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Amir ibn tawfik seeman
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Había una vez una princesa Fenicia llamada Alissa, hija del Rey de Tiro llamado MATTAN,
siendo muy joven era una excelente guerrera y solía navegar con la flota imperial en la
Conquista de nuevas factorías a lo largo de las costas del Mediterráneo. Funda la ciudad de
"DART HADASHT", Cartago o "ciudad nueva".
DART HADSHT es conquistada por un guerrero ambicioso y cruel. Por lo que Alissa, junto
con el Almirante Ibn Oart toman la flota y navegan mar adentro, primeramente sin rumbo
fijo. Hasta que Alissa, decide llevar a las naves mas allá del estrecho de Gibraltar en busca
de nuevas tierras y crear nuevas factorías e incrementar el comercio de especies con los
Egipcios y Babilónicos.
Alissa, es una experta en leer las estrellas y fija una ruta nunca antes seguida por el
experimentado Ibn Oart. Los marineros al enterarse de los planes de la princesa, sienten
temor y pánico. Se decía que llegarían al final de océano, dónde existía un abismo y
gigantes dragones se tragaban barcos y tripulantes.
Llevaban una semana de navegación. Antes habían recalado en la factoría de Gades (hoy
Cádiz) para abastecerse de alimentos y agua. Cuando los sorprende una terrorífica
tempestad. Zeus, el dios del mar, enfurecido por el paso de estos intrépidos navegantes
fenicios, descarga toda su ira y envía relámpagos, truenos y gigantes olas para hacer
zozobrar a las naves.
Alissa, invoca a los dioses fenicios y es escuchada por Jay Tau, quien se enfrenta a Zeus.
Alissa había sido apadrinada por Jay Tau, y este logra una tregua con Zeus, a cambio de
darle como esposa a Jabíbi, una hermosa beduina que vivía a las orillas del mar Arábigo y
que por las noches se transformaba en sirena.
Jay Tau envía una potente corriente marina y saca a la flota de los dominios de Zeus. Pasan
dos semanas más hasta navegar por frías aguas, canales tortuosos, montañas de hielo y
nieve. Días después toman la ruta hacia el norte, una vez abandonada la zona de los
canales.
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Surcan un mar suave. Límpido, tranquilo y de color azul cristalino. Una bandada de
gaviotas y aves marinas acompañan a la flota. Gracias a la lluvia logran juntar agua para
beber. Alimentándose de peces voladores, que caen en abundancia; sobre la cubierta de los
barcos por las noches.
El almirante Ibn Oart, observa como la princesa Alissa, sobre la proa. Se coloca frente al
sol observa la sombra sobre la palma de su mano y ordena el rumbo. Una tarde el vigía de
la nave principal grita: "Tierra... tierra a la derecha". El llamado es contestado por los vigías
de las naves acompañantes. Entrada la noche. Quedan frente a las costas pintadas
completamente de negro y destellos como estrellas pequeñitas. Divisándose a lo lejos, la
costa desconocida.
Alissa, es despertada al día siguiente muy temprano, por sus sirvientas. Naves de extraña
construcción se acercan. Estas se ven como sombras en movimiento. Toda la flota se pone
en estado de alerta y el gemir de un cuerno es la señal. Alissa y Ibn Oart, observan a las
naves que portan un velamen cuadrado grande y principal. En cuyo centro esta dibujado un
rostro de un sol con rayos destellados. Los tripulantes portan lanzas y fechas. Sobre sus
cabezas portan un tocado de cónico alargando de color rojo, collares y brazaletes de oro,
que brillan intensamente a los rayos del sol mañanero. Por medio de señas se hacen
entender ya que el idioma es desconocido para ambos y suena casi gutural.
Ibn Oart, invita a los que visten tenidas diferentes y parecen ser los jefes, a subir a la nave.
Sentados al estilo árabe, formando un círculo, platican y pintan símbolos sobre la cubierta,
para hacerse entender. El principal orador visitante era el emperador Al Apaek, dueño y
señor de dichas tierras.
Alissa y Ibn Oart, explican de donde vienen, lo que los visitantes exclaman asombrados. No
sabían que existía civilización y un nuevo mar allá de las montañas al Este. Al Apaek invita
a los navegantes, ir a su palacio a pernoctar. Antes de seguir viaje.
El palacio tenía la forma de una pirámide Egipcia, pero tenía siete terrazas. El salón de
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audiencia muy grande tenía un centro de la misma manera que el palacio, forma de
pirámide donde estaba sentado Al Apaek y a su lado le acompañaba Tai Pai la primera
esposa, y sus pies siete concubinas muy jóvenes vistiendo apenas una túnica de la cintura
hacia abajo. Sus pechos desnudos. Cuello y brazos adornados con collares y brazaletes de
plata y oro. Los sabios eran muy ancianos. Vestían largas túnicas blancas con dibujos
geométricos tejidos, con colores fuertes. El monarca llevaba una túnica blanca. Sobre su
cabeza una diadema frontal, al estilo egipcio, con la figura de un felino y una barba postiza
puntiaguda. Los guardias custodios llevan casco cónico de color rojo, negro, amarillo y
naranja. Sujeta con una cinta que pasa por debajo del mentón.
El monarca Al Apaek, invita a Alissa a quedarse en el reino, al igual al resto de la
expedición. Ibn Oart, acepta, junto con un grupo de tripulantes, sabios y mujeres. El resto
de la tripulación desea volver a Fenicia.
A los meses siguientes dos naves, retornan a Fenicia llevando telas tejidas de lana de llama
y alpaca, piezas de oro y plata. Que cambiaron por piedras preciosas extraídas de las
colonias de Egipto y Gades.
Al Apaek y su grupo de eruditos explican a Alissa y Ibn Oart, que más allá de las altas
montañas del este, existen otros reinos, como el de Taipicala una imponente urbe, que sus
templos alcanzan el cielo y al norte existe un mar gobernado por sabios amautas. Mas al
este, otro reino llamado Opahair cruzado por un gigantesco río, escondido entre una tupida
selva. Existiendo guerreros salvajes y un reino gobernado solamente por mujeres.
Que ellos no habían visto jamás, sino que expediciones habían tenido encuentro en su
recorrido y algunas veces se habían perdido y chocado con estos.
Tai Pai, la reina de Chan Chan, comenzó a sentir celos de Alissa. Al ver que su esposo le
dedicaba mucho tiempo, atendiéndola y como juntos solían estar horas y horas charlando al
atardecer, mirando el sol y la espuma lamer la blanca arena. Alissa, enseñaba al monarca a
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leer los astros. A lo que Al -Apaek le contaba sobre otros reinos que colindaban con el
suyo. Mainaka, ubicado muy al sur, encerrado entre bosques y arenales, con palacios y
calles empedradas.
Alissa, llevaba hermosos collares de "perlas aggi" o perlas fenicias, Pai-Mau la hija mayor
de Al-Apaek estaba prendida de estos, a lo que Alissa, le regala uno. La hermosa joven al
ver este gesto, contó a Alissa que su madre, por celos había ordenado envenenarla. A lo que
le aconsejo ir al reino de Mainaka, donde se había enterado de su presencia y decían: "la
reina sol que vino del mar". Ya que el cabello de Alissa era rojo como el sol. También el
hijo monarca de Taipicala, Tari-Cocha sabía de la presencia de Alissa en Chan Chan.
Ibn Oart, junto con sus tripulantes construyeron y enseñaron a los artesanos del lugar a
construir muelles, para atracar a los barcos. Estos terminaron llamándolos "cothon" o
embarcaderos fenicios por su estilo, que también lo habían construido anteriormente en
Motaya (Italia) Gades y Lixus.
El emperador amauta AL Cocha y su hijo Tari Cocha envían una delegación con presentes
ricos y variadas especies a la princesa Alissa y la invitan a visitar Taipicala, el reino cuyos
palacios alcanzan el cielo.
El almirante Ibn Oart, con guerreros de Chan Chan surcan el ancho mar, en busca de
nuevas colonias. Marcando rumbo siempre al oeste.
A los tres días de haber zarpado la flota, hay un terremoto, que destruye parte del palacio y
la ciudad de Chan Chan, mientras que en el mar, viene un maremoto y gigantescas olas se
tragan buena parte de los barcos y islotes de la región. La flota es alcanzada y se hunde
completamente, desapareciendo toda la tripulación. Es un duro golpe para Alissa, que llora
cada tarde frente al mar. Una noche es atacada y apuñalada, pero un gran medallón de oro,
enviado por Tari Cocha, le salva la vida y el puñal no da en su corazón.
El atacante, un guerrero y guardia de la reina se envenena antes de ser capturado para
guardar para siempre su secreto.
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Rápidamente, con el resto de su fiel séquito, y por guerreros cedidos por el rey Al Apaiek
comienza su peregrinaje montaña arriba. Un camino muy bien cuidado, empedrado, y en
cada posta es anunciada la caravana. Alcanzan al anochecer las orillas del mar que estaba
sobre las nubes, como le habían contado. Hermoso, silencioso como una bóveda celeste
completamente iluminada de destellos y una luna inmensa, que reflejaba su blanca palidez
sobre las aguas. En el letargo se escuchaba el sonido de cuernos. Al despertar, se ve venir la
barca imperial, asomando entre la bruma de la mañana. Cuál brisa levantan suaves olas que
lamen la blanca arena.
Ambos se miran profundamente y se quedan prendidos. Un amor a primera vista el
lenguaje no era impedimento, las miradas furtivas hablaban por sí solo. Zarparon al sur,
seguido de otras pequeñas embarcaciones repletas de guerreros.
Alcanzaron la otra orilla. Fueron llevados en tronos labrados de finas maderas, un toldo que
los cubrían del resplandeciente sol y sobre los hombros de musculosos guerreros. Siguieron
camino nuevamente, pasando por estrechas quebradas y montañas pintadas como un arco
iris.
Tras varios días de viajes. Se alzó desafiante, la majestuosidad de Taipicala, asombró a
Alissa las imponentes columnas y estilo de la construcción de la urbe y como decían el
palacio tocaba el cielo y los dioses estaban viviendo en la tierra. Tari-Cocha, presenta a
Alissa a su padre el emperador amauta del sol Al Cocha.
Como un cuento de las mil y una noches, pronto fue el casamiento y fueron felices. La
princesa se embaraza y esta a punto de tener su bebé. El emperador es él más feliz ya tiene
descendencia como lo habían pronosticado los dioses, Tierra, Aire y Cielo. La reina madre
Al-Lun acompaña a Alissa durante el parto.
Nacen dos bebés, un hombre y una mujer. Pero Alissa no logra reponerse del parto y muere
en los brazos de Tari Cocha.
Esa noche un grito desgarrador estremece los macizos pilares de Taipicala. Alissa retorna al
mundo de los espíritus.
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Durante varios días el cielo del reino estuvo oscuro, frío y una firma llovizna cayó, al
séptimo día nevó intensamente.
Alissa es sepultada en la cima de la montaña más alta. Allí donde por la mañana el sol
acaricia su tumba y por la noche, la luna cubre con su manto plateado las laderas.
Tari Cocha, muere a los meses, a causa de una extraña fiebre, los sabios amautas dicen que
se le secó el corazón de tanto llorar. Por el centro de la ciudad, emerge una vertiente de
agua cristalina y cuentan que es el llanto del príncipe, que murió por amor.
Desde entonces, cuando los rayos del sol vienen a morir sobre el horizonte de la ciudad,
efímeros rayos de sol. Se ven en el cielo estrellado, las figuras de Alissa y Tari Cocha
corriendo por la majestuosa bóveda celeste. Detrás sus hijos dibujando un cometa.
Cuando vayáis a Tiahuanaku, recuerden la historia de Alissa, la princesa Fenicia y de Tari-
Cocha el príncipe de los Amautas. Un collar de "perlas aggi" fue encontrado entre las
columnas del templo de Tiahuanaku por arqueólogos, esto comprueba que la leyenda en
verdad existió.
El hombrecito que me contó esta historia, montó en la cola de un cometa que bajó de los
Andes y se perdió en el silencio majestuoso de la cordillera. Caminé entre las ruinas, tomé
el sendero de retorno a la civilización y al volver la mirada atrás. Los rayos del astro rey,
atravesaban la Puerta del Sol.
Septiembre de 1976
Amir Ibn Tawfik Seeman
derechos reservados
Project Manager / Research Assistant
Lebanese Emigration Research Center (LERC)
Notre Dame University - Louaize
Tel: +961 9 218950 ext 2262
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