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CUADRO SINÓPTICO DE LA PELÍCULA Dos hombres y un destino<br />TÍTULODos hombres y un destinoDIRECCIÓNGeorge Roy HillPAÍSEEUUAÑO1969DURACIÓN100 min.GÉNEROWesternREPARTOPaul Newman (Butch Cassidy), Robert Redford (Sundance Kid), Katharine Ross (Etta Place), Henry Jones (Vendedor de bicicletas), Strother Martin (Percy Garris), Jeff Corey (Sheriff Ray Bledsoe), George Furth (Woodcok), Cloris Leachman (Agnes), Ted Cassidy (Harvey Logan), Kenneth Mars (Marshall), Donnelly Rhoders (Macon), Thimothy Scott (News Carver), Jody Gilbert (Mujer grande), Charles Dierkop (Nariz Chata Curry), Pancho Córdoba (Director de Banco).GUIÓNWilliam GoldmanPRODUCCIÓNJohn Foreman para Twentieth Century FoxPRODUCTOR EJECUTIVOPaul MonashFOTOGRAFÍAConrad L. HallMÚSICABurt Bacharach, Hal David, letrista y B. J. Thomas, cantante de Raindrops Keep falling on my head. MONTAJEJohn C. Howard y Richard C. Meyer.DIRECCIÓN ARTÍSTICAPhilip M. Jefferies, Jack Martin SmithSONIDODavid Dockendorf, William EdmondsonDECORADOSChester L. Bayhi, Walter M. ScottVESTUARIOEdith HeadEFECTOS ESPECIALESL. B. Abbott, Art CruickshankMAQUILLAJE Y PELUQUERÍAEdith Lindon, Daniel C. StriepekePREMIOSGanadora de cuatro Óscar: Mejor guión, Mejor canción original, Mejor banda sonora original, Mejor fotografía. Candidata a tres Óscar: Mejor película, Mejor dirección, Mejor sonido. Ganadora de un Globo de oro a la Mejor banda sonora. Candidata a tres Globos de oro a Mejor película dramática, Mejor canción original, Mejor guión. Ganadora de un Grammy a la Mejor partitura original para una película o programa de televisión. ESTRENO EN EEUU24 de octubre de 1969ESTRENO EN ESPAÑA29 de diciembre de 1969<br />TEMA<br />La huida constante hacia un punto de no retorno en que se convierte el destino irrevocable representado en este caso por Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place.<br />ARGUMENTO<br />Butch Cassidy y Sundance Kid lideran la banda de ladrones de ganado, atracadores de bancos y salteadores de trenes conocida con el hombre “Hole in the Wall Gang” (la banda del desfiladero) del territorio de Wyoming en EEUU, se disponen a liquidar el Flyer de los ferrocarriles de la Union Pacific cuyo propietario es E. H. Harriman. El objetivo es asaltarlo a la ida y a la vuelta. A la vuelta, Harriman forma una banda de seis superpolicías encabezada por su jefe de patrullas Joe Lefors y un rastreador indio llamado Lord Baltimore. Harriman les dio un tren especial y los armó hasta los dientes. El Flyer a la vuelta se convierte en una trampa mortal, punto de partida de una persecución implacable, noche y día, sin descanso, hasta que los dos forajidos, acorralados, logran escapar saltando por un cañón a un río cuyos rápidos los ponen a salvo. Conscientes de que aquellos tipos no les darán tregua deciden junto a Etta Place dar un giro de 180º a sus vidas.<br />WILD BUNCH Y LA BANDA DEL DESFILADERO<br />Butch Cassidy, su verdadero es Robert Leroy Parker, nacido en Circleville, Utah, en 1867. Había pertenecido a una temible banda formada por pequeños ganaderos a los que habían llevado a la ruina los grandes propietarios. Esta horda salvaje wild bunch, como la conocían en el oeste, tenía también en sus filas a Harvey Logan, Ben Kilpatrick y a Harry Longbaugh, un vaquero tejano enamorado de las reses de los grandes ganaderos de los alrededores de Sundance, en Wyoming, a quien algunos conocían como “Sundance Kid”. Cuando Butch reunió a estos hombres y bastantes docenas más, hasta contar con cerca de cien revólveres formó una banda disciplinada y organizada en la que había jinetes extraordinarios y tiradores no menos fuera de serie. Robaban el ganado de las grandes fincas, pero ayudaban a los pequeños ganaderos, lo que les valió gran popularidad desde Méjico a Canadá. Contra los ganaderos de fortuna insolente, ellos aparecían como la encarnación de Robin Hood. El 19 de septiembre de 1900, el wild bunch desvalijó un banco de Winnemucca, en Nevada. Un botín de 32.000 dólares. El 13 de julio de 1901 atacaron el expreso de la Great Northen Railroad en Wagner, Montana. Pero varios meses después, la banda se disolvió. Harvey Logan acabó saltándose la tapa de los sesos el 4 de junio de 1904. A Ben Kilpatrick lo mataron en Tejas ocho años más tarde. Entretanto, Cassidy, Longbaugh y su amante Etta Place habían huido a América del Sur. Desde Nueva York fueron en barco hasta la capital de Argentina y compraron una hacienda situada en el centro de este país. Pero volvieron a su inveterada costumbre de robar ganado, esta vez en perjuicio de ricos inmigrantes europeos poseedores de fincas inmensas, en las que explotaban desconsideradamente a sus peones. Irritado, el gobierno argentino declaró la guerra a estos “bandidos generosos”; pero necesitó no menos de un ejército provincial para rodearlos. Viéndose perdido, Cassidy mató a Harry Longbaugh y luego se suicidó. Eso es, al menos, lo que dijeron los periódicos de la época. Hubo poquísimas fotografías del trío, casi siempre las mismas, con bombín o sin él, en grupo o pegadas en prontuarios de de policías, o bien impresas en pasquines con ofrecimiento de recompensa colgadas en las blancas paredes de las alcaldías y gendarmerías de los pueblos fronterizos de Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile pero siempre con la expresión divertida, como la última memorable foto en grupo que hizo John Schwartz en el invierno de 1901, poco después del atraco al banco de Winnemuca. También los informes eran los mismos; “¡Atención! Los tres individuos son muy peligrosos, saben servirse muy bien de las armas y los caballos. La mujer es seguramente el cerebro del grupo de bandidos yanquis que operan en el sur de Argentina”. Estas noticias las enviaba la Pinkerton por medio de un agente suyo, Dimaio, a la policía federal argentina y a varios periódicos locales que publicaban las fotos en primera página, llegando a confundir las identidades de Cassidy y Longbaugh. De Etta Place existe una sola foto, sacada de otra en la que aparecía al lado de Sundance Kid H. L. una foto que posiblemente se hizo en Nueva York, porque la mujer luce un reloj de alfiler en el lado izquierdo del pecho, que debió ser el adquirido en la famosa joyería Tiffany. Quizá el mismo reloj que se encontró en la Patagonia, en el cadáver de uno de los dos bandidos yanquis muertos por la gendarmería montada argentina, compuesta a la sazón en su mayor parte por forajidos chilenos y paraguayos. Según el testimonio de un ya ultracentenario Pedro Peñas, que participó en la ejecución de los bandidos norteamericanos, dentro del reloj estaba pegada la foto de una mujer bellísima. Lo cierto es que en 1907 la bella y dura facinerosa desapareció de la historia oficial, acompañada de Sundance Kid, en los Estados Unidos. Parece que en 1924 vivía en Denver con su hija Bettty Weaver, la cual sería condenada por atraco a mano armada, en 1932. De Etta Place se habló todavía durante la revolución mejicana como proveedora de armas a Pancho Villa. Butch Cassidy y Sundance Kid entraron también en la leyenda de los “malos” de América. Murieron y resucitaron montones de veces un poco en todas partes. Hay tumbas suyas en Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay… cruces sin nombre. Lo único que sabemos es que el trío desapareció misteriosamente en 1907. Se les quería dar por muertos, y nada mejor podía suceder a quien en definitiva aspiraba a desaparecer en el anonimato. Se dice que Cassidy volvió con nombre falso a Argentina, y que vivió sus últimos años como un ranchero acomodado en algún lugar entre el territorio del Chubut y Santa Cruz. Sundance Kid desapareció para siempre. Se dijo que trabajaba como actor en el circo de Buffalo Bill y también que está enterrado en una de esas tumbas tan discutidas. La Cruz del Sur es una bonita constelación; quién sabe cuántas veces la contemplarían los tres personajes que hemos hablado junto con Corto Maltés y Rasputín, que acertaron a pasar por Cholila en 1905, poco después de su aventura en Manchuria durante la guerra ruso-japonesa.<br />HUGO PRATT NOS PRESENTA A LOS PERSONAJES EN “LA ÚLTIMA PISTA”<br />“El paisaje es de gran belleza. Majestuoso hoy como ayer y el ayer que nos interesa es un lejano día de mayo de 1901. En esa estación, en la Patagonia, al contrario que en nuestro hemisferio boreal, entonces empieza el dorado otoño. Desde lo alto de una colina, tres individuos a caballo contemplaban los no lejanos montes manchados de nieve del Cordón Cholila. A algunos centenares de metros de los jinetes, al final de una suave pendiente, había un bosquecillo de nogales y altos arbustos de calafates que se erguían en la confluencia del río Blanco con un brazo del arroyo Nutria. Observando bien a aquellos hombres se notaba que no eran gentes del lugar. Sus sillas eran de factura mejicana, bastante diferentes de las “monturas criollas” argentinas hechas con pieles de cordero. Al cinto llevaban revólveres americanos de la clase “peace maker”; pero portaban además armas automáticas de fabricación más recientes tipo Mauser (parabellum) con culata de madera, modelo 1895, cal. 7,63 mm, de procedencia alemana y carabinas Winchester. Uno de ellos tenía los ojos hundidos, estrechos y azules; la nariz, corta; los labios delgados, con un pliegue irónico, y adornados con un bigote color arena; la mandíbula, enorme, cuadrada. Todo él en conjunto recordaba un gatazo satisfecho. Otro de los jinetes, quizá un poco más alto, tenía el rostro de facciones más regulares; la nariz casi griega; la mirada fría y también azul; la boca, bien modelada, enmarcada por una barba rojiza que llevaba semanas esperando las pasadas de una buena navaja. El tercero, más joven, era de constitución menuda y elegante. Su rostro, de pómulos altos, era muy agraciado; la boca, carnosa; los ojos grises y la nariz, bien dibujados. Aunque llevaba ropa de corte masculino, el tercer jinete era una mujer joven. Por debajo del ala de su “stetson” asomaban mechones de cabellos castaño dorado. También en sus ojos había pajuelas de oro. El viento del sur agitaba las crines de sus caballos”.<br />EL GUIÓN<br />La primera vez que Goldman había leído algo sobre Butch Cassidy y Sundance Kid había sido a finales de los cincuenta. Y la historia le impactó. No por la labia de Butch ni por la puntería de Cassidy sino porque ellos habían forjado su leyenda dos veces. Primero en EEUU y después, cuando las cosas se pusieron feas, en América del Sur. En 1963 Goldman conoce al productor Lawrence Turman y le comenta algo sobre el material: “Finalmente, investigué cuanto me fue posible, con la esperanza de lograr una historia que fuera coherente, y escribí la primera versión en 1966. Me llevó cuatro semanas”, comenta en Las aventuras de un guionista en Hollywood. Sólo plasmó lo que llevaba dando vueltas a su cabeza hacia ocho años. Ahí está la semilla de Dos hombres y un destino, un filme que recuperó el género del Western para la gran pantalla en un tiempo en que estaba casi perdido y que se redactó en las navidades de 1965-66, en el tiempo que dejaba libre a Goldman su labor de profesor de escritura creativa en Princeton. Goldman tuvo un golpe de suerte y se debió a su gran talento. El buen trabajo que había hecho en Harper, investigador privado sirvió para que tras varios rechazos alguien se interesó por el libreto. Su precio se disparó cuando todas las majors entraron en puja, hasta que el agente del escritor, Evarts Ziegler, lo vendió a la Fox (estudio que colocó supervisando el proyecto a Paul Monash), el 27 de octubre de 1967 por 400.000 dólares, una cifra impensable para un guión. En aquellos momentos se llamaba The Sundance Kid and Butch Cassidy. Fox puso en el proyecto el 5 de marzo de 1968 a George Roy Hill. Él y Goldman trabajaron en el guión puliendo algunos detalles. “Es doloroso revisar junto a un director un guión cuando crees que ya lo has hecho bien. Pero Hill sólo aportó cosas buenas”, señala Goldman. Junio y julio de ese año se dedicaron a esa labor. Una de esas reescrituras afectó al personaje femenino. “Odio el papel de comparsa de las mujeres en las películas de acción y por eso nos importó mucho cuidarlo”.<br />EL REPARTO<br />El reparto fue más complejo. A inicios de 1967, mucho antes de que Goldman hubiera vendido el proyecto a la Fox se reunió con Paul Newman en Tucson (Arizona). Allí el actor estaba rodando Hombre, un western crepuscular. A Newman le gustó tanto el libreto (y se vio en el papel de Sundance) que llegó a hablar con Steve McQueen sobre la posibilidad de interpretarlo juntos –hecho que a McQueen le interesó- e incluso de comprar el libreto a partes iguales –decisión que enfrió el ardor de McQueen-. Goldman había escrito el personaje de Butch pensando en Jack Lemmon, en su caracterización de Cowboy. Y a Newman le colocaba como Sundance tras verle como Billy el Niño en El Zurdo. Richard Zanuck, la cabeza visible de la Fox, estaba de acuerdo con Newman, nada con Lemmon y además quería un tono de amabilidad: no le gustaba que dos chicos malos fueran héroes. Hill y Goldman aguantaron la presión. Al director no le volvía loco McQueen y sí Newman, pero éste también había ido alejándose del proyecto. No se sentía cómodo en la comedia. Hill le explicó que el humor no surgía de los personajes sino de las situaciones. Finalmente Newman llegó a un acuerdo por 750.000 dólares. MacQueen entró en las negociaciones. Llegaron a alcanzar un compromiso sobre cómo debían colocarse los nombres de las dos estrellas en los créditos. La legendaria inseguridad de McQueen le llevó en último momento a renunciar, para alivio de Hill. Con McQueen fuera, Hill propuso a Robert Redford. Le conocía desde 1962 y Redford acababa de triunfar con Descalzos en el parque. “Yo había leído el guión y claro que me atraía, pero era joven, había mucha gente luchando por esos personajes y no pensé que me tocaría: en Fox no paraban de decirme que contaban con McQueen”, apunta Redford. A Newman, sin embargo, no le atraía mucho la propuesta porque le parecía un rostro “de abogado de Walt Street” (al final, decidió dejar la decisión en manos de Hill). El jefe de la Fox pensó en Marlon Brando, aunque charló con Warren Beatty: éste rehusó porque acababa de terminar Bonnie and Clyde. Goldman, Newman y Hill hicieron piña: tenía que ser Redford. Newman encarnaría a Sundance Kid; Redford, a Butch Cassidy. El último giro lo dio Robert Redford. Zurdo como Sundance, comentó con Hill y Zanuck la posibilidad de intercambiar los roles. Con Newman en el papel de Butch, el filme cambió su nombre al definitivo Butch Cassidy and The Sundance Kid.<br />EL DIRECTOR: GEORGE ROY HILL<br />El rodaje arrancó el 16 de septiembre de 1968 en Durango (Colorado). En el estudio no habían dejado margen para el error al proyectar doce semanas de rodaje. Por miedo a las nevadas invernales, los productores decidieron que la filmación arrancara en el primer asalto al tren. Newman empezó a comportarse de modo extraño. No sólo le ponían nervioso los caballos, sino que en su interpretación añadió unas exageradas notas de humor que sacaron de quicio a Hill. Era su miedo a no ser lo suficientemente cómico: “Hill es verdaderamente un director en el mejor sentido de la palabra. Cuando tú estás carburando una idea, te deja solo. Cuando te desmandas, te devuelve al redil”, Hill insistía en que no cambiara lo ensayado, en que no fuera gracioso. “Los personajes no eran la semilla del chiste sino las situaciones”. Newman poco a poco fue convencido. Según Redford “George Roy Hill te daba el espacio para crear. Echaba del rodaje a todo el que no fuera imprescindible –el equipo técnico superaba los 165 técnicos-, era muy disciplinado en el trabajo y tenía todo preparado. Además Paul y yo desarrollamos una amistad que Hill supo trasladar a la pantalla. Llevó lo de fuera adentro y acertó”. Los dos protagonistas coinciden en que fue la filmación más divertida y productiva de su carrera. Para Katharine Ross, “el guión lo tenía todo: humor, tragedia, romance, en cantidades perfectas”. Ella no acabó jamás de sentirse cómoda por culpa de un incidente que ocurrió durante las primeras jornadas. Rodando los atracos de los trenes, Hall usaba cinco e incluso seis cámaras. Sólo disponía de cuatro operadores. Ross se acercaba al rodaje y manejó una de las cámaras: “yo tenía el sueño desde hacía años de ser la primera mujer camerógrafa”, además era la pareja de Conrad Hall. Cuando finalizó la toma, Hill montó en cólera. Le prohibió retornar al plató si no aparecía su personaje. “Me hundió y me afectó para el resto de la película”. Katharine Ross nunca estuvo a gusto. En cambio Newman confesó que “aquel rodaje fue un ejemplo perfecto de la creación de una película como experiencia comunitaria. Todo el mundo estaba comprometido y todos aportábamos algo”. Redford asegura que allí mismo Newman olfateaba el éxito. “Me decía: ‘Bienvenido a tu primera película de 20 millones de dólares’. Con el tiempo, desde luego está claro que me cambió la vida. Me colocó en la cúspide”. La confraternización entre Redford y Newman sirvió para superar un peligroso escollo: el agente de Newman creía que Redford le robaba muchas secuencias y que tenía demasiados primeros planos. A su representado le daba igual y no le hizo el menor caso. El guión se rodó íntegramente; en la sala de montaje se cayeron dos secuencias. En una, los protagonistas se ven a sí mismos muriendo en una sala de cine; en otra, observamos como Etta les deja. Hill aseguraba que cortaban el hilo narrativo. Goldman también creyó que sobraban esos momentos. A cambio, confirmó lo importante que es la persecución de la patrulla y su duración en el metraje para que el espectador entienda el salto a Bolivia y asista con emoción a su final. Hill ya tuvo un primer copión el 20 de abril. Pulido se proyectó al público de San Francisco el 9 de agosto. Tras ese pase se redujeron los elementos cómicos. El gran estreno tuvo lugar en Durango (Colorado), donde se había rodado gran parte del filme, el 2 de septiembre de 1969, el lanzamiento nacional el 24 de octubre, tras un estreno limitado en Nueva York el 23 de septiembre, las críticas no fueron buenas, la taquilla sí. Los Óscar, el 7 de abril de 1970, fueron injustos con el filme en una edición en que se vivió una cruenta batalla entre el viejo y el nuevo Hollywood. Entre los filmes con candidaturas estaban: Grupo Salvaje, Danzad, danzad malditos, y Cowboy de Medianoche, pero también Valor de ley (estatuilla para John Wayne al mejor actor), Ana de los 1000 días y Hello, Dolly. Dos hombres y un destino, candidata a siete galardones, se llevó los destinados a mejor guión, canción, fotografía y banda sonora. A Robert Redford le cambió la vida: “¿Mis dos grandes trabajos? Dos hombres y un destino era el más divertido y también en el que me muestro mi parte más oscura. La mayor satisfacción fue Todos los hombres del presidente, porque todo el mundo nos dijo que no podríamos hacerla y que a nadie le interesaba el Watergate”. En homenaje, Redford bautizó con el nombre de su personaje, Sundance, el festival de cine independiente que instauró, y aún preside en Park City (Utah).<br />BUTCH CASSIDY<br />William Goldman, el guionista, comenta que Cassidy no era un pistolero. No mató a nadie hasta que llegó a Sudamérica. Tampoco sabía pelear, no era fuerte. Ni siquiera planeaba los golpes o la estrategia. Goldman lo cuenta: “Hombres arrogantes y brutales. Y allí a la cabeza estaba Cassidy. ¿Por qué? La respuesta es increíble pero cierta: le caía bien a la gente. A todo el mundo. A veces, cuando le seguían, llegaba a un rancho y más o menos decía: ‘Mire usted, soy Butch Cassidy y me vienen siguiendo; les estaría muy agradecido si me escondieran una temporadita’. Y lo hacían”. Entre los bandidos estadounidenses, sólo Butch y Jesse James conocieron la fama y la vida. Hay una anécdota que resume muy bien el carácter de Butch y que Goldman siempre se queja de no haberlo sabido plasmar en el guión: “Cuando era joven Butch estuvo en la cárcel de Wyoming, Fue llevado ante el gobernador con la posibilidad de quedar en libertad provisional. El gobernador le dijo: ‘Le dejaré libre si me promete ir por el buen camino’. Y Butch respondió: ‘No puede ser’. Naturalmente, el gobernador se quedó estupefacto y, antes de que pudiera decir nada, Butch siguió hablando y le hizo la siguiente oferta: ‘Haré un trato con usted’, le dijo (un convicto, ofreciendo un trato al gobernador), ‘le prometo que si me deja libre, nunca volveré a quebrantar la ley en Wyoming’. Y el gobernador aceptó el trato, puso en libertad a Butch… y Butch nunca volvió a quebrantar la ley en Wyoming. Si la banda hacía algo allí, él no iba”. (Escena nº 1, Butch Cassidy y Harvey Logan).<br />SUNDANCE KID<br />El largometraje comienza con una proyección en blanco y negro de un filme sobre Cassidy y Sundance (en referencia al rodado en 1905 y muy probablemente ellos llegaron a ver). Los primeros ocho minutos podrían ser más bien un corto. Un corto en blanco y negro rodado con maestría. Los dos personajes se presentan. Mientras Butch examina un banco, Kid juega una partida de cartas. Ante la acusación de tramposo tiene que hacer gala de su habilidad con el revólver. (Escena nº 2, la partida de cartas).<br />ETTA PLACE<br />Por el cañón los dos pistoleros logran escapar de la banda de Lefors. Etta los espera con ansiedad en el porche de la casa. Ha leído los periódicos. Teme por sus vidas. Cassidy y Kid reaparecen. Etta se funde con los dos en un gran abrazo. Se confirman las sospechas Lefors y Baltimore estaban formaban el grupo de perseguidores. E. H. Harriman los ha contratado para capturarlos vivos o muertos. No descansarán hasta conseguirlo. Nuestros forajidos planean ir a Bolivia. Desaparecer de los EEUU. Piden a Etta que los acompañe, si ella quiere. Pero pone una condición, no les verá morir. Se perderá esa última escena. (Escena nº3)<br />EL SHERIFF RAY BLEDSOE<br />Mientras huyen llegan a la oficina del Sheriff Ray Bledsoe. Quieren alistarse en la guerra contra los españoles. El Sheriff intenta disuadirlos. Hace un retrato de los dos personajes. El ejército no les perdonará su pasado. Son dos forajidos de poca monta cuya época ha pasado. Su final será la muerte sólo tienen que elegir el lugar. (Escena nº 4). <br />EL SALTO<br />Uno de los momentos espectaculares de la película es el momento del salto. El diálogo es chispeante. Forma un punto de inflexión de la película. En Colorado filmaron el diálogo entre Sundance y Cassidy y su carrera hacia el vacío (en realidad, aterrizan en plataformas). Sin embargo, el agua del río era muy poco profunda como para arriesgar la vida de los especialistas. Así que la caída y la zambullida se realizaron en Malibú (California) en un rancho de la Fox, donde se imitó el barranco con efectos visuales. (Escena nº 5)<br />EL PASEO EN BICICLETA, MOMENTOS FELICES<br />La secuencia del paseo en bicicleta se rodó en un parque natural de Utah, George Roy Hill le pidió a Newman que improvisara algo, y el actor dio lo mejor de sí con las acrobacias sobre la bicicleta. Por imposición de la Fox, fue doblado por un especialista en el choque contra la valla. Goldman recuerda que la vaca dio mucha guerra y Redford que no le gustaba la canción Raindrops keep falling on my Head. Etta pregunta a Butch si no hubiera conocido a Sundance se hubieran prometido. Butch contesta que ella ha montado en su bicicleta y en muchos países musulmanes eso es ya un acto de prometida. (Escena nº 6).<br />FINAL<br />La química de Dos hombres y un destino se volverá a repetir en El golpe. Esta vez sí ganó la estatuilla a Mejor director en 1973. Cuando en la primavera de 1970 comenzó su carrera comercial por el Reino Unido, el largometraje llevaba recaudados 46 millones de dólares. Fuera de EEUU ganó otros 50 millones. Como dijo Paul Newman, con esas ganancias hubieran sido dos grandes protagonistas de una larga serie: “Lástima que los matemos al final”.<br />
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Ficha técnica de Dos hombres y un destino

  • 1. CUADRO SINÓPTICO DE LA PELÍCULA Dos hombres y un destino<br />TÍTULODos hombres y un destinoDIRECCIÓNGeorge Roy HillPAÍSEEUUAÑO1969DURACIÓN100 min.GÉNEROWesternREPARTOPaul Newman (Butch Cassidy), Robert Redford (Sundance Kid), Katharine Ross (Etta Place), Henry Jones (Vendedor de bicicletas), Strother Martin (Percy Garris), Jeff Corey (Sheriff Ray Bledsoe), George Furth (Woodcok), Cloris Leachman (Agnes), Ted Cassidy (Harvey Logan), Kenneth Mars (Marshall), Donnelly Rhoders (Macon), Thimothy Scott (News Carver), Jody Gilbert (Mujer grande), Charles Dierkop (Nariz Chata Curry), Pancho Córdoba (Director de Banco).GUIÓNWilliam GoldmanPRODUCCIÓNJohn Foreman para Twentieth Century FoxPRODUCTOR EJECUTIVOPaul MonashFOTOGRAFÍAConrad L. HallMÚSICABurt Bacharach, Hal David, letrista y B. J. Thomas, cantante de Raindrops Keep falling on my head. MONTAJEJohn C. Howard y Richard C. Meyer.DIRECCIÓN ARTÍSTICAPhilip M. Jefferies, Jack Martin SmithSONIDODavid Dockendorf, William EdmondsonDECORADOSChester L. Bayhi, Walter M. ScottVESTUARIOEdith HeadEFECTOS ESPECIALESL. B. Abbott, Art CruickshankMAQUILLAJE Y PELUQUERÍAEdith Lindon, Daniel C. StriepekePREMIOSGanadora de cuatro Óscar: Mejor guión, Mejor canción original, Mejor banda sonora original, Mejor fotografía. Candidata a tres Óscar: Mejor película, Mejor dirección, Mejor sonido. Ganadora de un Globo de oro a la Mejor banda sonora. Candidata a tres Globos de oro a Mejor película dramática, Mejor canción original, Mejor guión. Ganadora de un Grammy a la Mejor partitura original para una película o programa de televisión. ESTRENO EN EEUU24 de octubre de 1969ESTRENO EN ESPAÑA29 de diciembre de 1969<br />TEMA<br />La huida constante hacia un punto de no retorno en que se convierte el destino irrevocable representado en este caso por Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place.<br />ARGUMENTO<br />Butch Cassidy y Sundance Kid lideran la banda de ladrones de ganado, atracadores de bancos y salteadores de trenes conocida con el hombre “Hole in the Wall Gang” (la banda del desfiladero) del territorio de Wyoming en EEUU, se disponen a liquidar el Flyer de los ferrocarriles de la Union Pacific cuyo propietario es E. H. Harriman. El objetivo es asaltarlo a la ida y a la vuelta. A la vuelta, Harriman forma una banda de seis superpolicías encabezada por su jefe de patrullas Joe Lefors y un rastreador indio llamado Lord Baltimore. Harriman les dio un tren especial y los armó hasta los dientes. El Flyer a la vuelta se convierte en una trampa mortal, punto de partida de una persecución implacable, noche y día, sin descanso, hasta que los dos forajidos, acorralados, logran escapar saltando por un cañón a un río cuyos rápidos los ponen a salvo. Conscientes de que aquellos tipos no les darán tregua deciden junto a Etta Place dar un giro de 180º a sus vidas.<br />WILD BUNCH Y LA BANDA DEL DESFILADERO<br />Butch Cassidy, su verdadero es Robert Leroy Parker, nacido en Circleville, Utah, en 1867. Había pertenecido a una temible banda formada por pequeños ganaderos a los que habían llevado a la ruina los grandes propietarios. Esta horda salvaje wild bunch, como la conocían en el oeste, tenía también en sus filas a Harvey Logan, Ben Kilpatrick y a Harry Longbaugh, un vaquero tejano enamorado de las reses de los grandes ganaderos de los alrededores de Sundance, en Wyoming, a quien algunos conocían como “Sundance Kid”. Cuando Butch reunió a estos hombres y bastantes docenas más, hasta contar con cerca de cien revólveres formó una banda disciplinada y organizada en la que había jinetes extraordinarios y tiradores no menos fuera de serie. Robaban el ganado de las grandes fincas, pero ayudaban a los pequeños ganaderos, lo que les valió gran popularidad desde Méjico a Canadá. Contra los ganaderos de fortuna insolente, ellos aparecían como la encarnación de Robin Hood. El 19 de septiembre de 1900, el wild bunch desvalijó un banco de Winnemucca, en Nevada. Un botín de 32.000 dólares. El 13 de julio de 1901 atacaron el expreso de la Great Northen Railroad en Wagner, Montana. Pero varios meses después, la banda se disolvió. Harvey Logan acabó saltándose la tapa de los sesos el 4 de junio de 1904. A Ben Kilpatrick lo mataron en Tejas ocho años más tarde. Entretanto, Cassidy, Longbaugh y su amante Etta Place habían huido a América del Sur. Desde Nueva York fueron en barco hasta la capital de Argentina y compraron una hacienda situada en el centro de este país. Pero volvieron a su inveterada costumbre de robar ganado, esta vez en perjuicio de ricos inmigrantes europeos poseedores de fincas inmensas, en las que explotaban desconsideradamente a sus peones. Irritado, el gobierno argentino declaró la guerra a estos “bandidos generosos”; pero necesitó no menos de un ejército provincial para rodearlos. Viéndose perdido, Cassidy mató a Harry Longbaugh y luego se suicidó. Eso es, al menos, lo que dijeron los periódicos de la época. Hubo poquísimas fotografías del trío, casi siempre las mismas, con bombín o sin él, en grupo o pegadas en prontuarios de de policías, o bien impresas en pasquines con ofrecimiento de recompensa colgadas en las blancas paredes de las alcaldías y gendarmerías de los pueblos fronterizos de Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile pero siempre con la expresión divertida, como la última memorable foto en grupo que hizo John Schwartz en el invierno de 1901, poco después del atraco al banco de Winnemuca. También los informes eran los mismos; “¡Atención! Los tres individuos son muy peligrosos, saben servirse muy bien de las armas y los caballos. La mujer es seguramente el cerebro del grupo de bandidos yanquis que operan en el sur de Argentina”. Estas noticias las enviaba la Pinkerton por medio de un agente suyo, Dimaio, a la policía federal argentina y a varios periódicos locales que publicaban las fotos en primera página, llegando a confundir las identidades de Cassidy y Longbaugh. De Etta Place existe una sola foto, sacada de otra en la que aparecía al lado de Sundance Kid H. L. una foto que posiblemente se hizo en Nueva York, porque la mujer luce un reloj de alfiler en el lado izquierdo del pecho, que debió ser el adquirido en la famosa joyería Tiffany. Quizá el mismo reloj que se encontró en la Patagonia, en el cadáver de uno de los dos bandidos yanquis muertos por la gendarmería montada argentina, compuesta a la sazón en su mayor parte por forajidos chilenos y paraguayos. Según el testimonio de un ya ultracentenario Pedro Peñas, que participó en la ejecución de los bandidos norteamericanos, dentro del reloj estaba pegada la foto de una mujer bellísima. Lo cierto es que en 1907 la bella y dura facinerosa desapareció de la historia oficial, acompañada de Sundance Kid, en los Estados Unidos. Parece que en 1924 vivía en Denver con su hija Bettty Weaver, la cual sería condenada por atraco a mano armada, en 1932. De Etta Place se habló todavía durante la revolución mejicana como proveedora de armas a Pancho Villa. Butch Cassidy y Sundance Kid entraron también en la leyenda de los “malos” de América. Murieron y resucitaron montones de veces un poco en todas partes. Hay tumbas suyas en Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay… cruces sin nombre. Lo único que sabemos es que el trío desapareció misteriosamente en 1907. Se les quería dar por muertos, y nada mejor podía suceder a quien en definitiva aspiraba a desaparecer en el anonimato. Se dice que Cassidy volvió con nombre falso a Argentina, y que vivió sus últimos años como un ranchero acomodado en algún lugar entre el territorio del Chubut y Santa Cruz. Sundance Kid desapareció para siempre. Se dijo que trabajaba como actor en el circo de Buffalo Bill y también que está enterrado en una de esas tumbas tan discutidas. La Cruz del Sur es una bonita constelación; quién sabe cuántas veces la contemplarían los tres personajes que hemos hablado junto con Corto Maltés y Rasputín, que acertaron a pasar por Cholila en 1905, poco después de su aventura en Manchuria durante la guerra ruso-japonesa.<br />HUGO PRATT NOS PRESENTA A LOS PERSONAJES EN “LA ÚLTIMA PISTA”<br />“El paisaje es de gran belleza. Majestuoso hoy como ayer y el ayer que nos interesa es un lejano día de mayo de 1901. En esa estación, en la Patagonia, al contrario que en nuestro hemisferio boreal, entonces empieza el dorado otoño. Desde lo alto de una colina, tres individuos a caballo contemplaban los no lejanos montes manchados de nieve del Cordón Cholila. A algunos centenares de metros de los jinetes, al final de una suave pendiente, había un bosquecillo de nogales y altos arbustos de calafates que se erguían en la confluencia del río Blanco con un brazo del arroyo Nutria. Observando bien a aquellos hombres se notaba que no eran gentes del lugar. Sus sillas eran de factura mejicana, bastante diferentes de las “monturas criollas” argentinas hechas con pieles de cordero. Al cinto llevaban revólveres americanos de la clase “peace maker”; pero portaban además armas automáticas de fabricación más recientes tipo Mauser (parabellum) con culata de madera, modelo 1895, cal. 7,63 mm, de procedencia alemana y carabinas Winchester. Uno de ellos tenía los ojos hundidos, estrechos y azules; la nariz, corta; los labios delgados, con un pliegue irónico, y adornados con un bigote color arena; la mandíbula, enorme, cuadrada. Todo él en conjunto recordaba un gatazo satisfecho. Otro de los jinetes, quizá un poco más alto, tenía el rostro de facciones más regulares; la nariz casi griega; la mirada fría y también azul; la boca, bien modelada, enmarcada por una barba rojiza que llevaba semanas esperando las pasadas de una buena navaja. El tercero, más joven, era de constitución menuda y elegante. Su rostro, de pómulos altos, era muy agraciado; la boca, carnosa; los ojos grises y la nariz, bien dibujados. Aunque llevaba ropa de corte masculino, el tercer jinete era una mujer joven. Por debajo del ala de su “stetson” asomaban mechones de cabellos castaño dorado. También en sus ojos había pajuelas de oro. El viento del sur agitaba las crines de sus caballos”.<br />EL GUIÓN<br />La primera vez que Goldman había leído algo sobre Butch Cassidy y Sundance Kid había sido a finales de los cincuenta. Y la historia le impactó. No por la labia de Butch ni por la puntería de Cassidy sino porque ellos habían forjado su leyenda dos veces. Primero en EEUU y después, cuando las cosas se pusieron feas, en América del Sur. En 1963 Goldman conoce al productor Lawrence Turman y le comenta algo sobre el material: “Finalmente, investigué cuanto me fue posible, con la esperanza de lograr una historia que fuera coherente, y escribí la primera versión en 1966. Me llevó cuatro semanas”, comenta en Las aventuras de un guionista en Hollywood. Sólo plasmó lo que llevaba dando vueltas a su cabeza hacia ocho años. Ahí está la semilla de Dos hombres y un destino, un filme que recuperó el género del Western para la gran pantalla en un tiempo en que estaba casi perdido y que se redactó en las navidades de 1965-66, en el tiempo que dejaba libre a Goldman su labor de profesor de escritura creativa en Princeton. Goldman tuvo un golpe de suerte y se debió a su gran talento. El buen trabajo que había hecho en Harper, investigador privado sirvió para que tras varios rechazos alguien se interesó por el libreto. Su precio se disparó cuando todas las majors entraron en puja, hasta que el agente del escritor, Evarts Ziegler, lo vendió a la Fox (estudio que colocó supervisando el proyecto a Paul Monash), el 27 de octubre de 1967 por 400.000 dólares, una cifra impensable para un guión. En aquellos momentos se llamaba The Sundance Kid and Butch Cassidy. Fox puso en el proyecto el 5 de marzo de 1968 a George Roy Hill. Él y Goldman trabajaron en el guión puliendo algunos detalles. “Es doloroso revisar junto a un director un guión cuando crees que ya lo has hecho bien. Pero Hill sólo aportó cosas buenas”, señala Goldman. Junio y julio de ese año se dedicaron a esa labor. Una de esas reescrituras afectó al personaje femenino. “Odio el papel de comparsa de las mujeres en las películas de acción y por eso nos importó mucho cuidarlo”.<br />EL REPARTO<br />El reparto fue más complejo. A inicios de 1967, mucho antes de que Goldman hubiera vendido el proyecto a la Fox se reunió con Paul Newman en Tucson (Arizona). Allí el actor estaba rodando Hombre, un western crepuscular. A Newman le gustó tanto el libreto (y se vio en el papel de Sundance) que llegó a hablar con Steve McQueen sobre la posibilidad de interpretarlo juntos –hecho que a McQueen le interesó- e incluso de comprar el libreto a partes iguales –decisión que enfrió el ardor de McQueen-. Goldman había escrito el personaje de Butch pensando en Jack Lemmon, en su caracterización de Cowboy. Y a Newman le colocaba como Sundance tras verle como Billy el Niño en El Zurdo. Richard Zanuck, la cabeza visible de la Fox, estaba de acuerdo con Newman, nada con Lemmon y además quería un tono de amabilidad: no le gustaba que dos chicos malos fueran héroes. Hill y Goldman aguantaron la presión. Al director no le volvía loco McQueen y sí Newman, pero éste también había ido alejándose del proyecto. No se sentía cómodo en la comedia. Hill le explicó que el humor no surgía de los personajes sino de las situaciones. Finalmente Newman llegó a un acuerdo por 750.000 dólares. MacQueen entró en las negociaciones. Llegaron a alcanzar un compromiso sobre cómo debían colocarse los nombres de las dos estrellas en los créditos. La legendaria inseguridad de McQueen le llevó en último momento a renunciar, para alivio de Hill. Con McQueen fuera, Hill propuso a Robert Redford. Le conocía desde 1962 y Redford acababa de triunfar con Descalzos en el parque. “Yo había leído el guión y claro que me atraía, pero era joven, había mucha gente luchando por esos personajes y no pensé que me tocaría: en Fox no paraban de decirme que contaban con McQueen”, apunta Redford. A Newman, sin embargo, no le atraía mucho la propuesta porque le parecía un rostro “de abogado de Walt Street” (al final, decidió dejar la decisión en manos de Hill). El jefe de la Fox pensó en Marlon Brando, aunque charló con Warren Beatty: éste rehusó porque acababa de terminar Bonnie and Clyde. Goldman, Newman y Hill hicieron piña: tenía que ser Redford. Newman encarnaría a Sundance Kid; Redford, a Butch Cassidy. El último giro lo dio Robert Redford. Zurdo como Sundance, comentó con Hill y Zanuck la posibilidad de intercambiar los roles. Con Newman en el papel de Butch, el filme cambió su nombre al definitivo Butch Cassidy and The Sundance Kid.<br />EL DIRECTOR: GEORGE ROY HILL<br />El rodaje arrancó el 16 de septiembre de 1968 en Durango (Colorado). En el estudio no habían dejado margen para el error al proyectar doce semanas de rodaje. Por miedo a las nevadas invernales, los productores decidieron que la filmación arrancara en el primer asalto al tren. Newman empezó a comportarse de modo extraño. No sólo le ponían nervioso los caballos, sino que en su interpretación añadió unas exageradas notas de humor que sacaron de quicio a Hill. Era su miedo a no ser lo suficientemente cómico: “Hill es verdaderamente un director en el mejor sentido de la palabra. Cuando tú estás carburando una idea, te deja solo. Cuando te desmandas, te devuelve al redil”, Hill insistía en que no cambiara lo ensayado, en que no fuera gracioso. “Los personajes no eran la semilla del chiste sino las situaciones”. Newman poco a poco fue convencido. Según Redford “George Roy Hill te daba el espacio para crear. Echaba del rodaje a todo el que no fuera imprescindible –el equipo técnico superaba los 165 técnicos-, era muy disciplinado en el trabajo y tenía todo preparado. Además Paul y yo desarrollamos una amistad que Hill supo trasladar a la pantalla. Llevó lo de fuera adentro y acertó”. Los dos protagonistas coinciden en que fue la filmación más divertida y productiva de su carrera. Para Katharine Ross, “el guión lo tenía todo: humor, tragedia, romance, en cantidades perfectas”. Ella no acabó jamás de sentirse cómoda por culpa de un incidente que ocurrió durante las primeras jornadas. Rodando los atracos de los trenes, Hall usaba cinco e incluso seis cámaras. Sólo disponía de cuatro operadores. Ross se acercaba al rodaje y manejó una de las cámaras: “yo tenía el sueño desde hacía años de ser la primera mujer camerógrafa”, además era la pareja de Conrad Hall. Cuando finalizó la toma, Hill montó en cólera. Le prohibió retornar al plató si no aparecía su personaje. “Me hundió y me afectó para el resto de la película”. Katharine Ross nunca estuvo a gusto. En cambio Newman confesó que “aquel rodaje fue un ejemplo perfecto de la creación de una película como experiencia comunitaria. Todo el mundo estaba comprometido y todos aportábamos algo”. Redford asegura que allí mismo Newman olfateaba el éxito. “Me decía: ‘Bienvenido a tu primera película de 20 millones de dólares’. Con el tiempo, desde luego está claro que me cambió la vida. Me colocó en la cúspide”. La confraternización entre Redford y Newman sirvió para superar un peligroso escollo: el agente de Newman creía que Redford le robaba muchas secuencias y que tenía demasiados primeros planos. A su representado le daba igual y no le hizo el menor caso. El guión se rodó íntegramente; en la sala de montaje se cayeron dos secuencias. En una, los protagonistas se ven a sí mismos muriendo en una sala de cine; en otra, observamos como Etta les deja. Hill aseguraba que cortaban el hilo narrativo. Goldman también creyó que sobraban esos momentos. A cambio, confirmó lo importante que es la persecución de la patrulla y su duración en el metraje para que el espectador entienda el salto a Bolivia y asista con emoción a su final. Hill ya tuvo un primer copión el 20 de abril. Pulido se proyectó al público de San Francisco el 9 de agosto. Tras ese pase se redujeron los elementos cómicos. El gran estreno tuvo lugar en Durango (Colorado), donde se había rodado gran parte del filme, el 2 de septiembre de 1969, el lanzamiento nacional el 24 de octubre, tras un estreno limitado en Nueva York el 23 de septiembre, las críticas no fueron buenas, la taquilla sí. Los Óscar, el 7 de abril de 1970, fueron injustos con el filme en una edición en que se vivió una cruenta batalla entre el viejo y el nuevo Hollywood. Entre los filmes con candidaturas estaban: Grupo Salvaje, Danzad, danzad malditos, y Cowboy de Medianoche, pero también Valor de ley (estatuilla para John Wayne al mejor actor), Ana de los 1000 días y Hello, Dolly. Dos hombres y un destino, candidata a siete galardones, se llevó los destinados a mejor guión, canción, fotografía y banda sonora. A Robert Redford le cambió la vida: “¿Mis dos grandes trabajos? Dos hombres y un destino era el más divertido y también en el que me muestro mi parte más oscura. La mayor satisfacción fue Todos los hombres del presidente, porque todo el mundo nos dijo que no podríamos hacerla y que a nadie le interesaba el Watergate”. En homenaje, Redford bautizó con el nombre de su personaje, Sundance, el festival de cine independiente que instauró, y aún preside en Park City (Utah).<br />BUTCH CASSIDY<br />William Goldman, el guionista, comenta que Cassidy no era un pistolero. No mató a nadie hasta que llegó a Sudamérica. Tampoco sabía pelear, no era fuerte. Ni siquiera planeaba los golpes o la estrategia. Goldman lo cuenta: “Hombres arrogantes y brutales. Y allí a la cabeza estaba Cassidy. ¿Por qué? La respuesta es increíble pero cierta: le caía bien a la gente. A todo el mundo. A veces, cuando le seguían, llegaba a un rancho y más o menos decía: ‘Mire usted, soy Butch Cassidy y me vienen siguiendo; les estaría muy agradecido si me escondieran una temporadita’. Y lo hacían”. Entre los bandidos estadounidenses, sólo Butch y Jesse James conocieron la fama y la vida. Hay una anécdota que resume muy bien el carácter de Butch y que Goldman siempre se queja de no haberlo sabido plasmar en el guión: “Cuando era joven Butch estuvo en la cárcel de Wyoming, Fue llevado ante el gobernador con la posibilidad de quedar en libertad provisional. El gobernador le dijo: ‘Le dejaré libre si me promete ir por el buen camino’. Y Butch respondió: ‘No puede ser’. Naturalmente, el gobernador se quedó estupefacto y, antes de que pudiera decir nada, Butch siguió hablando y le hizo la siguiente oferta: ‘Haré un trato con usted’, le dijo (un convicto, ofreciendo un trato al gobernador), ‘le prometo que si me deja libre, nunca volveré a quebrantar la ley en Wyoming’. Y el gobernador aceptó el trato, puso en libertad a Butch… y Butch nunca volvió a quebrantar la ley en Wyoming. Si la banda hacía algo allí, él no iba”. (Escena nº 1, Butch Cassidy y Harvey Logan).<br />SUNDANCE KID<br />El largometraje comienza con una proyección en blanco y negro de un filme sobre Cassidy y Sundance (en referencia al rodado en 1905 y muy probablemente ellos llegaron a ver). Los primeros ocho minutos podrían ser más bien un corto. Un corto en blanco y negro rodado con maestría. Los dos personajes se presentan. Mientras Butch examina un banco, Kid juega una partida de cartas. Ante la acusación de tramposo tiene que hacer gala de su habilidad con el revólver. (Escena nº 2, la partida de cartas).<br />ETTA PLACE<br />Por el cañón los dos pistoleros logran escapar de la banda de Lefors. Etta los espera con ansiedad en el porche de la casa. Ha leído los periódicos. Teme por sus vidas. Cassidy y Kid reaparecen. Etta se funde con los dos en un gran abrazo. Se confirman las sospechas Lefors y Baltimore estaban formaban el grupo de perseguidores. E. H. Harriman los ha contratado para capturarlos vivos o muertos. No descansarán hasta conseguirlo. Nuestros forajidos planean ir a Bolivia. Desaparecer de los EEUU. Piden a Etta que los acompañe, si ella quiere. Pero pone una condición, no les verá morir. Se perderá esa última escena. (Escena nº3)<br />EL SHERIFF RAY BLEDSOE<br />Mientras huyen llegan a la oficina del Sheriff Ray Bledsoe. Quieren alistarse en la guerra contra los españoles. El Sheriff intenta disuadirlos. Hace un retrato de los dos personajes. El ejército no les perdonará su pasado. Son dos forajidos de poca monta cuya época ha pasado. Su final será la muerte sólo tienen que elegir el lugar. (Escena nº 4). <br />EL SALTO<br />Uno de los momentos espectaculares de la película es el momento del salto. El diálogo es chispeante. Forma un punto de inflexión de la película. En Colorado filmaron el diálogo entre Sundance y Cassidy y su carrera hacia el vacío (en realidad, aterrizan en plataformas). Sin embargo, el agua del río era muy poco profunda como para arriesgar la vida de los especialistas. Así que la caída y la zambullida se realizaron en Malibú (California) en un rancho de la Fox, donde se imitó el barranco con efectos visuales. (Escena nº 5)<br />EL PASEO EN BICICLETA, MOMENTOS FELICES<br />La secuencia del paseo en bicicleta se rodó en un parque natural de Utah, George Roy Hill le pidió a Newman que improvisara algo, y el actor dio lo mejor de sí con las acrobacias sobre la bicicleta. Por imposición de la Fox, fue doblado por un especialista en el choque contra la valla. Goldman recuerda que la vaca dio mucha guerra y Redford que no le gustaba la canción Raindrops keep falling on my Head. Etta pregunta a Butch si no hubiera conocido a Sundance se hubieran prometido. Butch contesta que ella ha montado en su bicicleta y en muchos países musulmanes eso es ya un acto de prometida. (Escena nº 6).<br />FINAL<br />La química de Dos hombres y un destino se volverá a repetir en El golpe. Esta vez sí ganó la estatuilla a Mejor director en 1973. Cuando en la primavera de 1970 comenzó su carrera comercial por el Reino Unido, el largometraje llevaba recaudados 46 millones de dólares. Fuera de EEUU ganó otros 50 millones. Como dijo Paul Newman, con esas ganancias hubieran sido dos grandes protagonistas de una larga serie: “Lástima que los matemos al final”.<br />