¿Interpretar o moralizar? La difícil convivencia del periodismo doctrinal con las sociedades modernas
1. Adolfo Carratalá
Universitat deValència
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convivencia del periodismo
doctrinal con las sociedades
modernas
IV Seminário Internacional Media, Jornalismo e Democracia
Lisboa, 6 de Dezembro de 2012
2. 1. Media, Periodismo y
Democracia
Reflexión en torno a un tipo de apuesta mediática que analizo
en mi tesis doctoral
Resurge en los últimos años
Plantea interrogantes relacionados con el papel de la prensa en
las sociedades democráticas
Periodismo sin información (Ortega, 2006)
Periodismo especulativo (Gómez Mompart, 2008)
Journalism of affirmation (Kovach y Rosenstiel, 2002)
3. 2. Contextualización caso
español
Modelo Mediterráneo / Pluralista polarizado (Hallin y
Mancini, 2008)
Convivencia de un periodismo que hunde sus raíces en el
franquismo y de otro que apuesta por la información
(Ortega, 2006)
Crispación periodística (Gil Calvo, 2008)
7. 6. Un ejemplo: campaña anti EpC
(I)
Educación para la Ciudadanía
Asignatura aprobada por el Gobierno socialista (2006)
Oposición de la prensa conservadora: campaña
Movilización individuos, que reclaman objeción de conciencia
Demonización / condena de la asignatura
(La Razón, 16/01/2008)
(La Razón, 22/03/2006)
8. 7. Un ejemplo: campaña anti EpC
(II)
Victimización de los opositores
Difusión de argumentos
(La Razón, 29/09/2007)
(ABC, 29/04/2007)(La Razón, 06/11/2005)
9. 8. Un ejemplo: campaña anti EpC
(III)
Difusión de normas / orientaciones
Apoyo explícito / intervención
(ABC,
11/04/2007)
(La Razón,
22/02/2008)
(La Razón,
13/11/2005)
10. Conclusiones
El periodismo doctrinal sacrifica una de las funciones
esenciales de los medios: promoción del debate plural
Las campañas periodísticas no pueden basarse en lecturas
moralizadoras de la realidad, sino en datos y pruebas
El discurso periodístico condenatorio y populista puede
amenazar la legítima representación democrática
La convivencia necesita consensos, no la promoción de
controversias con objetivos partidistas
En opinión de estos autores, la prensa de estos países se caracterizaría por su intervención directa en los conflictos: “en ciertos momentos, los periódicos desempeñan un papel activista y movilizan a sus lectores para que apoyen una causa política u otra” (2008: 91).
Ortega defiende que, desde la Transición, conviven en España dos modelos de periodismo: “el uno, que hunde sus raíces en el franquismo, pero se prolonga con pujanza hasta nuestros días potenciando la no información; el otro, que aunque se sitúa dentro de las coordenadas del modelo «pluralista-polarizado», persigue preferentemente la información y por ello trata de ajustar sus patrones de funcionamiento al modelo «liberal»” (2006: 32). Aquí nos centramos en el primero de ellos. Comillas en el original.
Mientras que algunas formas de periodismo sí han basado fundamentalmente su tarea en la información, otras “se han caracterizado por su orientación preferentemente religioso-moral, en la que se concede mayor relieve a las acciones destinadas al adoctrinamiento” (Ortega, 2006: 16).
Gil Calvo afirma que el exceso de crispación, entendida como hipertrofia de la confrontación política, es el peor síntoma de una enfermedad civil que afecta a España y que empuja al país a una escalada de conflictividad que pervierte su esfera pública (2008: 9). Pese a que este sociólogo atribuye, como vemos, este fenómeno al modo particular de hacer política en el Estado español y no la limita a una etapa cronológica en particular sino que, más bien, la considera crónica al desarrollo histórico del país durante el siglo XX y fruto de una semilla que comenzó a germinar durante la Restauración canovista (Ibíd.: 105), el concepto de crispación se ha adoptado de forma bastante generalizada para identificar la situación política entre 2004 y 2008.