"CRISTALES ROTOS" (Techo Cristal)

Relato Corto “Cristales Rotos” Inma Aparici Sancho
@InmaAparici
“CRISTALES ROTOS”
“CRISTALES ROTOS” de @InmaAparici Página 1
Miro hacia arriba y veo que caen sobre mí. Son miles y miles de añicos de
cristal procedentes del techo que, sorprendentemente y sin cortarme, de forma
suave se depositan sobre todo mi cuerpo, y en nada me desagrada.
Abro los ojos y me relajo. ¡Sí, al final lo dije! Roberto estaba esperando que
sellara mi boca con mis pensamientos pero no lo he podido hacer.
Si hubiera callado me hubiera convertido otra vez en una cobarde, y no me lo
podía permitir. Me merezco más. ¿Y por qué no? No puedo salir siempre
corriendo y debo luchar por conseguirlo. Me lo debo a mí y a todas.
Para lograrlo sabía que tenía que romper el techo que invisiblemente me
estaba discriminando, apartando y negando. Y ante el peligro me sentí
nuevamente acorralada, como ya lo había vivido antes. Pero el acontecer de
los hechos me guió, y en verdad, no pudiendo hacer otra cosa, tuve que
romper cuantos cristales estaban injustamente limitando mi crecimiento y vuelo.
Eso es lo que he hecho esta vez. Y eso es lo que todas debemos siempre
hacer, con valentía y sin sobrevalorar el riesgo.
¿Pero cómo no me había dado cuenta? ¿Por qué he tardado en reaccionar?
He estado a punto de perder una vez más, y sin embargo, al final lo he

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conseguido, y todos los añicos de cristal que desde las alturas acababan de
caer sobre mí en mi sueño, de allí procedían; de mi ROTO TECHO DE
CRISTAL1.
En un tiempo anterior.
Siempre he pensado que mis padres me pusieron el nombre de África por ser
de tez morena y ojos negros, pero ahora entiendo que ello era la premonición
de lo que la vida me depararía años después.
Mi nombre propio de origen latín significa “expuesto al sol”. Y así me sentía yo
entonces, quemada como los que se tumban en demasía bajo ese planeta, y
con mis entrañas anquilosadas por los tantos tropezones que últimamente
había tenido que inmerecidamente sufrir.
Tan penosamente estaba pasando esos años, que toda yo me estaban
curtiendo con una reseca coraza, que a más de envolver mi corazón, me había
endurecido hasta mis más recónditos pensamientos.
Yo siempre había sido de naturaleza amable y emotiva, pero actualmente, por
los inmerecidos golpes sufridos en mi vida pasada, y siendo como había sido
desde siempre una fiel amante de mis valores hasta ahora tantas veces
pisoteados, mi comportamiento había evolucionado hasta el punto tan

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exacerbado, de afirmarlos y defenderlos enérgicamente hasta la mismísima
saciedad.
En la adolescencia, salí de un ambiente familiar impregnado de un insultante
androcentrismo2
, para posteriormente ser silenciosa víctima de violencia de
género3
por parte de mi primera pareja sentimental.
Tras alejarme y perder de vista esos dos frentes, me sentí derrotada. Y aunque
a priori todo parecía estar perdido, ahora en mi reciente adultez y con todo
pronóstico en mi contra, he conseguido cambiar mi atropellado rumbo vital
hacia la dirección correcta en defensa de mis valores sociales. Esta vez no iba
a huir. Y vaya, quién lo imaginaria, ahora me siento orgullosa de mi misma.
Estos últimos meses los he pasado construyendo fuertes vínculos bien
entrelazados con otras mujeres, los cuales me han recompensado con una
agradecida sororidad4
. Con ellas me siento arropada y fuerte, y junto a ellas,
con dientes y uñas, por doquier y delante de todo el mundo, defiendo que tanto
el hombre como la mujer deben estar en plano de igualdad.
Lo vocifero por todos los lugares con total acierto, pues otra cosa no se puede
opinar. Tanto los individuos hombres, como nosotras, los individuos mujeres
con nuestras diferencias, somos ciudadanos de igual sociedad, y por tanto,
debemos y deberemos ubicarnos en plano de igualdad dentro de nuestro

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género humano.
Pero lamentablemente todo esto aún se está vulnerando constantemente. Y sin
presentir que en breve, nuevamente, yo también iba a salir perjudicada,
durante estos últimos meses he estado poniendo todo mi empeño en evitar ser
otra vez, la temerosa víctima silenciada.
Y llegó Enero del 2015. Y fui contratada como arquitecta por la empresa de
València, XHome, S.L. Pero claro, anteriormente ya estuve más de cinco años
buscando un trabajo acorde con mis estudios, y no tuve éxito. Con lo cual, esta
relación laboral con XHome me trajo consigo una merecida bocanada de aire
fresco, y el pasaje económico que me iba a permitir llevar una vida más segura,
a más de tener una puerta abierta para poder promocionarme
profesionalmente.
A Miguel lo conocí trabajando en XHome, S.L. Y nuestro amor fue a primera
vista.
También pienso que su nombre propio no le fue puesto por casualidad, pero
siendo muy distinto a mí, para él su identificación le supuso ser una grata
premonición.
Su nombre es Hebreo y significa Dios es justo, y haciéndole justicia al mismo,

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un equitativo y bondadoso arcángel ha sido siempre para la gente que le ha
rodeado, si es que dichos privilegiados ángeles alguna vez han existido entre
los terrestres.
Miguel nunca se ha quedado corto en su empeño, y en todo momento ha
hecho honor a su nombre. Siempre se ha comportado como ese ser tan
empático, dulce y celestial, que haciéndonos pensar que no puede existir en
nuestra realidad, necesariamente lo ubicamos como morador de otro mundo
más lejano.
A él desinteresadamente siempre le ha gustado regalar amistad a su gente y
resolver constantemente los problemas ajenos. Además aquilata de tal forma
sus valores, que bien caramelizado todo él con su alto instinto de atracción,
continuamente se vuelca en cuerpo y alma a lo que realmente ama, tal y como
yo en reiteradas ocasiones y de primera mano he tenido ocasión de comprobar.
Por aquellas fechas, yo todavía era una desconfiada alma en pena que,
aunque tenía claras las ideas, iba un tanto perdida vagabundeando de un lado
para otro, de un trabajo para otro y de una relación para otra. E inmersa en
aquella tesitura vital, Miguel representó ser para mí, el bienvenido compañero
perfecto que sorprendentemente nunca pensó construir barrera alguna que
pudiera alentar, entre los dos, cualquier situación discriminatoria de género, por

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muy insignificante que esta fuera.
Ciertamente nuestro encuentro nos supuso el poder disfrutar de una relación
armoniosa, como antaño y por desgracia, yo nunca había tenido la ocasión de
conocer. Y aunque acababa de conseguir un buen trabajo que posiblemente
me iba a reportar la tan anhelada satisfacción profesional, nuestra relación de
pareja se me vino encima, en plano de igualdad y fuertemente tejida con
naturalidad, al compartir con él ideas totalmente coincidentes.
Y la situación me desbordó. Toda mi atención se centró en él. Y le amé
apasionadamente.
Nuestro primer mes de relación fue de ensueño. Desde el primer día
aprendimos a separar nuestra vida sentimental de la laboral, y en el trabajo,
con simples toques visuales de complicidad, conseguimos mantener en
constante llamarada viva nuestro pasional fuego, y posteriormente, ya
totalmente desinhibidos tras cada jornada laboral, a besos nos comíamos.
La sociedad XHome para la que trabajábamos fue cofundada por los hermanos
Martínez Robles. Roberto era mayor en edad, y un impresentable, tal y como
en los sucesivos meses pude comprobar.
Cuando conocías bien a Fernando, su hermano menor, rápidamente te dabas

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cuentas que era la cara opuesta a Roberto, pues aun siendo los dos; altos,
corpulentos, de tez morena y ojos castaños, Roberto era un gran actor de
perversas ideas maquiavélicamente premeditadas en beneficio propio, y
Fernando sorprendentemente la suprema bondad.
Mi desempeño laboral en la empresa sobresalía sobre el rendimiento de todos
mis compañeros, también sobre el de Miguel. Fernando me hacía partícipe de
todos sus proyectos, y aunque solo de facto mi responsabilidad equivalía a la
de los altos cargos de la entidad, Fernando ya me había prometido que en
demostrar mi valía de inmediato me promocionaría profesionalmente y Roberto
estaba de acuerdo en todo.
Al segundo mes de relación con Miguel ya me vi compartiendo piso, el mío
concretamente por estar mejor ubicado en la ciudad. Y al tercer mes me quedé
embarazada.
Con mi nuevo estado de buena esperanza nuestra alegría fue doblemente
inmensa; en primer lugar por mi embarazo, y en segundo lugar por mi
asegurada expectativa de promoción laboral.
¡Qué ingenua fui! Pues tal mixtura en mi vida personal y laboral, preparó un
coctel que inmerecidamente supuso el inicio de todos mis problemas.

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Al principio nuestro trabajo nos llenaba plenamente a los dos. Tanto Miguel
como yo teníamos asignados distintos equipos de trabajo en la entidad y
funcionábamos con envidiable sinergia con nuestros grupos de trabajo.
Diseñábamos planos, coordinábamos los equipos y lo supervisábamos todo
con una sin igual eficiencia, como nunca la empresa antes había conocido,
hasta que empecé a sufrir mis indisposiciones, y por un inexplicable despecho
que nunca entenderé, el mobbing de Roberto Martínez.
A Roberto en nada le hizo gracia mi embarazo y en seguida planeó deshacerse
de mí a toda costa. ¡Y bien allanado que tenía el camino! Pues estando su
hermano Fernando siempre a su lado invirtiendo todo su celo en la explotación
del negocio y confiando ciegamente en él…ni sus ojos, ni su boca ni sus oídos
tenía puestos en nada más que no fuera su negocio y con ello Roberto a su
antojo podía actuar.
En fin, tantas eran las ansias que Roberto tenía de ver materializada mi
extinción contractual, que el embarazo le despertó sus instintos más
aletargados, e impulsivamente empezó a vivir mis cambios físicos como
sensuales provocaciones sexuales que progresivamente le iban excitando
tanto, que todo disimulo quedaba al descubierto de manera insultante.
En clandestinidad dejó de fingir y empezó a acosarme sexual y

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psicológicamente de manera sistemática, y yo a defenderme de tales
vejaciones. Me buscaba constantemente, y yo constantemente huía. Y lo que
en principio fue mensual, pasó a semanal y de ahí a diario, y mis
indisposiciones físicas se agravaron.
A los cuatro meses seguía con mis náuseas sin que ningún fármaco
consiguiera eliminarlas, y sin más contratiempo tuve que gestionar mi situación
en la empresa, pues el trabajo en ella ponía en riesgo mi salud y la del feto.
Aunque al inicio del embarazo había delegado mis tareas de supervisión de los
proyectos que tenía asignados, mi estado de salud se agravó tanto en el quinto
mes, que fue entonces cuando decidí hablar con el hermano menor de los
Martínez para con su ayuda hallar una solución.
Deseaba contarle a Fernando todo lo que su hermano Roberto me estaba
haciendo, pero como me encontraba en situación de imposibilidad de
reincorporarme al puesto de trabajo, e iba a ausentarme del mismo por un
tiempo tras coger la correspondiente baja médica, torpemente decidí silenciar
los acosos pertrechados por su hermano contra mi persona, y nuevamente
opté por huir sin interponer ninguna denuncia. Absurdo, pero así lo hice en
aquel momento. Además, con el talante y la simpatía que públicamente
siempre mostraba Roberto, pensé que seguramente nadie iba a dar credibilidad

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a mis palabras, ni a las de Miguel, pues en mi ausencia a Roberto le sería muy
fácil contrarrestar mis acusaciones.
Todo esto lo había reflexionado un montón de veces y decidí lo que en aquel
momento pensé que era lo mejor. En verdad no podía poner en riesgo nuestro
empleo, íbamos a ser padres y el dinero nos era imprescindible. Pero la
cuestión central era decidir si para conseguirlo estábamos dispuestos a pagar
cualquier precio. Parecía que sí. Miguel me alentaba para que denunciara los
hechos, pero yo pensaba que debía sacrificar mi situación por el bien nuestro y
de nuestro bebé.
Solo ahora, y desde la distancia, puedo concluir que en realidad me estaba
equivocando. Actué así porque estaba muerta de miedo, y ello me llevó a
sobrevalorar injustificadamente el riesgo.
Y pasó lo que se esperaba que fuera a pasar. E igual que suele podrirse todo
conflicto sufrido a desgana y no solucionado, la situación soportada se nos
tornó putrefacta, los acontecimientos se torcieron más en mi perjuicio y aquello
que debía haber emprendido desde el inicio, tuve que accionarlo sin dilación.
─ ¿África que te ha dicho Fernando?
─ Me ha dicho que la certificación médica para gestionar la Incapacidad
Temporal se la entregue a su hermano mayor Roberto. Que este se

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encargará de todo, y me temo que sé cuál va a ser su gestión. Pero ya
no puedo más, voy a contarle a Fernando lo indecente y detestable que
es su hermano Roberto.
─ África te acompaño y quédate tranquila que en nuestro favor tenemos
las testificales de unos cuantos ex trabajadores de la empresa que ya
han vivido con Roberto idénticas situaciones. Entre todos a Fernando le
abriremos los ojos.
Y así lo hicimos y así pasó. Y tras esto, mi suspensión contractual por riesgo
durante el embarazo se gestionó con total corrección y sin incidencias.
Fernando abrió los ojos y se dio cuenta de cómo era su hermano, y este último
se sintió tan humillado que inmediatamente pidió su baja de socio en XHome.
Y tras la esperada solicitud de Roberto… Fernando le contestó:
─ Naturalmente Roberto, haz tu petición por escrito a la empresa y
tramitaremos tu baja como socio de esta firma. Además, tiempo
necesitaras para preparar tu defensa en la causa judicial que África ha
abierto contra ti.
Y tras marcharse Roberto, Fernando se dirigió a África:

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─ Y tú, África, cuídate y guarda tus energías. Disfruta esta nueva etapa
y…
─ ¡ZAAAAAS! ─De repente oigo un ruido que parece provenir de las
alturas. Y di un salto.
.
Miro hacia arriba y me imagino que del techo caen sobre mí, miles y
miles de añicos de cristal que, sorprendentemente y sin cortarme, de
forma suave se depositan sobre todo mi cuerpo como inyección de
igualdad que, solo por esta vez, me permitirá alzar el vuelo.
─ Otra vez África ¿Va todo bien? ─ Me dijo Miguel estando los dos
acostados en la cama ─ Anda, estate tranquila que ya puedes estar
orgullosa; esta vez no has huido, has decidido enfrentarte al problema, y
finalmente, has tenido la valentía de denunciar los hechos. Has actuado
correctamente y has hecho lo que debías hacer. Recuerda que ayer
ganamos el juicio contra Roberto. Pero oye, escúchame, haz el favor de
seguir durmiendo un poco más, que aún es pronto, y el bebé está
descansando todavía.

@InmaAparici
─ ¿Aún es pronto? ¿Para quién, Miguel? ¿Para mí? ¿Para nosotras? ¿A
nosotras nos han desaparecido las discriminaciones? Todas no
¿Verdad? Todavía existen muchas limitaciones visibles. Y no nos
engañemos que de invisibles existen otras muchas más.
Por tanto, de tranquilas nada. Pues con cada limitación impuesta, la
historia volverá a empezar…Y valientes deberemos estar, “hasta que en
plano de igualdad volemos como los demás”.
Vocabulario
Techo de cristal1
- En los estudios de género, se denomina techo de
cristal a la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior
de las organizaciones. Se trata de un techo que limita sus carreras
profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Es
invisible porque no existen leyes o dispositivos sociales establecidos y
oficiales que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las
mujeres.

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Androcentrismo2
- El Androcentrismo consiste en considerar al ser
humano de sexo masculino como el centro del universo, como la medida
de todas las cosas. El Androcentrismo desde el punto de vista social
comprende un cúmulo de discriminaciones e injusticias hacia las
mujeres, ya que impregna el pensamiento político, religioso, científico y
filosófico, aún en la actualidad. Tantas siglos de ver el mundo de esa
manera nos lleva a pensar que son verdades inamovibles,
incapacitándonos, en ocasiones, para la reflexión y la crítica. (Montserrat
Moreno, “Cómo se enseña a ser niña: el sexismo en la escuela.”)
Violencia de género3
- En 1999 la Comisión Europea definió la violencia
de género, sexista o sexual como “todo tipo de violencia ejercida
mediante el recurso o las amenazas de recurrir a la fuerza física o al
chantaje emocional, incluyendo la violación, el maltrato a las mujeres, el
acoso sexual, el incesto y la pederastia”.
Sororidad4
- Este término enuncia los principios ético políticos de
equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza
entre mujeres, propicia la confianza, el reconocimiento recíproco de la
autoridad y el apoyo. (https://rosacandel.es/diccionario/)

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