1. UNIDAD TEMÁTICA 7
EL GIRO EPISTEMOLÓGICO EN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
En el siglo XX ha ocurrido un acontecimiento cuyas consecuencias aun no llegamos a comprender
completamente: el Concilio Vaticano II. Un Concilio Ecuménico con las características que tuvo el
Vaticano II, no podía dejar de tener, como efectivamente ha tenido, grandes repercusiones respecto
del actuar de la Iglesia en medio de los hombres, respecto de su labor pastoral. Si reconocemos a la
doctrina social de la Iglesia como parte de la misión evangelizadora confiada por Cristo a la Iglesia,
es evidente que el Vaticano II ha tenido consecuencias en relación al Magisterio social. A la
influencia el Vaticano II en la manera de elaborar la enseñanza social del magisterio se le denomina
«giro epistemológico»; y es, precisamente, sobre ese tema que nos ocuparemos en esta Unidad.
7. 1. EL GIRO EPISTEMOlÓGICO EN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA A
PARTIR DEL CONCILIO VATICANO II
Al estudiar en la Unidad anterior el tema de la naturaleza de la DSI a partir del magisterio social
posterior al Concilio Vaticano II, hemos profundizado en su estructuración epistemológica. En la
presente sección abordaremos el tema del cambio epistemológico que se dio en la DSI a partir del
Concilio Vaticano II, de modo que ha llegado la DSI postconciliar a tener la estructura
epistemológica que hemos conocido.
Al abordar el tema del cambio epistemológico de la DSI a partir de la eclesiología del Vaticano II,
conviene recordar que la DSI se origina del «encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias
éticas con los problemas que surgen en la vida de la sociedad». Al estar situada en esa relación
dialogal, el cambio de cualquiera de los dos participantes en el diálogo trae consigo cambios en la
estructuración de la misma DSI. Por ello no han sido indiferentes a la DSI los cambios ocurridos en
la sociedad desde su primer documento, la Rerum Novarum en 1891, hasta la conmemoración de su
centenario con la Centesimus annus, en 1991. Mas aún, los cambios sucedidos en el ámbito social
han tenido un eco relevante en la DSI cuando incluso han motivado que en el Concilio Vaticano II
la Iglesia se pregunte respecto de cómo plantear frente a estas nuevas circunstancias su relación con
el mundo, y esto haya generado el planteamiento de una nueva perspectiva eclesiológica.
La realidad de la cuestión social a la cual pretende responder el Vaticano II, ha variado en los últimos
cien años en función básicamente de tres fenómenos:
1) La mundialización del problema social, que hoy ya no se reduce a patrones y obreros, sino
que tiene dimensión mundial,
2) La evolución de las ideologías, que han ido modificando sus planteamientos iniciales,
acercándose entre sí y desapareciendo prácticamente algunas;
3) A la vez, las clases sociales han evolucionado de forma notable.
A esta realidad pretende responder la Constitución Pastoral «Gaudium et Spes» del Concilio
Vaticano II, «[...] en la cual, en sintonía con la renovación eclesiológica, se refleja una nueva
concepción de ser comunidad de creyentes y pueblo de Dios [...]», y en general todo el Concilio.
El Vaticano II significa, en síntesis, un aporte fundamental que traerá consecuencias en la DSI ante
todo, la reconciliación de la Iglesia con la sociedad moderna. Esto significa que ahora la Iglesia
2. acepta como un reto para su propia misión la situación histórica de una sociedad que ha derivado en
secular y pluralista. La nueva actitud propugnada por el Concilio frente a la sociedad moderna, traerá
consigo una revisión de la función de la Iglesia en la sociedad, y por ello, la revisión de los
presupuestos desde los cuales se desarrolla la tarea de la Iglesia en el mundo de hoy.
A partir de la pregunta por su que hacer, la Iglesia en el Concilio se pregunta por su ser. Frente a la
tentación de poner la esencia de la fe en una vivencia intimista, el Vaticano II pone en el centro
mismo de la autocomprensión de la Iglesia su proyección hacia afuera. Esto traerá consecuencias:
Naturalmente, la respuesta a esta pregunta condiciona la manera de concebir su función en la
sociedad, o la forma concreta como va a desempeñar en este mundo de hoy su misión
evangelizadora.
7.2. ESTRUCTURACIÓN DEL GIRO EPISTEMOLÓGICO
7.2. 1. Antecedentes
A partir del Concilio Vaticano II se lleva a cabo lo que se ha llamado un «giro» epistemológico en
la estructuración de la DSI. Sin embargo, esto no sucede de improviso. El cambio en la
estructuración epistemológica de la DSI, si bien tiene como eje fundamental los documentos
emanados del Concilio, registra antecedentes previos al mismo Concilio, aunque en la línea de los
grandes movimientos de renovación que en él se expresaron, que señalaremos a continuación.
Primeramente nos fijaremos en un breve fragmento del Mensaje Navideño de 1955 del Papa Pío
XII. Como en otros tantos aspectos, al parecer también en lo que respecta a la DSI el magisterio de
Pío XII es precursor:
Los cristianos a quienes nos dirigimos aquí deberían saber mejor que los rostros, que el Hijo de
Dios hecho hombre es el único sostén sólido de la humanidad, también en la vida social e histórica
y que, al asumir la naturaleza humana, ha confirmado su dignidad como fundamento y regla de este
orden moral.
La referencia hecha en este mensaje por Pío XII al Hijo de Dios como fundamento y regla del orden
moral de la vida social e histórica de la humanidad señala el derrotero por el cual se irá desarrollando
posteriormente la DSI.
Si bien la estructuración epistemológica del magisterio social en él es claramente anterior al
Vaticano, y el mismo Pío XII insistió en el derecho natural como fuente de la DSI, será la idea
expresada en este texto la que se irá consolidando cada vez más, en tanto que vaya tomando forma
una cada vez más fuerte crítica al derecho natural como fuente de la DSI.
El magisterio de Juan XXIII en materia social representa claramente un encaminar la DSI hacia la
estructuración epistemológica que surgirá de la eclesiología propia del Vaticano II. Primeramente,
en él se abre la mirada de la DSI para ampliar la perspectiva de la llamada «cuestión social», en
cuanto a los ámbitos sociales y geográficos que abarca:
3. Después de la segunda guerra mundial la Iglesia se encontró ante una situación nueva bajo muchos
aspectos: la «cuestión social» restringida inicialmente a la clase obrera, sufrió un proceso de
universalización que implicó a todas las clases sociales, a todos los Países ya la misma sociedad
internacional, en la que afloraba cada vez más el drama del Tercer Mundo.
Juan XXIII amplía significativamente el ámbito de la cuestión social y lo extiende a los problemas
derivados de los desequilibrios entre sectores económicos y regiones, en un país, e incluso entre
países.
Si la ampliación del ámbito de la cuestión social es una novedad significativa para el Magisterio
social, lo es más todavía la doble inserción que Juan XXIII hace del dinamismo como elemento
constitutivo de la DSI. La concepción dinámica de la DSI se hace presente, primeramente en cuanto
Juan XXIII afirma como responsabilidad de su magisterio el enseñar « cómo había de aplicarse la
doctrina católica en el campo social, en consonancia con los cambios de la época». Adicionalmente,
el dinamismo es introducido también en cuanto que: «El principio capital, sin duda alguna, de esta
doctrina afirma que el hombre es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones
sociales…».
La doble introducción del dinamismo en la estructuración de la DSI, desde la adaptación a los
cambios de la época, y en cuanto se subordinan las instituciones sociales al hombre, trae consigo el
que Juan XXIII vaya dejando de usar en sentido estático el concepto de derecho natural.
Este dinamismo introducido en la DSI se verá reflejado en lo que Juan XXIII señala como método
de la DSI, que concibe como «…tres fases de un mismo proceso, que suelen expresarse con estos
tres verbos: ver, juzgar y obra. La utilización de este método manifiesta el deseo de evitar que la
DSI se reduzca a un conjunto de principios abstractos sin raíces en la realidad.
La novedad entregada por el magisterio social de Juan XXIIII en cuanto a su estructuración
epistemológica, que es antecedente e impulso del giro que se marcará con el Concilio, puede
resumirse en que:
Más que argüir desde el derecho natural y la razón, se acude a lo impírico y sociológico y a una
visión de fe para fundamentar las afirmaciones. Sin perder de vista a los creyentes, y la DSI aporta
a la humanidad lo más específico que tiene la Iglesia: la Revelación.
Ahora bien, aunque no lo abordemos como tema de investigación, no podemos dejar de señalar que
esta «evolución supone un cambio en la concepción de las relaciones entre la Iglesia y el mundo.
7.2.2. El giro epistemológico en el Magisterio Social de Pablo VI
El magisterio social del Papa Pablo VI (copletamente inserto en el ambiente del Concilio Vaticano
II y como prolongación de él) hace eco de las críticas que en el contexto conciliar surgieron hacia la
DSI tal como había venido siendo elaborada hasta ese momento.
Las críticas formuladas a la DSI se encontraban centradas en su estructuración epistemológica. Se
criticaba que en la estructuración de la DSI, fundamentalmente hasta Pío XII, confluían postulados
de cualidad ontológica originados principalmente en un derecho natural entendido con
características de invariabilidad y validez universal, y la exigencia de una interpretación eclesial
4. auténtica. Ambos elementos devinieron en aislar el pensar eclesial de los desarrollos
contemporáneos, trayendo consigo la formación de una pensamiento ahistórico, con lo cual la Iglesia
vino a ser una subestructura cultural aislada.
Además, también se cernía sobre la DSl la sospecha de sesgo ideológico, al deducir sus normas de
una naturaleza incuestionada, y hacer de esas normas el patrón de la realidad social, política y
económica, sin poner ella misma en tela de juicio esas normas. Esto traía consigo, según los críticos,
una lamentable falta de atención frente a ideologías subliminales que de esa manera se hacían
presentes en la DSI.
En la encíclica Ecclesíam suam, que fué su encíclica programática, Pablo VI define su ministerio
respecto de lo temporal señalando que: «el diálogo debe caracterizar nuestro ministerio apostólic».
En este espíritu de diálogo con el mundo es que se entiende el recurso hecho por Pablo VI a citas de
autores “profanos”, en número significativo en la encíclica sobre el desarrollo de la Populorum
progressío. Con esto el Papa expresaba el deseo de diálogo de la DSI con las ciencias sociales, como
la economía o la sociología, e incluso con otras culturas. A partir del diálogo, concepto básico
estructurante de su magisterio social, entendemos que, en un contexto histórico de compromiso
diverso de los fieles y las comunidades cristianas según las regiones, los sistemas sociopolíticos y
las culturas a que pertenecen, presente la DSI reconociendo también sus limitaciones:
Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también
proponer una solución con valor universal. Incumbe a las comunidades cristianas analizar con
objetividad la situación propia de su país, esclarecerla mediante la luz de la palabra inalterable del
Evangelio, deducir principios de reflexión, normas de juicio y directrices de acción según las
enseñanzas sociales de la Iglesia.
Esto significa afianzar el valor de la conciencia personal del creyente, iluminada por la DSI y en
comunión con la Iglesia, lo cual refleja el alto concepto del cristiano que tenía Pablo VI, Y es una
expresión más del profundo espíritu conciliar de este Papa, pues:
No es un secreto que la atención a la conciencia personal, defendida ya en el Nuevo Testamento y
presente en lo mejor de la tradición cristiana, ha estado más reconocida en la Iglesia a partir del
Concilio Vaticano II.
Ahora bien, el que Pablo VI reconozca las limitaciones de la DSI y admita, respecto a su aplicación,
el lugar que corresponde al discernimiento de las comunidades cristianas frente a consigo, según los
críticos, una lamentable falta de atención frente a ideologías subliminales que de esa manera se
hacían presentes en la DSI.
En la encíclica Ecclesíam suam, que fué su encíclica programática, Pablo VI define su ministerio
respecto de lo temporal señalando que: « el diálogo debe caracterizar nuestro ministerio apostólico
». En este espíritu de diálogo con el mundo es que se entiende el recurso hecho por Pablo VI a citas
de autores “profanos”, en número significativo en la encíclica sobre el desarrollo de la Populorum
progressío. Con esto el Papa expresaba el deseo de diálogo de la DSI con las ciencias sociales,
como la economía o la sociología, e incluso con otras culturas. A partir del diálogo, concepto básico
estructurante de su magisterio social, entendemos que, en un contexto histórico de compromiso
diverso de los fieles y las comunidades cristianas según las regiones, los sistemas sociopolíticos y
las culturas a que pertenecen, presente la DSI reconociendo también sus limitaciones:
5. Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también
proponer una solución con valor universal. Incumbe a las comunida descristianas analizar con
objetividad la situación propia de su país, esclarecerla mediante la luz de la palabra inalterable del
Evangelio, deducir principios de reflexión, normas dejuicio y directrices de acción según las
enseñanzas sociales de la Iglesia.
Esto significa afianzar el valor de la conciencia personal del creyente, iluminada por la DSI y en
comunión con la Iglesia, lo cual refleja el alto concepto del cristiano que tenía Pablo VI, Y es una
expresión más del profundo espíritu conciliar de este Papa, pues:
No es un secreto que la atención a la conciencia personal, defendida ya en el Nuevo Testamento y
presente en lo mejor de la tradición cristiana, ha estado más reconocida en la Iglesia a partir del
Concilio Vaticano II.
Ahora bien, el que Pablo VI reconozca las limitaciones de la DSI y admita, respecto a su aplicación,
el lugar que corresponde al discernimiento de las comunidades cristianas frente a realidades
particulares. no significa que abdique de la posibilidad de un magisterio en DSI. En el documento
antes citado. Pablo VI afirma:
Frente a tantos nuevos interrogantes, la Iglesia hace un esfuerzo de reflexión para responder,
dentro de su propio campo, a las esperanzas de los hombres.... La enseñanza social de la Iglesia
acompaña con todo su dinamismo a los hombres en esta búsqueda
El Papa afirma entonces la posibilidad y la necesidad de la DSI, dentro de la estructuración por él
antes planteada, prioritariamente como un proceso de análisis, juicio y discernimiento para la acción.
Proceso en el cual entiende que participa toda la comunidad cristiana, actuando la jerarquía como
responsable de la dimensión doctrinal, y animadora de este proceso.
Esta conciencia de la responsabilidad que a todos incumbe en la Iglesia ha ido ganando fuerza a
partir sobre todo del Vaticano II y la eclesiología que a partir de él se desarrolló.
En el magisterio social del Papa Pablo VI se podría situar entonces un claro punto de inflexión
respecto a la estructuración epistemológica de la DSI, que madura posiciones ya esbozadas en Pío
XII, y desarrolladas en Juan XXIII. Este giro epistemológico es claro que refleja las relaciones
Iglesia-Mundo, por tanto la eclesiología, tal como son planteadas por los documentos del Vaticano
II. En concordancia con Camacho podemos señalar tres puntos de inflexión en Pablo VI:
Desnaturalización de la visión del hombre y de la sociedad, para acentuar su dimensión histórica;
desprivatización de la cuestión social y reconocimiento de su dimensión política;
desnormativización del magisterio socialy reconocimiento de la legitimidad de un cierto pluralismo
de opciones temporales.
7.2.3. El giro epistemológico en el Magisterio Social de Juan Pablo II
Al publicar su programática encíclica Redemptor homínís, Juan Pablo II entrega las líneas en que
fundamentalmente insistirá en la estructuración epistemológica de su magisterio social. Así, en
Redemptor homínís, n. 13, recuerda que el misterio de la Encarnación es el fundamento de la DSI,
así como de toda la misión de la Iglesia:
6. Cristo Señor ha indicando estos caminos sobre todo cuando como enseña el Concilio “mediante la
encarnación del Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre». La Iglesia divisa por
tanto su cometido fundamental en lograr que tal unión pueda actuarse y renovarse continuamente.
Asimismo, en el siguiente número de su programática encíclica presentará al hombre como objeto
del Magisterio Social, al decir:
Este hombre es el camino de la Iglesia, camino que conduce en cierto modo al origen de todos
aquellos caminos por los que debe caminar la Iglesia, porque el hombre todo hombre sin excepción
alguna ha sido redimido por Cristo, por que al hombre cada hombre sin excepción alguna se ha
unido Cristo de algún.
La primera encíclica propiamente «social» de Juan Pablo II, Laborem exercens, aportará como
elemento propio, en cuanto a la estructuración de su doctrina, el recurso a fuentes específicamente
teológicas, sobre todo, a las Sagradas Escrituras. Además, recurrirá al magisterio anterior en materia
social, y abundantemente a Santo Tomás. En esta encíclica llama la atención el que se regrese al
término «doctrina», aunque no se abandona el término «enseñanza».
... la doctrina social de la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura ... Esa doctrina perteneció
desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida
social.
Al publicar la Sollicitudo rei socialis, a los veinte años de Populorum progressio, Juan Pablo II
define el perfil epistemológico de la DSI:
La doctrina social de la Iglesia no es, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta
reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad, a la luz de la fe y de
la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su
conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena,
a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece
alámbito de la Ideología, sino al de la teología, y especialmente de la teología moral.
Sabemos entonces con claridad que la Doctrina Social de la Iglesia pertenece al campo de la
teología moral, posee por tanto un estatuto estrechamente vinculado con la fe, la cual quiere
proyectarse sobre la vida social. Simultáneamente, al enfatizar el carácter moral de la DSI,
Sollicitudo rei socialis pone en primer plano la importancia de la conciencia.
Puesto que pertenece al campo de la teología su fuente es principalmente el Evangelio y busca
orientar desde él el actuar del hombre en sociedad; por ello, la DSI queda inscrita también en el
núcleo mismo del actuar de la Iglesia, no pudiendo ser considerada una especie de actividad
secundaria: “La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forman parte de la misión
evangelizadora de la Iglesia”. Este situar la DSI en el núcleo del ser de la Iglesia, a la vez de ser
heredera de las orientaciones del Vaticano II, manifiesta una de las grandes preocupaciones de Juan
Pablo II: la presencia de los cristianos en la vida pública,
Respecto a la metodología de la DSI, el n. 1 de Sollicitudo rei socialis hace importantes
planteamientos, afirmando el predominio de la metodología inductivo-deductiva, al señalar que la
DSI es:
7. un «corpus» doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia, en la plenitud de la
palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo (cf. Jn 14, 16.26,' 16,
13-15), lee los hechos según se desenvuelven en elcurso de la historia.
En consonancia con este planteamiento metodológico, en la estructura de la misma encíclica las
partes más importantes, la cuarta y la quinta, están dedicadas a la interpretación de las realidades
modernas, respecto al desarrollo y a la reflexión, con un innegable acento en el método inductivo
deductivo.
Al conmemorarse cien años de publicada la primera encíclica social, la Rerum novarum de León
XIII, Juan Pablo II publica la Cenfesimus annus. Es de destacar como particular acento de esta
encíclica, en cuanto a la estructuración de la DSI, su preocupación por el carácter práctico de esta:
«Para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no debe considerarse como una teoría, sino, por
encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción». También, el que la Centesimus annus
señala la dimensión interdisciplinar de la DSI en razón de su central preocupación por el hombre:
La doctrina social, por otra parte, tiene una importante dimensión interdisciplinar. Para
encamarcada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente
cambiantes, la unica verdad sobre el hombre.
Como se ve, desde el planteamiento de la dimensión interdisciplinaria de la DSI, el hombre viene a
ser como el hilo conductor y el móvil del magisterio social de Juan Pablo II. No en vano al iniciar
esta sección señalábamos tal preocupación presente en su magisterio desde la Redemptor hominís.
A lo largo del Pontificado de Juan Pablo II las intervenciones magisteriales no se han producido
solamente por medio del ya tradicional instrumento de las «cartas encíclicas». También han habido
diversos documentos de distintos organismos de la Curia Romana, los cuales han abordado unos u
otros aspectos de la DSI, de manera más o menos extensa. Estos documentos, habiendo sido
abordados anteriormente en este Módulo al tratar el tema de la naturaleza epistemológica de la DSI,
no son objeto de un particular estudio pues sus contenidos mayormente han sido recogidos por las
cartas encíclicas que se han estudiado.
Entre los momentos del Pontificado de Juan Pablo II importantes para la ubicación episte- mológica
de la DSI se encuentra indudablemente el lugar que se le dio en el «Catecismo de la Iglesia Católica».
Al publicarse éste, incluyó en los números 2419 al 2425, bajo el epígrafe “da doctrina social de la
Iglesia”, la formulación de su fundamento, razón de ser, naturaleza, desarrollo y contenido.
Adicionalmente en muchos otros apartados son numerosas las referencias a elementos de la DSI.
Resaltamos la importancia de este hecho pues según dice la Constitu- ción Apostólica Adei
Deposítum: «El Catecismo de la Iglesia Católica es una exposición de la fe de la Iglesia y de la
doctrina católica», lo cual consagra la DSI como uno de los elementos integrales de la doctrina
católica y de la fe de la Iglesia.
7.2.4. Aspectos principales del giro epistemológico
En esta parte buscamos recoger a modo de síntesis los distintos elementos que hemos descubierto
en la gestación del giro epistemológico de la DSI, en el magisterio social pontificio a partir del
Concilio Vaticano II, buscando señalar las líneas de continuidad que entre los distin-tos momentos
estudiados se dan a este respecto.
8. Nos parece importante precisar que al utilizar el concepto de giro epistemológico de la DSI, nos
referimos al cambio producido en su manera de estructurarse como discurso. Es decir, al cambio en
los elementos que constituyen su fundamentación, y a la manera como éstos se relacionan entre sí
dando origen a su palabra sobre el hombre en su realidad social. Asimismo, al cambio producido,
como consecuencia, en la manera en que ese discurso una vez elaborado se proyecta sobre la realidad
social.
El estudio del giro epistemológico en la DSI, reiteramos, se ha referido como objeto de estudio al
magisterio social pontificio posterior al Concilio Vaticano II, aunque haciendo referencia cia en
cuanto antecedentes al magisterio social anterior al Concilio, en la medida en que su estudio fuese
necesario para entender cómo, o en qué momento, se originan los procesos manifestados claramente
después del acontecimiento conciliar.
Respecto al momento en que dicho giro epistemológico se produce, podemos recoger las acertadas
palabras de Juan Carlos Scannone cuando afirma que:
En general se señala una especie de «viaje» en el Magisterio Social después de Pío XII, aunque
algunos autores, como K RahneroJ. Ratzinger, lo sitúan ya en la «Mater et Magistra», otros más
bien lo ponen en la «Pacemin Terris» o en el Vaticano II. Hay quienes, por su lado, acentúanl a
novedad de «Populorum progressio», pero quizás un mayor número de comentadores se refiere
sobre todo a la «Octogesíma Adveníens» como el gozne principal de ese viraje.
Como se puede ver en el panorama presentado por Scanncme en el texto recién citado, el tema del
giro epistemológico de la DSI ocasiona coincidencias y discrepancias. Hay coincidencia al afirmar
que éste efectivamente se produjo, pero discrepancia en precisar cuándo se dio. Parece ser lo más
prudente, más que señalar un documento determinado del magisterio social como punto exclusivo
de inflexión, afirmar que el giro epistemológico se da como proceso, y como tal, más que darse total
y exclusivamente en un momento, se va articulando y madurando en sucesivas etapas, las cuales
pueden identificarse con los distintos pontificados de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo
II. En el desarrollo de este proceso es imprescindible señalar los documentos del Concilio Vaticano
II, sobre todo las Constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes, como momento central del
giro epistemológico, en la medida que la eclesiología que surge del Concilio es la base desde la cual
se gesta el nuevo modo que tiene la Iglesia de relacionarse con el mundo, y en ella su doctrina social.
El Vaticano II significa el acercamiento de la Iglesia hacia el mundo moderno, entre otras cosas
convocando a obispos de todo el orbe, teólogos, observadores de otras confesiones cristianas, y
expertos en diversas áreas. Todos entregados al estudio de los problemas y males, promesas y
amenazas, logros y aspiraciones de la sociedad moderna. Esto contribuyó a desarrollar en la Iglesia
una nueva actitud de diálogo con el mundo, lo que enriquecerá inmensamente la perspectiva y el
método de la DSI. Las consecuencias de este momento se prolon- garán, de manera que «Todos los
documentos sucesivos de los Papas sufrirán la influencia del enfoque conciliar sobre los problemas
sociales, económicos, culturales e internacionales de nuestra época».
Consideramos que los siguientes puntos articulan los elementos más gravitantes del giro
epistemológico de la DSI a partir del Concilio Vaticano II
En lo que se refiere al método, luego de haber utilizado en su primera época marcadamente el método
deductivo, la DSI se orienta hacia el método inductivo - deductivo. En este punto intervienen el uso
9. dado al derecho natural como fuente, y la sensibilidad frente al mundo contemporáneo. Es evidente
que la desconfianza hacia el mundo moderno llevó al magisterio a evitar cualquier forma de paso de
la realidad contemporánea hacia la formulación doctrinal, por considerar de por sí este
procedimiento sospechoso. Se prefería en cuanto la seguridad que se veía en él, recurrir a los
postulados inmutables del derecho natural, para de ellos deducir principios que universalmente
debían ser aplicados.
En lo referido a las fuentes, en la primera época el derecho natural se convierte en la fuente
fundamental de la DSI, contrastando su preponderante presencia a las escasas referencias
evangélicas, a modo de confirmación de verdades ya asentadas por otros caminos.
A partir del Concilio Vaticano II, con los antecedentes conocidos del proceso en el magis- terio
anterior, hay una nueva conciencia de la alteridad de la Iglesia respecto al mundo. Reconoce
entonces la Iglesia que en la sociedad moderna no puede esperar la identificación que respecto a ella
tenía en el esquema de cristiandad la sociedad civil. Por tanto, la fundamentación sobre la base del
derecho natural pensada para épocas de cristiandad pierde vigencia. Adicionalmente, el derecho
natural como fuente de la DSI hace crisis en cuanto la DSI busca, no ya ofrecer un modelo de
sociedad aceptable para todos, sino qué pueden aportar los cristianos como tales a una sociedad
secular. Por ello, la presencia del giro epistemológico en la DSI se caracteriza porque no se invoca
ahora en los documentos de la DSI de forma genérica la fuente evangélica y cristiana de la enseñanza
social, sino que atentamente se busca señalar la dependencia de sus afirmaciones concretas respecto
de la doctrina del hombre contenida en el Evangelio:
Se trata del tránsito de la concepción aristotélica de la ciencia según lo entendió la neoescolástica,
aplicada a la DSI a un método de teología sistemática inspirado en el Vaticano II.
El concepto neoescolástico de ciencia (tanto en lo filosófico como en lo teológico), que se mueve
en el ámbito del concepto representativo y abstracto, parte de las esencias conocidas
transhistóricamente, y una reducción sistemática a partir de las mismas, para luego aplicarlas a la
acción histórica. En cambio el método teológico conciliar parte de una fundamentación más explícita
en la Revelación histórico - salvífica.
La DSI tieene claro ahora que es parte de la teología y, específicamente, de la teología moral. Su
lugar epistemológico propio está ubicado en el diálogo entre el, Evangelio y las ciencias humanas,
siendo su objeto formal la verdad que la Revelación entrega sobre el hombre.
Sin embargo, es preciso decir que cuando se prefiere no usar de modo preferente el derecho natural
como fuente se está hablando del derecho natural en sentido estricto, es decir como es entendido por
la neoescolástica. Pues a diferencia de éste, el derecho natural en sentido amplio o lo justo por
naturaleza, no son negados, sino que permanecen como momentos internos de una comprensión
claramente teológica de la DSI. Scannone señala por esto que:
De ahí podríamos ciertamente hablar de una unión noética entre los conocimientos de Revelación
y de razón, inconfusa e indivisamente unidos, según la analogía de la Encarnación.
c) Por otro lado, habiendo nacido la DSI con la Rerum novarum como respuesta a los problemas
típicos de la naciente sociedad industrial europea, con el giro epistemológico producido en torno al
Concilio Vaticano II, la DSI amplía su horizonte temática y geográficamente:
10. A partir de Juan XXIII hay una apertura creciente a los problemas del tercer mundo. El relieve que
se da en la Gaudium et Spes, al concepto de desarrollo pone las bases para que la dimensión
internacional de la economía adquiera una importancia creciente en la Doctrina Social de la
Iglesia: Populorum progressio y Sollicitudo rei socialis son los mejores exponentes de que en el
mundo contemporáneo la cuestión socialha adquirido dimensiones mundiales.
d) Además de presentar un magisterio social coherentemente elaborado, conforme se ha explicado
anteriormente, el giro epistemológico de la DSI significa hacer de ella un llamado urgente a la
acción. Es decir, el mismo método de la DSI inscrito en su naturaleza, lleva por sí a hacer de ella un
cuerpo doctrinal con finalidad práctica.
e) La estructuración a que lleva el giro epistemológico operado en la DSI implica, como hemos
visto, también la diversificación del sujeto que interviene. Con tal que cada uno actúe en el papel
que le corresponde, desde que se reconoce el papel de la reflexión doctrinal y se destaca el lugar del
discemimiento en conciencia del laico cristiano, se acepta que las iniciativas se multipliquen en toda
la Iglesia.
Concluyendo esta parte resaltamos que la preocupación de la DSI hoy no se organiza tanto en torno
al orden social, cuanto en torno al desarrollo del sujeto. Un replanteamiento así concebido de la DSI
nos impide hablar ya de ella como un conjunto de normas férreas y preestablecidas, las cuales no
dan suficiente lugar a los condicionamientos histórico-culturales. Esto nos lleva a una doctrina más
dinámica y vital, que se geste continuamente en el crisol del Evangelio. El cómo proceder
metodológicamente ante este cambio de enfoque significa, en el fondo, preguntarse por el misterio
mismo de la Encarnación.
PREGUNTAS DE AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cómo se origina el giro epistemológico?
2. ¿Qué antecendentes tiene el giro epistemológico?
3. ¿Cuáles son los principales elementos del giro epistemológico?