Argentina territorial.[01] frontera norte [vig terrestre]droga.ing.manip.comerc
1. CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN
EL EJÉRCITO NACIONAL
JULIO A ROCA: La Campaña del Desierto y la
determinación definitiva del territorio con las
actuales líneas de fronteras
Pensar en Nacion POLÍTICA y SOCIEDAD Defensa y Seguridad
Publicación de Pensar en Nación
Autor Nicolás Balinotti
25-10-2014 PENSAR EN NACIÓN
LA VIGILANCIA: Militarmente comprendería RECONOCIMIENTO y EXPLORACIÓN Una actividad
previa y absolutamente necesaria para el lanzamiento de Operaciones Militares. Incluso las
actividades de Exploración tienen modos pasivos, es decir la verificación de núcleos poblaciones no
combativos y además la presencia de Grupos Hostiles dotados de Equipos (Armas, Comunicaciones
y Logística) calificado como material de guerra.
Las estructuras metálicas que se observan en la imagen no pertenecen a la zona tratada sino que
constituyen un Sistema de Radares Ondas Métricas recomendables para la detección de aeronaves
en vuelos muy bajos tal como es la práctica de las Organizaciones Narco Operadoras.
RECONOCIMIENTO MILITAR
EXPLORACIÓN MILITAR
2. VIGILANCIA TERRITORIAL [01]
Heriberto J E Roman (@HJEROMAN77) | Twitter
HERIBERTO J E ROMAN - Argentina | LinkedIn
El Informe que transcribo, pertenece a Nicolás Balinotti, se le hicieron acotaciones que sugieren la
necesidad de Operaciones Militares en pos de conseguir un estado de normalidad necesario para la
consecución y el desarrollo de la “Normalidad Social” exigible en la zona, apartándola permanentemente
del Delito.
.
HJER
NARCOFRONTERA-TERRITORIO SIN CONTROL
Amenazado por el tráfico ilegal
Por el norte salteño ingresan toneladas de droga y mercadería ilegal, un flujo que incrementó el índice de
delitos y el número de adictos en los pueblos de la zona; las limitaciones de la Justicia
Por Nicolás Balinotti | LA NACION
DESCRIPCIÓN
Bermejo-Aguas Blancas. A toda hora y sin controles, decenas de personas cruzan el río e ingresan desde
Bolivia alimentos, ropa, autopartes y droga. Desde la orilla, se observa cómo del otro lado del río
Bermejo descargan toneladas de mercadería. Apilan los bultos en precarias barcazas fabricadas con
cubiertas de camión, troncos y plásticos. El caudal del río está bajísimo, lo que agiliza la tarea de dos
muchachos que con el rostro cubierto se ganan la vida remolcando botes. El agua les llega hasta la cintura.
Uno empuja desde atrás y el otro guía desde adelante. A bordo, viaja el cargamento. El trayecto será de unos
100 metros, de costa a costa.
La virtual línea fronteriza se reduce a ese hilo de agua barrosa que geográficamente separa a Bolivia de la
Argentina. Allá cargan, acá descargan. Cruzan de manera ilegal alimentos, electrodomésticos, autopartes,
juguetes y ropa de imitación cuyo destino final son las grandes ferias urbanas como La Salada. En algunos
casos, entre el cargamento, se trafica droga. Para el menudeo. Los cargamentos de droga más
importantes ingresan por tierra y aire. Quizá también por este permeable paso internacional llamado
Bermejo-Aguas Blancas. El contrabando hormiga aquí es un trabajo como cualquier otro. Es tal vez un
componente endémico de los pueblos cercanos a la frontera. Lo es a pesar de que para el código aduanero
se trata de un delito. Las personas que lo hacen se autodenominan "bagalleros". En Orán, la ciudad salteña
de jerarquía más próxima a la frontera, se calcula que hay unas 1000 personas dedicadas a la tarea. Es
una rutina que se desarrolla tanto de noche como de día, casi siempre ante la mirada débil y pasiva de
efectivos de la Gendarmería y del personal de la Aduana, otros auténticos protagonistas de la fauna
fronteriza.
"En Pocitos [otro pueblo cercano a la frontera], como en otros lados, la población está acostumbrada al
contrabando hormiga. Hace tres años, empezamos a descubrir que en medio de esos bultos de ropa
empezaron a llevar de uno a treinta kilos de droga. Llevan cocaína y marihuana. Así, la droga ya entra por
las tres vías: terrestre, aérea y fluvial, por el Bermejo", explica el juez federal de Orán, Raúl Reynoso,
3. quien está próximo a cumplir una década al frente de un juzgado caliente. Desde que accedió al cargo,
ingresaron 23.000 causas, de las cuales un 20 por ciento están vinculadas exclusivamente al
narcotráfico. Si no fuera por la estadística, nada haría suponer que por este territorio, en el que brota la
pobreza, ingresan millonarios cargamentos de droga. En 2003, el juzgado de Orán se incautaba de
aproximadamente 1000 kilogramos de droga cada 12 meses. Subió después a 1500. Ahora, el
promedio es de 2500 kilos al año. En total, durante la última década, se decomisaron más de 18
toneladas, entre cocaína y marihuana, según el juez. El rumbo alcista de los números que manejan en
Orán está en línea con las últimas cifras que bajó en limpio la Gendarmería sobre las incautaciones en todo
el país durante 2013: 4,8 toneladas de cocaína y 90 toneladas de marihuana.
"Al principio, no tuvimos mucho eco de parte de las autoridades. El gobierno nacional recién comenzó a
ayudar en los últimos tres años. Lo hizo cuando se dio cuenta de que acá hay muertes con el estilo del
sicariato, que hay fuerzas de seguridad comprometidas y que actúan bandas internacionales, provenientes
de Colombia, Bolivia, Paraguay y hasta de los países de Europa del Este", advierte Reynoso, con una
mueca indecisa, a medio camino entre la preocupación y el abatimiento. El juez habla acomodado en un
mullido sillón. En las calles de Orán, el calor es achicharrante. El asfalto hierve. Pero pisar el despacho de
Reynoso es como sentirse en otro mundo: el aire acondicionado es helado y las paredes están pobladas de
fotos familiares en las que el hombre de gestos plastificados que caza narcotraficantes luce sonriente y
distendido. Desde esa oficina, generó hace poco un gran revuelo: fue cuando activó una cruzada
contra la Corte Suprema y el gobierno nacional para exigir más recursos para combatir el narcotráfico.
En su juzgado, trabajan menos de 25 personas para atender los 23.000 expedientes que allí se apilan. Hace
unos años, eran apenas 15. Hoy, Reynoso espera que se cumpla la promesa oficial: la creación de
secretarías especiales para atender únicamente temas vinculados al tráfico de estupefacientes.
Cruzar de Aguas Blancas a Bermejo, o viceversa, cuesta cinco pesos argentinos o un boliviano.
Beneficiados por el tipo de cambio, los del altiplano se interesan por los alimentos de marca que se
venden en el supermercado Vea. Los argentinos, en cambio, buscan del otro lado principalmente ropa
de imitación y baratijas para comercializar en los centros urbanos. A la par de los botes con
pasajeros, circulan las barcazas repletas de mercadería, con los "bagalleros" a bordo, agazapados
para bajar y comenzar su raid fugitivo para eludir los controles. La costa es rocosa y gris. Desde allí
nacen múltiples accesos al pueblo de Aguas Blancas: muchísimos senderos alternativos o el único ingreso
oficial, una callecita de tierra que conduce a las oficinas de la Aduana. Después, todos los caminos confluyen
en una misma vía: la ruta 50.
DE AGUAS BLANCAS A PICHANAL
La ruta 50 atraviesa de Norte a Sur las localidades de Orán, Hipólito Yrigoyen y finaliza en Pichanal,
un punto estratégico del mapa en donde confluyen rutas nacionales y provinciales. En otro sitio sería un mero
cruce de rutas. En Pichanal, es una zona oscura en donde se entrelazan miserias: contrabando, trata de
personas y hasta un casino que se levanta a centímetros de las vías del ferrocarril por donde debería
circular, alguna vez, el Belgrano Cargas. Por aquí transitan contrabandistas rasos, pequeños y medianos
narcotraficantes. "Es la ruta del negociado y de la muerte: el que pasa, pasa a eso. Ya no es un lugar de
paso. Hasta la policía es cómplice", dice Leticia Quispe, presidenta de la comunidad aborigen Ava
Guaraní, que reúne a 10.000 de las 35.000 personas que habitan en Pichanal.
En Pichanal, los adolescentes se drogan y roban por aburrimiento, y las niñas se prostituyen desde
los 11 años para alimentar a sus hermanos más pequeños. Sus padres, muchos de ellos alcohólicos, no
conocen otra forma de empleo que no sea el informal. Trabajan en negro y de manera temporal en las fincas
de la zona por 120 pesos al día. Lo hacen de lunes a sábado, casi siempre bajo un sol canicular. Los
lugareños dicen que la radiografía social empeoró en los últimos años. Desde que el pueblo comprendió que
está ubicado en una arteria clave del circuito del narcotráfico.
"El cruce" es la puerta de acceso a Pichanal. Por aquí pasó fugazmente hace un mes el cura Juan
Carlos Molina, jefe de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha
contra el Narcotráfico (Sedronar). Y aquí mismo, hace unos días, intervino el secretario de Seguridad,
Sergio Berni, en un operativo en el que se incautaron de 179 kilos de cocaína. Es considerada una zona
caliente. Lo es por su proximidad a dos de los cinco pasos fronterizos con Bolivia y por ser el primer empalme
a la ruta nacional 34, cuyo recorrido finaliza en la ciudad de Rosario.
4. Pichanal está a unos 70 kilómetros
de Aguas Blancas-Bermejo y a unos
120 del paso de Salvador Massa-
Yacuiba. En su feraz geografía, se
levantan ingenios y se cultivan
chauchas, tomates y berenjenas. Casi
nunca llueve. Salvo durante algunas
madrugadas: cae droga del cielo.
Los cargamentos mayores a los 30
kilos suelen ingresar en el país por
aire, casi siempre desde Bolivia,
uno de los tres grandes productores
mundiales de coca. Avionetas de
vuelo bajo arrojan la mercancía del
otro lado de la frontera, en campos
abiertos donde un grupo de personas,
por lo general argentinos, ataja los
bultos y los carga para trasladarlos
por tierra.
En caso de burlar los primeros
controles, el tráfico aéreo llegaría
como máximo hasta Santiago del
Estero, donde se continúa con el
traslado vía terrestre, en una suerte
de posta hasta penetrar en las
grandes urbes o llegar a la boca de
salida de los puertos de Rosario o
Buenos Aires.
Las postas no son casuales. Tampoco son una simple estrategia de los narcotraficantes para intentar
engañar los controles de las fuerzas de seguridad. El cargamento tiene un costo estimativo de acuerdo con
dónde es entregado. El kilo de cocaína puede valer 2000 dólares, en la boliviana Bermejo, y 3000, en Aguas
Blancas, según los rastrillajes de gendarmes y personal de la justicia federal que actúan en esta zona. El
valor sube a medida que se aleja de su origen: 4000 dólares, en Salta; 7000 u 8000, en Buenos Aires, y
20.000, en la primera escala europea, que suele ser España. El precio puede triplicarse en algún punto de
Europa del Este, donde los controles son muchísimo más rígidos.
DEJÓ DE SER UN LUGAR DE PASO
"Antes la droga pasaba, ahora se queda", dice preocupado Cristian Isla Casares, un porteño que vive en
Pichanal desde 2007. Cristian es fraile y encabeza allí la misión San Francisco de Asís, junto con
Martín Caserta, otro párroco que también llegó desde Buenos Aires. Cristian y Martín tomaron la
posta de la misión del padre José Roque Chielli. Se integraron a la comunidad aborigen Ava Guaraní y
pusieron en marcha una serie de proyectos educativos, nutricionales y de higiene en el que participan
ad honórem hombres y mujeres del pueblo. La comunidad, que es un tercio de los habitantes de
Pichanal, sucumbe en la pobreza y en la exclusión social, generada, entre otras cosas, por un alto
nivel de desempleo o subocupación.
"Hay hambre, pero no tanto como antes. Hoy todos tienen que comer gracias a los planes sociales. No
hay nadie que no tenga un plan. La ayuda del Estado les permite comer unos días más, aunque deben
trabajar. Pero lo peor es que acá el único trabajo que hay es en negro. No se conoce otra cosa", argumenta
el fray Cristian. A su lado, Martín, que es más joven, lanza una inquietud que tiene anidada en el estómago:
"Si en 2015 viene un presidente antiplanes, Pichanal sería Hiroshima".
5. Desde hace un tiempo que a la comunidad guaraní, que significa guerrero, se le abrió otro frente de
tormenta. A su lucha por no caer en la marginalidad e intentar satisfacer las necesidades básicas de sus
pobladores, le surgió otro desafío: sumar adhesiones para reclamar al poder político una reacción para
contener el avance de las drogas, el alcoholismo, el juego y la prostitución. El mensaje está destinado tanto
al intendente de Pichanal, Julio Jalit, como al gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, y a la
presidenta Cristina Kirchner. A todos.
"La entrada al lugar en donde vivimos se convirtió en un nudo de adicción al juego, narcotráfico,
drogadicción, prostitución de menores y alcoholismo", dice el primer párrafo de la carta que es
distribuida entre los vecinos. Los frailes Cristian y Martín llevan un conteo sobre la cantidad de
adherentes. La iniciativa también es impulsada por la cúpula de la comunidad guaraní, que se reúne
periódicamente en una sala que a veces funciona como centro de adictos y desnutridos.
OPERACIONES NARCO DESDE BOLIVIA Leticia Quispe, la presidenta
de la comunidad, abre uno de
esos encuentros periódicos
con una preocupación: los
robos. Matilde la interrumpe y
dice desde la cabecera: "Hay
robos y violaciones". La
charla se extiende hasta casi la
medianoche, y los asistentes
giran sobre sus dramas y la
falta de soluciones.
Con la voz quebrada, Leticia
confiesa que le cuesta
imaginar el futuro. Siente que
asiste impotente al dolor de
tantas familias que ven acabar
a sus hijos miserablemente
como víctimas del consumo de
drogas y alcohol, o como
peonadas de organizaciones
vinculadas al narcotráfico o al
"bagallerismo".
Su voz llena la sala. Por los
ventanales, se distinguen las
luces de los autos que cruzan
el empalme entre las rutas 34 y
50. Como a toda hora, pasan
vehículos cargados hasta los
techos con toneladas de
mercadería. Tal vez lleven
droga. Nadie lo sabe.
6. LAS ESTADÍSTICAS DE UNA ZONA CALIENTE
1000 kilos de droga en 2004
Es el registro de incautaciones de droga (cocaína y marihuana) que tuvo el juzgado federal de Orán al asumir
Raúl Reynoso.
2500 kilos de droga en 2013
El registro promedio fue creciendo con los años. Pasó a 1500 kilos en 2008, pero hace dos años trepó hasta
los 2500 kilos por año..