entrar un día en su gloria (4,17-18)
b. El ministerio de la nueva alianza Sobre este fondo Pablo delinea las características del ministerio apostólico.  El apóstol debe, ante todo, comportarse con la santidad y la sinceridad que viene de Dios (1,12). No debe hacer de patrón en relación a la fe de los cristianos. Es más que nada, colaborador de su gozo (1,24).  Es el perfume de Cristo que difunde el conocimiento de Dios en todo el mundo (2,14-15). Habla a nombre de Cristo con sinceridad, sin comercializar la palabra de Dios (2,17).  El verdadero apóstol no se predica a sí mismo, sino al Señor Jesús, por amor del cual se pone completamente al servicio de la comunidad (4,5).  Es ministro de la nueva alianza, de la cual recibe una gloria inmensamente superior a aquella de Moisés, mediador de la antigua alianza (3,1-11).  Como el amigo del esposo, debe llevar la Iglesia a Cristo, su esposa, manteniéndola pura y casta (11,2)
La vida del apóstol, que lleva la gracia de Dios en un vaso de barro, está marcada por las tribulaciones sufridas con coraje porque mediante la participación en la muerte de Cristo, debe dar a los creyentes su vida (4,7-12).  Impulsado por el amor de Cristo (5,14), tiene la tarea de ministro de la reconciliación (5,18-21), afrontando innumerables pruebas (6,3-10).  Lo que garantiza la autenticidad del apostolado no son los milagros, y ni siquiera las visiones o revelaciones, como firmaban los predicadores carismáticos, sino los sufrimientos soportados por Cristo.  Como en Cristo, de hecho, también en el verdadero apóstol el poder se manifiesta en la debilidad (12,9-10). La característica fundamental del apóstol en cuanto ministro de Dios consiste en el saber revivir la misma experiencia de debilidad y de poder que ha sido propia de Cristo crucificado.  Por ello, él puede presentarse como testigo auténtico de la redención, evitando aquel culto de la personalidad y aquella dependencia servil que sus adversarios pretendían de los Corintios.
El servicio apostólico que Pablo hace a la comunidad, abraza también la colecta para los pobres de Jerusalén, que ha sido sugerida por las autoridades mismas de aquella iglesia (cf. Gál 2,10).  Pablo la propone a sus comunidades como un servicio sacro (8,4; 9,12) con la cual, ellas imitarán a Cristo, quien ha renunciado a su riqueza para enriquecerse con su pobreza (8,9).  Habiendo abandonado la observancia de la ley judía, con la ayuda prestada a la iglesia de Jerusalén, las comunidades paulinas reconocerán haber recibido de ella, su fe, actuando así aquella igualdad que es condición esencia de una verdadera relación de comunión (9,13-14).
c. El destino final de los creyentes Reconciliado con Dios, el creyente es desde ahora, una “nueva criatura”, pero debe caminar hacia la reconciliación plena (5,17-20), eliminando los vicios que aún amenazan su relación con Cristo (12,20).  La vida terrena, entonces, se extiende hacia el cumplimiento final.

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  • 1. A la iglesia de Corinto Capítulo 6
  • 2. El epistolario del NT contiene dos misivas enviadas por Pablo a Corinto. La 1ra es conocida hacia el 95 por Clemente Romano (1Clem. 37,5; 47,1-3; 49,3). La cita como un escrito paulino. Después de él, a partir de Ignacio de Antioquía (Eph. 16,1; 18,1; Rom. 5,1), no sólo la citan frecuentemente sino que no tienen dudas o incertezas acerca de su autenticidad. Probables reminiscencias de la 2da se encuentran en Policarpo (Phil. 2,2) y en Carta a Diogneto (5,8). El texto de las dos cartas está contenido por entero en el manuscrito P46 (Chester Beatty), escrito hacia el 200. Han sido reconocidos como canónicos desde tiempos antiguos; de hecho, ambas son citadas en el Canon muratoriano, donde figuran al inicio del corpus paulino
  • 3. La autenticidad de las dos cartas enviadas con el nombre de Pablo a la comunidad de Corinto no es puesta en discusión por ningún estudioso. De hecho, en ellas se reflejan vivamente la personalidad, el estilo y las ideas del apóstol. Por otro lado, se descubren numerosos datos que permiten situarlas en ambiente histórico-geográfico y cultural en el cual él ha actuado
  • 5. 1. UNA CIUDAD RICA Y CORRUPTA La ciudad de Corinto, situada en el istmo homónimo, era conocida en la antigüedad por su prosperidad económica y por su poder político. En el 338 aC. el rey Macedonio Felipe II la había hecho el centro de la liga panhelénica, confiándole así la guía política de toda la Grecia. A causa del papel asumido en la resistencia contra los Romanos, había ido completamente destruida por el general Lucio Mummio (146 aC.).
  • 6.
  • 7. Cerca de un siglo después (44aC.) Julio César la había reconstruido. La nueva Corinto tomó el nombre de Laus Julia Corinthus y se convierte en la capital de la provincia de Acaya (27 aC.). Al tiempo de Pablo contaba probablemente con medio millón de habitantes, en parte romanos
  • 8.
  • 9. Corinto era importante sobre todo para el comercio, favorecida por sus dos puertos; Lecaón al norte, en el golfo de Corinto y Céncreas en el golfo Sarónico. En la antigüedad, estuvieron unidas de modo que una nave de carga transitar de un mar a otro. En la época de Pablo este ingenioso sistema ya había caído en desuso.
  • 10. La actividad comercial era fuente de un notable bienestar económico, concentrado en las manos de pocos ricos. El resto de la población, compuesto por esclavos y trabajadores de puerto, vivía en condiciones no decorosas. También había una clase intermedia, formada sobre todo por artesanos y empleados de la administración púbica, quienes tenían poco peso en la vida de la ciudad
  • 11. Cada año se tenían en el gran Templo de Poseidón los “juegos ístmicos”, los cuales congregaban gente de toda raza, lengua o religión. Entonces la ciudad era un centro intenso de intercambio cultural entre el mundo greco-romano y los países más remotos de Asia y África. En ella tenía un papel unificador la cultura griega que influenciaba profundamente en la vida y en las costumbres de toda la población
  • 12. Desde el punto de vista religioso Corinto era célebre por el culto de la diosa Afrodita, a la cual se le había dedicado un famoso santuario. Según Estrabón acogía más de mil sacerdotisas dedicadas a la prostitución sagrada. Pero esta noticia, no confirmada, se refiere a la antigua Corinto, mientras que en el tiempo de Pablo, tal vez sólo existía un pequeño templo sobre el Acrocorinto.
  • 13. No faltaban otros cultos, entre los cuales eran particularmente florecientes aquellos orientales y mistéricos. Característica de Corinto era la formación de pequeños grupos religiosos (qi,asoi), que colocaban como cabeza a un “protector”. También existía una consistente comunidad judía. En cuanto a la moral, Corinto no gozaba de buena fama: ello se debía tanto a la actividad del puerto como al tipo de religiosidad dominante.
  • 14. 2. EL NACIMIENTO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA Según la narración de Hch, Pablo fundó la comunidad de Corinto al finalizar su 2do viaje misionero (Hch 18,1-17). Después de haber evangelizado Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea), el apóstol se dirigió a Atenas y de allí se dirigió a la capital de Acaya. En Corinto encontró a Aquila y Priscila, una pareja de judíos, probablemente ya cristianos, los cuales habían dejado Roma a causa del edicto con el cual el emperador Claudio había expulsado a todos los judíos de la capital.
  • 15. Como ellos eran también fabricantes de tiendas (schnopouoi,), Pablo se les unió, trabajando para su sustento. También se dedicaba al mismo tiempo a la predicación que tenía lugar en la sinagoga el día sábado. Después de un cierto tiempo, le dieron el alcance desde Macedonia, Silas y Timoteo (cf. 1Tes 3,2), se dedicó totalmente a esta actividad. Como los judíos le creaban gran dificultad, se estableció en la casa de Ticio Justo, un “temeroso de Dios” que vivía junto a la sinagoga. Los frutos no tardaron en venir: muchos corintios, entre los cuales el jefe de la sinagoga, Crespo, se convirtieron al cristianismo
  • 16. En este período Pablo tuvo una visión: apareciéndole el Señor lo animó a persistir en su trabajo apostólico, asegurándole su ayuda y prometiéndole conversiones abundantes. Transcurrido cerca de un año y medio, los judíos hicieron una denuncia contra él ante el procónsul romano Galión, con la acusación de propiciar un culto contrario a la ley. Pero Galión, visto que se trataba de una cuestión religiosa interna de la comunidad judía, no consideró intervenir. Nace una trifulca, durante el cual, Sóstenes, jefe de la sinagoga, fue golpeado por la gente.
  • 17. Después de este episodio, Pablo se quedó por algún tiempo en la ciudad, luego se embarcó para Siria en compañía de Priscila y Aquila (18,1). Llegados a Éfeso, los dos esposos se detuvieron, mientras que Pablo tomaba contacto con la comunidad judía, prosiguió para Jerusalén, desde donde luego retornó a Antioquía
  • 18. Terminaba, según el esquema de Hch, el 2do viaje misionero de Pablo (Hch 18,18-22). Después de un breve tiempo, partió para Galacia y Frigia. Mientras tanto, llegaba a Éfeso un judío de Alejandría, de nombre Apolo, “hombre culto y conocedor de las Escrituras”, que era ya creyente en Cristo pero que conocía sólo el bautismo de Juan. Aquila y Priscila, después de haber completado su formación, lo enviaron a Corinto, donde su obrar fue muy útil para la comunidad (18,23-28). Poco más tarde, llegaba a Éfeso también Pablo (19,1)
  • 19. De las noticias que encontramos en el cuerpo paulino, resulta que en Corinto el apóstol había tenido junto a sí a Silvano y Timoteo (1Tes 1,1; cf. 3,6). Probablemente éste último le había llevado una gran ayuda financiera desde Filipos(2Cor 11,9; cf. Filp 4,15). Acerca de la modalidad de su predicación en Corinto, él observa: “Cuando yo, hermanos, llegué a ustedes, no llegué para anunciarles el misterio de Dios con despliegue de elocuencia o de sabiduría; pues me propuse no saber entre ustedes otra cosa que a Jesucristo; y éste, crucificado. Y me presenté ante ustedes débil y con mucho temor y temblor. Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder” (1Cor 2,1-4). Siendo el fundador de la comunidad (1Cor 3,10; cf. 9,1-2; 2Cor 3,3), personalmente el apóstol bautizó solamente a Crispo y Gayo además de la familia de Estéfanas (1Cor 1,1.16).
  • 20. En cuanto a Apolo, él se empeñó con gran celo en la evangelización de Corinto (1Cor 3,6). Involuntariamente se convierte en ocasión de división, porque en él se apoyaba uno de los partidos en los cuales se había dividido la comunidad (1Cor 1,12). Después de un cierto tiempo, el alejandrino dejó Corinto para regresar a Éfeso, aquí se encontraría junto a Pablo mientras escribe la 1Cor. (1Cor 16,12).
  • 21. La permanencia en Corinto representó para Pablo una etapa culminante del trabajo apostólico en Grecia. Probablemente ya habría decidido de dirigirse a Roma y desde allí embarcarse para España. No pudo realizar prontamente este proyecto tal vez a causa del edicto de Claudio, que había prohibido el acceso a Roma a los judíos (cf. Hch 18,2). Mientras tanto, se dedicará a la evangelización de Éfeso y al cuidado pastoral de las comunidades apenas fundadas.
  • 22. 3. RICOS Y POBRES La composición de la comunidad de Corinto no es conocida sino de modo indirecto y fragmentario. Según Hch, Pablo en Corinto no tuvo mucha fortuna en ambiente judío. Se puede suponer que la nueva fe haya sido aceptada preferentemente por el estrato greco-romano de la población. Había en la comunidad una minoría calificada hebrea, desde el momento en que Crispo, jefe de la sinagoga, se había convertido con toda su familia (Hch 18,8), llevando ciertamente con él a otros de sus correligionarios. El bautismo de un cierto número de judíos es confirmado por el mismo Pablo (1Cor 12,13), el cual les exhorta a no esconderse su origen (7,18-19).
  • 23.
  • 24. Gayo tenía una casa capaz de acoger a toda la comunidad (Rom 16,23),
  • 25. Aquila y Priscila eran ricos comerciantes (Hch 18,2), los cuales estaban en grado de ofrecer el mismo servicio en Éfeso (1Cor 1,19) y en Roma (Rom 16,3-5)
  • 26.
  • 27. Este estrato económico, y también más culto de la comunidad, era también el más sensible al mensaje de Pablo. Allí había muchos cristianos menos dotados desde el punto de vista económico e intelectual, los cuales vivían su fe de modo simple y espontáneo, llevando consigo los condicionamientos de su experiencia precedente. Éstas eran vistas con una cierta suficiencia por los primeros, que las consideraban como “psíquicas” (2,14), “carnales” (3,1), “débiles” (8,9-11). A ellas también van las simpatías del apóstol (9,21), el cual, acusa a aquellos que se consideran “espirituales” de ser todavía “carnales” y “niños” en la vida cristiana (3,1-3).
  • 28. Las desigualdades sociales típicas de la gran metrópoli griega se encuentran al menos en parte, también al interior de la comunidad cristiana, si bien no resulte que fuesen casi de extrema pobreza o de riqueza excesiva. Esta situación no podía no crear entre sus miembros dificultad y tensiones, las cuales contribuyeron en medida notable el surgimiento de problemas religiosos.
  • 29. B. LA PRIMERA CARTA
  • 30. 1. TEMAS PRINCIPALES Y SU ARTICULACIÓN La carta se abre, según la costumbre de Pablo, con el prescripto, de la cual hace parte un largo agradecimiento (1,1-9), y termina con el proscripto que comprende numerosas noticias personales (c. 16). En el cuerpo de la carta se toman en consideración, abusos, dificultades y problemas que emergen en la comunidad.
  • 31. El criterio con el cual el apóstol reagrupa sus argumentos no es claro. Algunos estudiosos consideran que Pablo haya seguido un orden temático bastante coherente. U. Vanni divide el cuerpo de la carta en 4 bloques lit.: 1,10—3,22: prevalece la idea de la sabiduría; 4,1—6,11: caracterizado por la frase “hincharse de orgullo” (cf. 4,5; 5,2) es condenada la auto exaltación de los Corintios; 6,12—11,1: flanqueado por el slogan: “todo me es lícito” (6,12; 10,23), presenta tres temas con respecto a la corporeidad; 11,2—16,14: se afrontan diversos argumentos con respecto a las asambleas litúrgicas (cf. 11,17). No faltan los tentativos de identificar el plan de la carta a partir de procedimientos de la retórica griega.
  • 32. La opinión más común permanece hasta ahora aquella en el cual Pablo ha ordenado su material en base a las informaciones y a los pedidos de los corintios: 1,10—6,20: corrige los abusos del cual ha tenido noticias a través de la “gente de Cloe” (cf. 1,11) y tal vez también de Estéfanas, Fortunato y Acaico (cf. 16,17); 7—14: da su respuesta a algunas cuestiones que le habían sido propuestas por escrito (7,1; cf. 8,1; 12,1); 15: afronta el tema de la resurrección final, acerca del cual es difícil decir si le han llegado preguntas explícitas o sólo algunas ideas
  • 33. Prescripto y agradecimiento (1,1-9) I. Algunos comportamientos negativos (1,10—6,20) 1) La división en partidos (1,10—4,21). a. Introducción (1,10-17) b. La verdadera sabiduría (1,18—3,4) c. Los predicadores cristianos (3,5—4,21) 2) Tres graves abusos (5,1—6,20) a. El incestuoso (5,1-13) b. Las luchas entre cristianos (6,1-12) c. La fornicación (6,12-20)
  • 34. II. Directivas y consejos (cc. 7--14) 1) Matrimonio y virginidad (c. 7) a) Los esposos cristianos (vv. 1-16) b) Cada uno que permanezca en su condición (vv. 17-24) c) Las vírgenes, los célibes y las viudas (vv. 25-40) 2) La carne sacrificada a los ídolos (8,1—11,1) a) Libertad de los cristianos y cuidado a los hermanos más débiles (8,1-13) b) El ejemplo de Pablo (9,1-27) c) Los israelitas y la tentación de la idolatría (10,1-13) d) Directivas prácticas (10,14—11,1) 3) Las asambleas comunitarias (cc. 11—14) a) El velo de las mujeres (11,2-16) b) La cena del Señor (11,17-34) c) Los carismas (cc. 12—14) - Su función en la Iglesia, cuerpo de Cristo (12,1-31) - “El himno del amor” (13,1-13) - Directivas prácticas (14,1-40)
  • 35. III. La esperanza cristiana (c. 15) 1) La resurrección final (vv. 1-34) 2) Características del cuerpo resucitado (vv. 35-53) 3) Himno triunfal (vv. 54-58) Epílogo y Postcripto (c. 16)
  • 36. 2. PABLO EN ÉFESO: OCASIÓN PARA LA CARTA Pablo escribe 1Cor mientras se encontraba en Éfeso (cf. 1Cor 16,8). Su permanencia en esta ciudad duró, según Hch, cerca de 3años (cf. Hch 20,31), Se recuerdan sólo 3 episodios: el bautismo de un grupo de discípulos de Juan Bautista, ya creyentes en Cristo (Hch 19,1-7); la mala aventura de algunos exorcistas judíos (19,11-20); los disturbios causados por los orfebres de la ciudad (19,23-41). Después de este último episodio Pablo, obligado a dejar Éfeso, se dirigió a Corinto y, después de tres meses, se puso en viaje de vuelta a Jerusalén (20,1—21,16), donde fue arrestado y procesado
  • 37. En 1Cor, Pablo da algunas noticias acerca de su permanencia en Éfeso. En esta ciudad “se ha abierto una puerta propicia y grande” para su obra de evangelización “aunque los adversarios sean tantos” (1Cor 16,9). Allí incluso se ha visto obligado a “luchas contra las fieras salvajes”(15,32). Mientras se dedica a la predicación y al cuidado de los nuevos convertidos, mantiene los contactos con cristianos de Galacia, entre los cuales, da inicio a una colecta en favor de los “santos” (16,1), vale decir, de los cristianos de Jerusalén
  • 38. Con los cristianos, las relaciones han sido muy estrechas. Ante todo, les escribe una misiva (carta A), que tal vez se ha perdido, en la cual, entre otras cosas, les exhorta a no mezclarse con libertinos (1Cor 5,9). Luego, les envía noticias mediante los familiares de Cloe (1,11). Por otro lado, lo visitan Estéfanas, Fortunato y Acayo, responsables de la comunidad (16,15-18). También son portadores de una carta, en la cual, los Corintios le ponen toda una serie de cuestiones (7,1). Otras noticias, le llegarían a través de Apolo, que mientras tanto, ha llegado a Éfeso (1Cor 16,12). Pablo viene así a saber que en la comunidad de Corinto se han dado algunos graves abusos, mientras circulan malos entendidos y dudas acerca de algunos puntos de su enseñanza.
  • 39. El apóstol escribe a los Corintios una 2da misiva (carta B), la 1ra de las dos cartas canónicas. En ella corrige los abusos, aclara su pensamiento acerca de algunos puntos controversiales y al mismo tiempo propone la colecta para la iglesia de Jerusalén (16,1-4). Timoteo probablemente es el portador de la carta (16,10). Comunicará a los Corintios las directivas de Pablo (c. 4,17) y dará inicio a la colecta.
  • 40. Pablo, por su parte, cuenta de ir a Corintio después de Pentecostés, pasando a través de Macedonia, y de quedarse hasta que pase el invierno. Luego, si es necesario, se dirigirá a Jerusalén para llevar lo recaudado en la colecta, o tal vez proseguirá para otro destino (1Cr 16,3-8). Los efectos de la misiva y de la misión de Timoteo no son conocidos, pero es cierto que rápidamente retornó con el apóstol, porque aparece como remitente, junto con él, de 2Cor (2Cor 1,1).
  • 41. 1Cor entonces fue compuesta antes que sucediesen los hechos que impulsaron a Pablo a abandonar Éfeso. Se sitúa en un período de intensa actividad apostólica que vio al apóstol trabajando no sólo en la primera evangelización del Asia proconsular, sino también en el cuidado pastoral de las comunidades apenas fundadas. Como fecha aproximativa de su composición se puede indicar hacia la mitad del año 51
  • 42. 3. LA COMUNIDAD RESPONDE A SU FUNDADOR Pablo en Corinto se enfrenta tal vez, por 1ra vez, con un frente “antipaulino”, vale decir, con cristianos que, al interior de una comunidad por él fundada, no sólo sostienen ideas diversas de la suya sino que critican explícitamente su persona (cf. 9,3). La oposición se mueve tal vez en los estratos más cultos y pudientes de la comunidad, pero desde allí se extendía de modos diversos a todos sus miembros
  • 43. a. Los problemas de un cristianismo de frontera Los abusos y malos entendidos que Pablo corrige en 1Cor no son atribuidos por Pablo a un grupo particular de personas. Se trata de tendencias bastante difundidas en la comunidad. Se puede pensar que en ellas estuviesen interesados sobre todo aquellos que de alguna manera se oponían también a su persona
  • 44. Las ideas de los opositores se pueden intuir con una cierta aproximación de las intervenciones correctiva del apóstol. Ellos están convencidos que Dios ha instaurado su reino (escatología realizada) y que, en cuanto elegidos, participan de su soberanía (cf. 4,5.8). Distinto de Pablo, no logran aceptar que la meta final sea todavía lejana (9,24-26; 13,8-10.12). La insistencia del apóstol en la muerte de Jesús (1,13.17-25; 2,2.8; 5,7; 8,11; 11,23-26; 15,3-5) muestra que los opositores tendían a exaltar el Cristo glorioso (cristología de la gloria), minimizando la obra cumplida por Jesús en su vida terrena
  • 45. Con el Resucitado, se sentían unidos sobre todo mediante el conocimiento (gnwsij), considerado el único medio capaz de garantizar su salvación (8,1). Este conocimiento era alimentado sobre todo por los discursos de los predicadores (1,17; 2,4-7), en torno a los cuales se formaban grupos pequeños (1,12) similares a los qi,asoi muy difundidos en la ciudad. Ellos encontraban su máxima expresión en los carismas de la comunidad (1,5), de modo particular en el “hablar lenguas”, que podía dar lugar a manifestaciones estáticas similares a aquellas de los paganos (12,1-2). Como efecto del conocimiento de su adquisición, los cristianos se consideraban hombres perfectos (2,6) y espirituales (3,1; 12,1), totalmente libres de todo condicionamiento (9,1; cf. 6,12; 10,23) y consideraban a los otros, débiles en la fe (8,7-12).
  • 46. Tal espiritualismo exacerbado llevaba a estos cristianos de Corinto al desprecio del cuerpo. En el campo sexual su posición oscilaba entre los excesos del libertinaje (5,1-5; 6,12.15) y el de un rígido ascetismo (7,1). No tenían escrúpulos para consumir carne sacrificada a los ídolos (8,4-6). Probablemente su resistencia en relación a la resurrección final (cf. 15,12) se debía al hecho que no aceptaban la idea que el cuerpo participase de la gloria final y definitiva de los salvados. La Cena del Señor (11,28) y tal vez el bautismo (10,1-5; 12,13) eran considerados capaces de poner automáticamente al creyente, prescindiendo de sus disposiciones personales, en relación directa, casi mística, con el Señor glorioso
  • 47. En la comunidad de Corinto había tomado pie un modo de concebir y de vivir el cristianismo, distinto a aquel inculcado por el apóstol. Sin formar todavía un sistema homogéneo y bien definido, las nuevas ideas ponían en discusión aspectos neurálgicos de su evangelio con respecto a la persona de Cristo, la salvación y la Iglesia, con situaciones preocupantes en el campo moral. Es claro que los que sostenían estas ideas no podían no manifestar desconfianza y hostilidad en relación con el apóstol.
  • 48. b. Las raíces culturales del frente antipaulino La identidad de los adversarios de Pablo es objeto de un debate entre los exégetas. Fue considerado por 1ra vez por F.Ch.Baur. Sostiene que el partido de Cristo en Corinto no era otro que la facción judaizante y petrina de la comunidad, la cual se contraponía al partido de Pablo y a aquel de Apolo. La hipótesis judío-cristiana suscitó las simpatías de diversos estudiosos, los cuales identificaban espontáneamente a los adversarios de la Primera con aquellos de la Segunda carta. Ph.Vielhauer ha afirmado que en 1Cor 3,11 Pablo polemiza con aquellos que quieren poner a Pedro como fundamento de la Iglesia en la línea de Mt 16,18.
  • 49. W. Lütgert: en ambas cartas los adversarios de Pablo eran cristianos pneumáticos y libertinos de orientación gnóstica. Aquellos, despreciando la debilidad carismática del apóstol y colocando en 2do plano el Cristo crucificado, se habían hecho promotores de una nueva libertad entusiasta basada en el evangelio. Esta hipótesis ha suscitado numerosas adhesiones: W. Schmithals: en Corinto se desarrolló una gnosis precristiana de extracción judía, a la cual se adherían los miembros del partido de Cristo, en contraposición a aquellos de los otros tres grupos mencionados por Pablo.
  • 50. U. Wilckens: los adversarios de Pablo propagaron una cristología modelada sobre el mito judío-gnóstico de la Sabiduría de Dios que desciende de lo alto y cuyo cuerpo es crucificado por el poder demoníaco (cf. 1Cor 2,6.8). H. Conzelmann: prefiere hablar no de gnósticos en sentido propio sino de “proto-gnósticos”, cuyo sistema puede ser definido como una gnosis en status nascenti. A pesar de su amplia difusión, esta línea interpretativa es hoy contestada especialmente por los expertos del gnosticismo, los cuales ponen en guardia del peligro de proyectar sobre los opositores de Pablo las connotaciones de un movimiento que se desarrolló un siglo después.
  • 51. Junto a las dos orientaciones dominantes se suena nuevamente la opinión ya sostenida hace ya algunos años por J. Dupont: en Corinto se estaba difundiendo un movimiento cristiano de matriz judeo-helenista, cuyas ideas eran cercanas a aquellas de Saby de Filón de Alejandría. Apolo le habría dado un impulso decisivo , e cual, en base al retrato que de él se tiene en Hch 18,24-28, parece poseer todas las características teológicas que Pablo atribuye a sus adversarios
  • 52. La crisis que se desencadenó en Corinto se puede atribuir en buena parte, a la predicación de Apolo, el cual, habría presentado a Cristo como la Sabiduría y el Hijo de Dios que, entrando en la gloria del Padre mediante la resurrección, otorga un conocimiento nuevo. En fuerza de este don, sus seguidores son libres de los condicionamientos de la materia y al fin de esta vida, entran en relación directa con el mundo divino.
  • 53. A la parte más culta de la comunidad, este anuncio debió haber parecido superior a aquel de Pablo, el cual había puesto al centro de su predicación el Cristo crucificado (cf. 1Cor 2,2). Así se comprende la oposición que se manifestaba sobre todo al interior del grupo de los que apoyaban a Apolo
  • 54. 4. LA CRÍTICA LITERARIA DE PANTALLA La autenticidad, al menos en su globalidad, no suscita particulares problemas. Las dificultades surgen más que nada a consecuencia de su unidad. En ella se observan, de hecho, desarmonías, cambios repentinos de tema y contradicciones que podrían hacer pensar en la fusión de escritos originariamente distintos. J. Héring, por ejemplo, observa que Pablo escribe antes que se dirija a Corinto (4,19), Luego anuncia que su venida será postergada (16,5-9). Como consecuencia de las carnes sacrificadas a los ídolos demuestra preocupación sólo de la caridad hacia los débiles (8,1-13; 10,23—11,1). Luego da al problema una solución rigorista (10,1-22). En el c. 9 retoma el discurso sobre su apostolado que parecía ya concluido precedentemente (cc. 1—4)
  • 55. Sobre la base de estos puntos J. Héring propone la siguiente hipótesis: la gente de Cloe ha llevado a Pablo noticias poco seguras acerca de la comunidad de Corinto, quienes, por su cuenta, le han enviado una carta en la que le piden explicaciones acerca del matrimonio y la carne sacrificada a los ídolos. Pablo responde con una 1ra carta (1Cor 1—8; 10,23—11,1; 16,1-4.10-14). Luego le llegarán otras noticias por medio de Estéfanas y él escribe una 2da carta (1Cor 9,1—10,22; 11,2—15,58; 16,5-9.15-24) Un redactor posteriormente habría fusionado las dos cartas dándole sólo pequeños retoques
  • 56. Otros consideran que la 1ra carta enviada a la comunidad (carta A), en la cual se exhortaba a los cristianos a no mezclarse con libertinos (cf. 1Cor 5,9),no se hubiese perdido sino que se conservó al interior de la primera carta canónica. Ella también aparecería en 2Cor 6,14—7,1, un paso que parece fuera de lugar en su contexto actual. Como consecuencia W. Schmithaals descompone la 1Cor en dos cartas. J. Weiss considera, por su parte, que en ella en realidad, hay tres cartas: la carta previa (A) y dos cartas sucesivas, que contendrían respectivamente la respuesta al escrito enviado por la comunidad (cf. 7,1) (B/1) y la toma de posición en relación con los partidos de Corinto, de los cuales habían llevado noticias aquellas de Cloe (B/2). En fin, R. Pesch encuentra incluso en la carta hasta cuatro misivas
  • 57. Ninguno de los tentativos hechos para identificar las cartas originarias ha logrado hasta ahora resultados satisfactorios. El multiplicarse es un signo de que ese camino tomado no es seguro. Por eso, la mayor parte de los estudiosos sostiene hasta ahora la unidad de la carta y explica sus incongruencias por el hecho de que ella se ha debido a las varias redacciones, en un tiempo más que nada largo, durante el cual Pablo pudo haber recibido nuevas informaciones y haber cambiado sus programas.
  • 58.
  • 59. la confrontación con los datos esenciales de la fe, y
  • 60. las soluciones prácticas que se derivan. En la carta se encuentran numerosos desarrollos doctrinales que manifiestan, en modo sistemático, el pensamiento del apóstol
  • 61. a. Dios, Padre de Jesucristo Al origen y sobre todas las cosas, Pablo pone a Dios, quien las ha creado por medio de su sabiduría (1,21). Él es el Padre que ha dado la existencia al universo y representa el fin último al cual todo creyente debe orientar su vida: “Para nosotros, no hay más que un solo Dios, el Padre de quien (evxou-) todo [procede] y nosotros [somos] para él (eivjauvto,n)” (8,6). Es a Él, al final, al Cristo a quien dará el reino, después de haber reducido a la nada todo principado, toda potestad, todo dominio (15,24).
  • 62. Desde el punto de vista cristológico, la contribución más original de la carta consiste en la identificación de Cristo con la Sabiduría de Dios (1,24). Él es el único Señor “en virtud del cual (diVou-) [existen] todas las cosas, y nosotros por medio de él (diVauvtou/) retornamos al Padre” (8,6). Único mediador de la creación y de la salvación, él confiere a todos los hombres el don de la justicia (justificación), de la santificación y de la redención (1,30), tomando así el lugar que en el judaísmo se le daba a la ley mosaica; ya antes de su nacimiento en la carne, él estaba presente y operante en la historia de su pueblo
  • 63. En la obra de Cristo, el aspecto más importante es su muerte en cruz: Ella es tontería para aquellos que van en perdición, pero para aquellos que se salvan es poder de Dios (1,18). En fuerza de su muerte cruenta Cristo se ha convertido en “nuestra Pascua” (5,7), vale decir, en el cordero pascual inmolado por nuestros pecados (cf. 15,3). El sentido de la muerte de Cristo se comprende plenamente sólo a la luz de su resurrección (15,3-4), negarlo le quitaría todo valor a la predicación apostólica y a la fe de los cristianos (15,14-15)
  • 64. Cristo continua hoy su obra mediante el Espíritu, el único capaz de sugerir la profesión de fe “Jesús es el Señor” (12,3). De él viene toda la sabiduría que Pablo comunica a sus cristianos (2,10-16). Es el Espíritu quien guía a la comunidad mediante los carismas (12,7-11). Entonces, Pablo en esta carta lee la acción salvífica de Dios en clave trinitaria, mostrando cómo en la muerte de Cristo en cruz, se haya revelado plenamente el poder misericordioso de Dios, que continua obrando mediante el Espíritu para salvación de toda la humanidad.
  • 65. b. La comunidad de los santos El proyecto salvífico de Dios, actuado en la cruz de Cristo, tiene como término la formación de la Iglesia, que es el pueblo de Dios de los últimos tiempos, la comunidad de “aquellos que son santificados en Cristo Jesús” (1,2). Ella se hace visible en la comunidad local, cuyos miembros están en comunión con todos aquellos que invocan el nombre del Señor nuestro Jesucristo. La Iglesia es el campo, el edifico de Dios (3,9), su templo, fundado sobre Jesucristo (3,11) en el cual habita el Espíritu Santo (3,16), el cuerpo mismo de Cristo, del cual son miembros con pleno derecho tanto judíos como griegos, esclavos como libres (12,12-13)
  • 66. Su característica fundamental es la unidad; quien introduce una división entre sus miembros no hace sino lacerar el cuerpo de Cristo (1,13). En la Iglesia, cuerpo de Cristo, se entra mediante el bautismo (1,13-15; c. 10,2; 12,13). Este mismo cuerpo se hace visible en la Cena del Señor. En ella se actúa aquella solidaridad entre hermanos que es el fruto por excelencia de la muerte de Cristo (11,23-29; cf. 10,16-17). Tal solidaridad no excluye la exigencia de separarse de los hermanos que no hacen el esfuerzo (5,11). Pero esta “separación” tiene una función medicinal, porque tiene como objetivo su salvación (5,5).
  • 67. La unidad de los creyentes va a la par con la multiplicidad de los carismas que el Espíritu distribuye a cada uno para utilidad común (12,4-11). Como los miembros del cuerpo, así los carismas, también los más insignificantes, tienen todos una gran dignidad, y por eso, deben ser respetados y cultivados (12,12-27). Ellos no crean división porque tienen lo vital que es el amor, que es un don de Dios, el único capaz de edificar la Iglesia (13,1-13; cf. 8,1-3).
  • 68. La dignidad de los carismas no excluye que, en vista de la edificación de la Iglesia, se establezca entre ellos una especie de jerarquía (12,28-30). El primero de los carismas que el Espíritu distribuye a la Iglesia es aquel de los apóstoles (12,28) los cuales son ministros de Cristo (4,1) y servidores de la comunidad (3,21-22), por ellos edificada sobre el único fundamento que es Cristo (3,12-15). Ellos deben representar en vivo en sí mismo, la cruz de Cristo, de modo que se conviertan en modelo para todos los cristianos (4,9-16).
  • 69. En cuanto al apóstol Pablo, es el fundador de la comunidad (9,2), a la cual ha anunciado en primer lugar el evangelio (1,17). Por eso no tiene miedo de presentarse a sí mismo como ejemplo para imitar (4,16; 9,19-23). A los anunciadores del evangelio, los cristianos deben el máximo respeto, evitando servirse de ellos para crear divisiones en la comunidad (4,6).
  • 70. Un papel preponderante en lo referente al carisma del profeta en la Iglesia, el cual, “habla a los hombres para su edificación, exhortación y consuelo” (14,3). Más a fondo, en orden de importancia (después de milagros, sanaciones y asistencia) se sitúa el carisma de gobierno, que compete a los responsables locales de la comunidad (12,9-10.28-30). Al final de la carta el apóstol no cesa de recomendar sumisión y respeto en cuanto “han dedicado al servicio de los hermanos” (16,15-16). En fin, Pablo no rechaza ni siquiera el carisma de “hablar en lenguas” (glosolalia), siendo consciente de los riesgos que ello comporta (14,1-25). Para el ejerció de la glosolalia, como también para aquel de profecía, traza severas directivas para que no se verifiquen abusos o escándalos (14,26-40).
  • 71. c. Para una moral de servicio Todos los miembros de la Iglesia están llamados a un elevado comportamiento moral, abandonando definitivamente los vicios propios de su sociedad (5,11; 6,9-10). En particular, Pablo es muy exigente por lo que respecta a la vida sexual, que encuentra su verdadero significado en el amor recíproco del hombre y de la mujer (6,16) vivido en el ámbito de la familia (7,3-6). Contra las primeras tendencias de carácter dualístico, afirma la licitud del matrimonio y de todo lo que ello comporta, colocando en primer lugar la exigencia, afirmada por el mismo Jesús, de una fidelidad recíproca sin límites de tiempo (7,10).
  • 72. A los no casados propone el celibato en cuanto considera que ello, en la perspectiva inminente de la parusía, pueda garantizar más que el matrimonio, un servicio indiviso al Señor (7,25-35). En la vida moral del creyente tiene un papel importante la conciencia, la cual le permite de deducir, de las instancias supremas del evangelio, las líneas prácticas del comportamiento. Las directivas de la propia conciencia, también cuando son objetivamente discutibles, tienen para cada uno un carácter vinculante y como tal son respetadas (8,7-13). Los creyentes deben estar atentos a la sensibilidad de los extraños, los cuales podrían permanecer escandalizados de actitudes demasiado liberales y desprejuiciadas (10,32; cf. 5,1; 11,14).
  • 73. Las enseñanzas del apóstol aparecen como una viva espera escatológica. En la perspectiva del fin inminente, él aconseja a cada uno vivir en la condición en la cual se encontraba cuando se adhirió a la fe (7,17-24). Si como “pasa la escena de este mundo”, a todos recomienda una sincera separación de las realidades terrenas (7,29-31). Al final tendrá lugar la resurrección de los justos, del cual la resurrección de Cristo es la primicia (15,20-23). En ella estará involucrado todo el hombre, comprendida su componente corporal, la cual será transformada para poder participar en la nueva realidad de los redimidos (15,51-53). Entonces la muerte será eliminada para siempre, y con ella desaparecerá el pecado y la ley, sobre las cuales se funda su poder (15,54-57).
  • 74. La idea clave de toda la carta es el amor, que parte de Dios y se revela en la muerte de Cristo sobre la cruz y del don del Espíritu Santo. Tal amor representa la verdadera fuente y la única razón de ser de la Iglesia; ella hace que las relaciones de los creyentes entre ellos y con todos sean radicalmente renovadas. Construida sobre el amor, la Iglesia es signo de esperanza para toda la humanidad, a la cual anuncia el advenimiento de un mundo nuevo
  • 75.
  • 76. 1. ESTRUCTURA DE LA CARTA La Segunda carta a los Corintios se inicia con el prescripto (1,1-11) y termina con un breve proscripto (13,11-13). El cuerpo no presenta un andamiento orgánico y progresivo. De hecho, se nota una fuerte escisión entre el c. 7 que termina con una expresión de gozo por la buena acogida que los Corintios han tenido para con Tito, y el c. 8 en el cual, el apóstol enfrenta el tema de la colecta. Otra escisión se advierte entre el c. 9 al final del cual el apóstol agradece a Dios por el don de la colecta, y el c. 10, en el cual, por el contrario, inicia de modo improvisado una apasionada defensa en relación a las acusaciones que le han sido dirigidas. Teniendo en cuenta estas dos escisiones la carta se divide claramente en tres partes (1,12—7,16; 8,1—9,15; 10,1—13,10), entre las cuales no existe un nexo lógico preciso.
  • 77.
  • 78. Entre 7,4, donde termina su autodefensa diciéndose estar pleno de consolación aún en las tribulaciones, y 7,5 donde retoma la narración del viaje a Macedonia. Esta parte de la carta aparece dividida en dos secciones, 1,12—2,13; 7,5-16: narrativa y confidencial, marco de la 2da 2,14—7,4: de carácter apologético. Esta 1ra apología es completamente autónoma con respecto a aquella contenida en los últimos 4 cc: entre las dos no faltan los llamados temáticos y verbales. cc. 8—9, aún tratándose ambos de la coleta, aparecen claramente como dos desarrollos autónomos del mismo tema.
  • 79. Prescripto y agradecimiento (1,1-11) I Una crisis ya superada (1,12—7,16) 1) Los hechos pasados: la visita intermedia, una ofensa recibida, la carta amarga (1,12—2,13). 2) La autodefensa de Pablo (2,14—7,4) a) Introducción (2,14-17) b) El ministerio de la nueva alianza (3,1—4,6) c) En vista de la gloria futura (4,7—5,10) d) El ministerio de la reconciliación (5,11—6,2) e) El comportamiento del apóstol (6,3—7,4) 3) Conclusiones acerca de los hechos pasados: el encuentro con Tito (7,5-16)
  • 80. II. Las colectas para los pobres de Jerusalén (cc. 8—9) 1) La comunión en el servicio de los santos (c. 8) 2) Por una eucaristía de todas las iglesias (c. 9) III. Segunda defensa del apóstol (cc. 10—13) 1) La acusación de debilidad (10,1—1) 2) La acusación de ambición (10,12-18) 3) La vanagloria del apóstol (11,1—12,18) 4) En previsión de una próxima visita (12,19—13,10). Epílogo y Postcripto (13,11-13)
  • 81. 2. DESARROLLO DE LA CRISIS DE CORINTO Las vicisitudes que han dado origen a 2Cor están brevemente indicadas en el curso de la misma. En contraste con cuanto había decidido precedentemente (cf. 1Cor 16,3-6), Pablo prolongó se permanencia en Éfeso, comunicando previamente a los Corintios que se habría dirigido hacia ellos, y posteriormente iría a Macedona para regresar luego a Corinto y de allí dirigirse a Judea; de tal manera que haría tenido dos veces el gusto de verlos (2Cor 1,15-16)
  • 82. Por desgracia, su visita a Corinto fue ocasión de un doloroso contratiempo, pues mientras se encontraba aún en la ciudad o justo después de haberla dejado, Pablo recibió, en persona o uno de sus colaboradores, una grave ofensa que tocaba de cerca su dignidad de apóstol (2,5-10; 7,11-12). En el pasado, era la opinión que el agraviante no fuese otro que el incestuoso de Corinto (cf. 1Cor 5,1-5), pero hoy eso está prácticamente excluido porque al respecto el apóstol habría pronunciado una excomunión tajante.
  • 83. Parece que el agresor no fuese un miembro de la comunidad (cf. 7,11). Nada hace pensar que esta situación tuviese como fondo una cuestión doctrinal de importancia. Si el incidente turbó las relaciones de Pablo con la comunidad, se debió al hecho de que ésta, con toda probabilidad, no tomase claramente posición en su favor. Pero no se excluye que el personaje en cuestión haya actuado como representante de un frente antipaulino más amplio, del cual se tiene noticias en otras partes de la carta. Los que apoyan esta hipótesis consideran generalmente que la carta escrita en medio de lágrimas fuese en realidad la Primera a los Corintios.
  • 84. El incidente obligó a Pablo a cambiar sus proyectos, en vez de ir a Macedonia para luego regresar, como había prometido, a Corinto, partió para Éfeso y de allí, “en un momento de gran aflicción y con el corazón angustiado, entre muchas lágrimas” (2,4), escribió una carta a la comunidad y la envió con toda probabilidad por medio de Tito Esta es la tercera carta enviada a Corinto (indicada, por eso, como carta C), después de aquella que se perdió (cf. 1Cor 5,9: carta A) y la primera carta canónica (carta B).
  • 85. Luego, el apóstol se dirigió a Tróade para evangelizar aquella ciudad, esperando al mismo tiempo de encontrarse con Tito y recibir noticias de Corinto. En Tróade el mensaje evangélico encontró una acogida favorable, pero Pablo, no habiendo encontrado a su colaborador, partió para Macedonia (2,12-13). En esta región, probablemente en Filipos, se encuentra con graves problemas, tanto al exterior como al interior de la comunidad (7,5). Yiene la consolación de encontrar a Tito, el cual le refiere que los Corintios han castigado al que lo ofendió (2,5-6) y están sinceramente incómodos con lo que ha sucedido (7,6-7).
  • 86. Entonces el apóstol escribe de nuevo a la comunidad, alegrándose por lo sucedido y exhortando a los cristianos a perdonar al ofensor. Se trata de la 4ta carta (carta D) escrita por Pablo a los Corintios, que corresponde en todo o en parte a 2Cor. En fin, envía nuevamente a Tito a Corinto para llevar a término la colecta para la iglesia de Jerusalén (8,6)
  • 87. 2Cor fue escrita por Pablo hacia la mitad del 54, cuando, después de la forzada interrupción de su permanencia en Éfeso, se encontraba en Macedonia, antes de acercarse nuevamente a Corinto y de ponerse en viaje para la Judea. ¿Pero se trata de toda la carta o sólo de la parte en donde aparecen estas noticias?
  • 88. 3. LOS RESTOS DE UNA INTENSA CORRESPONDENCIA 2Cor es seguramente paulina. Las dudas sólo corresponderían a un brano (6,14—7,1), que diversos estudiosos consideran como un agregado posterior. De hecho, no rompe el hilo lógico que une 6,13 (“abran también ustedes sus corazones”) con 7,2 (“hagan lugar en sus corazones”). Por otro lado, revela un tono marcadamente judío, similar a aquel de los textos de Qumram. Según algunos estudiosos, el brano es auténtico, pero originariamente habría sido parte, como se ha visto, de la carta A recordada en 1Cor 5,9. No faltan aquellos que continúan considerándolo auténtico y en el lugar adecuado
  • 89. Mucho más complejo es el problema de la unidad interna de la carta. De hecho, ésta está compuesta de diversas partes que no se relacionan claramente entre ellas y que en origen, podrían haber sido otras tantas misivas autónomas: Carta de reconciliación (1,1—2,13 + 7,5-16); Primera apología (2,14—6,13 + [6,14—7,1] + 7,2-4); Carta credencial para la colecta en la iglesia de Corinto (c. 8); Carta credencial para la colecta en las iglesias de Acata (c. 9); Segunda apología (cc. 10—13)
  • 90. Diversos estudiosos modernos consideran que los cambios repentinos de estilo y el argumento no son tales como para poner en tela de juicio la unidad de la carta, en cuanto podrían haber sido causados por nuevos eventos o estados de ánimo suscitados durante su composición. Por el contrario, según otros, la situación de la carta puede ser adecuadamente explicada sólo suponiendo que en ella confluyan diversas misivas enviadas en momentos sucesivos a la comunidad de Corinto. Si como luego en 2Cor 2,4 Pablo recuerda haber escrito precedentemente una misiva “entre tanta lágrima” (carta C) uno se pregunta si por casualidad no haya sido conservada, al menos en parte, al interno de la carta.
  • 91. Aquellos que consideran 2Cor como una compilación de cartas autónomas o fragmentos no están de acuerdo en el número o en la extensión de las mismas, el contexto histórico en el cual han surgido y su sucesión en el tiempo. Entre las hipótesis más confiables se pueden recordar las siguientes:
  • 92. Las noticias recibidas desde Corinto acerca de la llegada de los nuevos predicadores obligaron a Pablo a dirigirse a la ciudad. Después de la ofensa recibida y el retorno a Éfeso, el apóstol escribe la carta “entre lágrimas” que corresponde a 2Cor 11—13. Después de haberse encontrado con Tito en Macedonia, probablemente en Filipos, y haber sabido que la ofensa había sido reparada, él escribe una segunda carta con la cual pone fin a toda esta situación: ella consiste en 2Cor 1-9
  • 93. 2) Pablo viene a saber de la nueva situación que se ha creado en Corinto y se dirige a la ciudad. Luego frente a la ofensa recibida, escribe la carta de las lágrimas (perdida). Este episodio se concluye definitivamente en una carta de reconciliación (cc. 1-9) escrita después del regreso de Tito. La situación se agudiza y Pablo escribe una dura carta polémica (cc. 11—13). La pacificación tendrá lugar sólo durante la tercera visita de Pablo (cf. Hch 20,2-3).
  • 94. 3) Después de haber sabido de la nueva situación en Corinto, Pablo envía una primera carta apologética (2,14—7,4). Luego se dirige a la ciudad, donde encuentra a la comunidad en estado de rebelión y recibe una gran ofensa. Entonces escribe la carta de las lágrimas (cc. 10—13). Ésta obtiene finalmente los efectos deseados y Pablo, después de haber recibido las buenas noticias traídas por Tito, escribe la carta de reconciliación (1,1—2,13; 7,5-16). Le da a Tito 2 cartas credenciales para la colecta (cc. 8 y 9). Esta hipótesis es la que recibe hoy mayor consenso
  • 95. La teoría que ve en 2Cor una colección de diversas misivas enviadas por Pablo se va cada vez más afirmando. En el último período de su permanencia en Éfeso, y luego, durante el viaje que lo habría llevado por última vez a Corinto, el apóstol habría escrito más veces a los cristianos de aquella ciudad. Un redactor habría unido las diversas misivas de modo tal que apareciese un escrito aparentemente unitario. No se excluye que en este proceso, algunas partes de la carta (especialmente el prescripto y el postcripto) se hayan perdido, por cuanto contenía cosas ya dichas o referencias a situaciones o personas que resultaban incomprensibles en el nuevo contexto
  • 96. 4. LOS ADVERSARIOS DE PABLO Las dos secciones apologéticas de la carta (2,14—7,4 y 10,1—13,10) atestiguan que, después del envío de 1Cor, las relaciones entre Pablo y lo cristianos de Corinto pasaron a través de una crisis, determinada por el surgimiento de una nueva y más aguerrida oposición en relación con él. Para comprender las reacciones del apóstol es importante identificar estos nuevos adversarios y definir sus ideas, además de su situación religiosa y cultural
  • 97. a. Las características de los adversarios Pablo no hace referencia a los contenidos de la predicación de sus adversarios y ni siquiera los enfrenta directamente. Sí hace referencia en un modo polémico, dentro de un diálogo que tiene como únicos interlocutores a los Corintios. Se pueden recabar sus ideas sólo de modo indirecto, suponiendo por una parte, que sean esas las concepciones que el apóstol condena y, por otra parte, que esas ataquen precisamente las posiciones doctrinales o prácticas que él defiende en los branos apologéticos
  • 98. De la primera autodefensa(2,14—7,4), se deduce que los opositores de Pablo son predicadores cristianos que “mercantilizan” (kaphleu,ontej) la palabra de Dios (2,17) Se hacen pagar por la enseñanza impartida, como hacían los filósofos itinerante a menudo considerados tramposos vagabundos. Se presentaban en una comunidad con carta de recomendaciones dadas por otra comunidad precedentemente visitada (3,1). Por otro lado, se consideraban dentro de la tradición judía, especialmente la ley, por la cual se podían paragonar con Moisés (3,7-10), ostentando en sí mismos de modo excesivo (5,12)
  • 99. La sección polémica (cc. 10—13) deja entrever que los adversarios, se insinúan de una comunidad no fundada por ellos, recomendándose ellos mismos, poniendo la propia persona como criterio de autenticidad apostólica y se vanaglorian de los frutos y de las fatigas de otros (19,12.15.18). Buscan seducir a los Corintios, como hizo un día la serpiente con Eva, anunciándoles un Jesús y un evangelio diversos de aquel predicado por Pablo (11,3-4).
  • 100. Se presentan como “súper apóstoles” (11,5; 12,11) y pretenden ser mantenidos por la comunidad. Pablo ha renunciado desde el inicio a tal derecho (11,7—12,20; cf. 12,13-18). En realidad, se trata de “pseudoapóstoles” obran fraudulentamente, ministros de Satanás, los cuales, imitando a su maestro, se revisten como ángeles de luz (11,13-15). Se vanaglorian de ser hebreos, israelitas y descendientes de Abraham (11,22); además de “ministros de Cristo” (11,23), apoyándose en fenómenos estáticos, revelaciones y milagros (12,1.7.12)
  • 101. En cuanto a Pablo, cuestionan su legitimidad apostólica (10,7-8), lo acusan de debilidad y de oportunismo (10,1.10-11) y subrayan su poco dominio de la palabra (11,6); llegan a insinuar que, no habiendo aceptado la ayuda de la comunidad, la habría explotado con el engaño (12,13-18). La presencia de dos secciones polémicas hace suponer que la ig. de Corinto haya pasado a través de dos momentos de crisis. Las características que el apóstol atribuye a sus adversarios son tales que hacen pensar que se trate de los mismos personajes. En ambos casos se trata de predicadores cristianos itinerantes, que visitan comunidades ya establecidas anunciándoles “su” evangelio, considerándose ellos mismos en la gloriosa tradición judía y haciendo muestra de fenómenos carismáticos; se exaltan a sí mismos y explotan a las comunidades
  • 102. B. Judaizantes, gnósticos o misioneros judío-helenistas F.Ch.Baur indicó que el partido judeo-cristiano, encabezado por Pedro, propugnaba al interior de la Iglesia la observancia de la ley mosaica, verdadero y único frente contra el cual el apóstol combate tanto en la 1Cor como en 2Cor. Los adversarios de Pablo serían, por tanto, predicadores judeo-cristianos de tendencia farisea (judaizantes) provenientes de la Palestina o de alguna región limítrofe, los cuales se apoyaban en la autoridad de los primeros apóstoles
  • 103. Tenían la intención de inculcar en los nuevos convertidos, la práctica de la ley mosaica, aunque al momento no se hablase de modo explícito. Hacían lo imposible para descalificar a Pablo, y presentarlo como privado de autorización por parte de los primeros apóstoles. Los nuevos predicadores de Corinto, serían exponentes de aquel movimiento que, partiendo de la Palestina, llegó en el mismo período a Filipos y a las iglesias de Galacia.
  • 104. Según otros estudiosos, los opositores serían parte del mismo “movimiento gnóstico” contra el cual Pablo toma posición en 1Cor. De hecho, no manifiestan tendencias propiamente económicas, que, por otro lado, revelan la misma búsqueda de experiencias milagrosas y estáticas. Es verdad que en 2Cor el humus del cual provienen los adversarios no es más el helenismo, sino el judaísmo, pero debemos notar que también en ellos estaba presente tendencias de carácter gnóstico. Si bien en 2Cor la apertura de un nuevo frente antipaulino es provocado por personas extrañas a la comunidad, no se puede excluir que los “gnósticos” de Corinto hayan hecho causa común con los nuevos predicadores de ambiente judeo-cristiano, habiendo encontrado en ellos algunas de sus ideas, y sobre todo, su misma crítica en relación con Pablo.
  • 105. Para D. Georgi, los nuevos llegados eran predicadores judeo-cristianos de ambientes helenísticos, los cuales daban gran importancia al hebraísmo, sin considerar indispensable la práctica de la ley mosaica. Se apoyaban en la concepción helenística del “hombre divino” (theíosanēr), ya usada por la apologética judía, presentándose como personajes excepcionales, capaces de responder a las esperas milagrosas difundidas en ambientes griegos. Esta tesis suscita hoy muchas simpatías, aunque la utilización por parte de los nuevos predicadores del concepto de “hombre divino” es siempre más cuestionada, en cuanto que ello no encuentra base ni en el mundo judío ni en el cristiano
  • 106. G. Theissen afirma que los adversarios de Pablo eran simplemente predicadores cristianos que sostenían una diversa concepción del ministerio. Como fundador de nuevas comunidades, Pablo se financia con su trabajo y encuentra la legitimización de su rol apostólico en los resultados obtenidos (cf. 1Cor 9,1; 2Cor 3,2; 10,15-16) Sus adversarios, por el contrario, se basan en una legitimización de tipo carismático, ligada a la carta del mandato de Jesús (cf. Mt 10,40-42; Mc 16,17-18). Por eso, visitan comunidades ya fundadas, viven de su ayuda y cumplen signos extraordinarios. Estas dos formas de ministerio estaban destinadas a entrar en conflicto, en cuanto implicaban una distinta relación con la comunidad y al final, una diversa interpretación del mensaje cristiano
  • 107. La identidad de los adversarios de Pablo en 2Cor queda, por tanto, como un problema abierto. La línea indicada por Theissen permite afirmar que en la base de la controversia no hubiese relevantes contrastes doctrinales, sino más que nada, un problema de mentalidad, tal vez en gran parte determinado por el paso del cristianismo del mundo palestino a aquel helenístico
  • 108. 5. EL VERDADERO APÓSTOL DE CRISTO 2Cor no es sólo una apasionada apología que Pablo hace de sí mismo y de su ministerio en relación con sus adversarios, sino una amplia reflexión acerca del ministerio eclesial, que pone a la luz las características específicas en el plan de Dios y en la vida de la comunidad
  • 109. a. El Cristo reconciliador Al presentar su ministerio apostólico, Pablo, toma como ejemplo la personalidad de Cristo, muerto y resucitado para la salvación de la humanidad. Cristo es “imagen” en el cual Dios revela plenamente su gloria (4,3-6). Por medio suyo, Dios ha reconciliado consigo todo el mundo (5,18-19). Él, que no había conocido pecado, ha sido tratado como “pecado” (sacrificio o víctima por el pecado), de modo que pudiésemos participar por medio suyo, de la “justicia de Dios” (5,21).
  • 110. De rico que era, se ha hecho pobre por nosotros, para que nos hiciésemos ricos por medio de su pobreza (8,9). En él se han dado todas las promesas de Dios (1,20). Él ha dado a los creyentes el Espíritu Santo, a quien se le atribuyen los apelativos de “unción, sello y fianza”, en cuanto inaugura y anticipa en ellos la salvación final. Precisamente por obra del Espíritu se ha realizado la nueva alianza anunciada por los profetas (3,3-6).
  • 111. La obra de Cristo tiene como resultado la fundación de la comunidad, la cual, salvada por él, une al suyo, su propio “amén” a gloria de Dios (1,20). Ella es como una carta de Cristo, que lleva en sí, en los corazones renovados por sus miembros, la presencia viva y dinámica del Espíritu (3,3). En ella, todos los creyentes participan de la vida nueva de Cristo resucitado (4,11-12) y se preparan para entrar un día en su gloria (4,17-18)
  • 112. b. El ministerio de la nueva alianza Sobre este fondo Pablo delinea las características del ministerio apostólico. El apóstol debe, ante todo, comportarse con la santidad y la sinceridad que viene de Dios (1,12). No debe hacer de patrón en relación a la fe de los cristianos. Es más que nada, colaborador de su gozo (1,24). Es el perfume de Cristo que difunde el conocimiento de Dios en todo el mundo (2,14-15). Habla a nombre de Cristo con sinceridad, sin comercializar la palabra de Dios (2,17). El verdadero apóstol no se predica a sí mismo, sino al Señor Jesús, por amor del cual se pone completamente al servicio de la comunidad (4,5). Es ministro de la nueva alianza, de la cual recibe una gloria inmensamente superior a aquella de Moisés, mediador de la antigua alianza (3,1-11). Como el amigo del esposo, debe llevar la Iglesia a Cristo, su esposa, manteniéndola pura y casta (11,2)
  • 113. La vida del apóstol, que lleva la gracia de Dios en un vaso de barro, está marcada por las tribulaciones sufridas con coraje porque mediante la participación en la muerte de Cristo, debe dar a los creyentes su vida (4,7-12). Impulsado por el amor de Cristo (5,14), tiene la tarea de ministro de la reconciliación (5,18-21), afrontando innumerables pruebas (6,3-10). Lo que garantiza la autenticidad del apostolado no son los milagros, y ni siquiera las visiones o revelaciones, como firmaban los predicadores carismáticos, sino los sufrimientos soportados por Cristo. Como en Cristo, de hecho, también en el verdadero apóstol el poder se manifiesta en la debilidad (12,9-10). La característica fundamental del apóstol en cuanto ministro de Dios consiste en el saber revivir la misma experiencia de debilidad y de poder que ha sido propia de Cristo crucificado. Por ello, él puede presentarse como testigo auténtico de la redención, evitando aquel culto de la personalidad y aquella dependencia servil que sus adversarios pretendían de los Corintios.
  • 114. El servicio apostólico que Pablo hace a la comunidad, abraza también la colecta para los pobres de Jerusalén, que ha sido sugerida por las autoridades mismas de aquella iglesia (cf. Gál 2,10). Pablo la propone a sus comunidades como un servicio sacro (8,4; 9,12) con la cual, ellas imitarán a Cristo, quien ha renunciado a su riqueza para enriquecerse con su pobreza (8,9). Habiendo abandonado la observancia de la ley judía, con la ayuda prestada a la iglesia de Jerusalén, las comunidades paulinas reconocerán haber recibido de ella, su fe, actuando así aquella igualdad que es condición esencia de una verdadera relación de comunión (9,13-14).
  • 115. c. El destino final de los creyentes Reconciliado con Dios, el creyente es desde ahora, una “nueva criatura”, pero debe caminar hacia la reconciliación plena (5,17-20), eliminando los vicios que aún amenazan su relación con Cristo (12,20). La vida terrena, entonces, se extiende hacia el cumplimiento final.
  • 116. De hecho, “Pues sabemos que si nuestra morada terrestre, nuestro cuerpo, se derrumba, tenemos un edificio hecho por Dios, una casa no fabricada por mano de hombre, eterna, situada en el cielo”; por eso, deseamos no ser “desvestidos, sino sobrevestidos, de suerte que lo mortal quede absorbido por la vida” (5,1-5). Con estas palabras el apóstol alude a la transformación que entonces tendrá lugar, en cuanto el cuerpo terreno deberá ser sustituido con un cuerpo glorioso (cf. 1Cor 15,49).
  • 117. Recurriendo a otra metáfora muy expresiva, Pablo dice que hasta que “estemos domiciliados en el cuerpo, estamos exiliados lejos del Señor; pues por fe caminamos, no por realidad vista. Pero tenemos ánimo e incluso preferimos exiliarnos del cuerpo y vivir junto al Señor” (vv. 6-8). Aún morando en el cuerpo, vale decir, en esta vida terrena y mortal, se esfuerza por ser agradable al Señor como cuando ya no estará más en él, vale decir, en la vida gloriosa: sólo así está seguro de obtener la recompensa en el día del juicio (vv. 9-10).