Este documento presenta dos frases famosas: "El fin justifica los medios" y "Piendo, luego existo". La primera frase representa al maquiavelismo y sugiere que los gobernantes están por encima de la ética para lograr sus objetivos. La segunda frase es atribuida a René Descartes y establece que uno puede estar seguro de su propia existencia a través del pensamiento. El documento también brinda contexto histórico sobre el origen y significado de ambas frases.
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EL FIN Y EL PENSAMIENTO
1. EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS<br />El fin justifica los medios es una frase que representa al maquiavelismo y quiere significar que gobernantes y otros poderes han de estar por encima de la ética y la moral dominante para conseguir sus objetivos o llevar a cabo sus planes.<br />Obviamente, este silogismo defendido por la doctrina del Bien Superior se opone frontalmente a la doctrina cristiana que declara exactamente lo contrario: El fin no justifica los medios. No obstante, la frase en sí parece provenir de un manual de ética escrito en 1645 por el teólogo jesuita Hermann Busenbaum (Medulla theologiae moralis). En él puede leerse: cum finis est licitus, etiam media sunt licita ('cuando el fin es lícito, también lo son los medios').<br />PIENSO LUEGO EXISTO<br />La locución latina «cogito ergo sum», que en castellano se traduce frecuentemente como «pienso, luego existo», siendo más precisa[ la traducción literal del latín «pienso, por lo tanto existo», es un planteamiento filosófico de René Descartes, el cual se convirtió en el elemento fundamental del racionalismo occidental. «Cogito ergo sum» es una traducción del planteamiento original de Descartes en francés: «Je pense, donc je suis», encontrado en su famoso Discurso del método (1637).<br />La frase completa en su contexto es:<br />Mais, aussitôt après, je pris garde que, pendant que je voulois ainsi penser que tout étoit faux, il falloit nécessairement que moi qui le pensois fusse quelque chose. Et remarquant que cette vérité: je pense, donc je suis, étoit si ferme et si assurée, que toutes les plus extravagantes suppositions des sceptiques n'étoient pas capables de l'ébranler, je jugeai que je pouvais la recevoir sans scrupule pour le premier principe de la philosophie que je cherchois.Pero en seguida advertí que mientras de este modo quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad: yo pienso, luego soy era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando.<br />Aunque la idea expresada en «cogito ergo sum» se atribuye a Descartes, muchos predecesores ofrecieron argumentos similares, particularmente Agustín de Hipona en De Civitate Dei (libros XI, 26), el cual se anticipa a modernos contrapuntos sobre el concepto.[2]<br />También se puede notar en Avicena, en su argumento del Hombre Volante para demostrar la substancialidad del alma, un paso previo al cogito cartesiano. Pienso porque existo. Se ha de saber que el mismo Descartes tradujo mal la frase del latín dando como resultado la famosa frase «pienso, luego existo».<br />La frase de Descartes expresa uno de los principios filosóficos fundamentales de la filosofía moderna: que mi pensamiento, y por lo tanto mi propia existencia, es indudable, algo absolutamente cierto y a partir de lo cual puedo establecer nuevas certezas.<br />