El documento presenta la historia de Zopiro, un general persa que se mutiló a sí mismo para engañar a los enemigos de Babilonia y convencerlos de darle el mando de su ejército. Su plan funcionó y pudo tomar la ciudad fácilmente para el rey Darío. Luego, el documento discute la importancia de establecer objetivos comunes, coordinar roles y compartir los resultados entre los miembros de un equipo para lograr excelentes resultados trabajando juntos de manera armoniosa.
1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 38, septiembre 2009
Foto:Baharri
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Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“Dario, espantado, vio a Zopiro con la nariz
mutilada,sinorejasycubierto de heridas.
-“¿Quién te ha puesto así?”, preguntó el rey.
-“Yo mismo. Tus enemigos están encerrados
en Babilonia y es necesario ocupar la ciudad.
Yo me presentaré a ellos y diré que tú me has
hecho mutilar a causa de unas rencillas. Me
creerán y yo los convenceré para que me
concedan el mando de su ejército para
vengarme de ti. Me lo concederán y tengo
planeada una emboscada con la que podrás
tomar Babilonia sin esfuerzo”.
Todo sucedió así, y un día preguntaron al rey:
- ¿Cual es, de tus bienes, el que querrías que se
multiplicase por cien?
- “Zopiro”, fue la respuesta.
(Carlos Fisas, Historias de la Historia)
Los criadores de animales buscan ejemplares
de cuyo cruce surja una excelente camada. En
nuestra vida se cruzan muchas personas y con
algunas podemos alcanzar una complicidad tal,
que de lugar a un excelente equipo, a una
camada… social. Aunque dicen que quienes
viven o trabajan juntas se parecen, el parecido
es solo en lo mejor, si se aprecian. Si se odian
el parecido es en lo peor. Además, muchas
personas viven y trabajan juntas pero no
unidas; ni se aprecian ni se desprecian, son
neutras. Tampoco así surge una camada. No
se llega al ”nosotros” a base de sumar
“yoes”. Un buen equipo no está compuesto
por personas excepcionales, sino por
personas normales que logran resultados
excelentes, cuidando tres ingredientes que
les tornan más amables:
- Adaptar e integrar objetivos. Los
intereses comunes nos unen y los distintos
nos separan, salvo que los hagamos
compatibles. Son muchas las empresas que
se disuelven y los matrimonios que se
divorcian porque partieron, desde un punto
común de necesidad, hacia deseos
diferentes; pero en el camino se perdieron o
encontraron compañías que perseguían
metas más estimulantes. ¿Cómo encontrar
juntos el norte? estableciendo e integrando
objetivos.
- Coordinar papeles y obligaciones. El
sentido de propiedad es básico en las
personas y en el espacio social hay un
terreno que no nos gusta que nadie nos pise:
nuestro papel. No es grato que se metan en
nuestros zapatos para sermonearnos,
diciéndonos lo que debemos hacer o no.
Podemos coordinarnos sin invadirnos. No es
sensato encadenar a quienes están
voluntariamente a nuestro lado, a quienes se
ha de estimular a mayor grado de libertad y
no al revés.
- Compartir el resultado de los esfuerzos
realizados. Hay que disfrutar juntos del éxito
y apoyarse mutuamente tras la derrota.
Seamos justos o tendremos que tirar solos
del carro, tras crear rencor en el equipo:
“AA vveecceess ssuucceeddee aassíí eenn llaa vviiddaa:: ccuuaannddoo ssoonn
llooss ccaabbaallllooss llooss qquuee hhaann ttrraabbaajjaaddoo,, eess eell
ccoocchheerroo eell qquuee rreecciibbee llaa pprrooppiinnaa”.