2. Ascensión del Señor - A
Evangelio: Mateo 28, 16-20
Id y haced discípulos de todos los
pueblos bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del
mundo.
3. Jesús culmina su tarea
Se reúne con los suyos, en Galilea.
Comen juntos, como en la cena
pascual. Y allí les da una consigna
que marcará su misión.
Después, trascenderá la
temporalidad del mundo para
albergarse, para siempre, en
nuestro corazón: “Yo estaré con
vosotros siempre, hasta el fin del
mundo”.
4. La misión
¿Qué encomienda a los
discípulos? Que vayan por todo el
mundo y hagan discípulos,
bautizándolos en el nombre de la
Trinidad. Los discípulos ya están
preparados. Han alcanzado la
madurez para convertirse en
transmisores de la buena noticia.
Han dejado de ser inseguros para
convertirse en audaces
predicadores.
5. La fuerza de Dios
Pero Jesús no los envía sin antes
darles el Espíritu Santo, la fuerza de
Dios. Solo la recepción del Espíritu
permite entender la enorme
repercusión de su mensaje, que ha
llegado hasta nuestros días.
Aquellos hombres vacilantes,
aventados por el Espíritu, se
convierten en llamas vivas.
6. Todos somos enviados
Hoy, la Iglesia también nos envía a ser
transmisores del Reino de Dios. El
cristianismo no se culminaría sin esta
dimensión misionera.
Muchos cristianos participamos en la
liturgia, y tenemos buena formación
doctrinal, pero nos falta la dimensión
apostólica. No somos del todo Iglesia
hasta que no nos abramos de corazón al
soplo del Espíritu. Y él nos empuja…
7. Espíritu de unión
El Espíritu nos empuja y nos
mantiene unidos, conscientes de
ser comunidad. Nos alienta a
llevar a cabo la misión a la que
estamos llamados: comunicar la
buena nueva de Cristo a todos los
hombres de nuestro tiempo.
8. Sentirse vivo en la Iglesia
Nos lamentamos de que las
parroquias se vacían y los que
vienen son mayores. Sin un
compromiso real será difícil que la
Iglesia avance. Más que nunca,
nos falta tenacidad, coherencia,
compromiso ante el mundo. La
Iglesia estará viva si cada uno de
nosotros se siente vivo en la
Iglesia.
9. Lo mejor que ofrecemos
Cuántos recursos publicitarios
invierten las empresas en colocar un
producto en el mercado. Si para
vender cualquier cosa se hacen
tantos esfuerzos, ¿cómo no vamos a
luchar los cristianos por hacer llegar
nuestro gran “producto” al mundo?
Este producto es el evangelio:
palabra de Dios que libera, da paz,
alegría y profundidad a nuestra
existencia.
10. La empresa de Dios
Todos los bautizados formamos parte
de la gran empresa de Dios en el
mundo. Ojalá nos creamos la gran
noticia del amor de Dios y seamos
capaces de anunciarla con todas
nuestras fuerzas.
Los cristianos de hoy también hemos
recibido el don del Espíritu Santo,
¿qué más necesitamos?
11. Lo tenemos todo
Ese mismo Espíritu que recibieron los
apóstoles lo hemos recibido
nosotros, y lo recibimos cada
domingo en la eucaristía.
¡Nada nos falta!
Lo tenemos todo: energía,
formación, creatividad y libertad
para esparcir el Reino de Dios en el
mundo y hacer crecer en las
personas lo mejor que llevan dentro.