5. Una de las obra más notable
de tradición quichua, dentro de
lo que sería un género lírico, es
el Atahualpa huañui (Rucu
cuscungo), o «Elegía a la
muerte de Atahualpa», del que
se cree autor a Jacinto
Collahuazo un cacique de
Alangasí, pueblo cercano a
Quito.
6. A partir de 1594, con la
fundación del Colegio
Seminario de San Luis,
confiado a los jesuitas, Quito
paso a convertirse en una
ciudad universitaria: en 1606
se fundó la universidad de
San Gregorio de Quito, y en
1688, la de Santo Tomás; en
ella se enseñaba latinidad,
teología moral, teología
escolástica, filosofía.
7.
8.
9. El diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito,
en las que Aguirre dedica una serie de
exagerados elogios al puerto e Guayaquil y
críticas burlescas a la ciudad de Quito.
Este poema puede ser entendido como el
arranque de una búsqueda en la cual la poesía
escrita en tierras americanas empieza a incluir
elementos del paisaje nativo como parte de una
necesidad de afirmación de la pertenencia a un
territorio geográfica y culturalmente
determinado.
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11.
12. Y el rayo que en Junín rompe y
ahuyenta
Nosotros vimos de Junín el campo,
la hispana muchedumbre Tal en los siglos de virtud y gloria,
vimos que al desplegarse
donde el guerrero sólo y el poeta
que, más feroz que nunca, amenazaba, del Perú y de Colombia las banderas,
eran dignos de honor y de memoria,
a sangre y fuego, eterna servidumbre, se turban las legiones altaneras,
la musa audaz de Píndaro divino,
huye el fiero español despavorido,
y el canto de victoria cual intrépido atleta,
o pide paz rendido.
que en ecos mil discurre, ensordeciendo Venció Bolívar, el Perú fue libre, en inmortal porfía
al griego estadio concurrir solía;
el hondo valle y enriscada cumbre, y en triunfal pompa Libertad sagrada
y en estro hirviendo y en amor de fama
en el templo del Sol fue colocada.»
proclaman a Bolívar en la tierra ¿Quién me dará templar el voraz fuego y del metro y del número impaciente,
árbitro de la paz y de la guerra. en que ardo todo yo? Trémula, incierta, pulsa su lira de oro sonorosa
torpe la mano va sobre la lira y alto asiento concede entre los dioses
Las soberbias pirámides que al cielo dando discorde son. ¿Quién me liberta al que fuera en la lid más valeroso,
el arte humano osado levantaba del dios que me fatiga...? o al más afortunado;
para hablar a los siglos y naciones pero luego, envidiosa
-templos do esclavas manos Siento unas veces la rebelde Musa, de la inmortalidad que les ha dado,
deificaban en pompa a sus tiranos-, cual bacante en furor, vagar incierta ciega se lanza al circo polvoroso,
ludibrio son del tiempo, que con su ala por medio de las plazas bulliciosas, las alas rapidísimas agita
débil, las toca y las derriba al suelo, o sola por las selvas silenciosas,
y al carro vencedor se precipita,
después que en fácil juego el fugaz viento o las risueñas playas y desatando armónicos raudales
borró sus mentirosas inscripciones; que manso lame el caudaloso Guayas; pide, disputa, gana,
y bajo los escombros, confundido o arrebata la palma a sus rivales.
entre la sombra del eterno olvido otras el vuelo arrebatada tiende
¿Quién es aquel que el paso lento mueve
-¡oh de ambición y de miseria ejemplo!-
sobre los montes, y de allí desciende sobre el collado que a Junín domina?
el sacerdote yace, el dios y el templo.
¿que el campo desde allí mide, y el sitio
Mas los sublimes montes, cuya frente al campo de Junín, y ardiendo en ira, del combatir y del vencer desina?
a la región etérea se levanta, ¿que la hueste contraría observa, cuenta,
que ven las tempestades a su planta los numerosos escuadrones mira,
y en su mente la rompe y desordena,
brillar, rugir, romperse, disiparse, que el odiado pendón de España y a los más bravos a morir condena,
los Andes, las enormes, estupendas arbolan, cual águila caudal que se complace
moles sentadas sobre bases de oro, del alto cielo en divisar la presa
la tierra con su peso equilibrando, y en cristado morrión y peto armada, que entre el rebaño mal segura pace?
jamás se moverán. Ellos, burlando
de ajena envidia y del protervo tiempo cual amazona fiera,
la furia y el poder, serán eternos se mezcla entre las filas la primera
de libertad y de victoria heraldos,
que con eco profundo, de todos los guerreros,
a la postrema edad dirán del mundo:
y a combatir con ellos se adelanta,
triunfa con ellos y sus triunfos canta.
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18. Francesa
Las letras francesas, antes y después de las guerras de
la Independencia, tuvieron decisiva influencia sobre los
escritores hispanoamericanos. El romanticismo tanto
español como hispanoamericano tuvo sus simientes en
Francia, y en América brotó primero y duró más.
Montalvo fue un ideólogo romántico del liberalismo; sus
modelos fueron Chateaubriand, Rousseau y Victor
Hugo, mientras que por Lamartine sentía un profundo
aprecio. Asimismo admiraba
a Montaigne y Montesquieu, quienes junto a Rousseau
inspiraron su pensamiento político. De Montaigne tomó
no sólo la exaltación del hombre en su estado natural,
sino varios temas y la técnica literaria que usaba en sus
ensayos. Muchas de las ideas de Montalvo, sin ser
necesariamente copiadas, son eco de El espíritu de las
leyes de Montesquieu, y Rousseau tuvo su influencia en
el escritor ecuatoriano por sus ideas sobre educación,
gobierno, Estado, ciudadanía etc., expresadas
en Emilio y El Contrato Social.
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21. Veintimilla
finales del siglo XIX llama la
atención el libro Páginas del
Ecuador 1890 escrito por Marieta
de Veintimilla, 1858-1907, un
relato autobiográfico y polémico
considerado hasta cierto punto
como novelesco. Sobrina del
dictador Ignacio de Veintimilla, la
autora de este volumen luchó
como un soldado cualquiera en
el bando de su tío durante la
guerra civil que concluyó con el
derrocamiento del dictador.
22. Poetas Trágicos
Cuatro poetas trágicos irrumpen
con sus cantos donde se huele la
huella dolorosa de Baudelaire y
Verlaine. Los cuatro terminarían
con su vida por su propia mano,
razón por la que fueron
bautizados por un escritor
ecuatoriano, Raúl Andrade, como
la Generación Perdida o
Decapitada. Magníficos poetas,
sus obras son perlas de tristeza,
exactas, puras, de donde no
emerge nada que no sea
melancolía. Sus nombres:
Medardo Ángel Silva, Humberto
Fierro, Ernesto Noboa y
Caamaño, y Arturo Borja.
23. El Alma en los Labios
A mi amada ARTURO BORJA
Cuando de nuestro amor
la llama apasionada VAS LACRIMAE
dentro tu pecho amante Humberto Fierro
contemples extinguida, El fauno
La pena. . . La
ya que solo por ti la vida melancolía . . .
me es amada, Canta el jilguero. Pasó la
racha. La tarde siniestra y
el día en que me faltes, sombría . . .
me arrancaré la vida. Entre los mirtos resuena el
hacha. La lluvia implacable y
Porque mi pensamiento, sin fin. . .
lleno de tu cariño, La pena . . . la
que en una hora feliz me La rosa mustia se inclina
loca melancolía . . .
hiciera esclavo tuyo, La vida tan gris y tan
lejos de tus pupilas es Sobre su fuente, cristal de
roca. ruin.
triste como un niño La vida, la vida, la vida!
que se duerme, soñando
en tu acento de arrullo. El fauno triste de alma
rubia
Tiene en sus ojos gotas de
lluvia.
24. El Paisajismo
El liberalismo asume
el poder en 1895 y allí
mismo aparece la
novela de ese
movimiento: A la
costa, de Luis A.
Martínez (1906).
Donde se cuenta el
drama de un hombre
que migra por una
nueva forma de vida
hacia la parte mas
productiva del
ecuador la costa,
siguiendo con las
divisiones historicas
de las dos regiones.
25. Generación de los treinta
Alfredo Pareja, Enrique Gil, José De la Cuadra, Demetrio Aguilera, Joaquín Gallegos,
Pablo Palacio y Jorge Icaza se fortaleció dentro de un proceso y una coyuntura
social específica, porque todo hecho artístico recibe de su contexto social la savia
que lo nutre. Enrique Gil Gilbert, escribe su mejor obra en 1940, Nuestro pan, que
recibe el segundo premio en el concurso que ganó El mundo es ancho y ajeno, de
Ciro Alegría. Demetrio Aguilera Malta es el alter ego del cholo de la Costa y en sus
novelas Don Goyo y La isla virgen, sus cualidades sociológicas son impresionantes.
José De la Cuadra fue quizás el mejor escritor de cuentos de su época, tanto en
Ecuador como en América Latina. Sagaz, lúcido, de un poder de síntesis altísimo, el
realismo mágico nace de su pluma con Los Sangurimas, novela corta que se
adelanta con varios años a Cien años de soledad .
26. Los dos realismos
Nos encontramos en los años cincuenta,
hasta cierto punto estériles y de una calma
bonachona, década, empero, que se abre con
una gran novela: El éxodo de Yangana de
Ángel Felicísimo Rojas, uno de los textos
literarios más novedosos, atrayentes,
denunciativos y bellos de la historia literaria
ecuatoriana. Todavía la bronca literaria se da
entre los dos realismos. En el uno supervive
Jorge Icaza, creador de la novela que mayor
fama ha tenido en el Ecuador y en el mundo
entero -Huasipungo, algunos cuentos de
Gallegos Lara, Pedro Jorge Vera, Alfredo
Pareja, Adalberto Ortiz, con su deslumbrante
novela Juyungo -"historia de un negro, una
isla y otros negros", y en el otro, en el
realismo sicológico, empiezan a aparecer
muchos escritores que en la actualidad tienen
ya una obra de consideración: César Dávila,
Rafael Díaz Icaza, Jorge Enrique Adoum, etc.
27. Nuevas Tendencias
la necesidad de sentir la ciudad, de
redescubrir y amarla, de ahondar en nuestras
raíces históricas, de dónde venimos, a dónde
vamos, era otro síntoma de nuestra literatura
joven. Veremos a Iván Egüez (La Linares -
Pájara la memoria) fantaseando irónicamente
en sus conventos y cúpulas, dándole al
personaje cotidiano un carácter épico,
atacando el lenguaje, llenándolo de aliento,
volviendo a crearlo, encarnándolo; a Abdón
Ubidia (Ciudad de invierno) en uno de sus
cuentos, rastreando la ciudad, acometiéndola,
buscándola desde diferentes aristas, tratando
de provocarla, de quitarle sus velos, de
explicarla y por su medio explicarse,
pensando quizá en que es su clima delicado
el que nos tiene melancólicos, o que es su
arquitectura la que nos brinda los chispazos
barrocos de nuestro lenguaje.
28.
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