2. Biografía de Monseñor Romero.
Oscar Arnulfo Romero Y Galdámez, nació el 15 de agosto de 1917, en Ciudad
Barrios, departamento de San Miguel. De nacionalidad salvadoreña, era hijo
de Santos Romero, fue de profesión telegrafista y Guadalupe Galdámez,
quien se dedicaba a los oficios domésticos. ambos mestizos, siendo el
segundo de ocho hermanos.
En la escuela pública donde estudió, se destacó en materias humanísticas,
que en las matemáticas. Al culminar con sus estudios básicos, se dedicó al
aprendizaje de la carpintería y a la música. En 1930 a sus trece años estudio
con lo claretianos y luego ingreso desde muy joven al seminario menor de
San Miguel.
En 1937, se mudó a Roma donde termino sus estudios teológicos en la
Universidad Gregoriana y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 a la
edad de 24 años.
Regreso a El Salvador en 1943, siendo nombrado párroco de la ciudad de
Anamorós, departamento de La Unión. Después fue enviado a la cuidad de
San Miguel, sirviendo como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de la
Paz.
En 1968, es nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador.
El 21 de abril de 1970, es designado por el papa Pablo Vl, obispo auxiliar de
San Salvador, recibiendo su consagración episcopal el 21 de junio de 1970,
de las manos del nuncio apostólico Girolamo Prigione.
El 15 de octubre de 1974, fue nombrado obispo de la Santiago de María, En
el departamento de Usulután, estando dos años.
3. Fue nombrado por el papa Pablo Vl, el 3 de febrero de 1977, arzobispo de
San Salvador, para suceder a monseñor Luis Chávez Y González.
Honores Recibidos.
Ciudadano ilustre de la municipalidad de Ciudad Barrios (1970).
Doctor Honoris Causa de la Universidad de Georgetown, Estados
Unidos (1978).
Doctor Honoris Causa de la Universidad de Lovaina Bélgica (1980).
Doctor Honoris Causa de la Universidad de El Salvador (1980).
Doctor Honoris Causa de la Universidad Centroamericana José
Simeón Cañas (UCA) de El Salvador.
Premio Paz de la Acción Ecuménica Sueca (1980).
Fue asesinado el 24 de marzo de 1980, celebrando una misa en la capilla del
Hospital Divina Providencia en San Salvador, un disparo de calibre 25
realizado por un francotirador impacto en su corazón momentos antes de la
consagración.
4. Contexto Social de la vida de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Justo en la época que Monseñor nació (15 de agosto de 1917), El Salvador
era por entonces un país de relativa prosperidad económica (gracias al cultivo
y explotación del café) pero dominado por el poder oligárquico que mantenía
oprimida a la población campesina.
Desde pequeño, Oscar fue conocido por su carácter tímido y reservado. A
muy corta edad tuvo que interrumpir sus estudios debido a una grave
enfermedad, ya que a la edad de 12 años trabaja ya como aprendiz de
carpintería. Cuando se encontraba en el seminario meno de San Miguel
interrumpió nuevamente sus estudios, esta vez para ayudar a su familia en
unos momentos de dificultad económica. Durante tres meses trabajo en las
minas de oro de Potosí por cincuenta centavos al día.
En 1937, Oscar ingresa al seminario Mayor de San José de la Montaña en
San Salvador. Siete meses mas tarde es enviado a Roma para proseguir con
sus estudios de teología. Es ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942y
continua en Roma un tiempo con el fin de iniciar su tesis doctoral que
pretende orientar hacia la mística o la teología ascética, pero la guerra
europea (La Segunda Guerra Mundial) le impide terminar sus estudios y se
ve obligado a regresar a El Salvador.
Su labor como sacerdote comienza en la parroquia de Anamorós, después
trasladándose a San Miguel, donde durante 20 años realiza su labor pastoral:
impulsa movimientos apostólicos como la Legión de María, Los Caballeros
de Cristo o Cursillos de Cristiandad; desarrolla obras sociales como
“Alcohólicos anónimos” o “Caritas; promueve la construcción de la Catedral
de San Miguel y favorece la devoción a la Virgen de la Paz. En esos años, su
trabajo es el de un sacerdote dedicado a la oración y actividad pastoral, pero
todavía sin un compromiso social evidente. Mientras, el país vivía sumido en
5. un caos político; se suceden golpes de estado en los que el poder quedo en
manos de los militares.
En 1966, Monseñor fue elegido secretario de la Conferencia Episcopal de El
Salvador. Comienza así su actividad pública mas intensa que viene a
conducir con un periodo de amplio desarrollo de los movimientos populares
que se manifestarían de forma evidente apenas un a año mas tarde con la
primera huelga general obrera.
Su nombramiento como obispo auxiliar de Monseñor Luis Chávez y
González, en 1970, no fue bien visto por los sectores más renovadores:
Monseñor Chávez y González y Monseñor Rivera (también obispo auxiliar en
ese entonces) estaban impulsando los cambios pastorales que el Concilio
Vaticano Segundo y la Conferencia de Medellín 1968, exigían para el
desarrollo de una nueva forma de entender el papel de la Iglesia Católica en
América Latina y los planteamientos de Monseñor Romero, nombrado
además director del periódico Orientación, eran todavía muy conservadores.
Además, su labor como rector del Seminario Mayor de San José de la
Montaña, que desde 1915 había sido dirigido por los jesuitas, resulto un
fracaso en la gestión económica, por lo que le seminario debió se cerrado.
Tras su nombramiento como Obispo de la Diócesis de Santiago de María, se
traslada a la misma en diciembre de 1974. El contexto político se caracteriza
sobre todo por una especial represión contra los campesinos organizados. En
junio de 1975, se producen los hechos de Tres Calles: la Guardia Nacional
asesina a 5 campesinos. Monseñor Romero llega a consolar a los familiares
de las víctimas y a celebras la misa. No hace denuncia pública de lo ocurrido,
como le habían pedido algunos sectores, pero si envía una dura carta al
presidente Molina.
6. Años más adelante, el nombramiento de Monseñor Romero como arzobispo
de San Salvador, el 23 de febrero de 1977, es una sorpresa negativa para el
sector renovador, que esperaba el nombramiento de Monseñor Rivera, y una
alegría para el gobierno y sus grupos de poder (La Oligarquía), que ven en
este religioso de 59 años un posible freno a la actividad de compromiso con
los mas pobres que estaba desarrollando la Arquidiócesis.
Sim embargo, un hecho ocurrido apenas unas semanas más tarde, que se
revelara de como decisivo en las escaladas de violencia sufrida en El
Salvador, va a dejar clara la futura línea de actuación de Romero: el 12 de
marzo, es asesinado el padre Rutilio Grande, hombre progresista, colaboraba
en la creación de grupos campesinos de autoayuda y por supuesto era buen
amigo de Monseñor. El recién electo arzobispo insta al presidente Arturo
Armando Molina, para que investigue las circunstancias de la muerte y ante
la pasividad del gobierno y el silencio de la prensa a causa de la censura
impuesta a los medios de comunicación, amenaza incluso con el cierre de las
escuelas y ausencia de la iglesia católica en actos oficiales.
La postura de Oscar Arnulfo Romero, cada vez más “peligrosamente”
comprometida con el pueblo, comienza a ser conocida y valorada por el
contexto internacional: el 14 de febrero de 1978, es nombrado Doctor Honoris
Causa por la Universidad de Georgetown, EE. UU; en 1979 es nominado al
Premio Nobel de la Paz y en febrero de 1980 es investido Doctor Honoris
Causa por la Universidad de Lovaina, Bélgica.
En ese viaje a Europa, visita al papa Juan Pablo ll en el Vaticano, le transmite
su inquietud ante la terrible situación por la que estaba atravesando el país
en esos momentos.
Llegado de su viaje, el 17 de febrero, el arzobispo Romero envía una carta al
presidente de los EE. UU James Earl Carter (Jimmy Carter), expresándole su
7. oposición a la ayuda militar que los EE. UU estaba prestando al gobierno
salvadoreño, una ayuda que, hasta el momento, solo favoreció aún más el
estado de represión en el que el pueblo vivía. La respuesta del presidente
estadounidense se traduce en una petición al Vaticano para que hagan un
llamado al orden al arzobispo. Sin embargo, es otros países continua el
reconocimiento de Romero: en esas mismas fechas, recibe el premio de la
Paz de Acción Ecuménica Sueca.
En efecto, en 1980, El Salvador vivía una etapa especialmente violenta en la
que, sin duda alguna, el gobierno era uno de los máximos responsables. La
iglesia calcula que, entre enero y marzo de ese año, más de 900 civiles fueron
asesinado por fuerza de seguridad, unidades armadas o grupos paramilitares
bajo control militar. De todos era sabido que el gobierno actuaba
estrechamente con el grupo terrorista ORDEN y sin olvidar a los Escuadrones
de la Muerte.
A finales de febrero, Héctor Dada, miembro de la Segunda Revolucionaria
Junta de gobierno, informa a Monseñor de que tiene conocimiento de
amenazas de muerte contra su persona y contra el arzobispo; Romero recibe
también un aviso de amenazas de similar seriedad por parte del Nuncio
Apostólico en Costa Rica, Monseñor Lajos Kada y a comienzo de marzo, es
volada una cabina de locución de la emisora YSAX, La Voz Panamericana,
que transmitía sus homilías dominicales. Los días 22 y 23 de marzo, las
religiosas que atienden el Hospital Divina Providencia, donde vive el
arzobispo reciben llamadas telefónicas anónimas que lo amenazaban de
muerte. El 24 de ese mismo mes, Monseñor Oscar Arnulfo Romero es
asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en la capilla de dicho
hospital.
Los actos fúnebres fueron celebrados en la Catedral Metropolitana de San
Salvador el 30 de marso de 1980, se convirtieron en una batalla campal en la
8. que fuerzas de seguridad abren fuego contra miles de salvadoreños
concentrados en la plaza Gerardo Barrios, frente a catedral, entre los que se
encontraban miembros del Bloque Popular Revolucionario. El resultado más
de 40 muertos y doscientos heridos.
Tras el asesinato de Monseñor, le siguieron otros actos de violencia terribles
contra una iglesia comprometida con el pueblo salvadoreño, como la violación
y asesinato de tres monjas y una seglar estadounidense ocurrido el 2 de
diciembre de 1980 o el asesinato de seis padres jesuitas por los Escuadrones
de la Muerte en el noviembre de 1989. Estos actos se insertaron en un
periodo convulsivo de enfrentamiento entre el poder represivo y la guerrilla
del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (F.M.L.N),
prologándose en el enfrentamiento más de una década.
12 años después de su muerte, el gobierno y el F.M.L.N, llevan a cabo en
1992, la firma de los acuerdos de paz, supuso el proceso de paz con el que
soñó Monseñor Romero, un proceso de democratización y de recuperación
económica que se ha basado, como él mismo lo proponía, por medio del
dialogo. En este periodo, la figura de Oscar Arnulfo Romero, ha continuado
siendo un símbolo de justicia y compromiso social para el pueblo
salvadoreño.
9. Ideas de Monseñor Romero.
“El profeta, tiene que ser molesto a la sociedad, cuando la
sociedad no está con Dios” (Homilía de agosto de 1977). Romero
puso de manifiesto el rumbo que tomaría su arzobispado, mientras que,
en el país, sucedían los enfrentamientos, abusos y la represión. Fue
voz muy molesta para el gobierno militar de esa época, denunciando
las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el estado
mediante los cuerpos de seguridad y grupos paramilitares. Pero
también censuro a los grupos armados que integraron la guerrilla del
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
“No es la voluntad de Dios que unos no tengan todo y otros no
tengan nada… De Dios es la Voluntad que todos sus hijos sean
felices” (Homilía del 10 de septiembre de 1978). Romero defendió a
lo as desfavorecidos y a los agricultores que huían de la represión en
los campos cafetaleros hacia la capital del país. Predicando con el
ejemplo. Renuncio a vivir en el palacio del Arzobispado y se instaló en
una humilde casa que en la actualidad es un museo. También renuncio
a la protección armada cuando comenzó a recibir amenazas de muerte
y los sábados ayunaba para experimenta el sufrimiento de los más
necesitados.
“De nada sirven las reformas si van teñidas de sangre” (critico
desde el pulpito, el mes julio de 1979). Con el país sumido en
continuas luchas de poder y el intento de reformas agrarias, apoyado
por fondos de EE. UU, Romero decía que los planes de los distintos
gobiernos defendían siempre los intereses de los oligarcas,
expropiando al pobre de las tierras que había labrado con sus manos.
10. “No me consideren juez o enemigo. Soy simplemente un pastor,
el amigo de este pueblo”, (Homilía del 6 de enero de 1980).
Consiente que el mensaje que predicaba le estaba generando cada vez
más y poderosos enemigos. Defendía su papel como líder cristiano y
espiritual de denunciar las injusticias, sin estar del lado de nadie más
allá de quienes eran víctimas de los abusos, la violencia y la pobreza.
“Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me
importa tanto como la vida humana” (Homilía del 16 de marzo de
1980). Pocos días, antes de su muerte, defendió su mensaje
evangélico de que se debía cesar la violencia que causaba víctimas
entre “hermanos de aquellos que empuñan las armas”.
Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin
resurrección: si me matan, resucitare en el pueblo salvadoreño”
(Entrevista con el periodista mexicano de diario Excelsior,
Calderón Salazar). Consciente de que su existencia se había hecho
cada vez mas molesta entre quienes ostentaban el poder, sabia que su
mensaje había calado en un sector mayoritario de El Salvador: el de
los que no tienen nada, lo pobres, lo necesitados, la gente trabajadora.
“Yo quisiera hacer un llamamiento muy especial a los hombres del
Ejercito, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la
policía, de los cuarteles: Hermanos, son de su mismo pueblo,
matan a sus mismos hermanos, campesinos y ante una orden de
matar que, de un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que
dice ¡No matar! Ningún soldado esta obligado a obedecer una
orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que
cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y
obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La
11. Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la
dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante
tanta abominación… En nombre de Dios, pues y en nombre de
este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día
más tumultuosos, les suplico, les ordeno en nombre de Dios:
¡cese la represión!” Esta fueron las palabras que pronunció en su
penúltima homilía un día antes de ser asesinado. Algunos de sus
consejeros le pidieron no decir esas palabras en la misa del 23 de
marzo de 1980, en un momento de gran tensión y cuando ya era un
enemigo para los sectores radicales del gobierno militar.
“Yo creo que los que verdaderamente quieren gobernar al pueblo
para un verdadero bien, tienen que contar con la sincera
participación del pueblo noble de El Salvador y no usar ese
nombre solo como una escalera para subir y después no se le
tiene en cuenta al verdadero pueblo, que es el que tienen que
servir desde el gobierno” (Homilía de 6 de enero de 1980). Viene
siendo una fuerte crítica a que manipulan al pueblo para llegar al poder,
para sus propósitos, ya cuando están en el cargo toman a pueblo como
personas sin derecho a propuesta, tomados en este periodo histórico
como nada, si gobiernas es para servir al pueblo que te llevo allí.