Cada vez son menos los empleos que responden bien a los incentivos económicos. En los “trabajadores del conocimiento” el dinero, superando un nivel satisfactorio, no eleva la felicidad… ni la productividad.
¿Puede extrañar que estas investigaciones hayan encontrado su más intensa aplicación en el sector que las financia, es decir, la banca? La correlación negativa entre elevada remuneración y rendimiento, al menos en el sector financiero, se constata en las decisiones ruinosas de inteligencias obnubiladas.
1. Efrén Martín, gerente de FV y profesor de Deusto Business School
EEnntthheeooss
Nº 89 mayo 2014 http://confidenciasdeungerente.blogspot.com www.fvmartin.net
Cada vez son menos los empleos que responden bien a los incentivos económicos. En los “trabajadores del conocimiento” el dinero, superando un nivel satisfactorio, no eleva la felicidad… ni la productividad.
¿Puede extrañar que estas investigaciones hayan encontrado su más intensa aplicación en el sector que las financia, es decir, la banca? La correlación negativa entre elevada remuneración y rendimiento, al menos en el sector financiero, se constata en las decisiones ruinosas de inteligencias obnubiladas: Altos directivos, que arruinaron sus empresas para ganar desorbitados bonus; dando la razón a Friedrich von Schiller: “No existe ningún hombre que si puede ganar el máximo se conforme con el mínimo”. Trabajadores prejubilables que no disimulan su hastío y parecen despreocuparse de los resultados de su trabajo, incluso si está bien pagado. Dicha actitud pide a gritos un recambio prematuro; aliviando a las entidades de desmotivación, improductividad y costes; que pagan los jóvenes de relevo y el resto de la sociedad.
El dinero puede ser la consecuencia de resultados excelentes o la causa de un desempeño deficiente. Todo depende de la pregunta que nos hagamos:
¿Dónde puedo aprender y aportar más?
¿Dónde puedo ganar más?
La motivación intrínseca cuesta menos y rinde más porque no enajena la inteligencia. Podríamos concebirla como la re-unión, alianza y atadura del carácter y la competencia con un enorme poder interior; que antaño fue llamado entheos: entusiasmo, exaltación, inspiración y lucidez. La fuerza de quien lleva en sí “un ser de luz”: un dios.
La motivación extrínseca, llamada en su día becerro de oro, se consideraba motor de muchos males. Para Jacque Fresco, sólo hay una forma de acabar con la corrupción: acabar con el dinero. Pero actualmente, por razones obvias, el dinero es el primer factor para elegir trabajo; habiendo aumentado en un 10% su importancia respecto a 2013 (informe Employer Branding), mientras el compromiso baja.
El desinteresado entusiasmo y el entusiasta interés, son las dos luminarias que nos atraen como a insectos. Pero no podemos “encender una vela a Dios y otra al diablo”, pues son faros incompatibles: “Es tan difícil para el sabio llegar a ser rico, como para el rico llegar a ser sabio”.
La sociedad del conocimiento, por el camino de amasar fortuna, no tiene futuro. Reforzar económicamente a las élites y a las masas alimentará nuestra “prepotencia aprendida”, junto a la falta de ética y la incompetencia.
El brillo material eclipsa la luz de la inteligencia
Se realizó un estudio de desempeño en tareas MENTALES, con 3 niveles de incentivo. Las personas del nivel medio de recompensa no rindieron mejor que las que recibieron la menor compensación. Pero, las personas que recibieron la mayor retribución fueron las más ineficientes.
CONCLUSIÓN: “En 9 de cada 10 tareas que examinamos a través de tres experimentos, vimos que cuanto mayores incentivos externos se utilizaban, peor rendimiento se conseguía” (D. ARIELY, U. GNEEZY, G. LOWENSTEIN, &. N. MAZAR, Federal Reserve Bank of Boston Working Paper No. 05-11, July. 2005).
NOTA: en tareas FÍSICAS, los incentivos sí incrementan el desempeño.