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PENSAMIENTO POLITICO EN LA EDAD CONTEMPORANEA.pdf
1. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
CONTEMPORANEO
ESTUDIANTEs : ERICK MANUEL VALENCIA CORONEL
Lizeth Susy Benito Ramos
Diego Elson Ali Poma
Verónica Pamela Bautista Apaza
Simeon Flores Quispe
Susana Torrez Aquino
Marína Choque Flores
Ana Rossmary Condori Lecoña
SEMESTRE : PRIMERO
PARALELO : A
2. EL PENSAMIENTO POLITICO CONTEMPORANEO
El pensamiento político contemporáneo está necesariamente influido por toda
una serie de momentos históricos precisos, la actual configuración de los
sistemas políticos y su caracterización ideológica actual. Por eso, antes de entrar
de lleno en las características del pensamiento y los modos de hacer que hoy
mueven el mundo, es necesario comprender de dónde vienen y cómo han
evolucionado a través de la historia.
Empezamos el recorrido situándonos en el siglo XVIII, pudiendo observar que el
sistema de los gobiernos de todo el mundo (teniendo necesariamente que
centrarnos en Europa como cabeza y dominador del planeta) será el
absolutismo, que presenta el poder de una sola persona, el rey, inspirado y
concedido de manera divina, por lo que no existe contestación posible. La
sociedad se estructura además en estamentos bien diferenciados, con una
nobleza y un clero dirigentes y privilegiados, que controlan la inmensa mayoría
de la propiedad de la tierra (principal fuente de riqueza) y además están exentos
de contribuciones. Así la gran masa de población que se enmarca en el llamado
Tercer Estado vivirá por regla general en unas condiciones de vida poco
deseables.
La situación es heredera de la tradición feudalista medieval, pero con el
transcurrir de los siglos se irá acrecentando el poder real y reduciendo el de la
nobleza. Así, mientras en siglos anteriores el rey era considerado como el
primero entre iguales, ahora estará por encima del bien y del mal. Será en el
siglo XVIII cuando se empiece a desarrollar toda una serie de pensamiento
nuevo, que va a introducir una serie de valores y concepciones de la sociedad
que rompen radicalmente con el orden establecido y que irán calando poco a
poco entre las clases populares.
La Ilustración será el fenómeno cultural de transmisión de estos nuevos valores
que propugnan autores tan conocidos hoy en día como Voltaire, Rousseau,
Montesquieau, D'Alembert o Hobbes, cada uno con sus matices. La difusión
producirá una reacción del poder absoluto que se conoce con el nombre de
Despotismo Ilustrado, en la que el monarca intentará establecer medidas de
carácter social pero siempre manteniendo su status de poder inalterable. La frase
“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, resume de manera muy gráfica esta
3. política. Así, llegamos al final del siglo XVIII dónde conviene atender a dos
realidades diferentes que nos mostrarán los primeros síntomas de cambio.
Será a través de los procesos revolucionarios del XIX (las llamadas
“Revoluciones burguesas” del 20, 30 y 48), como se vayan introduciendo con
mayor o menor éxito los sistemas liberales en los estados. Se clausura el
denominado “Antiguo Régimen”, aunque perduren las prácticas autoritarias y el
predominio de lo agrario. Se va a disolver el régimen señorial para llegar a una
igualdad ante la ley, se transforma el régimen jurídico de la propiedad para dar
unas libertades económicas de producción y distribución y se da fin a las
aduanas internas en los mercados nacionales. El nuevo Estado Liberal se
construye en torno a una Constitución y a unos códigos de leyes que son los
mismos para todos los ciudadanos, asumiendo el estado las labores de justicia,
policía y fiscalidad, centralizándose la administración y articulando técnicamente
el estado a través de infraestructuras y obras públicas de modernización.
También asume la educación aunque de manera muy ligera aún.
En torno a la segunda mitad del siglo se va a producir un cambio de mentalidad
que llevará al liberalismo doctrinario a progresar hacia la democracia, que se
empezará a consolidar a partir de 1870. Las revoluciones del 48 incluyen al
pueblo como protagonista (es la llamada “Primavera de los Pueblos) y ya se
empiezan a manejar conceptos de sufragio universal directo y mayor avance en
las libertades individuales (de prensa, de expresión, etc.). Es en este momento,
cuando parece que el liberalismo está asentado cuando comienzan a darse dos
fenómenos dignos de atención que trataremos a continuación.
En primer lugar, y a raíz del avance de la Revolución Industrial y de las
desigualdades sociales que ésta genera, surge el llamado movimiento obrero,
que va a situarse fuera del sistema constitucional establecido por su margen
izquierda. Así van a surgir como ideologías principales el socialismo (Marx y
Engels) y el anarquismo (Bakunin). No vamos a entrar a valorar con detenimiento
las características del pensamiento socialista o el ácrata, aunque si hay que
enunciar, sobre todo, la influencia que van a tener, principalmente el socialismo,
sobre las ideologías venideras sobre las que trata este trabajo.
La evolución del pensamiento socialista tomó diferentes caminos en la división
del XIX y el XX. Por un lado se sitúa el sector que mantiene el Marxismo en toda
su vigencia inicial y se niega a entrar en el sistema democrático, propugnado la
4. revolución proletaria. Es el caso de Rusia, donde el complemento Leninista va a
llevar a una nueva versión que dará como fruto la revolución rusa de 1917 y la
instauración del llamado “Socialismo Real” que va a perdurar hasta hace una
década y que después de los sucesos de la II Guerra Mundial dividirá al Mundo
en dos bloques antagónicos (el capitalista y el comunista), para llevarnos casi
hasta la autodestrucción sobre la base de una desenfrenada carrera nuclear para
controlar el poder mundial. El final de la experiencia comunista es absolutamente
contemporáneo a nuestro tiempo y los resultados están encima de la mesa para
ser analizados con detenimiento.
Otra corriente dentro del movimiento obrero socialista va a ser la que abandere
Bernstein, invitando a adaptar el socialismo a los sistemas democráticos con el
fin de obtener desde dentro de ellos capacidad de poder para realizar la
revolución. En este sentido es destacable que la evolución ha avanzado cada
vez hasta un socialismo más “light”, llegando por fin a la Socialdemocracia de
nuestros días que analizaremos con detalle después, como cabeza de la
izquierda mundial que se contrapone al nuevo liberalismo derechista que vuelve
a los preceptos iniciales de ausencia de intervención del estado en economía y
que parece que se va imponiendo lentamente en todo el mundo. Es el llamado
“Pensamiento Único”.
El enfrentamiento izquierda-derecha se va a hacer patente en los planteamientos
de la Socialdemocracia, que plantea un estado redistributivo y corrector de
desigualdades, además de la intervención de éste en la economía, frente al
Neoliberalismo, que aboga por una minimización del estado para dejar que sea
el mercado el que se encargue de las relaciones económicas. Durante los últimos
50 años se ha venido dando una alternativa en todos los países democráticos
que ha venido alentada por el auge y caída del pensamiento keynesiano, para
llegar a plantear en la actualidad una victoria de los planteamientos
conservadores, que hablan de un fin de las ideologías. A partir de aquí vamos a
intentar explicar en qué consisten realmente estas dos corrientes, en qué se
contraponen y en qué se parecen, a plantear hacia dónde va la democracia hoy
a través de las ópticas neoliberal y de la nueva izquierda, vamos a entrar a
valorar las nuevas formas de participación política a través de los movimientos
surgidos en los 70, tales como el feminismo o la ecología, y por último qué
5. peligros acechan hoy al sistema, centrándonos en los fundamentalismos, bien
sean religiosos, bien políticos (nacionalismos excluyentes).
PRINCIPALES EXPONENTES
1. GIOVANNI SARTORI
Giovanni Sartori ( nació en florida ,Italia 13 de mayo en 1924 .fue un instigador
italiano en el campo de la ciencia política especializado en el estudio comparativo
de la política su obra es de las más destacadas de las ciencias sociales cuenta
con libros muy fundamentales como partidos y sistemas de partidos y política y
tuvo el premio de príncipe de Asturias de ciencias sociales.
Giovanni Sartori definió la ciencia política como la disciplina que estudia o
investiga, con la metodología de las ciencias empíricas, los diversos aspectos de
la realidad política, con el fin de explicarla lo más completamente posible (Sartori,
1986). Sin embargo, a pesar de afirmar el componente empírico de la ciencia
política, Sartori siempre fue un crítico de la reducción de lo político a lo
meramente empírico. Ya en su gran obra, Teoría de la democracia, publicada en
inglés en 1987, sostenía que dos defectos afectaban a la teoría de la democracia
y, por extensión, a la ciencia política: la neutralidad o “inhibición valorativa” y el
conductismo. En cuanto a la primera, Sartori, después de descartar distintas
concepciones de dicha neutralidad o Wertfreiheit, la definió como la tendencia
analítica que separa la descripción de la valoración (Sartori, 1986, pp. 23-24). No
obstante, para dicho autor, la teoría de la democracia presupone no solo una
dimensión operacional, sino también un elemento normativo. De allí que la
democracia solo se entienda a partir de la tensión entre hechos y valores, lo cual
permite incorporar en su conceptualización las condiciones históricas que la
originaron y hacen que todavía pueda tener sentido seguir luchando por ella
(Sartori, 1986, p. 27). Por lo tanto, si se define la democracia reconociendo la
tensión entre descripción y prescripción, se abre ante nosotros el horizonte de
una idea regulativa de simetría y reciprocidad en las relaciones sociales y de
continua posibilidad de una mayor inclusión.
En cuanto al conductismo (behaviorism), que no debemos entender en su
acepción psicológica sino como el énfasis de la ciencia polí- tica en el estudio
del comportamiento político, tendencia que surgió en los años cincuenta y
sesenta del siglo xx, y que reaparece en la actualidad en forma de encuestas
electorales y de sondeos de opinión política, Sartori sostenía que si bien el
6. conductismo había generado una importante corriente de estudios empíricos,
que en su época fue un logro, también generó una división entre teoría empírica
y teoría normativa que contribuyó a reducir el estudio de lo político a lo
meramente empírico en desmedro de los elementos normativos. Al respecto,
advertía el autor sobre un empobrecimiento de la ciencia política puesto que “si
la teoría empírica se deshace de ambos tipos de normas [las técnicas y las
valorativas] queda reducida a demasiado poco y adolece de superficialidad”
(Sartori, 1986, ):
A pesar de que Sartori ha sido reconocido como uno de los padres de la política
comparada, del desarrollo del método comparativo e, incluso, para muchos, del
desarrollo de la ciencia política cuantitativa, nunca abandonó la preocupación
por las dos dimensiones de la ciencia política o, más específicamente, por la
tensión entre su dimensión empírica y su dimensión normativa. Tanto es así que
pocos años antes de su muerte, en septiembre de 2004, Sartori escribió, para la
sección de debates de una prestigiosa revista mexicana, un corto ensayo titulado
“¿Hacia dónde va la ciencia política?”, el cual fue publicado de nuevo, un par de
meses después, en otra prestigiosa revista estadounidense1. Allí, Sartori vuelve
a criticar la ciencia política norteamericana por ser anti institucional, muy
centrada en el estudio del comportamiento polí- tico, por tornarse
progresivamente muy cuantitativa y estadística y tan volcada hacia sí misma,
que se ha alejado de la relación entre teoría y práctica (Sartori, 2004). Contra
dicha situación, Sartori argumenta que la ciencia política debería ser una
interacción entre el comportamiento y las instituciones (estructuras); que el
conductismo se ha exagerado hasta el punto de “matar una mosca con una
escopeta”; que el cuantitativismo ha desembocado en una “falsa precisión o en
una irrelevancia precisa”, y que, al no lograr establecer la relación entre teoría y
práctica, se ha convertido en una ciencia inútil (Sartori, 2004). A partir de dicho
diagnóstico, concluía sarcásticamente:
En este diagnóstico Sartori no está solo. Autores como Habermas también
plantean que la ciencia política y el derecho se mueven en esta tensión entre los
elementos empíricos y los normativos o, como él la denomina, “entre facticidad
y validez” (Habermas, 1998). Este autor también critica el reducido concepto de
lo político que tiene la ciencia política contemporánea, su aislamiento de la
filosofía política, su excesivo empirismo y su énfasis en la razón instrumental.
7. Estas características le impiden comprender el sentido de muchas de las
transformaciones de la política contemporánea. Por lo tanto, una mejor
compresión de dichos fenómenos requeriría reestablecer una relación entre la
filosofía política y la ciencia política
2. FRIEDRICH NIETZSCHE
El pensamiento político de Nietzsche tiene poco que ver con la forma en que se
han planteado filosóficamente los problemas relativos a la política. Evita todo lo
que podría tener apariencia doctrinal. Por su pensamiento sobre la política ha
sido con frecuencia marginado de los grandes tratados, y no pocas veces se han
distorsionado sus ideas, sirviendo de pábulo demagógico para fascismos,
nazismos y totalitarismos. Es cierto que sus análisis sobre el tema de la política
son más bien esporádicos y tampoco demasiado claros, pero esto no es óbice
para señalar que se trata de un elemento más que articula la trama de su
pensamiento y en el que también se proyecta su visión del mundo. Mientras que
sus contemporáneos celebran los triunfos del nuevo Reich, o las reformas de la
incipiente democracia, Nietzsche busca el mundo pre moderno como modelo de
sobriedad de la sabiduría política frente a la modernidad. Quiere volver al
fundamento mismo de la política, y es por eso por lo que no le interesan los
detalles particulares de la vida política. De ahí que en la época de la política de
masas y de la democracia popular, en un tiempo dominado por el nihilismo,
rememore con una fuerza inusitada la época temprana de los griegos, su arte en
el hacer y el decir, sus valores “heroicos” y “aristocráticos”. Nietzsche busca, sin
duda, una meta o un objetivo que pueda justificar el sufrimiento de una existencia
sin sentido, una meta que pueda redimir a la humanidad como un todo y
garantizar el futuro de la humanidad, antes que seguir prolongando la existencia
de una humanidad que se ha quedado sin Dios. Su pensamiento político, por
eso, se centra en una idea sencilla, pero que tiene toda la fuerza de sus tesis
fundamentales: la existencia humana quedará justificada sólo por la
presencia de esos individuos ejemplares que volverán a definir el marco de la
existencia humana.
Vision De Friedrich Nietzsche
según la visión política de Nietzsche”, trata de mostrar que la fisiología (incluso
la neurofisiología) del poder tiene carácter hermenéutico y relevancia política en
el pensamiento de Nietzsche, y aborda al mismo tiempo el significado de la
8. irresistible democratización de Europa, mediante el análisis de sus
consecuencias, en especial, el poder soberano de la voluntad popular y la muerte
del Estado.
Pensamiento Politico Comtemporaneo De Friedrich Nietzsche
Nietzsche deseaba fundar una nueva Esparta, combativa, brillante
intelectualmente y pertinaz, en contraposición a los presuntos valores de la
democracia ateniense, donde no sólo parece democratizarse el poder y su
ejercicio, sino también y sobre todo la inteligencia… aunque a fuerza de ser
dividida
Si bien es fácil ver un aire político en los escritos de Nietzsche, su trabajo no fue
de ningún modo pensado para promocionar ideas políticas como en Aristóteles o
en Platón, el pensamiento de Nietzsche propone significativas ideas sobre el
concepto de poder, Estado, individuo, voluntad y libertad. La influencia que
Nietzsche ejerció sobre la política de la «nueva derecha» en Francia fue
realmente extensa. Afirmó que el poder de un sistema es signo de falta de
integridad, no propuso un sistema de gobierno específico como solución, y nunca
se vinculó a sí mismo con movimientos de masas, organizaciones sociales o
partidos políticos. En este sentido, Nietzsche casi podría ser llamado un
pensador anti-político. Walter Kaufmann enfatiza la visión de que el poderoso
individualismo expresado en sus escritos sería desastroso si se practicara en las
bases reales de los políticos. Escritores posteriores, guiados por la izquierda
intelectual francesa, han propuesto maneras de usar la teoría nietzscheana en
lo que se ha llegado a conocer como «políticas de diferencias», en especial
formulando teorías sobre resistencia política y sobre diferencias sexuales y
morales. Para el politólogo norteamericano Bernard Yack las ideas políticas que
inspira Nietzsche se podrían materializar en una "revolución de la cultura". Para
Yack, así como la humanidad ha vivido las revoluciones propuestas por
Rousseau o Marx, Nietzsche propone también una revolución política "total"
fundamentada en lo que él denominó «los espíritus libres» y «la voluntad de
poder». Esta revolución total nietzscheana, sería la revolución de la cultura, que
según Yack, aún no ha llegado. En la misma línea que Bernard Yack, Daniel
Conway y Keith Ansell Pearson, filósofos británicos contemporáneos, analizan el
pensamiento de Nietzsche como pensador político. En América Latina, el
politólogo y profesor de teoría política de Colombia, Luis Arévalo, retoma estos
9. estudios en el trabajo académico "El concepto de Gran Política desde el
concepto de Gran Europa en la obra de Nietzsche". En este artículo, Luis Arévalo
explora el concepto de Gran Política y Gran Europa en la obra de Nietzsche para
hacerlos evidentes en el desarrollo de sus escritos. Asimismo, deja planteada la
idea de un enorme potencial para la comprensión de los escritos de Nietzsche
en términos de poder, individuo, voluntad y razón teleológica de lo político en
Nietzsche.
Revisando ampliamente los escritos de Kauffmann y otros, el espectro
del nazismo ha sido hoy en día casi extinto de sus escritos. Por el trabajo de los
italianos Giorgio Colli y Massimo Montanari hoy sabemos que la obra de
Nietzsche fue manipulada por los nazis a pedido de Hitler. La hermana de
Nietzsche jugó un papel determinante en la manipulación de fragmentos
póstumos de su hermano, y la venta y manipulación de sus escritos a los nazis.
Notablemente, la obra La Voluntad de Poder, (que es un compendio de
fragmentos póstumos). Esta manipulación llegó a tal punto que Montinari
publicará el libro, La Voluntad de Poder No Existe. Nietzsche a menudo se
refería como «el rebaño» a los participantes de los movimientos de masas que
comparten una psicología común de la masa. Valoraba el individualismo y el
lenguaje como obra común que nos construye, pero consideraba sus obras como
regalos a la humanidad. Despreciaba al Estado moderno, Nietzsche también
habló negativamente de demócratas y socialistas y dejó claro que solo ciertos
individuos podían romper la moral del rebaño. Pero son sus propias palabras las
que deberían alejar cualquier sospecha de simpatía con el nazismo:
Nosotros no amamos a la humanidad, pero también estamos muy lejos de ser lo
bastante alemanes (en el sentido en que hoy se emplea la palabra) para
convertirnos en voceros del nacionalismo y de los odios de razas, para
regocijamos con las aversiones y el modo de hacerse mala sangre los pueblos,
a que se debe que en Europa se atrincheren unos contra otros cual si quisieran
separarse con cuarentenas. Nosotros, los sin patria, somos demasiado variados,
demasiado mezclados de razas y de origen para ser hombres modernos, y por
consiguiente, nos sentimos muy poco inclinados a participar en esa mentida
admiración de sí mismas que hoy practican las razas y en ese descaro con que
hoy se ostenta en Alemania, a modo de escarapela, el fanatismo germánico...
10. Al pueblo se refería como «perro de fuego». En Zaratustra desarrolla esta idea
como fuerzas dinámicas de las que hay que tomar partido en el desarrollo
histórico. El perro de fuego representa los ideales populares por diferenciarse de
otros pueblos. En «De viejas y nuevas tablas», desarrolla también la idea de
cómo ciertos valores morales acaban por ser institucionalizados en normas de
domesticación y a eso llaman nacionalismo... ¡domesticar a favor del Estado al
perro de fuego que cometió esos desmembramientos de cabeza y dio su apoyo
popular a Napoleón! Solo el individuo alienado de las masas puede comprender
su situación con respecto al resto
Estado
Nietzsche dice que el Estado es un “nuevo ídolo”, mentiroso y ladrón que no
contribuye al desarrollo de la vida, sino todo lo contrario está al servicio de la
muerte. Los humanos no se desarrollan en el ámbito del Estado sino que se
vulgarizan y angustian. “El Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal,
expresa; y diga lo que diga, miente –y posea lo que posea, lo ha robado. Falso
es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso
sus entrañas”. Al filósofo, el Estado le huele muy mal, lo mismo que sus
servidores que son los superfluos, los bebedores del veneno, donde “el lento
suicidio de todos se llama vida”.
Para Nietzsche, el “Estado moderno” representa la decadencia de Occidente,
junto con su gobierno democrático. El Estado es enemigo de la cultura y aliado
de la religión, que le sirve para proteger sus intereses. En síntesis, se debe luchar
contra el Estado, la democracia la religión, porque son enemigos de la
humanidad, sin que Nietzsche, repetimos, sustente sus críticas en presupuestos
históricos, políticos, sociológicos, jurídicos, solamente tenemos frases
elocuentes, altivas, llenas de dinamita, contra la estructura jurídico-política de la
sociedad civil y sus instituciones.
3. IMMANUEL WALLERSTEIN
Su nombre Immanuel Maurice Wallerstein nació en los Estados Unidos en la
Ciudad de Nueva York el 28 de septiembre de 1930 y falleció en Connecticut el
31 de agosto de 2019, fue un sociólogo y científico social histórico
estadounidense que llegó a ser el principal teórico del análisis de sistema-
mundo.
Sus Estudios y Vida Profesional
11. Realizó sus estudios en la Universidad de Columbia, donde se graduó en 1951.
Obtuvo su maestría en 1954 y el doctorado en 1959, después trabajó como
conferencista hasta 1971, año en que se hizo profesor de sociología en la
Universidad de McGill.
En 1976 se hizo profesor de sociología de la Universidad de Binghamton
(SUNY), puesto que ocupó hasta que se retiró en 1999. Fue director del Centro
Fernand Braudel de estudios económicos, sistemas históricos y civilización.
Wallerstein ocupó diversos puestos entre ellos el de profesor visitante en
diferentes universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples títulos
honoríficos. También fue el director de estudios asociados en la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales)
en París, y fue presidente de la Asociación Sociológica Internacional de 1994 a
1998.
Fue presidente de la Comisión Gulbenkian para la restauración de las ciencias
sociales, encargada de una reflexión sobre el presente y el posible futuro de las
ciencias sociales, pues muchos especialistas aseguran que no deben ser
enseñadas por separado, porque todas ellas persiguen al final un mismo
objetivo: la percepción de la realidad (ya sea en el pasado, presente o futuro) del
ser humano relacionado con su entorno social.
En 2004 recibió la Medalla de Oro Kondratieff de la Fundación Internacional N.
D. Kondratieff y la Academia Rusa de Ciencias Naturales (RAEN).
La Política en la Edad Contemporánea según Immanuel Wallerstein
Wallerstein entiende que tres "teorías de la historia" disputan con relación a la
periodización del capitalismo:
1) La que cifra la gran ruptura del mundo moderno en 1800, privilegiando la
industrialización
2) En 1650, privilegiando los primeros estados capitalistas y la aparición de
ideas modernas.
3) 1500, haciendo hincapié en la creación de un sistema mundial capitalista
distinto de otras formas de economía.
Aun dejando de lado la gran arbitrariedad y simplificación en la definición de esas
tres supuestas escuelas que podrían ser más, como también la evasión de la
discusión sobre las relaciones de producción y las fuerzas productivas corno
elementos que pudieran definir el modo de producción dominante para justificar
12. acabadamente la adopción del siglo XVI corno el momento de nacimiento del
sistema mundial capitalista.? cabe observar que Wallerstein construye una
explicación fuertemente deductiva. Aceptada la premisa general según la cual
hacia el 1500 ya existe un sistema mundial capitalista, de ella se derivan dos
postulados que condicionan la interpretación de todos los movimientos
revolucionarios:
1) Las revoluciones sociales y/o políticas acontecidas desde el siglo XVI no
cumplen ninguna función en la formación del moderno sistema mundial,
que preexiste a ellas, en otros términos, no son "parteras" del sistema
2) Dichas revoluciones no pueden ser consideradas "burguesas" o
"antifeudales", porque el sistema en el cual se producen ya es un sistema
capitalista.
Entendiendo a los sistemas mundiales como los únicos sistemas sociales
realmente existentes con excepción de las economías de subsistencia,
Wallerstein subordina todo análisis de conflictos entre clases sociales y grupos
de interés al análisis sistémico.
Retomando la conocida distinción marxiana entre clases en sí y para sí, postula
además que la constitución plena de las clases sociales a partir de los grupos de
interés o clases potencialmente existentes que se solapan con grupos de status
constituye un acontecimiento que sólo se produce en situaciones de conflicto.
Únicamente los "estratos superiores" extendidos geográficamente en el ámbito
del sistema mundial pueden asumir una clara conciencia de su situación de
modo.
Aunque sus comentarios sobre las posibles situaciones de conflicto dejan abierta
la posibilidad de diversos alineamientos y grados de autoconciencia, es claro que
de ellos se deriva que concibe al moderno sistema mundial como un sistema de
una sola clase: la "clase capitalista" o "burguesía', en la que homologa todas las
categorías sociales con pretensiones de rango, riqueza o poder.
Las luchas sociales y políticas fueron reales admite, pero fueron luchas intestinas
de los estratos dirigentes. Los conflictos abiertos entre facciones de esa "clase
única" no pueden entonces catalogarse como revoluciones burguesas o
antifeudales, pero ello no quita nada a su carácter revolucionario (ibídem), en
tanto que implican cambios repentinos y discontinuidades en el control del
aparato del Estado por diversos sectores de la clase capitalista.
13. Nos encontramos entonces ante una negación de los "axiomas elementales" que
explican el mundo moderno bajo la forma de ascenso de la industria y de la
burguesía mediante un cambio histórico cualitativo hacia fines del siglo XVIII e
inicios del XIX -en realidad, porque el cambio cualitativo ya se habría producido
en el siglo XV Wallerstein se opone entonces tajantemente a la idea de una
"doble revolución", la industria británica y la política francesa, corno salto que
completaría una "transición del feudalismo al capitalismo"
Sin embargo, el concepto de "lucha de clases" mantiene para él una principal
importancia, no ya para definir una estrategia revolucionaria o caracterizar un
proceso de pugna por el poder del Estado sino para comprender los procesos de
polarización, ideología y enajenación.
A pesar de su negativa a reconocer una funcionalidad transformadora a los
movimientos revolucionarios contemporáneos y reconociendo la
interpenetración de los conflictos de clase con los conflictos de status,
Wallerstein les otorga una cualidad específica en tanto que representan una
oportunidad para que grupos particulares y la población de los Estados que las
sufren en general presenten sus reivindicaciones y articulen formas de acción
alternativas.
En los orígenes de las revoluciones no podríamos ver una eclosión espontánea
de elementos populares, pero las alteraciones del orden constituido y la
agudización de los conflictos facilitan el desarrollo de una autoconciencia de las
masas oprimidas y la consecuente organización de movimientos auténticamente
antisistérnicos.
La historia particular de las revoluciones contemporáneas sería pues la historia
de la competencia entre estratos dirigentes prosistérnicos, mediada por la
emergencia de actores antisistémicos que igualmente encontrarían limitadas sus
posibilidades de acción a las constricciones del sistema mundial.
HECHOS HISTORICOS PARA LA EVOLUCION DEL PENSAMIENTO
POLITICO CONTEMPORANEO
1. REVOLUCIÓN BURGUESA:
La Revolución burguesa es un concepto historiográfico que se desarrolla entre
los siglos XVIII y XIX. Hace referencia a un movimiento social con un importante
componente burgués. Dicho movimiento, a su vez, propone cambios políticos y
económicos de fondo.
14. En otras palabras, una Revolución burguesa es aquella que tiene como
protagonista a la burguesía o grupos de individuos que pueden identificarse
como la clase acomodada de una sociedad.
En otras palabras, los burgueses son aquellas personas que suelen poseer
propiedades y cierto capital acumulado. Esto, a diferencia de la clase obrera o
los estratos más bajos.
Las revoluciones burguesas se llevaron a cabo desde finales del siglo XVIII,
siendo el ejemplo más representativo la Revolución francesa de 1789 (se dieron
posteriormente otras revoluciones en Francia a inicios de siglo XIX). Lo mismo
sucedió en otros países europeos y en América con la independencia de las
colonias.
Se considera que las revoluciones burguesas finalizaron con la Revolución de
1917, en Rusia, donde ganó protagonismo la clase obrera.
Conviene aclarar, antes de terminar, que antes del siglo XVIII se dieron otros
movimientos que pueden considerarse como revoluciones burguesas precoces,
como la Guerra de los ochenta años (1568-1648). Esta determinó la
independencia de los Países Bajos respecto a la corona española.
Otro ejemplo es la revolución inglesa de 1646, que se saldó con la pérdida del
poder absoluto por parte del monarca inglés, en 1668. Así, se marcó el inicio de
la democracia parlamentaria británica que conocemos.
Características de la revolución burguesa:
Entre las características de las revoluciones burguesas, podemos destacar:
• Persiguen un cambio en las instituciones, de manera que se abandone
el Antiguo Régimen. Este es un término usado para denominar a los
sistemas de gobierno existentes antes de la Revolución Francesa de
1789, es decir, principalmente monarquías europeas. Frente a ellas, las
revoluciones burguesas propusieron la limitación del poder del monarca o
su salida definitiva. Es decir, la idea era que el rey no tuviera un poder
absoluto.
• Las revoluciones burguesas fueron impulsadas por crisis económicas y
políticas, en las que la sociedad sufría abismales diferencias entre el
pueblo y la nobleza, pudiendo terminar en un cambio real del sistema
político.
15. • Algunas revoluciones burguesas proponen el sufragio, pero limitado. Por
ejemplo, solo el voto masculino y no universal, excluyendo a la mujer.
• Se propone la división de los poderes del Estado, en contraposición al
absolutismo que postula la concentración del poder en el rey.
• Suelen proponer dos formas posibles de gobierno:
Una república (eliminando la figura del rey) o
una monarquía constitucional parlamentaria, donde existe un parlamento
con las atribuciones de gobernar, perdiendo el monarca su poder
absoluto.
• Estos movimientos se apoyaron en las ideas de la ilustración, corriente
intelectual que se basaba principalmente en la razón. Así, tomaron fuerza
ideas que para entonces eran revolucionarias, como que no deberían
existir personas que por mandato divino nazcan con el derecho de dirigir
a una nación, o que todos los seres humanos deberíamos ser iguales ante
la ley.
2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La causa mas importante para el desarrollo de la Revolución Industrial fue la
aparición de maquinas de vapor, el telar mecánico, las maquinas de hilar que
revolucionaron el siglo XVIII las técnicas de producción industrial. A partir de ahí
ocurrió el auge de la industria fabril.
Podemos considerarla como la precursora de los cambios que vendrían a
continuación. La llegada de la industria propició un cambio en la estructura social,
económica y por supuesto tecnológica. La invención de la máquina a vapor
(Watt) en Gran Bretaña, cambió el sistema de economía de un sistema rural
basado en la agricultura y el comercio a una economía urbana, mecanizada,
nace la industria.
El campo abandona el uso de animales para dar paso a las máquinas, la
producción se multiplica, aparecen los barcos y ferrocarriles a vapor que
transportan las mercancías provocando la expansión del comercio. La sociedad
abandona el campo y comienza a vivir en las urbes o ciudades.
Surge el liberalismo y el capitalismo como sistema base de la economía y dentro
de este sistema, la burguesía aparece como estamento social mucho más
importante que el clero o la aristocracia. Nace una nueva clase social, el
proletariado, si los dueños de las industrias eran los burgueses, los trabajadores
16. eran los proletarios, éstos últimos con una situación económica precaria y
carente de derechos, dando lugar en algunos casos al enfrentamiento con los
burgueses y en otras alianzas con éstos en contra de un enemigo común, el
absolutismo.
Congreso De Viena
A principios del siglo XIX, las monarquías absolutistas se reunieron para
defender sus intereses, tras la derrota de Napoleón, intentando restablecer sus
privilegios.
Factores Sociales Y Económicos
Con la Revolución Industrial, los burgueses que eran los dueños de las fábricas
poseían más capital que los nobles aristócratas, pero carecían del poder político
que los aristócratas tenían. Esto generó muchas tensiones entre ambos ya que
los burgueses no consideraban que debiera existir diferencias por razones de
linaje o nacimiento.
Por otro lado, la Revolución Industrial generó otro gran movimiento, el obrero
quien vivía en una situación precaria, teniendo en cuenta que eran la mayoría de
los trabajadores, éstos les obligó a organizarse y llevar la iniciativa social.
CONCLUSIONES
El pensamiento político en la edad contemporánea
Se trató de una ruptura con un orden político que venía desde la Edad Media, el
cual, a pesar de los cambios propiciados por el humanismo y la Reforma, no
había logrado desligarse por completo de aquel antiguo orden en el que lo
político estaba íntimamente ligado a la monarquía y a la religión.
También se denomina Edad Contemporánea al periodo histórico comprendido
entre la Revolución francesa (1789) y la actualidad. Es una época caracterizada
por las revoluciones y por las grandes transformaciones artísticas, demográficas,
sociales, políticas, tecnológicas y económica.
Sin embargo, algunos consideran que este período llega hasta el siglo XX y lo
denominan al período más actual como la Edad Moderna tardía, caracterizada
por las sociedades globalizadas.
De igual manera la economía en la edad contemporánea fue la industrialización
y capitalismo que van siempre de la mano. Las grandes fábricas y el
establecimiento de sistemas de producción en masa permitieron obtener
17. mayores volúmenes de producción, quedando atrás las formas artesanales de
producción.
GIOVANNI SARTORI definió la ciencia política como la disciplina que estudia o
investiga, con la metodología de las ciencias empíricas, los diversos aspectos de
la realidad política, con el fin de explicarla lo más completamente posible
stas características le impiden comprender el sentido de muchas de las
transformaciones de la política contemporánea. Por lo tanto, una mejor
compresión de dichos entre la filosofía política y la ciencia política.
El pensamiento de FRIEDRICH NIETZSCHE propone significativas ideas sobre
el concepto de poder, Estado, individuo, voluntad y libertad. La influencia que
Nietzsche ejerció sobre la política de la «nueva derecha» en Francia fue
realmente extensa. Afirmó que el poder de un sistema es signo de falta de
integridad, no propuso un sistema de gobierno específico como solución, y nunca
se vinculó a sí mismo con movimientos de masas, organizaciones sociales o
partidos políticos. En este sentido, Nietzsche casi podría ser llamado un
pensador antipolítico.
La Política en la Edad Contemporánea según IMMANUEL WALLERSTEIN
entiende que tres "teorías de la historia" disputan con relación a la periodización
del capitalismo:
La que cifra la gran ruptura del mundo moderno en 1800, privilegiando la
industrialización.
En 1650, privilegiando los primeros estados capitalistas y la aparición de ideas
modernas.
EN 1500, haciendo hincapié en la creación de un sistema mundial capitalista
distinto de otras formas de economía.
El desarrollo teórico de estos autores se dio en el marco de transformaciones
amplias en el último cuarto del siglo XX y que remiten a un verdadero “cambio
de época”. En efecto, las profundas transformaciones económicas, políticas y
culturales de alcance mundial producidas, han revolucionado el terreno sobre el
cual se desarrolla la vida política y puesto en crisis los mapas interpretativos que,
heredados de décadas pasadas, se encuentran seriamente limitados para dar
cuenta de los nuevos fenómenos acontecidos.
18. Tratan el aspecto económico como elemento que traza la clave para la
constitución de un buen gobierno, y se preocupa, ade¬más, por sentar las bases
de la convivencia social y política.
Los tres autores tratan el tema de la opresión/dominación en el sistema liberal
capitalista.
También la revolución burguesa propone dos formas posibles de gobierno: Una
república (eliminando la figura del rey) o una monarquía constitucional
parlamentaria, donde existe un parlamento con las atribuciones de gobernar,
perdiendo el monarca su poder absoluto.
Entonces podemos decir que, en la Revolución Industrial, los burgueses que
eran los dueños de las fábricas poseían más capital que los nobles aristócratas,
pero carecían del poder político que los aristócratas tenían. Esto generó muchas
tensiones entre ambos ya que los burgueses no consideraban que debiera existir
diferencias por razones de linaje o nacimiento.
Por otro lado, la Revolución Industrial generó otro gran movimiento, el obrero
quien vivía en una situación precaria, teniendo en cuenta que eran la mayoría de
los trabajadores, éstos les obligaron a organizarse y llevar la iniciativa social