1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
22 Febrero
del 2015
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
CUARESMA, TIEMPO DE GRACIA
Con el Miércoles de Ceniza, celebrado hace
unos días, hemos comenzado un nuevo
tiempo de Cuaresma. No digo que hemos
comenzado nuevamente la Cuaresma,
como si la Cuaresma fuera siempre la
misma y la repitiéramos cada año. Digo una
nueva Cuaresma, porque cada Cuaresma
es siempre nueva, distinta a las anteriores,
aunque tenga ciertos elementos en común
con ellas. Uno de esos elementos en común
es que la Cuaresma es, siempre, un tiempo
de gracia, un tiempo que Dios nos regala
para renovarnos espiritualmente y, así,
prepararnos para celebrar la Semana Santa
y, en especial, la Pascua que es la fiesta
central de la vida cristiana.
En su Mensaje para la Cuaresma de este
año, el Papa Francisco nos invita a meditar
sobre una situación que le preocupa de
modo especial, a la que llama la
«globalización de la indiferencia». Se refiere
a esa indiferencia que se va extendiendo a
nivel mundial en el corazón de los hombres.
En primer lugar, indiferencia con respecto a
Dios. Cada vez son más los hombres que
viven como si Dios no existiera. En segundo
lugar, y como consecuencia de aquello,
indiferencia hacia los demás, especialmente
hacia los pobres. El mensaje del Papa nos
llama a preguntarnos si también a nosotros
nos sucede que, cuando las cosas nos van
bien y estamos más o menos a gusto, nos
olvidamos de Dios. Y a preguntarnos
también si somos o no sensibles ante el
sufrimiento de los demás.
Por suerte, Dios no es indiferente hacia
nosotros. Él no es insensible ni lejano al
hombre. Dios es amor y el amor jamás vive
encerrado en sí mismo sin interesarse en lo
que le sucede a los demás. Cuando uno
ama, y seguramente todos tenemos
experiencia de esto, siente como propios las
alegrías y los sufrimientos de la persona a
quien ama. Esto también sucede con Dios
que, como dice el Evangelio, nos ama tanto
que ha enviado a su único Hijo al mundo
para que todos los que creamos en Él
tengamos vida eterna. Y para hacer posible
que creamos en Él y en su amor, Dios no
sólo se ha hecho hombre sino que ha
cargado con nuestros pecados y, muriendo
en la Cruz, ha perdonado nuestros pecados
y ha destruido la muerte para que nosotros
podamos vivir eternamente con Él.
En esta primera semana de Cuaresma,
siguiendo las pautas que nos da el Papa
Francisco quisiera invitarlos a comenzar a
entrar cada uno en sí mismo y, como un
modo de comenzar nuestro proceso de
conversión, preguntarse en lo íntimo de la
conciencia: ¿cómo estoy viviendo mi
relación con Dios y con las personas que me
rodean? ¿Cuento con Dios en mi vida
cotidiana o me es indiferente? ¿Soy
sensible ante el sufrimiento de los demás o
vivo encerrado en la cárcel de mis propios
intereses? No tengamos miedo de hacernos
estas preguntas, porque se trata sólo de un
primer paso. En las próximas semanas
iremos dando los pasos sucesivos hasta
llegar a la Pascua que es la fiesta de nuestra
liberación, el paso de la muerte del pecado a
la vida divina de la que Dios quiere hacernos
partícipes.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa