1. Náufrago en el desierto de atacama
Por Orlando Hidalgo
5ºA
Scuola Italiana
En el desierto de atacama había un caballero llamado Fernando, él había
llegado un día de excursión al desierto y el bus donde viajaba lo dejó tirado en
aquel lugar, sin dinero, se construyó una casa, para no pasar frío en la pampa.
Ya con el tiempo le gustaban las flores que habían, que eran muy lindas y de
muchos colores: rosados, rojos, morados, anaranjados y azules. Pero había un
problema, no había agua en ese lugar, pero Fernando se acordó que tenía agua
en su mochila de excursión, y además ropa, comida, saco de dormir, etc.
Fernando siempre llevaba muchas cosas en su mochila, estaba preparado para
cualquier ocasión.
Fernando no estaba muy contento porque estaba solo, muy poca gente
iba a ese lugar, y con el tiempo Fernando había gastado sus ropas y tenía el
pelo largo y muy sucio, y las pocas personas que iban a conocer el desierto, al
verlo se asustaban de él, pensaban que les iba a robar sus cosas y por eso,
salían corriendo. Pero él solo quería volver a su casa con su familia, y por eso él
les enviaba cartas. Cuando iba gente, les decía que le entregaran las cartas a su
familia para que no se preocuparan por el, pero las personas estaban
preocupadas por su apariencia y les daba miedo que les robara cualquier cosa.
Así Fernando se las arreglaba, y cuando todos salían de los buses, dejaba sus
cartitas con ganas de que su familia supiera de él y juntarse otra vez.
El era un hombre bueno, educado y con muy buenos modales. El pasaba
tranquilo todos los días, y regaba las flores para que no se secaran y quedaran
feas sin color y sin olor, gracias a él eso no pasó. Un día vio a un hombre que
estaba cortando las flores que él tanto cuidaba y fue a decirle al hombre que
dejara de cortar la flores, el hombre le dijo que no, pero Fernando no se iba a
2. rendir. Así es que lo dejó tranquilo y el hombre cortó todas las flores, pero
Fernando como era muy inteligente, y siempre estaba preparado con su
mochila de excursión, había llevado muchas semillas de flores y las plantó
todas, pero igual le quedaba un espacio grande y entonces se le ocurrió plantar
muchos árboles que dieron frutos: peras, manzanas y naranjas.
Un día Fernando vio que a los árboles se le caían las hojas y las hojas
estaban de color anaranjado y café. Había llegado el otoño y hacía mucho frío
y Fernando estaba muy abrigado y muy calentito para no resfriarse y tener
fiebre. En ese tiempo vio a un perro que tenía frío y lo llevó a su casa en el
desierto de Atacama, y le puso nombre a su perro. Se llamaba Felipe. Eran muy
buenos compañeros de casa. Jugaban juntos, dormían juntos y hasta comían
juntos, Fernando y Felipe un día salieron a jugar como de costumbre y Felipe se
torció el tobillo. No pudieron jugar más. Fernando le revisó la pata a Felipe y le
puso una venda para que se mejorara. Felipe con su pata mala se acurrucaba al
lado de Fernando para estar abrigado y no pasar frío. Un día Fernando y Felipe
salieron a jugar a la pelota y al perro Felipe se le salió la venda y se sintió
mejor. Fernando estaba muy contento porque el perro estaba bien, Felipe
aullaba de alegría y Fernando gritaba, total, nadie los podía escuchar.
Fernando volaba volantines para entretenerse y el perro lo seguía para
protegerlo de cualquier cosa que le pudiera pasar, y Fernando protegía a Felipe.
También jugaban a la pelota y saltaban.
Un día un taxista no se asustó de Fernando y decidió llevarlos en su
auto. Así se fueron los dos con su familia. Los hijos estaban felices por el perro
y Fernando estaba muy contento porque había vuelto con su familia.