n este testimonio escrito, Vita Hernández comparte su experiencia como impulsora y coordinadora del Plan de Mediación vigente en su centro: en qué consiste, qué le llevó a ponerlo en marcha y qué aporta su formación como facilitadora a este proceso. Además nombra una serie de pasos y estrategias para extrapolar su experiencia a otros centros educativos.
1. Mediación Escolar y Facilitación
Soy profesora de Filosofía y facilitadora grupal. Desde el 2015 coordino el proyecto
educativo1
de mediación escolar en mi instituto, tratando de aplicar y compartir lo que la
facilitación aporta a la gestión de conflictos, pensando y esperando que lo que hago contribuya a
cambiar la mentalidad del "yo gano-tu pierdes" tan arraigada en la cultura mediterránea, por no
decir mundial. No es una tarea fácil. La actitud que más veo en mi centro y fuera de él ante los
conflictos es la de esperar a que se pase la incomodidad, deseando que el tiempo, que cura más
que el sol, haga su labor. Sin embargo los conflictos no desaparecen, las relaciones se deterioran
y se hace difícil trabajar juntas de manera productiva, creativa y nutritiva.
La cultura de la mediación se construye sobre la escucha, la empatía, el respeto, la
convicción de que es posible ponernos de acuerdo en lo esencial y cooperar para desarrollar un
trabajo y una vida verdaderamente humanas. Estos valores se suelen enseñar en la escuela de
manera transversal en el mejor de los casos. La formación en mediación ofrece las habilidades y
conocimientos para desarrollar estas actitudes y aplicarlas de manera muy práctica y eficaz, no
sólo en la resolución y prevención de conflictos, sino también en la construcción de relaciones
saludables.
Implantar un proyecto de mediación entre iguales es fácil, pues desde las instituciones se
apoyan estas iniciativas2
, y los equipos directivos, las asociaciones de padres y madres, el
claustro del profesorado y el Consejo Escolar no van a poner trabas. Más difícil es mantenerlo,
pues los recursos materiales son escasos cuando no nulos en la región de Murcia: dificultad para
encontrar espacios disponibles y apropiados por la saturación de los centros, dificultad para
encontrar tiempo, tanto para la formación de docentes y alumnado, como para la realización de
las mediaciones o reuniones... Estas dificultades se superan con la buena voluntad de profesores
y alumnos y con el apoyo del equipo directivo.
Para su implantación en el centro es importante que un buen número de profesorado
reciba una formación básica en mediación escolar, en principio no para que actúen de
mediadores, pero sí para que sepan y experimenten qué es y cómo se desarrolla una mediación
y puedan solicitar, u ofrecer según los casos, una mediación a sus alumnos conflictuados, o
incluso para ellos mismos. Formarse en mediación capacita al profesorado para mediar en
conflictos entre compañeros, aunque esto sea bastante improbable: llamo la atención sobre el
hecho de que en los 5 años de experiencia como mediadora, no se ha dado en mi centro ninguna
mediación entre compañeros profesores, o entre profesores y padres o madres, y muy pocas
entre profesorado y alumnado. Por supuesto que se han dado conflictos, pero esto habla de las
1 En la Región de Murcia se enmarca dentro del programa educativo “Educando en Justicia”
2
http://www.carm.es/web/BlobARCHIVO=InsMejoraConvivenciaEscolar.pdf&TABLA=ARCHIVOS&CAMPOCLAVE=IDARCHIVO&VALO
RCLAVE=139605&CAMPOIMAGEN=ARCHIVO&IDTIPO=60&RASTRO=c$m5316,4105
2. resistencias a abordarlos desde la mediación. Mi lectura es que la cultura de la mediación es
todavía una gran desconocida. Y me viene a la memoria la frase de un querido profesor en
facilitación, Ulises, que nos recordaba continuamente que “estamos trabajando para nuestros
nietos”.
Después de una elemental formación del profesorado, el siguiente paso es la formación
del alumnado. Primero unas nociones básicas en tutoría (otra vez se hace evidente la necesidad
de formación entre los tutores y la imprescindible participación del departamento de orientación),
para que todos conozcan cómo funciona la mediación entre iguales y el protocolo de actuación, y
sobre todo, para despertar en el alumnado el interés y el deseo de recibir una formación más
profunda para ser mediadores.
Esta formación la debe impartir personal bien formado, con un programa bien diseñado,
vivencial y práctico, pues se hace fuera del horario lectivo y si no es atractivo los alumnos dejan la
formación. El coste de la formación, en nuestro centro, corre a cargo del centro y del AMPA.
Con los alumnos mediadores y con un grupito de profesores formamos el Equipo de
Mediación, que gestiona las peticiones de mediaciones, la decisión de si ésta es viable o no, la
adjudicación de las mediaciones a los mediadores dependiendo de las edades, sexo, etnia, etc.
de los mediados, el seguimiento del proceso (las mediaciones se realizan en parejas de alumnos
y son mentorizadas por algún profesor del equipo), la elaboración del protocolo y la elaboración
de las memorias.
Las solicitudes de mediación pueden llegar al equipo por varios canales: a través de
jefatura de estudios, a través de tutores, de cualquier profesor o del propio alumnado. Este curso
también hemos implementado un canal telemático para la recepción de las solicitudes por parte
del profesorado.
Para mantener la afluencia de alumnos al programa debemos visibilizar y poner en valor
el servicio prestado, con el reconocimiento del mismo por parte del equipo directivo y del centro
en general en fechas señaladas (presentación del curso, días del centro, semanas culturales,
cierre de curso…), así como la valoración de la formación y la práctica por parte de los padres.
Es importante también conseguir y mantener una cohesión en el grupo, fomentándola con
dinámicas específicas para ello, practicando las habilidades aprendidas en el curso en nuestras
reuniones peródicas y desarrollando otras actividades dirigidas a dar a conocer la mediación,
como teatralizaciones, concurso de carteles, etc. Aquí va a ser importante que el alumnado se
sienta protagonista y alentado en sus iniciativas.
3. También funciona muy bien mantener contacto y realizar encuentros con equipos de
mediadores de otros centros para compartir experiencias, dificultades y dinámicas facilitadas que
cohesionan y enriquecen a los equipos participantes.
En nuestra práctica nosotros seguimos la mediación propuesta por Juan Carlos Torrego y
Sara Rozemblum, pero como facilitadora enriquezco la mía con las inspiraciones de Arnold
Mindell y el trabajo de procesos, Marsall Rosenberg y la comunicación no violenta, Otto Scharmer
y la Teoría U, Eugenio Moliní y la Gestalt DOS, Helena Cornelius y Shoshana Faire y muchos
otros.
La facilitación bebe de cuantas fuentes pueden ayudarnos a conocer cómo se estructuran
los grupos, cómo funcionan y cómo se desarrollan los diversos procesos dentro de ellos, desde
su gestación como grupo hasta su disolución natural o tempestuosa. Tenemos mucho que
aprender de tradiciones ancestrales que todavía conservan el precioso legado de la tradición
comunitaria, pero también de modernas teorías organizativas que tratan de dar respuesta a los
retos históricos que se nos ponen delante en estos tiempos convulsos y críticos.
Desde esta visión, a veces precisa y penetrante “de láser”, a veces holística “de águila”, lo
que aporta la facilitación a la mediación es su capacidad para incluir varios componentes del
sistema que no son fáciles de percibir:
- Las necesidades de todas las partes, que son diferentes de los posicionamientos. El mediador
podrá ayudar a las partes a conectar con sus necesidades a partir de sus emociones. No siempre
es fácil distinguir el satisfactorio (necesito que apagues la música) de la necesidad (necesito
tranquilidad). Mientras que el satisfactorio es concreto y limita la negociación, la percepción de la
necesidad amplía la comprensión y permite ser más creativos a la hora de buscar otros
satisfactorios que puedan acoger todas las necesidades del sistema.
- El espíritu de la facilitación se enfoca al respeto a todas las necesidades, porque todas son
legítimas. Una escucha profunda permite pasar de una conversación no reflexiva a una reflexiva,
de una situación en la que cada parte vela solo por sí y su necesidad (primacía de las partes), a
una en la que toman conciencia de la existencia y de las necesidades del otro y están dispuestas
a trabajar juntas (primacía de la totalidad).
- También contribuye a la comprensión del proceso en su complejidad interna y que puede
estar desarrollándose en varios niveles (interpersonal, intrapersonal y social) a veces
entrelazados. Podemos encontrarnos con un conflicto que puede ser resuelto en un nivel, pero no
en otro, o que no se pueden resolver en un nivel mientras no se resuelva previamente en otro. A
veces no es posible resolver el conflicto, pero poner luz sobre lo que ha pasado, cómo ha sido el
proceso, en qué punto se encuentran las partes, puede procurar mucha paz, y sobre todo mucha
4. responsabilidad a la hora de decidir cómo queremos continuar la relación a partir del punto en que
nos encontremos.
- El cuidado al mundo emocional que se presta desde la facilitación también ayuda a la acogida y
gestión de las emociones, pues pueden abrir la puerta para salir de una situación enquistada.
Con la práctica se aprende a percibir esos “portales emocionales” en el propio cuerpo y en los
cuerpos de los mediados, aprovecharlos para activar la empatía, mantenerlos para que se
produzca la comprensión de que todos somos uno, iguales en nuestras necesidades, en nuestro
dolor, en nuestra humanidad.
- La facilitación pone el foco en el objetivo de la mediación, que se pierde en la vorágine
emocional, que es tender un puente entre las personas para mantener lo valioso de nuestra
humanidad, seamos capaces o no de encontrar una solución al conflicto: nuestra conciencia,
nuestra responsabilidad, nuestra libertad, el respeto a uno mismo y a los demás y la capacidad de
entendernos para vivir y crear juntos en paz.
La tarea de mediar no es fácil ni grata. A veces nos encontramos con procesos que nos
engullen y nos superan, lo que es una preciosa oportunidad para acoger aquellos límites
personales que se nos han puesto delante. A veces no podemos acompañar a los mediados
hasta donde quisiéramos, pues ellos todavía no están en ese punto, y tenemos que aprender a
sostener el impasse. A veces la relación y la confianza se ha deteriorado de tal manera que ya no
es posible recomponerla con la mediación y es necesario sugerir otras vías para abordar el
conflicto, como un arbitrio, o sugerir unos acuerdos para reestructurar la relación cuyo
cumplimiento pueda permitir que se restablezca la confianza perdida. Pero a veces los corazones
se muestran, se acogen y el reencuentro sucede y la emoción y gratitud por haber tenido el
privilegio de acompañar a estas personas compensan las dificultades y los esfuerzos y te
reafirman en tu propósito de trabajar para nuestros nietos.
Vita Hernández Moreno
Cartagena. Agosto 2020
Bibliografía
- Juan Carlos Torrego: Mediación de conflictos en instituciones educativas. Ediciones
narcea. Madrid 2003
- Sara Rozemblum : Mediación en la escuela. Aique. Buenos Aires. 2008
- Maria Eugenia Blanco: Cómo gestionar hoy los conflictos en la escuela. Editorial CCS.
Madrid 2015
- Arnold Mindell: La democracia profunda de los foros abiertos. DDExpresiones de
democracia profunda. Barcelona. 2014
5. - Marsall Rosenberg: Comunicación no violenta, Un lenguaje de vida. Gran Aldea editores.
Buenos Aires 2012
- Eugenio Moliní: La Gestalt aplicada al desarrollo de organizaciones y sistemas o la
práctica de la paz. Tesina. 2008
- Otto Sahrmers: Teoría U. Ed Eleftheia. Sitges 2017
- Helena Cornelius y Shoshana Faire: Tú ganas, yo gano. Gaia ediciones. Madrid 2010
- Adele Faber y Elaine Mazlish. Cómo hablar para que los adolescentes escuchen y cómo
escuchar para que los adolescentes hablen. Ed Rayo. 2006