2. Te doy gracias, Padre, Señor
de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los
sabios y entendidos y las has
revelado a la gente sencilla…
Venid a mí todos los que
estáis cansados y agobiados,
que yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de
mí, que soy manso y humilde
de corazón, y encontraréis
descanso, porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.
Mt 11, 25-30.
3. Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios con una
exclamación que le sale del alma: ¡Gracias!
La oración de gratitud es esencial en la vida cristiana.
El cristiano maduro pasa de la oración de petición a la
de gratitud y alabanza, como recoge la tradición de
los salmos.
4. Saber dar las gracias es reconocer el bien que hemos
recibido de alguien. ¿Sabemos ver los dones que
Dios nos da? ¿Somos conscientes de que cada
domingo recibimos al mismo Cristo?
Jesús nos regala su propia vida en el pan y el vino.
5. La gratitud ayuda espiritualmente, sobre todo en
situaciones de sufrimiento y dolor. Pero…
¿quiénes lo entienden? Jesús exclama ante el
Padre: “Has revelado estas cosas a los sencillos y
las has ocultado a los sabios…”
6. ¿Qué son “estas cosas”? Jesús se está refiriendo al
reino de Dios. Sólo los sencillos y los humildes sabrán
descubrirlo en medio de la cotidianidad. Si no os hacéis
como niños, dice Jesús, no entraréis en el reino. Desde
la sencillez vemos la grandeza de Dios.
7. Los sabios y entendidos son aquellos que creen
que con su inteligencia ya pueden prescindir de
Dios. Cuántas veces rendimos un culto
exagerado a lo intelectual y a lo científico,
creyéndonos dueños del mundo. un corazón
rebelde, desconfiado y petulante, está lejísimos
de entender el misterio de Dios.
8. “Porque así te ha parecido bien”, dice Jesús. Lo que viene
del Padre es aceptado por Jesús con agrado.
Cuando se da una profunda comunión, no hay dos
voluntades, sino una.
Es así como Jesús llega a aceptarlo todo, hasta su
muerte.
9. Jesús nos enseña a confiar en Dios, a decirle sí, a creer que
lo que él quiere para nosotros es lo mejor.
¿Quién puede dudar del amor de un padre hacia su hijo y
de la respuesta de éste cuando el amor es sincero y
auténtico? Tengamos fe y esperanza.
El mundo en manos de Dios no se perderá.
11. “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y os
daré reposo.”
Mucha gente anda perdida, desorientada, cansada,
derrotada. ¿Por qué? Porque quiere prescindir de Dios,
se cree capaz de todo y al final las fuerzas le fallan. Se
desanima y todo pierde sentido…
12. Podemos tener motivos para desanimarnos. ¿Cómo
superar la desidia y el desconcierto ante tantos
problemas, tanto mal en el mundo? Jesús es la
respuesta. Él es nuestro descanso. Él nos da paz, incluso
en los momentos más difíciles. ¡Cuánta gente tira la
toalla por no confiar! Jesús nos pide humildad para
aprender a descansar en él.
13. “Mi yugo es suave y mi carga ligera.”
Jesús no pesa. Mucha gente cree que la fe
esclaviza y nos impone restricciones que nos
impiden ser libres. Jesús no es un pesado yugo…
¡él es quien nos lleva!
14. “Mi yugo es suave y mi carga ligera.”
¿Qué nos pesa? Nos lastra el egoísmo, la envidia,
la autosuficiencia, las seudo libertades
engañosas… Cuando el hombre se convierte en un
dios para sí mismo carga con un gran peso a sus
espaldas, un peso absurdo e inútil.
15. Dios nunca nos quita nada, nada de lo que hace
nuestra vida hermosa, noble y libre.
Así lo dijo, con fuerza, Benedicto XVI el día de su
investidura. Y así es: Dios no nos quita nada, al
contrario, nos lo da todo.