Humberto de la Calle ha tenido una larga historia de vínculos con grupos guerrilleros y de narcotráfico en Colombia. Fue ministro de Gobierno de César Gaviria y negoció el indulto al grupo guerrillero M-19. Más tarde fue candidato a vicepresidente junto a Ernesto Samper, cuya campaña recibió fondos del Cartel de Cali. Como ministro de Andrés Pastrana, otorgó una "zona de encuentro" al ELN que resultó en abusos contra los campesinos locales. A
La controvertida trayectoria de Humberto de la Calle como aliado de las guerrillas
1. ABEL ENRIQUE SINNING CASTAÑEDA
asinning@hotmail.com - abensica@yahoo.com
Colombia
314-3702962 301-3057824
HUMBERTO DE LA CALLE LOMBANA
Nadie ha pensado ni por un solo segundo de dónde procede el jefe de negociaciones con las FARCUP en La
Habana, Humberto de la Calle Lombana.
De la Calle es un político caldense nacido en 1946 que, por aquello de las afinidades, terminó siendo nombrado
como ministro de Gobierno de César Gaviria Trujillo con el encargo primordial de concretar el indulto al M-19 y
organizar la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, producto narco guerrillero por el cual la mafia venía
luchando durante varios años. Sin exagerar, De la Calle ha sido un aliado incondicional de los bandoleros de la
guerrilla.
Tan buenos fueron sus oficios a favor del terrorismo, que el mismo César Gaviria lo postula para ser candidato
presidencial por el Partido Liberal. La consulta del liberalismo la gana Samper y De la Calle queda de
subcampeón, así que es nombrado candidato a la Vicepresidencia.
Obviamente, De la Calle también se untó de los dineros del Cartel de Cali con el cual se financió esta campaña.
Él y Samper, según lo aseguró en su momento Guillermo Pallomari (el contador del Cartel de Cali), cenaron a
manteles en uno de los apartamentos de los Rodríguez Orejuela en Cali; exactamente el 15 de abril de 1994,
para más señas. Allí hablaron de todo, acordaron trabajar por la legalización de la droga, tramaron la farsa de la
entrega de los hermanos Rodríguez Orejuela y, sobretodo, Samper y De la Calle se les arrodillaron a los
mafiosos para que manaran abundantes ríos de dólares para la campaña presidencial.
En plena campaña, a escasos tres meses posteriores de las elecciones, la ONG francesa Observatoire
Géopolique des Drogues (“Observatorio Geopolítico de Drogas”), publica un contundente informe donde acusa
sin preludios al ex viceministro de Gaviria y entonces vicepresidente electo (De la Calle), de blanqueo de dinero
para el Cartel de Cali, e importación de precursores químicos con destino a la fabricación de cocaína.
Lo más bochornoso del asunto es que el informe involucra a la propia esposa de De la Calle, doña Rosalba
Restrepo de De la Calle, quien a la postre era una alta ejecutiva de la Caja Nacional de Previsión Social –
Cajanal. La información fue suministrada, dice el informe, por unos funcionarios de Cajanal que viajaron a
refugiarse en los Estados Unidos ya que sus vidas corrían serio peligro.
Por esos años, Cajanal contaba con cerca de 300.000 afiliados. En 1992, siendo De La Calle todavía ministro
de Gaviria, alguna prensa había publicado que allí se estaba suministrando medicamentos vencidos y
adulterados a los afiliados. El asunto involucraba a la esposa de De la Calle, Rosalba Restrepo, acusada de
haber presionado para que se contrataran como proveedores a 18 laboratorios que eran totalmente ficticios,
con direcciones falsas. Estos 18 laboratorios farmacéuticos falsos “vendían” a Cajanal, con notable sobreprecio,
millones y millones de pesos representados en medicamentos adulterados, falsos, que dejaban monstruosas
ganancias a la banda. También, de ñapa, estos laboratorios ficticios importaban los químicos necesarios para la
fabricación y refinación de la cocaína de los Rodríguez Orejuela. Y, los pocos medicamentos genuinos que
había, Cajanal los compraba a Drogas La Rebaja… también de propiedad de los Rodríguez Orejuela.
Tanto Humberto De la Calle como su esposa Rosalba Restrepo se defienden diciendo que el Fiscal Gustavo de
Greiff Restrepo se había abstenido de iniciar investigación en contra de la señora Restrepo de De la Calle, y
que el Procurador Carlos Gustavo Arrieta la exoneraron.
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Se les olvida mencionar que Gustavo De Greiff fue socio de los Rodríguez Orejuela, y que Carlos Gustavo
Arrieta, además de ser alcahueta de Pablo Escobar, vivía diciendo que no había pruebas jurídicas para
condenar a estos capos del Cartel del Cali. Fue Carlos Gustavo Arrieta quien cerró la investigación contra los
miembros de la Asamblea Nacional Constituyente por los sobornos recibidos de manos de los Carteles de la
droga, y registrados en el famoso narcovideo. Eso, sin mencionar que Carlos Gustavo Arrieta metió a la
Procuraduría a guerrilleros activos de las FARCUP para que trabajaran como sus escoltas. Pequeños detalles.
Las tres funcionarias que investigaban a Rosalba Restrepo murieron cruelmente asesinadas. La abogada de la
Comisión de licitaciones de la entidad, Isabel Romero, quien llevara el caso ante los tribunales, murió asesinada
en su apartamento a finales de agosto de 1992. Días después, la fiscal Rocío Vélez Pérez también fue
asesinada a balazos junto con su chofer y dos escoltas. Y Lucía Munar de Ardila fue la última en ser
masacrada.
¿Casualidades…?
Por supuesto, el asunto se olvidó y Samper y De la Calle ganaron la presidencia. Humberto De la Calle se va
como embajador a España, con su esposa, y allá los reciben como si fueran los representantes de la decencia
criolla. Entretanto, Andrés Pastrana, el perdedor en la contienda por la presidencia, se dedica en exclusiva a
despotricar de Samper sacando unos cassettes –cual mago hace con el conejo del cubilete- donde se ponía en
evidencia la vergüenza de presidente, vicepresidente y ministros que tenía Colombia. ¿Por qué Pastrana
esperó hasta después de ser vencido para hacer la denuncia? Pues porque a él, como a la mayoría de la clase
política, le importa un comino el país… Sólo quería ganar y ya. Estaba ardido.
Después de unos años, en 1998, De la Calle abandona el barco como lo hacen los roedores ante el navío que
se hunde. Viendo que el gobierno de Samper estaba hundiéndose en su propia inmundicia, renuncia a la
Vicepresidencia y decide apoyar a Andrés Pastrana en su campaña, en ese mismo año 1998. Increíblemente,
después de que Pastrana denunció hasta el cansancio los dineros del cartel de Cali en la campaña de Samper
y De la Calle, él mismo nombra a Humberto de la Calle como embajador y luego, en 2000, como su ministro
más importante.
Ya como flamante ministro caguanero, Humberto De la Calle ayuda a los narcoguerrilleros del ELN para
imponerles a unos humildes labriegos del sur de Bolívar, la maldita carga de convertir su región en un mini
Caguán. Queriendo despejar para el ELN su propio territorio alterno al que tenían ya las FARCUP, De la Calle
lanza enfurecidos ataques a los sencillos e indefensos campesinos, y les impone a la fuerza el dominio del ELN.
De la Calle llamó “Zona de Encuentro” a esta pequeña republiqueta ubicada en el corregimiento de Villaflor,
municipio de Santa Rosa, un nombre muy rosa para lo que en verdad ocurría allí: secuestros, asesinatos
selectivos, mutilaciones, masacres, desapariciones y violaciones. Esta “Zona de Encuentro” regalada por De la
Calle al ELN muy pronto empezó a mostrar su verdadero objetivo. No bien se instaló allí, el ELN se dio a la
tarea de desplegar toda su sevicia. A punta de fusil y machetes, los narcoterroristas arrearon como ganado a
los habitantes de Villaflor y luego secuestraron al pobre agricultor Jorge Velandia de 24 años. Otro agricultor,
Eduardo Zamudio Ramírez, intentó oponerse a que se llevaran a Velandia, y el ELN lo masacró a tiros de fusil
luego de torturarlo salvajemente. De la Calle no ha mencionado ni una sola palabra de esto, a pesar de las
denuncias que se hicieron en ese entonces. Le valió cinco.
3. ABEL ENRIQUE SINNING CASTAÑEDA
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Como tampoco dijo nada ese 11 de enero de 2001 cuando el ELN entró de nuevo a su “Zona de Encuentro”
entregada por gentileza de De la Calle, y asesinó a bala a José Jeremías Roa Rodríguez, otro labriego humilde
y paupérrimo. A De la Calle no le importaron estos y otros muertos, como la masacre de Machuca, cometida por
el ELN. Pues estaba empecinado en otorgarles indulto y beneficios a los del ELN. Humberto De la Calle llevará
siempre en su conciencia –si es que la tiene- estas atrocidades.
Hoy, Humberto De la Calle vive su vida despreocupadamente, de reunión en reunión con sus símiles en La
Habana. Logró que Juan Manuel Santos nombrara a su hijo José Miguel (concuñado de Alejandro Santos)
como Superintendente de Industria y Comercio, cargo al que renunció luego de que su papá fuera nombrado
jefe de la mesa de negociaciones con las FARCUP.
Y esa es, a grandes rasgos, la trayectoria de Humberto De la Calle, enemigo del ejército y amigo de las
guerrillas. Un experto en otorgarles beneficios penales a los terroristas más siniestros, que quiere entregarles a
las FARCUP y al ELN toda esa impunidad que él consiguió para los bandidos del M-19, el EPL, Quintín Lame y
PRT. Ese es el personaje al que hoy el General Mora Rangel le estrecha la mano y lo abraza manifestando
entre risotada y risotada que ahora son grandes amigos, deshaciéndose en mutuos elogios. Yo no diría que son
“grandes amigos”; diría más bien “cómplices”. Porque Mora, a cambio de que la Fiscalía de Montealegre no lo
envaine en algo, está colaborando con esta infamia en la que están hundiendo a Colombia.