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¡NO LE LLAMES MÁS!
No permitas que te siga
haciendo daño.
Rhonda Findling
Índice
Introducción: ¿Por qué no debes llamarle? 2
1. Romper el ciclo compulsivo 4
2. Duelo y aflicción 7
3. Recuperarse del rechazo 13
4. Paternidad inadecuada 16
5. Madres y hombres 22
6. Cosas que te atan a él 24
7. El hombre ambivalente 30
8. Él nunca cambiará 37
9. Comportamiento obsesivo 40
10.Salir ahí fuera de nuevo 42
11.El programa de diez pasos “¡No le llames!” 48
12.Sobrevivir un revés 60
INTRODUCCIÓN
¿Por qué no debes llamarle?
Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos más
dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de sufrimiento y
de un profundo pesar, pues significa perder el amor en sí, y el amor es la mejor
forma de felicidad conocida por el hombre.
El sentimiento que provoca el hecho de renunciar al amor que hubo se
ha convertido en la inspiración de gran parte de nuestra cultura en la
actualidad. Sólo hay que escuchar las diez primeras canciones de las listas de
éxitos. Prácticamente todas tratan de la ternura y la añoranza que despierta un
amor perdido: I Can´t Live If Living Is Without You (No puedo vivir sin ti), The
Way We Were (Tal como éramos) o You Just Keep Me Hanging On (Te sigo
esperando). La mayoría de las baladas que interpretan las grandes damas del
jazz (Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas amorosas:
My Man (Mi hombre) o The Man That Got Hawai (El hombre que se marchó).
Las películas pueden contar historias acerca de la dificultad que tienen
las mujeres para renunciar al amor. Atracción fatal es la historia de una mujer
que se convierte en una asesina psicópata debido a su obsesión por un
hombre casado que la rechaza. La historia de Adele H., de François Truffaut,
trata de una mujer que se vuelve loca tras perder al hombre del que se había
enamorado.
Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias
acerca de personas incapaces de recuperarse tras una ruptura. En Subset
Boulevard, Norma Desmond asesina a su amante, Joe, porque éste está a
punto de abandonarla. Las telenovelas suelen presentar la historia de una
persona que se pasa la hora entera persiguiendo a quien la abandonó. La
mayoría de los programas de entrevistas muestran una interminable lista de
personajes obsesionados por un amor frustrado.
Los periódicos, por su parte, están repletos de historias de gente que no
pueden superar su situación por mucho dolor que les cause. Así, por ejemplo,
si Mínica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus sentimientos por la
ruptura de su relación con el presidente Clinton acudiendo a un psicoterapeuta
profesional y no a Linda Tripa, quizás el curso de la historia de Estados Unidos
hubiera tomado un rumbo muy distinto.
¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superación de una ruptura?
Porque yo misma pasé por esa experiencia.
Años atrás, me enamoré de un hombre atractivo, carismático, elocuente
y espiritual. Durante el tiempo que duró nuestra relación, me volví
emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho acerca de la
espiritualidad. Era cariñoso y amable, y creí que me comprendía como nunca
antes nadie lo había hecho. Sin embargo, cuando le expresé mi deseo de que
se comprometiera, se marchó.
Ahora, cuando miro atrás, siento y creo que su repentino y casi cruel
rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse. Cuando lo
conocí, me dijo que en más de siete años no había tenido ninguna relación y
que no tenía intención de comprometerse. Me enamoré de él de todos modos,
deseando ser la excepción. Pese a mi capacidad profesional como
psicoterapeuta, no pude más que sentirme herida y profundamente deprimida.
Tuve que emprender un difícil proceso de superación para poder recuperarme
y seguir adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, me encontraba
tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una relación
amorosa, por lo que decidí, al fin, crear un grupo de psicoterapia llamado “¡No
le llames!”. Realizamos varias sesiones en la comunidad y pronto empezaría a
aparecer en radio y la televisión como “experta en relaciones”. Parecía que mi
camino ya estaba decidido.
A través de mi propia experiencia persona y profesional, aprendí lo
mucho que puede llegar a afectar a una persona adulta un abandono o un
rechazo. El dolor del rechaza puede alcanzar hasta lo más profundo del ser
humano. Una mujer, por ejemplo, puede llegar a obsesionarse hasta tal punto
por un hombre que la ha rechazado, que la rabia y el deseo que siente por él
llegarán a consumirla. He conocido mujeres que han perdido la salud, el dinero,
el trabajo, sus hijos, incluso que han ido a la cárcel, a causa de su
preocupación por el hombre que las abandonó. En el grupo de terapia han
participado mujeres al borde del suicidio por una ruptura y su incapacidad de
superarla.
La mujer ha recorrido un largo camino para independizarse
económicamente del hombre, pero todavía queda mucho trabajo por hacer
para alcanzar la independencia emocional. Existen demasiadas mujeres
económicamente autosuficientes que soportan relaciones emocional y
físicamente abusivas por temor a que las abandonen. Prefieren mantenerse al
lado de un hombre que las maltrata, las humilla o las rechaza que arriesgarse a
quedarse solas. En los próximos capítulos, aprenderás a desarrollar tus
habilidades para superar una relación rota y no destrozar tu vida por lealtad al
amor romántico o por miedo a la soledad. Los ejercicios te servirán para
expresar y experimentar tus propios sentimientos, lo cual es fundamental en el
proceso de curación. Este libro, los ejercicios y el programa de diez pasos
desarrollado a partir de mi trabajo con las mujeres del grupo de terapia “¡No le
llames!” te ayudarán a recuperarte del dolor de una relación rota. Aunque la
mayoría de las mujeres de la terapia estaban pasando por una separación,
había algunas que seguían inmersas en una relación con un hombre nada
aconsejable y que lo que buscaban era la fuerza y el apoyo necesarios para
romper. Otras sentían que estaban actuando ciegamente, respondiendo a su
desesperación por no quedarse solas, y buscaban una nueva perspectiva
sobre su comportamiento.
Los casos que se presentan en este libro están basados en la
experiencia y el esfuerzo por sobreponerse a una relación rota de pacientes
que he tratado y personas que he conocido. Los nombres y rasgos que
pudieran identificarlos han sido cambiados.
Si en estos momentos mantienes una relación y un exceso de ansiedad
hace que quieras llamarle por miedo a que te abandone o que pierda interés,
éste también es tu libro. Utiliza los ejercicios prácticos, el programa de diez
pasos y la información proporcionada para centrarte y no dar la impresión de
estar necesitada o desesperada. Esto puede poner en contra al mejor de los
hombres.
Si lo que ocurre es que estás sufriendo por una ruptura, puedes utilizar
este libro para reponerte. Sigue mi consejo de controlarte y no salir corriendo
detrás de tu ex; conseguirás recuperarte de la pérdida con tu orgullo y
autoestima intactos. No sólo sobrevivirás, triunfarás. Incluso puede que te
animes a buscar un nuevo amor, uno que siempre esté ahí para ti.
¡De verdad, la vida sigue después de ese hombre!
1
Romper el ciclo compulsivo
Sheila, una atractiva programadora de veintisiete años, permanecía
encerrada en su apartamento, mirando fijamente el teléfono. Deseaba llamar a
Tony, un guapo comercial con el que había estado saliendo los últimos seis
meses.
Al principio, Sheila creía que Tony era perfecto. Era encantador,
ambicioso y muy atento. Una noche, después de una cena romántica en un
restaurante francés, Sheila reunió el coraje suficiente para preguntarle sobre su
futuro en común. Él le confesó que no se veía casado con ella, y propuso que
ambos empezaran a salir con otras personas. Sheila se hundió. Herida y
enfadada, decidió que lo mejor era que no debían volver a verse. Ahora, Sheila
se sentía sola y desesperada. Quería estar con Tony cualesquiera fueran las
condiciones, las que él quisiera. No podía soportar la idea de una vida sin él.
Se sentía como si todo fuera culpa de ella. Si pudiera volver atrás y borrar
aquella fatídica conversación, todavía estarían juntos. Tenía que hablar con él.
Marcó su número, deseando que estuviera en casa, pero lo que sonó fue
su contestador. Sheila colgó. Decidió esperar y volver a llamar después. Intentó
mantenerse ocupada haciendo las tareas de la casa, pero no podía dejar de
pensar en Tony, así que cogió el teléfono y volvió a marcar su número. De
nuevo el contestador. Empezó a llamar cada quince minutos durante más de
dos horas seguidas. Sabía que estaba fuera de control, como un drogadicto
desesperado por una dosis. Pero no podía evitarlo. No podía soportar la idea
de no verle nunca más.
Todas podemos sentirnos identificadas con la situación por la que pasa
Sheila y por cómo se siente, pues, en mayor o en menor grado, todas hemos
experimentado un cuadro emocional similar. Los síntomas se nos muestran
dolorosamente familiares: el miedo a perder el control, el deseo de oír su voz
de nuevo… Sabemos que nuestro comportamiento es irracional y, sin embargo,
somos incapaces de dominarnos ante la necesidad de llamar por teléfono. Nos
encontramos atrapadas.
¿Qué es lo que agita nuestra estabilidad emocional hasta el punto de
hacer lo que sea para que él vuelva? ¿Por qué no podemos superarlo sin más?
Veamos algunos de los factores que intervinieron en el hundimiento
emocional de las mujeres de mi grupo de terapia. El abandono figura entre uno
de nuestros miedos más profundos. Un bebé abandonado está condenado a
morir; no puede sobrevivir si no hay ningún adulto que lo alimente y, por tanto,
su miedo es parte de sus instintos. En cierta medida, y según las circunstancias
de cada individuo, ese miedo permanece con nosotros.
Si, una vez adultos, somos abandonados por alguien de quien
esperábamos amor y sustento, ese temor infantil vuelve a ponerse de
manifiesto. Este efecto, combinado con la presente amenaza de abandono,
puede generar una intentensa sensación de pánico. Nuestra aptitud para
razonar puede verse afectada hasta tal punto que todo lo que somos capaces
de experimentar se reduce a ese terror a ser abandonadas, a sentirnos solas o
rechazadas.
Estos sentimientos tan dolorosos pueden hacer que nos resistamos a
aceptar que la relación se ha roto y nos aferremos a ella como nuestra única
salvación. Un comportamiento así puede ejemplificarse con actividades que
van desde la profusión compulsiva de llamadas telefónicas hasta el presentarse
en su casa o lugar de trabajo sin previo aviso, o incluso el no dejar de escribirle
cartas o e-mails aunque él no haya respondido a ninguno de nuestros intentos
de contacto.
Cuando una mujer se encuentra en tal estado de aferramiento, puede
llegar a sentirse desesperada hasta el punto de no sentir reparo alguno en
recurrir a un comportamiento humillante y prácticamente lindante con lo
masoquista.
Nancy estaba tan triste cuando su novio la dejó, que fue a su casa, se
arrodilló ante él y le rogó que la aceptara de nuevo. Me confesó que cuando
estaba arrodillada, lo único que importaba ere que él volviera con ella y, en
aquel momento, su orgullo y su autoestima no eran importantes en absoluto; su
idea de que no podría vivir sin él la dominaba.
Marcy fue al edificio en el que vivía su ex novio y le pidió al portero que
lo llamara. El chico respondió que no quería que subiera, y Nancy se quedó tan
turbada que le dijo al portero que no se iría sin hablar con el hombre a quien
había venido a ver. El portero amenazó con llamar a la policía, pero en su
desesperación, ella se resistía a marcharse. Finalmente, la policía llegó y
Marcy tuvo que desaparecer, terriblemente humillada y avergonzada.
El dolor y la humillación en los tres casos expuestos son muy lógicos y
no tan fuera de lo común como creemos. Muchas mujeres, incluso aquellas de
las que nunca lo hubiéramos imaginado debido a su éxito, fama y/o belleza,
han vivido la situación por la que pasaron Marcy, Nancy y Sheila.
El hecho de no querer llamar a nuestro ex de forma compulsiva o
aferrarnos a él cuando sabemos que la relación se ha terminado puede servir
para enmascarar o anestesiar nuestros sentimientos de soledad, sufrimiento y
profundo dolor. Lo mismo se aplica a aquellas mujeres que se encuentran en
una relación o amistad nuevas y temen no volver a saber nunca más de su
pareja. Cuando empezamos a llamar compulsivamente a un hombre por miedo
a que nos abandone, puede que experimentemos una subida de adrenalina al
pensar en verle o simplemente en oír su voz, pero debemos ser conscientes de
que esta subida es temporal. El verdadero camino hacia una libertad emocional
es sentir el dolor de su ausencia y analizarlo y trabajarlo por nosotras mismas o
con la ayuda de un especialista.
Si existe alguna esperanza de que la relación pueda recuperarse, o lo
que realmente queremos es mantenerla tal y como está, es importante recordar
que una actitud desesperada y agobiante es motivo suficiente para que la
mayoría de hombres se distancien todavía más. Este tipo de comportamiento
te hace aparecer como si te creyeras indigna de ser amada y estuvieras
agradecida por el hecho de que cualquier hombre se hubiera fijado en ti.
Si un hombre tiene sus propias ideas acerca de lo que significa el
compromiso, el que nosotras le agobiemos con nuestras continuas exigencias
de que nos demuestre que no nos dejará, sólo puede hacer que se sienta
coaccionado y sometido a mucha presión. Una actitud así, además, nos
muestra emocionalmente deseosas, lo cual le hará sentirse con la eterna
obligación de asegurar y demostrar el amor que tanto ansiamos, lo que no deja
de ser un arduo trabajo para cualquiera.
Es natural que cueste enamorarse de una persona que constantemente
nos bombardea con llamadas telefónicas. Una mujer desesperada no da
ninguna oportunidad al hombre que ama para echarla de menos. Está tan al
alcance de la mano que él no tiene motivos para suspirar por ella o fantasear
acerca de su deseo por ella, lo cual, desafortunadamente, es en lo que suele
consistir el enamoramiento.
Aferrarse desesperadamente a un hombre puede llevarnos a un ciclo
vicioso. Cuanto más se distancia él, más nos aferramos nosotras, y cuanto más
lejos, más desesperada es nuestra dependencia.
Incluso si somos conscientes de ello, la necesidad de permanecer a su
lado suele ser irresistible. Aunque sabemos que nuestro comportamiento no es
apropiado, no podemos evitar dejarnos llevar por un impulso que no podemos
controlar, y realmente nos sentimos mal cuando actuamos así.
¿Qué podemos hacer cuando nos sobrecoge la irresistible y
compulsiva necesidad de llamar a un hombre?
Primero, debemos darnos permiso para experimentar conscientemente
la tensión y nuestros propios sentimientos, y soportarlos hasta que
desaparezcan. Y ten por seguro que desaparecerán; los sentimientos son algo
temporal. En eso consiste precisamente el truco: sentir nuestras
emociones sin dejar que gobiernen nuestros actos. Requiere una gran
dosis de disciplina y trabajo personal, pues lo más fácil sería dejarse llevar por
nuestros sentimientos y actuar en consecuencia. El hecho de ser conscientes
de lo que sentimos sin permitir que esos sentimientos dirijan nuestra vida es lo
que se conoce como “contención emocional”.
Es lógico, sin embargo, que en ese proceso de contención nos sintamos
algo incómodas, pues suele generar ansiedad y, por tanto, una gran tensión.
Esa incomodidad es la que nos induce a llamarle e intentar, así, liberarnos de
esa sensación de incertidumbre y malestar. En ese momento, debemos pensar
en la angustia y el profundo dolor que nos causaría el que nos rechazara o el
no conseguir la respuesta que esperábamos.
Toni, una de las mujeres de mi grupo de terapia, se hizo una lista de
amigos a quien llamar si se veía acechada por la necesidad de llamar a su ex
novio. Helen, otra de las mujeres del grupo, se propuso ir al gimnasio cada vez
que sintiera que quería llamarle. Si el gimnasio estaba cerrado, entonces salía
a practicar jogging un buen rato. Barbara, por su parte, se iba al cine. Muy
pronto todas las componentes del grupo de terapia disponían de una lista de
cosas para hacer cuando las invadiera el irresistible impulso de llamar a su ex.
Es muy importante que entendamos que el hecho de contener nuestros
sentimientos no significa que no debamos expresarlos a otras personas. Un
buen amigo que sepa escucharnos o un grupo de terapia pueden resultarnos
tan útiles en este sentido como un especialista. Hay mujeres que han preferido
superarlo solas. Es posible conseguirlo, pero desde luego no es el mejor modo
de hacerlo.
El principal objetivo de controlar nuestras llamadas al hombre con el que
hemos roto y exponerle nuestros sentimientos es evitar sentirnos rechazadas,
heridas o humilladas. Cada vez que sufrimos un rechazo, se refuerza esa
imagen de desesperación y antipatía contra la que pretendemos luchar.
Incluso si ese hombre al que llamamos responde como esperábamos,
puede que nos sintamos momentáneamente aliviadas y más cercanas a él,
pero sin duda la angustia volverá, pues la relación todavía no es definitiva, y
entonces tendremos que empezar todo el proceso de nuevo, como si el trabajo
realizado hasta entonces no hubiera servido para nada.
Superar el dolor que sentimos sin acudir a él puede parecer muy
complicado, pero el hecho de conseguirlo por nosotras mismas nos
proporcionará una sensación de triunfo y de confianza en nuestros propios
recursos.
2
Duelo y Aflicción
Cuando una relación termina, o cuando nuestro hombre empieza a
distanciarse o perder el interés por nosotras, nos enfrentamos a una situación
de pérdida –incluso si se trata de una pérdida temporal-, y es necesario ser
conscientes de los sentimientos que ésta despierta en nosotras.
Odio tener que decir a mis pacientes que primero deben sentir el dolor
para poder después superarlo y seguir adelante. Pero, desafortunadamente,
así es. El único modo de recuperarnos es librándonos de las fantasías de
nuestro amor y siendo conscientes de todos los sentimientos y sensaciones
que experimentamos.
El proceso de superación de una pérdida se conoce como “período de
duelo”. Se trata de un proceso complicado en el que intervienen gran cantidad
de sentimientos: aflicción, pesar, ansiedad, decepción, rabia, apatía, tristeza y
desesperación.
La aflicción es un sentimiento muy doloroso, incluso angustioso, pero es
absolutamente necesario para concienciarnos del dolor que causa en nosotras
la reciente pérdida. Negar la existencia de ese dolor puede llevarnos a llamarle
de forma compulsiva, lo cual nos impediría superar esta situación y amar a otra
persona. Estamos dolidas por la pérdida de su compañía, de los momentos de
amor con él, de sus caricias, de la fantasía sobre un futuro juntos, de los hijos
que podríamos haber tenido con él, del placer y la felicidad que sentimos a su
lado.
Puede que haya momentos en los que nos sintamos consumidas por la
aflicción, temerosas de no poder recuperarnos jamás, pero si somos
completamente conscientes de estos sentimientos, podremos superar el dolor y
la tristeza que nos invaden. Debemos afrontarlos y conocerlos bien para que su
intensidad disminuya hasta que, por fin, terminen desapareciendo. Una cosa sí
debemos tener clara: no durarán para siempre.
El sufrimiento y la aflicción tienen su propio ritmo, y no podemos forzarlo.
Es imposible decidir cuándo sufrir, y hemos de aceptar ese sentimiento cuando
aparezca.
Etapas de la pérdida
El período de duelo por la pérdida del hombre del que estábamos
enamoradas pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se sucedan
varíe o que se solapen entre sí, pero en cualquier caso son fácilmente
reconocibles. Esta división en fases se basa en las cinco etapas del proceso de
la muerte propuestas por la doctora Elizabeth Kübler-Ross en su famosa obra
On Death and Dying (Sobre la muerte y los moribundos), publicada en 1969.
La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de que
él se ha marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible que ha
provocado que rompiéramos con él. Estamos bajo el efecto de un profundo
shock emocional que nos impide reconocer la verdad.
En esta fase de negación, es sumamente importante intentar hacer
frente a la realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos dedicamos a
perseguir al hombre con el que acabamos de romper, podemos terminar
sintiéndonos todavía más heridas y humilladas. Este es un buen momento para
hacer uso de nuestra propia red de apoyo –buenos amigos, un grupo de terapia
o un especialista, por ejemplo-, y buscar la ayuda necesaria para aceptar la
verdad de la situación.
La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa,
estamos afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por habernos
traicionado, herido y abandonado. Antiguos conflictos que quedaron sin
resolver (con los padres, los ex novios…) pueden resurgir en este momento.
Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No
debemos utilizarla como excusa para enfrentarnos con él, sermonearle o
incluso pero: recurrir a la violencia. Demostrarle nuestro sentimiento de rabia
no resolverá nada. De hecho, puede empeorarlo todo. La mayoría de las
personas no responden bien a las confrontaciones, así que lo más probable es
que no obtuviéramos en absoluto el tipo de reacción que andamos buscando.
Quizás nos sintamos mejor por un momento, pero esta situación suele terminar
haciéndonos sentir todavía peor. Lo mejor, por el contrario, es compartir
nuestros sentimientos de rabia con alguno de los componentes de nuestra red
de apoyo, o intentar superarlos por nosotras mismas. Podemos hacerlo, por
ejemplo, practicando algún deporte, escribiendo o realizando actividades que
impliquen cierta dosis de creatividad.
La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la
desesperanza, sin duda las más difíciles de superar. Los nervios y el drama de
la ruptura se han calmado para dar paso a la sensación de vacío propia de
cualquier situación de pérdida. Los desengaños amorosos del pasado, que
probablemente habíamos retomado en la segunda fase, pueden volver a
presentarse de nuevo y contribuir a nuestra tristeza. Pueden ser momentos
muy difíciles, pero es completamente necesario pasar por esta fase si
queremos seguir adelante y estar preparadas para abordar una nueva relación;
si nos quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente
acechadas por el pasado. Sin embargo, si la depresión llega hasta el punto de
afectar nuestro funcionamiento habitual (dejamos de trabajar, de comer o de
dormir), puede que entonces se trate de una condición clínica y, como tal, debe
ser tratada por un especialista.
De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase. Se
trata de una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos sentimos
vulnerables, y no podemos correr el riesgo de que reaccione de manera
distante o nos rechace, lo cual podría hacernos sentir todavía más solas y
agravar nuestra depresión y sensación de desesperación. En cambio, en esta
fase del proceso es especialmente importante recurrir a nuestra red e apoyo en
pos de sustento emocional. Por nuestra parte, debemos intentar concentrarnos
en superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que tener
presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los sentimientos de
tristeza y desesperanza llegarán, tarde o temprano, a su fin. En este punto es
donde pasamos a la última fase, la de la aceptación.
La aceptación es definitiva cuando empezamos a recomponer nuestras
vidas. No nos sentimos tan obsesionadas por él, y comenzamos a pensar en
hombres nuevos y en salir con ellos. Esta puede ser una etapa algo capciosa;
siempre podemos querer llamarle para demostrarle que ya lo hemos superado.
No debemos caer en la tentación, pues es posible que no consigamos el tipo
de respuesta que imaginábamos y nos sintamos defraudadas o, lo que es peor,
puede que nuestros sentimientos por él resurjan y tengamos que volver a
empezar ¡desde la primera fase!
Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicción es ser
conscientes en todo momento de todos nuestros sentimientos, también los que
son positivos. No debemos avergonzarnos de seguir enamoradas de nuestro
ex, incluso si la relación se ha terminado y aunque nos haya herido
profundamente. Es natural. Tenía cualidades que admirábamos; de otro modo
nunca nos hubiéramos fijado en él ni nos habríamos enamorado de él.
Es igualmente necesario mantener la sensación de deseo por él. No hay
por qué avergonzarse. Son sentimientos, nada más. No estamos obrando
según ellos, sencillamente los estamos sintiendo.
Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y
sigamos obsesionadas con la relación porque creemos estar en deuda con
nuestro ex por algo que hizo. Vivian estaba sumamente agradecida a su novio
por haberla apoyado económicamente mientras estudiaba derecho. Barbara,
por su parte, se sentía agradecida por el apoyo recibido por parte de su pareja
durante un duro proceso de divorcio. Ambas querían expresar estos
sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones habían terminado,
seguían centradas en lo maravillosos que eran sus respectivos ex compañeros.
También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por alguna
cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer. Betty, por ejemplo,
admiraba la capacidad de su novio Paul para relacionarse con la gente. Solía
observarlo en las fiestas, y estaba fascinada por la rapidez y la facilidad con la
que conectaba con los demás.
Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por
habernos abandonado como por habernos tratado injustamente, traicionado,
rechazado, o incluso por haber abusado de nuestra confianza. Superar estos
sentimientos sin dejar que nos dominen es capital para recuperarnos del
desengaño.
La clave de este proceso es NO llamerle, por muy poderosas que sean
nuestras razones. Debemos utilizar este período de tiempo para distanciarnos
emocionalmente de él, para desconectar de la relación. Si le llamamos para
compartir con él nuestros sentimientos y no se de cuenta de lo difícil de nuestra
situación, puede reaccionar expresando su rechazo o su desprecio, con lo que
terminaríamos sintiéndonos mil veces peor. Un resultado tal contaminaría el
proceso de recuperación invalidando todo el trabajo hecho hasta ahora.
En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra persona,
ya sea un terapeuta, un amigo o un grupo de terapia, alguien con quien nos
sintamos seguras. El hecho de tener un testimonio que siga nuestra
experiencia con el amor, el dolor, la tristeza y el deseo hace que este proceso
adquiera un significado mucho mayor. Sin embargo, hay veces en las que no
podemos encontrar a nadie con quien compartir nuestras sensaciones, así que
tendremos que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el el corazón se
despierta en medio de la noche, no podemos ir llamando a la gente a las cuatro
de la mañana (¡a no ser que estos amigos sean extraordinariamente
comprensivos!). En lugar de eso, podemos sentir y llorar solas. De este modo,
aprenderemos a calmarnos y consolarnos a nosotras mismas, un punto que
desarrollaremos en el tercer capítulo.
Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó que no
sabía si podría casarse con ella. Betty se hundió. Habían estado saliendo
durante más de un año antes de prometerse. Tim se había trasladado desde
Grecia a Nueva York para realizar un máster de ingeniería. Un año después,
conoció a Betty en una discoteca, y desde su primera cita empezaron a pasar
prácticamente todo su tiempo libre juntos. Cuando la familia de Tim se enteró
del compromiso, se enfadaron mucho, pues querían que él se casara con una
mujer griega. Amenazaron con desheredarle si seguía adelante con la boda, y
Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al matrimonio con Betty.
Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a su
familia y por haber traicionado su amor y sus expectativas de futuro juntos.
Aunque seguía desempeñando normalmente su trabajo como analista
financiero, Betty se estaba desmoronando, por lo que decidió someterse a
terapia. Cuando acudió a mí, comentamos sus síntomas de depresión y su
incapacidad para superar completamente la relación con Tim.
De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisión de no casarse con
ella seguía firme. Esta situación la confundía todavía más, y gracias a la
terapia, decidió que lo que más le convenía era romper definitivamente con
Tim.
Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de su
propio dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de menos de Tim: el
que la llamara dos veces al día cuando salían juntos, su relación sexual e,
incluso, la rutina de ir al cine. El período de duelo se concentró en la pérdida
del futuro que podrían haber compartido. Lloraba por la boda que habían
planeado –ya habían decidido hasta el nombre de sus hijos-. Esto era lo que le
resultaba más penoso.
Poco después, empezó a expresar la rabia que sentía hacia Tim por
haberla rechazado y abandonado. Cada vez distinguía con más claridad las
razones que lo habían impulsado a obrar así, entre las que figuraban su
somentimiento a la familia y su incapacidad para independizarse
emocionalmente de ellos.
Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alguras del
proceso, ella se sentía mucho más fuerte psicológicamente, por lo que fue
capaz de pedirle que no la volviera a llamar. Le dijo que sólo lograba
confundirla, pues estaba claro que no había esperanza de futuro entre ellos.
Esto le proporcionó una gran seguridad y confianza en sí misma. Se sentía
menos como una víctima, y su depresión terminó desapareciendo. Podía hablar
de los buenos ratos pasados con Tim, de cómo él la había ayudado
económicamente mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia
él. Recordaba lo amable y cariñoso que había sido con ella.
A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, había aprendido
a contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para compartirlos con él,
pues era consciente de que con ello crearía todavía más confusión.
Cuando Betty empezó a salir nuevamente, a veces sentía el impulso de
comparar a esos hombres con Tim, lo cual le infundía nuevas dudas acerca de
la posibilidad de encontrar a alguien con quien se sintiera tan bien como con
Tim. A medida que continuaba trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim
empezaron a cambiar, y al cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir
dolor ni remordimiento, de verlo todo como una experiencia muy positiva. Se
sentía lo bastante liberada emocionalmente como para volver a implicarse de
forma seria con otro hombre. No temía correr el riesgo de mantener una nueva
relación, pues sabía que podía amar y, si era necesario, recuperarse de una
pérdida.
¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de
duelo?
♦ Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio físico (correr, jugar
al tenis, ejercicios de musculación, lucha, ¡o incluso tomar clases de artes
marciales!). Servirá cualquier actividad en la que podamos descargar
nuestra ira y nuestra tensión.
♦ Expresar nuestros sentimientos a través de ejercicios de creatividad tales
como escribir versos, prosa o letras para canciones, pintar, cantar y bailar.
♦ Hablar siempre que podamos de nuestros sentimientos con las
compañeras del grupo de terapia.
♦ Escribir una carta de despedida a la relación que acaba de terminar. Hay
que escribirla como si nuestro ex pudiera oír a alguien que la lee, decir
todo lo que debe ser dicho, y dejar que nuestros sentimientos afloren a
medida que vamos escribiendo. Pero cuidado: no la envies. Puede
resultar extraordinariamente positivo leerla a un amigo en quien
confiemos, alguien que pueda comprendernos. Al cabo de un tiempo
quizá queramos releerla, o tal vez romperla en señal de que nuestra
relación con él ha terminado definitivamente.
La representación de un ritual también puede servir de ayuda para
superar la fase del duelo.
Donna se sentía angustiada por haberse separado legalmente de Mark,
y estaba pasándolo bastante mal emocionalmente. La noche de su
cumpleaños, temerosa de que no pudiera resistir el impulso de llamar a Mark,
decidió salir con sus amigas Linda y Susan. Las tres amigas fueron a celebrar
el fin de la relación de Donna con Mark pasando por delante del restaurante
donde la pareja solía ir a cenar cada viernes; pero una vez en la zona de
aparcamiento, Donna les contó sus experiencias con su ex marido.
Entonces las tres mujeres se dirigieron a la playa. Donna se quitó el
anillo de casada, lo arrojó al océano y después lloró. Linda y Susan se
mostraron compasivas y le ofrecieron todo su apoyo. Después, fueron a un
restaurante de moda a celebrar el cumpleaños de Donna, el fin de su relación
con Mark y su nuevamente recuperada libertad. Lo festejaron con pastelillos y
café, compartiendo historias sobre relaciones y aventuras pasadas, riendo y
llorando hasta que cerró el local.
Cuando Donna vino a visitarme para la sesión de terapia, me dijo que se
sentía mucho mejor y capaz de aceptar el fin de la relación.
Podemos planear algún ritual con amigos o llevarlo a cabo solas. No es
nada más que otro modo de expresar el cambio y la transformación que está
sufriendo nuestra vida.
El factor más importante de cualquier forma de duelo es la capacidad de
compartir nuestra historia con otras personas, ya sea un terapeuta, nuestro
mejor amigo o nuestra madre. El hecho de contar y expresar lo que nos sucede
nos ayuda a dejar de sentirnos solas o desamparadas para sentirnos apoyadas
y comprendidas. A menudo, cuanto más hablamos de nuestros sentimientos,
más nos distanciamos del dolor y el sufrimiento que éstos generan en nosotras.
La presencia de una persona compasiva y afectuosa con la que
compartir nuestras penas y alegrías nos ayudará, sin duda, a recuperarnos de
cualquier trauma o herida.
Ejercicios Prácticos
Los siguientes ejercicios están diseñados para ayudarte a superar el pasado.
Piensa bien las respuestas antes de escribirlas (es lo que se llama “procesar”
las respuestas). El hecho de tener que ir explorando nuestros sentimientos a
medida que respondemos a las preguntas es una parte fundamental del
proceso de curación.
♦ ¿Has sentido tristeza o desesperación?
♦ ¿Has sentido rabia o enfado hacia tu ex? ¿Qué hizo él para provocarte
estos sentimientos?
♦ ¿Qué tipo de cosas crees que puedes hacer para expresar tus sentimientos
de dolor y rabia de un modo sano y constructivo?
♦ ¿Tienes a alguien con quien compartir tus sentimientos cuando estás triste
o disgustada? Describe a esa persona.
♦ Si en plena noche te sientes desbordada por la tristeza o la rabia, ¿qué
haces para calmarte?
♦ ¿Cuál es el modo más original que imaginas para celebrar el fin de tu
relación? Escribe sobre ello sin preocuparte de lo extravagante que pueda
parecer.
3
Recuperarse del rechazo
El hecho de estar recuperándonos de un conflicto emocional no significa
que tengamos que resignarnos a estar apesadumbradas durante todo el día.
En estos períodos de sentimiento de pérdida y rechazo, es especialmente
importante cuidar de nosotras mismas. Debemos intentar restablecer nuestra
vida tal como era antes de la crisis. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo recuperar nuestra
paz interior? Durante los días inmediatamente posteriores a la ruptura, hay que
hacer todo aquello que nos haga sentir mejor, al menos hasta que el dolor
inicial empiece a mermar. He aquí algunas sugerencias para complacernos.
Podemos ir a la peluquería a arreglarnos el pelo, apuntarnos a aquel
curso que siempre deseamos hacer, visitar a la familia, viajar, meternos todo el
día en el cine, ir a un concierto, hacernos un masaje o una limpieza de cutis,
salir de compras, apuntarnos a un gimnasio, coger unas vacaciones del trabajo,
saltarnos la dieta y comer pasteles todo el día, visitar a los amigos y hablar de
nuestro ex, hablar por teléfono durante toda la noche, o contratar una canguro
para los niños y salir a bailar. El único límite es nuestra imaginación.
Debemos concedernos algún capricho, hacer cosas que nos causen
placer. En eso consiste cuidar de uno mismo. Hay que tomárselo como si se
tratara de unas vacaciones e intentar no ser demasiado exigentes con nosotras
mismas. Durante este período de nuestra vida, debemos procurar mantenernos
lo más relajadas posible. Lo importante es conseguir superar los primeros días
de forma que el sufrimiento inicial provocado por el abandono o el rechazo
empiece a remitir.
No se debe recurrir a las drogas o al alcohol. Puede que logren detener
el dolor de forma temporal, pero lo único que conseguiremos con ello es
retrasar el momento de sentir ese dolor. Debemos mantenernos sobrias y
centradas, y lo último que necesitamos en este momento es el problema
adicional de la drogodependencia o el alcoholismo.
Al cabo de una semana, debemos intentar cortar alguna de estas
actividades que tanto placer nos proporcionan, pues si seguimos comiendo
pasteles todo el día, tomando vacaciones del trabajo o comprando, podemos
terminar sin trabajo, con sobrepeso y en la más absoluta ruina. Hay muchas
maneras de recuperarse que no causan adicción ni ningún tipo de daño físico.
La psicoterapia individual, el grupo de terapia, los métodos de
autoayuda, el masaje, la reflexología, la hipnoterapia, la biblioterapia (leer
mucho), los círculos de plegaria, la acupuntura, o la meditación, la lista es
interminable.
Lo importante es que no llamemos al hombre que nos rechazó. Con ello
sólo conseguiríamos reabrir la herida y echar abajo todo el trabajo hecho hasta
ahora. En caso de que funcionar normalmente nos suponga un esfuerzo
extraordinario, que nos cueste demasiado levantarnos para ir a trabajar o que
nos sintamos profundamente deprimidas y tengamos pensamientos suicidas,
entonces puede que estemos clínicamente enfermas y debamos recurrir a la
ayuda de un profesional. No hay por qué sentir vergüenza de tener que
medicarse, pues el sentimiento de pérdida y rechazo puede reavivar traumas
del pasado que dábamos por olvidados y que deben tratarse para poder ser
superados.
Apoyo
Durante el tiempo en que estemos intentando recuperarnos, es
fundamental poder contar con una sólida red de apoyo. Necesitamos amigos
con los que hablar cuando nos sobrevenga la necesidad de llamar a nuestro ex
o cuando nos sintamos deprimidas y desanimadas.
Es importante que las personas que componen nuestra red de apoyo no
nos critiquen ni nos hagan sentir todavía peor, pues, al contrario, van a
convertirse en nuestro apoyo emocional. Sería estupendo que reunieran alguna
de las siguientes características: sensibilidad, imparcialidad, generosidad,
compasión, animosidad, entereza emocional y discreción.
Hay que contar con al menos tres personas a las que podamos llamar en
caso de sentir el impulso de llamarle a él (deberemos llevar sus números
siempre encima). Nuestra red de apoyo puede estar formada por amigos,
parientes, compañeros de trabajo, especialistas, sacerdotes o pastores,
etcétera, cualquier persona con la que nos sintamos a gusto y en la que
podamos confiar a la hora de explicarle nuestros problemas. Es aconsejable
contar con varias personas en lugar de insistir siempre con la misma, por lo que
deberemos seguir dedicando energía y esfuerzos en proveernos de una buena
red de apoyo.
Contar con las personas adecuadas no sólo nos ayudará a controlar el
impulso de llamarle, sino a sentirnos menos solas y más queridas. El hecho de
saber que existen otras personas aparte de nuestro ex que se preocupan por
nosotras nos hace conectar emocionalmente con ellas, lo cual evita que
caigamos en la depresión de la soledad no deseada y que nos invadan los
sentimientos de desesperación que ésta genera.
Amy y Tom habían sido amigos durante casi un año. Ella le había
apoyado durante todo el proceso de su divorcio, y él la había ayudado cuando
ella rompió con su prometido. Era la primera vez en todo el tiempo que hacía
que se conocían que se encontraban ambos sin pareja. Algunas veces, cuando
habían quedado para cenar (lo cual solía proponer Tom), Amy le había
sorprendido mirándola con una expresión soñadora en su rostro. A menudo la
llamaba por la noche para ver cómo estaba y hablar sobre lo que les había
ocurrido durante el día. Una vez, incluso llegó a comprarle un libro de poemas.
Amy presentía que Tom estaba románticamente interesado en ella, y
pensó que debían reflexionar sobre la posibilidad de empezar a salir. Durante
la siguiente cena juntos, Amy le dijo que se sentía traída por él y le preguntó
cuáles eran sus sentimientos hacia ella. Tom reaccionó con sorpresa ante el
comentario y le dijo a Amy que la consideraba como una hermana, que no
creía que funcionaran bien como pareja y que, además, estaba saliendo con
otra mujer, de la cual creía que se estaba enamorando. Amy se sintió humillada
y herida. Terminó la cena rápidamente y se excusó.
Estaba enfadada con Tom por enviarle señales ambiguas y después
haberla rechazado. Pensó que su amistad con él se había arruinado por
completo. A pesar de su enfado, sin embargo, Amy seguía creyendo que Tom
terminaría llamándola para admitir su error y confesarle que, de hecho, sí se
sentía románticamente atraído por ella. Pasó una semana y no llamó. Amy
comprendió que estaba más enamorada de Tom de lo que creía y se deprimió.
Empezó a obsesionarse con llamarle, pero sabía que aquello era humillante y
que lo mejor para ella era superarlo todo de una vez.
Esa noche se programó toda la semana de manera que no le quedara
tiempo para sentirse deprimida esperando a que sonara el teléfono. Iría a
trabajar durante el día y después se mantendría ocupada para no echar de
menos las llamadas de Tom.
El lunes fue a hacerse un masaje y luego a ver una película que había
estado posponiendo. El martes fue a cenar con un amigo que no había visto en
mucho tiempo y quedó con otro para tomar el café. El miércoles se fue de
compras y volvió con el vestido de sus sueños. Una vez en casa, empezó a
sentir el suplicio de la ausencia y el rechazo de Tom, y llamó a unos amigos
para comentar con ellos lo que le había ocurrido con Tom. El jueves se citó con
su terapeuta, a quien no había visto desde hacía dos años. Pidió dos días
libres a la empresa y se marchó. De la ciudad durante el fin de semana para
visitar a su hermana y sus sobrinas.
Cuando regresó de su viaje, Amy se sentía algo mejor. Se había gastado
mucho dinero la semana anterior y tenía que controlar el presupuesto, pero
decidió que seguiría tratándose terapéuticamente hasta que superara el
rechazo de Tom. También se decidió a hacer un montón de visitas a sus
amigos durante las dos semanas siguientes y a empezar un curso de
interpretación. Quizá le sirviera para afrontar algunos de sus sentimientos y,
por qué no, para conocer gente nueva. Además, en su interior, siempre había
querido ser actriz, y éste era un buen momento para perseguir uno de los
sueños que había estado posponiendo.
Ejercicios Prácticos
♦ ¿Te recuerdan las circunstancias actuales situaciones pasadas de pérdida y
rechazo? ¿Cuáles fueron?
♦ Describe tus sentimientos por la persona que has perdido o que te ha
rechazado.
♦ En este mismo momento, ¿qué podrías hacer para aliviar ese dolor?
♦ Describe tus rasgos más positivos y atractivos.
♦ Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes querida y
descríbelas.
♦ ¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechazó? Haz una
lista de sus rasgos negativos.
♦ Haz una lista de todas las actividades que puedas hacer esta semana para
sentirte mejor.
4
Paternidad Inadecuada
Desear un padre imaginario
Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relación o no
puedes evitar estar llamando constantemente a tu pareja porque temes que
vaya a dejarte, puede que estés sufriendo los efectos de lo que se conoce
como “paternidad inadecuada”. Muchas niñas crecen sin su padre en casa o
con un padre que entra en sus vidas sólo de forma esporádica y siempre
vuelve a marcharse. No es de extrañar, pues, que muchas mujeres padezcan
las secuelas de una falta de cariño por parte de la figura paterna.
A pesar de lo triste que esta situación es ya de por sí, la ausencia física no
es el único modo en que el padre puede desatender a sus hijos. Puede que no
haya estado emocionalmente disponible, debido, por ejemplo, a una adicción al
sexo, al trabajo, a las drogas o al alcohol. Puede que tuviera problemas para
relacionarse, o que su modo de hacerlo fuera distante por definición. Puede
que hubiera estado deprimido o físicamente enfermo. O puede que se tratara
de un hombre absorbido en sí mismo.
En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de ausencia
constituye un abandono emocional y que, por tanto, debe tratarse como
cualquier caso de pérdida. Cabe decir, además, que el abandono emocional
puede ser tan traumatizante como el abandono físico.
El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del niño también se
considera ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la niña, es incluso
más grave, pues ésta tiende a identificarse con su madre e interioriza el modo
en que es tratada por el padre. Cualquier tipo de abuso o pelea delante de los
hijos es estresante y traumatizante para ellos, y cuando se lleva a cabo, no se
están considerando los graves efectos a largo plazo que este tipo de conducta
puede causar en los pequeños.
Por supuesto, si el padre abusa del niño o niña física, sexual o
emocionalmente, deja de comportarse como tal. Estamos ante el caso extremo
de un padre demasiado preocupado por sus propios problemas y necesidades.
Es completamente incapaz de cumplir sus obligaciones para con su hijo o hija.
Puede que hayas pasado por un caso de paternidad inadecuada si
tu padre…
♦ Estaba exageradamente preocupado por sí mismo y sus problemas;
♦ Anteponía sus necesidades a las tuyas;
♦ Abusaba sexual, emocional o físicamente de ti;
♦ Os abandonó física o económicamente.
Tenías un padre…
♦ Con sensibilidad;
♦ Comprensivo;
♦ Interesado en ti;
♦ Claro (no ambiguo en sus señales);
♦ Respetuoso;
♦ Capaz de considerarte seriamente;
♦ Deseoso de proporcionarte todos los medios para que crecieras feliz.
Cuando tenía doce años, mis padres se divorciaron. Aunque mi padre
trabajaba, se marchó para “vivir su propia vida”, sin considerar siquiera el
pasarnos algún tipo de manutención. Nos abandonó a mi madre, a mi hermano
y a mí con una casa hipotecada y un coche en manos de los bancos porque no
había pagado las letras. Mi madre era ama de casa y no disponía habilidades
que la hicieran apta para trabajar, así que fuimos empobreciéndonos cada vez
más. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados, mi padre solía
esquivar la ley y raramente contribuía económicamente. Nunca hizo ningún
intento de financiar parte de mi ecuación universitaria, pero yo era bastante
obstinada, así que conseguí mantener tres trabajos a la vez y terminar la
carrera.
Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su egoísmo y
falta de cariño siguen pareciéndome difíciles de comprender. Cuando empecé
a salir con hombres solía elegir los que fueran guapos, encantadores y
egocéntricos, tal como era mi padre. Malgasté un montón de tiempo y energía
en hombres que eran incapaces de mantener una relación sana, pero logré
terminar con todo ello cuando empecé a tratarme terapéuticamente y conseguí
superar los sentimientos provocados por el abandono de mi padre.
Paternidad inadecuada y relaciones amorosas.
El hecho de haber crecido bajo los efectos de una paternidad
inadecuada puede influir de distintos modos en las relaciones
amorosas que tengamos.
♦ Puede que nos entre el pánico cuando creemos que un hombre se está
distanciando de nosotras o pretende dejarnos. Este sentimiento de terror
procede de los recuerdos del abandono paterno escondidos en el
inconsciente y que todavía no hemos superado. El miedo a ser
rechazadas puede hacernos actuar de un modo desesperado hasta el
punto de desatar conductas humillantes y autodestructivas.
♦ Puede que nos relacionemos con hombres parecidos a la figura paterna
en un intento de revivir y resolver la historia. Es como tratar de extraer
sangre a una piedra; estamos intentando recibir amor de un hombre
emocionalmente incapaz de dárnoslo. La triste realidad es que podemos
encontrar millones de hombres como nuestro padre, pero nunca
podremos obtener el cariño y la atención que necesitábamos cuando
niñas. Es demasiado tarde, y repetir el trauma una y otra vez no
resolverá nada. Lo que sí podemos hacer ahora que somos adultas es
curar la herida.
♦ Quizás nos relacionemos con hombres como nuestro padre porque
emocionalmente no nos hemos liberado de él o de su recuerdo. El hecho
de estar con este tipo de hombres permite a la niña que forma parte de
nosotras seguir en contacto con el padre que conoció. Parece del todo
irónico que tengamos dificultades para separarnos emocionalmente de
alguien que ni siquiera estaba ahí cuando lo necesitábamos. Incluso
puede que nos aferremos a la imagen del padre que deseamos tener
pero que nunca tuvimos.
Si no conseguimos desvincularnos emocionalmente de esta imagen y
superar los sentimientos que provoca en nosotras, lo más probable es que
nuestras expectativas y demandas acerca de los hombres con los que nos
relacionamos no sean realistas. Así, por ejemplo, el hecho de esperar a que el
hombre con el que salimos pague los gastos de la cita o nos obsequie con
regalos refleja claramente nuestro deseo de ser cuidadas y atendidas tal y
como queríamos que nuestro padre lo hiciera. Este tipo de exigencias, sin
embargo, son las que pueden hacer que un hombre se desinfle. ¡Está
buscando una novia, una pareja, no una hija!
Exigir amor incondicional a un hombre responde a la creencia de que nunca
nos dejará si efectivamente nos quiere de ese modo, y puede hacer que nos
sea prácticamente imposible aceptar su decisión de terminar la relación si se
diera el caso y que lo pasemos realmente mal al intentar superar esta situación.
Es otro camino hacia el mismo lugar: el conocido comportamiento
autodestructivo.
Las falsas expectativas de amor incondicional también podrían causarnos la
sensación de que podemos hacerle lo que queramos sin esperar consecuencia
alguna. Desde luego, se trata de una idea completamente disparatada; toda
acción tiene sus efectos, y si hacemos cosas para hacerle enfadar o
entristecerle, podría terminar rechazándonos o dejándonos. No es ni nuestro
padre ni el padre que hubiéramos querido tener. Un hombre está con una mujer
porque quiere, no porque se lo deba. Un padre, en cambio, le debe a sus hijos
el permanecer con ellos a lo largo de su infancia y adolescencia, y esa
exigencia, pues, debe dirigirse a él, no a nuestra pareja.
Si estamos actuando de alguna de estas formas, puede que lo que
realmente necesitemos para mantener una relación sana sea resolver los
problemas que tengamos a raíz del comportamiento de nuestro padre.
Dejar atrás la niña que fuimos
Pero, ¿cómo podemos desvincularnos de lo que sentimos hacia nuestro
padre? ¿Cómo podemos recuperarnos del sufrimiento causado por su falta de
cariño y atención?
La clave para separarnos emocionalmente de lo que representó la figura
paterna en el pasado y de lo que no pudimos obtener de ella cuando niñas es
pasar por un proceso de aflicción y de duelo. Debemos sentir el dolor y llorar
por aquella niña que no recibió ni el amor ni el apoyo emocional que necesitaba
y que su padre debía proporcionarle. Debemos llorar por aquel padre que tanto
habíamos idealizado y que nos defraudó. ¡Fue el hombre que nos abandonó!
Una vez que empecemos a ser conscientes de los sentimientos de rechazo,
de privación de cariño y de pérdida, aflorarán en nosotras mucha rabia y dolor.
Suele ser mucho mejor experimentar tales emociones con un psicoterapeuta,
un grupo de apoyo o un amigo, pero es posible hacerlo solas –a través de la
creatividad, por ejemplo (artistas, escritores y músicos famosos reconocen
expresar sus más hondos sentimientos a través de sus trabajos).
Lo más importante, sin embargo, es que lleguemos realmente a tomar
contacto con el amor que sentimos por nuestro padre. Toda niña quiere y
admira a su padre, y por ello afecta tanto su marcha.
Es precisamente ese amor y admiración que sentimos por la figura paterna
y el hecho de que no nos lo devolviera del modo que necesitábamos lo que
causa esa gran herida. Es ahí donde sentimos que se nos ha roto el corazón y,
por lo tanto, donde debemos aplicar la cura. Incluso a medida que vamos
haciéndonos adultas, seguimos deseando que nuestro padre nos quiera y nos
respeta. En su obra Father Loss (La pérdida de un padre), Elyce Wakerman lo
describe a la perfección:
Permanecí ante el espejo y empecé a cantar algo y
fuerte. Ahí estaba, una chica de quince años, sola en
aquel santuario adolescente que era mi habitación.
Corregí la postura de timidez que me caracteriza, eché
los hombros hacia atrás, me recogí el pelo y empecé a
cantar lo que me dictaba el corazón. “Soy de sobras la
estrella más grande, pero nadie lo sabe.” Tras el reflejo
de la cantante, aparece un público sonriente formado
por un solo asistente que, a diferencia del resto,
aprecia mis cualidades artísticas. En la alegre
intimidad de mi habitación, recreo una fantasía y
reconozco ante el espejo mi deseo de un aplauso
suyo, de mi padre. A veces, aún ahora que ya he
crecido y que me encuentro hablando de este tipo de
cosas, sigo hallándome a mí misma preguntándome, al
final de cada capítulo: “Papá, ¿me estás
aplaudiendo?”.
Sólo cuando seas plenamente consciente de tus sentimientos hacia tu
padre una vez adulta, podrás empezar a desvincularte emocionalmente de la
figura que marcó tu pasado. Comenzarás a vislumbrar una imagen de él más
realista, sin llegar a ser ni el ogro ni el héroe que creías que fue. Incluso puede
que descubras que era incapaz de ejercer su papel como padre
adecuadamente porque él mismo no obtuvo ese tipo de trato por parte de sus
padres. Es probable que no recibiera el amor que necesitaba cuando era
pequeño, pero el problema no estaba en ti. No es que no merecieras recibir
amor. El problema era él, y cuando seas capaz de comprender eso, tu vida
empezará a cambiar.
No fue hasta que la relación de Linda con Ivan estuvo a punto de
terminar que el conflicto interior que mantenía ella con su padre empezó a
aflorar. Linda había estado saliendo con Ivan durante un año cuando vino a
verme. Él era un padre divorciado, trabajaba en la construcción y veía a sus
hijas los fines de semana. Ella era secretaria, quería casarse y formar una
familia. Todo iba bien hasta que la ex mujer de Ivan le pidió que cuidara de sus
hijas mientras ella se recuperaba de una operación. Linda intentó ser
comprensiva con las nuevas responsabilidades de Ivan, pero pronto se sintió
consumida por los celos y la rabia. Empezó a llamarle más a menudo incluso
sabiendo que a él no le gustaba y, más adelante, comenzó a dejarse caer por
su casa sin avisar. Normalmente, Ivan estaba demasiado ocupado con sus
hijas para pasar tiempo con ella, lo cual hizo que Linda terminara sintiéndose
rechazada.
Una noche tuvieron una terrible pelea en la que Linda acusaba a Ivan de
no dedicarle suficiente tiempo. Él respondió que se sentía bajo una enorme
presión y que creía que debían dejarlo por un tiempo. Hundida, Linda empezó a
tomar antidepresivos bajo prescripción médica, pero sentía que no la estaban
ayudando y decidió intentarlo con la psicoterapia. Vino a verme y empezó a
reflexionar sobre su pasado, lo cual le hizo tomar plena conciencia de multitud
de sentimientos hacia su padre que yacían enterrados en su inconsciente.
Cuando niña, su padre trabajaba dieciséis horas diarias, con lo que
prácticamente nunca estaba en casa. Linda pasaba la mayor parte del tiempo
con su madre o sola, por lo que conservaba muy pocos recuerdos de
momentos agradables vividos con su padre, muerto cinco años atrás.
Necesitaba llorar la muerte de su padre más profundamente, y también la falta
de atención que ella tanto había sentido.
Empleó muchas sesiones comentando sus sentimientos cuando su
padre no estaba ahí para ella, y terminó siendo capaz de afrontar su deseo de
atención por parte de él y de exteriorizar su envidia por la relación de Ivan con
sus hijas. Lloró durante muchas sesiones por el dolor que le causaban esos
sentimientos de rechazo y abandono emocional por parte de su padre, y se dio
cuenta de cómo a menudo se involucraba en relaciones amorosas no
correspondidas como medio para revivir la relación con su padre. También lloró
por su muerte, porque ya no habría oportunidad de arreglar las cosas entre
ellos.
Ivan la llamó una noche y decidieron citarse para hablar. Linda le explicó
todo lo que había aprendido durante su experiencia con la terapia, y él, un
hombre comprensivo y respetuoso, se mostró muy receptivo con los cambios
que ella había hecho. Su capacidad para abordar la responsabilidad añadida
del cuidado de sus hijas también había mejorado, por lo que disponía de más
tiempo para dedicar a la relación. Finalmente, Linda e Ivan empezaron a vivir
juntos, y en la actualidad están pensando en casarse.
Pasar por todo un arduo proceso de toma de conciencia de los propios
sentimientos sirvió para que Linda aprendiera a actuar más libremente en su
relación con Ivan y dejar de revivir en él los conflictos sin resolver que tenía con
su padre.
Una vez que hemos llorado y nos hemos separado emocionalmente de
una mala relación con nuestro padre es cuando verdaderamente estamos en
condiciones de elegir la pareja adecuada. Debemos pasar por esta etapa de
duelo y dolor para no malgastar el resto de nuestra vida repitiendo el mismo
episodio de abandono, soledad y sufrimiento que vivimos con nuestro padre.
Debemos superar los sentimientos que provoca nuestra relación con él para
que en su lugar de ser prisioneras del pasado, seamos dueñas de nuestra vida
y de nuestro porvenir.
Ejercicios Prácticos
♦ Describe brevemente a tu padre.
♦ Describe sus cualidades positivas.
♦ Describe lo que consideras inadecuado en él como padre.
♦ Describe cómo era su padre.
♦ Describe cómo fue su infancia.
♦ Describe qué cualidades hubieras deseado en él.
♦ Describe por qué te considerabas desatendida por él.
♦ ¿Abusó física o emocionalmente de ti? Si es así, escribe sobre ello en este
espacio.
♦ ¿Maltrataba a tu madre de algún modo? Si es así, escribe sobre ello en este
espacio.
♦ ¿Qué es lo que no te gusta de tu padre?
♦ ¿Qué es lo que más admiras de él?
♦ Describe la imagen que tenías cuando eras una adolescente.
♦ Describe de qué modos puedes distanciarte psicológicamente de él, que
serán, por tanto, en los que debas trabajar.
♦ Describe de qué forma puedes estar reviviendo tu relación con tu padre
cuando eras pequeña.
♦ ¿En qué se parecen a tu padre los hombres con los que te relacionas?
♦ ¿En qué se distinguen de él?
♦ ¿Qué rasgos has heredado de tu padre?
♦ Si pudieras haber tenido un padre ideal, ¿cómo hubiera sido?
♦ ¿Cómo ha evolucionado tu relación con tu padre? Si todavía está vivo,
¿cuál es tu relación ahora?
5
Madres y hombres
¿Te has dado cuenta de hasta qué punto el hombre cuyo rechazo te está
costando superar se parece a tu padre? La mayoría de las mujeres se sienten
enormemente vinculadas a su madre. Después de todo, fue ella la primera en
cuidar de nosotras al nacer, así que, pese a que nos enamoramos de hombres,
puede que en realidad nos sintamos atraídas por aquellos que demuestran
poseer rasgos similares a los de nuestra madre.
A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en que lo
hacía nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la suficiente atención o
no se preocupaba demasiado por escucharnos, quizás el hombre con el que
nos relacionemos sea malo como oyente. Si, en cambio, era egocéntrica y
anteponía sus necesidades a las nuestras, quizás ocurra lo mismo con nuestra
pareja. Es difícil superar la pérdida de este tipo de hombres, porque es como
tratar de superar la pérdida de nuestra madre.
Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es lógico que su hija
se sienta poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio hacia sí misma y
actúa despectivamente con la niña, puede que ésta termine interiorizando el
odio y la baja autoestima de la madre.
A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se relacionaba con
los hombres. Si aceptaba comportamientos abusivos, puede que tendamos a
tolerarlos también. Si, en cambio, sentía pánico a quedarse sola y se aferraba a
su pareja, enonces es probable que nuestra actitud frente a los hombres sea
similar.
La mayoría de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten
enfadadas o decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja mejor
que la que ella tuvo, nos sentimos tremendamente culpables por obtener más
amor de un hombre del que ellas nunca recibieron. Nos duele verlas sufrir, y
sentimos su dolor como propio (a veces, incluso, no queremos abandonarla
emocionalmente, por lo que hacemos de nuestra vida una representación de la
suya). Nos implicamos en relaciones con hombres que no nos tratan como
debieran o que no tienen ningún futuro, tal como nuestra madre hizo. Nos
empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que no van a ningún sitio
y, por tanto, no somos más felices de lo que lo era ella. Si sufrió, nosotras
imitamos su comportamiento y nos aferramos a hombres que no nos convienen
porque ella así lo hizo. A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre
sintiéndonos atraídas y emparejándonos con hombres como nuestro padre.
Puede que incluso nos arrastremos y nos humillemos ante los hombres porque
sentirnos mejor y más afortunadas que nuestra madre nos provocaría un
terrible dolor.
Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se basaban
en las que mantenía mi madre cuando yo era pequeña. Ella toleraba la actitud
impropia, a veces abusiva, de mi padre, después se enfadaba y, ya harta,
decidía dejarle para darle una nueva oportunidad cuando él acudía a ella con
promesas de cambio… Y así una y otra vez. Un auténtico caos. Asistí a
sesiones de psicoterapia y, una vez consciente de cuál era el problema,
aprendí nuevas maneras de relacionarme con los hombres; maneras distintas
de las que tenía mi madre cuando yo era niña.
¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y cambiar?
Debemos reflexionar acerca de los temas pendientes con nuestra madre y con
los hombres, relacionarnos con mujeres mayores que nosotras que puedan
servirnos como modelo y guía, leer libros de autoayuda, observar el
comportamiento de otras mujeres que mantengan relaciones sanas con
hombres sanos. Se trata, simplemente, de ser conscientes de nuestra actitud
en lugar de revivir inconscientemente el comportamiento de nuestra madre.
El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir adelante y
separarse de la figura materna, y suele despertar sentimientos tanto de pérdida
como de amor por la que fue la primera persona en cuidar de nosotras. Puede
que tengamos que llorar el fin de nuestro vínculo infantil con ella, pues se trata
de un proceso muy emotivo y repleto de sensibilidad, pero es el trabajo que
debemos realizar para continuar con nuestra vida y ser capaces de cambiar.
Sólo de este modo conseguiremos mantener con éxito una relación amorosa.
Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la
queramos menos, sino que somos menos interdependientes y que interferimos
menos en los problemas de la otra. De hecho, el amor entre las dos puede
crecer por la simple razón de que ambas contemplaremos la realidad más
objetivamente. Aunque me siento emocionalmente más separada de mi madre
ahora de lo que lo estaba a los veinticinco, mantenemos una estrecha relación
y constituye en sí misma gran parte de mi red e apoyo.
Debemos tener presente que hace sólo unos cuantos años que la mujer se
ha independizado económicamente. Históricamente, las mujeres necesitaban a
los hombres para que las mantuvieran, por lo que no tenían más remedio que
permanecer a su lado fueran cuales fueran las circunstancias. Parece que el
problema de aferrarse a una relación poco conveniente nos viene de antiguo.
Aprender nuevas posibilidades de comportamiento, por lo tanto, no significa
abandonar a nuestra madre; se trata de hacer posible que nuestras hijas,
sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras generaciones sean
capaces de mantener relaciones amorosas más sanas, menos dolorosa y
mucho más gratificantes.
6
Cosas que te atan a él
A veces, la forma en que vemos a un hombre puede hacer que nos
obsesionemos por él, lo cual dificultará el proceso de recuperación si la relación
termina.
Idealizarlo
Uno de los problemas más corrientes es el de idealizar a nuestro ex –creer que
es perfecto, único- y atribuirle cualidades extraordinarias. Si nos obstinamos en
pensar lo increíble que es, en lo difícil que nos resultará encontrar un hombre
de su categoría, nunca seremos capaces de superar el fin de la relación con él
y seguir adelante. Debemos intentar ser realistas en nuestra percepción de él,
e incluso fijarnos en sus imperfecciones si es necesario; si no, la batalla por
recuperarnos de su rechazo será interminable.
Cuando Brian y Karen se conocieron, él le dijo que estaba separado de su
mujer. Nunca más volvió a tocar el tema hasta un sábado por la noche.
Empezó a comportarse de un modo algo extraño y, por fin, tras unas cuentas
copas de vino mientras Karen lo provocaba, Brian confesó que estaba
pensando en reconciliarse con su mujer. Karen se hundió. Volvieron a verse
unas cuantas veces más, pero al final Brian regresó a su casa y nunca más
volvió a saberse de él. Karen se obligó a sí misma a salir de nuevo con otros
hombres, pero no podía evitar terminar comparándolos con Brian. Después de
un año más o menos, vino a verme porque sentía que estaba dejando escapar
oportunidades con hombres interesantes a causa de su incapacidad para dejar
de pensar en Brian.
Ejercicios prácticos
♦ ¿Qué es lo que tu ex tiene de especial o único según tú?
♦ Describe la sensación que te produce estar con él y que crees no poder
sentir con ningún otro hombre.
♦ Describe las cualidades que más te gustan de él. Haz una lista de todas y
cada una de ellas.
♦ ¿Has conocido alguna vez a alguien que poseyera algunas de las
cualidades de tu ex y por quien sintieras algo parecido? Descríbele y
enumera sus cualidades.
♦ Los hombres que forman parte de tu vida hoy, ¿poseen alguna de las
cualidades atractivas de tu ex? Enuméralas.
♦ ¿Puedes imaginarte con otro hombre sintiendo esa extraordinaria química?
Si es así, describe cuáles serían sus características más atractivas.
♦ ¿Tiene algún defecto el hombre a quien idealizas (es decir, tu ex)?
Enuméralos.
♦ ¿Te ha herido de algún modo tu ex? Si es así, describe qué ocurrió.
La última oportunidad
Si seguimos creyendo que nuestro ex era la última oportunidad de encontrar
a nuestro príncipe azul, lo único que conseguiremos es continuar sufriendo.
Obviamente, pensar que nunca volveremos a conocer a un hombre por el
que sintamos la pasión o la química que sentimos con nuestro ex nos
predispone a pasarlo todavía pero a la hora de intentar superar el fin de la
relación con él. Pensar que fue nuestra última oportunidad para conocer el
verdadero amor nos hará aferrarnos aél con mucha más fuerza.
Debemos creer en la posibilidad de encontrar el amor de nuevo. He tenido
muchas pacientes temerosas de no poder volver a enamorarse que logran
sentirse atraídas por otro hombre una vez que han superado el trauma por la
pérdida de sus ex parejas. Y es que el solo hecho de recuperarse abre muchas
puertas nuevas.
El contar con más de treinta y cinco o cuarenta años no es excusa para
pensar que nunca encontraremos pareja. Miles de mujeres en sus cuarenta se
casan y forman su propia familia.
Cuando Brian dejó de salir con Karen, ella contaba con cuarenta y tres años
y estaba muy preocupada por la posibilidad de haber desperdiciado la ocasión
de encontrar la felicidad con un hombre y formar una familia. Gracias a la
terapia y su red de apoyo, resolvió concederse a sí misma y concederle a la
vida una nueva oportunidad. Se apuntó a una agencia de citas y empezó a
socializar con otras personas a través de su trabajo. En dos meses, conoció a
un hombre con el que sintió una química extraordinaria y que, además, también
quería formar una familia.
Ejercicios prácticos
Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero amor,
responde las siguientes preguntas.
♦ ¿Habías mantenido alguna otra relación excitante antes? Si es así,
descríbela en este espacio.
♦ Si estuviste enamorada de un hombre previamente a esta relación, describe
por qué te parece que esa relación era tu última oportunidad de encontrar el
amor.
♦ ¿Hay alguien de tu familia o grupo de amigos que te diga que a partir de
cierta edad es imposible encontrar el nuevo amor?
♦ Si te sientes particularmente desesperada, describe con detalle esa
sensación. ¿Cuáles son las razones que se esconden detrás de ese
sentimiento?
♦ Si una amiga tuya estuviera en tu misma situación, ¿qué le dirías?
¿Albergarías más esperanzas por ella que por ti misma?
♦ Enumera cinco personas que conozcas que hayan encontrado el amor
pasados los cuarenta. Si quieres, puedes incluir el nombre de famosos.
Romanticismo
El romanticismo es otra de las formas de pensar que nos mantiene
atrapadas en el recuerdo de nuestro ex. Como ya se ha comentado, es
importante ser plenamente conscientes de los sentimientos de ansiedad y
deseo que nos provoca el proceso de superación de la relación rota. Sin
embargo, hay mujeres que muestran la tendencia de sentirlos indefinidamente;
no saben cómo ni cuándo parar, y continúan fantaseando acerca de la vuelta
de nuestra ex pareja autoinflingiéndose un daño casi masoquista.
A veces, el hecho de adoptar una perspectiva romántica de las cosas nos
es infundido por el entorno cultural en que vivimos. Sólo hay que escuchar la
letra de las canciones de amor en las que mujeres proclaman su necesidad de
amor para vivir; harán cualquier cosa para mantener a su hombre con ellas.
Aunque no hay nada como una buena canción o película romántica para tomar
contacto con nuestros sentimientos más profundos, la cruda realidad es que
algunas mujeres han echado a perder sus vidas por fidelidad al amor
romántico. Y es que, a menudo, el romanticismo es más un reflejo de nuestra
desesperación que de las cosas tales como son, y por ello lo utilizamos como
vía para escapar d la realidad que es, definitivamente, que la relación se ha
terminado.
Michelle pasó un año entero escribiendo y fantaseando acerca de un
hombre al que solía ver. Tenía veintiocho años cuando conoció a Dan, un
ingeniero mecánico. Después de estar saliendo durante un mes, Dan obtuvo un
ascenso en la empresa en la que trabajaba y tuvo que mudarse lejos a otra
sucursal. Cuando se marchó, Dan le dijo a Michelle que le escribiría y que
intentaría regresar para Navidades. Escribía una vez al mes, y Michelle, en
cambio, le escribió cerca de cien cartas en todo el año. Ella era artista, muy
imaginativa y con una vida rica en fantasía. Se pasaba horas soñando
despierta acerca de Dan y su posible vida juntos. Un hombre la invitó a salir, y
aunque lo encontraba atractivo, lo rechazó pensando que debía permanecer
fiel a Dan. Vino a verme cuando recibió un carta de Dan en la que le contaba
que se casaba con una mujer que había conocido en el trabajo. Se sentía
furiosa con Dan y consigo misma por haber perdido un año de su vida.
El hecho de fantasear acerca de un feliz reencuentro con un hombre que no
está ahí cuando le necesitamos no es nada productivo. Estar en un continuo
estado de ansiedad nos impide conocer hombres nuevos y abrirnos a nuevas
experiencias, y si no vivimos sensaciones nuevas en algún momento,
empezaremos a depender del pasado en exceso, así que lo mejor es canalizar
la energía que gastamos en mantener nuestras esperanzas románticas y
redirigirla hacia la creencia de que sin duda, tarde o temprano, conoceremos a
alguien nuevo.
Ejercicios prácticos
Si eres demasiado romántica como para superar el fin de tu relación, contesta
las siguientes preguntas.
♦ ¿Eres muy romántica generalmente (lees novelas románticas, te gusta la
música y las películas sensibleras)?
♦ ¿Qué causó el fin de la relación?
♦ Sé completamente sincera y escribe acerca de las posibilidades –reales- de
volver a estar juntos.
♦ ¿Le aconsejarías a una amiga que siguiera esperando si se encontrara en
tu misma situación?
♦ ¿Pasas mucho tiempo soñando y fantaseando acerca de los hombres y las
relaciones con ellos? ¿Cuántas horas, aproximadamente? ¿Interfiere eso
en tu trabajo o tu vida normal?
♦ ¿Pasas más tiempo soñando con tu pareja que estando con ella realmente?
♦ Enumera las formas en que crees que estás negando la realidad de tu
situación. Sé sincera.
Pensar en el pasado
A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que después
nos arrepentimos. Si seguimos pensando en qué es lo que hemos hecho para
que la relación haya fracasado, terminaremos volviéndonos locas. No podemos
volver atrás. Quizá cometiéramos un error, pero somos humanas, y como tales,
no somos perfectas, así que, en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo
que hemos hecho mal, debemos concentrarnos en aprender a perdonarnos a
nosotras mismas.
¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! Sólo conseguirás
empeorar las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y tengas que repetir aquel
indeseable “¡No debería haberlo hecho!”. Desafortunadamente, no podemos
echar marcha atrás y cambiar las cosas que ya se han hecho, pero sí podemos
aprender de ellas y avanzar.
Ejercicios prácticos
¿Estás intentando cambiar el pasado? Si es así, responde a las siguientes
preguntas.
♦ ¿Qué es lo que lamentas haber hecho?
♦ Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué habrías hecho de modo distinto?
♦ ¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la relación? ¿Por
qué?
♦ ¿Lo has pasado mal intentando perdonarte a ti misma? ¿Por qué?
♦ ¿Qué pasos puedes dar para lograr perdonarte ahora?
Si…
Sigues obsesionada por los acontecimientos que condujeron al fin o al
empeoramiento de la relación. Sigues pensando cómo tendría que haber sido
todo para llegar a un final feliz. Si yo… si él… si yo… Debemos aceptar las
cosas tal como son. Podemos cambiar nuestro futuro con lo que hemos
aprendido de esa experiencia, pero si nos obcecamos con el pasado, sólo
conseguiremos terminar frustradas e infelices.
Obsesionarnos con él y nuestro pasado juntos es una forma de controlar
nuestros sentimientos. No queremos sentir el dolor que nos ha causado la
pérdida de la pareja, así que nos concentramos en otra cosa que nos haga
olvidar ese dolor. Cuando te invadan los recuerdos del pasado, intenta tomar
conciencia de lo que sientes (dolor, frustración…) en ese momento. Llora si lo
necesitas, habla con alguien en quien confíes acerca de tus sentimientos
(¡excepto con él, por supuesto!).
No sigas intentando analizar o razonar la situación, descifrar qué es lo que
ha ido mal. Debemos concentrarnos en controlar el pasado, y no podemos
hacerlo, por mucho que lo intentemos, si además queremos controlarle también
a él. Hay que detener el cilo ya. ¡No mires atrás!
Ejercicios prácticos
♦ ¿En cuáles de las circunstancias que causaron la ruptura sigues pensando?
♦ ¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la relación?
¿Por qué?
♦ Si pudieras volver atrás y cambiar las circunstancias, ¿cómo crees que
habría salido todo?
♦ Una vez que has imaginado cómo hubiera podido resultar la relación de
haber cambiado algunas cosas, supéralo. Escribe un final feliz a las
circunstancias reales que vivisteis.
La ruptura perfecta
Los finales nunca son perfectos. Debemos aceptar que la relación se ha
terminado y seguir adelante. Si sentimos la necesidad de llamar a nuestro ex
para pedir perdón por algo que dijimos o para expresarle lo bien que llevamos
la ruptura, debemos resistirnos. No debemos llamarle; puede que nos rechace
o que nos haga sentir mal de cualquier modo. Debemos aceptar la forma en
que terminaron las cosas con sus imperfecciones. La vida no es una pintura
que pueda retocarse; es caótica e imperfecta, así que lo mejor es dedicar
nuestra energía a aceptar la situación tal como se presentó y mirar hacia el
futuro que nos aguarda.
Ejercicios prácticos
♦ ¿Cómo imaginas el fin perfecto?
♦ Escribe sobre lo que sentiste al no tener el fin que hubieras deseado.
Sigamos siendo amigos
Cuando rompemos con un hombre, lo mejor es no quedar como amigos.
Nos estamos mintiendo a nosotras mismas si creemos que no nos afectará el
que nos diga que está saliendo con otra mujer y nos empiece a hablar de ella.
¿Por qué pasar por ese dolor? Olvidar, recuperarnos y seguir adelante es
mucho más fácil si no nos relacionamos con el hombre por el que estamos
sufriendo.
Lo más recomendable es cortar por lo sano y no establecer ningún tipo de
contacto con nuestro ex si podemos evitarlo. Si hay que verle necesariamente
porque el lugar de trabajo es común o existen niños de por medio, hay que
intentar mantener una relación formal y orientada hacia el trabajo o los niños en
su caso. Y cuando nos veamos obligadas a estar con él, hemos de establecer
unos límites muy claros y mantener siempre las distancias.
Quizás después de haber encontrado una nueva pareja y cuando haya
pasado tiempo suficiente podáis intentar lo de ser amigos. He conocido
mujeres con un trabajo o con niños en común con sus ex parejas que fueron
capaces de entablar una amistad años después de la ruptura.
Ejercicios prácticos
♦ ¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para intentar
recuperar la relación amorosa? Reflexiona y escribe sobre tus verdaderos
sentimientos.
♦ ¿Alguna vez has conseguido seguir siendo amigos con algún ex novio?
¿Cómo resultó?
♦ Si tenéis niños o trabajáis en el mismo lugar, escribe sobre las veces que
tengas que verle. Enumera las distintas formas de hablar y relacionarte con
él que te permitan seguir sintiéndote segura e invulnerable.
♦ “¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien veces al
día -¡o más!-. Debes dar una oportunidad a hombres nuevos y dejar de
compararlos con tu ex. Puede que encuentres cualidades o rasgos en ellos
por los que nunca hubieras creído poder sentirte atraída. Nunca se sabe
qué (o quién) hay detrás de la esquina. Un nuevo mundo se abre ante ti
para que escribas el siguiente capítulo de tu vida.
7
El hombre ambivalente
¿Alguna vez has conocido a alguien que te trata como a una diosa del
sexo una noche, y luego no te llama durante dos semanas? ¿O alguien que te
lleva a pasar un increíble fin de semana de esquí y después desaparece de tu
vida? No logras adivinar qué has hecho mal para que te haya rechazado. ¡Si
incluso se comportaba como si le gustaras! Pues bien, te has cruzado con un
hombre ambivalente.
Muchas de las mujeres de mi grupo de terapia se relacionaban con un
hombre así, lo cual dificultaba todavía más el proceso de recuperación cuando
la relación terminaba. Si eso ocurría, empezaban a cuestionarse su propia
actitud tratando de descubrir qué motivó el extraño comportamiento de él.
Nunca sabían cómo reaccionar ante la ambigüedad de las señales que les
enviaba la pareja.
La impredecible conducta de un hombre ambivalente puede hacernos
sentir rechazadas y abandonadas. El miedo a perderle nos lleva, a su vez, a
aferrarnos todavía más a él y no dejar de llamarle y perseguirle, lo cual, como
sabemos, no es nada bueno.
Relacionarse con una pareja ambivalente es muy desalentador, pues su
comportamiento es absolutamente ilógico y se presta a la confusión. Puesto
que no entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo
lo ocurrido con él para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos
autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no
nos disculparíamos y que, sin embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente
culpables.
Lo más probable es que no hayamos hecho nada mal. La mayor parte
de las veces se trata de un problema de él. Sólo nos sentíamos atraídas hacia
él e intentábamos participar en el proceso de enamoramiento, lo cual, en el
caso de un hombre ambivalente, es suficiente para que huya despavorido.
¿Cuáles son los rasgos fundamentales que definen a un hombre
ambivalente?
♦ Nos dice que nos ama y luego empieza una relación con otra mujer.
♦ Nos dice que nos hecha de menos, que quiere estar a nuestro lado, pero no
encuentra tiempo para vernos.
♦ Se muestra entusiasta practicando el sexo con nosotras, y la siguiente vez
que hablamos, adopta una actitud distante y formal.
♦ No nos llama cuando dice que lo hará.
♦ Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que sólo quiere
estar con nosotras.
♦ Cancela citas, o siempre llega con retraso.
♦ Nos da plantón.
♦ Mantenemos una conversación intensa en la que nos sentimos plenamente
conectadas a él, y la siguiente vez que hablamos, en cambio, actúa
fríamente.
♦ A veces, desaparece de nuestra vida durante semanas.
¿Qué es lo que provoca que un hombre ambivalente se comporte
del modo en que lo hace?
El hombre ambivalente puede ser encantador, refinado e inteligente,
pero a la vez suele ser emocionalmente inmaduro. Busca una satisfacción
sexual, económica o emocional, y la quiere de un modo del que ni él mismo es
consciente, lo cual provoca el carácter particularmente ilógico que lo define. Si
no obtiene esa satisfacción, se distancia emocionalmente y sigue buscando.
Se trata de un tipo de hombre que puede describirse como infantil. No ha
madurado ni psicológica ni sexualmente hasta el punto de ver a una mujer
como un ser aparte (por el contrario, él la considera una extensión de sí
mismo). Un hombre de estas características se muestra totalmente
ensimismado en sus propias necesidades, y es absolutamente incapaz de
considerar siquiera las nuestras. Le entra el pánico cuando se ve demasiado
implicado en una relación, se siente engullido por una mujer por la que se
siente atraído, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece.
Es un hombre temeroso de experimentar necesidad por alguien. Si
empieza a enamorarse y sentirse dependiente, escapa. Hará todo cuanto sea
necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia
vulnerabilidad. Puede que tenga miedo a una relación seria debido a un trauma
infantil, o puede que nos vea como seres totalmente buenos o malos, y que si
nota algo distinto a lo esperado, corte con nosotras definitivamente. Lo más
probable es que nunca lleguemos a saber qué es lo que le molestó de
nosotras.
Cuando Alice conoció a Carl, vio en él al hombre de su vida. Era guapo,
encantador e imaginativo. Trabajaba como asesor publicitario. Salieron un par
de veces a cenar a restaurantes muy románticos y muy caros. En la segunda
cita, Carl fue a buscarla a su oficina, donde la besó apasionadamente. Alice no
recordaba haber experimentado nunca un deseo sexual tan fuerte por ningún
hombre. Creyó ser la mujer más afortunada del mundo por encontrar a un
hombre por el que se sentía tan atraída y que, al parecer, la correspondía. De
pronto, empezaron a ocurrir cosas extrañas.
Alice notó que Carl nunca la llamaba por la noche, siempre durante el
día y al trabajo. Él le había dado el supuesto número de teléfono de su casa,
pero ella empezó a sospechar e intentó llamarle varias veces. Nunca
respondía, siempre salía el mismo contestador. Tras investigar un poco, Alice
averiguó que se trataba de un buzón de voz. Cuando habló con Carl, éste
admitió haber mentido acerca de lo del teléfono y le confesó que estaba
viviendo con otra mujer. Alice estaba aterrada por no poder encontrar otro
hombre por el que sintiera una atracción tan profunda, así que decidió
continuar viéndole. Esperaba que él dejara a su novia.
Carl la llamó a menudo durante unos cuantos días, y después empezó a
llamar con menos frecuencia. Le dijo que tenía mucho trabajo, y cuando por fin
consiguieron citarse de nuevo, el día antes la llamó para anularlo con la excusa
de que debía partir en un viaje de negocios de última hora. Alice se sintió
frustrada y se enfadó con él. Le dijo que nunca encontraba tiempo para estar
con ella aun cuando no dejaba de repetirle que la echaba de menos. Carl se
enojó y le respondió que lo estaba presionando demasiado. Ella empezó a
sentir que estaba perdiendo el control por un hombre que, a pesar de ser muy
activo sexualmente, no tenía ningún interés en llevar la relación más allá. Alice
tenía muchas ganas de llamarle. Incluso llegó a pensar en ir a su oficina y
pedirle explicaciones sobre por qué la confundía tanto. Quería saber de una
vez por todas qué es lo que él sentía verdaderamente por ella. Sin embargo,
intuía que aquella no era la mejor manera de resolver las cosas, así que vino a
verme.
Carl era un hombre muy egocéntrico y exigente. Había estado mintiendo
a Alice desde el principio sobre su misteriosa vida personal. No le había dado
siquiera la oportunidad de decidir si quería empezar una relación con un
hombre que estaba viviendo con otra mujer. Sólo la veía como alguien que
complacería sus necesidades sexuales o emocionales, como una extensión de
sí mismo. El bienestar de ella le era enteramente igual.
Un hombre como Carl se mueve en un campo emocional muy limitado,
por lo cual es incapaz de alcanzar cierto grado de compromiso. Es incapaz,
también, de sentir compasión y simpatía, lo único que le importa es que se las
dispensen a él. El comportamiento de un hombre así será extremadamente
variable, lo mismo que sus intenciones.
Actúa apasionadamente y, sin embargo, no encuentra tiempo para salir
con Alice. Le dice que le gusta, pero le miente y manipula. Y, además, se niega
a aceptar que su comportamiento sea ambivalente. Un hombre como Carl
puede hacer que una mujer sienta la necesidad de llamarle, ya que después de
dispensarle todo tipo de atenciones, sus maniobras de distanciamiento la
hacen sentirse abandonada y rechazada; temerosa de haber hecho algo mal y
agobiada por la posibilidad de perderle, esa mujer correrá tras él.
Cómo tratar a un hombre ambivalente
Si estás saliendo con un hombre ambivalente que no deja de enviarte
señales ambiguas y que te está volviendo loca con su variabilidad…
♦ No te culpes. Es su problema, no el tuyo. No te lo tomes como algo
personal y no te sientas rechazada. Considérale como una persona con
serios problemas de madurez que interfieren en su capacidad para
comprometerse.
♦ No intentes ayudarle a que aclare sus ideas. Puedes hablar con él y
descargar tus sentimientos, pero no lograrás cambiar nada, pues su
problema no tiene nada que ver contigo. Lo único que puedes hacer por él
es animarle a que busque la ayuda de un profesional.
♦ Resiste a la tentación de acercarte más a él. Es normal que sientas miedo
de perderle, pero sus sentimientos por ti son, probablemente, lo que
provocó su inseguridad, así que correr tras él no va a funcionar.
♦ No sigas el ritmo de su agenda y haz lo que tú quieras o lo que tengas que
hacer. Trabaja en los ejercicios prácticos propuestos en este libro y olvídate
de él ya. Utiliza tu energía para realizar tus propios objetivos, no para
solventar sus problemas. Debes dejarle estar.
♦ Acepta su actitud confusa tal como es. El hecho de analizarlo y tratar de
justificar todo lo que hace puede llegar a volverte loca, y es que no hay
explicación lógica para su comportamiento.
♦ Reflexiona sobre por qué estás con un hombre que te confunde y que te
transmite inseguridad.
♦ Establece los límites de su actitud respecto a ti (por ejemplo, no vas a
tolerarle que te dé plantón otra vez) y respétalos. Al hombre ambivalente no
le gustan los límites que le obligan a aceptar y comprender tus necesidades,
lo cual es emocionalmente incapaz de hacer, así que puede que
desaparezca. No te preocupes, no será una gran pérdida.
♦ No dudes en darle un ultimátum. Quieres que esté contigo porque quiere y
no por miedo a ser abandonado o por comodidad.
Alice siguió estos consejos y no llamó a Carl. Se obligó a desvincularse
totalmente de la situación y de todo lo que había ocurrido entre ellos.
Empezó el programa “¡No le llames!” y a salir con otros hombres, y aunque
su relación con Carl no había terminado por completo, la superó.
Cuando Carl finalmente se decidió a llamarla, ella estableció unos
límites. Le dijo que a menos que fuera capaz de dedicarle tiempo para
quedar como mínimo una vez a la semana, no quería volver a verle. Le
daba un mes para dejar a su novia. Carl se enfureció, discutieron y colgó.
Alice no volvió a oír nada más de él. En lugar de llamarle para disculparse o
correr tras él, continuó con el programa de recuperación. Después de un
tiempo, conoció a un hombre capaz de mantener una relación con el que se
sentía segura y comprendida. ¡Alice entendió entonces que si hubiera
continuado dependiendo de la agenda de Carl, nunca hubiera conocido al
que es su nuevo novio!
¿Por qué estás con un hombre ambivalente?
Muchas de las mujeres que tienen relaciones con un hombre
ambivalente están cegadas por la pasión y la excitación y no se dan cuenta
de si verdaderamente ese hombre es capaz de mantener una relación. No
perciben sus limitaciones emocionales.
Si la necesidad de una satisfacción inmediata de la excitación, la pasión
y el drama es la cualidad esencial que buscamos en un hombre,
consideremos el hecho de que muchos psicópatas, asesinos y violadores
son guapos y fascinantes. Pueden mostrarse encantadores, cariñosos y
muy “sexys”. Quizás el atractivo físico y el carisma no son, después de todo,
los rasgos en los que fijarnos a la hora de buscar a un hombre con el que
mantener una relación amororsa.
Cualidades que denotan que no se trata de un hombre
ambivalente
♦ Invierte tiempo y energía en la relación.
♦ Llama cuando dice que lo hará.
♦ No intenta explotarnos ni utilizarnos de modo alguno.
♦ Es considerado con nuestros sentimientos.
♦ Es compasivo y atento.
♦ Es capaz de escuchar cuando hablamos. Nos presta atención.
♦ No nos hace sentir como si estuviéramos volviéndonos locas.
Un hombre que no es ambivalente nos hace sentirnos más seguras en una
relación, y esto hace que no tengamos la necesidad urgente de llamarlo a cada
segundo.
Ejercicios prácticos
¿Estás con un hombre ambivalente? Para descubrirlo, responde a las
siguientes preguntas:
♦ El hombre con el que mantienes la relación, ¿te envía señales
ambiguas? Si es así, haz una lista de algunas de ellas.
♦ ¿Suele confundirte con este tipo de comportamiento? Si es así, ¿de qué
modo lo hace?
♦ ¿Está con otras mujeres a la vez que contigo? ¿Cómo lo descubriste?
♦ ¿Lo pasa mal cuando tiene que comprometerse a algo?
♦ ¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te sientes
segura?
♦ ¿Cómo te hace sentir su comportamiento? ¿Pasas mucho tiempo
pensando en ello?
♦ Su actitud desconcertante, ¿te incita a llamarle?
♦ ¿Alguna vez te ha explotado a ti o a otras personas? Si es así comenta
algunos ejemplos.
♦ ¿Demuestra ser capaz de sentir compasión o simpatía hacia otras
personas? Si es así, ¿cómo lo hace?
♦ ¿Alguna vez te ha mentido a ti o a otras personas? ¿Crees que te está
mintiendo ahora?
Cuando hayas respondido a estas preguntas, vuelve a repasar la lista de
cualidades que tiene un hombre que no es ambivalente y reflexiona acerca de
si el hombre con el que estás manteniendo una relación lo es o no. ¿Estás
contribuyendo de alguna manera a tu problema de querer correr tras él y
llamarle?
Existe otro tipo de hombre ambivalente sobre el que me gustaría hablar y
con el que cabe evitar hasta la primera cita. Suele tratarse de un conocido, un
compañero de trabajo o un amigo que flirtea con nosotras, acude a nuestro
despacho para hablar todo el tiempo, nos aconseja, nos protege, nos hace
favores sin pedir nada a cambio, o nos mira a los ojos atontado.
Si nos sentimos atraídas por él y se nos ocurre preguntarle por sus
sentimientos, negará categóricamente que tiene algún interés romántico o
sexual por nosotras, y hará que nos sintamos manipuladas o confusas.
A este tipo de hombre ambivalente le aterroriza comprometerse.
Manifiesta sus deseos de mantener una relación adoptando una actitud
seductora, pero se retira asustado cuando se presenta la menor oportunidad de
hacerlos realidad. Suele ser inconsciente de su comportamiento hasta que se
lo señalan.
Algunos de estos hombres se sienten avergonzados o humillados por su
sexualidad a causa de un trauma infantil, y proyectan sus deseos románticos y
sexuales en nosotras como si fuéramos las únicas que los estuviéramos
sintiendo.
Algunos encierran un gran sentimiento de rabia contra las mujeres, y les
proporciona placer seducirlas y convencerlas de sus intenciones románticas
para luego rechazarlas. Este último grupo es, sin duda, el más peligroso.
A veces, las mujeres tenemos dificultades para superar una ruptura con
este tipo de hombres ambivalentes porque siguen dedicándonos muchas
atenciones. También puede ocurrir que los idealicemos, que lleguemos a creer
que nunca encontraremos a un hombre con sus mismas maravillosas
cualidades.
En caso de que valoremos mucho la amistad con él, podríamos
intentarlo y continuar con una relación absolutamente platónica, pero lo cierto
es que terminaríamos sintiendo un gran dolor y frustración.
Conozco mujeres que se han permitido concederles un margen de
tiempo con la esperanza de que él cambiara y quisiera implicarse romántica o
sexualmente con ellas. Pero, a menos que sigan un tratamiento de
psicoterapia, este tipo de hombres ambivalentes continúan librando batallas
interiores con sus propias tendencias y deseos, mientras la autoestima de la
mujer se hunde cada vez más a raíz de sus continuos rechazos.
Así pues, debemos reflexionar e intentar descubrir por qué necesitamos
estar con un hombre que asegura no estar interesado en nosotras ni romántica
ni sexualmente.
Ejercicios prácticos
♦ ¿Te sientes atraída por un hombre con el que no estás saliendo y que te
envía señales ambiguas? Si es así, descríbele física y psicológicamente.
¿De qué modo demuestra sus dotes de seducción?
♦ Si fueras a hablar con él acerca de esas señales que envía, ¿qué le dirías?
♦ ¿Sientes frustración o rechazo en esta relación? ¿Vale realmente la pena?
♦ ¿Constituiría una gran pérdida para ti romper esa relación? Si es así, ¿qué
es peor, la pérdida o los sentimientos de frustración y rechazo? ¿Por qué?
8
Él nunca cambiará
Estás equivocada si crees que el hombre que te ha herido y te ha estado
decepcionando una y otra vez va a cambiar. Debes renunciar a esa falsa
esperanza si no quieres seguir echando por tierra esos preciosos años de tu
vida. Pocas mujeres han venido a mi consulta realmente convencidas de que
con un poco de paciencia y tiempo su hombre iba a cambiar a pesar de los
continuos rechazos que habían sufrido. A menos que un hombre reciba
tratamiento psicoterapéutico individualmente o asistiendo a grupos, él nunca
cambiará. Lo que ves es lo que hay. Te estás engañando si crees que puede
producirse algún cambio milagroso.
Algunas mujeres viven la extraordinaria fantasía de poder “arreglar” al
hombre que aman. Sigue siendo una fantasía. No somos ni sus terapeutas ni
sus psiquiatras.
Algunas consideran su incapacidad de seguir adelante sin él como prueba
de su gran amor. No lo es. Sólo es prueba de su dependencia extrema,
patológica en los casos en que él comete abusos físicos o emocionales sobre
ellas. La verdad, sin embargo, es que como adultas que son, la dependencia
física o emocional no es completa. Sólo la sienten como tal.
A menudo, nos aferramos desesperadamente a dolorosas relaciones sin
futuro por temor a la gran sensación de vacío que sentiremos sin ese hombre
en nuestra vida. Este temor es a veces tan aterrador que el sufrimiento que nos
provoca el sostener la relación vale la pena si podemos mantener nuestro
vínculo con él. Algunas mujeres temen derrumbarse psicológicamente si
pierden a su hombre, así que prefieren soportar el dolor y la humillación que les
causa su relación con él antes que pasar por el horror de verse solas.
Este aterrador sentimiento de vacío ya estaba ahí antes de conocerle.
Puede que lo hubiéramos desarrollado en nuestra infancia si papá y mamá no
satisfacían nuestras necesidades de amor y afecto. O puede que sea el
resultado de una depresión oculta que hayamos estado sufriendo por un largo
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  • 1. ¡NO LE LLAMES MÁS! No permitas que te siga haciendo daño. Rhonda Findling
  • 2. Índice Introducción: ¿Por qué no debes llamarle? 2 1. Romper el ciclo compulsivo 4 2. Duelo y aflicción 7 3. Recuperarse del rechazo 13 4. Paternidad inadecuada 16 5. Madres y hombres 22 6. Cosas que te atan a él 24 7. El hombre ambivalente 30 8. Él nunca cambiará 37 9. Comportamiento obsesivo 40 10.Salir ahí fuera de nuevo 42 11.El programa de diez pasos “¡No le llames!” 48 12.Sobrevivir un revés 60
  • 3. INTRODUCCIÓN ¿Por qué no debes llamarle? Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos más dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de sufrimiento y de un profundo pesar, pues significa perder el amor en sí, y el amor es la mejor forma de felicidad conocida por el hombre. El sentimiento que provoca el hecho de renunciar al amor que hubo se ha convertido en la inspiración de gran parte de nuestra cultura en la actualidad. Sólo hay que escuchar las diez primeras canciones de las listas de éxitos. Prácticamente todas tratan de la ternura y la añoranza que despierta un amor perdido: I Can´t Live If Living Is Without You (No puedo vivir sin ti), The Way We Were (Tal como éramos) o You Just Keep Me Hanging On (Te sigo esperando). La mayoría de las baladas que interpretan las grandes damas del jazz (Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas amorosas: My Man (Mi hombre) o The Man That Got Hawai (El hombre que se marchó). Las películas pueden contar historias acerca de la dificultad que tienen las mujeres para renunciar al amor. Atracción fatal es la historia de una mujer que se convierte en una asesina psicópata debido a su obsesión por un hombre casado que la rechaza. La historia de Adele H., de François Truffaut, trata de una mujer que se vuelve loca tras perder al hombre del que se había enamorado. Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias acerca de personas incapaces de recuperarse tras una ruptura. En Subset Boulevard, Norma Desmond asesina a su amante, Joe, porque éste está a punto de abandonarla. Las telenovelas suelen presentar la historia de una persona que se pasa la hora entera persiguiendo a quien la abandonó. La mayoría de los programas de entrevistas muestran una interminable lista de personajes obsesionados por un amor frustrado. Los periódicos, por su parte, están repletos de historias de gente que no pueden superar su situación por mucho dolor que les cause. Así, por ejemplo, si Mínica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus sentimientos por la ruptura de su relación con el presidente Clinton acudiendo a un psicoterapeuta
  • 4. profesional y no a Linda Tripa, quizás el curso de la historia de Estados Unidos hubiera tomado un rumbo muy distinto. ¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superación de una ruptura? Porque yo misma pasé por esa experiencia. Años atrás, me enamoré de un hombre atractivo, carismático, elocuente y espiritual. Durante el tiempo que duró nuestra relación, me volví emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho acerca de la espiritualidad. Era cariñoso y amable, y creí que me comprendía como nunca antes nadie lo había hecho. Sin embargo, cuando le expresé mi deseo de que se comprometiera, se marchó. Ahora, cuando miro atrás, siento y creo que su repentino y casi cruel rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse. Cuando lo conocí, me dijo que en más de siete años no había tenido ninguna relación y que no tenía intención de comprometerse. Me enamoré de él de todos modos, deseando ser la excepción. Pese a mi capacidad profesional como psicoterapeuta, no pude más que sentirme herida y profundamente deprimida. Tuve que emprender un difícil proceso de superación para poder recuperarme y seguir adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, me encontraba tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una relación amorosa, por lo que decidí, al fin, crear un grupo de psicoterapia llamado “¡No le llames!”. Realizamos varias sesiones en la comunidad y pronto empezaría a aparecer en radio y la televisión como “experta en relaciones”. Parecía que mi camino ya estaba decidido. A través de mi propia experiencia persona y profesional, aprendí lo mucho que puede llegar a afectar a una persona adulta un abandono o un rechazo. El dolor del rechaza puede alcanzar hasta lo más profundo del ser humano. Una mujer, por ejemplo, puede llegar a obsesionarse hasta tal punto por un hombre que la ha rechazado, que la rabia y el deseo que siente por él llegarán a consumirla. He conocido mujeres que han perdido la salud, el dinero, el trabajo, sus hijos, incluso que han ido a la cárcel, a causa de su preocupación por el hombre que las abandonó. En el grupo de terapia han participado mujeres al borde del suicidio por una ruptura y su incapacidad de superarla.
  • 5. La mujer ha recorrido un largo camino para independizarse económicamente del hombre, pero todavía queda mucho trabajo por hacer para alcanzar la independencia emocional. Existen demasiadas mujeres económicamente autosuficientes que soportan relaciones emocional y físicamente abusivas por temor a que las abandonen. Prefieren mantenerse al lado de un hombre que las maltrata, las humilla o las rechaza que arriesgarse a quedarse solas. En los próximos capítulos, aprenderás a desarrollar tus habilidades para superar una relación rota y no destrozar tu vida por lealtad al amor romántico o por miedo a la soledad. Los ejercicios te servirán para expresar y experimentar tus propios sentimientos, lo cual es fundamental en el proceso de curación. Este libro, los ejercicios y el programa de diez pasos desarrollado a partir de mi trabajo con las mujeres del grupo de terapia “¡No le llames!” te ayudarán a recuperarte del dolor de una relación rota. Aunque la mayoría de las mujeres de la terapia estaban pasando por una separación, había algunas que seguían inmersas en una relación con un hombre nada aconsejable y que lo que buscaban era la fuerza y el apoyo necesarios para romper. Otras sentían que estaban actuando ciegamente, respondiendo a su desesperación por no quedarse solas, y buscaban una nueva perspectiva sobre su comportamiento. Los casos que se presentan en este libro están basados en la experiencia y el esfuerzo por sobreponerse a una relación rota de pacientes que he tratado y personas que he conocido. Los nombres y rasgos que pudieran identificarlos han sido cambiados. Si en estos momentos mantienes una relación y un exceso de ansiedad hace que quieras llamarle por miedo a que te abandone o que pierda interés, éste también es tu libro. Utiliza los ejercicios prácticos, el programa de diez pasos y la información proporcionada para centrarte y no dar la impresión de estar necesitada o desesperada. Esto puede poner en contra al mejor de los hombres. Si lo que ocurre es que estás sufriendo por una ruptura, puedes utilizar este libro para reponerte. Sigue mi consejo de controlarte y no salir corriendo detrás de tu ex; conseguirás recuperarte de la pérdida con tu orgullo y
  • 6. autoestima intactos. No sólo sobrevivirás, triunfarás. Incluso puede que te animes a buscar un nuevo amor, uno que siempre esté ahí para ti. ¡De verdad, la vida sigue después de ese hombre!
  • 7. 1 Romper el ciclo compulsivo Sheila, una atractiva programadora de veintisiete años, permanecía encerrada en su apartamento, mirando fijamente el teléfono. Deseaba llamar a Tony, un guapo comercial con el que había estado saliendo los últimos seis meses. Al principio, Sheila creía que Tony era perfecto. Era encantador, ambicioso y muy atento. Una noche, después de una cena romántica en un restaurante francés, Sheila reunió el coraje suficiente para preguntarle sobre su futuro en común. Él le confesó que no se veía casado con ella, y propuso que ambos empezaran a salir con otras personas. Sheila se hundió. Herida y enfadada, decidió que lo mejor era que no debían volver a verse. Ahora, Sheila se sentía sola y desesperada. Quería estar con Tony cualesquiera fueran las condiciones, las que él quisiera. No podía soportar la idea de una vida sin él. Se sentía como si todo fuera culpa de ella. Si pudiera volver atrás y borrar aquella fatídica conversación, todavía estarían juntos. Tenía que hablar con él. Marcó su número, deseando que estuviera en casa, pero lo que sonó fue su contestador. Sheila colgó. Decidió esperar y volver a llamar después. Intentó mantenerse ocupada haciendo las tareas de la casa, pero no podía dejar de pensar en Tony, así que cogió el teléfono y volvió a marcar su número. De nuevo el contestador. Empezó a llamar cada quince minutos durante más de dos horas seguidas. Sabía que estaba fuera de control, como un drogadicto desesperado por una dosis. Pero no podía evitarlo. No podía soportar la idea de no verle nunca más. Todas podemos sentirnos identificadas con la situación por la que pasa Sheila y por cómo se siente, pues, en mayor o en menor grado, todas hemos experimentado un cuadro emocional similar. Los síntomas se nos muestran dolorosamente familiares: el miedo a perder el control, el deseo de oír su voz de nuevo… Sabemos que nuestro comportamiento es irracional y, sin embargo,
  • 8. somos incapaces de dominarnos ante la necesidad de llamar por teléfono. Nos encontramos atrapadas. ¿Qué es lo que agita nuestra estabilidad emocional hasta el punto de hacer lo que sea para que él vuelva? ¿Por qué no podemos superarlo sin más? Veamos algunos de los factores que intervinieron en el hundimiento emocional de las mujeres de mi grupo de terapia. El abandono figura entre uno de nuestros miedos más profundos. Un bebé abandonado está condenado a morir; no puede sobrevivir si no hay ningún adulto que lo alimente y, por tanto, su miedo es parte de sus instintos. En cierta medida, y según las circunstancias de cada individuo, ese miedo permanece con nosotros. Si, una vez adultos, somos abandonados por alguien de quien esperábamos amor y sustento, ese temor infantil vuelve a ponerse de manifiesto. Este efecto, combinado con la presente amenaza de abandono, puede generar una intentensa sensación de pánico. Nuestra aptitud para razonar puede verse afectada hasta tal punto que todo lo que somos capaces de experimentar se reduce a ese terror a ser abandonadas, a sentirnos solas o rechazadas. Estos sentimientos tan dolorosos pueden hacer que nos resistamos a aceptar que la relación se ha roto y nos aferremos a ella como nuestra única salvación. Un comportamiento así puede ejemplificarse con actividades que van desde la profusión compulsiva de llamadas telefónicas hasta el presentarse en su casa o lugar de trabajo sin previo aviso, o incluso el no dejar de escribirle cartas o e-mails aunque él no haya respondido a ninguno de nuestros intentos de contacto. Cuando una mujer se encuentra en tal estado de aferramiento, puede llegar a sentirse desesperada hasta el punto de no sentir reparo alguno en recurrir a un comportamiento humillante y prácticamente lindante con lo masoquista. Nancy estaba tan triste cuando su novio la dejó, que fue a su casa, se arrodilló ante él y le rogó que la aceptara de nuevo. Me confesó que cuando estaba arrodillada, lo único que importaba ere que él volviera con ella y, en aquel momento, su orgullo y su autoestima no eran importantes en absoluto; su idea de que no podría vivir sin él la dominaba.
  • 9. Marcy fue al edificio en el que vivía su ex novio y le pidió al portero que lo llamara. El chico respondió que no quería que subiera, y Nancy se quedó tan turbada que le dijo al portero que no se iría sin hablar con el hombre a quien había venido a ver. El portero amenazó con llamar a la policía, pero en su desesperación, ella se resistía a marcharse. Finalmente, la policía llegó y Marcy tuvo que desaparecer, terriblemente humillada y avergonzada. El dolor y la humillación en los tres casos expuestos son muy lógicos y no tan fuera de lo común como creemos. Muchas mujeres, incluso aquellas de las que nunca lo hubiéramos imaginado debido a su éxito, fama y/o belleza, han vivido la situación por la que pasaron Marcy, Nancy y Sheila. El hecho de no querer llamar a nuestro ex de forma compulsiva o aferrarnos a él cuando sabemos que la relación se ha terminado puede servir para enmascarar o anestesiar nuestros sentimientos de soledad, sufrimiento y profundo dolor. Lo mismo se aplica a aquellas mujeres que se encuentran en una relación o amistad nuevas y temen no volver a saber nunca más de su pareja. Cuando empezamos a llamar compulsivamente a un hombre por miedo a que nos abandone, puede que experimentemos una subida de adrenalina al pensar en verle o simplemente en oír su voz, pero debemos ser conscientes de que esta subida es temporal. El verdadero camino hacia una libertad emocional es sentir el dolor de su ausencia y analizarlo y trabajarlo por nosotras mismas o con la ayuda de un especialista. Si existe alguna esperanza de que la relación pueda recuperarse, o lo que realmente queremos es mantenerla tal y como está, es importante recordar que una actitud desesperada y agobiante es motivo suficiente para que la mayoría de hombres se distancien todavía más. Este tipo de comportamiento te hace aparecer como si te creyeras indigna de ser amada y estuvieras agradecida por el hecho de que cualquier hombre se hubiera fijado en ti. Si un hombre tiene sus propias ideas acerca de lo que significa el compromiso, el que nosotras le agobiemos con nuestras continuas exigencias de que nos demuestre que no nos dejará, sólo puede hacer que se sienta coaccionado y sometido a mucha presión. Una actitud así, además, nos muestra emocionalmente deseosas, lo cual le hará sentirse con la eterna
  • 10. obligación de asegurar y demostrar el amor que tanto ansiamos, lo que no deja de ser un arduo trabajo para cualquiera. Es natural que cueste enamorarse de una persona que constantemente nos bombardea con llamadas telefónicas. Una mujer desesperada no da ninguna oportunidad al hombre que ama para echarla de menos. Está tan al alcance de la mano que él no tiene motivos para suspirar por ella o fantasear acerca de su deseo por ella, lo cual, desafortunadamente, es en lo que suele consistir el enamoramiento. Aferrarse desesperadamente a un hombre puede llevarnos a un ciclo vicioso. Cuanto más se distancia él, más nos aferramos nosotras, y cuanto más lejos, más desesperada es nuestra dependencia. Incluso si somos conscientes de ello, la necesidad de permanecer a su lado suele ser irresistible. Aunque sabemos que nuestro comportamiento no es apropiado, no podemos evitar dejarnos llevar por un impulso que no podemos controlar, y realmente nos sentimos mal cuando actuamos así. ¿Qué podemos hacer cuando nos sobrecoge la irresistible y compulsiva necesidad de llamar a un hombre? Primero, debemos darnos permiso para experimentar conscientemente la tensión y nuestros propios sentimientos, y soportarlos hasta que desaparezcan. Y ten por seguro que desaparecerán; los sentimientos son algo temporal. En eso consiste precisamente el truco: sentir nuestras emociones sin dejar que gobiernen nuestros actos. Requiere una gran dosis de disciplina y trabajo personal, pues lo más fácil sería dejarse llevar por nuestros sentimientos y actuar en consecuencia. El hecho de ser conscientes de lo que sentimos sin permitir que esos sentimientos dirijan nuestra vida es lo que se conoce como “contención emocional”. Es lógico, sin embargo, que en ese proceso de contención nos sintamos algo incómodas, pues suele generar ansiedad y, por tanto, una gran tensión. Esa incomodidad es la que nos induce a llamarle e intentar, así, liberarnos de esa sensación de incertidumbre y malestar. En ese momento, debemos pensar
  • 11. en la angustia y el profundo dolor que nos causaría el que nos rechazara o el no conseguir la respuesta que esperábamos. Toni, una de las mujeres de mi grupo de terapia, se hizo una lista de amigos a quien llamar si se veía acechada por la necesidad de llamar a su ex novio. Helen, otra de las mujeres del grupo, se propuso ir al gimnasio cada vez que sintiera que quería llamarle. Si el gimnasio estaba cerrado, entonces salía a practicar jogging un buen rato. Barbara, por su parte, se iba al cine. Muy pronto todas las componentes del grupo de terapia disponían de una lista de cosas para hacer cuando las invadiera el irresistible impulso de llamar a su ex. Es muy importante que entendamos que el hecho de contener nuestros sentimientos no significa que no debamos expresarlos a otras personas. Un buen amigo que sepa escucharnos o un grupo de terapia pueden resultarnos tan útiles en este sentido como un especialista. Hay mujeres que han preferido superarlo solas. Es posible conseguirlo, pero desde luego no es el mejor modo de hacerlo. El principal objetivo de controlar nuestras llamadas al hombre con el que hemos roto y exponerle nuestros sentimientos es evitar sentirnos rechazadas, heridas o humilladas. Cada vez que sufrimos un rechazo, se refuerza esa imagen de desesperación y antipatía contra la que pretendemos luchar. Incluso si ese hombre al que llamamos responde como esperábamos, puede que nos sintamos momentáneamente aliviadas y más cercanas a él, pero sin duda la angustia volverá, pues la relación todavía no es definitiva, y entonces tendremos que empezar todo el proceso de nuevo, como si el trabajo realizado hasta entonces no hubiera servido para nada. Superar el dolor que sentimos sin acudir a él puede parecer muy complicado, pero el hecho de conseguirlo por nosotras mismas nos proporcionará una sensación de triunfo y de confianza en nuestros propios recursos.
  • 12. 2 Duelo y Aflicción Cuando una relación termina, o cuando nuestro hombre empieza a distanciarse o perder el interés por nosotras, nos enfrentamos a una situación de pérdida –incluso si se trata de una pérdida temporal-, y es necesario ser conscientes de los sentimientos que ésta despierta en nosotras. Odio tener que decir a mis pacientes que primero deben sentir el dolor para poder después superarlo y seguir adelante. Pero, desafortunadamente, así es. El único modo de recuperarnos es librándonos de las fantasías de nuestro amor y siendo conscientes de todos los sentimientos y sensaciones que experimentamos. El proceso de superación de una pérdida se conoce como “período de duelo”. Se trata de un proceso complicado en el que intervienen gran cantidad de sentimientos: aflicción, pesar, ansiedad, decepción, rabia, apatía, tristeza y desesperación. La aflicción es un sentimiento muy doloroso, incluso angustioso, pero es absolutamente necesario para concienciarnos del dolor que causa en nosotras la reciente pérdida. Negar la existencia de ese dolor puede llevarnos a llamarle de forma compulsiva, lo cual nos impediría superar esta situación y amar a otra persona. Estamos dolidas por la pérdida de su compañía, de los momentos de amor con él, de sus caricias, de la fantasía sobre un futuro juntos, de los hijos que podríamos haber tenido con él, del placer y la felicidad que sentimos a su lado. Puede que haya momentos en los que nos sintamos consumidas por la aflicción, temerosas de no poder recuperarnos jamás, pero si somos completamente conscientes de estos sentimientos, podremos superar el dolor y la tristeza que nos invaden. Debemos afrontarlos y conocerlos bien para que su intensidad disminuya hasta que, por fin, terminen desapareciendo. Una cosa sí debemos tener clara: no durarán para siempre.
  • 13. El sufrimiento y la aflicción tienen su propio ritmo, y no podemos forzarlo. Es imposible decidir cuándo sufrir, y hemos de aceptar ese sentimiento cuando aparezca. Etapas de la pérdida El período de duelo por la pérdida del hombre del que estábamos enamoradas pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se sucedan varíe o que se solapen entre sí, pero en cualquier caso son fácilmente reconocibles. Esta división en fases se basa en las cinco etapas del proceso de la muerte propuestas por la doctora Elizabeth Kübler-Ross en su famosa obra On Death and Dying (Sobre la muerte y los moribundos), publicada en 1969. La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de que él se ha marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible que ha provocado que rompiéramos con él. Estamos bajo el efecto de un profundo shock emocional que nos impide reconocer la verdad. En esta fase de negación, es sumamente importante intentar hacer frente a la realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos dedicamos a perseguir al hombre con el que acabamos de romper, podemos terminar sintiéndonos todavía más heridas y humilladas. Este es un buen momento para hacer uso de nuestra propia red de apoyo –buenos amigos, un grupo de terapia o un especialista, por ejemplo-, y buscar la ayuda necesaria para aceptar la verdad de la situación. La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa, estamos afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por habernos traicionado, herido y abandonado. Antiguos conflictos que quedaron sin resolver (con los padres, los ex novios…) pueden resurgir en este momento. Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No debemos utilizarla como excusa para enfrentarnos con él, sermonearle o incluso pero: recurrir a la violencia. Demostrarle nuestro sentimiento de rabia no resolverá nada. De hecho, puede empeorarlo todo. La mayoría de las personas no responden bien a las confrontaciones, así que lo más probable es
  • 14. que no obtuviéramos en absoluto el tipo de reacción que andamos buscando. Quizás nos sintamos mejor por un momento, pero esta situación suele terminar haciéndonos sentir todavía peor. Lo mejor, por el contrario, es compartir nuestros sentimientos de rabia con alguno de los componentes de nuestra red de apoyo, o intentar superarlos por nosotras mismas. Podemos hacerlo, por ejemplo, practicando algún deporte, escribiendo o realizando actividades que impliquen cierta dosis de creatividad. La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la desesperanza, sin duda las más difíciles de superar. Los nervios y el drama de la ruptura se han calmado para dar paso a la sensación de vacío propia de cualquier situación de pérdida. Los desengaños amorosos del pasado, que probablemente habíamos retomado en la segunda fase, pueden volver a presentarse de nuevo y contribuir a nuestra tristeza. Pueden ser momentos muy difíciles, pero es completamente necesario pasar por esta fase si queremos seguir adelante y estar preparadas para abordar una nueva relación; si nos quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente acechadas por el pasado. Sin embargo, si la depresión llega hasta el punto de afectar nuestro funcionamiento habitual (dejamos de trabajar, de comer o de dormir), puede que entonces se trate de una condición clínica y, como tal, debe ser tratada por un especialista. De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase. Se trata de una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos sentimos vulnerables, y no podemos correr el riesgo de que reaccione de manera distante o nos rechace, lo cual podría hacernos sentir todavía más solas y agravar nuestra depresión y sensación de desesperación. En cambio, en esta fase del proceso es especialmente importante recurrir a nuestra red e apoyo en pos de sustento emocional. Por nuestra parte, debemos intentar concentrarnos en superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que tener presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los sentimientos de tristeza y desesperanza llegarán, tarde o temprano, a su fin. En este punto es donde pasamos a la última fase, la de la aceptación. La aceptación es definitiva cuando empezamos a recomponer nuestras vidas. No nos sentimos tan obsesionadas por él, y comenzamos a pensar en
  • 15. hombres nuevos y en salir con ellos. Esta puede ser una etapa algo capciosa; siempre podemos querer llamarle para demostrarle que ya lo hemos superado. No debemos caer en la tentación, pues es posible que no consigamos el tipo de respuesta que imaginábamos y nos sintamos defraudadas o, lo que es peor, puede que nuestros sentimientos por él resurjan y tengamos que volver a empezar ¡desde la primera fase! Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicción es ser conscientes en todo momento de todos nuestros sentimientos, también los que son positivos. No debemos avergonzarnos de seguir enamoradas de nuestro ex, incluso si la relación se ha terminado y aunque nos haya herido profundamente. Es natural. Tenía cualidades que admirábamos; de otro modo nunca nos hubiéramos fijado en él ni nos habríamos enamorado de él. Es igualmente necesario mantener la sensación de deseo por él. No hay por qué avergonzarse. Son sentimientos, nada más. No estamos obrando según ellos, sencillamente los estamos sintiendo. Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y sigamos obsesionadas con la relación porque creemos estar en deuda con nuestro ex por algo que hizo. Vivian estaba sumamente agradecida a su novio por haberla apoyado económicamente mientras estudiaba derecho. Barbara, por su parte, se sentía agradecida por el apoyo recibido por parte de su pareja durante un duro proceso de divorcio. Ambas querían expresar estos sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones habían terminado, seguían centradas en lo maravillosos que eran sus respectivos ex compañeros. También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por alguna cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer. Betty, por ejemplo, admiraba la capacidad de su novio Paul para relacionarse con la gente. Solía observarlo en las fiestas, y estaba fascinada por la rapidez y la facilidad con la que conectaba con los demás. Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por habernos abandonado como por habernos tratado injustamente, traicionado, rechazado, o incluso por haber abusado de nuestra confianza. Superar estos sentimientos sin dejar que nos dominen es capital para recuperarnos del desengaño.
  • 16. La clave de este proceso es NO llamerle, por muy poderosas que sean nuestras razones. Debemos utilizar este período de tiempo para distanciarnos emocionalmente de él, para desconectar de la relación. Si le llamamos para compartir con él nuestros sentimientos y no se de cuenta de lo difícil de nuestra situación, puede reaccionar expresando su rechazo o su desprecio, con lo que terminaríamos sintiéndonos mil veces peor. Un resultado tal contaminaría el proceso de recuperación invalidando todo el trabajo hecho hasta ahora. En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra persona, ya sea un terapeuta, un amigo o un grupo de terapia, alguien con quien nos sintamos seguras. El hecho de tener un testimonio que siga nuestra experiencia con el amor, el dolor, la tristeza y el deseo hace que este proceso adquiera un significado mucho mayor. Sin embargo, hay veces en las que no podemos encontrar a nadie con quien compartir nuestras sensaciones, así que tendremos que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el el corazón se despierta en medio de la noche, no podemos ir llamando a la gente a las cuatro de la mañana (¡a no ser que estos amigos sean extraordinariamente comprensivos!). En lugar de eso, podemos sentir y llorar solas. De este modo, aprenderemos a calmarnos y consolarnos a nosotras mismas, un punto que desarrollaremos en el tercer capítulo. Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó que no sabía si podría casarse con ella. Betty se hundió. Habían estado saliendo durante más de un año antes de prometerse. Tim se había trasladado desde Grecia a Nueva York para realizar un máster de ingeniería. Un año después, conoció a Betty en una discoteca, y desde su primera cita empezaron a pasar prácticamente todo su tiempo libre juntos. Cuando la familia de Tim se enteró del compromiso, se enfadaron mucho, pues querían que él se casara con una mujer griega. Amenazaron con desheredarle si seguía adelante con la boda, y Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al matrimonio con Betty. Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a su familia y por haber traicionado su amor y sus expectativas de futuro juntos. Aunque seguía desempeñando normalmente su trabajo como analista financiero, Betty se estaba desmoronando, por lo que decidió someterse a
  • 17. terapia. Cuando acudió a mí, comentamos sus síntomas de depresión y su incapacidad para superar completamente la relación con Tim. De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisión de no casarse con ella seguía firme. Esta situación la confundía todavía más, y gracias a la terapia, decidió que lo que más le convenía era romper definitivamente con Tim. Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de su propio dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de menos de Tim: el que la llamara dos veces al día cuando salían juntos, su relación sexual e, incluso, la rutina de ir al cine. El período de duelo se concentró en la pérdida del futuro que podrían haber compartido. Lloraba por la boda que habían planeado –ya habían decidido hasta el nombre de sus hijos-. Esto era lo que le resultaba más penoso. Poco después, empezó a expresar la rabia que sentía hacia Tim por haberla rechazado y abandonado. Cada vez distinguía con más claridad las razones que lo habían impulsado a obrar así, entre las que figuraban su somentimiento a la familia y su incapacidad para independizarse emocionalmente de ellos. Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alguras del proceso, ella se sentía mucho más fuerte psicológicamente, por lo que fue capaz de pedirle que no la volviera a llamar. Le dijo que sólo lograba confundirla, pues estaba claro que no había esperanza de futuro entre ellos. Esto le proporcionó una gran seguridad y confianza en sí misma. Se sentía menos como una víctima, y su depresión terminó desapareciendo. Podía hablar de los buenos ratos pasados con Tim, de cómo él la había ayudado económicamente mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia él. Recordaba lo amable y cariñoso que había sido con ella. A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, había aprendido a contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para compartirlos con él, pues era consciente de que con ello crearía todavía más confusión. Cuando Betty empezó a salir nuevamente, a veces sentía el impulso de comparar a esos hombres con Tim, lo cual le infundía nuevas dudas acerca de la posibilidad de encontrar a alguien con quien se sintiera tan bien como con
  • 18. Tim. A medida que continuaba trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim empezaron a cambiar, y al cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir dolor ni remordimiento, de verlo todo como una experiencia muy positiva. Se sentía lo bastante liberada emocionalmente como para volver a implicarse de forma seria con otro hombre. No temía correr el riesgo de mantener una nueva relación, pues sabía que podía amar y, si era necesario, recuperarse de una pérdida. ¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de duelo? ♦ Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio físico (correr, jugar al tenis, ejercicios de musculación, lucha, ¡o incluso tomar clases de artes marciales!). Servirá cualquier actividad en la que podamos descargar nuestra ira y nuestra tensión. ♦ Expresar nuestros sentimientos a través de ejercicios de creatividad tales como escribir versos, prosa o letras para canciones, pintar, cantar y bailar. ♦ Hablar siempre que podamos de nuestros sentimientos con las compañeras del grupo de terapia. ♦ Escribir una carta de despedida a la relación que acaba de terminar. Hay que escribirla como si nuestro ex pudiera oír a alguien que la lee, decir todo lo que debe ser dicho, y dejar que nuestros sentimientos afloren a medida que vamos escribiendo. Pero cuidado: no la envies. Puede resultar extraordinariamente positivo leerla a un amigo en quien confiemos, alguien que pueda comprendernos. Al cabo de un tiempo quizá queramos releerla, o tal vez romperla en señal de que nuestra relación con él ha terminado definitivamente. La representación de un ritual también puede servir de ayuda para superar la fase del duelo. Donna se sentía angustiada por haberse separado legalmente de Mark, y estaba pasándolo bastante mal emocionalmente. La noche de su
  • 19. cumpleaños, temerosa de que no pudiera resistir el impulso de llamar a Mark, decidió salir con sus amigas Linda y Susan. Las tres amigas fueron a celebrar el fin de la relación de Donna con Mark pasando por delante del restaurante donde la pareja solía ir a cenar cada viernes; pero una vez en la zona de aparcamiento, Donna les contó sus experiencias con su ex marido. Entonces las tres mujeres se dirigieron a la playa. Donna se quitó el anillo de casada, lo arrojó al océano y después lloró. Linda y Susan se mostraron compasivas y le ofrecieron todo su apoyo. Después, fueron a un restaurante de moda a celebrar el cumpleaños de Donna, el fin de su relación con Mark y su nuevamente recuperada libertad. Lo festejaron con pastelillos y café, compartiendo historias sobre relaciones y aventuras pasadas, riendo y llorando hasta que cerró el local. Cuando Donna vino a visitarme para la sesión de terapia, me dijo que se sentía mucho mejor y capaz de aceptar el fin de la relación. Podemos planear algún ritual con amigos o llevarlo a cabo solas. No es nada más que otro modo de expresar el cambio y la transformación que está sufriendo nuestra vida. El factor más importante de cualquier forma de duelo es la capacidad de compartir nuestra historia con otras personas, ya sea un terapeuta, nuestro mejor amigo o nuestra madre. El hecho de contar y expresar lo que nos sucede nos ayuda a dejar de sentirnos solas o desamparadas para sentirnos apoyadas y comprendidas. A menudo, cuanto más hablamos de nuestros sentimientos, más nos distanciamos del dolor y el sufrimiento que éstos generan en nosotras. La presencia de una persona compasiva y afectuosa con la que compartir nuestras penas y alegrías nos ayudará, sin duda, a recuperarnos de cualquier trauma o herida. Ejercicios Prácticos Los siguientes ejercicios están diseñados para ayudarte a superar el pasado. Piensa bien las respuestas antes de escribirlas (es lo que se llama “procesar” las respuestas). El hecho de tener que ir explorando nuestros sentimientos a
  • 20. medida que respondemos a las preguntas es una parte fundamental del proceso de curación. ♦ ¿Has sentido tristeza o desesperación? ♦ ¿Has sentido rabia o enfado hacia tu ex? ¿Qué hizo él para provocarte estos sentimientos? ♦ ¿Qué tipo de cosas crees que puedes hacer para expresar tus sentimientos de dolor y rabia de un modo sano y constructivo? ♦ ¿Tienes a alguien con quien compartir tus sentimientos cuando estás triste o disgustada? Describe a esa persona. ♦ Si en plena noche te sientes desbordada por la tristeza o la rabia, ¿qué haces para calmarte? ♦ ¿Cuál es el modo más original que imaginas para celebrar el fin de tu relación? Escribe sobre ello sin preocuparte de lo extravagante que pueda parecer.
  • 21. 3 Recuperarse del rechazo El hecho de estar recuperándonos de un conflicto emocional no significa que tengamos que resignarnos a estar apesadumbradas durante todo el día. En estos períodos de sentimiento de pérdida y rechazo, es especialmente importante cuidar de nosotras mismas. Debemos intentar restablecer nuestra vida tal como era antes de la crisis. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo recuperar nuestra paz interior? Durante los días inmediatamente posteriores a la ruptura, hay que hacer todo aquello que nos haga sentir mejor, al menos hasta que el dolor inicial empiece a mermar. He aquí algunas sugerencias para complacernos. Podemos ir a la peluquería a arreglarnos el pelo, apuntarnos a aquel curso que siempre deseamos hacer, visitar a la familia, viajar, meternos todo el día en el cine, ir a un concierto, hacernos un masaje o una limpieza de cutis, salir de compras, apuntarnos a un gimnasio, coger unas vacaciones del trabajo, saltarnos la dieta y comer pasteles todo el día, visitar a los amigos y hablar de nuestro ex, hablar por teléfono durante toda la noche, o contratar una canguro para los niños y salir a bailar. El único límite es nuestra imaginación. Debemos concedernos algún capricho, hacer cosas que nos causen placer. En eso consiste cuidar de uno mismo. Hay que tomárselo como si se tratara de unas vacaciones e intentar no ser demasiado exigentes con nosotras mismas. Durante este período de nuestra vida, debemos procurar mantenernos lo más relajadas posible. Lo importante es conseguir superar los primeros días de forma que el sufrimiento inicial provocado por el abandono o el rechazo empiece a remitir. No se debe recurrir a las drogas o al alcohol. Puede que logren detener el dolor de forma temporal, pero lo único que conseguiremos con ello es retrasar el momento de sentir ese dolor. Debemos mantenernos sobrias y centradas, y lo último que necesitamos en este momento es el problema adicional de la drogodependencia o el alcoholismo.
  • 22. Al cabo de una semana, debemos intentar cortar alguna de estas actividades que tanto placer nos proporcionan, pues si seguimos comiendo pasteles todo el día, tomando vacaciones del trabajo o comprando, podemos terminar sin trabajo, con sobrepeso y en la más absoluta ruina. Hay muchas maneras de recuperarse que no causan adicción ni ningún tipo de daño físico. La psicoterapia individual, el grupo de terapia, los métodos de autoayuda, el masaje, la reflexología, la hipnoterapia, la biblioterapia (leer mucho), los círculos de plegaria, la acupuntura, o la meditación, la lista es interminable. Lo importante es que no llamemos al hombre que nos rechazó. Con ello sólo conseguiríamos reabrir la herida y echar abajo todo el trabajo hecho hasta ahora. En caso de que funcionar normalmente nos suponga un esfuerzo extraordinario, que nos cueste demasiado levantarnos para ir a trabajar o que nos sintamos profundamente deprimidas y tengamos pensamientos suicidas, entonces puede que estemos clínicamente enfermas y debamos recurrir a la ayuda de un profesional. No hay por qué sentir vergüenza de tener que medicarse, pues el sentimiento de pérdida y rechazo puede reavivar traumas del pasado que dábamos por olvidados y que deben tratarse para poder ser superados. Apoyo Durante el tiempo en que estemos intentando recuperarnos, es fundamental poder contar con una sólida red de apoyo. Necesitamos amigos con los que hablar cuando nos sobrevenga la necesidad de llamar a nuestro ex o cuando nos sintamos deprimidas y desanimadas. Es importante que las personas que componen nuestra red de apoyo no nos critiquen ni nos hagan sentir todavía peor, pues, al contrario, van a convertirse en nuestro apoyo emocional. Sería estupendo que reunieran alguna de las siguientes características: sensibilidad, imparcialidad, generosidad, compasión, animosidad, entereza emocional y discreción.
  • 23. Hay que contar con al menos tres personas a las que podamos llamar en caso de sentir el impulso de llamarle a él (deberemos llevar sus números siempre encima). Nuestra red de apoyo puede estar formada por amigos, parientes, compañeros de trabajo, especialistas, sacerdotes o pastores, etcétera, cualquier persona con la que nos sintamos a gusto y en la que podamos confiar a la hora de explicarle nuestros problemas. Es aconsejable contar con varias personas en lugar de insistir siempre con la misma, por lo que deberemos seguir dedicando energía y esfuerzos en proveernos de una buena red de apoyo. Contar con las personas adecuadas no sólo nos ayudará a controlar el impulso de llamarle, sino a sentirnos menos solas y más queridas. El hecho de saber que existen otras personas aparte de nuestro ex que se preocupan por nosotras nos hace conectar emocionalmente con ellas, lo cual evita que caigamos en la depresión de la soledad no deseada y que nos invadan los sentimientos de desesperación que ésta genera. Amy y Tom habían sido amigos durante casi un año. Ella le había apoyado durante todo el proceso de su divorcio, y él la había ayudado cuando ella rompió con su prometido. Era la primera vez en todo el tiempo que hacía que se conocían que se encontraban ambos sin pareja. Algunas veces, cuando habían quedado para cenar (lo cual solía proponer Tom), Amy le había sorprendido mirándola con una expresión soñadora en su rostro. A menudo la llamaba por la noche para ver cómo estaba y hablar sobre lo que les había ocurrido durante el día. Una vez, incluso llegó a comprarle un libro de poemas. Amy presentía que Tom estaba románticamente interesado en ella, y pensó que debían reflexionar sobre la posibilidad de empezar a salir. Durante la siguiente cena juntos, Amy le dijo que se sentía traída por él y le preguntó cuáles eran sus sentimientos hacia ella. Tom reaccionó con sorpresa ante el comentario y le dijo a Amy que la consideraba como una hermana, que no creía que funcionaran bien como pareja y que, además, estaba saliendo con otra mujer, de la cual creía que se estaba enamorando. Amy se sintió humillada y herida. Terminó la cena rápidamente y se excusó. Estaba enfadada con Tom por enviarle señales ambiguas y después haberla rechazado. Pensó que su amistad con él se había arruinado por
  • 24. completo. A pesar de su enfado, sin embargo, Amy seguía creyendo que Tom terminaría llamándola para admitir su error y confesarle que, de hecho, sí se sentía románticamente atraído por ella. Pasó una semana y no llamó. Amy comprendió que estaba más enamorada de Tom de lo que creía y se deprimió. Empezó a obsesionarse con llamarle, pero sabía que aquello era humillante y que lo mejor para ella era superarlo todo de una vez. Esa noche se programó toda la semana de manera que no le quedara tiempo para sentirse deprimida esperando a que sonara el teléfono. Iría a trabajar durante el día y después se mantendría ocupada para no echar de menos las llamadas de Tom. El lunes fue a hacerse un masaje y luego a ver una película que había estado posponiendo. El martes fue a cenar con un amigo que no había visto en mucho tiempo y quedó con otro para tomar el café. El miércoles se fue de compras y volvió con el vestido de sus sueños. Una vez en casa, empezó a sentir el suplicio de la ausencia y el rechazo de Tom, y llamó a unos amigos para comentar con ellos lo que le había ocurrido con Tom. El jueves se citó con su terapeuta, a quien no había visto desde hacía dos años. Pidió dos días libres a la empresa y se marchó. De la ciudad durante el fin de semana para visitar a su hermana y sus sobrinas. Cuando regresó de su viaje, Amy se sentía algo mejor. Se había gastado mucho dinero la semana anterior y tenía que controlar el presupuesto, pero decidió que seguiría tratándose terapéuticamente hasta que superara el rechazo de Tom. También se decidió a hacer un montón de visitas a sus amigos durante las dos semanas siguientes y a empezar un curso de interpretación. Quizá le sirviera para afrontar algunos de sus sentimientos y, por qué no, para conocer gente nueva. Además, en su interior, siempre había querido ser actriz, y éste era un buen momento para perseguir uno de los sueños que había estado posponiendo. Ejercicios Prácticos
  • 25. ♦ ¿Te recuerdan las circunstancias actuales situaciones pasadas de pérdida y rechazo? ¿Cuáles fueron? ♦ Describe tus sentimientos por la persona que has perdido o que te ha rechazado. ♦ En este mismo momento, ¿qué podrías hacer para aliviar ese dolor? ♦ Describe tus rasgos más positivos y atractivos. ♦ Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes querida y descríbelas. ♦ ¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechazó? Haz una lista de sus rasgos negativos. ♦ Haz una lista de todas las actividades que puedas hacer esta semana para sentirte mejor.
  • 26. 4 Paternidad Inadecuada Desear un padre imaginario Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relación o no puedes evitar estar llamando constantemente a tu pareja porque temes que vaya a dejarte, puede que estés sufriendo los efectos de lo que se conoce como “paternidad inadecuada”. Muchas niñas crecen sin su padre en casa o con un padre que entra en sus vidas sólo de forma esporádica y siempre vuelve a marcharse. No es de extrañar, pues, que muchas mujeres padezcan las secuelas de una falta de cariño por parte de la figura paterna. A pesar de lo triste que esta situación es ya de por sí, la ausencia física no es el único modo en que el padre puede desatender a sus hijos. Puede que no haya estado emocionalmente disponible, debido, por ejemplo, a una adicción al sexo, al trabajo, a las drogas o al alcohol. Puede que tuviera problemas para relacionarse, o que su modo de hacerlo fuera distante por definición. Puede que hubiera estado deprimido o físicamente enfermo. O puede que se tratara de un hombre absorbido en sí mismo. En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de ausencia constituye un abandono emocional y que, por tanto, debe tratarse como cualquier caso de pérdida. Cabe decir, además, que el abandono emocional puede ser tan traumatizante como el abandono físico. El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del niño también se considera ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la niña, es incluso más grave, pues ésta tiende a identificarse con su madre e interioriza el modo en que es tratada por el padre. Cualquier tipo de abuso o pelea delante de los hijos es estresante y traumatizante para ellos, y cuando se lleva a cabo, no se están considerando los graves efectos a largo plazo que este tipo de conducta puede causar en los pequeños.
  • 27. Por supuesto, si el padre abusa del niño o niña física, sexual o emocionalmente, deja de comportarse como tal. Estamos ante el caso extremo de un padre demasiado preocupado por sus propios problemas y necesidades. Es completamente incapaz de cumplir sus obligaciones para con su hijo o hija. Puede que hayas pasado por un caso de paternidad inadecuada si tu padre… ♦ Estaba exageradamente preocupado por sí mismo y sus problemas; ♦ Anteponía sus necesidades a las tuyas; ♦ Abusaba sexual, emocional o físicamente de ti; ♦ Os abandonó física o económicamente. Tenías un padre… ♦ Con sensibilidad; ♦ Comprensivo; ♦ Interesado en ti; ♦ Claro (no ambiguo en sus señales); ♦ Respetuoso; ♦ Capaz de considerarte seriamente; ♦ Deseoso de proporcionarte todos los medios para que crecieras feliz. Cuando tenía doce años, mis padres se divorciaron. Aunque mi padre trabajaba, se marchó para “vivir su propia vida”, sin considerar siquiera el pasarnos algún tipo de manutención. Nos abandonó a mi madre, a mi hermano y a mí con una casa hipotecada y un coche en manos de los bancos porque no había pagado las letras. Mi madre era ama de casa y no disponía habilidades que la hicieran apta para trabajar, así que fuimos empobreciéndonos cada vez más. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados, mi padre solía esquivar la ley y raramente contribuía económicamente. Nunca hizo ningún
  • 28. intento de financiar parte de mi ecuación universitaria, pero yo era bastante obstinada, así que conseguí mantener tres trabajos a la vez y terminar la carrera. Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su egoísmo y falta de cariño siguen pareciéndome difíciles de comprender. Cuando empecé a salir con hombres solía elegir los que fueran guapos, encantadores y egocéntricos, tal como era mi padre. Malgasté un montón de tiempo y energía en hombres que eran incapaces de mantener una relación sana, pero logré terminar con todo ello cuando empecé a tratarme terapéuticamente y conseguí superar los sentimientos provocados por el abandono de mi padre. Paternidad inadecuada y relaciones amorosas. El hecho de haber crecido bajo los efectos de una paternidad inadecuada puede influir de distintos modos en las relaciones amorosas que tengamos. ♦ Puede que nos entre el pánico cuando creemos que un hombre se está distanciando de nosotras o pretende dejarnos. Este sentimiento de terror procede de los recuerdos del abandono paterno escondidos en el inconsciente y que todavía no hemos superado. El miedo a ser rechazadas puede hacernos actuar de un modo desesperado hasta el punto de desatar conductas humillantes y autodestructivas. ♦ Puede que nos relacionemos con hombres parecidos a la figura paterna en un intento de revivir y resolver la historia. Es como tratar de extraer sangre a una piedra; estamos intentando recibir amor de un hombre emocionalmente incapaz de dárnoslo. La triste realidad es que podemos encontrar millones de hombres como nuestro padre, pero nunca podremos obtener el cariño y la atención que necesitábamos cuando niñas. Es demasiado tarde, y repetir el trauma una y otra vez no resolverá nada. Lo que sí podemos hacer ahora que somos adultas es curar la herida.
  • 29. ♦ Quizás nos relacionemos con hombres como nuestro padre porque emocionalmente no nos hemos liberado de él o de su recuerdo. El hecho de estar con este tipo de hombres permite a la niña que forma parte de nosotras seguir en contacto con el padre que conoció. Parece del todo irónico que tengamos dificultades para separarnos emocionalmente de alguien que ni siquiera estaba ahí cuando lo necesitábamos. Incluso puede que nos aferremos a la imagen del padre que deseamos tener pero que nunca tuvimos. Si no conseguimos desvincularnos emocionalmente de esta imagen y superar los sentimientos que provoca en nosotras, lo más probable es que nuestras expectativas y demandas acerca de los hombres con los que nos relacionamos no sean realistas. Así, por ejemplo, el hecho de esperar a que el hombre con el que salimos pague los gastos de la cita o nos obsequie con regalos refleja claramente nuestro deseo de ser cuidadas y atendidas tal y como queríamos que nuestro padre lo hiciera. Este tipo de exigencias, sin embargo, son las que pueden hacer que un hombre se desinfle. ¡Está buscando una novia, una pareja, no una hija! Exigir amor incondicional a un hombre responde a la creencia de que nunca nos dejará si efectivamente nos quiere de ese modo, y puede hacer que nos sea prácticamente imposible aceptar su decisión de terminar la relación si se diera el caso y que lo pasemos realmente mal al intentar superar esta situación. Es otro camino hacia el mismo lugar: el conocido comportamiento autodestructivo. Las falsas expectativas de amor incondicional también podrían causarnos la sensación de que podemos hacerle lo que queramos sin esperar consecuencia alguna. Desde luego, se trata de una idea completamente disparatada; toda acción tiene sus efectos, y si hacemos cosas para hacerle enfadar o entristecerle, podría terminar rechazándonos o dejándonos. No es ni nuestro padre ni el padre que hubiéramos querido tener. Un hombre está con una mujer porque quiere, no porque se lo deba. Un padre, en cambio, le debe a sus hijos el permanecer con ellos a lo largo de su infancia y adolescencia, y esa exigencia, pues, debe dirigirse a él, no a nuestra pareja.
  • 30. Si estamos actuando de alguna de estas formas, puede que lo que realmente necesitemos para mantener una relación sana sea resolver los problemas que tengamos a raíz del comportamiento de nuestro padre. Dejar atrás la niña que fuimos Pero, ¿cómo podemos desvincularnos de lo que sentimos hacia nuestro padre? ¿Cómo podemos recuperarnos del sufrimiento causado por su falta de cariño y atención? La clave para separarnos emocionalmente de lo que representó la figura paterna en el pasado y de lo que no pudimos obtener de ella cuando niñas es pasar por un proceso de aflicción y de duelo. Debemos sentir el dolor y llorar por aquella niña que no recibió ni el amor ni el apoyo emocional que necesitaba y que su padre debía proporcionarle. Debemos llorar por aquel padre que tanto habíamos idealizado y que nos defraudó. ¡Fue el hombre que nos abandonó! Una vez que empecemos a ser conscientes de los sentimientos de rechazo, de privación de cariño y de pérdida, aflorarán en nosotras mucha rabia y dolor. Suele ser mucho mejor experimentar tales emociones con un psicoterapeuta, un grupo de apoyo o un amigo, pero es posible hacerlo solas –a través de la creatividad, por ejemplo (artistas, escritores y músicos famosos reconocen expresar sus más hondos sentimientos a través de sus trabajos). Lo más importante, sin embargo, es que lleguemos realmente a tomar contacto con el amor que sentimos por nuestro padre. Toda niña quiere y admira a su padre, y por ello afecta tanto su marcha. Es precisamente ese amor y admiración que sentimos por la figura paterna y el hecho de que no nos lo devolviera del modo que necesitábamos lo que causa esa gran herida. Es ahí donde sentimos que se nos ha roto el corazón y, por lo tanto, donde debemos aplicar la cura. Incluso a medida que vamos haciéndonos adultas, seguimos deseando que nuestro padre nos quiera y nos respeta. En su obra Father Loss (La pérdida de un padre), Elyce Wakerman lo describe a la perfección:
  • 31. Permanecí ante el espejo y empecé a cantar algo y fuerte. Ahí estaba, una chica de quince años, sola en aquel santuario adolescente que era mi habitación. Corregí la postura de timidez que me caracteriza, eché los hombros hacia atrás, me recogí el pelo y empecé a cantar lo que me dictaba el corazón. “Soy de sobras la estrella más grande, pero nadie lo sabe.” Tras el reflejo de la cantante, aparece un público sonriente formado por un solo asistente que, a diferencia del resto, aprecia mis cualidades artísticas. En la alegre intimidad de mi habitación, recreo una fantasía y reconozco ante el espejo mi deseo de un aplauso suyo, de mi padre. A veces, aún ahora que ya he crecido y que me encuentro hablando de este tipo de cosas, sigo hallándome a mí misma preguntándome, al final de cada capítulo: “Papá, ¿me estás aplaudiendo?”. Sólo cuando seas plenamente consciente de tus sentimientos hacia tu padre una vez adulta, podrás empezar a desvincularte emocionalmente de la figura que marcó tu pasado. Comenzarás a vislumbrar una imagen de él más realista, sin llegar a ser ni el ogro ni el héroe que creías que fue. Incluso puede que descubras que era incapaz de ejercer su papel como padre adecuadamente porque él mismo no obtuvo ese tipo de trato por parte de sus padres. Es probable que no recibiera el amor que necesitaba cuando era pequeño, pero el problema no estaba en ti. No es que no merecieras recibir amor. El problema era él, y cuando seas capaz de comprender eso, tu vida empezará a cambiar. No fue hasta que la relación de Linda con Ivan estuvo a punto de terminar que el conflicto interior que mantenía ella con su padre empezó a aflorar. Linda había estado saliendo con Ivan durante un año cuando vino a verme. Él era un padre divorciado, trabajaba en la construcción y veía a sus
  • 32. hijas los fines de semana. Ella era secretaria, quería casarse y formar una familia. Todo iba bien hasta que la ex mujer de Ivan le pidió que cuidara de sus hijas mientras ella se recuperaba de una operación. Linda intentó ser comprensiva con las nuevas responsabilidades de Ivan, pero pronto se sintió consumida por los celos y la rabia. Empezó a llamarle más a menudo incluso sabiendo que a él no le gustaba y, más adelante, comenzó a dejarse caer por su casa sin avisar. Normalmente, Ivan estaba demasiado ocupado con sus hijas para pasar tiempo con ella, lo cual hizo que Linda terminara sintiéndose rechazada. Una noche tuvieron una terrible pelea en la que Linda acusaba a Ivan de no dedicarle suficiente tiempo. Él respondió que se sentía bajo una enorme presión y que creía que debían dejarlo por un tiempo. Hundida, Linda empezó a tomar antidepresivos bajo prescripción médica, pero sentía que no la estaban ayudando y decidió intentarlo con la psicoterapia. Vino a verme y empezó a reflexionar sobre su pasado, lo cual le hizo tomar plena conciencia de multitud de sentimientos hacia su padre que yacían enterrados en su inconsciente. Cuando niña, su padre trabajaba dieciséis horas diarias, con lo que prácticamente nunca estaba en casa. Linda pasaba la mayor parte del tiempo con su madre o sola, por lo que conservaba muy pocos recuerdos de momentos agradables vividos con su padre, muerto cinco años atrás. Necesitaba llorar la muerte de su padre más profundamente, y también la falta de atención que ella tanto había sentido. Empleó muchas sesiones comentando sus sentimientos cuando su padre no estaba ahí para ella, y terminó siendo capaz de afrontar su deseo de atención por parte de él y de exteriorizar su envidia por la relación de Ivan con sus hijas. Lloró durante muchas sesiones por el dolor que le causaban esos sentimientos de rechazo y abandono emocional por parte de su padre, y se dio cuenta de cómo a menudo se involucraba en relaciones amorosas no correspondidas como medio para revivir la relación con su padre. También lloró por su muerte, porque ya no habría oportunidad de arreglar las cosas entre ellos. Ivan la llamó una noche y decidieron citarse para hablar. Linda le explicó todo lo que había aprendido durante su experiencia con la terapia, y él, un
  • 33. hombre comprensivo y respetuoso, se mostró muy receptivo con los cambios que ella había hecho. Su capacidad para abordar la responsabilidad añadida del cuidado de sus hijas también había mejorado, por lo que disponía de más tiempo para dedicar a la relación. Finalmente, Linda e Ivan empezaron a vivir juntos, y en la actualidad están pensando en casarse. Pasar por todo un arduo proceso de toma de conciencia de los propios sentimientos sirvió para que Linda aprendiera a actuar más libremente en su relación con Ivan y dejar de revivir en él los conflictos sin resolver que tenía con su padre. Una vez que hemos llorado y nos hemos separado emocionalmente de una mala relación con nuestro padre es cuando verdaderamente estamos en condiciones de elegir la pareja adecuada. Debemos pasar por esta etapa de duelo y dolor para no malgastar el resto de nuestra vida repitiendo el mismo episodio de abandono, soledad y sufrimiento que vivimos con nuestro padre. Debemos superar los sentimientos que provoca nuestra relación con él para que en su lugar de ser prisioneras del pasado, seamos dueñas de nuestra vida y de nuestro porvenir. Ejercicios Prácticos ♦ Describe brevemente a tu padre. ♦ Describe sus cualidades positivas. ♦ Describe lo que consideras inadecuado en él como padre. ♦ Describe cómo era su padre.
  • 34. ♦ Describe cómo fue su infancia. ♦ Describe qué cualidades hubieras deseado en él. ♦ Describe por qué te considerabas desatendida por él. ♦ ¿Abusó física o emocionalmente de ti? Si es así, escribe sobre ello en este espacio. ♦ ¿Maltrataba a tu madre de algún modo? Si es así, escribe sobre ello en este espacio. ♦ ¿Qué es lo que no te gusta de tu padre? ♦ ¿Qué es lo que más admiras de él? ♦ Describe la imagen que tenías cuando eras una adolescente. ♦ Describe de qué modos puedes distanciarte psicológicamente de él, que serán, por tanto, en los que debas trabajar. ♦ Describe de qué forma puedes estar reviviendo tu relación con tu padre cuando eras pequeña.
  • 35. ♦ ¿En qué se parecen a tu padre los hombres con los que te relacionas? ♦ ¿En qué se distinguen de él? ♦ ¿Qué rasgos has heredado de tu padre? ♦ Si pudieras haber tenido un padre ideal, ¿cómo hubiera sido? ♦ ¿Cómo ha evolucionado tu relación con tu padre? Si todavía está vivo, ¿cuál es tu relación ahora?
  • 36. 5 Madres y hombres ¿Te has dado cuenta de hasta qué punto el hombre cuyo rechazo te está costando superar se parece a tu padre? La mayoría de las mujeres se sienten enormemente vinculadas a su madre. Después de todo, fue ella la primera en cuidar de nosotras al nacer, así que, pese a que nos enamoramos de hombres, puede que en realidad nos sintamos atraídas por aquellos que demuestran poseer rasgos similares a los de nuestra madre. A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en que lo hacía nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la suficiente atención o no se preocupaba demasiado por escucharnos, quizás el hombre con el que nos relacionemos sea malo como oyente. Si, en cambio, era egocéntrica y anteponía sus necesidades a las nuestras, quizás ocurra lo mismo con nuestra pareja. Es difícil superar la pérdida de este tipo de hombres, porque es como tratar de superar la pérdida de nuestra madre. Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es lógico que su hija se sienta poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio hacia sí misma y actúa despectivamente con la niña, puede que ésta termine interiorizando el odio y la baja autoestima de la madre. A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se relacionaba con los hombres. Si aceptaba comportamientos abusivos, puede que tendamos a tolerarlos también. Si, en cambio, sentía pánico a quedarse sola y se aferraba a su pareja, enonces es probable que nuestra actitud frente a los hombres sea similar. La mayoría de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten enfadadas o decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja mejor que la que ella tuvo, nos sentimos tremendamente culpables por obtener más amor de un hombre del que ellas nunca recibieron. Nos duele verlas sufrir, y sentimos su dolor como propio (a veces, incluso, no queremos abandonarla emocionalmente, por lo que hacemos de nuestra vida una representación de la
  • 37. suya). Nos implicamos en relaciones con hombres que no nos tratan como debieran o que no tienen ningún futuro, tal como nuestra madre hizo. Nos empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que no van a ningún sitio y, por tanto, no somos más felices de lo que lo era ella. Si sufrió, nosotras imitamos su comportamiento y nos aferramos a hombres que no nos convienen porque ella así lo hizo. A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre sintiéndonos atraídas y emparejándonos con hombres como nuestro padre. Puede que incluso nos arrastremos y nos humillemos ante los hombres porque sentirnos mejor y más afortunadas que nuestra madre nos provocaría un terrible dolor. Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se basaban en las que mantenía mi madre cuando yo era pequeña. Ella toleraba la actitud impropia, a veces abusiva, de mi padre, después se enfadaba y, ya harta, decidía dejarle para darle una nueva oportunidad cuando él acudía a ella con promesas de cambio… Y así una y otra vez. Un auténtico caos. Asistí a sesiones de psicoterapia y, una vez consciente de cuál era el problema, aprendí nuevas maneras de relacionarme con los hombres; maneras distintas de las que tenía mi madre cuando yo era niña. ¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y cambiar? Debemos reflexionar acerca de los temas pendientes con nuestra madre y con los hombres, relacionarnos con mujeres mayores que nosotras que puedan servirnos como modelo y guía, leer libros de autoayuda, observar el comportamiento de otras mujeres que mantengan relaciones sanas con hombres sanos. Se trata, simplemente, de ser conscientes de nuestra actitud en lugar de revivir inconscientemente el comportamiento de nuestra madre. El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir adelante y separarse de la figura materna, y suele despertar sentimientos tanto de pérdida como de amor por la que fue la primera persona en cuidar de nosotras. Puede que tengamos que llorar el fin de nuestro vínculo infantil con ella, pues se trata de un proceso muy emotivo y repleto de sensibilidad, pero es el trabajo que debemos realizar para continuar con nuestra vida y ser capaces de cambiar. Sólo de este modo conseguiremos mantener con éxito una relación amorosa.
  • 38. Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la queramos menos, sino que somos menos interdependientes y que interferimos menos en los problemas de la otra. De hecho, el amor entre las dos puede crecer por la simple razón de que ambas contemplaremos la realidad más objetivamente. Aunque me siento emocionalmente más separada de mi madre ahora de lo que lo estaba a los veinticinco, mantenemos una estrecha relación y constituye en sí misma gran parte de mi red e apoyo. Debemos tener presente que hace sólo unos cuantos años que la mujer se ha independizado económicamente. Históricamente, las mujeres necesitaban a los hombres para que las mantuvieran, por lo que no tenían más remedio que permanecer a su lado fueran cuales fueran las circunstancias. Parece que el problema de aferrarse a una relación poco conveniente nos viene de antiguo. Aprender nuevas posibilidades de comportamiento, por lo tanto, no significa abandonar a nuestra madre; se trata de hacer posible que nuestras hijas, sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras generaciones sean capaces de mantener relaciones amorosas más sanas, menos dolorosa y mucho más gratificantes.
  • 39. 6 Cosas que te atan a él A veces, la forma en que vemos a un hombre puede hacer que nos obsesionemos por él, lo cual dificultará el proceso de recuperación si la relación termina. Idealizarlo Uno de los problemas más corrientes es el de idealizar a nuestro ex –creer que es perfecto, único- y atribuirle cualidades extraordinarias. Si nos obstinamos en pensar lo increíble que es, en lo difícil que nos resultará encontrar un hombre de su categoría, nunca seremos capaces de superar el fin de la relación con él y seguir adelante. Debemos intentar ser realistas en nuestra percepción de él, e incluso fijarnos en sus imperfecciones si es necesario; si no, la batalla por recuperarnos de su rechazo será interminable. Cuando Brian y Karen se conocieron, él le dijo que estaba separado de su mujer. Nunca más volvió a tocar el tema hasta un sábado por la noche. Empezó a comportarse de un modo algo extraño y, por fin, tras unas cuentas copas de vino mientras Karen lo provocaba, Brian confesó que estaba pensando en reconciliarse con su mujer. Karen se hundió. Volvieron a verse unas cuantas veces más, pero al final Brian regresó a su casa y nunca más volvió a saberse de él. Karen se obligó a sí misma a salir de nuevo con otros hombres, pero no podía evitar terminar comparándolos con Brian. Después de un año más o menos, vino a verme porque sentía que estaba dejando escapar oportunidades con hombres interesantes a causa de su incapacidad para dejar de pensar en Brian. Ejercicios prácticos
  • 40. ♦ ¿Qué es lo que tu ex tiene de especial o único según tú? ♦ Describe la sensación que te produce estar con él y que crees no poder sentir con ningún otro hombre. ♦ Describe las cualidades que más te gustan de él. Haz una lista de todas y cada una de ellas. ♦ ¿Has conocido alguna vez a alguien que poseyera algunas de las cualidades de tu ex y por quien sintieras algo parecido? Descríbele y enumera sus cualidades. ♦ Los hombres que forman parte de tu vida hoy, ¿poseen alguna de las cualidades atractivas de tu ex? Enuméralas. ♦ ¿Puedes imaginarte con otro hombre sintiendo esa extraordinaria química? Si es así, describe cuáles serían sus características más atractivas. ♦ ¿Tiene algún defecto el hombre a quien idealizas (es decir, tu ex)? Enuméralos. ♦ ¿Te ha herido de algún modo tu ex? Si es así, describe qué ocurrió. La última oportunidad Si seguimos creyendo que nuestro ex era la última oportunidad de encontrar a nuestro príncipe azul, lo único que conseguiremos es continuar sufriendo. Obviamente, pensar que nunca volveremos a conocer a un hombre por el que sintamos la pasión o la química que sentimos con nuestro ex nos predispone a pasarlo todavía pero a la hora de intentar superar el fin de la
  • 41. relación con él. Pensar que fue nuestra última oportunidad para conocer el verdadero amor nos hará aferrarnos aél con mucha más fuerza. Debemos creer en la posibilidad de encontrar el amor de nuevo. He tenido muchas pacientes temerosas de no poder volver a enamorarse que logran sentirse atraídas por otro hombre una vez que han superado el trauma por la pérdida de sus ex parejas. Y es que el solo hecho de recuperarse abre muchas puertas nuevas. El contar con más de treinta y cinco o cuarenta años no es excusa para pensar que nunca encontraremos pareja. Miles de mujeres en sus cuarenta se casan y forman su propia familia. Cuando Brian dejó de salir con Karen, ella contaba con cuarenta y tres años y estaba muy preocupada por la posibilidad de haber desperdiciado la ocasión de encontrar la felicidad con un hombre y formar una familia. Gracias a la terapia y su red de apoyo, resolvió concederse a sí misma y concederle a la vida una nueva oportunidad. Se apuntó a una agencia de citas y empezó a socializar con otras personas a través de su trabajo. En dos meses, conoció a un hombre con el que sintió una química extraordinaria y que, además, también quería formar una familia. Ejercicios prácticos Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero amor, responde las siguientes preguntas. ♦ ¿Habías mantenido alguna otra relación excitante antes? Si es así, descríbela en este espacio. ♦ Si estuviste enamorada de un hombre previamente a esta relación, describe por qué te parece que esa relación era tu última oportunidad de encontrar el amor.
  • 42. ♦ ¿Hay alguien de tu familia o grupo de amigos que te diga que a partir de cierta edad es imposible encontrar el nuevo amor? ♦ Si te sientes particularmente desesperada, describe con detalle esa sensación. ¿Cuáles son las razones que se esconden detrás de ese sentimiento? ♦ Si una amiga tuya estuviera en tu misma situación, ¿qué le dirías? ¿Albergarías más esperanzas por ella que por ti misma? ♦ Enumera cinco personas que conozcas que hayan encontrado el amor pasados los cuarenta. Si quieres, puedes incluir el nombre de famosos. Romanticismo El romanticismo es otra de las formas de pensar que nos mantiene atrapadas en el recuerdo de nuestro ex. Como ya se ha comentado, es importante ser plenamente conscientes de los sentimientos de ansiedad y deseo que nos provoca el proceso de superación de la relación rota. Sin embargo, hay mujeres que muestran la tendencia de sentirlos indefinidamente; no saben cómo ni cuándo parar, y continúan fantaseando acerca de la vuelta de nuestra ex pareja autoinflingiéndose un daño casi masoquista. A veces, el hecho de adoptar una perspectiva romántica de las cosas nos es infundido por el entorno cultural en que vivimos. Sólo hay que escuchar la letra de las canciones de amor en las que mujeres proclaman su necesidad de amor para vivir; harán cualquier cosa para mantener a su hombre con ellas. Aunque no hay nada como una buena canción o película romántica para tomar contacto con nuestros sentimientos más profundos, la cruda realidad es que algunas mujeres han echado a perder sus vidas por fidelidad al amor romántico. Y es que, a menudo, el romanticismo es más un reflejo de nuestra desesperación que de las cosas tales como son, y por ello lo utilizamos como
  • 43. vía para escapar d la realidad que es, definitivamente, que la relación se ha terminado. Michelle pasó un año entero escribiendo y fantaseando acerca de un hombre al que solía ver. Tenía veintiocho años cuando conoció a Dan, un ingeniero mecánico. Después de estar saliendo durante un mes, Dan obtuvo un ascenso en la empresa en la que trabajaba y tuvo que mudarse lejos a otra sucursal. Cuando se marchó, Dan le dijo a Michelle que le escribiría y que intentaría regresar para Navidades. Escribía una vez al mes, y Michelle, en cambio, le escribió cerca de cien cartas en todo el año. Ella era artista, muy imaginativa y con una vida rica en fantasía. Se pasaba horas soñando despierta acerca de Dan y su posible vida juntos. Un hombre la invitó a salir, y aunque lo encontraba atractivo, lo rechazó pensando que debía permanecer fiel a Dan. Vino a verme cuando recibió un carta de Dan en la que le contaba que se casaba con una mujer que había conocido en el trabajo. Se sentía furiosa con Dan y consigo misma por haber perdido un año de su vida. El hecho de fantasear acerca de un feliz reencuentro con un hombre que no está ahí cuando le necesitamos no es nada productivo. Estar en un continuo estado de ansiedad nos impide conocer hombres nuevos y abrirnos a nuevas experiencias, y si no vivimos sensaciones nuevas en algún momento, empezaremos a depender del pasado en exceso, así que lo mejor es canalizar la energía que gastamos en mantener nuestras esperanzas románticas y redirigirla hacia la creencia de que sin duda, tarde o temprano, conoceremos a alguien nuevo. Ejercicios prácticos Si eres demasiado romántica como para superar el fin de tu relación, contesta las siguientes preguntas. ♦ ¿Eres muy romántica generalmente (lees novelas románticas, te gusta la música y las películas sensibleras)?
  • 44. ♦ ¿Qué causó el fin de la relación? ♦ Sé completamente sincera y escribe acerca de las posibilidades –reales- de volver a estar juntos. ♦ ¿Le aconsejarías a una amiga que siguiera esperando si se encontrara en tu misma situación? ♦ ¿Pasas mucho tiempo soñando y fantaseando acerca de los hombres y las relaciones con ellos? ¿Cuántas horas, aproximadamente? ¿Interfiere eso en tu trabajo o tu vida normal? ♦ ¿Pasas más tiempo soñando con tu pareja que estando con ella realmente? ♦ Enumera las formas en que crees que estás negando la realidad de tu situación. Sé sincera. Pensar en el pasado A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que después nos arrepentimos. Si seguimos pensando en qué es lo que hemos hecho para que la relación haya fracasado, terminaremos volviéndonos locas. No podemos volver atrás. Quizá cometiéramos un error, pero somos humanas, y como tales, no somos perfectas, así que, en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo que hemos hecho mal, debemos concentrarnos en aprender a perdonarnos a nosotras mismas. ¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! Sólo conseguirás empeorar las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y tengas que repetir aquel indeseable “¡No debería haberlo hecho!”. Desafortunadamente, no podemos echar marcha atrás y cambiar las cosas que ya se han hecho, pero sí podemos aprender de ellas y avanzar.
  • 45. Ejercicios prácticos ¿Estás intentando cambiar el pasado? Si es así, responde a las siguientes preguntas. ♦ ¿Qué es lo que lamentas haber hecho? ♦ Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué habrías hecho de modo distinto? ♦ ¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la relación? ¿Por qué? ♦ ¿Lo has pasado mal intentando perdonarte a ti misma? ¿Por qué? ♦ ¿Qué pasos puedes dar para lograr perdonarte ahora? Si… Sigues obsesionada por los acontecimientos que condujeron al fin o al empeoramiento de la relación. Sigues pensando cómo tendría que haber sido todo para llegar a un final feliz. Si yo… si él… si yo… Debemos aceptar las cosas tal como son. Podemos cambiar nuestro futuro con lo que hemos aprendido de esa experiencia, pero si nos obcecamos con el pasado, sólo conseguiremos terminar frustradas e infelices. Obsesionarnos con él y nuestro pasado juntos es una forma de controlar nuestros sentimientos. No queremos sentir el dolor que nos ha causado la pérdida de la pareja, así que nos concentramos en otra cosa que nos haga olvidar ese dolor. Cuando te invadan los recuerdos del pasado, intenta tomar conciencia de lo que sientes (dolor, frustración…) en ese momento. Llora si lo necesitas, habla con alguien en quien confíes acerca de tus sentimientos (¡excepto con él, por supuesto!).
  • 46. No sigas intentando analizar o razonar la situación, descifrar qué es lo que ha ido mal. Debemos concentrarnos en controlar el pasado, y no podemos hacerlo, por mucho que lo intentemos, si además queremos controlarle también a él. Hay que detener el cilo ya. ¡No mires atrás! Ejercicios prácticos ♦ ¿En cuáles de las circunstancias que causaron la ruptura sigues pensando? ♦ ¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la relación? ¿Por qué? ♦ Si pudieras volver atrás y cambiar las circunstancias, ¿cómo crees que habría salido todo? ♦ Una vez que has imaginado cómo hubiera podido resultar la relación de haber cambiado algunas cosas, supéralo. Escribe un final feliz a las circunstancias reales que vivisteis. La ruptura perfecta Los finales nunca son perfectos. Debemos aceptar que la relación se ha terminado y seguir adelante. Si sentimos la necesidad de llamar a nuestro ex para pedir perdón por algo que dijimos o para expresarle lo bien que llevamos la ruptura, debemos resistirnos. No debemos llamarle; puede que nos rechace o que nos haga sentir mal de cualquier modo. Debemos aceptar la forma en que terminaron las cosas con sus imperfecciones. La vida no es una pintura que pueda retocarse; es caótica e imperfecta, así que lo mejor es dedicar nuestra energía a aceptar la situación tal como se presentó y mirar hacia el futuro que nos aguarda.
  • 47. Ejercicios prácticos ♦ ¿Cómo imaginas el fin perfecto? ♦ Escribe sobre lo que sentiste al no tener el fin que hubieras deseado. Sigamos siendo amigos Cuando rompemos con un hombre, lo mejor es no quedar como amigos. Nos estamos mintiendo a nosotras mismas si creemos que no nos afectará el que nos diga que está saliendo con otra mujer y nos empiece a hablar de ella. ¿Por qué pasar por ese dolor? Olvidar, recuperarnos y seguir adelante es mucho más fácil si no nos relacionamos con el hombre por el que estamos sufriendo. Lo más recomendable es cortar por lo sano y no establecer ningún tipo de contacto con nuestro ex si podemos evitarlo. Si hay que verle necesariamente porque el lugar de trabajo es común o existen niños de por medio, hay que intentar mantener una relación formal y orientada hacia el trabajo o los niños en su caso. Y cuando nos veamos obligadas a estar con él, hemos de establecer unos límites muy claros y mantener siempre las distancias. Quizás después de haber encontrado una nueva pareja y cuando haya pasado tiempo suficiente podáis intentar lo de ser amigos. He conocido mujeres con un trabajo o con niños en común con sus ex parejas que fueron capaces de entablar una amistad años después de la ruptura. Ejercicios prácticos
  • 48. ♦ ¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para intentar recuperar la relación amorosa? Reflexiona y escribe sobre tus verdaderos sentimientos. ♦ ¿Alguna vez has conseguido seguir siendo amigos con algún ex novio? ¿Cómo resultó? ♦ Si tenéis niños o trabajáis en el mismo lugar, escribe sobre las veces que tengas que verle. Enumera las distintas formas de hablar y relacionarte con él que te permitan seguir sintiéndote segura e invulnerable. ♦ “¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien veces al día -¡o más!-. Debes dar una oportunidad a hombres nuevos y dejar de compararlos con tu ex. Puede que encuentres cualidades o rasgos en ellos por los que nunca hubieras creído poder sentirte atraída. Nunca se sabe qué (o quién) hay detrás de la esquina. Un nuevo mundo se abre ante ti para que escribas el siguiente capítulo de tu vida.
  • 49. 7 El hombre ambivalente ¿Alguna vez has conocido a alguien que te trata como a una diosa del sexo una noche, y luego no te llama durante dos semanas? ¿O alguien que te lleva a pasar un increíble fin de semana de esquí y después desaparece de tu vida? No logras adivinar qué has hecho mal para que te haya rechazado. ¡Si incluso se comportaba como si le gustaras! Pues bien, te has cruzado con un hombre ambivalente. Muchas de las mujeres de mi grupo de terapia se relacionaban con un hombre así, lo cual dificultaba todavía más el proceso de recuperación cuando la relación terminaba. Si eso ocurría, empezaban a cuestionarse su propia actitud tratando de descubrir qué motivó el extraño comportamiento de él. Nunca sabían cómo reaccionar ante la ambigüedad de las señales que les enviaba la pareja. La impredecible conducta de un hombre ambivalente puede hacernos sentir rechazadas y abandonadas. El miedo a perderle nos lleva, a su vez, a aferrarnos todavía más a él y no dejar de llamarle y perseguirle, lo cual, como sabemos, no es nada bueno. Relacionarse con una pareja ambivalente es muy desalentador, pues su comportamiento es absolutamente ilógico y se presta a la confusión. Puesto que no entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo lo ocurrido con él para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no nos disculparíamos y que, sin embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente culpables. Lo más probable es que no hayamos hecho nada mal. La mayor parte de las veces se trata de un problema de él. Sólo nos sentíamos atraídas hacia él e intentábamos participar en el proceso de enamoramiento, lo cual, en el caso de un hombre ambivalente, es suficiente para que huya despavorido.
  • 50. ¿Cuáles son los rasgos fundamentales que definen a un hombre ambivalente? ♦ Nos dice que nos ama y luego empieza una relación con otra mujer. ♦ Nos dice que nos hecha de menos, que quiere estar a nuestro lado, pero no encuentra tiempo para vernos. ♦ Se muestra entusiasta practicando el sexo con nosotras, y la siguiente vez que hablamos, adopta una actitud distante y formal. ♦ No nos llama cuando dice que lo hará. ♦ Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que sólo quiere estar con nosotras. ♦ Cancela citas, o siempre llega con retraso. ♦ Nos da plantón. ♦ Mantenemos una conversación intensa en la que nos sentimos plenamente conectadas a él, y la siguiente vez que hablamos, en cambio, actúa fríamente. ♦ A veces, desaparece de nuestra vida durante semanas. ¿Qué es lo que provoca que un hombre ambivalente se comporte del modo en que lo hace? El hombre ambivalente puede ser encantador, refinado e inteligente, pero a la vez suele ser emocionalmente inmaduro. Busca una satisfacción
  • 51. sexual, económica o emocional, y la quiere de un modo del que ni él mismo es consciente, lo cual provoca el carácter particularmente ilógico que lo define. Si no obtiene esa satisfacción, se distancia emocionalmente y sigue buscando. Se trata de un tipo de hombre que puede describirse como infantil. No ha madurado ni psicológica ni sexualmente hasta el punto de ver a una mujer como un ser aparte (por el contrario, él la considera una extensión de sí mismo). Un hombre de estas características se muestra totalmente ensimismado en sus propias necesidades, y es absolutamente incapaz de considerar siquiera las nuestras. Le entra el pánico cuando se ve demasiado implicado en una relación, se siente engullido por una mujer por la que se siente atraído, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece. Es un hombre temeroso de experimentar necesidad por alguien. Si empieza a enamorarse y sentirse dependiente, escapa. Hará todo cuanto sea necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia vulnerabilidad. Puede que tenga miedo a una relación seria debido a un trauma infantil, o puede que nos vea como seres totalmente buenos o malos, y que si nota algo distinto a lo esperado, corte con nosotras definitivamente. Lo más probable es que nunca lleguemos a saber qué es lo que le molestó de nosotras. Cuando Alice conoció a Carl, vio en él al hombre de su vida. Era guapo, encantador e imaginativo. Trabajaba como asesor publicitario. Salieron un par de veces a cenar a restaurantes muy románticos y muy caros. En la segunda cita, Carl fue a buscarla a su oficina, donde la besó apasionadamente. Alice no recordaba haber experimentado nunca un deseo sexual tan fuerte por ningún hombre. Creyó ser la mujer más afortunada del mundo por encontrar a un hombre por el que se sentía tan atraída y que, al parecer, la correspondía. De pronto, empezaron a ocurrir cosas extrañas. Alice notó que Carl nunca la llamaba por la noche, siempre durante el día y al trabajo. Él le había dado el supuesto número de teléfono de su casa, pero ella empezó a sospechar e intentó llamarle varias veces. Nunca respondía, siempre salía el mismo contestador. Tras investigar un poco, Alice averiguó que se trataba de un buzón de voz. Cuando habló con Carl, éste admitió haber mentido acerca de lo del teléfono y le confesó que estaba
  • 52. viviendo con otra mujer. Alice estaba aterrada por no poder encontrar otro hombre por el que sintiera una atracción tan profunda, así que decidió continuar viéndole. Esperaba que él dejara a su novia. Carl la llamó a menudo durante unos cuantos días, y después empezó a llamar con menos frecuencia. Le dijo que tenía mucho trabajo, y cuando por fin consiguieron citarse de nuevo, el día antes la llamó para anularlo con la excusa de que debía partir en un viaje de negocios de última hora. Alice se sintió frustrada y se enfadó con él. Le dijo que nunca encontraba tiempo para estar con ella aun cuando no dejaba de repetirle que la echaba de menos. Carl se enojó y le respondió que lo estaba presionando demasiado. Ella empezó a sentir que estaba perdiendo el control por un hombre que, a pesar de ser muy activo sexualmente, no tenía ningún interés en llevar la relación más allá. Alice tenía muchas ganas de llamarle. Incluso llegó a pensar en ir a su oficina y pedirle explicaciones sobre por qué la confundía tanto. Quería saber de una vez por todas qué es lo que él sentía verdaderamente por ella. Sin embargo, intuía que aquella no era la mejor manera de resolver las cosas, así que vino a verme. Carl era un hombre muy egocéntrico y exigente. Había estado mintiendo a Alice desde el principio sobre su misteriosa vida personal. No le había dado siquiera la oportunidad de decidir si quería empezar una relación con un hombre que estaba viviendo con otra mujer. Sólo la veía como alguien que complacería sus necesidades sexuales o emocionales, como una extensión de sí mismo. El bienestar de ella le era enteramente igual. Un hombre como Carl se mueve en un campo emocional muy limitado, por lo cual es incapaz de alcanzar cierto grado de compromiso. Es incapaz, también, de sentir compasión y simpatía, lo único que le importa es que se las dispensen a él. El comportamiento de un hombre así será extremadamente variable, lo mismo que sus intenciones. Actúa apasionadamente y, sin embargo, no encuentra tiempo para salir con Alice. Le dice que le gusta, pero le miente y manipula. Y, además, se niega a aceptar que su comportamiento sea ambivalente. Un hombre como Carl puede hacer que una mujer sienta la necesidad de llamarle, ya que después de dispensarle todo tipo de atenciones, sus maniobras de distanciamiento la
  • 53. hacen sentirse abandonada y rechazada; temerosa de haber hecho algo mal y agobiada por la posibilidad de perderle, esa mujer correrá tras él. Cómo tratar a un hombre ambivalente Si estás saliendo con un hombre ambivalente que no deja de enviarte señales ambiguas y que te está volviendo loca con su variabilidad… ♦ No te culpes. Es su problema, no el tuyo. No te lo tomes como algo personal y no te sientas rechazada. Considérale como una persona con serios problemas de madurez que interfieren en su capacidad para comprometerse. ♦ No intentes ayudarle a que aclare sus ideas. Puedes hablar con él y descargar tus sentimientos, pero no lograrás cambiar nada, pues su problema no tiene nada que ver contigo. Lo único que puedes hacer por él es animarle a que busque la ayuda de un profesional. ♦ Resiste a la tentación de acercarte más a él. Es normal que sientas miedo de perderle, pero sus sentimientos por ti son, probablemente, lo que provocó su inseguridad, así que correr tras él no va a funcionar. ♦ No sigas el ritmo de su agenda y haz lo que tú quieras o lo que tengas que hacer. Trabaja en los ejercicios prácticos propuestos en este libro y olvídate de él ya. Utiliza tu energía para realizar tus propios objetivos, no para solventar sus problemas. Debes dejarle estar. ♦ Acepta su actitud confusa tal como es. El hecho de analizarlo y tratar de justificar todo lo que hace puede llegar a volverte loca, y es que no hay explicación lógica para su comportamiento.
  • 54. ♦ Reflexiona sobre por qué estás con un hombre que te confunde y que te transmite inseguridad. ♦ Establece los límites de su actitud respecto a ti (por ejemplo, no vas a tolerarle que te dé plantón otra vez) y respétalos. Al hombre ambivalente no le gustan los límites que le obligan a aceptar y comprender tus necesidades, lo cual es emocionalmente incapaz de hacer, así que puede que desaparezca. No te preocupes, no será una gran pérdida. ♦ No dudes en darle un ultimátum. Quieres que esté contigo porque quiere y no por miedo a ser abandonado o por comodidad. Alice siguió estos consejos y no llamó a Carl. Se obligó a desvincularse totalmente de la situación y de todo lo que había ocurrido entre ellos. Empezó el programa “¡No le llames!” y a salir con otros hombres, y aunque su relación con Carl no había terminado por completo, la superó. Cuando Carl finalmente se decidió a llamarla, ella estableció unos límites. Le dijo que a menos que fuera capaz de dedicarle tiempo para quedar como mínimo una vez a la semana, no quería volver a verle. Le daba un mes para dejar a su novia. Carl se enfureció, discutieron y colgó. Alice no volvió a oír nada más de él. En lugar de llamarle para disculparse o correr tras él, continuó con el programa de recuperación. Después de un tiempo, conoció a un hombre capaz de mantener una relación con el que se sentía segura y comprendida. ¡Alice entendió entonces que si hubiera continuado dependiendo de la agenda de Carl, nunca hubiera conocido al que es su nuevo novio! ¿Por qué estás con un hombre ambivalente? Muchas de las mujeres que tienen relaciones con un hombre ambivalente están cegadas por la pasión y la excitación y no se dan cuenta
  • 55. de si verdaderamente ese hombre es capaz de mantener una relación. No perciben sus limitaciones emocionales. Si la necesidad de una satisfacción inmediata de la excitación, la pasión y el drama es la cualidad esencial que buscamos en un hombre, consideremos el hecho de que muchos psicópatas, asesinos y violadores son guapos y fascinantes. Pueden mostrarse encantadores, cariñosos y muy “sexys”. Quizás el atractivo físico y el carisma no son, después de todo, los rasgos en los que fijarnos a la hora de buscar a un hombre con el que mantener una relación amororsa. Cualidades que denotan que no se trata de un hombre ambivalente ♦ Invierte tiempo y energía en la relación. ♦ Llama cuando dice que lo hará. ♦ No intenta explotarnos ni utilizarnos de modo alguno. ♦ Es considerado con nuestros sentimientos. ♦ Es compasivo y atento. ♦ Es capaz de escuchar cuando hablamos. Nos presta atención. ♦ No nos hace sentir como si estuviéramos volviéndonos locas. Un hombre que no es ambivalente nos hace sentirnos más seguras en una relación, y esto hace que no tengamos la necesidad urgente de llamarlo a cada segundo.
  • 56. Ejercicios prácticos ¿Estás con un hombre ambivalente? Para descubrirlo, responde a las siguientes preguntas: ♦ El hombre con el que mantienes la relación, ¿te envía señales ambiguas? Si es así, haz una lista de algunas de ellas. ♦ ¿Suele confundirte con este tipo de comportamiento? Si es así, ¿de qué modo lo hace? ♦ ¿Está con otras mujeres a la vez que contigo? ¿Cómo lo descubriste? ♦ ¿Lo pasa mal cuando tiene que comprometerse a algo? ♦ ¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te sientes segura? ♦ ¿Cómo te hace sentir su comportamiento? ¿Pasas mucho tiempo pensando en ello? ♦ Su actitud desconcertante, ¿te incita a llamarle? ♦ ¿Alguna vez te ha explotado a ti o a otras personas? Si es así comenta algunos ejemplos.
  • 57. ♦ ¿Demuestra ser capaz de sentir compasión o simpatía hacia otras personas? Si es así, ¿cómo lo hace? ♦ ¿Alguna vez te ha mentido a ti o a otras personas? ¿Crees que te está mintiendo ahora? Cuando hayas respondido a estas preguntas, vuelve a repasar la lista de cualidades que tiene un hombre que no es ambivalente y reflexiona acerca de si el hombre con el que estás manteniendo una relación lo es o no. ¿Estás contribuyendo de alguna manera a tu problema de querer correr tras él y llamarle? Existe otro tipo de hombre ambivalente sobre el que me gustaría hablar y con el que cabe evitar hasta la primera cita. Suele tratarse de un conocido, un compañero de trabajo o un amigo que flirtea con nosotras, acude a nuestro despacho para hablar todo el tiempo, nos aconseja, nos protege, nos hace favores sin pedir nada a cambio, o nos mira a los ojos atontado. Si nos sentimos atraídas por él y se nos ocurre preguntarle por sus sentimientos, negará categóricamente que tiene algún interés romántico o sexual por nosotras, y hará que nos sintamos manipuladas o confusas. A este tipo de hombre ambivalente le aterroriza comprometerse. Manifiesta sus deseos de mantener una relación adoptando una actitud seductora, pero se retira asustado cuando se presenta la menor oportunidad de hacerlos realidad. Suele ser inconsciente de su comportamiento hasta que se lo señalan. Algunos de estos hombres se sienten avergonzados o humillados por su sexualidad a causa de un trauma infantil, y proyectan sus deseos románticos y sexuales en nosotras como si fuéramos las únicas que los estuviéramos sintiendo.
  • 58. Algunos encierran un gran sentimiento de rabia contra las mujeres, y les proporciona placer seducirlas y convencerlas de sus intenciones románticas para luego rechazarlas. Este último grupo es, sin duda, el más peligroso. A veces, las mujeres tenemos dificultades para superar una ruptura con este tipo de hombres ambivalentes porque siguen dedicándonos muchas atenciones. También puede ocurrir que los idealicemos, que lleguemos a creer que nunca encontraremos a un hombre con sus mismas maravillosas cualidades. En caso de que valoremos mucho la amistad con él, podríamos intentarlo y continuar con una relación absolutamente platónica, pero lo cierto es que terminaríamos sintiendo un gran dolor y frustración. Conozco mujeres que se han permitido concederles un margen de tiempo con la esperanza de que él cambiara y quisiera implicarse romántica o sexualmente con ellas. Pero, a menos que sigan un tratamiento de psicoterapia, este tipo de hombres ambivalentes continúan librando batallas interiores con sus propias tendencias y deseos, mientras la autoestima de la mujer se hunde cada vez más a raíz de sus continuos rechazos. Así pues, debemos reflexionar e intentar descubrir por qué necesitamos estar con un hombre que asegura no estar interesado en nosotras ni romántica ni sexualmente. Ejercicios prácticos ♦ ¿Te sientes atraída por un hombre con el que no estás saliendo y que te envía señales ambiguas? Si es así, descríbele física y psicológicamente. ¿De qué modo demuestra sus dotes de seducción? ♦ Si fueras a hablar con él acerca de esas señales que envía, ¿qué le dirías? ♦ ¿Sientes frustración o rechazo en esta relación? ¿Vale realmente la pena?
  • 59. ♦ ¿Constituiría una gran pérdida para ti romper esa relación? Si es así, ¿qué es peor, la pérdida o los sentimientos de frustración y rechazo? ¿Por qué?
  • 60. 8 Él nunca cambiará Estás equivocada si crees que el hombre que te ha herido y te ha estado decepcionando una y otra vez va a cambiar. Debes renunciar a esa falsa esperanza si no quieres seguir echando por tierra esos preciosos años de tu vida. Pocas mujeres han venido a mi consulta realmente convencidas de que con un poco de paciencia y tiempo su hombre iba a cambiar a pesar de los continuos rechazos que habían sufrido. A menos que un hombre reciba tratamiento psicoterapéutico individualmente o asistiendo a grupos, él nunca cambiará. Lo que ves es lo que hay. Te estás engañando si crees que puede producirse algún cambio milagroso. Algunas mujeres viven la extraordinaria fantasía de poder “arreglar” al hombre que aman. Sigue siendo una fantasía. No somos ni sus terapeutas ni sus psiquiatras. Algunas consideran su incapacidad de seguir adelante sin él como prueba de su gran amor. No lo es. Sólo es prueba de su dependencia extrema, patológica en los casos en que él comete abusos físicos o emocionales sobre ellas. La verdad, sin embargo, es que como adultas que son, la dependencia física o emocional no es completa. Sólo la sienten como tal. A menudo, nos aferramos desesperadamente a dolorosas relaciones sin futuro por temor a la gran sensación de vacío que sentiremos sin ese hombre en nuestra vida. Este temor es a veces tan aterrador que el sufrimiento que nos provoca el sostener la relación vale la pena si podemos mantener nuestro vínculo con él. Algunas mujeres temen derrumbarse psicológicamente si pierden a su hombre, así que prefieren soportar el dolor y la humillación que les causa su relación con él antes que pasar por el horror de verse solas. Este aterrador sentimiento de vacío ya estaba ahí antes de conocerle. Puede que lo hubiéramos desarrollado en nuestra infancia si papá y mamá no satisfacían nuestras necesidades de amor y afecto. O puede que sea el resultado de una depresión oculta que hayamos estado sufriendo por un largo