propiedades y clasificacion de los materiales metalicos
Guerra y paz en el SXXI
1. Alumno: Diego San Martín 23/10/14.
1. Explique los cambios en la relación entre Estados y sociedad en los escenarios
de guerra. Ejemplifique esto tomando información de prensa y señalando la
fuente (Ejemplo: La Tercera, 18 de Noviembre)
2. ¿En qué se diferencia el imperialismo británico del imperialismo
norteamericano según Hobsbawm? ¿Qué opina Ud? Justifique su respuesta con
ejemplos contemporáneos, es decir, posteriores de 1980.
Desarrollo.
1-Desde la era de las catástrofes y que en esta obra Hobsbawm subdivide el
siglo cronológicamente abarcando los periodos de 1914-1945; 1945-1989; y de
esa fecha a la actualidad con el fin del quiebre de poder, el mundo ha visto como
uno de los mejores ejes de la sociedad ha ido perdiendo cada vez mayor
preponderancia: el estado-nación. Ejecutor de las decisiones políticas,
económicas y sociales, el avasallamiento del sector privado lo han dejado sin
respuestas en medio de este mundo globalizado y altamente mercantilizado,
incluso sus políticas públicas se han emparentado con los mismos intereses de
grupos inversores.
Aquello es sintomático de esta era, pero el autor le añade un análisis de la
relación del estado con la sociedad desde la guerra o los conflictos que hasta la
primera mitad del siglo XX parecieron poner de rodillas a la humanidad. Iniciado
el periodo de Guerra Fría por denominar una temporalidad sin estas batallas a
escala global como fueron la primera y segunda guerra mundial, pero que estuvo
lejos de conservarse en paz, al ser un periodo que tuvo luchas sobre todo en el
tercer mundo, las externalidades del conflicto central entre los dos bloques de
poder, una era de revoluciones y de fin de diferentes imperios; el Estado tomó
una nueva directriz después de la segunda posguerra. Con la llegada del Estado
de Bienestar y consecutivamente la edad de oro, se inició un de los mayores
periodos de prosperidad que ningún ciudadano medio antes había tenido. Una
etapa de pleno empleo, economía mixta, seguridad social y economía boyante,
parecía que la relación entre el estado y sus ciudadanos se consolidaba en
medio de gobiernos socialdemócratas que gozaban de buena salud en las urnas.
Sin embargo a partir de la era de la globalización hacia 1960, la tendencia
comenzó a inclinarse hacia un paulatino repliegue del Estado. Consecutivas
crisis económicas, y un gasto el PIB en materia social que ya no era sostenible
por ningún Estado, hicieron cuajar la idea que los nuevos paladines de
capitalismo del laissez faire aún estaba vivo. Más aún su implantación ni siquiera
requería de en países libres y democráticos como lo demostraron Chile y Corea,
en los setenta y ochenta, respectivamente con el modelo neoliberal.
Una de las consecuencias de este alejamiento o repliegue del estado-nación, los
identifica Hobsbawm con el reclutamiento. Salvo, advierte, los Estados Unidos,
Rusia y China, ninguna nación puede asegurar que podría comandar grandes
ejércitos esperando que sus ciudadanos se alisten al ejército, donde la alta
2. abstención de votos en elecciones se ha convertido en un fenómeno de masas,
con gobiernos cada vez más ilegítimos por cu escasa adhesión, ha hecho
recrudecer los cimientos de la misma democracia, por tanto, lo que antes estaba
en control de los estado ahora no es garante de nadie.
Sin embargo una de las grandes diferencias con el siglo pasado y el XXI indica
el autor, es que las grandes guerras ya no transcurren en gobierno legítimos.
Estos han perdido su capacidad de coerción. Buena parte de las fuerzas que
tradicionalmente contaban en sus ejércitos hoy están en manos de grupos
armados dentro de los mismos estados, declarando un “desequilibrio entre las
organizaciones estatales y no estatales” como lo indica Hobsbawm. Es decir, las
pugnas son internar. Y no solo se trata de guerras civiles o con grupos
paramilitares de reivindicaciones políticas, territoriales o étnicas, sino armas que
están en manos de particulares y han creado redes de captación a su forma de
reclutamiento y estrategias de contención contra el estado y sus fuerzas de
seguridad.
Un ejemplo de ello es la lucha contra el narcotráfico. Hace un par de meses se
celebró el último mundial de fútbol en Brasil. Meses antes de iniciado el evento
deportivo, la policía federal brasileña efectuó una estrategia de avanzada en las
favelas, para “pacificar” estos poblados donde reina la pobreza, miseria,
hacinamiento y delincuencia, en uno de los países con mayor desigualdad social
a nivel mundial.
Así daba cuenta de estos hechos el diario argentino La Nación en su versión
digital del jueves 27 de marzo de 2014 con el titular “Las fotos más impactantes
del despliegue de militares en las favelas de Río”. La noticia señala que “las
imágenes muestran el ingreso de militares brasileños ingresaron en el inmenso
complejo de favelas de Maré, en los accesos a Río de Janeiro y cerca del
aeropuerto internacional Tom Jobin (Galeao), en una misión de reconocimiento
antes de su ocupación, esperada para la madrugada del próximo domingo”.
Cabe destacar éste operativo, que se enmarca como lo señala el mismo
matutino, en una estrategia del gobierno brasileño iniciado desde 2008. Brasil
fue designado para recibir los dos mayores eventos deportivo a nivel mundial.
Este año el mundial de fútbol y se apronta albergar los Juegos Olímpicos a
realizarse en la ciudad de Ríos de Janeiro el 2016.
Cuando nos referimos a ofensiva de seguridad pública en las favelas del brasil,
estamos hablando de contingente de ejército militar. Uso de armas militares,
helicópteros, militares en medio de la población civil actuando. En resumen,
verdaderas imágenes de guerra, que son homologables a cualquier otra en
épocas pretéritas o actuales pero que en este caso no son entre estado, ni
naciones en conflicto. Y ese es precisamente el diagnóstico del autor. La guerra
la interior de los estados. En este caso particular, producto de la seguridad
pública, el narcotráfico, asociaciones ilícitas que con consecuencia de la misma
organización de drogas, y principalmente la imagen país que preocupa al
gobierno brasileño. Demostrando control de la delincuencia para garantizar la
seguridad en la organización de estos eventos deportivos los cuales tiene una
dimensión planetaria y donde llegan muchos turistas además de los deportistas
de más alto rendimiento en todo el orbe. En síntesis un gran negocio.
2)
3. Identificar las diferencias entre el imperialismo británico y el norteamericano en
una primera categorización resulta obvio: El territorio. Gran Bretaña es una isla.
Como tal se distinguió desde un principio a que si desarrollaría una expansión
de sus fronteras su principal fortaleza sería marítima. A través de una gran flota
mercantil, astilleros, puertos, aparatos técnicos propicios para la navegación y
un gobierno decidido al avance mercantil y comercial, fue estructurando redes o
rutas comerciales marítimas fuera de sus fronteras. Si existe costa, el llamado al
mar es latente e imperioso para avanzar y expandir las fronteras.
Estados Unidos por si sólo es un vasto territorio de ribetes continentales. Estados
Unidos desde un principio fue expansionista. Por ello su primera conquista fue
interna, llegando abarca un territorio de océano a océano. Su avance hacia el
oeste así lo manifiesta, mediante la rápida conquista del territorio hacia el
desierto, aniquilando la población aborigen de pieles rojas bajo el principio de la
propiedad privada y la racionalidad de la tierra. Constituyó una amalgama entre
principios racionales y puesta en práctica a pulso de los mismos. Lo mismo
ocurrió con los territorios de México después de la guerra contra su nación vecina
y la compra de Texas hacia 1848, California y Luisiana, es decir, para Estados
Unidos más que el mar su conquista era de tierra.
Aquello viene aparejado de una verdad consular para los norteamericanos, en la
cual su vocación de engrandecimiento, vigorización y robustez como nación
debe ser universal. Gran Bretaña nunca pretendió influenciar al orbe. A pesar de
contar con una clara mentalidad de superioridad contra el resto y ser al igual que
Estados Unidos uno de los mayores ejemplos de progreso. Gran Bretaña estaba
ligada a las transacciones comerciales especialmente con las nacientes
repúblicas latinoamericanas; por sus flujos de capitales, inversiones, banca,
sistema de créditos, etc. Nunca pretendió hacer de esos países un sustrato
propio. Creía en el progreso del resto y además para las oligarquías americanas
se trataba de una relación de clase entre hombres de negocios propios del siglo
decimonónico que dominaba sin contrapeso.
Gran Bretaña.
Aquello no es tributario de Estados Unidos, para quienes hacer de sus países
sobre todo en América donde no tenía competidores, reducirlos a una condición
de protectorados y estados satélites como los países del Caribe, Cuba o Puerto
Rico. Bajo el sistema internacional de comercio desde el siglo XIX, el avance
expansionista de Estados Unidos se volvió un ideal o destino manifiesto, una
consecución propia y natural norteamericana.
Y aquella observación se Hobsbawm es muy fidedigna de la actualidad y
mentalidad norteamericana. Sin un pasado, ni una historia plausible de dinastías
o imperios a los cuales podría haber usado como sistema continuador o principio
gestor para una política unitaria como estado, los norteamericanos debieron
crear o construir una propia. Más que mal surgió producto de una revolución y
un sistema político inédito para entonces como era el republicanismo y la
separación de los poderes, por tanto, naciente desde las bases más ilustradas
del siglo XVIII. En consecuencia, los principios de “vida, libertad y búsqueda de
la igualdad”, cobraron una preponderancia que difería del imperio Británico que
ostentaba una tradición parlamentaria ya zanjada desde antes entre la burguesía
y la aristocracia, y por tanto resuelto los dilemas con el rey, mientras Estados
4. Unidos fue en ese sentido populista y antielitista. De hecho su idea de “búsqueda
de la felicidad” no se podría entender sin comprender que la misma formación
del estado norteamericano jamás pretendió una unicidad o uniformidad mediante
un estado unitario. O como ejemplifica el autor con la conquista del desierto que
era manejado por los Sheriff en una tierra inhóspita de bandoleros como en las
películas de cowboys en comparación a su vecino del norte en Canadá que era
resguardado por la policía montada cumpliendo un rol de seguridad nacional que
mantenía la ley del Estado.
Además Estados Unidos es un país que recibe gente un receptor de inmigración
extrajera, sino no se podría entender que exista correlación entre conquistas
territorio sin poblarlo. Aquello tuvo repercusión, toda vez que una de las oleadas
migratorias más grander provenían de Europa y precisamente desde Gran
Bretaña como fueron en su momento los irlandeses. Los británicos a la inversa
veían emigrar su población. Por consiguiente Estados Unidos no solo fue, sino
aún recibe población a gran escala. Un estado tan basto y populoso, recibiendo
a millones de personas a pesar de las restricciones migratorias de los últimos
años, resulta sorprendente y difícilmente replicable a otro a nivel mundial.
Por último uno de los mayores elementos a considera en estas divergencias, es
que si bien Gran Bretaña ejerció un liderazgo económico y financiero a gran
escala, siendo uno de los mayores dominadores de la economía industrial
mundial, siempre tuvo claro que nunca lograría tener un control absoluto del
mundo, si menos contó con una fuerza militar para ello. Logró sacudirse de la
esquizofrénica y colérica ideaimperial de dominación, de poseer un control sobre
el resto omnipresente y omnipotente, como ambiciona Estados Unidos según E.
Hobsbawm o al menos aspira aquello.
Y ese “Destino Manifiesto”, es “gracia” que pareciera divina e inmaculada para
el país del dólar, “las oportunidades”, “de los sueños” y eufemismos publicitarios,
hacen de Estados Unidos el paladín de un estado que constantemente muestra
y demuestra al mundo su misión terrenal, su misión al cual usufructúa.
Los norteamericanos se han distinguido por hacer de un sistema global una
verdadera contradicción. Después de 1960 el mundo se adentró hacia una línea
a la cual aún no logra sacudirse. En una era de incertidumbre, ciclos económicos
de contracción y recesión cada vez más próximos el uno del otro, división del
trabajo, internacionalización de los mercados, migraciones, catástrofes
naturales, en fin. Estados Unidos se muestra una economía cerrada y de
mercado a escala más local que internacional. El mismo proteccionismo desde
sus cimientos hasta su política de no involucrarse en las grandes guerras sólo
hasta el final de ellas y mostrarse como “salvadores” del orden democrático y las
libertades civiles. Misma retórica para el periodo de Guerra Fría y su enconada
lucha contra el comunismo, hasta el término del Equilibrio de Poder como lo
indica el autor.
Por lo mismo su estancamiento económico, deuda y gobiernos como este último
de Barack Obama que logró ser reelecto por mayoría del voto latino, ni siquiera
de los mismos norteamericanos, gobierno que pugna en un congreso por lograr
ajustes (desbarajustes) económicos y aprueben las políticas fiscales, no ha
tenido otra línea progresiva más que la intervención militar, venta de armas a sus
aliados. Uno de sus más files es actualmente Israel que se encuentra en
5. permanente “lucha” o “conflicto” con su vecina Palestina. ¿Se puede llamar
“conflicto” a una guerra entre un país militarizado, que posee una colosal
tecnología, de la más avanzada en la actualidad, con preparación militar
instruida, frente a una nación pobre que vive en constante asedio, recluida y
atemorizada? ¿Por qué no interviene allí el gobierno norteamericano? ¿No se
están cobrando vidas civiles todos los días, niños y jóvenes en medio de luchas
endémicas? ¿A caso no se están violando derechos civiles? ¿Qué futuro les
espera? Crecer en medio de balaceras y recluidos en sus hogares, agotando
cualquier verdadera razón de vida. Donde está la defensa a la libertad en
definitiva que tanto dice defender.
Cuando los gobiernos norteamericanos imponente la lucha de las ideas, las
luchas de las “verdades”, las luchas del mundo de paz y libertades, más que
hacer una acción mesiánica y del “buen vecino”, en ningún caso realmente
piensa de esa forma, no seamos tan ingenuos. Es más. Los costos asociados
(ya que estamos en la era del costo-beneficio) son enormes. Conservar una
“estabilización” y un gobierno democrático a usanza occidental en medio oriente
a traído verdadero dilemas a la política norteamericana cada vez más
cuestionada, ya que debe sostener ejércitos en forma permanente en medio del
mundo islámico – no precisamente adherente a occidente ni menos a
Norteamérica - y por primera vez en varios años provenidas ahora de críticas
ciudadanas en el mismo país del norte como fue el fenómeno de los “indignados”
que de España alcanzó a salpicar en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York
todo un símbolo de lo que es Norteamérica.
En definitiva, hacer (nos) creer que del accionar en Irak o Afganistán, en su lucha
contra el terrorismo que movió a gran parte de sus aliados, o la luchas contra el
narcotráfico en México, Brasil o Colombia; demuestran la tesis de Hobsbawm, a
pesar de sus cuestionamientos, es plausible. Vivir entorno a las armas para
Estados Unidos es una condición innata de vida, diría que incluso intrínseca al
menos en algunos Estados donde padres les enseñan el uso de las armas a sus
hijos ¿eso viene de un país “civilizador”? cabra reflexionar precisamente lo que
alcanzó aquejar al historiador británico y lo deja manifestado en esta obra, si
realmente los estados asumirán las causas humanas, las “cuestiones de las
personas” o seguiremos inmersos en este mundo sin rumbo fijo.