1. P. Hernán Darío Cardona Ramírez s.d.b.
AMBIENTACIÓN:
Jesús se presenta a sí mismo como el pan vivo bajado del cielo, cuya fuerza de vida
es capaz de dar vida eterna a quien lo acoge con fe y lo reconoce como enviado e
Hijo de Dios.
En el desierto de nuestra vida, el Señor nos sigue dando el alimento que es su
propio Hijo, el Pan bajado del cielo. En él encontramos la fuerza que necesitamos
para vivir en el amor como Cristo y para llegar a nuestra meta sin desfallecer.
2. Señor Jesús, Tú que te has dado a conocer como el pan bajado del cielo, como el
pan vivo, como el pan de vida, como Aquel que nos da vida eterna, porque te das a
ti mismo, dándonos tu propia carne, te pedimos que nos ayudes a comprender la
dimensión de tu entrega, y del don que nos das en ti mismo, al darnos la
Eucaristía, para que creamos incondicionalmente en ti, y nunca murmuremos ni
desconfiemos de ti, ni de tus enseñanzas, ni de tu manera de actuar sabiendo que
creer en ti, es don y es gracia de tu Padre.
Regálanos un corazón dócil a tus enseñanzas y sensibilidad a tu presencia en la
Eucaristía, para tener en ti y de ti, la vida y la gracia que Tú nos das en tu Cuerpo y
en tu Sangre. AMÉN.
Leamos: Juan 6, 41-51 YO SOY EL PAN DE LA VIDA
41
Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el
pan que bajó del cielo.» 42
Y se decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José?
¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del
cielo”?»
43
—Dejen de murmurar —replicó Jesús—. 44
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el
Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45
En los profetas está escrito:
“A todos los instruirá Dios.” En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de
él, viene a mí. 46
Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; sólo él ha
visto al Padre. 47
Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna. 48
Yo soy
el pan de vida. 49
Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y sin
embargo murieron. 50
Pero éste es el pan que baja del cielo; el que come de él, no
muere. 51
Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá
para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.
Palabra del Señor…
3. Los judíos murmuran (vv. 41-51). En el versículo 41, empieza la conversación de Jesús con los
judíos, quienes critican a Jesús. Él era judío y lo sigue siendo (Jn. 4,9). Como en la época de
Moisés, los judíos responden con "recriminaciones" (Ex 16,2) a la revelación de Dios. Ellos
están molestos. No reconocen en el hijo de José (según se creía), al Hijo del hombre sellado
con "la impronta de Dios" (Jn 6,27).
Jesús explica su propuesta. Ante todo, se apoya sobre una imagen clásica: la Palabra de Dios
comparada con el alimento: "Vienen días - afirma el Señor- en los cuales mandaré hambre a la
tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino hambre de oír la palabra del Señor" (Am. 8.11).
Quién mejor habla del Padre, a quien nadie ha visto jamás, es el Verbo encarnado: "El Hijo
único, quien es Dios y vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a
conocer (quien ha hecho la exégesis)" (Jn. 1,18).
El Hijo revela al Padre y el Padre revela al Hijo. El anuncio de Jesús a los judíos gira en torno a
la afirmación: "Yo soy el Pan". El "Pan bajado del cielo", "el Pan de la Vida", y ahora el "Pan
vivo, el cual baja del cielo". Jesús es «pan bajado del cielo». No ha de ser confundido con
cualquier fuente de vida. En Jesucristo nos alimentamos de una fuerza, una luz, una
esperanza, un aliento vital... procedentes del mismo Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el
pan de la vida».
Por esa idéntica condición, no es posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir
a lo más hondo de nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar cuanto nos dice el Padre».
Nadie puede sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre quien lo ha
enviado».
Uno de los argumentos más atractivos de Jesús es su capacidad de dar vida. Quien cree en
Jesucristo y sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una
vida ya asumida por el mundo de Dios, el legítimo dueño de la creación, de la historia y de
nuestras existencias. El Cuarto Evangelio se atreve a decir: «Quien coma de este pan, vivirá
para siempre».
Y yo lo resucitaré el último día. Debemos tener mucho cuidado con esta frase. El sentido de
resurrección, va más allá de los párrafos de los diccionarios, descripciones de ese estilo no
sirven para descubrir el significado profundo aquí. En este pasaje el centro es "la vida", una
Vida, a la cual no la afecta la muerte, como explica Jesús más adelante al hablar del maná.
Una Vida definitiva, por estar más allá de la biológica, debe tener un alimento también
trascendente. Ese alimento tiene el mismo origen de esa "Vida": Dios. "El último día" esa Vida
permanecerá idéntica a hoy.
4. Serán todos discípulos de Dios. También Jesús es discípulo, y el mejor. Por eso es a la vez
maestro. Ir a Jesús, ir al Padre es conocerlos, no por vía racional, sino por vía vivencial. La fe
es actitud vital y no sólo asentimiento a verdades teóricas. "Esta es la salvación, que te
conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo".
El Evangelio les entrega un criterio de vida a las comunidades cristianas de finales del siglo I
d.C, de la provincia romana de Asia menor (actual Turquía), un criterio válido para las
comunidades actuales y de todos los tiempos; quien no se alimenta de Jesús, del contacto con
él, y no está en constante relación con Él, seguirá ignorando la esencia primordial del
cristianismo. Por eso, la pastoral por excelencia, aquella más urgida de cuidar es una excelente
relación con Jesús el Cristo.
Preguntas para la lectura:
¿Por qué murmuraban los judíos contra Jesús? ¿Qué decían de Él?
¿Quiénes van a Jesús?
¿Qué dice Jesús sobre Él mismo? ¿Qué afirma sobre su relación con el Padre?
¿Quiénes tendrán vida eterna? ¿Quién es el único que puede dar vida eterna?
La fe, que es un don de Dios, es necesaria para poder aceptar que la salvación nos ha llegado
con Jesús. Como dice el evangelio, hay que dejarse instruir por Dios. Por ello, además de la fe,
que es don, es preciso nuestro esfuerzo y tarea de la meditación asidua y profunda de la
Palabra. Ahora lo hacemos nosotros:
Las gentes “murmuraban”, desconfiaban de Jesús, ¿cuáles son las cosas que me hacen
tambalear, eso que debilita mi fe, eso que me aparta del Señor o me hace desconfiar y dudar
de Él?
“…yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan, vivirá para siempre…” ¿Siento
y vivo la Eucaristía como el momento más alto, el central, el fundamental y existencial de mi
fe?, ¿de qué manera?
¿Le doy espacio al Señor para que su presencia en mí, me transforme y me vivifique?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mt 13,54-57; Mc 6,1-6; Mt
16,17; Is 54,13.
5. ¿Qué realidades de nuestro mundo están necesitando es “vida” que Jesús le ofrece?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo
que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra
Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de
decirle algo al Señor.
Señor, tú eres el Pan de Vida
Gracias por elegir esta forma
de hacerte presente en medio nuestro.
Tu presencia es gracia y bendición.
Señor, que siempre tenga hambre y sed
de ser poseído un poco más de tu amor, y tu ternura.
Que me alimente solo de Ti, de tus palabras, de tus gestos, de tu ser.
Para no confundirme con los alimentos terrenales,
que se presentan apetitosos, pero perecen.
Señor, quiero ser Pan,
para aquellos que tienen hambre de justicia y de verdad
Quiero ser Pan, para los pobres y oprimidos
Quiero ser Pan para los enfermos y abandonados
Quiero ser Pan al igual que tú, y eso significa Vida.
Tú Señor eres el alimento que conforta el alma,
que aumentas nuestras fuerzas, y alegras nuestro el corazón.
Señor, que nunca deje de alimentarme de Ti.
- AMÉN –
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por
su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
6. Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este
versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
« « »
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero
cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a “comer” de
este Pan de Vida, para vivir eternamente. Pienso en una actitud negativa a la que quiero
renunciar y pido a Jesús que me ayude a ser una mejor persona. Jesús cumple sus promesas.
Piensa en algo bueno que puedas hacer por alguien y cúmplelo. Busca a esa persona y realiza
la acción.
En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad eucarística, que se alimenta del amor
del Pan de Vida. Como grupo nos comprometemos a visitar o llamar a algún miembro de la
comunidad que no frecuenta mucho las reuniones por salud, o cualquier otro motivo, lo
escuchamos con atención y alegría.
Hacemos una visita a Jesús en la capilla y le pedimos que esté cerca de nosotros y que nos
ayude a creer más.
Agradecimientos al P. Hernán Cardona y P. Wilson Morales.
(Salesianos de Don Bosco)
Johana Carolina Vélez (Delegada de Comunicaciones Inspectorial)