1. A MARCELO: “El Caronte a los Altos Infiernos”
Marcelo logra estructurar un camino sinuoso de reflexión, enraizada en un pesimismo
sórdido engullido en el deseo de sobrevivir en un mundo “muerto” en soledad (si no es en
humanidad), escalando, a veces, con la cabeza baja y otras erguida, hacia un limbo que no
sabe dónde queda, ni cómo será, pero que prefiere creer que existe…
Chavarria tiene razón al decir que Marcelo en Los Altos Infiernos “como buen poeta que
filosofa, o filósofo que poetiza, deja más preguntas que respuestas” y, ello hace que su lectura
sea un reinvento constante de preguntas confundidas en reflexiones.
Después de leer el poemario puedo afirmar que soy “el ciego que observa el fin de los días
eternos” y es que aprendí a ver con el corazón y me he dado cuenta que también “mi sombra
me persigue desde mucho antes de mi nacimiento” y que quizá “jamás alcanzaré la rosa y
que mi triunfo esta en las tinieblas de la poesía”, aunque la presunción alentadora de romper
este lógico desenlace, ya prescribe.
Creo que un día cercano, una mirada cambiará la mirra melancólica por el incienso primaveral
que desprende indultos y sepulta rencores... al fin y al cabo, es mi escalón para llegar (o
escapar) de los “altos infiernos”.
He de confesar amigo que “otra vez me arde el estómago y presiento que es poesía”, y, ¿qué
es esta poesía?, sino, una forma peliaguda de expresar ausencias o satisfacciones en un raro
manojo de letras que dicen algo que a veces uno quiere esconder y si, “soy el cadáver
imposible abandonado en el frio oceánico del infierno” convencido que puedo estar peor o
mejor, pero, que no puedo estar igual.
Un trabajo muy bien logrado Marcelo Abdias.
2. Post Data.
1.- Espero que el prólogo no esté tan aburrido como el anterior.
2.- El entrecomillado son frases que necesitaba o paráfrasis que me faltaban