Este documento discute cómo el miedo controla muchas facetas de nuestras vidas y motiva otras pasiones como la pereza, la ira y la soberbia. El miedo nos hace reaccionar rápidamente diciendo "no" a las dificultades y "sí" a las facilidades para evitar el sufrimiento y la pérdida. Sin embargo, se puede liberar del miedo aceptando los peores escenarios, persiguiendo las metas, usando el humor y el amor, y recordando que el peligro es real pero el miedo
1. PPáánniiccoo
Nº 77 Junio 2013 www.fvmartin.net http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Efrén Martín, gerente de FV y profesor de Deusto Business School
De las emociones básicas, el miedo es la
que más control ejerce en más facetas de
nuestra vida, ya que puede mezclarse y
confundirse fácilmente con otros asuntos y
cualidades: por temor a la soledad se
simula empatía y simpatía, por horror a la
pobreza se desarrolla laboriosidad, por
angustia ante el conflicto se es colaborador
y por fobia a la enfermedad se siguen
costumbres saludables. Incluso se actúa
de forma temeraria para no ser acusado de
cobardía.
Este deseo de seguridad y conservación
mueve los hilos del resto de pasiones;
ansiando no ser desposeído de energía,
derechos y ego (pereza, ira y soberbia) y
poseer (gula, lujuria, avaricia y envidia).
Como motivador nos doblega rápido. A
toda dolorosa dificultad decimos de
inmediato ¡no! y a toda placentera facilidad
¡sí! Por no sufrirlas ni perderlas, cedemos
al miedo el control de nuestras vidas.
Cualquier cosa -real o imaginaria- puede
activar la espoleta del terror o ser objeto de
fobia; que en su grado máximo se percibe
como el fin de la existencia; aunque actual
mente un ataque de pánico supone pavor a
perder fortuna, honor o cordura, no la vida.
El equilibrio emocional no es factible sin
dominar lo que nos domina y desequilibra.
Pero llevar al extremo el consejo de
“temer al temor”, puede generar ansiedad
de anticipación; con lo que la solución
duplica el problema. Problema que la
filosofía oriental abordó con un elegante
quiasmo: “El que teme sufrir ya sufre el
temor”. Unamuno, con su sentimiento
trágico de la vida, escribió: “La reflexión
aumenta el miedo. Los hombres que no
piensan en la muerte no la temen.
Pensar y no actuar es manantial de
miedo.”
Puedes liberarte de varias maneras:
Acepta serenamente el peor escenario de
daños y el miedo disminuirá.
Persigue tus metas. El temor quedará
rezagado y no te alcanzará.
¡Ataca con la risa!, pues la alegría es la
emoción incompatible que lo debilitará.
Con el amor, el otro gran resorte de la vida.
El peligro es real pero el miedo es mental
y sólo tú puedes ahuyentarle de tu vida.
¡Véncelo!, porque como afirma E. Punset:
Un ser miedoso no puede ser feliz
La Peste se dirigía a Damasco y pasó velozmente
junto a la tienda del jefe de una caravana en el
desierto.
-“¿A dónde vas con tanta prisa?” Le preguntó el jefe.
-“A Damasco. Pienso cobrarme un millar de vidas.”
De regreso de Damasco, la Peste pasó de nuevo junto
a la caravana.
Entonces le dijo el jefe:
-“¡Ya sé que te has cobrado 50.000 vidas, no el millar
que habías dicho!”
-“¡No! -le respondió la Peste-, yo sólo me he cobrado
mil vidas. El resto se las ha llevado el Miedo.”
(Anthony de Mello, S.J.)