2. Camilo Ibrahim Issa
El intercambio es una actividad que la humanidad practicaba hace más de 3.000 años y es
también uno de los orígenes del comercio. A lo largo de cientos de años el comercio se ha ido
transformando desde las formas más simples de intercambio personal hasta las modernas de
intercambio mundial, desde los primeros mercados locales hasta los actuales mercados
internacionales.
3. Camilo Ibrahim Issa
Una vez que alcanzó un impulso ininterrumpido, allá por el siglo XIX, el comercio provocó
enormes cambios en la sociedad, por ejemplo: volvió insuficiente la producción casera, lo “hecho
a mano”, que durante mucho tiempo fue la manera más común de producir lo necesario para la
vida; hizo necesario crear lugares y formas de trabajo antes no conocidas; dio origen a oficios
diferentes a la agricultura, la ganadería y la guerra, que por miles de años fueron las principales
ocupaciones humanas.
4. Camilo Ibrahim Issa
El comercio hizo aparecer las ciudades, donde prosperaron los mercados y las relaciones de
negocios; también estimuló el interés por inventar y elaborar nuevas herramientas y máquinas,
para producir más mercancías en menos tiempo y con menos dificultad; transformó el trabajo y,
con él, las relaciones entre la gente y la relación del ser humano con la naturaleza. Con el impulso
del comercio propiamente dicho nació lo que ahora conocemos como economía de mercado, una
forma de producción en que se elaboran grandes cantidades de mercancías que se cambian unas
por otras, o por dinero, en enormes conjuntos de consumidores a los que llamamos mercado.
5. Camilo Ibrahim Issa
Una importante consecuencia del gran comercio y de la economía de mercado es la
especialización del trabajo humano. Hace ya mucho tiempo, que la mayoría de las personas no
elaboramos nuestra propia ropa ni la de la familia, no cultivamos los alimentos que comemos, no
construimos nuestra vivienda ni elaboramos las herramientas que usamos. El intercambio ya no
es un acto voluntario; todos somos parte de él porque nadie produce por sí mismo lo
indispensable para su subsistencia. Tampoco hay países que produzcan todo; unos elaboran unas
mercancías y otros producen otras, unos venden unos servicios y no otros, y todos se ven
precisados a intercambiar pocos o muchos de los productos básicos que necesita su población.