Mi perfil on line me delató

Relato Corto Laboral de Inma Aparici Sancho
@InmaAparici
MI PERFIL ON LINE ME DELATÓ
Mi perfil on line me delató de Inma Aparici Sancho @InmaAparici Página 1
(Con listado de preguntas para trabajar el contenido de “despido laboral”)
҉҉҉
Empezamos:
Al tiempo que estaba tecleando las letras en mi portátil iba incrementando mi
tensión, y mientras las letras automáticamente se entrelazaban formando
palabras, y las palabras frases que previamente había pensado, mi mente
divagaba por los recónditos rincones de mi ser. Y No era para menos.
Esta vez era distinto. Me sentía brillante y poderosa, y para ello había tenido
que sobrepasar todos los límites personales que últimamente me estaban
encorsetando, y con ello, seguramente también, algún que otro tope legal. En
aquel momento no sabía si tanta empeño u osadía sería recompensado con un
mayor reconocimiento de mis “amigos virtuales” hacia mi persona.
Escribía en el ordenador cuando de repente detuve mis pulsaciones para
observar la pegatina que había en la mitad de la parte superior de la pantalla. Y
mirando dicho pequeño emoticono sonriente de papel que ocultaba la cámara
de la webcam, sonreí también. La verdad, lo hacía instintivamente.
¡Qué raro! pensé al tiempo que despegaba el dibujo de papel del ojo de la
webcam. Y es que en ese momento no tenía pánico de ser observada, sino
todo lo contrario, anhelaba ansiosamente ser el centro de atención, y que todas
las miradas se centraran en mi persona. Lástima que no hubiera nadie más en
la habitación.
Me sentía guapa, más que guapa guapísima. Y como recompensa a tanto
sacrificio realizado este último año para mantener mi figura, nuevamente abrí el

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archivo del escritorio del ordenador y repasé mis recientes fotos digitales que
desde el móvil había subido a mi portátil.
Tenía todas las imágenes, muy, pero que muy bien grabadas en mi memoria. Y
con todo lujo de detalles al haber estado todas estas últimas semanas
viéndolas sin parar, y observándolas con la máxima atención, una y otra vez.
En fin, era tanto el orgullo que sentía últimamente, que este momento de ver
las fotografías se había convertido, en una parte de mis quehaceres diarios y
en una fuente fácil para provisionarme de la suficiente energía y coraje, que
iba a necesitar para gestionar mi plan.
Mirando las fotos sinceramente pensaba que estaba deslumbrante y radiante
de felicidad. En la mayoría de ellas yo me situaba estratégicamente en la parte
central de la foto o enfocada más de cerca, lo cual me destacaba de mis
compañeros/as. Igual daba que fuera una foto hecha por terceras personas, un
selfie nuestro a modo tradicional, o un selfie hecho aprovechando el palo para
mejorar su enfoque con la altura ganada. Daba exactamente igual. En todas
ellas sobresalía yo con mis perfectas posturas, y desde hacía poco, con mi
esbelta figura y los conjuntos de ropa tan monos con los que últimamente me
estaba vistiendo para salir de marcha con mis compis.
Ahora sí que podía ser famosa dentro y fuera del grupo. Ya no era solo Eva la
guay, la graciosa, la que cuenta buenos chistes, sino que también podía ser
admirada por las chicas por mi físico y por igual motivo deseada por los chicos.
Y así, estando absorta en mis pensamientos, súbitamente me tuve que
desprender de ellos al recibir un correo privado por el Facebook. Era un
mensaje de mi amiga Inma, el cual, corregido de su peculiar registro, venía a
decir;
-Eva guapa ¿ya has incrementado el número de amigos/as del Facebook?
-No muchos, no te creas (dos caretas tristes de stickers). Hace más de quince
días que he subido todas mis recientes fotos que tenía guardadas al escritorio

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de mi portátil, y la verdad es que esto va poco a poco, pero que muy poco a
poco. E igual ocurre con el twitter e instagram, y no te digo más.
-No decaigas Eva. Piensa en los últimos aumentos de “me gustas” que has
tenido en Facebook, y date por satisfecha de momento, y a seguir. Ánimo que
esto no es cosa de un día para otro, sino que lleva su tiempo.
-Oye Inma ─ le contesté yo ─ mira que además he editado la foto del perfil, he
actualizado su información y he cambiado la imagen de fondo. Pero los frutos
se hacen de esperar. Los chicos se resisten.
-Bueno chata a seguir en el empeño y a por todos que tú puedes. Y ahora más
que nunca ;-) ─ Me dijo Inma.
-Ok Inma ;-) ─ Le repliqué también con complicidad ─ Eres un sol. Un beso y
ya te cuento.
Tras cortar los mensajes con mi amiga Inma, dejé el portátil en suspender y
bajé al salón. Allí estaban todos sentados en la mesa y se disponían a empezar
el desayuno familiar de los sábados… Y como siempre…
-Eva de la habitación no sales. Esta situación es insostenible. Debes hacer más
vida social, pero de la real, y dejarte un poco de tanto chat e historias de
internet. Siempre estás conectada a la nube con el móvil o con el ordenador.
¿Qué te pasa?
-¡Otra vez mamá! ¡Siempre estás igual! ¡Déjame en paz! ¡Me agobias! Ya
cumplo trabajando en la tienda, y el tiempo libre es mío y yo decido como
pasarlo ─ Le contesté crispada y con toda la contundencia que en aquel
instante salía de mis entrañas.
Y así era. Había tenido mucha suerte, y con mis dieciocho años recién
cumplidos ya había sido contratada como dependienta de una moderna tienda
de ropa de la ciudad, y estaba contentísima. Aunque solo fuera un contrato
laboral de duración determinada en prácticas, nadie me podía negar que en
ese tipo de contrataciones como dependienta se tiene siempre muy en cuenta,

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la imagen personal y las habilidades para relacionarse con el público, y yo
evidentemente reunía positivamente ambos requisitos sine qua non.
De repente experimenté un escalofrío en todo mi cuerpo, y éste sufrió una
brusca sacudida al pensar en lo que había hecho. En efecto, últimamente los
inventarios que la tienda realizaba no estaban cuadrando, y habitualmente
estaban faltando prendas de ropa…y pensé ¿Sospecharán de mí?
Alrededor de la mesa mi familia seguía hablando muy cordialmente de temas
cotidianos. Charlaban de lo que les había ocurrido recientemente, de lo que
pensaban hacer por la tarde, del tiempo previsto para estos días… en fin de
trivialidades.
Y como un disparo a bocajarro pensé muy sobresaltada; madre mía, he subido
fotos vistiendo las prendas que han desaparecido en el establecimiento y yo sin
ticket de compra. Si las ven se darán cuenta de que la ladrona soy yo. ¡Qué
vergüenza! Esto sí que me va a hacer popular o mejor dicho famosa por mi
impopularidad. ¡Que tonta he sido dejándome llevar por mis impulsos! He
abusado de la buena fe de mi jefe y me he aprovechado de la confianza que
éste había depositado en mí como trabajadora suya.
Sin lugar a dudas me había excedido, había delinquido y si se enteraban…
¿Podría despedirme mi jefe? ¿Me podrá demandar judicialmente? ¿Sería
válida la prueba de mis fotos extraída de la red social? … En todo había
incertidumbre, salvo en el hecho de que con tanto bombardeo de preguntas me
estaba angustiando, y cada vez estaba cogiendo más fuerza dentro de mí este
gran temporal mental que había iniciado, y al que incesantemente y de forma
descontrolada, seguía retroalimentando con este momento de pánico.
Continuaba en la mesa desayunando con mi familia, y mientras lentamente
masticaba, me venía a la mente lo estudiado en el ciclo formativo de grado
medio de comercio. El cómo nos enseñaron a atender al cliente, y en cómo
debíamos relacionarnos con el entorno de trabajo, cumpliendo en todo
momento lo regulado en el Estatuto de los Trabajadores. Y concluí que era
evidente que había cometido una gran ilegalidad, además había reiterado mi
conducta, y de forma irresponsable había publicado en las redes sociales la
posible prueba de cargo en mi contra. Y lo había hecho yo sola empujada por
mi ambicioso afán de ser popular.

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-Eva come más rápido que ya casi hemos terminado ─ me dijo mi madre
mientras sacaba el postre.
- Ah mamá perdona pero es que no tengo más apetito ─ Le contesté,
sacándome de mi seca boca el alimento hecho bola que no podía tragar.
En aquel momento ansiaba terminar el desayuno y poder ir nuevamente a mi
habitación, para una vez allí, de forma inmediata utilizar el google y buscar
información sobre el tema. Seguro que este asunto ya debía estar
documentado y yo en secreto debía investigar.
Así que tras pedir permiso a mis padres me recluí nuevamente en mi
habitación, pensando que soportar cualquier pérdida de tiempo más, podía
jugar en contra mía.
Ya arriba aposentada en mi portátil, y tras cinco angustiosos minutos
navegando en la red, leí lo que quería saber. Y así, en un blog especializado
en estos asuntos se decía que “cuando era el propio trabajador el que
publicaba libre y voluntariamente en su perfil ese tipo de contenido ello
implicaba que estaba dando su consentimiento para que cualquier persona con
acceso a Internet lo pudiera ver”. ¡Uf! Esto es lo que YO había hecho.
Y seguía. Me lo temía. Y continué leyendo… “y al tratarse de un contenido
público obtenido lícitamente, su empresa podía utilizar esa información para
aplicar el régimen disciplinario”…
¿Disciplinario? Estamos hablando de un despido por mal comportamiento del
trabajador/a, como podría ser el mío por haber robado en la tienda la ropa.
Estaba claro que si mi caso llegaba a los tribunales el juez aceptaría estas
pruebas, y por tanto, tendría por pruebas válidas en mi contra las fotos que
había subido al Facebook. Esta vez sí que me había empachado bien con las
redes sociales.
Con un gran nudo en la garganta repasé nuevamente todas esas fotos subidas
a la red. Cada vez me costaba más respirar, y con cada fotografía nuevamente
vista, el estómago se me revolvía más caprichosamente a su albedrío. ¡Qué
estúpida había sido! Y con ello me daba cuenta que las fotos mostraban por
orden cronológico la desaparición de todos los conjuntos robados por mí en el
trabajo.

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Buscando desesperadamente la máxima concentración, dirijo la mirada al ratón
que tenía bajo mi mano derecha, y…deslizando suave y lentamente la rueda
del movimiento subida/bajada de página que se situaba en el centro del mismo,
intenté darme posibles soluciones al gravísimo problema en el que
voluntariamente yo misma me había metido. ¡Yo misma!, y pensé -Eva
tranquila no pasa nada, solo hace dos semanas que has subido el archivo de
las fotos a la red, y con un poco de suerte nadie se habrá dado cuenta de la
relación de éstas con la desaparición de la ropa de la tienda.
Fui a ver de quiénes eran todos los “me gusta” de mi Facebook, y me doy un
pequeño respiro al comprobar que no aparecía ninguna persona directamente
vinculada con la tienda. La situación parecía darme una tregua temporal para
intentar solucionar el problema. Y vi un poco de luz en todo ello, al pensar que
podía eliminar de la red todas las fotos publicadas por mí que me podían
delatar. Y así lo hice, intentando con ello evitar que se obtuvieran pruebas del
Facebook que pudieran justificar irremediablemente mi despido.
- ¡EEEEEVAAAAA!
- Sí mamá.
- ¡Baja que tienes que firmar un buro fax de correos!
- ¡Vooooy enseguiiiiidaaaaa!.
¿Buro fax? ¡Ostras! Ello debía ser mala cosa. Nunca había recibido a mi
nombre ni una carta certificada con acuse de recibo, ni mucho menos un buro
fax. Ésta era la primera vez.
Una vez en el salón, al coger el documento e identificar el remitente
inmediatamente adiviné su contenido. Indudablemente debía ser mi despido
de la tienda, no podía ser otra cosa. Y sí, seguramente mi jefe ya había visto
las fotos de mi perfil de Facebook. Las mismas que acababa de eliminar hacía
unos segundos.
Aprovechando que mi madre acompañaba al cartero a la puerta para que
saliese de casa, me apresuré sin más dilación a abrir el documento. Y mientras
lo abría temblorosa el corazón me latía tan fuerte y rápido que sentía los latidos
en mi garganta. Y en leer el buro fax por encima, me cercioro enseguida de que

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efectivamente se trataba de mi despido. Concretamente de mi despido
disciplinario por robo de prendas de ropa del stock de la tienda. Y que como
prueba de cargo en mi contra, mi jefe tenía tanto la no constancia de los tickets
de compra de dichos conjuntos tan monos a mi nombre, como el reiterado
descuadre de los inventarios de la tienda, que además, todos ellos coincidían
con las dichosas prendas exhibidas on line en mis fotografías. Sí. ¡Malditas
fotos mías!
¡Que tonta he sido yo y qué diligente ha sido mi jefe! Pensé de inmediato.
Además en nada se había confiado en su forma de proceder. Y así, mi jefe,
estando muy bien asesorado jurídicamente, no se había limitado sólo a
consultar mi perfil en la red social, sino que también, tal y como expresamente
hacía constar en el escrito, se había guardado el archivo de mis fotos e
imprimido su justificante. Por tanto de nada había servido mi reciente
eliminación de los contenidos publicados, ya que él ya se lo había guardado e
imprimido todo como justificante probatorio en mi contra. Y así me lo hacía
saber por carta, para que lo tuviera bien claro desde el principio.
-Eva, te has puesto pálida. ¿Qué ocurre? ─ Silencio ─ ¡Vamos dime! ─ Insistió
mi madre.
-Tienes razón mamá, estoy demasiado obsesionada por las redes sociales.
Mamá por favor siéntate. Ahora te explico…
Y tras sentarnos las dos le conté lo sucedido. No había otra salida posible.
Tenía que asumir mi responsabilidad en los hechos y reconducir mi situación
para el futuro.
Y así lo hice aceptando que había que pagar por ello, pues además de estar
últimamente navegando por campos virtuales demasiado movedizos, con mi
conducta delictiva había incumplido mi contrato laboral.
04 de Julio de 2015.
FIN

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Cuestionario sobre el Relato Laboral “Mi perfil on line me delató”
1.-¿Cuáles son las características del contrato laboral en prácticas?
2.- ¿Qué es el Estatuto de los Trabajadores?
3.-¿Qué es un despido disciplinario?
4.- Explica la forma a respetar en el despido disciplinario.
5.- ¿Qué es un burofax?
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