1. CANCION PARA MI MAESTRA
Esta canción que yo canto
me la enseñó mi MAESTRA,
como un trino vino a mi alma,
entre asombros e inocencia,
caminando entre los bancos
de una humilde escuela en SELVA.
Como el sol sobre la flor
desgranaba su enseñanza,
y era una madre en el aula,
todo amor en sus palabras,
y en el viejo pizarrón
sus consejos aún me hablan
¡¡¡Hay si un día yo volviera!!
a mi escuelita alla en SELVA,
buscaría la canción
que me enseñó mi MAESTRA.
Como una dalia de sol,
llenaba de luz el aula
y eran mensajes de amor
que ponia en sus palabras,
hablandonos suavemente.
Nos mostraba su alma blanca,
enseñaba que la vida
son muchas sumas y restas,
que bajan al ser o elevan,
y que las sumas de amor,
restan al odio su escencia.
Cuando llegaba el recreo,
la galería de la escuela
se llenaba del bullicio,
como un rumor de colmena,
eramos nosotros buscando,
con el tesón de la abeja,
el pólen de la alegría
en la flor de la inocencia
¡¡¡Hay si un día pudiera volver!!!
a esa humilde escuela en SELVA,
buscaría aquel pupitre
hecho de nobles maderas,
donde he tallado mi nombre
y el de una compañera
escritos en un corazón
atravezado por flechas,
entonces entonaría la letra
de una canción
que ha quedado en mi memoria,
como grabada en la piedra
con el buríl del amor
de una artesana maestra
DANIEL ALTAMIRANO
CANCION PARA MI MAESTRA
Esta canción que yo canto
me la enseñó mi MAESTRA,
como un trino vino a mi alma,
entre asombros e inocencia,
caminando entre los bancos
de una humilde escuela en SELVA.
Como el sol sobre la flor
desgranaba su enseñanza,
y era una madre en el aula,
todo amor en sus palabras,
y en el viejo pizarrón
sus consejos aún me hablan
¡¡¡Hay si un día yo volviera!!
a mi escuelita alla en SELVA,
buscaría la canción
que me enseñó mi MAESTRA.
Como una dalia de sol,
llenaba de luz el aula
y eran mensajes de amor
que ponia en sus palabras,
hablandonos suavemente.
Nos mostraba su alma blanca,
enseñaba que la vida
son muchas sumas y restas,
que bajan al ser o elevan,
y que las sumas de amor,
restan al odio su escencia.
Cuando llegaba el recreo,
la galería de la escuela
se llenaba del bullicio,
como un rumor de colmena,
eramos nosotros buscando,
con el tesón de la abeja,
el pólen de la alegría
en la flor de la inocencia
¡¡¡Hay si un día pudiera volver!!!
a esa humilde escuela en SELVA,
buscaría aquel pupitre
hecho de nobles maderas,
donde he tallado mi nombre
y el de una compañera
escritos en un corazón
atravezado por flechas,
entonces entonaría la letra
de una canción
que ha quedado en mi memoria,
como grabada en la piedra
con el buríl del amor
de una artesana maestra
DANIEL ALTAMIRANO